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Los libros, en sí mismos, no pueden ser malos.
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IX
Asiduo


Registrado: 04 Ago 2007
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MensajePublicado: Jue Sep 20, 2007 5:38 pm    Asunto:
Tema: Los libros, en sí mismos, no pueden ser malos.
Responder citando

Hasta que pidas piedad, De la Torre.

NOVELA OCTAVA

Guiglielmo Borsiere, con discretas palabras, reprende la avaricia del señor Herminio de los Grimaldi.

Se sentaba junto a Filostrato Laureta, la cual, después de que hubo oído alabar el ingenio de Bergamino y advirtiendo que le correspondía a ella contar alguna cosa, sin esperar ningún mandato, placenteramente empezó a hablar así.

La novela precedente, queridas compañeras, me induce a contar cómo un hombre bueno, también cortesano y no sin fruto, reprendió la codicia de un mercader riquísimo; y ésta, aunque se asemeje al argumento de la pasada, no deberá por eso seros menos gustosa, pensando que va a acabar bien. Hubo, pues, en Génova, ya hace mucho tiempo, un gentilhombre llamado señor Herminio de los Grimaldi que, según era estimado por todos, por sus grandísimas posesiones y dineros superaba con mucho la riqueza de cualquier otro ciudadano riquísimo de quien entonces se supiera en Italia; y tanto como superaba en riqueza a cualquier itálico que fuese, tanto en avaricia y miseria sobresalía sobre cualquier miserable y avaro que hubiese en el mundo : por lo que no solamente para honrar a otros tenía la bolsa cerrada, sino en las cosas necesarias a su propia persona, contra la costumbre general de los genoveses que acostumbran a vestir noblemente, mantenía él, por no gastar, privaciones grandísimas, y del mismo modo en el comer y el beber. Por lo que merecidamente su apellido de Grimaldi le había sido quitado y nadie le llamaba otra cosa que Herminio Avaricia. Sucedió que en este tiempo en que él, no gastando, multiplicaba lo suyo, llegó a Génova un valeroso hombre de corte , cortés y buen decidor, llamado Guiglielmo Borsiere , en nada semejante a los de hoy que, no sin gran vergüenza de las corruptas y vituperables costumbres de quienes quieren hoy ser llamados y reputados por nobles y por señores, parecen más bien asnos educados en la torpeza de toda la maldad de los hombres más viles que en las cortes. Y mientras en otros tiempos solía ser su ocupación y consagrarse su cuidado a concertar paces donde la guerra o las ofensas hubiesen nacido entre hombres nobles, o a concertar matrimonios, parentescos y amistad, y con palabras buenas y discretas recrear los ánimos de los fatigados y solazar las cortes, y con agrias reprensiones, como si fuesen padres, corregir los defectos de los malos, y todo esto por premios asaz ligeros; hoy en contar mal de unos a otros, en sembrar cizaña, en decir maldades e ignominias y, lo que es peor, en hacerlas en presencia de los hombres, en echarse en cara los males, las vergüenzas y las tristezas, verdaderas y no verdaderas, unos a otros, y con falsos halagos hacer volver los ánimos nobles a las cosas viles y malvadas, se ingenian en consumir su tiempo.

Y más es tenido en amor y más honrado y exaltado con premios altísimos por los señores miserables y descorteses aquel que más abominables palabras dice o acciones comete: gran vergüenza y digna de reprobación del mundo presente y prueba muy evidente de que las virtudes, volando de aquí abajo, nos han abandonado en las heces del vicio a los míseros vivientes. Pero, volviendo a lo que comenzado había, de lo que el justo enojo me ha apartado más de lo que pensaba, digo que el ya dicho Guiglielmo fue honrado y de buena gana recibido por todos los hombres nobles de Génova y que, habiéndose quedado algunos días en la ciudad y habiendo oído muchas cosas sobre la miseria y la avaricia del señor Herminio, lo quiso ver. El señor Herminio había ya oído que este Guiglielmo Borsiere era hombre honrado y habiendo aún en él, por avaro que fuese, alguna chispita de cortesía, con palabras asaz amistosas y con alegre gesto le recibió y entró con él en muchos y variados razonamientos, y conversando le llevó consigo, junto con otros genoveses que con él estaban, a una casa nueva suya que había mandado hacer muy hermosa; y después de habérsela mostrado toda, dijo: -Ah, señor Guiglielmo, vos que habéis visto y oído tantas cosas, ¿me sabríais mostrar alguna cosa que nunca haya sido vista, que yo pudiese mandar pintar en la sala de esta casa mía? A lo que Guiglielmo, oyendo su modo de hablar poco discreto, repuso: -Señor, algo que nunca se haya visto no creeréis que yo pueda mostraros, si no son estornudos y otras cosas semejantes; pero si os place, bien os enseñaré una cosa que vos no creo que hayáis visto nunca. El señor Herminio dijo:

-Ah, os lo ruego, decidme cuál es -no esperando que él iba a contestarle lo que le contestó. A lo que Guiglielmo entonces contestó prestamente:

-Mandad pintar la Cortesía.

Al oír el señor Herminio estas palabras se sintió invadido por una vergüenza tan grande que tuvo fuerza para hacerle cambiar el ánimo a todo lo contrario de lo que hasta aquel momento había sido, y dijo: -Señor Guiglielmo, la haré pintar de manera que nunca ni vos ni otro con razón podáis decirme que no la haya visto y conocido.

Y de entonces en adelante (con tal virtud fueron dichas las palabras de Guiglielmo) fue el más liberal y más generoso gentilhombre y el que honró a los forasteros y a los ciudadanos más que ningún otro que hubiera en Génova en su tiempo.

Fuente: Idem.
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IX
Asiduo


Registrado: 04 Ago 2007
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MensajePublicado: Jue Sep 20, 2007 5:42 pm    Asunto:
Tema: Los libros, en sí mismos, no pueden ser malos.
Responder citando

¿Le sigo?

NOVELA PRIMERA DE LA SEGUNDA JORNADA

Martellino, fingiéndose tullido, simula curarse sobre la tumba de San Arrigo y, conocido su engaño, es apaleado; y después de ser apresado y estar en peligro de ser colgado, logra por fin escaparse.

Muchas veces sucede, carísimas señoras, que aquel que se ingenia en burlarse de otro, y máximamente de las cosas que deben reverenciarse, se ha encontrado sólo con las burlas y a veces con daño de sí mismo; por lo que, para obedecer el mandato de la reina y dar principio con una historia mía al asunto propuesto, entiendo contaros lo que, primero desdichadamente y después (fuera de toda su esperanza) muy felizmente, sucedió a un conciudadano nuestro.

Había, no hace todavía mucho tiempo, un tudesco en Treviso llamado Arrigo que, siendo hombre pobre, servía como porteador a sueldo a quien se lo solicitaba y, a pesar de ello, era tenido por todos como hombre de santísima y buena vida. Por lo cual, fuese verdad o no, sucedió al morir él, según afirman los trevisanos, que a la hora de su muerte, todas las campanas de la iglesia mayor de Treviso empezaron a sonar sin que nadie las tocase. Lo que, tenido por milagro, todos decían que este Arrigo era santo ; y corriendo toda la gente de la ciudad a la casa en que yacía su cuerpo, lo llevaron a guisa de cuerpo santo a la iglesia mayor, llevando allí cojos, tullidos y ciegos y demás impedidos de cualquiera enfermedad o defecto, como si todos debieran sanar al tocar aquel cuerpo. En tanto tumulto y movimiento de gente sucedió que a Treviso llegaron tres de nuestros conciudadanos, de los cuales uno se llamaba Stecchi, otro Martellino y el tercero Marchese , hombres que, yendo por las cortes de los señores, divertían a la concurrencia distorsionándose y remedando a cualquiera con muecas extrañas. Los cuales, no habiendo estado nunca allí, se maravillaron de ver correr a todos y, oído el motivo de aquello, sintieron deseos de ir a ver y, dejadas sus cosas en un albergue, dijo Marchese:

-Queremos ir a ver este santo, pero en cuanto a mí, no veo cómo podamos llegar hasta él, porque he oído que la plaza está llena de tudescos y de otra gente armada que el señor de esta tierra, para que no haya alboroto, hace estar allí, y además de esto, la iglesia, por lo que se dice, está tan llena de gente que nadie más puede entrar.

Martellino, entonces, que deseaba ver aquello, dijo:

-Que no se quede por eso, que de llegar hasta el cuerpo santo yo encontraré bien el modo. Dijo Marchese:

-¿Cómo?

Repuso Martellino:

-Te lo diré: yo me contorsionaré como un tullido y tú por un lado y Stecchi por el otro, como si no pudiese andar, me vendréis sosteniendo, haciendo como que me queréis llevar allí para que el santo me cure: no habrá nadie que, al vernos, no nos haga sitio y nos deje pasar. A Marchese y a Stecchi les gustó el truco y, sin tardanza, saliendo del albergue, llegados los tres a un lugar solitario, Martellino se retorció las manos de tal manera, los dedos y los brazos y las piernas, y además de ello la boca y los ojos y todo el rostro, que era cosa horrible de ver; no habría habido nadie que lo hubiese visto que no hubiese pensado que estaba paralítico y tullido. Y sujetado de esta manera, entre Marchese y Stecchi, se enderezaron hacia la iglesia, con aspecto lleno de piedad, pidiendo humildemente y por amor de Dios a todos los que estaban delante de ellos que les hiciesen sitio, lo que fácilmente obtenían; y en breve, respetados por todos y todo el mundo gritando: «¡Haced sitio, haced sitio!», llegaron allí donde estaba el cuerpo de San Arrigo y, por algunos gentileshombres que estaban a su alrededor, fue Martellino prestamente alzado y puesto sobre el cuerpo para que mediante aquello pudiera alcanzar la gracia de la salud.

Martellino, como toda la gente estaba mirando lo que pasaba con él, comenzó, como quien lo sabía hacer muy bien, a fingir que uno de sus dedos se estiraba, y luego la mano, y luego el brazo, y así todo entero llegar a estirarse. Lo que, viéndolo la gente, tan gran ruido en alabanza de San Arrigo hacían que un trueno no habría podido oírse. Había por acaso un florentino cerca que conocía muy bien a Martellino, pero que por estar así contorsionado cuando fue llevado allí no lo había reconocido. El cual, viéndolo enderezado, lo reconoció y súbitamente empezó a reírse y a decir: -¡Señor, haz que le duela! ¿Quién no hubiera creído al verlo venir que de verdad fuese un lisiado? Oyeron estas palabras unos trevisanos que, incontinenti, le preguntaron: -¡Cómo! ¿No era éste tullido?

A lo que el florentino repuso:

-¡No lo quiera Dios! Siempre ha sido tan derecho como nosotros, pero sabe mejor que nadie, como habéis podido ver, hacer estas burlas de contorsionarse en las posturas que quiere. Como hubieron oído esto, no necesitaron otra cosa: por la fuerza se abrieron paso y empezaron a gritar: -¡Coged preso a ese traidor que se burla de Dios y de los santos, que no siendo tullido ha venido aquí para escarnecer a nuestro santo y a nosotros haciéndose el tullido! Y, diciendo esto, le echaron las manos encima y lo hicieron bajar de donde estaba, y cogiéndole por los pelos y desgarrándole todos los vestidos empezaron a darle puñetazos y puntapiés, y no se consideraba hombre quien no corría a hacer lo mismo. Martellino gritaba: -¡Piedad, por Dios!

Y se defendía cuanto podía, pero no le servía de nada: las patadas que le daban se multiplicaban a cada momento. Viendo lo cual, Stecchi y Marchese empezaron a decirse que la cosa se ponía mal; y temiendo por sí mismos, no se atrevían a ayudarlo, gritando junto con los otros que le matasen, aunque pensando sin embargo cómo podrían arrancarlo de manos del pueblo. Que le hubiera matado con toda certeza si no hubiera habido un expediente que Marchese tomó súbitamente: que, estando allí fuera toda la guardia de la señoría, Marchese, lo antes que pudo se fue al que estaba en representación del corregidor y le dijo: -¡Piedad, por Dios! Hay aquí algún malvado que me ha quitado la bolsa con sus buenos cien florines de oro; os ruego que lo prendáis para que pueda recuperar lo mío. Súbitamente, al oír esto, una docena de soldados corrieron a donde el mísero Martellino era trasquilado sin tijeras y, abriéndose paso entre la muchedumbre con las mayores fatigas del mundo, todo apaleado y todo roto se lo quitaron de entre las manos y lo llevaron al palacio del corregidor, adonde, siguiéndole muchos que se sentían escarnecidos por él, y habiendo oído que había sido preso por descuidero, no pareciéndoles hallar más justo título para traerle desgracia, empezaron a decir todos que les había dado el tirón también a sus bolsas. Oyendo todo lo cual, el juez del corregidor, que era un hombre rudo, llevándoselo prestamente aparte le empezó a interrogar.

Pero Martellino contestaba bromeando, como si nada fuese aquella prisión; por lo que el juez, alterado, haciéndolo atar con la cuerda le hizo dar unos buenos saltos, con ánimo de hacerle confesar lo que decían para después ahorcarlo. Pero luego que se vio con los pies en el suelo, preguntándole el juez si era verdad lo que contra él decían, no valiéndole decir no, dijo: -Señor mío, estoy presto a confesaros la verdad, pero haced que cada uno de los que me acusan diga dónde y cuándo les he quitado la bolsa, y os diré lo que yo he hecho y lo que no. Dijo el juez:

-Que me place.

Y haciendo llamar a unos cuantos, uno decía que se la había quitado hace ocho días, el otro que seis, el otro que cuatro, y algunos decían que aquel mismo día. Oyendo lo cual, Martellino dijo: -Señor mío, todos estos mienten con toda su boca: y de que yo digo la verdad os puedo dar esta prueba, que nunca había estado en esta ciudad y que no estoy en ella sino desde hace poco; y al llegar, por mi desventura, fui a ver a este cuerpo santo, donde me han trasquilado todo cuanto veis; y que esto que digo es cierto os lo puede aclarar el oficial del señor que registró mi entrada, y su libro y también mi posadero. Por lo que, si halláis cierto lo que os digo, no queráis a ejemplo de esos hombres malvados destrozarme y matarme.

Mientras las cosas estaban en estos términos, Marchese y Stecchi, que habían oído que el juez del corregidor procedía contra él sañudamente, y que ya le había dado tortura, temieron mucho, diciéndose: -Mal nos hemos industriado; le hemos sacado de la sartén para echarlo en el fuego. Por lo que, moviéndose con toda presteza, buscando a su posadero, le contaron todo lo que les había sucedido; de lo que, riéndose éste, les llevó a ver a un Sandro Agolanti que vivía en Treviso y tenía gran influencia con el señor, y contándole todo por su orden, le rogó que con ellos interviniera en las hazañas de Martellino, y así se hizo. Y los que fueron a buscarlo le encontraron todavía en camisa delante del juez y todo desmayado y muy temeroso porque el juez no quería oír nada en su descargo, sino que, como por acaso tuviese algún odio contra los florentinos, estaba completamente dispuesto a hacerlo ahorcar y en ninguna guisa quería devolverlo al señor, hasta que fue obligado a hacerlo contra su voluntad. Y cuando estuvo ante él, y le hubo dicho todas las cosas por su orden, pidió que como suma gracia le dejase irse porque, hasta que en Florencia no estuviese, siempre le parecería tener la soga al cuello. El señor rió grandemente de semejante aventura y, dándoles un traje por hombre, sobrepasando la esperanza que los tres tenían de salir con bien de tal peligro, sanos y salvos se volvieron a su casa.

FUENTE: Idem.
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IX
Asiduo


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MensajePublicado: Jue Sep 20, 2007 11:36 pm    Asunto:
Tema: Los libros, en sí mismos, no pueden ser malos.
Responder citando

Erasmo escribió:
IX con todo lo expuesto has conquistado al Sr. de la Torre, caera rendido a tus pies completamente enamorado de ti

Creo que de aqui saldran para el altar los dos, felicidades


Ja, ja, ja.

Si, cómo no.
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IX
Asiduo


Registrado: 04 Ago 2007
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MensajePublicado: Jue Sep 20, 2007 11:39 pm    Asunto:
Tema: Los libros, en sí mismos, no pueden ser malos.
Responder citando

Erasmo escribió:
IX con todo lo expuesto has conquistado al Sr. de la Torre, caera rendido a tus pies completamente enamorado de ti

Creo que de aqui saldran para el altar los dos, felicidades


Creo que nuestro amigo De la Torre ya tiene algunos compromisos previos, Erasmo:

Cita:
Lo que es ese libro jamás me atrevería a leerlo enfrente de mi madre, ni de mi esposa, ni de mis hijos

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R Real
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Ubicación: Tierra Azteca

MensajePublicado: Vie Sep 21, 2007 5:04 am    Asunto:
Tema: Los libros, en sí mismos, no pueden ser malos.
Responder citando

Estoy totalmente de acuerdo con el Sr de la Torre......
no entro en detalles como que:
la memoria nada olvida
y toda basura que heches en ella allí se queda.

Lo curioso es que "Van Gogh" fué a buscar su oreja y ya no regresó"

hay libros BASURA.
Quien se crea muy valiente para decir que no le hacen daño:
que los lee y es muy sabio: ojalá tuviera una foto de su alma.
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sr_de_la_torre
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Registrado: 23 Nov 2005
Mensajes: 1100

MensajePublicado: Vie Sep 21, 2007 6:18 pm    Asunto:
Tema: Los libros, en sí mismos, no pueden ser malos.
Responder citando

¡Entonces es costumbre de algunos hablar en ausencia de los demás!
Vamos Erasmo, qué bromista eres.

Pero bien, volviendo al tema, compadezco la opinión de algunas personas que despistadas y ciegas hablan maravillas de lo que les gusta, engañando creo que a bien pocos, enfocadas más a sus propias inclinaciones carnales que a los principios cristianos.

¡Pero , ah, caray, pensé que este era un foro cristiano! Y algunos sienten y piensan igual o peor incluso que los chavos de la calle. En fin, Dios los ilumine a ellos; pero lo que no es justo es que venga un tío y blasonando banderas de cristiandad, diga que algunos libros perversos son buenos alegando que tren algunas cosas interesantes, o “muy sabias” según otros, para despistar, pues es común de algunas plantas muy atractivas ser venenosas, y algunos reptiles entre mejores y más vistosos colores tienen mayor ponzoña encierran; así estos libros traen algunas cosas en apariencia entretenidas y de agudo ingenio, pero no tarda en aparecer su verdadera cara.

Le preguntaría a IX, por qué no pega los pasajes mas burdos y groseros que trae la obra? Por que el demonio siempre muestra lo mejorcito de frente, y lo oculto viene escondido.

Que si leí esa y otras obras sucias y cochinotas, lo hice, pero fue cuando era adolescente, cuando no conocía a Cristo, desventurado que me daba igual relacionarme con una o dos viejas, beber en exceso y pasar las noches fuera de casa, ahora no, me arrepiento de haberlo hecho; pero de eso a blasonar que me sigue gustando la cochinada, no. Decía un hombre que conocí que solo los perros vuelven a comer su propio vómito. Un hijo de Dios no.
Bueno, esa es mi opinión respecto a las malas lecturas y a los libros que he mencionado, espero que nadie se ofenda por mis palabras, soy un poquito sincero cuando hablo.
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IX
Asiduo


Registrado: 04 Ago 2007
Mensajes: 189

MensajePublicado: Vie Sep 21, 2007 8:43 pm    Asunto:
Tema: Los libros, en sí mismos, no pueden ser malos.
Responder citando

sr_de_la_torre escribió:
Le preguntaría a IX, por qué no pega los pasajes mas burdos y groseros que trae la obra? Por que el demonio siempre muestra lo mejorcito de frente, y lo oculto viene escondido.


¡Ay, De la Torre! ¡Pero qué mala memoria tienes!

¿Qué, ya no te acuerdas de que tu mismo me requeriste señalar las partes de El Decamerón que tenían enseñanza moral, y no mera picardía?

Aquí nadie ha negado que El Decamerón tiene "cuentecitos verdes" (o como prefieras llamarlos). Lo único que te dije (y creo que ya te lo demostré), es que había muchas otros cuentos que si tenían moraleja e ingenio. Pero tu te obstinaste en que era una obra repulsiva en su totalidad, y que te demostrara mis afirmaciones.

Ya lo hice con cuatro cuentos cortos, por no saturar el espacio. Pero si ni siquiera con esas historias con innegable mensaje moral y cristiano, ves tu algo rescatable, definitivamente es "tu" problema. No el mío.

Cita:
Que si leí esa y otras obras sucias y cochinotas, lo hice, pero fue cuando era adolescente, cuando no conocía a Cristo, desventurado que me daba igual relacionarme con una o dos viejas, beber en exceso y pasar las noches fuera de casa, ahora no, me arrepiento de haberlo hecho; pero de eso a blasonar que me sigue gustando la cochinada, no.


Santo y bueno. Te felicito por el cambio tan positivo en tu vida.

Pero te recuerdo que cada uno de nosotros es un mundo aparte, con experiencias y pensamientos propios. No quieras juzgar a todos los demás del mismo modo que te juzgas tu mismo.

Decía un hombre que conocí que solo los perros vuelven a comer su propio vómito. Un hijo de Dios no.

De hecho, yo leí lo mismo en la Santa Biblia. Nada más que ahí el "comensal" no es canino, sino porcino.

Cita:
Bueno, esa es mi opinión respecto a las malas lecturas y a los libros que he mencionado, espero que nadie se ofenda por mis palabras, soy un poquito sincero cuando hablo.


Ya que estamos tan en confianza, te doy un consejo, amigo: La sinceridad no está reñida con la cortesía y la moderación.

Yo también soy un poquito sincera...
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Pablo V.
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Registrado: 15 Feb 2007
Mensajes: 92

MensajePublicado: Vie Sep 21, 2007 9:10 pm    Asunto: LOS LIBROS SÍ PUEDEN SER MALOS
Tema: Los libros, en sí mismos, no pueden ser malos.
Responder citando

Los libros sí pueden ser malos. Y me refiero no a esos libros que resultan ser un bodrio, sino a aquellos otros que resultan ser moralmente nocivos.

No pocos santos han hablado de la necesidad de que los libros sean edificantes y alguno incluso ha sugerido la posibilidad de que alguna gente, creyendo llevar un libro bajo el brazo, no lleve otra cosa que basura.

Los libros, como internet o los bisturíes de cirujano, son herramientas, medios, instrumentos... Pueden utilizarse para el bien (ved este portal o las maravillas que obran los médicos con su instrumental) o para el mal (en internet abunda la pornografía y un bisturí clavado por la espalda no es recomendable).

Por lo tanto, los libros son hijos de sus autores, de su intención y de su criterio. Los hay buenos (buenísimos, diría yo) y malos e incluso pésimos.

Dicho eso, quiero precisar que algunos foreros hablaban de conversiones debidas al Código Da Vinci (puajjjj!). Cabría recordarles aquello que dicen las Escrituras, que donde abundó el pecado sobreabundó la Gracia. Y que Dios, en su providencia, puede hacer que aun del mal nazca el bien...

Pero dejando aparte esas excepciones y la posibilidad de que incluso un libro malo tenga algo bueno (una línea al menos), creo que cualquier fiel católico tiene que ser cuidadoso al escoger sus lecturas. Porque no son pocas las que hacen daño, siembran pequeñas dudas, alimentan ciertos recelos, amparan determinadas mentiras... Y aunque eso al principio no haga un gran daño, puede ocurrir lo que con una grieta en un dique: se hace mayor, poco a poco, sin prisa pero sin pausa, y acaba por destrozarlo y por derramar el agua embalsada.
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R Real
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Mensajes: 3917
Ubicación: Tierra Azteca

MensajePublicado: Vie Sep 21, 2007 9:27 pm    Asunto:
Tema: Los libros, en sí mismos, no pueden ser malos.
Responder citando

IX;

Creo que ya bastante entendimos los demás lo que el tema trata;
parece una rencilla tuya con el Sr. de la Torre
que para mi gusto, no tiene motivador de fondo
mas que el gusto tuyo por señalar un error que no existe......

Apoyo que hay libros venenosos hechos con la intención obvia
de extender su malicia......
de no ser sí, serían "cartas personales"
pero no: el maligno autor se da a la tarea de multiplicar sus escritos
para aumentar su alcance...........

Apoyo la opinión del Sr. de la Torre
Y reitero que el título del tema DEJA MUCHO QUE DESEAR.
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sr_de_la_torre
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Mensajes: 1100

MensajePublicado: Vie Sep 21, 2007 10:40 pm    Asunto:
Tema: Los libros, en sí mismos, no pueden ser malos.
Responder citando

IX, muy bien, me has dado una nueva tarea que no esperaba, responder tus argumentos, y yo que no quería prestarles atención, ¡mira a dónde vengo a parar! Te contestaré todavía el día de hoy y hasta ahí.


Dices:
Aquí nadie ha negado que El Decamerón tiene "cuentecitos verdes" (o como prefieras llamarlos). Lo único que te dije (y creo que ya te lo demostré), es que había muchas otros cuentos que si tenían moraleja e ingenio. Pero tu te obstinaste en que era una obra repulsiva en su totalidad, y que te demostrara mis afirmaciones.

Pegar dos o tres cuentos inofensivos no demuestra nada, ni niega que los demás, casi la mayoría sean basura escrita con algo de gracia o ingenio, como le llamas, sin quitarles el pésimo mensaje que transmiten: adulterios, fornicaciones, disipación, relajación de costumbres... ¿lo puedes negar? El autor parece reír con las pillerías de sus personajes. Afirmé que en familia no los leería por pudor, pero en eso tampoco estuviste de acuerdo, sin que hayas afirmado si tu lo harías.

Dices:
Pero te recuerdo que cada uno de nosotros es un mundo aparte, con experiencias y pensamientos propios

Gracias a Dios así es.

Dices:
De hecho, yo leí lo mismo en la Santa Biblia. Nada más que ahí el "comensal" no es canino, sino porcino.

Puerco y cochino, ¿no crees?

Sin embargo yo digo que es así como escribí:

"Así como el perro regresa a su vómito, un necio repite su necedad."» Proverbios 26:11.

Sabes, posiblemente te confundes con el otro pasaje, también muy descortés, aunque correcto, del Evangelista que dice: no echaras perlas a los perros, ni margaritas a los puercos.

Y pues estamos en confianza como dices, te voy a dar un consejo: ya no leas tantos libros “verdes”, ni los defiendas tanto.
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MensajePublicado: Sab Sep 22, 2007 12:25 am    Asunto:
Tema: Los libros, en sí mismos, no pueden ser malos.
Responder citando

¡Cristo Rey!
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MensajePublicado: Sab Sep 22, 2007 12:32 am    Asunto:
Tema: Los libros, en sí mismos, no pueden ser malos.
Responder citando

¡Viva Cristo Rey!
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MensajePublicado: Sab Sep 22, 2007 12:49 am    Asunto:
Tema: Los libros, en sí mismos, no pueden ser malos.
Responder citando

Señor, te pido la conversión de los que, como yo, son pecadores.
Quiero unirme, junto al Santo Padre Pío,
a tu deseo de salvación universal,
solidarizándome con mis hermanos
y emprendiendo con ellos un camino de sincera conversión.
Dame la gracia de cumplir tus mandamientos
alimentando al hambriento, dando de beber al sediento,
vistiendo al desnudo, alojando al forastero,
visitando al enfermo y al encarcelado,
descubriéndote y respetándote en la obra de tus manos.
Cambia mi forma de pensar y de sentir,
porque muchas veces no parezco hijo tuyo.
Y permíteme disfrutar al final de los tiempos
del banquete que tienes preparado
no sólo para los que te conocen y sirven,
sino también para aquellos que no han tenido esa gracia
y que, a pesar de no saberlo, también son hijos tuyos.
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Pepa
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MensajePublicado: Sab Sep 22, 2007 2:48 am    Asunto:
Tema: Los libros, en sí mismos, no pueden ser malos.
Responder citando

Sí hay libros malos,
como hay películas malas,
como hay conversaciones malas,
como hay imágenes malas,
que definitivamente hacen daño.

Y hay libros buenos,
películas buenas,
conversaciones buenas,
imágenes buenas,
que positivamente nos hacen bien.

¿O no lo han experimentado?

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No os engañéis: de Dios nadie se burla.
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IX
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MensajePublicado: Sab Sep 22, 2007 6:08 pm    Asunto:
Tema: Los libros, en sí mismos, no pueden ser malos.
Responder citando

DE LA TORRE:

Cita:
IX, muy bien, me has dado una nueva tarea que no esperaba, responder tus argumentos, y yo que no quería prestarles atención, ¡mira a dónde vengo a parar! Te contestaré todavía el día de hoy y hasta ahí.


(Dice un viejito, alterado ante la visión de un hippie) ¡Esto es el acabóse!

(Contesta Mafalda) No exagere. Sólo es el continuóse del empezóse de usted.

(Con perdón del genial Quino)

Definitivamente, a buja fea achutó a nene, ¿ti?

Cita:
Pegar dos o tres cuentos inofensivos no demuestra nada, ni niega que los demás, casi la mayoría sean basura escrita con algo de gracia o ingenio, como le llamas, sin quitarles el pésimo mensaje que transmiten: adulterios, fornicaciones, disipación, relajación de costumbres... ¿lo puedes negar? El autor parece reír con las pillerías de sus personajes.


Respira hondo y traquilízate, De la Torre.

Los “dos o tres cuentos inofensivos” (en realidad cuatro, y para encontrarlos me bastó buscar en la primera jornada, dándome el lujo de desechar otros igualmente inofensivos), demuestran simplemente que no todo es degenerado, y que la frase de Cervantes, en cuanto a que no existe libro tan malo, que no tenga algo bueno, es cierta en muchos casos.

Hasta tratándose de El Decamerón, al que tanto abominas y que, por lo que veo, nunca leíste completo, sino en su “compendio pícaro”. Y de eso yo no tengo la culpa.

Yo sólo he defendido los cuentos inofensivos, y tu dale que dale con los pícaros. ¿Quién es el obsesionado con lo malo?

Ya madura, hombre. Deja las rabietas para los niños.

Como me dijo, hace poco, uno de los moderadores: ¿Para qué tanto brinco, estando el suelo tan parejo?

Cita:
Afirmé que en familia no los leería por pudor, pero en eso tampoco estuviste de acuerdo, sin que hayas afirmado si tu lo harías.


Sigues con los accesos de amnesia, De la Torre. No te vendría mal releerte de vez en vez.

Yo no dije que no estuviera de acuerdo en que no lo leyeras a tu madre, a tu esposa y a tus hijos, sino solamente que era “tu familia” y “tu decisión”, y te pregunté si acaso yo te estaba obligando a hacerlo.

¿Por qué te extrañas de que yo no haya afirmado si lo haría? Nunca me lo preguntaste.

Cita:
Puerco y cochino, ¿no crees?


Sinónimos, a final de cuentas.

Cita:
Sin embargo yo digo que es así como escribí:

"Así como el perro regresa a su vómito, un necio repite su necedad."» Proverbios 26:11.

Sabes, posiblemente te confundes con el otro pasaje, también muy descortés, aunque correcto, del Evangelista que dice: no echaras perlas a los perros, ni margaritas a los puercos.


Tienes razón en parte. Pero mi confusión entre perros y cerdos se originó en lo que dice la Segunda Epístola de San Pedro, 2, 22:

«Les ha sucedido lo de aquel proverbio tan cierto: ‘el perro vuelve a su vómito’ y ‘la puerca lavada, a revolcarse en el cieno’.»

La idea es la misma, ciertamente. La reincidencia en el pecado.

Aprovecho la ocasión para señalarte que ahora, en tu cita del Evangelio, el que confunde perros, cerdos, perlas y margaritas eres tú, porque incurres en el error, muy común, de traducir la palabra latina “margarita” (que en español significa “perla”), puesta en la Vulgata, como la flor que llamamos “margarita”.

La cita correcta de Mt 7, 8, es:

«No deis a los perros lo que es santo, ni echéis vuestras perlas delante de los puercos, no sea que las pisoteen con sus patas, y después, volviéndose, os despedacen.»

Cita:
Y pues estamos en confianza como dices, te voy a dar un consejo: ya no leas tantos libros “verdes”, ni los defiendas tanto.


¡Ay, De la Torre!

Aquí el único obsesionado con las historias verdes, eres tú.

El único que aquí ha “presumido” su pasada afición por la literatura non sancta, también has sido tú, si bien con lamentos tan desgarradores, que dejan a las Confesiones de san Agustín como un débil y desabrido murmullo de mea culpa.

Es posible que, en el fervor que te despertó tu conversión (lo que está muy bien), te hayas colocado unos lentes con cristales verdes, y por eso ves las cosas con “verdor” excesivo (lo que puede no estar tan bien).

Todos los excesos son malos.

Te lo digo, claro, aquí en confianza y con mucha sinceridad.
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José Ortega y Gasset
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IX
Asiduo


Registrado: 04 Ago 2007
Mensajes: 189

MensajePublicado: Sab Sep 22, 2007 6:19 pm    Asunto:
Tema: Los libros, en sí mismos, no pueden ser malos.
Responder citando

Erasmo escribió:
IX

Una bella mujer como tu no debe leer libros que hagan tengas malos pensamientos y deseos sexuales desordenados.

Debes leer libros que te FORMEN, NO LIBROS QUE TE DEFORMEN y al rato te hagas NINFOMANA como una amiga española que expulsaron del foro hace meses por sus obseciones.


Y tu deberías abstenerte de dar "consejos", de modo tan ordinario e insolente.

¿Llevas acaso la cuenta y el análisis de mis lecturas?

¿Eres mi bibliotecario, proveedor de libros o profesor de literatura?

¿Mi confesor?

¿Conoces mi formación espiritual, moral e intelectual?

¿O te crees Dios, para conocer y juzgar a la perfección la rectitud de mis actos, mis pensamientos y mi conciencia?

Dado que me queda claro que lo que me dices, lo dices más por ignorancia que por maldad, voy a hacer de cuenta que no dijiste nada.

Pero sinceramente espero que tus futuros aportes reflejen un poco más de cultura y educación.
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José Ortega y Gasset
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TITO
Moderador
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Registrado: 05 Oct 2005
Mensajes: 3967
Ubicación: Jalisco, Mexico.

MensajePublicado: Sab Sep 22, 2007 6:28 pm    Asunto:
Tema: Los libros, en sí mismos, no pueden ser malos.
Responder citando

Cierro el tema para que se calmen los animos....
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que dan oscuridad por luz, y luz por oscuridad;
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