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Las Cautelas de San Juan de la Cruz

 
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Autor Mensaje
Pablo Jose
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Registrado: 13 May 2007
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MensajePublicado: Jue Feb 26, 2009 4:26 am    Asunto: Las Cautelas de San Juan de la Cruz
Tema: Las Cautelas de San Juan de la Cruz
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LAS CAUTELAS

CONTRA EL MUNDO

Primera cautela
Segunda cautela
Tercera cautela


CONTRA EL DEMONIO

Primera cautela
Segunda cautela
Tercera cautela


CONTRA SÍ MISMO Y SAGACIDAD DE SU SENSUALIDAD

Primera cautela
Segunda cautela
Tercera cautela

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Pablo Jose
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Registrado: 13 May 2007
Mensajes: 4078
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MensajePublicado: Jue Feb 26, 2009 4:27 am    Asunto:
Tema: Las Cautelas de San Juan de la Cruz
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CAUTELAS

INSTRUCCION Y CAUTELAS

De que debe usar el que desea ser verdadero religioso y llegar a la
perfección.

1. El alma que quiere llegar en breve al santo recogimiento, silencio
espiritual, desnudez y pobreza de espíritu, donde se goza el
pacífico refrigerio del Espíritu Santo, y se alcanza unidad con Dios,
y librarse de los impedimentos de toda criatura de este mundo, y
defenderse de las astucias y engaños del demonio, y libertarse de
si mismo, tiene necesidad de ejercitar los documentos siguientes,
advirtiendo que todos los daños que el alma recibe nacen de los
enemigos ya dichos, que son: mundo, demonio y carne.

2. El mundo es el enemigo menos dificultoso: el demonio es más
oscuro de entender; pero la carne es más tenaz que todos, y duran
sus acometimientos mientras dura el hombre viejo.

3. Para vencer a uno de estos enemigos es menester vencerlos a
todos tres; y enflaquecido uno, se enflaquecen los otros dos, y
vencidos todos tres, no le queda al alma más guerra.
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Pablo Jose
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Registrado: 13 May 2007
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MensajePublicado: Jue Feb 26, 2009 4:33 am    Asunto:
Tema: Las Cautelas de San Juan de la Cruz
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CONTRA EL MUNDO

4. Para librarte perfectamente del daño que te puede hacer el
mundo, has de usar de tres cautelas.

Primera cautela.

5. La primera es que acerca de todas las personas tengas igualdad
de amor e igualdad de olvido, ahora sean deudos ahora no,
quitando el corazón de éstos tanto como de aquéllos y aun en
alguna manera más de parientes, por el temor de que la carne y
sangre no se avive con el amor natural que entre los deudos
siempre vive, el cual conviene mortificar para la perfección
espiritual. Tenlos todos como por extraños, y de esa manera
cumples mejor con ellos que poniendo la afición que debes a Dios
en ellos.

6. No ames a una persona más que a otra, que errarás; porque
aquel es digno de más amor que Dios ama más, y no sabes tú a
cuál ama Dios más. Pero olvidándolos tú igualmente a todos, según
te conviene para el santo recogimiento, te librarás del yerro de más
y menos en ellos.

No pienses nada de ellos, no trates nada de ellos, ni bienes ni
males, y huye de ellos cuanto buenamente pudieres, y si esto no
guardas, no sabrás ser religioso, ni podrás llegar al santo
recogimiento ni librarte de las imperfecciones. Y si en esto te
quisieres dar alguna licencia, o en uno o en otro te engañará el
demonio, o tú a ti mismo, con algún color de bien o de mal.
En hacer esto hay seguridad, y de otra manera no te podrás librar
de las imperfecciones y daños que saca el alma de las criaturas.

Segunda cautela.

7. La segunda cautela contra el mundo es acerca de los bienes
temporales; en lo cual es menester, para librarse de veras de los
daños de este género y templar la demasía del apetito, aborrecer
toda manera de poseer y ningún cuidado le dejes tener acerca de
ello: no de comida, no de vestido ni de otra cosa criada, ni del día
de mañana, empleando ese cuidado en otra cosa más alta, que es
en buscar el reino de Dios, esto es, en no faltar a Dios; que lo
demás, como Su Majestad dice, nos será añadido (Mt. 6, 33), pues
no ha de olvidarse de ti el que tiene cuidado de las bestias. Con
esto adquirirás silencio y paz en los sentidos.

Tercera cautela.

8. La tercera cautela es muy necesaria para que te sepas guardar
en el convento de todo daño acerca de los religiosos; la cual, por no
la tener muchos, no solamente perdieron la paz y bien de su alma,
pero vinieron y vienen ordinariamente a dar en grandes males y
pecados. Esta es que guardes con toda guarda de poner el
pensamiento y menos la palabra en lo que pasa en la comunidad;
qué sea o haya sido ni de algún religioso en particular, no de su
condición, no de su trato, no de sus cosas, aunque más graves
sean, ni con color de celo ni de remedio, sino a quien de derecho
conviene, decirlo a su tiempo; y jamás te escandalices ni maravilles
de cosas que veas ni entiendas, procurando tú guardar tu alma en
el olvido de todo aquello.

9. Porque si quieres mirar en algo, aunque vivas entre ángeles, te
parecerán muchas cosas no bien, por no entender tú la sustancia
de ellas. Para lo cual toma ejemplo en la mujer de Lot (Gn. 19, 26),
que porque se alteró en la perdición de los sodomitas volviendo la
cabeza a mirar atrás, la castigó el Señor volviéndola en estatua y
piedra de sal. Para que entiendas que, aunque vivas entre
demonios, quiere Dios que de tal manera vivas entre ellos que ni
vuelvas la cabeza del pensamiento a sus cosas, sino que las dejes
totalmente, procúranlo tú traer tu alma pura y entera en Dios, sin
que un pensamiento de eso ni de esotro te lo estorbe.

Y para esto ten por averiguado que en los conventos y
comunidades nunca ha de faltar algo en qué tropezar, pues nunca
faltan demonios que procuren derribar los santos, y Dios lo permite
para ejercitarlos y probarlos.

Y, si tú no te guardas, como está dicho, como si no estuvieses en
casa, no sabrás ser religioso, aunque más hagas, ni llegar a la
santa desnudez y recogimiento, ni librarte de lo daños que hay en
esto; porque no lo haciendo así, aunque más buen fin y celo lleves,
en uno en otro te cogerá el demonio y harto cogido estás cuando ya
das lugar a distraer el alma en algo de ello; y acuérdate de lo que
dice el apóstol Santiago: Si alguno piensa que es religioso no
refrenando su lengua, la religión de éste vana es
(1, 26). Lo cual se
entiende no menos de la lengua interior que de la exterior.
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Pablo Jose
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Registrado: 13 May 2007
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MensajePublicado: Jue Feb 26, 2009 4:38 am    Asunto:
Tema: Las Cautelas de San Juan de la Cruz
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CONTRA EL DEMONIO

10. De otras tres cautelas debe usar el que aspira a la perfección
para librarse del demonio, su segundo enemigo. Para lo cual has de
advertir que, entre las muchas astucias de que el demonio usa para
engañar a los espirituales, la más ordinaria es engañarlos debajo de
especie de bien y no debajo de especie de mal; porque sabe que el
mal conocido apenas lo tomarán. Y así siempre te has de recelar de
lo que parece bueno, mayormente cuando no interviene obediencia.
La sanidad de esto es el consejo de quien le debes tomar.

Primera cautela.

11. Sea la primera cautela que jamás, fuera de lo que de orden
estás obligado, te muevas a cosa, por buena que parezca y llena de
caridad, ahora para ti, ahora para otro cualquiera de dentro y fuera
de casa, sin orden, de obediencia. Ganarás en esto mérito y
seguridad: excúsaste de propiedad y huyes el daño y daños que no
sabes, que te pedirá Dios en su tiempo, y si esto no guardas en lo
poco y en lo mucho, aunque más te parezca que aciertas, no
podrás dejar de ser engañado del demonio o en poco o en mucho.
Aunque no sea más que no regirte en todo por obediencia, ya
yerras culpablemente, pues Dios más quiere obediencia que
sacrificios
(1 Re. 15, 22), y las acciones del religioso no son suyas,
sino de la obediencia, y si las sacare de ella, se las pedirán como
perdidas.

Segunda cautela.

12. La segunda cautela sea que jamás mires al prelado con menos
ojos que a Dios, sea el prelado que fuere, pues le tienes en su
lugar; y advierte que el demonio mete mucho aquí la mano. Mirando
así al prelado es grande la ganancia y aprovechamiento, y sin esto
grande la pérdida y el daño. Y así con grande vigilancia vela en que
no mires en su condición, ni en su modo, ni en su traza, ni en otras
maneras de proceder suyas; porque te harás tanto daño que
vendrás a trocar la obediencia de divina en humana, moviéndote no
te moviendo sólo por los modos que ves visibles en el prelado, y no
por Dios invisible, a quien sirves en él. Y será tu obediencia vana o
tanto más infructuosa cuanto más tú, por la adversa condición del
prelado, te agravas o por la buena condición te aligeras. Porque
dígote que mirar en estos modos a grande multitud de religiosos
tiene arruinados en la perfección, y sus obediencias son de muy
poco valor delante de los ojos de Dios, por haberlos ellos puesto en
estas cosas acerca de la obediencia.

Si esto no haces con fuerza, de manera que vengas a que no se te
dé más que sea prelado uno que otro, por lo que a tu particular
sentimiento toca, en ninguna manera podrás ser espiritual ni
guardar bien tus votos.

Tercera cautela.

13. La tercera cautela, derechamente contra el demonio, es que de
corazón procures siempre humillarte en la palabra y en la obra,
holgándote del bien de los otros como del de ti mismo y queriendo
que los antepongan a ti en todas las cosas, y esto con verdadero
corazón. Y de esta manera vencerás en el bien el mal (Rm. 12, 21),
y echarás lejos el demonio y traerás alegría de corazón Y esto
procura ejercitar más en los que menos te caen en gracia. Y sábete
que si así no lo ejercitas, no llegarás a la verdadera caridad ni
aprovecharás en ella.

Y seas siempre más amigo de ser enseñado de todos que querer
enseñar aun al que es menos que todos.
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Pablo Jose
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Registrado: 13 May 2007
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MensajePublicado: Jue Feb 26, 2009 4:44 am    Asunto:
Tema: Las Cautelas de San Juan de la Cruz
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CONTRA SI MISMO Y LA SAGACIDAD DE SU SENSUALIDAD

14. De otras tres cautelas ha de usar el que se ha de vencer a si
mismo y su sensualidad, su tercer enemigo.

Primera cautela.

15. La primera cautela sea que entiendas que no has venido al
convento sino a que todos te labren y ejerciten. Y así, para librarte
de todas las turbaciones e imperfecciones se te pueden ofrecer
acerca de las condiciones y trato de los religiosos y sacar provecho
de todo acaecimiento, conviene que pienses que todos son oficiales
que están en el convento para ejercitarte, como a la ver dad lo son,
y que unos te han de labrar de palabra, otros de obra, otros de
pensamientos contra ti, y que en todo esto tú has de estar sujeto,
como la imagen lo está ya al que la labra, ya al que la pinta, ya al
que la dora.

Y si esto no guardas, no sabrás vencer tu sensualidad y
sentimientos, ni sabrás haberte bien en el convento con los
religiosos, ni alcanzarás la santa paz, ni te librarás de muchos
tropiezos y males.

Segunda cautela.

16. La segunda cautela es que jamás dejes de hacer las obras por
la falta de gusto o sabor que en ellas hallares, si conviene al
servicio de Dios que ellas se hagan. Ni las hagas por solo el sabor y
gusto que te dieren sino conviene hacerlas tanto como las
desabridas, porque sin esto es imposible que ganes constancia y
que venzas tu flaqueza.

Tercera cautela.

17. La tercera cautela sea que nunca en los ejercicios el varón
espiritual ha de poner los ojos en lo sabroso de ellos para asirse de
ello y por sólo aquello hacer los tales ejercicios, ni ha de huir lo
amargo de ellos, antes ha de buscar lo desabrido y trabajoso de
ellos y abrazarlo, con lo cual se pone freno a la sensualidad. Porque
de otra manera, ni perderás el amor propio ni ganarás amor de
Dios.

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FIN
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