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San Antonio de Padua, también un escritor.

 
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clauabru
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MensajePublicado: Mie Jun 13, 2007 4:32 pm    Asunto: San Antonio de Padua, también un escritor.
Tema: San Antonio de Padua, también un escritor.
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San Antonio es también un escritor.

fuente: www.sanantoniodepadua.org

Es, en verdad, el "santo de los milagros", el santo popular que nos hace volver a encontrar las cosas perdidas, pero sobre todo es el gran maestro espiritual como lo indica el título de "doctor evangélico" que le ha concedido la Iglesia.



Su identidad espiritual e intelectual en los siglos pasados ha permanecido escondida por su fortísima personalidad carismática, en la cual se arraiga el impresionante fenómeno de devoción popular a nivel mundial, llamado "fenómeno antoniano". Su enseñanza sigue siendo válida y eficaz aún para nuestros tiempos.



¿Qué son los Sermones?

Se trata de 53 sermones dominicales, escritos en Padua durante el trienio de su encargo como Ministro Provincial del norte de Italia (1227-1230). A éstos se deben agregar otros 4 para las fiestas marianas incluidos después del sermón para el XII domingo después de Pentecostés. En cambio, se ocupó de los sermones festivos en las postrimerías de su vida (a fines de 1230 y enero de 1231) por orden de Rainaldo de Jenne, cardenal de Ostia (más tarde papa Alejandro IV), pero alcanzando sólo la fiesta de San Pablo (entonces el 30 de junio) para un total de 20 sermones.


Contrariamente a lo que el título nos pueda hacer creer, la enseñanza de Antonio nada tiene en común con el género de sermones predicados al pueblo, según un estilo vivo y pastoral que espontáneamente imaginamos en los orígenes del franciscanismo. El ciclo de los Sermones prolonga los cursos que el Santo imparte a los frailes menores, jóvenes y menos jóvenes para formarlos en un modo de predicación substancioso.


El sermón de San Antonio es un sermón docto, escrito en latín medieval, colmado de gran erudición. Se pone de manifiesto claramente a partir de la amplia exposición de la Sagrada Escritura, de la increíble abundancia de citas escriturales directas (¡Son más de 6200!), del frecuente retorno a la doctrina de los Padres y de los teólogos, de los filósofos y de los poetas paganos, de las abundantes citas de expertos en ciencias naturales, en particular modo de Aristóteles y de Solino.


Al acercarnos a los escritos del Santo debemos tener presentes algunos datos. Antonio desarrolló su actividad apostólica en el tercer decenio del siglo XIII.

Es un hijo de su tiempo, ya sea por la formación religiosa como cultural. Él está muy ligado a la corriente patrística, renovada por los doctores de su tiempo.




En el medioevo la predicación se basaba casi únicamente en la Sagrada Escritura. La predicación partía de una cita bíblica porque la Sagrada Escritura era considerada la fuente propia de toda doctrina sagrada o teológica.

La cita era llamada "autoridad" ya que como Palabra de Dios tenía en sí misma la virtud de probar la enseñanza que se impartía.


También San Antonio ha seguido este método. Su obra, los Sermones, habla de la Sagrada Escritura. Es más, con sus Sermones, el Santo pretende exponer toda la Escritura para sacar de ella toda la sagrada enseñanza.


Además, se debe destacar la excelente articulación del sermón, compuesto por un prólogo que lo introduce de manera solemne, la múltiple división del tema en sus diferentes aspectos y el desarrollo de estos de acuerdo con los diversos modos de interpretar las citas de la Sagrada Escritura.


Es todavía un sermón escolástico: está orientado hacia la utilidad ya sea de quienes enseñan como del auditorio. El prólogo de los Sermones no tiende a captar la benevolencia del auditorio, antes bien tiene por objetivo, enseñar el método de la predicación. Las argumentaciones en la exposición del tema no están hechas mediante silogismos, sino con citas tomadas de varias fuentes: la Escritura, los Padres, las ciencias naturales. La variedad de los temas y las concordancias que los unen dan al sermón una gran amplitud y variedad, como si fuera un comentario.


En fin, se trata de sermón escrito, no simplemente hablado. Da la impresión de ser una nueva versión de cuanto ha dicho el Santo ya sea en su predicación como en la escuela, y siempre para la utilidad tanto pública como privada; por lo tanto no es una simple prédica, sino un tratado de materias sagradas, expuestas en forma de homilía.


Considerado bajo este aspecto, el sermón es un "género literario" usado en los tiempos del Santo.

Se incluye en este género literario por ejemplo la castigatio clericorum, es decir, las severas reprobaciones dirigidas al clero, muy frecuentes en los Sermones del Santo. En el sermón escrito esta castigatio no estaba en contraposición con la indulgencia y con la caridad; aunque ésta tenía como fin pastoral tanto la formación del clero, para que escapara de los vicios, como la reprensión de los clérigos en edad madura, ya que los Sermones, al ser material de estudio, podían pasar por manos de cualquier categoría de clérigos, desde aquellos de humildes encomiendas hasta los de vasta responsabilidad, o sea a los prelados.

El mismo San Antonio demuestra conocer muy bien el aspecto literario del Sermón, cuando desaprueba la conducta de los melindrosos, quienes aun leyendo mucho, jamás llegan a la verdadera ciencia. Dice el Santo: "Oh curioso, que te afanas y extiendes tu actividad en tantas direcciones, vete, no digo donde la hormiga, sino la abeja, y aprende su sabiduría. La abeja no se posa en tantas especies de flores ... De su ejemplo aprende a no dar oídos a las diferentes flores de palabras, a los diferentes librejos; y a no abandonar una flor para saltar a otra, como hacen los melindrosos que hojean siempre libros criticando las prédicas, midiendo las palabras, pero sin llegar jamás a la verdadera ciencia; tú, en cambio, recoge de un libro lo que te hace falta y colócalo en la colmena de tu memoria" (Sermón del XI domingo después de Pentecostés, n. 13).


En el aspecto literario es un deber señalar también otras características de los Sermones, como las exposiciones doctrinales, el modo de expresarse del Santo, los comentarios escriturales, las anécdotas, las oraciones conclusivas, el discurso directo con el lector, las fórmulas introductorias, la lengua latina.


En las exposiciones doctrinales el Santo no siempre es sistemático, pero aprovecha las diferentes ocasiones que el tema le sugiere. Baste el ejemplo del domingo de Septuagésima. El tema es la obra de la creación en seis días, a los que se añade el séptimo día, el del reposo. El Santo expone anteriormente los artículos de la fe, es decir, las virtudes del alma, y en tercer lugar las recompensas de la patria celestial.


El "sermón" de Antonio aún dista mucho del estilo escolástico de la quaestio ya en voga en la universidad de París.





El estilo, el modo de expresarse de Antonio, es práctico, no especulativo. Está compuesto por imágenes, por figuras, como proponen la Sagrada Escritura y la experiencia.

Los comentarios escriturales: como hemos visto, la estructura del sermón consiste en un tema tomado de la Sagrada Escritura y en su exposición, en la definición del eventual nombre que se encuentra en la cita, en la distinción de los diferentes argumentos, en la enucleación del sentido espiritual, en la cita de varios pasajes escriturales que concuerdan con el principal. En todo esto se desarrolla el comentario de la propia Sagrada Escritura.


Los Sermones son reavivados por frecuentes ejemplos, anécdotas y narraciones de diferentes géneros. Sirven para recordar los diferentes usos y costumbres, o para relatar hechos acaecidos en la antigüedad.


Las oraciones se encuentran al final de los Sermones o de las diferentes partes en que éstos se dividen. Expresan peticiones al Señor, o son doxologías, es decir oraciones conclusivas de alabanza a Dios, a Cristo o a la Santísima Trinidad.


Con bastante frecuencia el Santo se dirige directamente a los lectores o mejor dicho a los oyentes, tratándose de textos ofrecidos a los predicadores. Un ejemplo muy significativo lo encontramos en el primer Sermón del segundo domingo de Cuaresma , en la segunda parte del n. 5: "Aquí la escalera está puesta. Entonces, ¿por qué no suben"? ¿Por qué continúan? ...


Los Sermones tuvieron muy poca suerte. Esto no se debió a la forma y al contenido de los Sermones, sino más bien al cambio de cultura.

Poco después de la muerte del Santo, se instaura en Europa la llamada "Escolástica", que constituye una mutación-evolución radical del pensamiento filosófico-teológico cristiano en Europa.

Junto al desarrollo doctrinal patrocinado por una cohorte de genios (Alberto Magno, Tomás de Aquino, Buenaventura, Juan Duns Scoto, por citar algunos), tenemos una nueva elaboración igualmente profunda a nivel pastoral-litúrgico.





Se comienza a impartir teología en modos totalmente diversos de los adoptados por Antonio y su mundo cultural. En semejante clima los Sermones se consideran como un crespón de rosas de otoño: bellísimas y fragantes pero florecidas en el umbral del invierno. Rosas en fase terminal, se diría. Antonio es hijo del siglo XII, un preescolástico, unido aún sólidamente a la corriente patrística. Su obra pronto se sintió como superada. No se leía más la Biblia así, ya no se predicaba así. Los sacerdotes tenían a su disposición prontuarios predicables más manuables y prácticos, en donde se encontraba ya listo el sermón, bastaba darle una hojeada. Resultaba que Antonio empeñaba demasiado. Su lenguaje, su planteamiento mental, requerían una colaboración diferente, una perspectiva cultural distinta.

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MensajePublicado: Mie Jun 13, 2007 4:43 pm    Asunto:
Tema: San Antonio de Padua, también un escritor.
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San Antonio nació en Portugal, pero adquirió el apellido por el que lo conoce el mundo, de la ciudad italiana de Padua, donde murió y donde todavía se veneran sus reliquias.

León XIII lo llamó "el santo de todo el mundo", porque su imagen y devoción se encuentran por todas partes.

Llamado "Doctor Evangélico". Escribió sermones para todas las fiestas del año

"El gran peligro del cristiano es predicar y no practicar, creer pero no vivir de acuerdo con lo que se cree" -San Antonio

"Era poderoso en obras y en palabras. Su cuerpo habitaba esta tierra pero su alma vivía en el cielo" -un biógrafo de ese tiempo.

Patrón de mujeres estériles, pobres, viajeros, albañiles, panaderos y papeleros. Se le invoca por los objetos perdidos y para pedir un buen esposo/a. Es verdaderamente extraordinaria su intercesión.


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Vino al mundo en el año 1195 y se llamó Fernando de Bulloes y Taveira de Azevedo, nombre que cambió por el de Antonio al ingresar en la orden de Frailes Menores, por la devoción al gran patriarca de los monjes y patrones titulares de la capilla en que recibió el hábito franciscano. Sus padres, jóvenes miembros de la nobleza de Portugal, dejaron que los clérigos de la Catedral de Lisboa se encargaran de impartir los primeros conocimientos al niño, pero cuando éste llegó a la edad de quince años, fue puesto al cuidado de los canónigos regulares de San Agustín, que tenían su casa cerca de la ciudad. Dos años después, obtuvo permiso para ser trasladado al priorato de Coimbra, por entonces capital de Portugal, a fin de evitar las distracciones que le causaban las constantes visitas de sus amistades.

No le faltaron las pruebas. En la juventud fue atacado duramente por las pasiones sensuales. Pero no se dejó vencer y con la ayuda de Dios las dominó. El se fortalecía visitando al Stmo. Sacramento. Además desde niño se había consagrado a la Stma. Virgen y a Ella encomendaba su pureza.

Una vez en Coimbra, se dedicó por entero a la plegaria y el estudio; gracias a su extraordinaria memoria retentiva, llegó a adquirir, en poco tiempo, los más amplios conocimientos sobre la Biblia. En el año de 1220, el rey Don Pedro de Portugal regresó de una expedición a Marruecos y trajo consigo las reliquias de los santos frailes-franciscanos que, poco tiempo antes habían obtenido allá un glorioso martirio. Fernando que por entonces había pasado ocho años en Coimbra, se sintió profundamente conmovido a la vista de aquellas reliquias y nació en lo íntimo de su corazón el anhelo de dar la vida por Cristo.

Poco después, algunos frailes franciscanos llegaron a hospedarse en el convento de la Santa Cruz, donde estaba Fernando; éste les abrió su corazón y fue tan empeñosa su insistencia, que a principio de 1221, se le admitió en la orden. Casi inmediatamente después, se le autorizó para embarcar hacia Marruecos a fin de predicar el Evangelio a los moros. Pero no bien llegó a aquellas tierras donde pensaba conquistar la gloria, cuando fue atacado por una grave enfermedad (hidropesía),que le dejó postrado e incapacitado durante varios meses y, a fin de cuentas, fue necesario devolverlo a Europa. La nave en que se embarcó, empujada por fuertes vientos, se desvió y fue a parar en Messina, la capital de Sicilia. Con grandes penalidades, viajó desde la isla a la ciudad de Asís donde, según le habían informado sus hermanos en Sicilia, iba a llevarse a cabo un capítulo general. Aquella fue la gran asamblea de 1221, el último de los capítulos que admitió la participación de todos los miembros de la orden; estuvo presidido por el hermano Elías como vicario general y San Francisco, sentado a sus pies, estaba presente. Indudablemente que aquella reunión impresionó hondamente al joven fraile portugués. Tras la clausura, los hermanos regresaron a los puestos que se les habían señalado, y Antonio fue a hacerse cargo de la solitaria ermita de San Paolo, cerca de Forli. Hasta ahora se discute el punto de si, por aquel entonces, Antonio era o no sacerdote; pero lo cierto es que nadie ha puesto en tela de juicio los extraordinarios dones intelectuales y espirituales del joven y enfermizo fraile que nunca hablaba de sí mismo. Cuando no se le veía entregado a la oración en la capilla o en la cueva donde vivía, estaba al servicio de los otros frailes, ocupado sobre todo en la limpieza de los platos y cacharros, después del almuerzo comunal.

Mas no estaban destinadas a permanecer ocultas las claras luces de su intelecto. Sucedió que al celebrarse una ordenación en Forli, los candidatos franciscanos y dominicos se reunieron en el convento de los Frailes Menores de aquella ciudad. Seguramente a causa de algún malentendido, ninguno de los dominicos había acudido ya preparado a pronunciar la acostumbrada alocución durante la ceremonia y, como ninguno de los franciscanos se sentía capaz de llenar la brecha, se ordenó a San Antonio, ahí presente, que fuese a hablar y que dijese lo que el Espíritu Santo le inspirara. El joven obedeció sin chistar y, desde que abrió la boca hasta que terminó su improvisado discurso, todos los presentes le escucharon como arrobados, embargados por la emoción y por el asombro, a causa de la elocuencia, el fervor y la sabiduría de que hizo gala el orador. En cuanto el ministro provincial tuvo noticias sobre los talentos desplegados por el joven fraile portugués, lo mandó llamar a su solitaria ermita y lo envió a predicar a varias partes de la Romagna, una región que, por entonces, abarcaba toda la Lombardía. En un momento, Antonio pasó de la oscuridad a la luz de la fama y obtuvo, sobre todo, resonantes éxitos en la conversión de los herejes, que abundaban en el norte de Italia, y que, en muchos casos, eran hombres de cierta posición y educación, a los que se podía llegar con argumentos razonables y ejemplos tomados de las Sagradas Escrituras.

En una ocasión, cuando los herejes de Rímini le impedían al pueblo acudir a sus sermones, San Antonio se fue a la orilla del mar y empezó a gritar: "Oigan la palabra de Dios, Uds. los pececillos del mar, ya que los pecadores de la tierra no la quieren escuchar". A su llamado acudieron miles y miles de peces que sacudían la cabeza en señal de aprobación. Aquel milagro se conoció y conmovió a la ciudad, por lo que los herejes tuvieron que ceder.

A pesar de estar muy enfermo de hidropesía, San Antonio predicaba los 40 días de cuaresma. La gente presionaba para tocarlo y le arrancaban pedazos del hábito, hasta el punto que hacía falta designar un grupo de hombres para protegerlo después de los sermones.

Además de la misión de predicador, se le dio el cargo de lector en teología entre sus hermanos. Aquella fue la primera vez que un miembro de la Orden Franciscana cumplía con aquella función. En una carta que, por lo general, se considera como perteneciente a San Francisco, se confirma este nombramiento con las siguientes palabras: "Al muy amado hermano Antonio, el hermano Francisco le saluda en Jesucristo. Me complace en extremo que seas tú el que lea la sagrada teología a los frailes, siempre que esos estudios no afecten al santo espíritu de plegaria y devoción que está de acuerdo con nuestra regla". Sin embargo, se advirtió cada vez con mayor claridad que, la verdadera misión del hermano Antonio estaba en el púlpito. Por cierto que poseía todas las cualidades del predicador: ciencia, elocuencia, un gran poder de persuasión, un ardiente celo por el bien de las almas y una voz sonora y bien timbrada que llegaba muy lejos. Por otra parte, se afirmaba que estaba dotado con el poder de obrar milagros y, a pesar de que era de corta estatura y con cierta inclinación a la corpulencia, poseía una personalidad extraordinariamente atractiva, casi magnética. A veces, bastaba su presencia para que los pecadores cayesen de rodillas a sus pies; parecía que de su persona irradiaba la santidad. A donde quiera que iba, las gentes le seguían en tropel para escucharle, y con eso había para que los criminales empedernidos, los indiferentes y los herejes, pidiesen confesión. Las gentes cerraban sus tiendas, oficinas y talleres para asistir a sus sermones; muchas veces sucedió que algunas mujeres salieron antes del alba o permanecieron toda la noche en la iglesia, para conseguir un lugar cerca del púlpito. Con frecuencia, las iglesias eran insuficiente para contener a los enormes auditorios y, para que nadie dejara de oírle, a menudo predicaba en las plazas públicas y en los mercados. Poco después de la muerte de San Francisco, el hermano Antonio fue llamado, probablemente con la intención de nombrarle ministro provincial de la Emilia o la Romagna. En relación con la actitud que asumió el santo en las disensiones que surgieron en el seno de la orden, los historiadores modernos no dan crédito a la leyenda de que fue Antonio quien encabezó el movimiento de oposición al hermano Elías y a cualquier desviación de la regla original; esos historiadores señalan que el propio puesto de lector en teología, creado para él, era ya una innovación. Más bien parece que, en aquella ocasión, el santo actuó como un enviado del capítulo general de 1226 ante el Papa, Gregorio IX, para exponerle las cuestiones que hubiesen surgido, a fin de que el Pontífice manifestara su decisión. En aquella oportunidad, Antonio obtuvo del Papa la autorización para dejar su puesto de lector y dedicarse exclusivamente a la predicación. El Pontífice tenía una elevada opinión sobre el hermano Antonio, a quien cierta vez llamó "el Arca de los Testamentos", por los extraordinarios conocimientos que tenía de las Sagradas Escrituras.

Desde aquel momento, el lugar de residencia de San Antonio fue Padua, una ciudad donde anteriormente había trabajado, donde todos le amaban y veneraban y donde, en mayor grado que en cualquier otra parte, tuvo el privilegio de ver los abundantísimos frutos de su ministerio. Porque no solamente escuchaban sus sermones multitudes enormes, sino que éstos obtuvieron una muy amplia y general reforma de conducta. Las ancestrales disputas familiares se arreglaron definitivamente, los prisioneros quedaron en libertad y muchos de los que habían obtenido ganancias ilícitas las restituyeron, a veces en público, dejando títulos y dineros a los pies de San Antonio, para que éste los devolviera a sus legítimos dueños. Para beneficio de los pobres, denunció y combatió el muy ampliamente practicado vicio de la usura y luchó para que las autoridades aprobasen la ley que eximía de la pena de prisión a los deudores que se manifestasen dispuestos a desprenderse de sus posesiones para pagar a sus acreedores. Se dice que también se enfrentó abiertamente con el violento duque Eccelino para exigirle que dejase en libertad a ciertos ciudadanos de Verona que el duque había encarcelado. A pesar de que no consiguió realizar sus propósitos en favor de los presos, su actitud nos demuestra el respeto y la veneración de que gozaba, ya que se afirma que el duque le escuchó con paciencia y se le permitió partir, sin que nadie le molestara.

Después de predicar una serie de sermones durante la primavera de 1231, la salud de San Antonio comenzó a ceder y se retiró a descansar, con otros dos frailes, a los bosques de Camposampiero. Bien pronto se dio cuenta de que sus días estaban contados y entonces pidió que le llevasen a Padua. No llegó vivo más que a los aledaños de la ciudad. El 13 de junio de 1231, en la habitación particular del capellán de las Clarisas Pobres de Arcella recibió los últimos sacramentos. Entonó un canto a la Stma. Virgen y sonriendo dijo: "Veo venir a Nuestro Señor" y murió. Era el 13 de junio de 1231. La gente recorría las calles diciendo: "¡Ha muerto un santo! ¡Ha muerto un santo!.Al morir tenía tan sólo treinta y cinco años de edad. Durante sus funerales se produjeron extraordinarias demostraciones de la honda veneración que se le tenía. Los paduanos han considerado siempre sus reliquias como el tesoro más preciado.

San Antonio fue canonizado antes de que hubiese transcurrido un año de su muerte; en esa ocasión, el Papa Gregorio IX pronunció la antífona "O doctor optime" en su honor y, de esta manera, se anticipó en siete siglos a la fecha del año 1946, cuando el Papa Pío XII declaró a San Antonio "Doctor de la Iglesia".

Se le llama el "Milagroso San Antonio" por ser interminable lista de favores y beneficios que ha obtenido del cielo para sus devotos, desde el momento de su muerte. Uno de los milagros mas famosos de su vida es el de la mula: Quiso uno retarle a San Antonio a que probase con un milagro que Jesús está en la Santa Hostia. El hombre dejó a su mula tres días sin comer, y luego cuando la trajo a la puerta del templo le presentó un bulto de pasto fresco y al otro lado a San Antonio con una Santa Hostia. La mula dejó el pasto y se fue ante la Santa Hostia y se arrodilló.

Iconografía: Por regla general, a partir del siglo XVII, se ha representado a San Antonio con el Niño Jesús en los brazos; ello se debe a un suceso que tuvo mucha difusión y que ocurrió cuando San Antonio estaba de visita en la casa de un amigo. En un momento dado, éste se asomó por la ventana y vio al santo que contemplaba, arrobado, a un niño hermosísimo y resplandeciente que sostenía en sus brazos. En las representaciones anteriores al siglo XVII aparece San Antonio sin otro distintivo que un libro, símbolo de su sabiduría respecto a las Sagradas Escrituras. En ocasiones se le representó con un lirio en las manos y también junto a una mula que, según la leyenda, se arrodilló ante el Santísimo Sacramento que mostraba el santo; la actitud de la mula fue el motivo para que su dueño, un campesino escéptico, creyese en la presencia real.

San Antonio es el patrón de los pobres y, ciertas limosnas especiales que se dan para obtener su intercesión, se llama "pan de San Antonio"; esta tradición comenzó a practicarse en 1890. No hay ninguna explicación satisfactoria sobre el motivo por el que se le invoca para encontrar los objetos perdidos, pero es muy posible que esa devoción esté relacionada con un suceso que se relata entre los milagros, en la "Chronica XXIV Generalium" (No. 21): un novicio huyó del convento y se llevó un valioso salterio que utilizaba San Antonio; el santo oró para que fuese recuperado su libro y, al instante, el novicio fugitivo se vio ante una aparición terrible y amenazante que lo obligó a regresar al convento y devolver el libro.

En Padua hay una magnífica basílica donde se veneran sus restos mortales.


BIBLIOGRAFÍA

Butler, Vida de los Santos.
Salesman, P. Eliécer, Vidas de los Santos.
Sgarbossa, Mario y Luigi Giovannini - Un Santo Para Cada Día


http://www.corazones.org/santos/antonio_padua.htm
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clauabru
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MensajePublicado: Mie Ene 02, 2008 9:56 pm    Asunto:
Tema: San Antonio de Padua, también un escritor.
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De los Sermones de Cuaresma

§ ¡Qué grande es la vanagloria de creerse que pueda el hombre hacerse Dios! ¡Desgraciado! Por haber querido vanamante divinizarte te has rebajado hasta infrahumanizarte.


§ ¡Oh bondad de Dios! ¡Oh dignidad del penitente! Aquél que habita en la eternidad habita en el corazón del humilde y en el espíritu del penitente!


§ Me confieso con un hombre, pero no como a un hombre, sino como a Dios.


§ David tiró por tierra a Goliat con la honda y una piedra; así Cristo con la honda de la humanidad y la piedra de la Pasión venció al diablo.
Casa de Dios llaman también a la confesión por la reconciliación del pecador. En ella se reconcilia el hombre con Dios, como se reconcilia el hijo con el padre cuando éste le recibe en la casa paterna.


§ Si en la casa de la confesión se hace oir la sinfonía del canto y de la compunción amarga, responde inmediatamente al unísono el coro de la divina misericordia para perdonar los pecados.


§ Roguemos al mismo Jesucristo, Hijo de Dios, y pidámosle insistentemente nos conceda llegar con espíritu contrito al desierto de la confesión y merezcamos recibir esta cuaresma, el perdón de nuestras iniquidades





fuente fratefrancesco.org

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Pablo AV
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MensajePublicado: Lun Abr 28, 2008 2:55 pm    Asunto: Un gran Santo
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Sin duda, un gran Santo.

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Un saludo Surprised
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MensajePublicado: Vie Jun 13, 2008 3:04 pm    Asunto:
Tema: San Antonio de Padua, también un escritor.
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13 de Junio






San Antonio de Padua, ruega por nosotros que recurrimos a ti. Smile
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jose de jesus Vizcarra
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Ubicación: Durango, Mexico

MensajePublicado: Sab Jun 14, 2008 4:38 am    Asunto: 13/06/08
Tema: San Antonio de Padua, también un escritor.
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Bendito San antonio... que al quemarse el pueblito el cual lleba su mismo nombre, quedara su imajen intacta para seguir asiendo favores y milagros,
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clauabru
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MensajePublicado: Jue Jul 31, 2008 3:38 pm    Asunto:
Tema: San Antonio de Padua, también un escritor.
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EL OTRO SAN ANTONIO DE PADUA

LÁZARO IRIARTE, OFMcap.





. Los centenarios franciscanos se suceden uno tras otro. Ahora toca el turno a Antonio de Lisboa, comúnmente conocido como Antonio de Padua, por la ciudad donde se venera su sepulcro y donde es conocido simplemente como el Santo. Es, sin duda, el santo de la piedad popular, no sólo entre los católicos de todo el mundo, sino aun en las demás confesiones cristianas y entre los fieles de otras religiones. Hace un año, en Addis Abeba, pude observar un martes, en la misa vespertina, una iglesia totalmente llena de católicos, cristianos coptos y musulmanes; a éstos se les avisó que la comunión eucarística estaba reservada a los cristianos. Pasando días después a Asmara, capital del nuevo estado de Eritrea, el mismo espectáculo en un pequeño santuario. En Albania, nación balcánica con población mahometana casi en su totalidad, había una ermita de montaña dedicada a san Antonio, que fue arrasada por el régimen comunista; ahora, al cabo de medio siglo, ha sido reconstruida por iniciativa franciscana, y se ha convertido en centro de peregrinación. No deja de causar sorpresa que el santo, apodado por Gregorio IX en la bula de canonización «martillo de los herejes», esté obrando hoy como agente oculto de ecumenismo.

Icono popular y retrato histórico

La piedad popular tiende siempre a colocar al santo fuera del tiempo y del espacio, perennizado; tal vez para tenerlo más presente, más propicio, por estar menos ligado a la común condición humana. En la Edad Media fue esa tendencia devota la que inspiró el modelo hagiográfico y el arte, de modo especial en el Oriente cristiano, creador del icono. No interesaba la realidad histórica del santo, sino su imagen liberada y estereotipada, imperturbable, pero no abstracta, sólo al alcance de la fe y de la devoción.

En el siglo XIII, por influjo del nuevo humanismo que arranca de san Francisco, se comienza a situar al santo en el marco de su realidad personal y ambiental, sujeto a las condiciones de todo mortal, pero que ha tenido el valor de ser diferente y, por lo mismo, susceptible de imitación.

Así es como aparece el retrato. Francisco de Asís es el primer santo que ha sido «retratado». Su primer biógrafo Tomás de Celano nos ha dejado la descripción fiel y pormenorizada, no sólo de su fisionomía moral y espiritual, sino del físico: estatura, rostro, frente, ojos, nariz, orejas, boca y dientes, pelo, voz, manos, pies, uñas, color de la piel… (1 Cel 85). Las pinturas más antiguas que de él se conservan corresponden a esos datos, son verdadero retrato (la tabla de Greccio, probablemente realizada en vida del santo, y el conocido fresco de Cimabue). Se echa de ver un esfuerzo por reproducir la verdadera imagen del Poverello, aun a trueque de restarle belleza.

Desde entonces en Occidente el icono románico-bizantino deja paso a la efigie, más o menos idealizada. Pero de nuevo la piedad popular se apodera del santo protector con la misma tendencia a colocarlo fuera de su realidad terrena, no para hacer de él una imagen lejana e imperturbable, sino al contrario: un amigo de Dios presente y hasta comprometido en la brega cotidiana de sus devotos, compasivo, pronto a escuchar y socorrer. No interesa lo que el santo fue o hizo, sino lo que actualmente es y obra desde su sede de gloria, o mejor quizá, desde su imagen sacralizada.

Dada la popularidad alcanzada por san Antonio inmediatamente después de su muerte, no hemos de extrañar que la piedad se apoderase de él como de ningún otro, idealizándolo y contorneándolo conforme a la función mediadora que se le fue asignando.

Así es como se creó esa imagen de un fraile gentil y delicado, de rostro juvenil, imberbe, porque así lo prefería la piedad. Pero la biografía de la canonización, conocida con el nombre de Legenda Assidua, describe a san Antonio como corpulento y pesado —homo corpulentia quadam pressus—; el reciente examen de su esqueleto ha confirmado ese dato: el santo era de complexión membruda y fuerte. Esa corpulencia fue agravada en los últimos dos años a causa de la hidropesía, que le producía opresiones alarmantes; fue la enfermedad que lo llevó al sepulcro. Las pinturas más antiguas, en efecto, transmitieron esa tradición fisonómica externa; así el fresco de Giotto en la basílica superior de Asís, donde Antonio aparece predicando al capítulo de los hermanos en Arlés, una tabla de la escuela de Giotto en Padua y algunas miniaturas de códices.

A la corpulencia debía de corresponder una voz potente y clara, que se hacía oír de miles de personas en abierta campaña. Tenía el mentón amplio y una dentadura bien conservada, como aparece en los mismos restos. Su piel era, según el primer biógrafo, de color aceitunado, como la de muchos portugueses aun hoy día, pero rugosa, por efecto de sus penitencias y de las fiebres contraídas en aquel invierno africano, rumbo al martirio. Se le veía con el rostro y la mirada habitualmente elevados al cielo.

Por lo que hace a la edad no existe una base crítica para precisarla, los historiadores colocan su nacimiento entre 1190 y 1195. Al morir podría tener unos 40 años, pero las arrugas de su piel y sus achaques le hacían parecer más entrado en años.

Andando el tiempo, la piedad y, por lo tanto, la versión iconográfica, harían que el santo se sobrepusiera al hombre, más aún, que el taumaturgo se sobrepusiera al santo, el icono al retrato.

Entre las varias iniciativas de estos últimos decenios dirigidas a estudiar el caso de Antonio de Padua, una de las más interesantes fue el Coloquio interdisciplinar celebrado en Padua en 1979 sobre el tema «La imagen de san Antonio». Los temas de mayor interés, a cargo de especialistas de solvencia, fueron acerca de la imagen antoniana contemporánea, vista desde visuales muy diversas: sociológica, psicológica, periodística, litúrgica, artística, histórica, iconográfica…

Muy interesante ha sido la evolución de la tipología iconográfica a través de los siglos, pasando por el primero y segundo renacimiento, el barroco, el romanticismo y los tiempos modernos. Se convino en que la época más decadente, desde el punto de vista artístico y simbólico, ha sido la nuestra, que ha comercializado un san Antonio de pacotilla, de colorete, por llevar el aire a una piedad sensiblera y superficial.

Con ocasión del Coloquio citado se tuvo una exposición de estampas modernas y se hizo una encuesta para ver cuáles eran las preferidas de los devotos antonianos. El resultado fue que se llevan la primacía las estampitas de gusto más adocenado bajo el punto de vista artístico y aun espiritual. De ello son responsables las casas editoras que, por interés puramente comercial, difunden ese san Antonio dulzaino y manido por la única razón de que es el género que más rinde en las estamperías de los santuarios antonianos. Lo mismo podría decirse de la imaginería barata que se pone a la venta (1).

Por fortuna van teniendo éxito, en otro nivel, verdaderas obras de arte en las imágenes encargadas a escultores modernos de fama reconocida y conscientes del mensaje que debe transmitir el arte religioso. El arte tiene una parte importante en la educación recta de la piedad del pueblo.

Otro elemento interesante de la evolución seguida en la interpretación de la imagen de san Antonio es el de los símbolos iconográficos. Como es sabido, desde la Edad Media, cada santo ha venido siendo representado con un símbolo invariable, cuyo sentido conocía muy bien el pueblo fiel. En la iconografía antoniana los símbolos son varios y ha habido una evolución curiosa según las épocas.

Primero, el santo era figurado con el libro en la mano; así lo vemos en la mayor parte de las pinturas y vidrieras de las basílicas inferior y superior de Asís y en otras imágenes del tiempo. El libro significa la Sagrada Escritura, y es también símbolo del magisterio ejercitado por el santo, según la idea que predominó en la canonización y en la Legenda Assidua.

Contemporánea al símbolo del libro, aparece en la región véneta la representación del santo sentado, con una mesa o escritorio delante, sobre el nogal de Camposampiero, donde puso por escrito sus sermones. Es siempre la idea del maestro enseñando, como le conocieron sus hermanos de hábito.

Sucesivamente, se abre paso, especialmente en el siglo XV, el símbolo del lirio (azucena), para significar la pureza virginal del santo, puesta de relieve en la primera biografía —victoria de Fernando adolescente— y en la bula de canonización.

Finalmente, en pleno renacimiento prevalece el símbolo del niño Jesús en brazos del santo, o también sobre el libro. Responde a una visión que habría tenido, según fuentes biográficas tardías; fue pintada por Murillo en el conocido lienzo de la catedral de Sevilla.

Es esta la imagen preferida por los devotos y más aún por las devotas de san Antonio. No faltan quienes ven en esa preferencia una cierta motivación inconsciente en relación con el misterio virginidad-paternidad; parece más bien que la fe de la gente sencilla la prefiere porque le habla de la eficacia de la intercesión del santo, que tiene por amigo al niño Jesús.

Se ha querido hallar, asimismo, una explicación de la popularidad de san Antonio en la relación de su culto con ciertas aprensiones supersticiosas muy arraigadas aun entre gente de fe madura. Por ejemplo el hecho de que su fiesta se celebre, por ser el día de su muerte, en un trece, número universalmente supersticioso en Occidente; el hecho de que le esté dedicado el martes de cada semana, día también mirado con recelo supersticioso: «en martes ni te cases ni te embarques».

«Si buscas milagros, mira…»

La razón principal de la popularidad de san Antonio es, sin duda, su fama de taumaturgo. Hecho tanto más llamativo cuanto que en vida no hizo ningún milagro a juzgar por las fuentes más antiguas. Uno sólo le atribuye el biógrafo de la canonización, pero entre los que hizo después de la muerte, siendo así que, en otros procesos de canonización de la misma época, los milagros en vida constituían un argumento primordial para demostrar la santidad del siervo de Dios. Los conocidos milagros de la predicación a los peces, de la mula que se arrodilla ante el Sacramento, del pie cortado por un oyente arrepentido que luego recompone el santo, el corazón del avaro hallado en su arca, las repetidas bilocaciones…, aparecen por primera vez en la llamada Leyenda Rigaldina, escrita a fines del siglo XIII y, sobre todo, en el Liber miraculorum, compilado hacia 1370, o sea, siglo y medio después de la muerte del santo (2).

Eso sí, a raíz de su muerte, fue una verdadera explosión de milagros de toda clase obtenidos por su intercesión; cincuenta y tres de ellos fueron reconocidos en el proceso de canonización con rigurosas pruebas testificales. El primer biógrafo resume en estos términos lo que sucedió junto a la tumba del santo:

«Allí los ojos de los ciegos se abren; allí se descierran los oídos de los sordos; allí el cojo salta como un gamo; allí la lengua de los mudos, desatándose, proclama rápida y claramente las alabanzas de Dios; allí los miembros deformados por la parálisis recobran sus movimientos normales; allí la gibosidad, la gota, la fiebre, toda clase de dolencias son puestas en fuga milagrosamente; allí, finalmente, los fieles obtienen todos los beneficios deseados: hombres y mujeres, llegados de diversas partes del mundo, consiguen el efecto saludable objeto de sus plegarias.»

Esta realidad, que no ha cesado de ser actual en más de siete siglos y medio, inspiró el conocido responsorio de Julián de Spira, compuesto para el oficio rítmico de la fiesta unos tres años después de la canonización:

Si quaeris miracula,
mors, error, calamitas…


El mismo autor de la primera biografía dio, en cierto modo, el sentido teológico de la misión taumatúrgica del santo de Padua en la Iglesia:

«La vida de los santos se transmite a la posteridad de los fieles para que, al oír los signos milagrosos obrados por Dios por medio de ellos, sea Dios quien reciba gloria siempre y en todo.»

No olvidemos que, en el Evangelio, los milagros realizados por Jesús tienen valor de signo: «para que se manifiesten las obras de Dios» (Jn 9,3); son señales de la presencia del Reino (Mt 11,4s).

La intercesión taumatúrgica de san Antonio no comprende solamente las curaciones milagrosas cuando fallan los remedios humanos o la liberación de un peligro inminente, sino también ese tejido de pequeñas contingencias que para la persona afectada pueden tener importancia vital: el hallazgo de una cosa perdida, el logro de un puesto de trabajo, el aprobado de un examen, la fortuna de encontrar novio…

Como en toda manifestación de la religiosidad popular, por una parte hay que tener una actitud de benévolo respeto por muy inficionada que esté de errores por ignorancia, de supersticiones o de resabios de magia; pero, por otra parte, una recta acción pastoral deberá preocuparse de depurar la devoción sin eliminarla, elevando a los fieles a la causa de todo beneficio grande o pequeño: es el poder y el amor de Dios el origen de todo bien, sea que lo realice por los medios normales o por los que llamamos prodigiosos.


Fuente http://www.franciscanos.org/selfran70/sanatonio.html



Continúa en el próximo post.

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MensajePublicado: Vie Ago 01, 2008 12:58 pm    Asunto:
Tema: San Antonio de Padua, también un escritor.
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Esa página de San Antonio, la primera que citaste santantoniodepadua.org es excelente, tiene mucha información del santo.
Saqué mucha info para un proyectito que estoy haciendo sobre los santos Smile
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"Prometo que el alma que venere este cuadro no perecerá. También prometo, ya aquí en la tierra, la victoria sobre los enemigos y, sobre todo, a la hora de la muerte."
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MensajePublicado: Vie Ago 01, 2008 4:21 pm    Asunto:
Tema: San Antonio de Padua, también un escritor.
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shaggy escribió:
Esa página de San Antonio, la primera que citaste santantoniodepadua.org es excelente, tiene mucha información del santo.
Saqué mucha info para un proyectito que estoy haciendo sobre los santos Smile


Es cierto Shaggy, es muy buena, yo la conozco porque en mi casa estamos suscriptos a la revista "Messaggero di sant´Antonio" desde hace años, de allí que conozco el sitio web.

¡Saludos!

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MensajePublicado: Jue Oct 02, 2008 11:46 pm    Asunto:
Tema: San Antonio de Padua, también un escritor.
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San Antonio de Padua

Sobre las palabras que pronunció la Virgen

Recopilado por José Gálvez Krüger para ACI Prensa

“María pronunció solamente seis palabras. La primera fue ésta: ¿Cómo podrá ser esto? (Lc 1, 34). La segunda: He aquí la esclava del Señor (Lc 1, 38). La tercera: Mi alma magnifica al Señor (Lc 1, 46). La cuarta: Hijo, ¿Por qué has hecho eso? (Lc 2, 48). La quinta: No tiene vino (Jn 2, 3). Y la sexta, dirigida a los servidores: Haced lo que Él os dijere (Jn 2, 5). Son estas seis palabras como las seis gradas del trono de marfil, erigido por Salomón, como los seis pétalos de lirio, como los seis brazos del candelabro. En la primera se indica el propósito de inviolable virginidad. En la segunda, el emblema de la obediencia y humildad. En la tercera, el júbilo que tuvo por los beneficios recibidos. En la cuarta, su docilidad y cuidado en favor del Hijo. En la quinta su compasiva intervención; y en la sexta, su certeza en el poder de su Hijo”.

ALEGORÍAS SOBRE LA VIRGEN

San Antonio de Padua en sus sermones acostumbraba a comparar a la Virgen figuradamente:

COMO ESTER

Es también amable la Bienaventurada Virgen, que mereció recibir al Salvador de todos. Esta nuestra gloriosa Ester fue conducida por mano de los ángeles a la cámara del rey Asuero, al celestial lábaro en el que está sentado en solio de estrellas el Rey de los reyes, la Bienaventuranza de los ángeles, Jesucristo, quien quedó prendado de la misma gloriosa Virgen, de la cual tomó la carne, y que halló delante de Él gloria y misericordia más que todas las otras mujeres”.

COMO EL OLIVO Y EL LÍBANO

“Y será su gloria como el olivo y su aroma como el Líbano. El olivo significa la paz y la misericordia; luego la Bienaventurada María, nuestra Mediadora, restablecerá la paz entre Dios y los hombres. Representa el olivo también la misericordia; por lo cual dice San Bernardo: ¡Oh hombre!, tienes asegurado tu acceso hasta el Señor, toda vez que tienes ante el Hijo a la Madre y al Hijo ante el Padre.

Y su aroma como el del Líbano. Líbano se interpreta la acción de blanquear, y significa el candor de la inocente vida de María, cuyo olor, por doquiera difundido, exhala vida para los muertos, perdón para los desesperados, a los penitentes gracia, a los justos gloria. Así pues, por los méritos y preces de Ella, el rocío del Espíritu Santo refrigere el ardor de nuestra mente, perdone los pecados, infunda la gracia, para que merezcamos llegar a la gloria de la vida eterna e inmortal, por el don de Aquel que es bendito por los siglos de los siglos. ¡Amén!”.

“A Ti, olivo portentoso te suplicamos quieras derramar sobre la multitud de nuestros pecados el óleo de la misericordia, para que así podamos ser elevados a la altura de la gloria celestial y ser contados en el número de los santos. Dénoslo Jesucristo, que un día como éste te exaltó sobre los coros de los ángeles, te coronó con la diadema de la alegría y te colocó en el trono de la luz eterna. A Él sea tributado honor y gloria por los siglos eternos. Responda toda la Iglesia, Aleluya”.


COMO EL DESIERTO

“El desierto es símbolo de la bienaventurada Virgen, de la que dice Isaías (16, 1): Envía, oh Señor, al cordero, y no a un león que tenga dominio sobre la tierra, y no la desbaste, desde la piedra del desierto, o sea desde la bienaventurada Virgen, al monte de la hija, o sea a la Iglesia que es la hija de Sión, o sea, de la Jerusalén celestial.

La bienaventurada Virgen es llamada piedra del desierto: piedra no arable, en la que la serpiente, que ama la oscuridad, o sea al diablo, no pudo dejar huella, como dice Salomón (Pr 30, 18-19).

Se la llama también piedra del desierto, porque permanece intacta, no fecundada por hombre, sino por obra del Espíritu Santo
”.

COMO EL ZAFIRO

“El zafiro parece reflejar una estrella, y con esta propiedad concuerdan las palabras (Lc. 1,28): Dios te salve, llena de gracia. Tiene color etéreo, y con esto concuerdan las palabras: El Señor está contigo. Tiene la propiedad de restañar la sangre y con esto concuerdan las palabras (Lc. 1,42): Bendita tú eres entre las mujeres, que restañó la sangre de la primera maldición. Igualmente, el zafiro mata el carbunclo, y a esta propiedad se adaptan las palabras: Bendito el fruto de tu vientre, que mató al diablo”.

COMO EL LIRIO

Israel florecerá como un lirio (Oseas 14,6) Israel, que significa “el que ve al Señor”, es la bienaventurada Virgen María, que vio al Señor, porque lo crió en su regazo, lo amamantó con sus pechos y lo llevó a Egipto.

Ella, cuando el rocío se posó sobre Ella, germinó como lirio, cuya raíz es medicinal, el tallo sólido y recto, y la flor blanca y de cáliz abierto.

La raíz de la Virgen fue la humildad, que doma la hinchazón de la soberbia; su tallo fue sólido por el desapego de todas las cosas creadas, y fue recto por la contemplación de las realidades supremas; su flor fue blanca por la blancura de la virginidad, y su cáliz abierto y dirigido hacia el propio el origen, al decir: He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra.

Este lirio germinó cuando, permaneciendo intacta la flor de la virginidad, Ella dio a luz al Hijo de Dios Padre. Como el lirio no arruina la flor por el hecho de despedir el aroma, así la bienaventurada Virgen María no perdió su flor por el hecho de dar a luz al Salvador
”.

COMO EL CEDRO DEL LÍBANO

Extenderá sus raíces como cedro del Líbano y se expandirá sus ramas. La raíz del lirio es la intención del corazón, que si es sencilla como dice el Señor (Lc. 11, 34): Si tu ojo, o sea, la intención del corazón, es sencillo, sin pliegues de embustes, sus ramas se expandirán, porque sus obras se elevarán hacia lo alto; y así todo el cuerpo, o sea el fruto de su obra será luminoso”.

"La intención de la Virgen fue de veras purísima y fragante, y de esa raíz brotaron las ramas de las obras, rectilíneas y elevándose hacia lo alto. Y observa que esta raíz de la intención es llamada raíz del Líbano, porque de la pureza de la intención proceden el incienso y el aroma de la buena fama
”.

COMO ARCO IRIS DE PAZ

Por esto de Ella se dice en el Génesis (9,13): Pondré mi arco iris en las nubes del cielo, que será señal de mi alianza con toda la tierra.

El arco iris es bicolor acuoso e ígneo. En el agua que todo lo nutre, está simbolizada la fecundidad de la Virgen; y en la llama, que ni la espada puede herir, su inolvidable virginidad. Este es el signo de la alianza de paz entre Dios y el pecador
” .

COMO LA ESTRELLA

María se interpreta estrella del mar. Oh humilde, radiante estrella, que iluminas la noche, nos guías al puerto, brillas como llama y señalas a Dios Rey de los reyes, de quien son estas palabras Aprended de mí que soy manso y humilde de corazón (Mt 11,29). El que carece de esta estrella es un ciego que camina a tientas, cuya nave se rompe en al tempestad, sumergiéndose en medio de las olas...”

COMO TRONO

María es el místico trono del Hijo de Dios, el cual, teniendo su sede en lo más alto del cielo, quiso escoger su trono en una pobre Madre. La Bienaventurada María es el verdadero trono de Salomón...”

COMO PUERTA

Se dice puerta, porque sirve para entrar o sacar algo de la misma. Admirable designación de la bendita Virgen María, por la cual sacamos los dones de las gracias. Ella fue la puerta del santuario exterior, no la del interior, porque el santuario interior es la divinidad y el exterior la humanidad”.


http://www.aciprensa.com/Maria/dolor5.htm


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clauabru
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MensajePublicado: Mie May 20, 2009 4:21 pm    Asunto:
Tema: San Antonio de Padua, también un escritor.
Responder citando

Traigo aquí estos aportes para unificar el tema y que no haya duplicados,

Saludos.


SERGNAH escribió:
" No es el jucio de los hombres que nos manifestará lo que somos.Los hombres se engañan y se dejan engañar ;llaman al mal bien y al bien , mal. Cada uno vale lo que vale delante de Dios y nada más...La puerta del cielo es baja, y quien quiere entrar debe necesariamente inclinarse. Nos lo enseñó el propio Jesús, quien al morir , inclinó la cabeza "



midka escribió:
"Tan pobre como es la mesa que carece de pan, así la vida más ejemplar resulta vacía si le falta amor"


Scarlett* escribió:
"El gran peligro del cristiano es predicar y no practicar, creer pero no vivir de acuerdo con lo que se cree" -San Antonio

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DrLuna
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MensajePublicado: Jue May 21, 2009 1:39 am    Asunto:
Tema: San Antonio de Padua, también un escritor.
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Gran santo de verdad que si,

Vos sos franciscano.?

yo e leido el mensajero de san antonio tambien.
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MensajePublicado: Jue May 21, 2009 4:41 pm    Asunto:
Tema: San Antonio de Padua, también un escritor.
Responder citando

DrLuna escribió:
Gran santo de verdad que si,

Vos sos franciscano.?

yo e leido el mensajero de san antonio tambien.


Hola DrLuna, soy Claudia, en todo caso sería franciscana Smile

Tengo mucho cariño a la orden franciscana, estudié en un colegio cuya fundadora fué la beata María Francisca Rubatto, que es la Fundadora de las Hermanas Capuchinas de la Madre Rubatto.

Estoy armando un grupo sobre santa Isabel de Hungría en el Facebook, ella es la santa patrona de la orden franciscana seglar, junto a san Luis, Rey de Francia, si quieres visitar este grupo te paso el link Arrow http://www.facebook.com/home.php#/pages/Santa-Isabel-de-Hungria/49999244258

¡Paz y bien! Smile
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MensajePublicado: Sab Jun 13, 2009 5:00 pm    Asunto:
Tema: San Antonio de Padua, también un escritor.
Responder citando

13 de Junio nuevamente Smile

San Antonio, ruega por nosotros.
Sancte Antoni, ora pro nobis.


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