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Benedicto XVI - Misas en latín.
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Autor Mensaje
Jaimevelbon
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Registrado: 22 May 2006
Mensajes: 11627
Ubicación: México

MensajePublicado: Jue Oct 12, 2006 9:08 pm    Asunto: Benedicto XVI - Misas en latín.
Tema: Benedicto XVI - Misas en latín.
Responder citando

El Papa firmó un decreto que permite celebrar la liturgia con la lengua oficial eclesiática, para quienes así lo deseen


Cita:
CIUDAD DEL VATICANO.- Benedicto XVI tomó ya la decisión de restablecer la misa en latín y para ello El Vaticano publicará, en los próximos días, un decreto mediante el cual se autoriza a celebrar usando la lengua oficial de la Iglesia Católica.

Según confirmaron fuentes de la Santa Sede, el Papa firmó un motu propio (decreto) mediante el cual se permitirá la utilización abierta del misal pre-conciliar de San Pío V, en desuso desde 1969.

Después de la publicación de este documento se podrán celebrar las liturgias usando el viejo rito para quienes lo deseen, aunque la fecha elegida para dar a conocer el texto no se especificó.

La misa en latín se dejó de celebrar tras el Concilio Vaticano II el cual sustituyó ese idioma por las lenguas vernáculas, es decir la propia de cada país; en su momento esta determinación causó gran polémica en la Curia Romana.

Desde su desuso no estaba claro si la misa en latín se había prohibido o simplemente modificado, por lo cual en 1984 Juan Pablo II publicó un indulto que permitió a ciertos grupos católicos mantener ese rito sin problemas canónicos.

Ahora el motu propio sustituirá definitivamente al indulto y establecerá la posibilidad de elegir entre el latín o la lengua local, sólo se prohibirá el uso de la "lengua muerta" allí donde exista una orden expresa del obispo.


Qué opinan??
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MCC 517
Catequista.....yo?????
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Darktobe
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Registrado: 25 Jul 2006
Mensajes: 1168
Ubicación: En la Matrix

MensajePublicado: Jue Oct 12, 2006 9:10 pm    Asunto:
Tema: Benedicto XVI - Misas en latín.
Responder citando

Que el latin no se me da mucho Wink
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No dispongo de muchas explicaciones, por eso dejo que exista el misterio
El destino es una creación humana para acomodar sus acciones en lo incierto y no en lo verdadero
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CRUZADO_XXI
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Registrado: 24 Nov 2005
Mensajes: 5906
Ubicación: En algun lugar de Mexico.

MensajePublicado: Jue Oct 12, 2006 9:14 pm    Asunto:
Tema: Benedicto XVI - Misas en latín.
Responder citando

YES!!!!!!!!!!!!!!!!!
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Maellus haereticorum
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Registrado: 03 Oct 2005
Mensajes: 1775

MensajePublicado: Jue Oct 12, 2006 9:23 pm    Asunto:
Tema: Benedicto XVI - Misas en latín.
Responder citando

¡Amén!!

Alleluia!! Confitebor tibi Domine in toto corde meo, confessio et magnificentia opus eius.
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Maellus haereticorum
Veterano


Registrado: 03 Oct 2005
Mensajes: 1775

MensajePublicado: Jue Oct 12, 2006 9:32 pm    Asunto:
Tema: Benedicto XVI - Misas en latín.
Responder citando

beyta escribió:
ufffff no por favorrrrrr Crying or Very sad Crying or Very sad Crying or Very sad


Pero Beyta:

¿Por que la tristeza? Según parece, de concretarse eso, la Misa Tridentina será para quien desee asistir a ella. Quien desee asistir al Novo Ordo de Pablo VI, lo podrá seguir haciendo.
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Jose Bruno
Asiduo


Registrado: 23 Ene 2006
Mensajes: 140

MensajePublicado: Jue Oct 12, 2006 9:42 pm    Asunto:
Tema: Benedicto XVI - Misas en latín.
Responder citando

El Papa bien sabe lo que hace.

Los enemigos de la Iglesia siempre se escandalizan de todo, y pretenden ridiculizar como de costumbre todas las decisiones y actitudes de nuestro Papa, los creyentes no debemos dejarnos ser engañados por dichos enemigos, los creyentes estamos para defender las decisiones de nuestro Papa y entender los fines de su gobierno.

Un saludo.
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Sergio Ceceña
Veterano


Registrado: 02 Oct 2005
Mensajes: 2016
Ubicación: México

MensajePublicado: Jue Oct 12, 2006 9:43 pm    Asunto:
Tema: Benedicto XVI - Misas en latín.
Responder citando

Yo lo haría felíz de la vida, la misa en latín es hermosa. Aparte nos servirá para mejorar el nuestro, ya sino por cultura, por devoción.

Dominus sed in itinere tuo
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Non nobis Domine, non nobis, sed Nomine tuo da Gloriam
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Luis Fernando
Veterano


Registrado: 04 Dic 2005
Mensajes: 1072

MensajePublicado: Jue Oct 12, 2006 10:02 pm    Asunto:
Tema: Benedicto XVI - Misas en latín.
Responder citando

Yo opino esto:
http://blogs.periodistadigital.com/coradcorloquitur.php/2006/10/13/la_misa_en_latin_calma_amigos_calma
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Sólo la Iglesia Católica puede salvar al hombre ante la destructora y humillante esclavitud de ser hijo de su tiempo.
G.K. Chesterton
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emepen
Asiduo


Registrado: 02 Oct 2005
Mensajes: 338

MensajePublicado: Jue Oct 12, 2006 10:37 pm    Asunto:
Tema: Benedicto XVI - Misas en latín.
Responder citando

A mi no me importa el idioma: me importa que en mi pueblo ya no se dicen misas.

Necesito el sacramento y no puedo participar de él: el idioma no me importa con tal de poder participar.
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Darktobe
Veterano


Registrado: 25 Jul 2006
Mensajes: 1168
Ubicación: En la Matrix

MensajePublicado: Jue Oct 12, 2006 10:47 pm    Asunto:
Tema: Benedicto XVI - Misas en latín.
Responder citando

emepen escribió:
A mi no me importa el idioma: me importa que en mi pueblo ya no se dicen misas.
Necesito el sacramento y no puedo participar de él: el idioma no me importa con tal de poder participar.


Sacando el tema de contexto, eso es primero lo que se debiera ver, si hay primero el numero de sacerdotes para cubrir nuestra fe y luego ver el idioma , si ni sacerdotes hay, menos muchos que hablen latin.

Lo bueno que es solo en algunos casos y es si uno lo elije, pero creo que has dado un punto mas interesante.
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agustin_16
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Registrado: 04 Abr 2006
Mensajes: 104
Ubicación: Mar del Plata, BA, Argentina

MensajePublicado: Jue Oct 12, 2006 11:06 pm    Asunto:
Tema: Benedicto XVI - Misas en latín.
Responder citando

Maellus haereticorum escribió:
beyta escribió:
ufffff no por favorrrrrr Crying or Very sad Crying or Very sad Crying or Very sad


Pero Beyta:

¿Por que la tristeza? Según parece, de concretarse eso, la Misa Tridentina será para quien desee asistir a ella. Quien desee asistir al Novo Ordo de Pablo VI, lo podrá seguir haciendo.


Concuerdo con vos, nadie está obligado a asistir a las Misas en latín.
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«El aborto es un asesinato deliberado, católicos digamos NO AL ABORTO»

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sr_de_la_torre
Veterano


Registrado: 23 Nov 2005
Mensajes: 1100

MensajePublicado: Jue Oct 12, 2006 11:11 pm    Asunto:
Tema: Benedicto XVI - Misas en latín.
Responder citando

Esa decision tan sabia y prístina demuestra una vez más como la Iglesia es baluarte idefectible del conocimiento. Quien no le guste el latín que le busque donde no lo digan y ya.
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Jose Bruno
Asiduo


Registrado: 23 Ene 2006
Mensajes: 140

MensajePublicado: Jue Oct 12, 2006 11:12 pm    Asunto:
Tema: Benedicto XVI - Misas en latín.
Responder citando

El Elegido para dirigir la Santa Iglesia Católica, es el Papa a través del Espíritu Santo, quien inspira la sabiduría necesaria para gobernar la Iglesia es también el Espíritu Santo.
Sacar peros al proceder del Papa, no es de corazones de buenos propósitos.


Un saludo.
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jormymex
Esporádico


Registrado: 08 Nov 2005
Mensajes: 62
Ubicación: Cd de Mexico

MensajePublicado: Jue Oct 12, 2006 11:58 pm    Asunto:
Tema: Benedicto XVI - Misas en latín.
Responder citando

Yo tambien espero que se abra la opcion para los que sin ser cismáticos nos gustaria conocer el rito anterior, yo he tenido oportunidad de leer algun viejo misal y libros de religión previos al vaticano II y creo que hay cosas que se pueden recuperar, siempre respetando la libertad de escuchar la misa en el idioma que uno prefiera, que al final es el acto y no el lenguaje lo que importa
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toto_Gabi
Esporádico


Registrado: 25 Jul 2006
Mensajes: 98

MensajePublicado: Vie Oct 13, 2006 12:23 am    Asunto:
Tema: Benedicto XVI - Misas en latín.
Responder citando

GLORIA IN EXCELSIS DEO, ET IN TERRA PAX HOMINIBUS BONAE VOLUNTATIS!

Por fin, años esperando esta gran noticia, este renacer de la cultura y tradicion Catolicas, la MIsa de Siempre por fin liberada.

¡SANCTUS SANCTUS SANCTUS DOMINUS DEOS SABAOTH!

-EMITTE LUCEM TUAM, ET VERITATEM TUA IPSA ME DEDUXERUNT, ET ADDUXERUNT IN MONTEm SANCTUM TUUM, ET IN TABERNACULA TUA
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CRUZADO_XXI
Moderador
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Registrado: 24 Nov 2005
Mensajes: 5906
Ubicación: En algun lugar de Mexico.

MensajePublicado: Vie Oct 13, 2006 12:28 am    Asunto:
Tema: Benedicto XVI - Misas en latín.
Responder citando

toto_Gabi escribió:
GLORIA IN EXCELSIS DEO, ET IN TERRA PAX HOMINIBUS BONAE VOLUNTATIS!

Por fin, años esperando esta gran noticia, este renacer de la cultura y tradicion Catolicas, la MIsa de Siempre por fin liberada.

¡SANCTUS SANCTUS SANCTUS DOMINUS DEOS SABAOTH!

-EMITTE LUCEM TUAM, ET VERITATEM TUA IPSA ME DEDUXERUNT, ET ADDUXERUNT IN MONTEm SANCTUM TUUM, ET IN TABERNACULA TUA


TRADUCE POR EL AMOR DE DIOS!!!!!!
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Alvar
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Registrado: 08 Jun 2006
Mensajes: 5186

MensajePublicado: Vie Oct 13, 2006 12:47 am    Asunto:
Tema: Benedicto XVI - Misas en latín.
Responder citando

Sí que sí!!!!!!!!!!!!!!

Yo no hablo nada de latín pero me encantó la noticia!!!

Que alegría!

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Nancy
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toto_Gabi
Esporádico


Registrado: 25 Jul 2006
Mensajes: 98

MensajePublicado: Vie Oct 13, 2006 1:05 am    Asunto:
Tema: Benedicto XVI - Misas en latín.
Responder citando

Gloria in excelsis=Gloria a Dios en el cielo!

Emitte lucem tuam....

es parte del salmo 42, buscalo y leelo, es hermoso, con ese salmo se principia la MIsa Tridentina
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Darktobe
Veterano


Registrado: 25 Jul 2006
Mensajes: 1168
Ubicación: En la Matrix

MensajePublicado: Vie Oct 13, 2006 1:29 am    Asunto:
Tema: Benedicto XVI - Misas en latín.
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Es de hombres reconocer los errores Wink

Cita:
Sacando el tema de contexto, eso es primero lo que se debiera ver, si hay primero el numero de sacerdotes para cubrir nuestra fe y luego ver el idioma , si ni sacerdotes hay, menos muchos que hablen latin.

Lo bueno que es solo en algunos casos y es si uno lo elije, pero creo que has dado un punto mas interesante.


No es que no sea importante la MIsa Tridentina, sino que tambien me preocupa el que no haya los suficientes sacerdores para llevar la palabra de Dios.

Creo que para los que no conocimos la MIsa Tridentina, podria ser muy enriquecedor.

Pero para mejor oracion para los que no tenemos pleno dominio del latin, es bueno que sea un opcion.
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Maellus haereticorum
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Registrado: 03 Oct 2005
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MensajePublicado: Vie Oct 13, 2006 4:04 am    Asunto:
Tema: Benedicto XVI - Misas en latín.
Responder citando

La Misa Trdentina es realmente bella. Es muy adecuado conocerla para valorarla, por eso, deseo compartir con ustedes un resumen que explica la Misa Tridentina. (Pido la indulgencia de todo el foro si lo ven muy largo, pero es lo más que pude resumirlo)


Primera parte de la Misa
LA "MISA DE LOS CATECÚMENOS"


En esta primera parte de la Misa que es la parte didáctica y catequística de la misma, se pueden establecer dos divisiones una que llega hasta el Intróito, y es la Introducción, y otra hasta el Ofertorio:

1. El "Asperges me". Un rito, que no figura en el "Ordinario de la Misa", porque no pertenece al Santo Sacrificio, pero que suele preceder en las catedrales, monasterios y parroquias a la Misa mayor de los domingos, es la Aspersión del agua bendita, que consiste en rociar con ella el altar, los ministros y todos los asistentes, entre tanto que el Coro canta la antífona "Asperges me" (en Tiempo Pascual "Vidi aquam"), el principio del salmo "Miserere", varios versículos y una Oración al Ángel de la Guarda. El objeto de este hermoso rito es extremar la purificación del altar y de los fieles antes de comenzar el gran acto del Sacrificio e invocar sobre ellos la asistencia del Santo Ángel, "para que los guarde a todos, los enfervorice, los proteja y los visite" en este momento solemne.

El agua que se usa para la Aspersión ha de haber sido bendecida el mismo domingo, cosa que exige la Iglesia no solamente para evitar la corrupción del líquido, sino también para indicar a los fieles que la semana religiosa ha de iniciarse con una renovación espiritual.
Este rito de la Aspersión es obligatorio en las catedrales y colegiatas; suele practicarse. en las iglesias de los regulares, y puede realizarse -y es muy digno de loa hacerlo- en las parroquias, donde el acto purificador asume una importancia mayor, por beneficiar a toda la familia parroquial.

2. Introducción. La Introducción a la Misa, que tiene un carácter bien marcado de purificación, consta

a) de la señal de la Cruz,
b) de una Antífona y del Salmo 42 (Iudica me).
c) del Acto de Contrición seguido de la Absolución, y
d) de una serie de Versículos con varias oraciones.

a) Aconseja San Pablo que todo lo que hacen los fieles, sea de palabra o de obra, todo lo hagan en nombre del Señor, cual es la Misa, comience por la señal de la Cruz.

b) La Antífona y el Salmo "Júdica me", son a propósito para excitar en el sacerdote y en los fieles la devoción y una confiada alegría tan necesaria para realizar cumplidamente la gran Acción. El Salmo se suprime en las Misas de Difuntos y en las de Cuaresma.

c) La compunción del corazón es otra de las buenas disposiciones para celebrar o asistir a la Santa Misa; por eso desde tiempos muy remotos se practicó en las asambleas religiosas la confesión de los pecados. Por lo que se refiere a la Misa, dice el antiquísimo libro de la "Doctrina de los Apóstoles": "Cuando estéis reunidos el día del Señor, haced la fracción del pan y dad gracias, habiendo antes confesado vuestros pecados para que vuestro sacrificio sea puro". Actualmente esta confesión pública se hace mediante el rezo del "Confíteor" y la Absolución del sacerdote. La confesión se hace a Dios y a todos los Santos del cielo y nominalmente a algunos (la Santísima Virgen, San Miguel, etc.); a quienes a la vez se pone por intercesores ante Dios. Esta confesión y absolución borra, por lo menos, los pecados veniales.

d) Con los Versículos que siguen a la Absolución, que son como un eco de la misma, termina el diálogo entre el celebrante y el monaguillo, al pie del altar. Mientras el celebrante sube las gradas del altar, recita dos Oraciones pidiendo nuevamente por sí y por todo el pueblo el perdón hasta de las menores ofensas, para desempeñarse dignamente en el tremendo Sacrificio. Al mencionar y poner por intercesores a los Santos, cuyas reliquias están depositadas en el ara, el sacerdote besa ésta en señal de respeto y para más interesarlas en su favor.

3. La Incensación. El celebrante pone incienso en el turíbulo, lo bendice e inciensa con él: a) el Crucifijo, que preside el altar y el augusto Sacrificio; b) las Reliquias de los Santos, si están expuestas, para honrar sus virtudes heroicas y a asociarlos al Sacrificio; c) el altar, por sus cuatro costados y por sobre la mesa; y por fin, d) el celebrante, para que por este primer homenaje advierta bien el pueblo, desde el principio, que en su persona está representado el gran Pontífice, Jesucristo.

Al bendecir el incienso, el celebrante posa la mano izquierda sobre el altar para indicar que de él -que representa a Jesucristo- recibe el sacerdote la virtud para bendecir y para hacer todo lo perteneciente al Santo Sacrificio, en el que él es ministro de Cristo, nada más.

4. El Intróito. El Intróito es una palabra latina que significa "entrada", y cuyo texto lo componen una Antífona o estribillo (que se repite al fin), un versículo de Salmo y la doxología breve "Gloria Patri", etc. Es el primer texto variable de la Misa, y suele ser una como enunciación del misterio o fiesta que se celebra cada día, o un pensamiento capital de los mismos. Su objeto es, por decirlo así, poner a tono a los fieles con el espíritu de la solemnidad.

5. Los Kyries. Son nueve invocaciones, en lengua griega, para implorar el perdón y la asistencia de la Santísima Trinidad. Kyrie significa "Señor"; eléison, "ten piedad de nosotros". Se repiten tres veces para cada una de las tres divinas 'Personas. Los canta el Coro a continuación del Intróito, y es la primera composición musical de la Misa, en cuyo canto debe alternar el pueblo fiel. Bien cantados y bien sentidos, hinchen el alma de humildad y de santa compunción.


6. El "Gloria". Se llama también "Himno angélico", porque lo empezaron a entonar los Ángeles en la noche de Navidad, y es una bastante detallada doxología o elogio del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, a quienes se alaba, se da gracias, se pide perdón, y se dirigen súplicas, expresando así los cuatro fines de la Misa.


7. El saludo litúrgico. Terminado el "Gloria", el celebrante besa el altar, y, vuelto hacia el pueblo y abriendo y cerrando los brazos, salúdalo diciendo: "Dóminus vobíscum" ("el Señor sea con vosotros"), al que los fieles le contestan: "Et cum spíritu tuo" ("y con tu espíritu"). Los obispos saludan en este momento con la fórmula: "Pax vobis" ("la paz sea con vosotros"), que tiene la misma respuesta.

El "Dóminus vobíscum" es la traducción de la palabra hebrea Enmanuel, "Dios con nosotros".

8. La Oración "Colecta". Al saludo litúrgico, sigue la palabra de orden: Oremus, "oremos", y una oración breve, llamada "Colecta". El celebrante la reza o la canta con los brazos abiertos y alzados, imitando la actitud de los primitivos "orantes", que era casi la de Cristo en la Cruz.

La palabra de orden: "Oremus", a la vez que una invitación a orar, es un toque de atención para la oración que va a seguir.

La Colecta suele indicar a los fieles el objeto de la fiesta que se celebra, el espíritu que la anima y hasta las disposiciones para bien celebrarla, y por estas razones se repite en todos los Oficios del día. Aunque breves, muy breves, son oraciones bellísimas y están henchidas de doctrina y de piedad. Sencillas en apariencia, poseen un ritmo bien estudiado, que difícilmente aciertan a imitar los modernos compositores de misas y oficios nuevos. Los fieles deben tener a esta oración de cada día una devoción especial, ya que es la verdadera oración "universal" de toda la Iglesia.


9. La Epístola. Hasta ahora, el celebrante y el pueblo fiel no han hecho otra cosa en la Misa que orar y cantar, como para preparar los corazones para la gran Acción; más, en adelante la Iglesia va a dirigirse especialmente a la inteligencia, a la que va a suministrar el alimento sólido y necesario de la palabra de Dios, en forma de lecturas y de instrucción. La primera de estas lecturas es la Epístola, sacada del A. o del N. Testamento, y alusiva, en alguna forma, a la fiesta o misterio del día. Los pasajes bíblicos más leídos son las "Epístolas de San Pablo", por lo cual se ha quedado esta lectura con el nombre común de Epístola.

10. La Salmodia. Es una ley litúrgica universal que a esta primera lectura le siga una Salmodia, para mezclar la lección con la oración. Dicha salmodia toma aquí las formas y los nombres de Gradual, Aleluya y Tracto, que son siempre textos variables que tienen relación directa con la fiesta o el misterio del día.

a) El Gradual. Consta de una antífona y de un versículo. Durante el Tiempo Pascual cede su lugar a un doble "Aleluya".

b) Aleluya es una palabra hebrea que significa "alabad a Dios". Es voz celestial y de suma alegría, y propia sobre todo del Tiempo Pascual, en que se cuadruplica. A la palabra "Aleluya", que va adornada con neumas musicales, a veces interminables y siempre de una melodía deliciosa, síguese un Versículo, que por eso se llama "aleluyático".

c) El Tracto consta tan sólo de algunos versículos de las Escrituras.

11. La Secuencia. Es un himno muy bello que se canta en grandes solemnidades. En el Misal general sólo se han admitido, desde la reforma de San Pío V: la de Pascua, la de Pentecostés, la del Corpus y la de Difuntos; a las cuales háse agregado después el "Stabat Mater" para las fiestas de los Dolores de la Virgen. .

12. El Evangelio. Mientras el celebrante, profundamente inclinado sobre el altar, reza las oraciones preparatorias para dignamente leer el Evangelio, el subdiácono (o el monaguillo) pasa el Misal a la esquina derecha del altar.

Leído por el celebrante el Santo Evangelio, organízase en el presbiterio una procesión, compuesta de los dos ceroferarios, del turiferario, del maestro de ceremonias, del subdiácono y del diácono. El celebrante pone incienso en el turíbulo. El diácono reza, de rodillas en la grada del altar, las mismas 'oraciones preparatorias que acaba de rezar para sí el celebrante; toma del altar el libro Evangeliario, y le pide al celebrante su bendición para poder "anunciar digna y competentemente el Santo Evangelio". Acto seguido, la procesión se dirige hacia el púlpito, atril o ambón, llevando el diácono en sus manos el Evangeliario, como si fuese una reliquia. Entre tanto, todos se ponen de pie.

Todos éstos son preludios que anuncian la solemnidad e importancia del acto que va a realizarse. Antiguamente los militares deponían, en señal de acatamiento, sus espadas, y los señores los bastones en que solían apoyarse. Hoy nos ponemos de pie para rendir acatamiento a la palabra de Dios y para indicar que estamos dispuestos a practicarla y a defenderla contra los ataques de los enemigos.

El diácono empieza por trazar sobre el Evangeliario y sobre sí la señal de la Cruz; luego lo inciensa con tres golpes, y, por fin, canta con solemnidad el Evangelio, escuchándolo todos con reverente atención. Al fin, el subdiácono presenta el Evangeliario al celebrante, para que lo bese, y el diácono, a su vez lo honra con tres golpes de incensario.

La señal de la Cruz y la incensación sobre el Evangelio, así como el beso del celebrante, son otras tantas muestras de respeto y de veneración al libro que contiene la palabra de Dios.

Al final del Evangelio, responde ahora el ayudante Laus tibi Christe ("Loor a ti, oh Cristo"). Antiguamente respondía todo el pueblo: Amen o Deo gracias, o bien usaba otra exclamación por el estilo, y además besaban todos el Evangeliario, después del celebrante, para honrar así al libro y a la palabra de Dios que acababan de escuchar.

13. La homilía. Fué costumbre; desde muy antiguo, después de cantado el Evangelio explicárselo a los fieles, mediante una breve plática, que los griegos llamaban "homilía", y que propiamente significa entretenimiento o charla sobre lo leído. Ésta le correspondía, por 'su cargo, al obispo, quien a veces delegaba a uno o más sacerdotes para que lo reemplazaran. Tras la explicación del Evangelio, solían hacerse algunos avisos o recomendaciones de utilidad general, y en Roma, hasta estuvo en uso dar, como fruto de la predicación, la absolución general.

Hoy rige la misma costumbre de predicar y amonestar a los fieles en este momento de la Misa. La predicación deseada por la Iglesia, en este lugar, es la homilética, como más popular, más catequística y tradicional. El Párroco aprovecha la ocasión para las proclamas matrimoniales, para recomendar los difuntos de la semana o del mes y rezar en común por ellos, etcétera, y, en algunas partes, hasta para dar, como antiguamente en Roma, la absolución general. Todo esto hace que sea éste el momento más íntimo de la familia parroquial.

14. El Credo. Todos los domingos. y días de precepto y muchos otros días no festivos, cántase después del Evangelio, el Credo o "Símbolo de la fe", por el Coro alternando con los fieles, mientras el celebrante lo recita con sus ministros. Es como una afirmación rotunda, hecha por toda la asamblea, de la fe que le ha sido anunciada en el Evangelio por el diácono.

El texto de este Credo no es el compuesto por los Apóstoles, que todos aprendemos en el Catecismo, sino otro más largo y más explícito, redactado en el concilio de Nicea (a. 325) y completado en el de Constantinopla (a. 381), para refutar ciertas herejías entonces incipientes en Oriente .

15. Despedida de los catecúmenos. Después del Evangelio y de la homilía y del Credo, un diácono o el arcediácono despedía cortésmente a los catecúmenos, a los penitentes y a todos los demás que no tenían derecho a asistir a la segunda parte de la Misa, que iba a empezar. Las fórmulas de despedida solían ser éstas: Catechúmeni recedant ("retírense los catecúmenos"), omnes catechúmeni éxeant foras ("salgan afuera todos los catecúmenos"); si quis judaeus procedat ("el que sea judío que salga"), si quis paganus procedat ("el que sea pagano, que salga"), etc. De esta forma el templo entero quedaba para sólo cristianos a quienes el sólo hecho de ser considerados por la Iglesia como dignos de participar de los sagrados misterios, servíales de recomendación para redoblar su atención y devoción.

Así termina la primera parte de la Misa. Todo en ella, como hemos visto, tiene por objeto la instrucción y edificación de los asistentes. Las lecturas y la homilía los ilustra en la doctrina católica, mientras los cantos y las oraciones los mueven a devoción y los enfervorizan para asistir piadosamente a la gran Acción. Es la catequesis ideal, con doctrina, con cánticos y con oraciones, acompañado todo con gestos y ceremonias simbólicas.


SEGUNDA PARTE DE LA MISA (Parte sacrificial)
LA "MISA DE LOS FIELES" O EL SACRIFICIO
PROPIAMENTE DICHO



La primera parte de la Misa, con sus cantos, sus actos de contrición, sus instrucciones, sus himnos de alabanza, etc., ha preparado las inteligencias y los corazones de los fieles para la Misa de los Fieles, que es la celebración del Sacrificio propiamente dicho:

A la perfección del Sacrificio concurren tres cosas:

a) la bendición o separación de la materia (que se efectúa en el Ofertorio);
b) la oblación de la Víctima (que se realiza en la Consagración), y
c) la participación del Sacrificio (que tiene lugar en la Comunión).


De aquí la triple división de esta segunda parte de la Misa, división que nace del mismo relato evangélico de la Cena.

Dícese allí que Jesucristo la víspera de su Pasión (he aquí mencionado el Sacrificio de la Misa, que es el mismo del Calvario), tomó pan en sus santas y venerables manos (he aquí la bendición o separación de la materia)... y dió gracias a Dios, lo bendijo (he aquí la oblación de la Víctima), lo partió y lo dió a sus discípulos (he aquí la comunión o participación). En torno a este breve relato del Evangelio se ha ido formando la liturgia de la Misa Tridentina.

Conviene volver a insistir, que, el Sacrificio que ahora se va a empezar a ofrecer sobré el altar, nos es común a todos; que es el sacrificio de todo el Cuerpo místico de Jesucristo, en su triple estado: militante, purgante y triunfante; y que todos lo ofrecemos a Dios en unión con el Sacerdote, en virtud de un cierto poder sacerdotal que se nos confirió con el Bautismo. De-donde resulta, que los fieles, en la Misa, son oferentes y ofrendas a un mismo tiempo: ofrecen a Dios el Sacrificio de Cristo, y se ofrecen con Cristo; de modo que es el Sacrificio de Cristo y de todos.

LA BENDICIÓN 0 SEPARACIÓN DE LA MATERIA, 0 SEA, EL "OFERTORIO"

Esta primera división abarca desde el Ofertorio hasta el Prefacio.

En realidad, el Ofertorio es, con respecto a toda la Misa, un sacrificio preparatorio y secundario, cuyo objeto es separar o retirar la materia (el pan y el vino) del uso ordinario y vulgar, para ponerla al servicio especial de Dios.

La manera de participar los fieles en este sacrificio preparatorio, será despegándose de las cosas y afectos de la tierra, para dedicarse, siquiera durante el Santo Sacrificio, totalmente a Dios.

1. Un vacío misterioso. Terminado el "Evangelio" (o el "Credo" cuando lo hay), el celebrante vuélvese de cara al pueblo, para saludarlo con el consabido Dóminus vobíscum, y en seguida de recibir la respuesta, añade: Oremus, como quien empieza una oración pública, pero se calla en seco, y en cambio reza la antífona del "Ofertorio". ¿Cómo se explica este silencio brusco? ¿Cómo se ha producido este vacío?

Los liturgistas dan tres explicaciones hipotéticas: Creen unos, que en la Misa primitiva venía aquí la oración llamada de los fieles, que era una especie de letanía cantada por un diácono o por el mismo celebrante y respondida por los asistentes, y de la cual han quedado, como único rastro en el Misal, las oraciones por la Iglesia, por el Papa, por los caminantes, etcétera, de la Misa de Presantificados del Viernes Santo.

Otros, creen que se trata de una breve oración o colecta llamada "super síndonem" (sobre el "mantel" o el corporal) que ha desaparecido del rito romano; pero que conserva todavía el milanés.

Y algún otro, finalmente, cree que no existe en realidad el tal vacío, sino sólo una breve interrupción de las preces del Ofertorio, a las cuales ha de referirse la invitación a orar: Oremus, que hace el celebrante.

Podría ser también que el "Oremus" se referiera sencillamente" a la oración "Secreta", la cual, en la primitiva liturgia, venía inmediatamente después de esta invitación a orar y del Ofertorio, pues las oraciones ahora interpuestas se añadieron mucho después.

2. El Ofertorio. Llámase "Ofertorio" al texto que reza el celebrante y canta el Coro, a continuación de la invitación "Oremus", sin respuesta, de que acabamos de hablar. Este texto es hoy un versículo de la Biblia, paralelo al del intróito, al del gradual y al de la comunión.

3. Ofrecimiento de la Hostia y del Cáliz. En el ritual tridentino, el pan del Sacrificio es llevado al altar, en las misas rezadas, por el mismo celebrante, y en las cantadas le es presentado, lo mismo que el vino, por el diácono y él subdiácono. El ofrecimiento de la Hostia se hace en la patena, el del vino en el Cáliz, levantando ambos con las dos manos y dirigiéndolos hacia el Crucifijo.

La Hostia es, simplemente, una fina masa de harina de trigo, pasada por dos planchas de hierro rugiente y cortada en forma redonda. Al ofrecérsela a Dios, dice el sacerdote que lo hace "por sus innumerables pecados, ofensas y negligencias, y por todos los presentes a la Misa, así como por todos los fieles, vivos y difuntos; para que a él y a todos nos sea provechosa para la salvación y para la vida eterna". No puede expresarse mejor la universalidad del Sacrificio y su trascendencia para la salvación. Al terminar la oración, hace con la patena la señal de la cruz sobre el corporal, para significar que la víctima de la Misa será la misma del Calvario, y deposita en él la Hostia. La patena, en las misas rezadas, la coloca bajo el corporal para que no le estorbe, y en las cantadas la entrega, para guardarla, al subdiácono, quien la oculta hasta el fin del Pater noster bajo el velo humeral.

Antes de ofrecer el Cáliz, el diácono deposita en él un poco de vino puro y el subdiácono unas gotas de agua, que el celebrante, a petición suya, bendice. No consta en ninguno de los evangelios ni en San Pablo que Jesucristo hiciese esta mezcla en la Cena, pero sí lo afirma una tradición casi contemporánea de Jesucristo, y la Iglesia hizo de ese rito, desde el principio, una ley formal.

La tradición que atribuye la mezcla del agua y del vino al mismo Jesucristo, se apoya en que tal era la práctica de los judíos en sus banquetes cotidianos.

En esta mezcla vió en seguida la Iglesia un memorial del agua y de la sangre que brotó del costado abierto de Jesús, y, también una representación simbólica de la unión, en la persona del Verbo, de la naturaleza divina (el vino) con la humana (el agua) ; y más aún un símbolo de la unión mística e inseparable entre Cristo (el vino) y los fieles (el agua).

4. Ofrecimiento de los fieles. Ofrecidos el pan y el vino, el celebrante, profundamente inclinado sobre el altar, se ofrece a sí y nos ofrece a todos a Dios, en unión con Jesucristo, con palabras que expresan bien la concelebración del sacerdote y de los fieles.

Este triple ofrecimiento: el del pan, el del vino y el de los fieles, es sellado con una breve invocación al Espíritu Santo, como confiando a su poder santificador toda la acción del Sacrificio. Esta invocación, a su vez, es sellada con la señal de la cruz, trazada sobre las ofrendas en forma de bendición.

5. La segunda incensación y el "lavabo". Ofrecidas y dispuestas las ofrendas sobre el altar, el celebrante procede a una solemne incensación del Cáliz y la Hostia, trazando sobre ellos con el turíbulo tres cruces y tres círculos, y de todo el altar. Después el diácono inciensa al celebrante y al clero, y el turiferario al pueblo.

La incensación del altar es una oblación simbólica de las oraciones de la Iglesia, un recuerdo del Ángel del Apocalipsis ofreciendo sobre el altar del Cielo y con áureo incensario las oraciones de los Santos. La incensación del obispo (o celebrante), del clero y del pueblo, es el símbolo de su participación en la susodicha oblación, en el sentido de que esta oblación es una bendición, una eulogia que se les distribuye al incensarlos.

A la preparación y ofrecimiento de la materia del Sacrificio y a las incensaciones a que acabamos de referirnos, síguese el lavatorio de las manos del celebrante, acompañado, desde el siglo X, del rezo de varios versículos del salmo 25, cuya primera palabra, "lavabo", ha dado el nombre a este rito.

6. últimas oraciones del Ofertorio. El celebrante, inclinado sobre el altar, reza la oración Súscipe, Sancta Trínitas, que reúne todos los ruegos precedentes y resume toda la doctrina del sacrificio.

Efectivamente, esta oración señala el término a quien se ofrece este Sacrificio (la Santísima Trinidad); su naturaleza (ser memorial de la Pasión, Resurrección y Ascensión de Nuestro Señor Jesucristo) ; los participantes del Sacrificio: primeramente la Santísima Virgen y todos los Santos (para aumento de su gloria y de su honra), y en segundo lugar todos nosotros (para nuestra salvación). Se menciona nominalmente a la Santísima Virgen, a San Juan Bautista y a los Apóstoles Pedro y Pablo.

Terminada esa oración, el celebrante besa el altar y, vuelto de cara al pueblo; en vez de saludarlo con la fórmula litúrgica, como otras veces, lo invita a orar, diciendo en voz alta: Oráte, fratres, y él continúa, en secreto y vuelto ya hacia el altar, el texto restante en que se expresa el objeto de esa oración. El subdiácono, en las misas solemnes y el monaguillo, en las rezadas, le contestan cortésmente solidarizándose una vez más con él y reafirmando la concelebración de toda la asamblea.

7. La oración "Secreta". La oración llamada "Secreta" es la que cierra, como broche de oro, el "Ofertorio". Responde, en el estilo y en el número, a la "Colecta". La "Secreta" se refiere siempre a las ofrendas que están presentes en el altar, por lo que en los misales antiguos se la llama oración "super oblata", es decir, "sobre las ofrendas".

-En ella el celebrante le pide" a Dios que reciba esas ofrendas y el sacrificio, de nuestras oraciones y buenos deseos, y que, en cambio, nos conceda una gracia o una bendición especial sugerida por el espíritu de la fiesta o misterio que se celebra. Este es el tema general de todas las "Secretas", aunque los términos varíen siempre.

Es corriente entre los liturgistas decir que esta oración se llama "Secreta" porque se reza en secreto; pero no parece que sea ésta la interpretación verdadera, ya que hubo tiempo en que se dijo en voz alta, como continuación natural de la invitación "Oremos" con que principia el Ofertorio. La palabra latina "secreta" nace del verbo secérnere, que significa "separar", y seguramente se le dió ese nombre a esta oración porque se la rezaba luego de haber separado a los catecúmenos de los fieles, despidiéndolos al fin de su Misa; o también, porque se rezaba a continuación de haber separado o retirado las ofrendas de pan y vino del uso ordinario y dedicándoselas a Dios, que es lo que se efectúa en el Ofertorio.

Literaria y doctrinalmente, las "Secretas", lo mismo que las "Colectas", son modelo de oraciones. Como se ha dicho, en la "Secreta" hay dos partes: en la primera se presentan a Dios las ofrendas, y en la segunda se le pide en retorno alguna gracia. Sirva de ejemplo la siguiente del IV Domingo de Adviento: "Te pedimos, Señor, que aceptes favorablemente estas ofrendas (1ª parte), a fin de que sirvan para aumentar nuestra devoción y alcanzarnos la salvación eterna" (2ª parte).

LA OBLACIÓN DE LA VÍCTIMA

Esta segunda división de la "Misa de los Fieles", abarca desde el Prefacio hasta el Paternoster.

Es la parte más importante y más esencial, de la Misa, en la cual tiene lugar la gran Acción del Sacrificio, la Oblación de la Víctima, la Consagración. Por lo mismo, es éste el corazón de la Misa.

En los antiguos misales empezaba aquí el Canon. En el actual comienza después del "Prefacio" y del "Sanctus".

8. El "Prefacio". La conclusión Per ómnia saecula saeculórum de la última "Secreta", sirve de lazo de unión de ésta con el "Prefacio", el cual es un magnífico himno de acción de gracias y de triunfo, que sirve de introducción (de ahí su nombre actual) a la gran Plegaria Eucarística, o sea al CANON. El celebrante lo canta con los brazos extendidos, para expresar más vivamente su emoción y emocionar a los demás, y lo prepara cambiando con el pueblo un breve diálogo, a fin de excitarlo a la gratitud.


Cada Prefacio consta como de tres partes: el dialoguillo de introducción; el cuerpo del texto, donde antiguamente se enumeraban, para agradecérselos, los grandes beneficios de Dios (Creación, Encarnación, Redención, etcétera) y hoy se alude al misterio o fiesta a que cada uno se refiere; y una invitación a la corte del Cielo a unir su voz a la del pueblo.

9. El "Sanctus" o "Trisagio". Respondiendo a la invitación que acaba de hacerles el celebrante, y con él toda la Iglesia militante, los Ángeles y toda la Iglesia triunfante entonan el himno del Cielo: "Santo, Santo, Santo, etcétera"; al que, por proclamar el poder y majestad de Dios, se le ha llamado "himno de la victoria", y por referirse al Dios "tres veces santo", los griegos denominan "Trisagio", y por ser el canto de los Ángeles lo denominan muchos "Hymnus seráphicus".

La primera parte del "Sanctus" es un extracto de Isaías (c. VI, 3), quien cuenta que lo oyó cantar en el Cielo a dos serafines; y la segunda está formada con frases del Salmo 117 y del Evangelio de San Mateo (21, 9).

Al rezarlo, el celebrante se inclina profundamente en honor de la Sma. Trinidad, a quien aclama. El monaguillo toca la campanilla para advertir a la asamblea que el momento solemne se va acercando y que debe esperarlo de rodillas y en el más respetuoso silencio.

EL CANON DE LA MISA

10. A continuación de los Prefacios, los Misales tridentinos traen un gran grabado, de Jesús Crucificado y, al comienzo de la siguiente página, una viñeta con un título en caracteres gruesos, que dice: "CANON MISSAE", o sea: "CANON DE LA MISA". Contiénense, efectivamente, en este cuaderno los cánones o reglas, juntamente con los texos, prefijados por la Iglesia desde la más remota antigüedad, para la inmolación y consumación de la sagrada Víctima. Es éste como el cuaderno central. y más venerable del Misal, donde se encierra como el Sancta Sanctórum del augusto Sacrificio de la Misa. Por eso hay que entrar a estudiarlo con suma devoción y reverencia.

La palabra "Canon" significa, en griego, la regla de madera que usa el carpintero, y, por metáfora, norma legítima y segura, "regla disciplinaria": de ahí que a las leyes de la Iglesia se les llame "cánones", y "canónicos", a los libros que tiene ella por inspirados.

El texto del Canon es antiquísimo; a principios del siglo VII existía ya íntegro. Es lo más primitivo, apostólico y patrístico de la Misa. Gira todo él en torno del relato evangélica de la Cena. Su estilo es casi bíblico. Alienta en todas sus líneas el soplo del Espíritu Santo. Es que todo en él es santo y misterioso, y el mismo silencio que, por prescripción, se observa ahora al recitarlo, acrecienta la unción y el misterio.

Después de la Biblia, nada inspira tanto respeto a la Iglesia como el Canon. Ni un vocablo, ni una tilde ha innovado desde los días de S. Gregorio Magno. Al recitarlo hoy, secretamente y con los brazos en alto, parécenos estar suspendidos entre la tierra y el cielo, escuchando plegarias de Catacumba o ecos del paraíso.

11. Plan general del Canon. Para que mejor se comprenda el CANON, comenzaremos por trazar un plan general del mismo, señalando la concatenación de sus partes.

Antes de la Consagración:

1. Oración "Te ígitur", ofreciendo la Oblación por intenciones generales; seguido del "Memento" de vivos y del "Communicántes" o mención de los Santos, y terminando estas tres plegarias, como si sólo fueran una, con una misma conclusión.

2. "Hanc ígitur" y "Quam oblatiónem", recomendando la Oblación, a Dios Padre para que la acepte de buen grado.

3. "Qui prídie" o relato de la institución y rito de la CONSAGRACIÓN.

Después de la Consagración:

1. "Unde et mémores", o "anamnesia", que dicen los griegos, o conmemoración de la muerte y resurrección del Señor; "Supra quae", o evocación de los sacrificios bíblicos más famosos, y "Súpplices te rogámus", confiando el sacrificio al Ángel del Señor. También terminan estas tres oraciones con una misma conclusión.

2. "Memento" de difuntos, que corresponde al de "vivos" antes de la Consagración, y "Nobis quoque", que continúa la mención de los Santos comenzada en el "Communicántes".

3. "Per quem", o doxología solemne, acompañada de ocho cruces, terminando el CANON.


12. El "Te ígitur". Es la oración que hoy abre el CANON, en el Misal romano. Al empezarla, el celebrante levanta las ojos al cielo, dirigiéndolos hacia el Crucifijo, se inclina profundamente, besa el altar y bendice tres veces el Cáliz y la Hostia; significando con todos estos gestos el profundo respeto y devoción que le inspira esta nueva fase de la Misa.
La expresión "Te ígitur" ("A Ti, pues") sirve para salvar la interrupción establecida por el "Sanctus" entre el "Prefacio" y el CANON actual, unidos primitivamente.

Esta primera oración tiene por objeto recomendar a Dios los dones presentes en el altar y pedirle los bendiga y acepte, como ofrecidos que son por la Iglesia Católica, por el Papa reinante, por el Obispo diocesano y por todos los ortodoxos g fieles católicos. Esta es la primera aplicación del fruto general de laMisa. Adviértase, de paso, que la Iglesia y el Papa son los primeros mencionados, y que la devoción a ellos debe ser de las primeras del cristiano.


13. El "Memento de los vivos". Hecha en la anterior oración la aplicación del fruto general de la Misa, hácese ahora la aplicación del fruto especial de la Misa por determinadas personas de la Iglesia militante. El celebrante se recoge un momento para recapacitar y nombrar, en primer lugar, a la persona o personas que han encargado la Misa, y después a otras de su particular devoción. A estos nombres privilegiados sigue la mención global de todos los asistentes a la Misa y de aquellos por quienes tanto el sacerdote como los asistentes (que son sus concelebrantes) ofrecen a Dios este Sacrificio de alabanza.


14. El "Communicantes" es como si dijéramos el "Memento de los Santos". En él se hace mención particular de la Santísima Virgen, Madre de Dios; de los doce Apóstoles, substituyendo a San Matías por San Pablo; de doce Mártires muy célebres en Roma en los siglos III y IV, y termina con una conmemoración global de Todos los Santos.


15. Prosigue la Oblación. Interrumpida unos momentos la Oblación, para dar lugar a las anteriores recomendaciones, el celebrante vuelve de nuevo sobre ella, pidiendo 'a Dios la acepte propicio y la bendiga, convirtiéndola finalmente en el Cuerpo y Sangre del Señor. Este es el sentido de las dos últimas oraciones: "Hanc ígitur" y "Quam oblatiónem", que preceden a la Consagración.

En el "Hanc ígitur" se pide que acepte Dios la Oblación que se le ofrece a título de servidumbre del celebrante y sus ministros (servitutis nostrae) y de todo el pueblo cristiano (cunctae, f amiliae tuae) para conseguir la paz de cada día.

Al rezarla, el celebrante tiene ambas manos extendidas sobre el Cáliz de la Hostia, imitando el gesto del sacerdote judío de la antigua alianza, que imponía sus manos sobre la víctima antes de sacrificarla, para significar que la inmolaba en sustitución suya y del pueblo y para expiación de los pecados de todos. Al extender el celebrante sus manos sobre la oblata, es como si la colocase sobre la cabeza misma de Jesucristo, en cuyo Cuerpo se va a convertir enseguida, para hacer recaer, sobre Él los pecados de todo el mundo y sacrificarlo a Él solo, como único culpable, en sustitución de los pecadores, que debiéramos ser las verdaderas víctimas.

La oración "Quam oblatiónem" tiene, por objeto pedir la gracia sacramental de la transubstanciación de las especies eucarísticas, por lo cual muchos liturgistas la consideran como la epiclesis latina. Pasma considerar la sencillez con que aquí se pide un milagro tan estupendo como el de la transubstanciación.


Las cinco cruces que hace el celebrante mientras reza esta oración, tres sobre la Hostia y el Cáliz a la vez y dos por separado, sirven para indicar que el milagro de la transubstanciación se va a operar en virtud de los méritos de la Cruz de Jesucristo.

16. El rito de la CONSAGRACION. La Misa llega a su punto culminante. Todo está ya preparado para la gran Acción. Cielos y tierra están pendientes de ella. ¿ Cómo proceder en esta obra tan divina y tan trascendental? La Iglesia no ha creído poder hacerlo más dignamente que reproduciendo casi literal y mímicamente el mismo rito practicado por Nuestro Señor en la última Cena.

Veámosla.

El celebrante límpiase delicadamente en el corporal las yemas de los dedos pulgar e índice de ambas manos, y procede a la Consagración de la Hostia, diciendo y haciendo lo siguiente

"JESUCRISTO, LA VÍSPERA DE SU PASIÓN, TOMÓ EL PAN (y toma la hostia) EN SUS VENERABLES Y SANTAS MANOS, Y LEVANTANDO LOS OJOS (y los levanta) AL CIELO HACIA TI, OH DIOS, SU PADRE OMNIPOTENTE, DÁNDOTE GRACIAS, LO BENDIJO (y lo bendice), LO PARTIÓ Y DIÓLO A SUS DISCÍPULOS (lo partirá y lo dará después, al llegar la Comunión), DICIENDO: TOMAD Y COMED TODOS DE ÉL, PORQUE ESTE ES MI CUERPO."

El sacerdote, al pronunciar las palabras e imitar los gestos del Señor, realiza también lo que ellos significan. Habla y obra en primera persona, porque realmente personifica aquí a Jesucristo. Así es cómo, en virtud de sus palabras y de sus poderes, la Hostia que antes tenía en sus manos se convierte en el verdadero CUERPO de Jesucristo.

Consagrada la Hostia y hecha la elevación de la misma, el celebrante procede a la CONSAGRACIÓN DEL CÁLIZ, diciendo y haciendo lo siguiente

"Del mismo modo, TOMANDO también este- precioso Cáliz (y lo toma) en sus santas y venerables manos, dándote de nuevo gracias, lo BENDIJO (y lo bendice) y lo dió a sus discípulos, diciendo Tomad y bebed de él; PORQUE ESTE ES EL CÁLIZ DE MI SANGRE, DEL NUEVO Y ETERNO TESTAMENTO, MISTERIO DE FE, LA CUAL SERÁ DERRAMADA POR VOSOTROS Y POR MUCHOS EN REMISIÓN DE LOS PECADOS".

Ipso facto, el vino conviértese en la verdadera SANGRE de Jesucristo; de modo que, desde este instante, ya no hay en el altar pan ni vino, sino el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo, juntamente con su Alma y su Divinidad. Los ojos creen ver todavía pan y vino, pero se engañan, puesto que sólo subsisten de ellos los accidentes y apariencias.

17. La Elevación. Después de cada una de las dos consagraciones, el celebrante hace una genuflexión, muestra al pueblo la Hostia y el Cáliz, separadamente, elevándolos a la altura de la cabeza, y vuelve a repetir la genuflexión. Entretanto, un acólito tañe la campanilla, el turiferario inciensa el Cáliz y la Hostia y el pueblo, de rodillas, los adora y los mira con fe viva. En esto consiste el rito de la elevación.


18. Preces que siguen a la Elevación. Entre la Consagración y el Memento se encuentran en el Canon tres oraciones sublimes, aunque muy breves, independientes entre sí, pero bajo una conclusión común. Estas oraciones son, lo mismo que las que preceden a la Consagración, oraciones de presentación, pero presentación no ya como aquéllas de la ofrenda material del pan y del vino, sino del Cuerpo y Sangre del Señor. Hacen resaltar con toda claridad el acto sacerdotal de Jesucristo ofreciéndose a Dios por nosotros y apropiándonos su sacrificio. Dichas tres oraciones son: "Unde et mémores", "Supra quae" y "Súpplices te rogamus".

La oración "Unde et mémores" responde al mandato del Señor: "Haced esto en memoria de Mí", que acaba de repetir el celebrante al hacer la elevación del Cáliz. Es una "conmemoración" de la Pasión, Resurrección y Ascensión del Señor, que los griegos llaman "anamnesis", en recuerdo de cuyos misterios ofrece a Dios "la Hostia pura, santa e inmaculada, el Pan sagrado de la vida eterna y el Cáliz de la perpetua salvación". Estas palabras las subraya el celebrante con cinco bendiciones, tanto para acompañar -según es de práctica. en la Misa- las expresiones "hostia", "pan", "cáliz", etc., con ese gesto, como para recalcar bien, por medio de las cruces, la identidad del Sacrificio del Altar con el del Calvario.


La segunda oración "Supra quae" pide a Dios que mire propicio y acepte el Sacrificio de Cristo y nuestro, como miró y aceptó los sacrificios del niño Abel, de Abrahán y de Melchisedec. Alude a los corderillos ofrecidos por Abel (Gén. 4, 4), al sacrificio de su hijo Isaac por Abrahán (íd., 22), padre de los creyentes, y al pan y al vino ofrecidos por el Sumo Sacerdote Melquisedec (íd., 14, 18 ). Son éstos los tres más famosos sacrificios del A. Testamento y los más figurativos del Sacrificio de la Cruz y del Altar.

La tercera oración "Súpplices te rogamus", es de las más misteriosas del Canon. Para rezarla, el celebrante se inclina profundamente sobre el altar, como movido por su mismo contenido. Pide a Dios que "ratifique" en el Cielo (que es su "sublime altar") este Sacrificio de la tierra, en cuanto al fruto personal y a la eficacia subjetiva del sacramento; y para expresar esta idea de una manera sugestiva, pide le, sea transportado y presentado por manos de su Ángel.

19. El "Memento de los difuntos". Así como antes de la Consagración se hizo memoria de los "vivos" y llamó en su socorro a los Santos del Cielo en el Communicantes (n° 14), del mismo modo se hace ahora una conmemoración especial de los "difuntos", interponiendo, en el Nobis quoque, una nueva intercesión de los Santos en favor de los pecadores. Aquí el paralelismo es patente. Aunque ambos Mementos, el de los vivos y el de los difuntos, interrumpen la unidad del Canon, hay que reconocer que están discretísimamente insertados y que forman con el conjunto una sabia armonía.

"Acuérdate también, Señor, de tus siervos y tus siervas "N. y N. (se nombra mentalmente a algunos) que nos " han precedido con la señal de la f e y duermen el sueño "de la paz. A ellos, Señor, y a todos los que descansan "en Cristo, te rogamos les concedas el lugar del refrigerio, " de la luz y de la paz. Por el mismo J. C. N. S. Así sea."

La oración Nobis quoque peccatóribus, que el celebrante recita a continuación del Memento, dándose al principio un golpe de pecho y elevando la voz, es para pedir a Dios, por intercesión de los Santos, una participación para todos en el reino de los Cielos. Así es como se reafirma en el Canon el dogma consolador de la Comunión de los Santos.

Se hace mención especial aquí, de S. Juan Bautista y de otros 14 Mártires, 7 varones y 7 mujeres, a saber: 1 diácono (S. Esteban), 2 Apóstoles (S. Matías y S. Bernabé), 1 Obispo (S. Ignacio de Antioquía), 1 Papa (S. Alejandro), 1 Sacerdote (S. Marcelino), 1 Exorcista (S. Pedro), 2 mujeres casadas (Sta. Perpetua y Sta. Felicitas), 5 Vírgenes (las Santas Agueda, Lucía, Inés, Cecilia y Anastasia).

20. Al "Memento" de los difuntos y a la invocación de los Santos, que acabamos de explicar, síguese esta breve fórmula, que el celebrante acompaña con tres cruces sobre el Cáliz y la Hostia

"Por quién, oh Señor siempre creas estos bienes, los santi † ficas, los viví † ficas, los bendi † ces, y nos los otorgas."


21. La "Doxología" final y la "Elevación" menor. El CANON propiamente dicho termina aquí, con una solemne "Doxología", durante la cual el celebrante bendice cinco veces el Cáliz con la sagrada Hostia, elevándolos, al fin, a ambos unos centímetros sobre los corporales.

La "Doxología" reza así:

"Por Quién † y con Quién † y en Quién † te pertenece a Ti, oh Dios Padre † Omnipotente, en la unidad del Espíritu † Santo, todo honor y gloria. Por los siglos de los siglos. Así sea."

El "Amén" final con que, en las misas cantadas, responde el pueblo, es una ratificación solemne y un asentimiento general de la asamblea a todo lo que acaba de realizar, en nombre de todos y en secreto, el celebrante, en todo el transcurso del CANON.

LA PARTICIPACIÓN DEL SACRIFICIO,
O COMUNIÓN


Esta tercera división de la "Misa de los Fieles" comprende desde el "Paternoster" inclusive, hasta el fin de la Misa. Realiza aquello de la Cena del Señor: "Lo partió (la fracción del pan), y lo dió a sus discípulos (la Comunión), diciendo: "Tomad y comed de él todos". La Iglesia ha añadido por su cuenta la Postcomunión o acción de gracias después dé la Comunión.

Con la "Inmolación de la Víctima" ha quedado realizado el Sacrificio eucarístico, y ahora, con la "Participación" de la misma, se efectuará el Sacramento; pues no ha de olvidarse que la Misa es a la vez Sacrificio y Sacramento.

22. Una advertencia importante de Pío XII. Al empezar a tratar, en la encíclica "Mediator Dei", el punto de la Comunión eucarística, el Papa Pío XII advierte con gran encarecimiento: que, aun cuando el augusto Sacrificio se termina con la Comunión del divino banquete, sólo se requiere, para su integridad, que comulgue el sacerdote sacrificador, y no el pueblo, aunque esto sea muy recomendable y sumamente deseable. Es un, error -añade- querer hacer de la Comunión general o en común, como la cima de la celebración, y afirmar que no vale la pena celebrar cuando no hay fieles que comulguen.

23. El "Pater noster". La oración "dominical" es la primera que comienza la preparación para la Comunión.

El prólogo o "introducción": "Amonestados por los saludables mandatos, y aleccionados por la instrucción del mismo Dios, nos atrevemos a decir: Paternoster, etc."; tiene por objeto explicarla razón por la cual osamos hacer, uso de la oración "dominical", que es el haber sido animados y hasta obligados a ello por el mismo Jesús.

Dicho el "Paternoster" y tomando pie el celebrante de la última petición que dice: "Mas líbranos del mal", desarrolla y como parafrasea esa idea, rogando a Dios "nos libre de los males pasados (las reliquias de los pecados) presentes (pecados actuales, tentaciones, males corporales, etc. ) y futuros (o males posibles), y nos dé la paz en esta vida y el vivir siempre libres de pecado y de toda inquietud", poniendo como intercesores a la Santísima Virgen y a los Santos.

Esta prolongación del "Padre nuestro", que los liturgistas llaman "embolismo", interpretación o desarrollo, cantábase antiguamente en el mismo tono que el "Pater", como todavía se practica el Viernes Santo en la Misa de Presantificados. Al terminar esta plegaria, el celebrante se signa con la patena, besándola al fin.

24. La "Fracción del pan". Siendo como es la Misa, a la vez que un Sacrificio, un divino banquete, no podía faltar en ella la partición o la Comunión. Este rito consiste hoy en dividir la Hostia grande en tres partes, reservando las dos mayores para la Comunión del celebrante, y echando la partícula menor en el Cáliz consagrado, mezclándola con el vino.

La "fracción" es uno de los ritos esenciales del santo "Sacrificio". En una u otra forma existe, como indispensable, en todas las liturgias.

Los fieles comulgan con hostias distintas de la del celebrante y preparadas de antemano, y por eso la "fracción" actual no es tan expresiva como la antigua. Así y todo, ambos ritos, el antiguo y el actual, significan la estrecha unión que debe reinar siempre entre los cristianos alimentados por el mismo pan.

La mezcla de la hostia, con el vino del cáliz tiene dos explicaciones: una histórica y otra simbólica; pues, por una parte, se usó como necesaria para ablandar el pedacito de pan, "fermentum", y que debía sumirse en la Comunión, y por otra, sirve para significar que la separación del cuerpo y del alma de Jesucristo, efectuada en el Calvario y renovada en la Consagración, fue cosa pasajera, pues se volvieron luego a unir en la Resurrección, de que es imagen esta "conmixtión" de ambas especies.

Antes de dejar caer la partícula en el Cáliz, hace con ella tres veces la señal de la cruz sobre el mismo, cantando: Pax Dómini sit semper vobíscum.

25. Los "Agnus Dei". Hecha la "mezcla", el celebrante tapa el cáliz, hace una genuflexión e inclinado profundamente sobre el altar, reza tres veces, mientras el coro y el pueblo lo cantan, el "Agnus Dei", dándose tres golpes de pecho. Esta triple jaculatoria, con su triple golpe de pecho, es una buena manifestación de humildad y de compunción, en vista de la Comunión.

El título de "Cordero de Dios", que aquí se usa, fué empleado ya por S. Juan Bautista (Joan, 1, 36) y por los Apóstoles. En efecto, Jesucristo es "Cordero" por la dulzura e inocencia de su vida, y lo es más todavía por haberse hecho víctima y sacrificándose por nuestros pecados. Los sacrificios de corderos de la antigüedad eran sólo figura de este verdadero Cordero de Dios. Él cargó sobre sí y lavó y borró (todos estos significados tiene la palabra latina "tollis") los pecados del mundo.

26. El "ósculo de paz". Al triple "Agnus Dei" síguele la oración "Ad pacem" (o preparatoria para la paz), la cual reza en silencio el celebrante, profundamente inclinado sobre el altar y con los ojos fijos en la sagrada forma, mientras el diácono la reza arrodillado a su derecha.

Al fin, el celebrante y el diácono besan el altar, y aquél da a éste el "ósculo de paz" rozándole levemente la mejilla y diciéndole al oído: "Pax tecum" (La paz sea contigo), y contestándole él: "Et cum spíritu tuo" (Y con tu espíritu). Después el diácono se la transmite, en la misma forma, al subdiácono, y éste se la lleva al coro de clérigos, si lo hay, y a los demás ministros del altar. De esta manera, la paz de Cristo circulaba antiguamente por toda la asamblea, y el rito tenía el significado y el valor de un acto de reconciliación mutua de todos los comulgantes antes de acercarse al altar.


El "ósculo de paz" se omite en las misas de Difuntos y en el último tríduo de Semana Santa. En las misas de Difuntos, porque primitivamente no se daba en ellas la Comunión; el Jueves y el Viernes Santo, para protestar contra el beso del traidor Judas, y el Sábado Santo porque la Misa se celebraba y Jesucristo no saludó a sus discípulos con el "Pax vobis" hasta el día de la Resurrección.

27. La comunión del celebrante. Dicha por el celebrante la oración "Ad pacem" y transmitido al diácono, en la forma descrita, el "ósculo de paz", continúa inclinado sobre el altar y con los ojos fijos en la sagrada forma, rezando dos oraciones preparatorias a la Comunión.

Piden las acostumbradas disposiciones de pureza, humildad y buena voluntad, para comulgar con provecho del alma y del cuerpo (tutamentum mentis et córporis). En la primera se alude a la Comunión bajo las dos especies; en la segunda sólo a la del Pan, lo que indicaría ser ésta más reciente.

Luego toma la hostia y la patena en la mano izquierda, y repitiendo tres veces la humilde confesión del centurión: "Señor, yo no soy digno, etcétera", y subrayándolas con un triple golpe de pecho, comulga BAJO LA ESPECIE DEL PAN, haciendo con él la señal de la cruz y diciendo: "El CUERPO de Nuestro Señor Jesucristo guarde mi alma para la vida eterna. Así sea." Descubre luego el cáliz, lo adora con una genuflexión, recoge las partículas del corporal, y tomando el cáliz con la mano derecha y la patena con la izquierda y haciendo con aquél la señal de la cruz, comulga BAJO LA ESPECIE DEL VINO, diciendo: "La SANGRE de Nuestro Señor Jesucristo, etcétera".

Esta Comunión del celebrante, como queda dicho, es parte integrante del santo Sacrificio, hasta tal punto que, si por cualquier motivo no pudiera él continuar la Misa después de la Consagración, otro sacerdote tendría que continuarla y comulgar por él, aunque hubiese ya celebrado y no estuviese en ayunas. La razón es porque el Sacrificio se completa con la Comunión, al menos del sacerdote sacrificador.


28. La Comunión de los fieles. Unidos íntimamente los fieles con el celebrante desde el principio de la Misa, habiendo ofrecido con él la materia del Sacrificio y ofrecídose a sí mismos en el Ofertorio e inmolado juntos, en la Consagración, la divina Víctima; es justo que participen también ellos del sagrado banquete a continuación del sacerdote. Todo, en la Liturgia de la Misa, está dispuesto en vista de esta común participación, y la Misa que con mayor número de comuniones cuenta, y comuniones en éste preciso momento, es la que mejor responde a su institución y a la tradición eclesiástica.


29. Acción de gracias. Terminada la Comunión, toda la preocupación del sacerdote es dar por ello gracias a Dios, y así, mientras recoge meticulosamente las partículas que han podido desprenderse de la hostia y hace las abluciones de los dedos y del cáliz, deja caer, sin "cesar, de sus labios, breves pero muy expresivas frases de gratitud, con que comienza la acción de gracias oficial. Pero esta acción de gracias se formaliza, como quien dice, en la antífona "Communio" y con la oración "Postcommunio", que son las preces finales de la Misa propiamente dicha.

El "Communio", que está reducido hoy a una antífona (excepto en la Misa de Difuntos que conserva todavía el Verso y el estribillo).

La "Postcommunio" u oración ad compléndum (como la llaman los misales antiguos, porque terminaba el rito eucarístico propiamente tal), corresponde, por su estilo y corte, a la "Colecta" y a la "Secreta" del principio y mitad de la Misa.

Suelen ser oraciones preciosas y están henchidas de doctrina y de piedad. Su tema general es dar gracias por el Sacramento recibido, y pedir perduren en el alma sus saludables efectos y se trasluzcan al exterior por una vida mejor.

31. Despedida y Bendición final. La santa Misa no es un espectáculo o una reunión social, de la cual cada asistente pueda retirarse a su gusto, cuando le viene en deseo. Es un rito oficial presidido por el sacerdote y determinado por la Iglesia hasta en sus menores detalles, con intención de que se sujeten a él los fieles y los ministros. Ella es la que determina cómo se ha de empezar, cómo se ha de continuar y como y cuándo se ha de terminar. De ahí que, como lo hizo con los catecúmenos al final de "su" Misa, despida ahora a los fieles por intermedio del diácono, con la fórmula: "Ite missa est" o "Benedicámus Dómino", respondiendo el pueblo: "Deo grabas".

En las misas de Difuntos, en el afán santo de convertirlo todo en sufragios para los mismos, se usa la fórmula: "Requiéscant in pace", con la respuesta: "Amén".

El rito de la Bendición de la Misa Tridentina consiste en rezar la oración "Pláceat" (que resume los fines y frutos de la Misa) profundamente inclinado sobre el altar, en besar 'el altar, levantar los brazos, y los ojos hacia el Crucifijo, y bendecir al pueblo con el gesto acostumbrado, y diciendo: "Bendígaos Dios Todopoderoso, en el Nombre del Padre, etc.".

Los fieles se arrodillan y santiguan para recibirla.

El beso del altar, el abrir y cerrar los brazos, el elevar la vista y el mirar el Crucifijo se entiende que es para indicar que el Sacerdote recibe del mismo Cristo la bendición y que en su nombre la transmite él a los demás.

En las misas de Difuntos se omite la Bendición porque han conservado mejor su factura antigua en que no existía este rito.

32. El último Evangelio. El último Evangelio es otra adición que la Edad Media hizo a la Misa primitiva, tan sobria y mesurada. Es la primera página del Evangelio de San Juan, al cual tenían los antiguos mucha devoción.


33. Preces adicionales. Hasta el pontificado de León XIII, la Misa terminaba con el último Evangelio, como sucede con las cantadas y conventuales; pero este Papa mandó se rezaran de rodillas tres Avemarías, una Salve, una Oración a la Santísima Virgen y otra al Arcángel San Miguel, las que Pío X redondeó con la triple invocación al Sagrado Corazón. León XIII prescribió estas preces adicionales por la libertad de la Iglesia, y al conseguirla Pío XI, en 1929, con el tratado de Letrán, mandó él que se siguiera rezándolas en adelante por el pueblo ruso y por las iglesias separadas.
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CincoD2
Esporádico


Registrado: 07 Oct 2006
Mensajes: 97

MensajePublicado: Vie Oct 13, 2006 7:03 am    Asunto:
Tema: Benedicto XVI - Misas en latín.
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No me vereis en ninguna. Sin embargo no hace daño a nadie... Por mí no pasa nada malo...
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Francisco de Santoyo
Constante


Registrado: 05 Nov 2005
Mensajes: 969
Ubicación: Madrid (España)

MensajePublicado: Vie Oct 13, 2006 9:24 am    Asunto:
Tema: Benedicto XVI - Misas en latín.
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Hombre, es buena noticia siempre que no sea algo obligatorio.

Por que si ya cuesta acercar a la gente a la iglesia siendo en lenguas vernaculas... uff en latín seria todavia mas costoso.

Hombre hay aspectos de la misa tridentina que igual seria bueno incoporar a la liturgia actual, exceptuando lo del sacerdote de espalda a los fieles...Jesucristo hablaba de cara a sus seguidores!!!
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Dahrendorf
Asiduo


Registrado: 08 Jul 2006
Mensajes: 126

MensajePublicado: Vie Oct 13, 2006 11:06 am    Asunto:
Tema: Benedicto XVI - Misas en latín.
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Es que no va a ser obligatorio, sólo lo adoptaría el sacerdote que quisiera. Sinceramente no creo que cambie mucho la cosa con respecto a lo que hay ahora.
La medida puede aportar pluralidad litúrgica, cubre una necesidad pastoral (no tanto en los países latinos pero sí en Francia y USA, por ejemplo) y quizá "poner las pilas" sobre la necesidad de cuidar la liturgia. Su implantación dependerá de la voluntad de la gente, si prefiere una u otra.
Todo esto con la prudencia necesaria: todavía no hay nada oficial. Sólo la noticia del New York Times y muchos rumores, pero no estoy seguro que el diario neoyorquino tenga muy buenos contactos con la Santa Sede. Veremos.
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Simón Alemán
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Mensajes: 1742
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MensajePublicado: Vie Oct 13, 2006 12:20 pm    Asunto:
Tema: Benedicto XVI - Misas en latín.
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Estimados Hermanos en Cristo:

Esta es una muestra de como el Espíritu Santo Obra en el Papa.

Saludos en Cristo,

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fer PHN
Asiduo


Registrado: 23 May 2006
Mensajes: 440

MensajePublicado: Vie Oct 13, 2006 12:40 pm    Asunto:
Tema: Benedicto XVI - Misas en latín.
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que alegria! alzo arriba los brazos al Papa!



bendiciones
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fer PHN

"só tua Graça me basta e tua prescença é meu prazer!!!" VIVA JESÚS SACRAMENTADO!!!
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arturus
Veterano


Registrado: 18 Dic 2005
Mensajes: 1282
Ubicación: Ciudad de Panamá, Panamá

MensajePublicado: Vie Oct 13, 2006 12:45 pm    Asunto:
Tema: Benedicto XVI - Misas en latín.
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Al fin, gracias a dios que se soluciono todo
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Dí lo Negro, Haz lo Rojo. P. John Zuhlsdorf
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Juan José Ramonfaur Royo
Asiduo


Registrado: 03 Oct 2005
Mensajes: 201
Ubicación: México

MensajePublicado: Vie Oct 13, 2006 3:53 pm    Asunto:
Tema: Benedicto XVI - Misas en latín.
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arturus escribió:
Al fin, gracias a dios que se soluciono todo


Pues que problema había?

Que Dios los bendiga ....
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Registrado: 22 May 2006
Mensajes: 4487
Ubicación: Allende, Nuevo León, México

MensajePublicado: Vie Oct 13, 2006 3:57 pm    Asunto:
Tema: Benedicto XVI - Misas en latín.
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Juan José Ramonfaur Royo escribió:
arturus escribió:
Al fin, gracias a dios que se soluciono todo


Pues que problema había?

Que Dios los bendiga ....


Hay algunos problemas de abusos de la liturgia. Ver este tema: http://foros.catholic.net/viewtopic.php?t=14447
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Rubén
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joefer
Asiduo


Registrado: 04 Oct 2005
Mensajes: 226

MensajePublicado: Vie Oct 13, 2006 4:06 pm    Asunto:
Tema: Benedicto XVI - Misas en latín.
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alabado sea Dios, de nuevo estara al alcanse de las gentes la misa que ha tantos santos ha santificado.
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¡ viva Cristo Rey¡
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Darktobe
Veterano


Registrado: 25 Jul 2006
Mensajes: 1168
Ubicación: En la Matrix

MensajePublicado: Vie Oct 13, 2006 4:15 pm    Asunto:
Tema: Benedicto XVI - Misas en latín.
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joefer escribió:
alabado sea Dios, de nuevo estara al alcanse de las gentes la misa que ha tantos santos ha santificado.


Y el otro tipo de misas no?
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No dispongo de muchas explicaciones, por eso dejo que exista el misterio
El destino es una creación humana para acomodar sus acciones en lo incierto y no en lo verdadero
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