magnanellijua Esporádico
 
  Registrado: 27 Nov 2005 Mensajes: 32
 
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           Publicado:
            Mar Dic 12, 2006 9:14 pm    Asunto:
            The Nativity Story 
            Tema: The Nativity Story  | 
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				Hola Amigos, les cuento que vi la pelicula el nacimiento y en general me gusto, pero ciertos detalles no me cerraban mucho y me han mandado este articulo que quisiera compartir con ustedes. para que lo lean y se fijen porque es cierto si uno la ve asi a la ligera no se da cuenta. Un abrazo en Cristo 
 
 
 
Diciembre 8 de 2006. 
 
> Solemnidad de la Inmaculada Concepción de María. 
 
> He visto el film. Debía hacerlo porque si ya me había indignado un episodio 
 
que leí en Alfa y Omega y que lo da este periódico católico como detalle, dice 
 
“detalle no menor”, pero detalle al fin, y es el de la adivina que le lee la 
 
mano a María, era de suponer que habría más. Y así resultó. 
 
> En “Natividad” se ataca, lisa y llanamente, a la figura de María que aparece 
 
como una joven como las demás, que se fija en los mozalbetes del lugar, por 
 
momentos deprimida, siempre pasiva y abúlica, que no expresa ninguna vida 
 
interior. Parece aburrirse o es simplemente aburrida, hastiada, por momentos 
 
angustiada y lo que es peor dubitativa, de fe tambaleante y poco caritativa ya 
 
que no se la ve atenta a las necesidades de los otros. 
 
> Ya al comienzo vemos que María es sujeto de reprimendas de parte de los 
 
padres porque se ha quedado jugando con las chicas y muchachos y no hizo lo que 
 
tenía que hacer. Dicho sea de paso, los chicos no parecen muy inocentes que 
 
digamos porque un muchacho se lanza encima de una de las amigas de esta María y 
 
se revuelcan por el suelo. Ya se verá que estos detalles marginales no son 
 
baladíes. 
 
> Al padre, los soldados enviados por Herodes, le quitan un asno de su 
 
propiedad. José lo recupera comprándolo y se lo da a María y le dice: 
 
> “Dile a tu padre que se lo dejaron olvidado, así conservará su orgullo”. 
 
Bueno, es lo que se diría una mentira piadosa y después de todo el buen Joaquín 
 
tendría su orgullo como el que más. ¿Habrá esta María dicho la mentirilla? 
 
Pasemos por alto este otro detalle y vayamos a los desposorios. Cuando los 
 
padres -sí ambos, padre y madre, están vivos- eligen a José como su futuro 
 
esposo ella se fastidia y dice: 
 
> “¿Por qué me obligan a desposarme con un hombre que no amo?” “¿Por qué?” Le 
 
responde la madre: “Podemos alimentarnos todos (José estaba según el autor de la 
 
película en mejor posición que ellos). Lo hemos hecho por ti”. Casamiento por 
 
conveniencia, no por elección de la providencia. Aparte de mostrar la moza aires 
 
de rebeldía, tal actitud es inaudita dado que a José lo presentan como un joven 
 
bueno, y en tiempos y sociedades en que los matrimonios se pactaban primero, 
 
hubiera sido motivo de alegría conseguir un hombre así (a menos que los autores 
 
quieran insinuar que a ella le gustaba otro) y luego, el tema es anacrónico 
 
porque por la misma razón que pactar un matrimonio era parte de la vida habitual 
 
no había lugar a quejas ni planteamientos. 
 
> Luego, la misma madre dice: “...siempre hay esperanza”. A lo que esta María 
 
replica: “¿Incluso en Nazaret?”. Vaya, vaya que es escéptica la niña. Así que 
 
poca o nada la esperanza. 
 
> El anuncio del ángel no podría haber sido enmarcado y presentado en un 
 
contexto de menor sobrenaturalidad. ¡Un ángel que se pasea mientras ella lo 
 
escucha, no en la intimidad sino en el campo donde hay otros que están por ahí! 
 
> El ángel la saluda: “¡Salve, oh elegida!” Qué va, nada de “llena de gracia”. 
 
Elegida puede haber muchas pero llena de gracia, de la plenitud de la gracia 
 
sólo una. 
 
> Cuando ella al escuchar el anuncio pregunta al ángel: “¿Cómo es posible?”, lo 
 
hace moviendo la cabeza en signo de negación. Duda. ¿Fue esto así? Si fue así 
 
¿por qué no fue castigada como lo había sido Zacarías que quedó mudo por dudar? 
 
Yahvé es un Dios celoso que no admite de sus elegidos dudas. Moisés por algo 
 
menor, por no haber confiado y golpear dos veces la roca para que brote agua, es 
 
castigado y no verá la Tierra Prometida (Cf Nm 20:12). 
 
> Nos preguntamos dónde está la Madre de la fe, la Madre de los creyentes, la 
 
“¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de 
 
parte del Señor!” (Lc 1:45). Pero, esta María duda al punto que yendo a visitar 
 
a Isabel suspira al Dios, a quien no le termina de creer: “¡Por favor, Señor, 
 
haz que Isabel esté encinta tal como me dijo el ángel!” 
 
> Ella da su conformidad apáticamente al ángel: “Soy la esclava del Señor” y se 
 
arrodilla mientras el ángel está en pie. Imagino que un director católico no 
 
habría dispuesto esa escenografía y conociendo la iconografía habría hecho 
 
arrodillar al Arcángel ante la Encarnación del Verbo Eterno de Dios, que se hace 
 
presente por el sí de la Virgen. Pero, convengámoslo, esto es mucho pedirle a 
 
una directora presbiteriana. 
 
> Cuán lejos está toda esa anunciación de lo que han escrito los santos como san 
 
Sofronio: Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo. ¿Y qué puede ser más 
 
sublime que este gozo, oh Virgen Madre?...¿Acaso se puede imaginar una gracia 
 
más espléndida? El Señor está contigo. ¿Y quién es el que puede competir 
 
contigo? Dios proviene de ti. Verdaderamente, bendita tú entre las mujeres, pues 
 
a pesar de ser una mujer, creatura de Dios como todas las demás, has llegado a 
 
ser, de verdad, Madre de Dios. Pues, lo que nacerá de ti es, con toda verdad, el 
 
Dios hecho hombre (sermón 2, Anunciación de la Virgen). 
 
> En la película el episodio sublime de la visitación del Evangelio se degrada 
 
a un mero encuentro entre dos mujeres corrientes que están embarazadas con un 
 
diálogo propio de una telenovela. 
 
> Dice la Sagrada Escritura: “En cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de 
 
gozo el niño en su seno. Isabel quedó llena de Espíritu Santo y exclamó a 
 
gritos: “Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno; y ¿de dónde 
 
a mí que venga a verme la madre de mi Señor? Porque apenas llegó a mis oídos la 
 
voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno. ¡Feliz la que ha creído que 
 
se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!”” (Lc 1:39-45). 
 
> En la película no se trasunta la mínima unción y la presencia trinitaria de 
 
Dios en María. En el relato lucano resulta evidente que apenas escuchó Isabel el 
 
saludo de María quedó llena del Espíritu Santo y que el niño saltó de un gozo 
 
sobrenatural. La Voz reconocía a la Palabra y la Madre del Precursor a la Madre 
 
de su Señor. Y la reconocía a gritos ante el solo saludo “Shalom!” de María. 
 
¡Cuánta majestad en la verdadera escena ante la presencia divina que trae la 
 
Virgen de Nazaret! En cambio, qué encontramos en la película: la banalidad de un 
 
diálogo y de una transposición de situaciones y de palabras que roban toda 
 
sublimidad y tensión al misterio del encuentro. No es el niño en el vientre de 
 
Isabel que brinca de gozo -recibiendo también él el Espíritu Santo anunciado por 
 
el ángel a Zacarías- por esa visita de María, sino que es María que le dice a 
 
Isabel: “Isabel, ¡se mueve!” A lo que responde Isabel que a ella también se le 
 
mueve el hijo que lleva dentro. Nada de sobrenaturalidad, nada de la presencia 
 
única de Dios en María, a quien cubre el poder del Altísimo con su sombra y a 
 
quien, plena de la totalidad de la gracia, el Espíritu Santo obra en Ella el 
 
misterio de salvación que es, al mismo tiempo, el más grande y sublime de la 
 
creación: generar en su propia carne al Hijo de Dios, Hijo suyo. 
 
> En cambio de la exultación, Isabel se limita a un genérico “Bendita sea la que 
 
cree” que no se sabe muy bien a quién se refiere porque esa María no transmite 
 
ni vive la fe ni la dicha de la bendición. 
 
> La visita a Isabel, por la actitud de esa María, se deduce fue sólo para 
 
comprobar si era verdad lo que había dicho Dios por el ángel y no para acudir en 
 
ayuda de su pariente ni para compartir la alegría de ese Dios para quien “nada 
 
es imposible” y que tanto ama. Esa María sigue en su pasividad y abulia. 
 
> El Magnificat, el canto de alabanzas de la Virgen al Dios que ha hecho 
 
maravillas en Ella y rompe su silencio evangélico, está ausente en la 
 
visitación. Sólo aparece al final –en la huida a Egipto- fuera totalmente del 
 
contexto y con un significativamente trunco “el Poderoso ha hecho obras grandes” 
 
cuando debería haber sido “el Poderoso ha hecho obras grandes por mí” (Cf Lc 
 
1:49). La diferencia no es sutil. A quitar el “por mí”, ya que hay que negarle 
 
todo merecimiento a la Virgen. ¡Y este es el film que se publicita como la 
 
verdadera historia del Nacimiento de Jesús! 
 
> Sabemos que el cine es primariamente imágenes y que las imágenes dicen más 
 
que las palabras porque quedan impresas de manera más fuerte. Estas imágenes de 
 
“Natividad” hablan de una María no feliz, insulsa, apática y que no expresa ni 
 
está a la altura del acontecimiento más grande de la creación, porque la 
 
Encarnación de Dios que se hace hombre en su seno es más grandioso que la 
 
creación de trillones de galaxias. Palabras bíblicas como las de Isabel: “¿A qué 
 
debo que la Madre de mi Señor venga hasta mí?” chocan con la imagen de la 
 
supuesta virgen, que más bien hace pensar: ¿qué Señor será ese que no suscita la 
 
mínima alegría en aquella mujer que es su madre? 
 
> Al regreso a Nazaret, hay todo una discusión a cuatro. De una parte la María 
 
del film, que cuenta que se le apareció el ángel, y de la otra José y los padres 
 
de ella que no le creen. Por supuesto, todo esto absolutamente inventado. 
 
> Viene luego el sueño de José y el censo por el que tienen que ir a Belén. 
 
> Hay detalles en la película en los que, insisto, hay que reparar. No se debe 
 
pensar que están ahí porque sí. Tienen un fin preciso porque son los que van 
 
dando la tonalidad a lo que se quiere dar como mensaje y además porque obran en 
 
manera subliminal. 
 
> En la ida a Belén el detalle es que los detienen soldados romanos para 
 
revisarlos y a esa María la palpan, la manosean. Si no se está atento puede 
 
pasar desapercibido. Luego, otro detalle, una adivina les regala dulces y lee la 
 
mano de la Virgen. “Tu mano me dice que es varón”, le espeta. En esto repito lo 
 
dicho en otra carta: 
 
> Siendo la Virgen inmaculada, plena de la gracia, llena del Espíritu Santo y 
 
por añadidura hija de Israel, que conocía perfectamente que la adivinación era 
 
abominable a Dios (Cf Dt 18:10) y que si no lo hubiera conocido igualmente el 
 
Espíritu la hubiera alertado del pecado, cómo, entonces, se puede admitir o 
 
siquiera imaginar que se prestase a que le adivinasen el futuro. ¿No habría 
 
retirado velozmente la mano y se habría apartado de aquella mujer? 
 
> Otro detalle: Al vadear un río aparece una culebra y esta María llena de miedo 
 
cae de la cabalgadura, está por ahogarse y José la salva. Me pregunto: ¿Por qué 
 
la directora habrá elegido una culebra, una víbora asustando a esa María y 
 
haciendo que las aguas la arrastren? Pienso que muchos habríamos imaginado a la 
 
Virgen enfrentando a la víbora –imagen de Satanás- y nunca arrastrada por las 
 
aguas. Sugestivamente esas aguas hacen pensar las que vomita de la boca el 
 
Dragón del Apocalipsis. “Entonces el Dragón vomitó de sus fauces como un río de 
 
agua, detrás de la Mujer, para arrastrarla con su corriente. Pero la tierra vino 
 
en auxilio de la Mujer: abrió la tierra su boca y tragó el río vomitado de las 
 
fauces del Dragón”(Ap 12: 15-16). El caos satánico no consigue arrastrar a la 
 
Mujer. 
 
> Cuando buscan albergue en Belén ella reza: “¿No puedes ayudarnos?” Esa no es 
 
oración de la Virgen que sabe que Dios es Todopoderoso. 
 
> Además, a esta María le falta caridad porque, otro detalle, en un momento en 
 
que los siguen a María y a José, el burro que llevaba a una mujer se cae y ellos 
 
siguen como si nada hubiera ocurrido. Es decir que ni fe, ni esperanza, ni 
 
caridad, ni valor, ni temor de Dios, nada. 
 
> Y llegamos a una de las peores escenas: la del parto. La María del film pare 
 
con dolor. Cierto, ya a lo largo de la película había demostrado que no era la 
 
Inmaculada, la que desde el momento en que fue concebida fue librada del pecado 
 
original y que nunca pecó. Esta María -de directora protestante- es como todos 
 
los demás mortales y, por tanto, a ella le cabe la misma maldición que a las 
 
demás mujeres: “con dolor parirás a tus hijos” (Gn 3:16b). 
 
> Grita, cuando el nacimiento de Jesús debe haber sido de un gozo inefable y, 
 
para colmo de herejías, José hace de comadrona. Desde luego, es de inferir que 
 
María ya no es virgen después de ese parto. Esta directora sabe más que todos 
 
los santos juntos, que toda la tradición de los Padres. San Ignacio de Antioquia 
 
escribió: “al Príncipe de este mundo le quedaron ocultos: la virginidad de María 
 
y el parto de ella así como la muerte del Señor. Tres misterios clamorosos en el 
 
silencio de Dios” (Ef 19:1). No sólo sabe más que los santos sino que el mismo 
 
diablo. 
 
> Sin embargo, no debería sorprendernos una obra así porque sabemos que la 
 
directora es presbiteriana, por tanto era de esperar algo por el estilo aunque, 
 
como se ha visto, abundan detalles que van más allá de presentar a la Virgen 
 
como a una mujer cualquiera ya que se busca denigrarla. 
 
> Conclusión: 
 
> La película es contraria a la fe católica al desmerecer a la Madre de Dios, 
 
ofendiendo a la fe y a la verdad de las Escrituras y a las enseñanzas del 
 
Magisterio de la Iglesia y de la Tradición. Simplemente proyecta prejuicios y 
 
nos muestra la clase de fe y personalidad de los autores. 
 
> La virgen de “Natividad” es una joven vulgar, cualquiera de nosotros podríamos 
 
elegir una mucho mejor que esa María que nos proponen. Por tanto, la ofensa va 
 
dirigida directamente a Dios que fue quien la creó y predestinó para ser Madre 
 
de su Hijo. 
 
> La María del film carece de las virtudes teologales, es pecadora y 
 
concupiscente, apática, llena de temores y no trasluce vida interior alguna. A 
 
esta María, como me decía un sacerdote muy amigo, yo no le rezo. 
 
> María, Madre y Virgen, hay solo una: la verdadera de la fe. Aquella de quien 
 
san Bernardo dijo: De Maria “nunquam satis”, nunca se ha de hablar, alabar, 
 
elogiar lo suficiente cuando de ella se trata. 
 
> El Beato Abad Elredo dijo: “Le debemos honor porque es la Madre de nuestro 
 
Señor. Pues quien no honra a la madre sin duda que deshonra al hijo…Afirma la 
 
Escritura: Alabad al Señor en sus santos. Si nuestro Señor debe ser alabado en 
 
sus santos, en los que hizo maravillas y prodigios, cuánto más debe ser alabado 
 
en María, en la que hizo la mayor de las maravillas, pues él mismo quiso nacer 
 
de ella” (sermón 20). 
 
> San Anselmo pudo exclamar: “¡Oh, mujer llena de gracia, sobreabundante de 
 
gracia, cuya plenitud desborda la creación entera y la hace reverdecer!¡Oh, 
 
Virgen bendita, bendita por encima de todo, por tu bendición queda bendita toda 
 
criatura, no sólo la creación por el Creador, sino también el Creador por la 
 
criatura. El que pudo hacer todas las cosas de la nada no quiso rehacer sin 
 
María lo que había sido manchado” (Sermón 52). 
 
> Una pléyade de santos, todos en realidad, han hablado de Ella alabándola, 
 
brindándole filial amor y le han rezado pidiendo su auxilio y protección. San 
 
Ildefonso, ya en los primeros siglos, defendía la perpetua virginidad de María. 
 
Virgen antes, durante y después del parto. Santos de todos los tiempos: 
 
Bernardo; Agustín; Tomás de Aquino; Francisco; Clara; Domingo; Teresa de Jesús; 
 
Teresita del Niño Jesús y de la Santa Faz; Ignacio; Alfonso María de Ligorio; 
 
Antonio María Claret; Don Bosco; Francisco , Jacinta y Lucia; Bernardette; Pío 
 
de Pietrelcina; Josemaría; Maximiliano Kolbe; Gianna Beretta Molla, Luis 
 
Orione; Bartolo Longo; Edith Stein; el P. Kentenich y una interminable lista 
 
hasta llegar a nuestro amado Juan Pablo II – por nombrar solo a algunos - todos 
 
ellos han sido unánimes en el amor y en el respeto y reverencia hacia la Madre 
 
de Dios. Respeto, amor y reverencia que, por otra parte, compartimos con 
 
nuestros hermanos ortodoxos. Por eso, este film no puede ni rozar a la Virgen 
 
porque sencillamente esa María es falsa. No es la Virgen y punto. 
 
> Lo que sí preocupa es que haya sido presentada en el Vaticano. Cierto es que 
 
lo fue en un momento en que todos estaban ocupados y preocupados por el viaje 
 
del Santo Padre a Turquía. Se proyectó el film precisamente dos días antes de la 
 
partida del Papa. De todos modos, es de pensar que algunos habrán visto la 
 
película antes del lanzamiento como para opinar, por lo que esperamos 
 
aclaraciones. 
 
> Asimismo, preocupa el que haya contado y cuente, inexplicablemente, con buena 
 
crítica de medios católicos. Algunos, es cierto, simplemente hacen eco de otros 
 
ya que se forma una suerte de onda expansiva a partir del hecho de estar el 
 
Vaticano de por medio. 
 
> Todo hace pensar que se ha tratado de socavar, ahora por este medio, la 
 
autoridad del Vaticano a la que las personas inmediatamente asocian la persona 
 
del mismo Santo Padre. Por ello, debemos todos rezar mucho por nuestro Papa, 
 
porque él está siendo atacado en todos los frentes, hace poco con la clase 
 
magistral de Ratisbona sacando una cita de contexto, ahora en éste. Recemos para 
 
que nada impida que la luz de la verdad se manifieste y reparemos también por 
 
las ofensas cometidas contra nuestra Santísima Madre. 
 
> A escribir esta carta me ha movido y me mueve el amor por la Iglesia, por la 
 
verdad en la sana doctrina que nos viene de la fidelidad a las Sagradas 
 
Escrituras y del Magisterio y, al mismo tiempo, la preocupación por la confusión 
 
que genera en los fieles este film. Todo ello ha sido una exigencia en mí para 
 
señalar y advertir acerca de los graves errores en que incurre el film. De no 
 
haberlo hecho así habría, de acuerdo a mi conciencia, cometido un grave pecado 
 
de omisión convirtiéndome en perro mudo que no ladra ante la palmaria herejía. 
 
> P. Justo Antonio Lofeudo mslbs | 
			 
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