CarlosR26† Veterano
Registrado: 01 Oct 2005 Mensajes: 3941 Ubicación: MEXICO, Jal.
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Publicado:
Vie Nov 25, 2005 11:53 pm Asunto:
EL SANTO TEMOR DE DIOS
Tema: EL SANTO TEMOR DE DIOS |
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- IV -
Capítulo del santo temor de Dios
Quien no tema, demuestra que nada tiene que perder. El santo temor de Dios ordena, gobierna y rige al alma y la lleva a la gracia. Si alguien posee alguna gracia o virtud divina, el santo temor de Dios es el que la conserva. Y quien todavía no ha alcanzado la virtud o la gracia, por el santo temor de Dios la alcanzará. El santo temor de Dios es el conductor de las divinas gracias, porque eleva al alma de do habita, haciéndola llegar a la virtud santa y a las gracias divinas. Cuantas criaturas caen en pecado, no habrían caído de haber tenido el santo temor de Dios. Pero este santo don de temor no es dado sino a los perfectos; de modo que el hombre es más perfecto cuanto más temeroso y humilde. Bienaventurado el hombre que reconoce que está en una cárcel, que tal es este mundo, y recuerda siempre que ha ofendido gravemente a su Señor. Mucho ha de temer el hombre de la soberbia que no le empuje y le haga caer del estado de gracia en que está; porque nunca el hombre puede estar seguro, teniendo acá a nuestros enemigos, que son las lisonjas de este mundo miserable y nuestra propia carne, que, con los demonios, siempre es enemiga del alma. Precisa que el hombre tenga siempre mayor temor para que su propia malicia no le venza y engañe, que de ningún otro enemigo. Es imposible que el hombre pueda alcanzar alguna gracia o virtud divina, ni perseverar en ésta sin el temor de Dios. Quien no tuviere temor de Dios, se halla en camino de perecer, y, mayormente, de perderse en absoluto. El temor de Dios hace que el hombre obedezca humildemente e incline su cabeza bajo el yugo de la obediencia; y cuando el hombre posee mayor temor, adora con más fervor; y no es pequeño el don de la operación que le ha sido dado. Las obras virtuosas de los hombres, aunque a mí me parezcan grandes, no son computadas ni remuneradas según nuestra estimación, sino según la estimación y el beneplácito de Dios. Y Dios no mira la cantidad de las fatigas, sino la cantidad del amor y de la humildad. Y por esto la parte más segura para nosotros es la de siempre amar y temer con humildad, y no fiarse nunca de sí mismo de bien alguno, teniendo siempre por sospechosos a los pensamientos que nacen en la mente con el especioso pretexto del bien. _________________ Amar es decir al otro: "Tu no moriras"
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