CarlosR26† Veterano
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Publicado:
Vie Nov 25, 2005 11:54 pm Asunto:
LA SANTA PACIENCIA
Tema: LA SANTA PACIENCIA |
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- V -
Capítulo de la santa paciencia
El que con firme voluntad y paciencia sufre y sostiene las tribulaciones con fervoroso amor a Dios, pronto hallará grandes gracias y virtudes y será señor de este mundo, y en el otro glorioso hallará el premio. Todo lo que obra el hombre, bueno o malo, lo obra para sí mismo. Pero no te escandalices de aquél que te injuria, sino ten paciencia humilde, doliéndote solamente su pecado, teniéndole —225→ compasión y rogando fervorosamente por él. Cuando el hombre es fuerte en sostener y padecer pacientemente injurias y tribulaciones por el amor de Dios, está tanto más cerca de Dios; y cuanto el hombre es más débil en sostener dolores y adversidades por amor de Dios, tanto es menor ante Dios. Si alguien te alabase diciendo bien de ti, rinde la loa a Dios solo; y si alguien dice mal de ti o te vitupera, ayúdale tú diciendo mal de ti mismo. Si quieres que tu parte sea siempre mejor, estudia hacerla mala, y buena la de tu compañero, culpándote siempre a ti mismo, y alabando o al menos excusando a tu prójimo. Si alguien quiere discutir o litigar contigo, si quieres vencer, pierde y vencerás. Porque si quisieras litigar para vencer, cuando te creyeres vencedor hallarás que es mucho lo que has perdido. Hermano mío: créeme, que la vía derecha de la salvación es la vía de la perdición; y cuando somos buenos llevaderos de las tribulaciones, entonces podemos ser y somos perseguidores de los eternales consuelos.
Mucha mayor consolación y más meritoria cosa es sostener las injurias y los improperios pacientemente, sin murmuración, por el amor de Dios, que apacentar a cien pobres y ayunar cada día, continuamente. ¿Qué útil es el hombre o de qué le sirve despreciarse a sí mismo, y atribular a su cuerpo con grandes ayunos, vigilias y disciplinas, si no puede sostener una pequeña injuria de su prójimo? De la cual, por cierto, conquistaría mayor premio y mayor mérito que de todas las aflicciones que abrace el hombre por su propia voluntad; porque sostener las injurias, los vituperios del prójimo con humilde paciencia y sin murmurar, mejor entonces purga sus pecados que abriendo la fuente de las lágrimas.
¡Bienaventurado el hombre que siempre tiene ante los ojos de su mente la memoria de sus pecados y los beneficios de Dios! Porque sostendrá con paciencia cualquier tribulación o adversidad, de las cuales cabe esperar las grandes consolaciones.
El hombre verdaderamente humilde no espera de Dios premio o mérito alguno, sino que busca cómo podrá satisfacer, reconociéndose en todo su deudor. Y el bien que tiene reconoce tenerlo por la bondad de Dios únicamente y no por sus propios méritos; y toda adversidad la reconoce como castigo por sus pecados.
Un fraile preguntó a fray Egidio, diciendo:
-Padre: ¿Qué haremos si en nuestro tiempo cae sobre nosotros un turbión de males y de tribulaciones?
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Contestó fray Egidio diciendo:
-Hermano mío: quiero que sepas que si el Señor ordenase a los Cielos que lloviesen piedras y saetas, no nos harían ningún daño si fuésemos lo que debemos ser; porque en siendo el hombre verdaderamente tal cual debe ser, todo mal y tribulación se le convierte en bien; y al contrario, para el hombre de mala voluntad, todos los bienes se le convierten en mal y en juicio. Si te quieres salvar y caminar hacia la gloria celestial, no huelgas considerando venganza alguna, ni justicia de criatura alguna; porque la herencia de los santos consiste en hacer siempre bien y recibir siempre mal. Si en verdad conocieras cómo y cuán gravemente has ofendido a tu Criador, conocerías que es digna y justa cosa que todas las criaturas te persigan y te den pena y tribulación; y ellas hacen venganza por lo que hiciste tú al Criador. Muy gran virtud es que el hombre se venza a sí mismo; porque el que se vence a sí mismo vence a todos sus enemigos y alcanza todo bien. Y aun fuera mayor virtud si el hombre dejase vencer a sus enemigos los hombres; porque sería señor de todos sus enemigos, esto es, de los vicios y de los demonios, del mundo y de la propia carne. Si te quieres salvar, renuncia y desprecia toda consolación que te puedan dar las cosas todas de este mundo y todas las criaturas mortales; porque con frecuencia son mayores las caídas que sobrevienen a las prosperidades y consuelos, que las que vienen con las adversidades y tribulaciones.
Una vez murmuraba un religioso de su prelado en presencia de fray Egidio por causa de una áspera obediencia que le había impuesto; al cual contestó fray Egidio:
-Carísimo mío: cuanto más murmurarás, tanto más cargarás tu peso y más duro te será sobrellevarlo; y cuanto más humildemente y más devotamente someterás tu cabeza al yugo de la santa obediencia, tanto más leve y más suave te será sobrellevar aquella obediencia. Pero me parece que no quieres ser vituperado en este mundo por el amor de Cristo, y quieres ser honrado en el otro con Cristo; no quieres ser perseguido en este mundo, ni maldecido por Cristo, y quieres en el otro ser bendito y recibido por Cristo; tú no quieres fatigarte en este mundo y quieres en el otro descansar y reposar. Hermano, hermanito: tú vas malamente engañado; porque por la vía de las vergüenzas y de los vituperios llega el hombre al verdadero honor celestial. Y para sostener las burlas y las maldiciones con paciencia por el amor de Cristo, llega el hombre a la gloria de Cristo y bien dice un proverbio mundano: «Quien no da de lo que le duele, no recibe lo que quiere». Si es útil naturaleza la del caballo, porque aunque el caballo corra velozmente, no obstante se deja gobernar y guiar y dirigir a la derecha y a la izquierda según la voluntad del jinete, en tal guisa debe hacer el siervo de Dios, esto es: dejarse gobernar, regir, guiar y torcer según la voluntad de su superior y atan de cualquier otro por el amor de Cristo. Si quieres ser perfecto, estudia el modo de ser gentil y virtuoso, y combate con valentía los vicios, sosteniendo pacientemente toda adversidad por el amor de tu Señor atribulado, afligido, vituperado, azotado, crucificado y muerto por tu amor y no por su culpa, ni por su gloria, ni por su utilidad, sino por la tuya, por tu amor; y para hacer lo que te digo, es preciso que te venzas a ti mismo; porque no le vale al hombre inducir y atraer a las almas hacia Dios, si antes no se induce y atrae a Dios a sí mismo. _________________ Amar es decir al otro: "Tu no moriras"
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