| Luis Manuel Constante
 
 
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 Mensajes: 500
 
 
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          |  Publicado:
            Lun Feb 12, 2007 4:30 am    Asunto:
            ¡Una maravilla! Tema: ¡Una maravilla!
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				| Andaba yo de bajón. ¡Has pecado mucho, muchacho! Últimamente tu vida no es todo lo santa y buena que te gustaría. Andas triste y preocupado. "Ahora a empezar desde cero", te dices. Recuperar la confianza, volver a sintonizar con la frecuencia del Cielo, orar tímidamente, ir a misa, un poquito cada día... Sin forzar la maquinaria. En fin, señores, que estaba yo como cuando nos  tropezamos una de tantas veces, una y otra vez, que hasta nos cansa el levantarnos. Y en estos  pensamientos andaba inquieto. En esto que una noche oía yo Radio María, esa bendición del cielo que nos acompaña a muchos en nuestras tareas diarias, las cosas del mundo, y escuché esto: "No te esfuerces avaramente por beber de un solo sobro lo que no puede ser sorbido de una vez. Tampoco desistas por pereza de lo que puedes ir bebiendo poco a poco." ¡De qué sutiles "casualidades" se vale el Señor para reprendernos de nuestra pereza! Al día siguiente, recordando las últimas palabras, busqué el texto en Internet, que resultó ser un bello poema de un Santo, llamado San Efrén. Me gusta ser católico. Dice así: 
 La Palabra de Dios
 
 Señor,
 ¿Quién hay capaz
 de penetrar con su mente
 una sola de tus frases?
 
 Como el sediento que bebe de la fuente,
 es mucho más lo que dejamos
 que lo que tomamos.
 
 Porque la Palabra del Señor
 presenta muy diversos aspectos,
 según la diversa capacidad
 de los que la estudian.
 
 El Señor pintó
 con multiplicidad de colores su Palabra
 una variedad de tesoros,
 para que cada uno de nosotros
 pudiera enriqueserse
 en cualquier punto de reflexión.
 
 La Palabra de Dios
 es el árbol de la vida
 que te ofrece el fruto bendito
 desde cualquiera de sus lados.
 
 Como aquella roca
 que se abrió en el desierto
 y manó de todos lados
 una bebida espiritual.
 
 Comieron, dice el Apóstol,
 el mismo manjar espiritual
 y bebieron
 la misma bebida espiritual.
 
 Por eso,
 quien llega a alcanzar
 alguna parte del tesoro de esta Palabra,
 no crea que en ella
 se encuentra solamente lo que él ha hallado.
 
 Ha de pensar, más bien,
 que de las muchas cosas que hay en ella,
 esto es lo único que ha podido alcanzar.
 
 No por el hecho de no entender
 todo el sentido del texto
 vaya a creer que esta Palabra
 es pobre y estéril, y la desprecie.
 
 Al revés:
 considerando que no puede abarcarla toda,
 dé gracias por la riqueza que encierra.
 
 Alégrate por lo que has alcanzado,
 sin entristecerte
 por lo que te queda por alcanzar.
 
 El sediento
 se alegra cuando bebe,
 y no se entristece
 porque no puede agotar la fuente.
 
 la fuente ha de vencer tu sed
 pero tu sed no ha de vencer
 la fuente.
 
 Porque, si tu sed queda saciada
 sin que se agote la fuente,
 cuando vuelas a tener sed
 podrás de nuevo beber de ella,
 en cambio,
 si al saciarse tu sed
 se secará también la fuente,
 tu victoria será en prejuicio tuyo.
 
 Da gracias
 por lo que has recibido.
 
 Y no te entristezcas
 por la abundancia sobrante.
 
 Lo que has recibido y conseguido
 es tu parte.
 Lo que ha quedado
 es tu herencia.
 
 Lo que por tu debilidad,
 no puedes recibir
 en un determinado momento,
 lo podrás recibir  en otra ocasión,
 si perseveras.
 
 No te esfuerces avaramente
 por beber de un solo sobro
 lo que no puede ser sorbido
 de una vez.
 
 Tampoco desistas por pereza
 de lo que puedes ir bebiendo
 poco a poco.
 
 
 Si ustedes me dicen que esto no es hermoso, que baje Dios y lo corrija. Yo al menos creo que el Santo estaba muy inspirado. Lo he leído varias veces. ¿Qué nos dice?
 
 Como el sediento que bebe de la fuente,
 es mucho más lo que dejamos
 que lo que tomamos.
 [...]
 No por el hecho de no entender
 todo el sentido del texto
 vaya a creer que esta Palabra
 es pobre y estéril, y la desprecie.
 [...]
 La Palabra de Dios
 es el árbol de la vida
 que te ofrece el fruto bendito
 desde cualquiera de sus lados.
 
 Desde luego, como católicos que somos, sería ingenuo por nuestra parte creer que el Santo se refiere sólo a la Biblia. Puede que un evangélico lo sea, pero no un católico. Habla de la Palabra, el manantial del que sorbemos poco a poco por la fe: oración, sacramentos, obra. Con Él (la Palabra) nos alimenta el Padre, no deja que muramos de sed. Su fuente es de Vida. ¡La Palabra tiene muchos sentidos que se van entretejiendo hasta llegar a la plenitud de Cristo! Esta riqueza de nuestra fe católica la deja bien clara el Santo cuando dice:
 
 Porque la Palabra del Señor
 presenta muy diversos aspectos,
 según la diversa capacidad
 de los que la estudian.
 
 El Señor pintó
 con multiplicidad de colores su Palabra
 una variedad de tesoros,
 para que cada uno de nosotros
 pudiera enriqueserse
 en cualquier punto de reflexión.
 [...]
 El sediento
 se alegra cuando bebe,
 y no se entristece
 porque no puede agotar la fuente.
 
 la fuente ha de vencer tu sed
 pero tu sed no ha de vencer
 la fuente.
 
 ¡La fuente ha de vencer tu sed, pero tu sed no ha de vencer la fuente! Qué gozo más grande, oye. Cuando uno tiene muchas dudas, le pueden decir algo más alto pero no más claro. Qué importante es esto que dice:
 
 Por eso,
 quien llega a alcanzar
 alguna parte del tesoro de esta Palabra,
 no crea que en ella
 se encuentra solamente lo que él ha hallado.
 
 Ha de pensar, más bien,
 que de las muchas cosas que hay en ella,
 esto es lo único que ha podido alcanzar.
 
 Y lo que es más importante, ¡no debemos olvidar que esta Palabra es lo único y todo lo que podemos ganar en plenitud! ¿Cómo agotarla? ¿Cómo venirse abajo por no agotar una fuente que en plenitud lo es todo para nosotros, y fuera de ella no hay otra cosa digna que podamos anhelar, porque fuera de ella no hay nada? Qué maravilla. Sigamos desmenuzando:
 
 Da gracias
 por lo que has recibido.
 
 Y no te entristezcas
 por la abundancia sobrante.
 
 Lo que has recibido y conseguido
 es tu parte.
 Lo que ha quedado
 es tu herencia.
 
 ¡Da gracias por lo que has recibido! Tengo que saber, cuando me ponga así de perezoso y tonto, que lo que Dios me da en cada momento es lo mejor que puede darme en ese momento, porque en ese momento y hasta ese momento no hay nada mejor para mí. Y, ¿cómo entristecerme por la abundancia sobrante? ¡Si lo que ha quedado es mi herencia, toda mi herencia! ¡Lo es todo! Culmina el Santo, despues de elevarnos a tan alto cielo, abajándonos con una tierna reprensión:
 
 No te esfuerces avaramente
 por beber de un solo sobro
 lo que no puede ser sorbido
 de una vez.
 
 Tampoco desistas por pereza
 de lo que puedes ir bebiendo
 poco a poco.
 
 Así alimenta Dios a sus hijos. Confiaré más en mi Señor.
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