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La Santa Iglesia Católica

 
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juanmaria
Asiduo


Registrado: 28 Dic 2006
Mensajes: 344

MensajePublicado: Dom Ene 07, 2007 1:43 pm    Asunto: La Santa Iglesia Católica
Tema: La Santa Iglesia Católica
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DEL NOVENO ARTÍCULO

Creo en la Santa Iglesia Católica, la Comunión de los Santos

I. Dos motivos por los cuales ha de explicarse con gran cuidado este artículo. —134. Cuan grande deba ser el cuidado, con que los Pastores han de explicar a los fieles la verdad de este noveno artículo, fácilmente se conocerá considerando principalmente dos cosas. La primera es que según San Agustín, más clara y abiertamente hablaron los Profetas de la Iglesia que de Cristo, porque preveían que muchos más eran los que podían errar en este artículo, que en el de la Encarnación. Porque no habían de faltar hombres impíos que a imitación de la mona que se finge hombre, profesarían ser solos ellos católicos, y afirmarían no menos sacrílega que orgullosamente que la Iglesia Ca­tólica solamente residía entre ellos. Y la segunda: que si tiene uno impresa firmemente esta verdad en su alma, se librará fácilmente del peligro horrendo de la herejía. Porque no cualquiera que falta contra la fe debe llamarse luego hereje, sino el que despreciando la autoridad de la Iglesia, defiende con pertinacia impías opiniones. Siendo, pues, imposible que se inficione con la peste de la here­jía quien esté firme en cuanto se propone en este artículo para creer, cuiden los Pastores con la ma­yor diligencia de que los fieles fortalecidos contra las astucias del enemigo con el conocimiento de este misterio perseveren en la verdad de la fe. Este artículo es consecuencia del precedente, porque después de haber demostrado que el Espíritu Santo es la fuente y dador de toda santidad, ahora confesamos que la Iglesia recibe toda su santidad de ese mismo Espíritu Santo.

II. Qué se entiende por la palabra Iglesia. —135. Como los latinos, habiendo tomado esta voz Iglesia de los griegos, la aplicaron después de la divulgación del Evangelio a significar cosas sagra­das, en primer lugar conviene declarar su sentido. Significa, pues, la voz Iglesia convocación o llamamiento; pero después los escritores la tomaron para designar reunión o junta del pueblo. Nada importa que el pueblo que se reúne adore el verdadero Dios o a los dioses falsos, porque en los hechos Apostólicos está escrito que habiendo el notario apaciguado el pueblo de Efeso, dijo: "Y si tenéis queja sobre otra cosa, podrá decidirse en la legítima Iglesia" (1). En cuyo lugar se llama legítima Iglesia al pueblo de Efeso dedicado a la adoración de Diana. Y no solamente los gentiles que no conocieron a Dios, mas también las reuniones de hombres malos e impíos se llaman algunas veces Iglesia, pues dice el Profeta: "Aborrezco la Iglesia de los malignos, y no me sentaré en compañía de los impíos" (2). Pero después, según costumbre de las santas Escrituras, se aplicó esta voz Iglesia para significar determinadamente la república cristiana y las congregaciones de los fieles, esto es de los que son llamados por la fe a la luz de la verdad y al co­nocimiento de Dios, para que disipadas las tinieblas de la ignorancia y errores, adoren piadosa y santamente al Dios vivo y verdadero, y le sirvan de todo corazón. Y para declararlo todo en una palabra con San Agustín: "La Iglesia es el pueblo fiel esparcido por todo el orbe".

III. De los misterios que encierra la voz Iglesia. —136. Este vocablo encierra grandes misterios. Porque en el Llamamiento que significa la palabra Iglesia se nos muestra la benignidad y resplandor de la divina gracia, y entendemos lo mucho que se diferencia ella de las demás sociedades. Porque éstas descansan solamente en la razón y prudencia de los hombres, pero aquella está fundada y apoyada sobre la sabiduría y consejo de Dios, ya que él es quien nos llamó interiormente por inspiración del Espíritu Santo que abre y penetra los co­razones humanos, y exteriormente por medio de los pastores y predicadores. Además de esto, el fin que se nos propone por esta vocación, es el conocimiento y posesión de lo eterno, corno claramente lo comprenderá el que advirtiere como el pueblo fiel, sujeto a la ley antigua, era llamado Sinagoga que quiere decir congregación. Este nombre se le impuso, dice San Agustín, porque a manera de reses de las cuales es propio ser congregadas, esperaba sólo bienes terrenos y caducos. Por lo mismo con gran razón se llama el pueblo cristiano, no Sinagoga, sino Iglesia, porque no contento con las cosas terrenas y temporales, únicamente aspira a las celestiales y eternas.

IV. Se declaran varios nombres con que las santas Escrituras llaman a la Iglesia Católica. —137. Otros muchos nombres llenos de misterios se han empleado también para dar a conocer la Iglesia ca­tólica; porque el Apóstol la llama ya casa (3), ya edificio de Dios (4). "Estas cosas te escribo, dice a Timoteo, por si tardare, para que sepas cómo debes gobernar la casa de Dios, que es la Iglesia de Dios vivo, columna y sostén de la verdad". Se llama casa la Iglesia porque es como una familia regida por un Padre de familia, y son comunes en ella todos los bienes espirituales. Llámase también rebano de las ovejas de Cristo (5), cuya puerta y Pastor es él mismo. Asimismo se le da el nombre de Esposa de Cristo: "Os desposé con un varón, que es Cristo, para presentaros a él como casta virgen" (6), dice el Apóstol a los de Corinto. Y el mismo a los de Efeso: "Maridos, amad a vuestras mujeres como Cristo amó a la Iglesia" (7). Y hablando del matrimonio dice: "Este Sacramento es grande, mas yo digo que entre Cristo y la Iglesia" (Cool. Finalmente se llama la Iglesia cuerpo de Cristo (9), como se puede ver en las cartas escritas a los de Efeso y a los Colosenses (10). Cada uno de estos nombres bien considerado es muy poderoso para excitar a los fieles a que se muestren en su conducta dignos de atraer sobre sí los efectos de la inmensa clemencia y bondad de Dios que los escogió para ser su pue­blo.

V. Se explican las dos partes principales en que se divide la Iglesia. —138. Explicadas estas cosas, a fin de que el pueblo entienda mejor la naturaleza, propiedades, dones y gracias de la Iglesia tan amada de Dios, y por ello alabe sin cesar a la divina Majestad, será necesario notar y enseñar distintamente las partes de que consta y sus diferencias. La Iglesia, pues, tiene principalmente dos partes, la una se llama triunfante y la otra militante. La triunfante es aquella resplandeciente y felicísi­ma reunión de espíritus bienaventurados, y de aquellos que habiendo triunfado del mundo, de la carne y del perversísimo demonio, libres ya y seguros de las molestias de esta vida, gozan de la bienaventuranza eterna. Mas la militante es la reunión de todos los fieles que aun viven en la tierra. Se llama militante porque milita en constante guerra contra los más crueles enemigos, que son mundo, demonio y carne.

VI. La Iglesia militante y triunfante son una sola Iglesia. —139. Mas no por eso se ha de creer que existan dos Iglesias, sino que una misma, según dijimos tiene dos partes, de las cuales la una precedió y goza ya de la patria celestial, y la otra va siguiendo cada día hasta que llegando a unirse algún día con nuestro Salvador, descanse en la eterna felicidad.

VII. En la Iglesia militante hay dos clases de hombres, buenos y malos. —140. En la Iglesia militante hay dos clases de hombres, a saber, buenos y malos. Los malos participan también los mismos Sacramentos y profesan la misma fe que los buenos, pero se diferencian de ellos en la vida y costumbres. Los buenos son aquellos que están unidos entre sí, no solamente por la profesión de una misma fe y participación de unos mismos Sacramentos, sino también por el espíritu de la gracia y lazo de la caridad, de los cuales se dice: "Bien conoce el Señor, quiénes son los suyos" (11). Y aun los hombres pueden pensar por algunas conjeturas quiénes son los que pertenecen a este número de buenos, pero de modo ninguno lo pueden saber ciertamente. Y esta es la razón porque debemos pensar que Cris­to nuestro .Salvador no habló de esta parte de la Iglesia (12) que se compone de solos justos, cuando nos remitió a la Iglesia y nos mandó que la obedeciésemos. Porque siéndonos esta parte desconocida y reservada ¿quién podría discernir ciertamen­te a qué juicio se había de recurrir, y a qué autoridad se debía obedecer? Consta, pues, la Iglesia de buenos y malos, como atestiguan las divinas letras (13) y los escritos de los santos varones (14), y esto es a lo que se refiere aquello del Apóstol: "Un cuerpo y un espíritu".

VIII. La Iglesia es visible y contiene en su seno buenos y malos. —141. Esta Iglesia es visible y se compara a una ciudad puesta sobre un monte, que de todas partes se ve, porque como todos la han de obedecer, es necesario que todos la conozcan. Ni solamente contiene dentro de sí a los buenos, sino también a los malos, según enseña el Evangelio en muchas parábolas. Como al recordarnos que el Reino de los cielos, esto es la Iglesia militante, es semejante a la red echada en el mar; o al campo en que sobre el grano se sembró la cizaña; o a la era en que el grano está mezclado con la paja; o a las diez vírgenes, parte fatuas, parte prudentes. Pero aun mucho antes se deja ver también la figura y semejanza de la Iglesia en el Arca de Noé en la cual no sólo estaban contenidos los animales limpios sino además los inmundos. Mas, aunque la fe cató­lica enseña verdadera y constantemente que los buenos y los malos pertenecen a la Iglesia, con todo, según las mismas reglas de la fe se ha de explicar a los fieles que es muy diferente la condición de unos y otros, porque los malos están en la Iglesia así como la paja suele estar en la era mezclada con el grano, y a la manera como los miembros vivos suelen algunas veces estar con otros varios muertos, unidos al mismo cuerpo.
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"Primum, propter quod in unum estis congregati ut unianimes habitetis in domo et sit vobis anima una et cor unum in Deum"(REGULA AD SERVOS DEI)
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frank z
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MensajePublicado: Mie Feb 21, 2007 3:55 am    Asunto: Re: La Santa Iglesia Católica
Tema: La Santa Iglesia Católica
Responder citando

querido amigo, me podrias explicar que devo hacer para ser salvo ?
juanmaria escribió:
DEL NOVENO ARTÍCULO

Creo en la Santa Iglesia Católica, la Comunión de los Santos

I. Dos motivos por los cuales ha de explicarse con gran cuidado este artículo. —134. Cuan grande deba ser el cuidado, con que los Pastores han de explicar a los fieles la verdad de este noveno artículo, fácilmente se conocerá considerando principalmente dos cosas. La primera es que según San Agustín, más clara y abiertamente hablaron los Profetas de la Iglesia que de Cristo, porque preveían que muchos más eran los que podían errar en este artículo, que en el de la Encarnación. Porque no habían de faltar hombres impíos que a imitación de la mona que se finge hombre, profesarían ser solos ellos católicos, y afirmarían no menos sacrílega que orgullosamente que la Iglesia Ca­tólica solamente residía entre ellos. Y la segunda: que si tiene uno impresa firmemente esta verdad en su alma, se librará fácilmente del peligro horrendo de la herejía. Porque no cualquiera que falta contra la fe debe llamarse luego hereje, sino el que despreciando la autoridad de la Iglesia, defiende con pertinacia impías opiniones. Siendo, pues, imposible que se inficione con la peste de la here­jía quien esté firme en cuanto se propone en este artículo para creer, cuiden los Pastores con la ma­yor diligencia de que los fieles fortalecidos contra las astucias del enemigo con el conocimiento de este misterio perseveren en la verdad de la fe. Este artículo es consecuencia del precedente, porque después de haber demostrado que el Espíritu Santo es la fuente y dador de toda santidad, ahora confesamos que la Iglesia recibe toda su santidad de ese mismo Espíritu Santo.

II. Qué se entiende por la palabra Iglesia. —135. Como los latinos, habiendo tomado esta voz Iglesia de los griegos, la aplicaron después de la divulgación del Evangelio a significar cosas sagra­das, en primer lugar conviene declarar su sentido. Significa, pues, la voz Iglesia convocación o llamamiento; pero después los escritores la tomaron para designar reunión o junta del pueblo. Nada importa que el pueblo que se reúne adore el verdadero Dios o a los dioses falsos, porque en los hechos Apostólicos está escrito que habiendo el notario apaciguado el pueblo de Efeso, dijo: "Y si tenéis queja sobre otra cosa, podrá decidirse en la legítima Iglesia" (1). En cuyo lugar se llama legítima Iglesia al pueblo de Efeso dedicado a la adoración de Diana. Y no solamente los gentiles que no conocieron a Dios, mas también las reuniones de hombres malos e impíos se llaman algunas veces Iglesia, pues dice el Profeta: "Aborrezco la Iglesia de los malignos, y no me sentaré en compañía de los impíos" (2). Pero después, según costumbre de las santas Escrituras, se aplicó esta voz Iglesia para significar determinadamente la república cristiana y las congregaciones de los fieles, esto es de los que son llamados por la fe a la luz de la verdad y al co­nocimiento de Dios, para que disipadas las tinieblas de la ignorancia y errores, adoren piadosa y santamente al Dios vivo y verdadero, y le sirvan de todo corazón. Y para declararlo todo en una palabra con San Agustín: "La Iglesia es el pueblo fiel esparcido por todo el orbe".

III. De los misterios que encierra la voz Iglesia. —136. Este vocablo encierra grandes misterios. Porque en el Llamamiento que significa la palabra Iglesia se nos muestra la benignidad y resplandor de la divina gracia, y entendemos lo mucho que se diferencia ella de las demás sociedades. Porque éstas descansan solamente en la razón y prudencia de los hombres, pero aquella está fundada y apoyada sobre la sabiduría y consejo de Dios, ya que él es quien nos llamó interiormente por inspiración del Espíritu Santo que abre y penetra los co­razones humanos, y exteriormente por medio de los pastores y predicadores. Además de esto, el fin que se nos propone por esta vocación, es el conocimiento y posesión de lo eterno, corno claramente lo comprenderá el que advirtiere como el pueblo fiel, sujeto a la ley antigua, era llamado Sinagoga que quiere decir congregación. Este nombre se le impuso, dice San Agustín, porque a manera de reses de las cuales es propio ser congregadas, esperaba sólo bienes terrenos y caducos. Por lo mismo con gran razón se llama el pueblo cristiano, no Sinagoga, sino Iglesia, porque no contento con las cosas terrenas y temporales, únicamente aspira a las celestiales y eternas.

IV. Se declaran varios nombres con que las santas Escrituras llaman a la Iglesia Católica. —137. Otros muchos nombres llenos de misterios se han empleado también para dar a conocer la Iglesia ca­tólica; porque el Apóstol la llama ya casa (3), ya edificio de Dios (4). "Estas cosas te escribo, dice a Timoteo, por si tardare, para que sepas cómo debes gobernar la casa de Dios, que es la Iglesia de Dios vivo, columna y sostén de la verdad". Se llama casa la Iglesia porque es como una familia regida por un Padre de familia, y son comunes en ella todos los bienes espirituales. Llámase también rebano de las ovejas de Cristo (5), cuya puerta y Pastor es él mismo. Asimismo se le da el nombre de Esposa de Cristo: "Os desposé con un varón, que es Cristo, para presentaros a él como casta virgen" (6), dice el Apóstol a los de Corinto. Y el mismo a los de Efeso: "Maridos, amad a vuestras mujeres como Cristo amó a la Iglesia" (7). Y hablando del matrimonio dice: "Este Sacramento es grande, mas yo digo que entre Cristo y la Iglesia" (Cool. Finalmente se llama la Iglesia cuerpo de Cristo (9), como se puede ver en las cartas escritas a los de Efeso y a los Colosenses (10). Cada uno de estos nombres bien considerado es muy poderoso para excitar a los fieles a que se muestren en su conducta dignos de atraer sobre sí los efectos de la inmensa clemencia y bondad de Dios que los escogió para ser su pue­blo.

V. Se explican las dos partes principales en que se divide la Iglesia. —138. Explicadas estas cosas, a fin de que el pueblo entienda mejor la naturaleza, propiedades, dones y gracias de la Iglesia tan amada de Dios, y por ello alabe sin cesar a la divina Majestad, será necesario notar y enseñar distintamente las partes de que consta y sus diferencias. La Iglesia, pues, tiene principalmente dos partes, la una se llama triunfante y la otra militante. La triunfante es aquella resplandeciente y felicísi­ma reunión de espíritus bienaventurados, y de aquellos que habiendo triunfado del mundo, de la carne y del perversísimo demonio, libres ya y seguros de las molestias de esta vida, gozan de la bienaventuranza eterna. Mas la militante es la reunión de todos los fieles que aun viven en la tierra. Se llama militante porque milita en constante guerra contra los más crueles enemigos, que son mundo, demonio y carne.

VI. La Iglesia militante y triunfante son una sola Iglesia. —139. Mas no por eso se ha de creer que existan dos Iglesias, sino que una misma, según dijimos tiene dos partes, de las cuales la una precedió y goza ya de la patria celestial, y la otra va siguiendo cada día hasta que llegando a unirse algún día con nuestro Salvador, descanse en la eterna felicidad.

VII. En la Iglesia militante hay dos clases de hombres, buenos y malos. —140. En la Iglesia militante hay dos clases de hombres, a saber, buenos y malos. Los malos participan también los mismos Sacramentos y profesan la misma fe que los buenos, pero se diferencian de ellos en la vida y costumbres. Los buenos son aquellos que están unidos entre sí, no solamente por la profesión de una misma fe y participación de unos mismos Sacramentos, sino también por el espíritu de la gracia y lazo de la caridad, de los cuales se dice: "Bien conoce el Señor, quiénes son los suyos" (11). Y aun los hombres pueden pensar por algunas conjeturas quiénes son los que pertenecen a este número de buenos, pero de modo ninguno lo pueden saber ciertamente. Y esta es la razón porque debemos pensar que Cris­to nuestro .Salvador no habló de esta parte de la Iglesia (12) que se compone de solos justos, cuando nos remitió a la Iglesia y nos mandó que la obedeciésemos. Porque siéndonos esta parte desconocida y reservada ¿quién podría discernir ciertamen­te a qué juicio se había de recurrir, y a qué autoridad se debía obedecer? Consta, pues, la Iglesia de buenos y malos, como atestiguan las divinas letras (13) y los escritos de los santos varones (14), y esto es a lo que se refiere aquello del Apóstol: "Un cuerpo y un espíritu".

VIII. La Iglesia es visible y contiene en su seno buenos y malos. —141. Esta Iglesia es visible y se compara a una ciudad puesta sobre un monte, que de todas partes se ve, porque como todos la han de obedecer, es necesario que todos la conozcan. Ni solamente contiene dentro de sí a los buenos, sino también a los malos, según enseña el Evangelio en muchas parábolas. Como al recordarnos que el Reino de los cielos, esto es la Iglesia militante, es semejante a la red echada en el mar; o al campo en que sobre el grano se sembró la cizaña; o a la era en que el grano está mezclado con la paja; o a las diez vírgenes, parte fatuas, parte prudentes. Pero aun mucho antes se deja ver también la figura y semejanza de la Iglesia en el Arca de Noé en la cual no sólo estaban contenidos los animales limpios sino además los inmundos. Mas, aunque la fe cató­lica enseña verdadera y constantemente que los buenos y los malos pertenecen a la Iglesia, con todo, según las mismas reglas de la fe se ha de explicar a los fieles que es muy diferente la condición de unos y otros, porque los malos están en la Iglesia así como la paja suele estar en la era mezclada con el grano, y a la manera como los miembros vivos suelen algunas veces estar con otros varios muertos, unidos al mismo cuerpo.
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juanmaria
Asiduo


Registrado: 28 Dic 2006
Mensajes: 344

MensajePublicado: Mie Feb 21, 2007 12:14 pm    Asunto:
Tema: La Santa Iglesia Católica
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Si sos Católico procura pedir al Señor fidelidad en la verdadera Fe hasta el final, y si no lo sos conviertete y entra en la verdadera y unica Iglesia de Jesucristo, ama a Dios con toda el alma con todas tus fuerzas con todo tu corazón y al prójimo como a ti mismo.
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