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Cántico espiritual, de San Juan de la Cruz
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clauabru
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MensajePublicado: Dom Dic 09, 2007 5:31 pm    Asunto:
Tema: Cántico espiritual, de San Juan de la Cruz
Responder citando

XXVIII. CANCION 28



Mi alma se ha empleado,


y todo mi caudal, en su servicio;


ya no guardo ganado,


ni ya tengo otro oficio,


que ya sólo en amar es mi ejercicio.




DECLARACION

2 Por cuanto en la canción pasada ha dicho el alma, o por mejor decir, la Esposa, que se dio toda al Esposo sin dejar nada para sí, dice ahora en esta el modo y manera que tiene en cumplirlo, diciendo que ya está su alma y cuerpo y potencias y toda su habilidad empleada, ya no en las cosas, sino en las que son del servicio de su Esposo; y que por eso ya no anda buscando su propia ganancia, ni se anda tras sus gustos, ni tampoco se ocupa en otras cosas y tratos extraños y ajenos de Dios; y que aun con el mismo Dios ya no tiene otro estilo ni manera de trato sino ejercicio de amor, por cuanto ha ya trocado y mudado todo su primer trato en amor, según ahora se dirá. Mi alma se ha empleado.

3 En decir que el alma suya se ha empleado, da a entender la entrega que hizo al Amado de sí en aquella unión de amor, donde quedó ya su alma con todas sus potencias, entendimiento, voluntad y memoria, dedicada y mancipada al servicio de él, empleado el entendimiento en entender las cosas que son más de su servicio para hacerlas, y su voluntad en amar todo lo que a Dios agrada y en todas las cosas aficionar la voluntad a Dios, y la memoria en el cuidado de lo que es de su servicio y lo que más le ha de agradar. Y dice más: Y todo mi caudal en su servicio.

4 Por todo su caudal entiende aquí todo lo que pertenece a la parte sensitiva del alma; en la cual parte sensitiva se incluye el cuerpo con todos sus sentidos y potencias, así interiores como exteriores, y toda la habilidad natural, conviene a saber: las cuatro pasiones, los apetitos naturales y el demás caudal del alma; todo lo cual dice que está ya empleado en servicio de su Amado, también como la parte racional y espiritual del alma que acabamos de decir en el verso pasado. Porque el cuerpo ya le trata según Dios, los sentidos interiores y exteriores rige y gobierna enderezando a él las operaciones de ellos y las cuatro pasiones del alma todas las tiene ceñidas también a Dios, porque no se goza sino de Dios, ni tiene esperanza en otra cosa que en Dios, ni teme sino sólo a Dios, ni se duele sino según Dios; y también todos sus apetitos y cuidados van sólo a Dios.

5 Y todo este caudal de tal manera está ya empleado y enderezado a Dios que (aun sin advertencia del alma) todas las partes que habemos dicho de este caudal, en los primeros movimientos se inclinan a obrar en Dios y por Dios; porque el entendimiento, la voluntad y memoria se van luego a Dios, y los afectos, los sentidos, los deseos y apetitos, la esperanza, el gozo y luego todo el caudal de prima instancia se inclina a Dios, aunque, como digo, no advierta el alma que obra por Dios. De donde esta tal alma muy frecuentemente obra por Dios, y entiende en él y en sus cosas sin pensar ni acordarse que lo hace por él, porque el uso y hábito que en la tal manera de proceder tiene ya le hace carecer de la advertencia y cuidado y aun de los actos fervorosos que a los principios del obrar solía tener. Y porque ya está todo este caudal empleado en Dios de la manera dicha, de necesidad ha de tener el alma también lo que dice en el verso siguiente, es a saber: Ya no guardo ganado.

6 Que es tanto como decir: ya no me ando tras mis gustos y apetitos, porque, habiéndolos puesto en Dios y dado a él, ya no los apacienta ni guarda para sí el alma. Y no sólo dice que ya no guarda este ganado, pero dice más: Ni ya tengo otro oficio.

7 Muchos oficios suele tener el alma no provechosos antes que llegue a hacer esta donación y entrega de sí y de su caudal al Amado, con los cuales procuraba servir a su propio apetito y al ajeno; porque todos cuantos hábitos de imperfecciones tenía, tantos oficios podemos decir que tenía; los cuales hábitos pueden ser como propiedad y oficio que tiene de hablar cosas inútiles, y pensarlas y obrarlas también, no usando de esto conforme a la perfección del alma; suele tener otros apetitos con que sirve al apetito ajeno, así como ostentaciones, cumplimientos, adulaciones, respetos, procurar parecer bien y dar gusto con sus cosas a las gentes, y otras cosas muchas inútiles con que procura agradar a la gente empleando en ella el cuidado y el apetito y la obra, y finalmente el caudal del alma. Todos estos oficios dice que ya no los tiene, porque ya todas sus palabras y sus pensamientos y obras son de Dios y enderezadas a Dios, no llevando ellas las imperfecciones que solían. Y así, es como si dijera: ya no ando a dar gusto a mi apetito ni al ajeno, ni me ocupo ni entretengo en otros pasatiempos inútiles ni en cosas del mundo, que ya sólo en amar es mi ejercicio.

8 Como si dijera: que ya todos estos oficios están puestos en ejercicio de amor de Dios, es a saber: que toda la habilidad de mi alma y cuerpo, memoria, entendimiento y voluntad, sentidos interiores y exteriores y apetitos de la parte sensitiva y espiritual, todo se mueve por amor y en el amor, haciendo todo lo que hago con amor y padeciendo todo lo que padezco con sabor de amor. Esto quiso dar a entender David (Sal. 58, 10) cuando dijo: Mi fortaleza guardaré para ti.

9 Aquí es de notar que, cuando el alma llega a este estado, todo el ejercicio de la parte espiritual y de la parte sensitiva, ahora sea en hacer, ahora en padecer, de cualquier manera que sea, siempre la causa más amor y regalo en Dios, como habemos dicho; y hasta el mismo ejercicio de oración y trato con Dios que antes solía tener en otras consideraciones y modos, ya todo es ejercicio de amor. De manera que, ahora sea su trato cerca de lo temporal, ahora sea su ejercicio cerca de lo espiritual, siempre puede decir esta tal alma: Que ya sólo en amar es mi ejercicio.

10 ¡Dichosa vida, y dichoso estado, y dichosa el alma que a él llega!, donde todo le es ya sustancia de amor y regalo y deleite de desposorio, en que de veras puede la Esposa decir al divino Esposo aquellas palabras que de puro amor le dice en los Cantares (7, 13), diciendo: Todas las manzanas nuevas y viejas guardé pare ti, que es como si dijera: Amado mío, todo lo áspero y trabajoso quiero por ti y todo lo suave y sabroso para ti. Pero el acomodado sentido de este verso es decir que el alma en este estado de desposorio espiritual ordinariamente anda en unión de amor de Dios, que es común y ordinaria asistencia de voluntad amorosa en Dios.


XXVII. ANOTACION PARA LA CANCION SIGUIENTE
1 Verdaderamente esta alma está perdida en todas las cosas, y sólo está ganada en amor, no empleando ya el espíritu en otra cosa. Por lo cual, aun a lo que es vida activa y otros ejercicios exteriores desfallece, por cumplir de veras con la una cosa sola que dijo el Esposo era necesaria (Lc. 10, 42), y es: la asistencia y continuo ejercicio de amor en Dios. Lo cual él precia y estima en tanto, que, así como reprendió a Marta (Lc. 10, 41) porque quería apartar a María de sus pies por ocuparla en otras cosas activas en servicio del Señor (entendiendo que ella se lo hacía todo y que María no hacía nada, pues se estaba holgando con el Señor, siendo ello muy al revés, pues no hay obra mejor ni más necesaria que el amor), así también en los Cantares (3, 5) defiende a la Esposa, conjurando a todas las criaturas del mundo, las cuales se entienden allí por las hijas de Jerusalén, que no impidan a la Esposa el sueño espiritual de amor, ni le hagan velar, ni abrir los ojos a otra cosa hasta que ella quiera.

2 Donde es de notar que, en tanto que el alma no llega a este estado de unión de amor, le conviene ejercitar el amor así en la vida activa como en la contemplativa. Pero, cuando ya llegase a él, no le es conveniente ocuparse en otras obras y ejercicios exteriores que le puedan impedir un punto de aquella asistencia de amor en Dios, aunque sean de gran servicio de Dios, porque es más precioso delante de Dios y del alma un poquito de este puro amor y más provecho hace a la Iglesia. aunque parece que no hace nada, que todas esas otras obras juntas. Que, por eso, María Magdalena, aunque con su predicación hacía gran provecho y le hiciera muy grande después, por el grande deseo que tenía de agradar a su Esposo y aprovechar a la Iglesia, se escondió en el desierto treinta años para entregarse de veras a este amor, pareciéndole que en todas maneras ganaría mucho más de esta manera, por lo mucho que aprovecha e importa a la Iglesia un poquito de este amor.

3 De donde, cuando alguna alma tuviese algo de este grado de solitario amor, grande agravio se le hacía a ella y a la Iglesia si, aunque fuese por poco espacio, la quisiesen ocupar en cosas exteriores o activas, aunque fuesen de mucho caudal. Porque, pues Dios conjura que no la recuerden de este amor , ¿quién se atreverá y quedará sin reprensión? Al fin, para este fin de amor fuimos criados. Adviertan, pues, aquí los que son muy activos, que piensan ceñir al mundo con sus predicaciones y obras exteriores, que mucho más provecho harían a la Iglesia y mucho más agradarían a Dios, dejado aparte el buen ejemplo que de sí darían, si gastasen siquiera la mitad de ese tiempo en estarse con Dios en oración, aunque no hubiesen llegado a tan alta como ésta. Cierto, entonces harían más y con menos trabajo con una obra que con mil, mereciéndolo su oración, y habiendo cobrado fuerzas espirituales en ella; porque de otra manera todo es martillar y hacer poco más que nada, y a veces nada, y aun a veces daño. Porque Dios os libre que se comience a envanecer la sal (Mt. 5, 13), que, aunque más parezca que hace algo por de fuera, en sustancia no será nada, cuando está cierto que las obras buenas no se pueden hacer sino en virtud de Dios.

4 ¡Oh, cuánto se pudiera escribir aquí de esto!, mas no es de este lugar. Esto he dicho para dar a entender esta otra canción; porque en ella el alma responde por sí a todos aquellos que impugnan este santo ocio del alma y quieren que todo sea obrar, que luzca e hincha el ojo por de fuera, no entendiendo ellos la vena y raíz oculta de donde nace el agua y se hace todo fruto, Y así, dice la canción:
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MensajePublicado: Lun Dic 10, 2007 7:23 pm    Asunto: Muy bien
Tema: Cántico espiritual, de San Juan de la Cruz
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Felicidades lo que veo aqui es que se practica algo muy antiguo y edificativo para el alma que es la lectura de libros de religion antiguos, que espiritualizan y elevan y preparan un monton.Felicidades habeis tomado santas costumbres Dios quiera todos los hijos de Dios hiciesemos lo mismo y dispusiesemos de una buena biblioteca religiosa antigua con poesia sermones meditaciones, etc.Que Dios Todopoderoso os bendiga infinitamente y cuando digo infinitamente, digo con infinita fuerza, infinita sabiduria,fe,amor,consuelo,poder,honor,felicidad,y asi con todo lo bueno que procede de Dios. Realmente si de la palabra infinito sacamos tanto bien, de lo escrito para comentarlo se podria sacar entre todos una enciclopedia es muy gustoso leeros. Muchas gracias. Very Happy Very Happy Very Happy Very Happy
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clauabru
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MensajePublicado: Sab Dic 15, 2007 3:18 am    Asunto:
Tema: Cántico espiritual, de San Juan de la Cruz
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XXIX. CANCION 29.


Pues ya si en el ejido


de hoy más no fuere vista ni hallada,


diréis que me he perdido;


que, andando enamorada,


me hice perdidiza, y fui ganada.






DECLARACION

5 Responde el alma en esta canción a una tácita reprensión de parte de los del mundo, los cuales han de costumbre notar a los que de veras se dan a Dios, teniéndolos por demasiados en su extrañeza y retraimiento y en su manera de proceder, diciendo también que son inútiles para las cosas importantes y perdidos en lo que el mundo precia y estima. A la cual reprensión de muy buena manera satisface aquí el alma, haciendo rostro muy osada y atrevidamente a esto y a todo lo demás que el mundo la pueda imponer, porqué, habiendo ella llegado a lo vivo del amor de Dios, todo lo tiene en poco. Y no sólo eso, mas antes ella misma lo confiesa en esta canción, y se precia y gloría de haber dado en tales cosas y perdídose al mundo y a sí misma por su Amado. Y así, lo que quiere decir en esa canción, hablando con los del mundo, es que si ya no la vieren en las cosas de sus primeros tratos y otros pasatiempos que solía tener en el mundo, que digan y crean que se ha perdido y ajenado de ellos, y que lo tiene por tan bien que ella misma se quiso perder, andando buscando a su Amado enamorada mucho de él. Y porque vean la ganancia de su pérdida y no lo tengan por insipiencia o engaño, dice que esta pérdida fue su ganancia, y por eso de industria se hizo perdidiza. Pues ya si en el ejido de hoy mas no fuere vista ni hallada.

6 Ejido comúnmente se llama un lugar común donde la gente se suele juntar a tomar solaz y recreación, y donde también los pastores apacientan sus ganados. Y así, por el ejido entiende aquí el alma el mundo, donde los mundanos tienen sus pasatiempos y tratos y apacientan los ganados de sus apetitos. En lo cual dice el alma a los del mundo que si no fuere vista ni hallada (como solía antes que fuese toda de Dios) que la tengan por perdida en eso mismo, y que así lo digan; porque de eso se goza ella queriendo que lo digan, diciendo: Diréis que me he perdido.

7 No se afrenta delante del mundo el que ama de las obras que hace por Dios, ni las esconde con vergüenza, aunque todo el mundo se las haya de condenar; porque el que tuviere vergüenza delante de los hombres de confesar al Hijo de Dios, dejando de hacer sus obras, el mismo Hijo de Dios, como él dice por san Lucas (9, 26), tendrá vergüenza de confesarle delante de su Padre. Y por tanto, el alma con ánimo de amor, antes se precia de que se vea para gloria de su Amado haber ella hecho una tal obra por él, que se haya perdido a todas las cosas del mundo, y por eso dice: Diréis que me he perdido.

8 Esta tan perfecta osadía y determinación en las obras, pocos espirituales la alcanzan; porque, aunque algunos tratan y usan este trato, y aun se tienen algunos por los de muy allá, nunca se acaban de perder en algunos puntos, o de mundo o de naturaleza, para hacer las obras perfectas y desnudas por Cristo, no mirando a lo que dirán o qué parecerá. Y así, no podrán éstos decir: diréis que me he perdido, pues no están perdidos a sí mismos en el obrar. Todavía tienen vergüenza de confesar a Cristo por la obra delante de los hombres; teniendo respeto a cosas, no viven en Cristo de veras. Que, andando enamorada,

9 conviene a saber: que, andando obrando las virtudes, enamorada de Dios, me hice perdidiza, y fui ganada.

10 Sabiendo el alma el dicho del Esposo en el Evangelio (Mt. 6, 24), conviene a saber, que ninguno puede servir a dos señores, sino que por fuerza ha de faltar al uno, dice ella aquí que, por no faltar a Dios, faltó a todo lo que no es Dios, que es a todas las demás cosas y a sí misma, perdiéndose a todo esto por su amor. El que anda de veras enamorado, luego se deja perder a todo lo demás por ganarse más en aquello que ama. Y por eso el alma dice aquí que se hizo perdidiza ella misma, que es dejarse perder de industria. Y es en dos maneras, conviene a saber: a sí misma, no haciendo caso de sí en ninguna cosa sino del Amado, entregándose a él de gracia sin ningún interés, haciéndose perdidiza a sí misma, no queriendo ganarse en nada para sí; lo segundo, a todas las cosas, no haciendo caso de todas sus cosas sino de las que tocan al Amado, y eso es hacerse perdidiza, que es tener gana que la ganen.

11 Tal es el que anda enamorado de Dios, que no pretende ganancia ni premio, sino sólo perderlo todo y a sí mismo en su voluntad por Dios, y ésa tiene por su ganancia; y así lo es, según dice san Pablo (Fl. 1, 21) diciendo: Mori lucrum, esto es: Mi morir por Cristo es mi ganancia, espiritualmente a todas las cosas y a sí mismo. Y por eso dice el alma: fui ganada, porque el que a sí no se sabe perder, no se gana, antes se pierde, según dice Nuestro Señor en el Evangelio (Mt. 16, 25), diciendo: El que quisiere ganar para sí su alma, ése la perderá: y el que la perdiere para consigo por mí, ése la ganará. Y si queremos entender el dicho verso más espirtualmente y más al propósito que aquí se trata, es de saber, que cuando un alma en el camino espiritual ha llegado a tanto que se ha perdido a todos los caminos y vías naturales de proceder en el trato con Dios, que ya no le busca por consideraciones ni formas ni sentimientos ni otros modos algunos de criaturas ni sentido, sino que pasó sobre todo eso y sobre todo modo suyo y manera, tratando y gozando a Dios en fe y amor, entonces se dice haberse de veras ganado a Dios, porque de veras se ha perdido a todo lo que no es Dios ya lo que es en sí.


XXVIII. ANOTACION PARA LA CANCION SIGUIENTE
1 Estando, pues, el alma ganada de esta manera, todo lo que obra es ganancia, porque toda la fuerza de sus potencias está convertida en trato espiritual con el Amado de muy sabroso amor interior, en el cual las comunicaciones interiores que pasan entre Dios y el alma son de tan delicado y subido deleite, que no hay lengua mortal que lo pueda decir ni entendimiento humano que lo pueda entender. Porque, así como la desposada en el día de su desposorio no entiende en otra cosa sino en lo que es fiesta y deleite de amor y en sacar todas sus joyas y gracias a luz para con ellas agradar y deleitar al esposo, y el esposo ni más ni menos todas sus riquezas y excelencias le muestra para hacerle a ella fiesta y solaz, así aquí en este espiritual desposorio, donde el alma siente de veras lo que la Esposa dice en los Cantares (6, 2), es a saber: Yo para mi Amado, y mi Amado para mí, las virtudes y gracias de la Esposa alma y las magnificencias y gracias del Esposo Hijo de Dios salen a la luz, y se ponen en plato para que se celebren las bodas de este desposorio. comunicándose los bienes y deleites del uno en el otro con vino de sabroso amor en el Espíritu Santo. Para muestra de lo cual, hablando con el Esposo, dice el alma esta canción:
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clauabru
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MensajePublicado: Lun Dic 17, 2007 10:53 pm    Asunto:
Tema: Cántico espiritual, de San Juan de la Cruz
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XXX. CANCION 30.



De flores y esmeraldas,


en las frescas mañanas escogidas


haremos las guirnaldas


en tu amor florecidas


y en un cabello mío entretejidas.





DECLARACION


2 En esta canción vuelve la Esposa a hablar con el Esposo en comunicación y recreación de amor y lo que en ella hace es tratar del solaz y deleite que el alma esposa y el Hijo de Dios tienen en la posesión de las riquezas de las virtudes y dones de entrambos y el ejercicio de ellas que hay del uno al otro gozándolas entre sí en comunicación de amor. Y por eso dice ella, hablando con él que harán guirnaldas ricas de dones y virtudes adquiridas y ganadas en tiempo agradable y conveniente, hermoseadas y graciosas en el amor que tiene él a ella y sustentadas y conservadas en el amor que ella tiene a él. Por eso llama a este gozar las virtudes hacer guirnaldas de ellas; porque todas juntas, como flores en guirnaldas, las gozan entrambos en el amor común que el uno tiene al otro. De flores y esmeraldas

3 Las flores son las virtudes del alma y las esmeraldas son los dones que tiene de Dios pues de estas flores y esmeraldas, en las frescas mañanas escogidas.

4 Es a saber, ganadas y adquiridas en las juventudes, que son las frescas mañanas de las edades. Y dice escogidas, porque las virtudes que se adquieren en este tiempo de juventud son escogidas y muy aceptas a Dios, por ser en tiempo de juventud cuando hay más contradicción de parte de los vicios para adquirirlas y de parte del natural más inclinación y prontitud para perderlas: y también porque, comenzándolas a coger desde este tiempo de juventud, se adquieren más perfectas y son más escogidas. Y llama a estas juventudes frescas mañanas, porque, así como es agradable la frescura de la mañana en la primavera más que las otras partes del día, así lo es la virtud de la juventud delante de Dios. Y aun puédense entender estas frescas mañanas por los actos de amor en que se adquieren las virtudes, los cuales son a Dios más agradables que las frescas mañanas a los hijos de los hombres.

5 También se entiende aquí por las frescas mañanas las obras hechas en sequedad y dificultad del espíritu, las cuales son denotadas por el fresco de las mañanas del invierno, y estas obras hechas por Dios en sequedad de espíritu y dificultad son muy preciadas de Dios, porque en ellas grandemente se adquieren las virtudes y dones; y las que se adquieren de esta suerte y con trabajo por la mayor parte son más escogidas y esmeradas y más firmes que si se adquiriesen sólo con el sabor y regalo del espíritu; porque la virtud en la sequedad y dificultad y trabajo echa raíces, según Dios dijo a san Pablo (2 Cor. 12, 9), diciendo: La virtud en la flaqueza se hace perfecta. Y por tanto, para encarecer la excelencia de las virtudes de que se han de hacer las guirnaldas para el Amado, bien está dicho en las frescas mañanas escogidas, porque de solas estas flores y esmeraldas de virtudes y dones escogidos y perfectos, y no de las imperfectas. goza bien el Amado. Y por eso, dice aquí el alma Esposa que de ellas para él haremos las guirnaldas.

6 Para cuya inteligencia es de saber que todas las virtudes y dones que el alma y Dios adquieren en ella son en ella como una guirnalda de varias flores con que está admirablemente hermoseada, así como de una vestidura de preciosa variedad. Y para mejor entenderlo, es de saber que así como las flores materiales se van cogiendo, las van en la guirnalda que de ellas hacen componiendo, de la misma manera así como las flores espirituales de virtudes y dones se van adquiriendo se van en el alma asentando. Y acabadas de adquirir, está ya la guirnalda de perfección en el alma acabada de hacer en que el alma y el Esposo se deleitan hermoseados con esta guirnalda y adornados, bien así como en estado de perfección Estas son las guirnaldas que dice han de hacer que es ceñirse y cercarse de variedad de flores y esmeraldas de virtudes y dones perfectos para parecer dignamente con este hermoso y precioso adorno delante la cara del rey y merezca la iguale consigo poniéndola como reina a su lado, pues ella lo merece con la hermosura de su variedad. De donde, hablando David (Sal. 44,10) con Cristo en este caso, dijo: Astitit regina a dextris tuis in vestitu deaurato circumdata varietate, que quiere decir. Estuvo la reina a tu diestra en vestidura de oro cercada de variedad, que es tanto como decir: estuvo a tu diestra vestida de perfecto amor y cercada de variedad de dones y virtudes perfectas. Y no dice haré yo las guirnaldas solamente ni haráslas tú tampoco a solas, sino harémoslas entrambos juntos: porque las virtudes no las puede obrar el alma ni alcanzarlas a solas sin ayuda de Dios ni tampoco las obra Dios a solas en el alma sin ella. Porque aunque es verdad que todo lo bueno y todo don perfecto sea de arriba descendido del Padre de las lumbres, como dice Santiago (1, 17), todavía eso mismo no se recibe sin la habilidad y ayuda del alma que lo recibe. De donde hablando la Esposa en los Cantares (1,3) con el Esposo, dijo: Tráeme después de ti correremos. De manera que el movimiento para el bien de Dios ha de venir según aquí da a entender, solamente; mas el correr no dice que él solo, ni ella sola sino correremos entrambos que es el obrar Dios y el alma juntamente.

7 Este versillo se entiende harto propiamente de la Iglesia y de Cristo en el cual la Iglesia, Esposa suya, habla con él diciendo: Haremos las guirnaldas entendiendo por guirnaldas todas las almas santas engendradas por Cristo en la Iglesia, que cada una de ellas es como una guirnalda arreada de flores de virtudes y dones, y todas ellas juntas son una guirnalda para la cabeza del Esposo Cristo. Y también se puede entender por las hermosas guirnaldas, que por otro nombre se llaman lauréolas, hechas también en Cristo y la Iglesia las cuales son de tres maneras: La primera, de hermosas y blancas flores de todas las vírgenes, cada una con su lauréola de virginidad, y todas ellas juntas serán una lauréola para poner en la cabeza del Esposo Cristo. La segunda lauréola, de las resplandecientes flores de los santos doctores, cada uno con su lauréola de doctor, y todos juntos serán una lauréola para sobreponer en la de las vírgenes en la cabeza de Cristo. La tercera, de los encarnados claveles de los mártires, cada uno también con su lauréola de mártir, y todos ellos juntos serán una lauréola para remate de la lauréola del Esposo Cristo. Con las cuales tres guirnaldas estará Cristo Esposo tan hermoseado y tan gracioso de ver, que se dirá en el cielo aquello que dice la Esposa en los Cantares (3, 11): Salid, hijas de Sión, y mirad al rey Salomón con la corona con que le coronó su madre en el día de su desposorio y en el día de la alegría de su corazón. Haremos, pues, dice, estas guirnaldas en tu amor florecidas.

8 La flor que tienen las obras y virtudes es la gracia y virtud que del amor de Dios tienen, sin el cual no solamente no estarían floridas, pero todas ellas serían secas y sin valor delante de Dios aunque humanamente fuesen perfectas. Pero porque él da su gracia y amor, son las obras floridas en su amor. Y en un cabello mío entretejidas.

9 Este cabello suyo es su voluntad de ella y amor que tiene al Amado, el cual amor tiene y hace el oficio que el hilo en la guirnalda. Porque así como el hilo enlaza y ase las flores en la guirnalda, así el amor del alma enlaza y ase las virtudes en el alma y las sustenta en ella; porque, como dice san Pablo (Cl.3, 14), es la caridad el vínculo y atadura de la perfección. De manera que en este amor del alma están las virtudes y dones sobrenaturales tan necesariamente asidos que si quebrase, faltando a Dios luego se desatarían todas las virtudes y faltarían del alma, así como quebrado el hilo en la guirnalda, se caerían las flores. De manera que no basta que Dios nos tenga amor para darnos virtudes, sino que también nosotros se le tengamos a él para recibirlas y conservarlas. Dice un cabello solo, y no muchos cabellos, para da a entender que ya su voluntad está sola en él desasida de todos los demás cabellos que son los extraños y ajenos amores. En lo cual encarece bien el valor y precio de estas guirnaldas de virtudes; porque cuando el amor está único y sólido en Dios (cual aquí ella dice) también las virtudes están perfectas y acabadas y floridas mucho en el amor de Dios porque entonces es el amor que él tiene al alma inestimable, según el alma también lo siente.

10 Pero, si yo quisiese dar a entender la hermosura del entretejimiento que tienen estas flores de virtudes y esmeraldas entre sí o decir algo de la fortaleza y majestad que el orden y compostura de ellas ponen en el alma y el primor y gracia con que la atavía esta vestidura de variedad, no hallaría palabras y términos con que darlo a entender. Del demonio dice Dios en el libro de Job (41, 6-7) que su cuerpo es como escudos de metal colado, guarnecido con escamas tan apretadas entre sí, que de tal manera se juntan una a otra, que no puede entrar el aire por ellas. Pues si el demonio tiene tanta fortaleza en sí, por estar vestido de malicias asidas y ordenadas unas con otras, las cuales son significadas por las escamas, que su cuerpo se dice ser como escudo de metal colado, siendo todas las malicias en sí flaqueza, ¿cuánta será la fortaleza de esta alma vestida toda de fuertes virtudes, tan asidas y entretejidas entre sí, que no puede caber entre ellas fealdad ninguna ni imperfección, añadiendo cada una con su fortaleza, (fortaleza) al alma; y con su hermosura, hermosura; y con su valor y precio haciéndola rica; y con su majestad, añadiéndola señorío y grandeza? ¡Cuán maravillosa, pues, será para la vista espiritual esta alma Esposa en la postura de estos dones a la diestra del rey su Esposo! ¡Hermosos son tus pasos en los calzados, hija del príncipe!, dice el Esposo de ella en los Cantares (7, 1). Y dice hija del príncipe para denotar el principado que ella aquí tiene. Y cuando la llama hermosa en el calzado, ¿cuál será en el vestido?

11 Y porque no sólo admira la hermosura que ella tiene con la vestidura de estas flores, sino que también espanta la fortaleza y poder que con la compostura y orden de ellas, junto con la interposición de las esmeraldas que de innumerables dones divinos tiene, dice también de ella el Esposo en los dichos Cantares (6, 3): Terrible eres, ordenada como las haces de los reales. Porque estas virtudes y dones de Dios, así como con su olor espiritual recrean, así también, cuando están unidas en el alma, con su sustancia dan fuerza. Que por eso, cuando la Esposa estaba flaca y enferma de amor en los Cantares, por no haber llegado a unir y entretejer estas flores y esmeraldas en el cabello de su amor, deseando ella fortalecerse con la dicha unión y junta de ellas, la pedía por estas palabras (2, 5), diciendo: Fortalecedme con flores, apretadme con manzanas, porque estoy desfallecida de amor, entendiendo por las flores las virtudes, y por las manzanas, los demás dones.
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MensajePublicado: Jue Dic 27, 2007 10:22 pm    Asunto:
Tema: Cántico espiritual, de San Juan de la Cruz
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XXXI. CANCION 31



En solo aquel cabello


que en mi cuello volar consideraste,


mirástele en mi cuello


y en él preso quedaste,


y en uno de mis ojos te llagaste.



DECLARACION


3 Tres cosas quiere decir el alma en esta canción. La primera es dar a entender que aquel amor en que están asidas las virtudes no es otro sino sólo el amor fuerte, porque, a la verdad, tal ha de ser para conservarlas. La segunda, dice que Dios se prendó mucho de este su cabello de amor, viéndolo solo y fuerte. La tercera, dice que estrechamente se enamoró de ella Dios, viendo la pureza y entereza de su fe. Y dice así: En solo aquel cabello que en mi cuello volar consideraste.

4 El cuello significa la fortaleza, en la cual dice que volaba el cabello del amor, en que están entretejidas las virtudes, que es amor en fortaleza. Porque no basta que sea solo para conservar las virtudes, sino que también sea fuerte, para que ningún vicio contrario le pueda por ningún lado de la guirnalda de la perfección quebrar. Porque por tal orden están asidas en este cabello del amor del alma las virtudes, que, si en alguna quebrase, luego, como habemos dicho, faltaría en todas; porque las virtudes, así como donde está una están todas, así también donde una falta, faltan todas. Y dice que volaba en el cuello, porque en la fortaleza del alma vuela este amor a Dios con gran fortaleza y ligereza, sin detenerse en cosa alguna; y así como en el cuello el aire menea y hace volar el cabello, así también el aire del Espíritu Santo, mueve y altera al amor fuerte para que haga vuelos a Dios; porque sin este divino viento, que mueve las potencias a ejercicio de amor divino, no obran ni hacen sus efectos las virtudes, aunque las haya en el alma. Y en decir que el Amado consideró en el cuello volar este cabello, da a entender cuánto ama Dios al amor fuerte; porque considerar es mirar muy particularmente con atención y estimación de aquello que se mira, y el amor fuerte hace mucho a Dios volver los ojos a mirarle Y así, se sigue: Mirástele en mi cuello.

5 Lo cual dice para dar a entender el alma que no sólo preció y estimó Dios este su amor viéndole solo, sino que también le amó viéndole fuerte; porque mirar Dios es amar Dios, así como el considerar Dios es, como habemos dicho, estimar lo que considera. Y vuelve a repetir en este verso el cuello, diciendo del cabello. Mirástele en mi cuello, porque, como está dicho, ésa es la causa por que le amó mucho, es a saber, verle en fortaleza. Y así, es como si dijera: amástele viéndole fuerte sin pusilanimidad ni temor, y solo sin otro amor, y volar con ligereza y fervor.

6 Hasta aquí no había Dios mirado este cabello para prendarse de él, porque no le había visto solo y desasido de los demás cabellos de otros amores y apetitos, aficiones y gustos, y así no volaba solo en el cuello de la fortaleza; mas, después que por las mortificaciones y trabajos y tentaciones y penitencia se vino a desasir y hacer fuerte, de manera que ni por cualquiera fuerza ni ocasión quiebra, entonces ya le mira Dios y prenda y ase en él las flores de estas guirnaldas, pues tiene fortaleza para tenerlas asidas en el alma.

7 Mas cuáles y cómo sean estas tentaciones y trabajos, y hasta dónde llegan al alma para poder venir a esta fortaleza de amor en que Dios se una con el alma, en la declaración de las cuatro canciones que comienzan ¡oh llama de amor viva! está dicho algo de ello; por lo cual habiendo pasado esta alma, ha llegado a tal grado de amor de Dios que haya merecido la divina unión. Por lo cual dice luego: Y en él preso quedaste.

8 ¡Oh cosa digna de toda acepción y gozo, quedar Dios preso en un cabello! La causa de esta prisión tan preciosa es el haber Dios querido pararse a mirar el vuelo del cabello, como dicen los versos antecedentes; porque, como habemos dicho, el mirar de Dios es amar; porque, si él por su gran misericordia no nos mirara y amara primero, como dice san Juan (1 Jn 4, 10), y se abajara, ninguna presa hiciera en él el vuelo del cabello de nuestro bajo amor, porque no tenia él tan alto vuelo que llegase a prender a esta divina ave de las alturas; mas porque ella se bajó a mirarnos y a provocar el vuelo y levantarlo de nuestro amor, dándole valor y fuerza para ello, por eso él mismo se prendó en el vuelo del cabello, esto es, él mismo se pagó y se agradó, por lo cual se prendó. Y eso quiere decir: Mirástele en mi cuello, y en él preso quedaste. Porque cosa muy creíble es que el ave de bajo vuelo pueda prendar al águila real muy subida, si ella se viene a lo bajo queriendo ser presa. Y síguese: Y en uno de mis ojos te llagaste.

9 Entiéndese aquí por el ojo la fe, y dice uno solo, y que en él se llagó, porque si la fe y fidelidad del alma para con Dios no fuese sola, sino que fuese mezclada con otro algún respeto o cumplimiento, no llegaría a efecto de llagar a Dios de amor, y así, sólo un ojo ha de ser en que se llaga, como también un solo cabello en que se prenda el Amado. Y es tan estrecho el amor con que el Esposo se prenda de la Esposa en esta fidelidad única que ve en ella, que si en el cabello del amor de ella se prendaba, en el ojo de su fe aprieta con tan estrecho nudo la prisión, que le hace llaga de amor por la gran ternura del afecto con que está aficionado a ella, lo cual es entrarla más en su amor.

10 Esto mismo del cabello y del ojo dice el Esposo en los Cantares (c. 4, 9), hablando con la Esposa, diciendo: Llagaste mi corazón, hermana mía, llagaste mi corazón en uno de tus ojos y en un cabello de tu cuello. En lo cual dos veces repite haberte llagado el corazón, es a saber: en el ojo y en el cabello. Y por eso el alma hace relación en la canción del cabello y del ojo, porque en ello denota la unión que tiene con Dios, según el entendimiento y según la voluntad; porque la fe, significada por el ojo, se sujeta en el entendimiento por fe y en la voluntad por amor. De la cual unión se gloría aquí el alma y regracia esta merced a su Esposo como recibida de su mano, estimando en mucho haberse querido pagar y prendar de su amor. En lo cual se podría considerar el gozo, alegría y deleite que el alma tendrá con este tal prisionero, pues tanto tiempo había que lo era ella de él, andando de él enamorada.


XXX. ANOTACION PARA LA CANCION SIGUIENTE
1 Grande es el poder y la porfía del amor, pues al mismo Dios prenda y liga. Dichosa el alma que ama, pues tiene a Dios por prisionero, rendido a todo lo que ella quisiere. Porque tiene tal condición, que, si se le llevan por amor y por bien, le harán hacer cuanto quisieren; y si de otra manera, no hay hablarle ni poder con él aunque hagan extremos; pero, por amor, en un cabello le ligan. Lo cual conociendo el alma, y que muy fuera de sus méritos la ha hecho tan grandes mercedes de levantarla a tan alto amor con tan ricas prendas de dones y virtudes, se lo atribuye todo a él en la siguiente canción, diciendo:
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MensajePublicado: Sab Dic 29, 2007 5:58 pm    Asunto:
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XXXII. CANCION 32.


Cuando tú me mirabas,


su gracia en mí tus ojos imprimían:


por eso me adamabas,


y en eso merecían


los míos adorar lo que en ti vían.





DECLARACION


2 Es propiedad del amor perfecto no querer admitir ni tomar nada para sí, ni atribuirse a sí nada, sino todo al Amado; que esto aun en los amores bajos lo hay, cuánto más en el de Dios, donde tanto obliga la razón. Y, por tanto, porque en las dos canciones pasadas parece se atribuía a sí alguna cosa la Esposa, tal como decir que haría ella juntamente con el Esposo las guirnaldas y que se tejerían con el cabello de ella (lo cual es obra no de poco momento y estima), y después decir y gloriarse que el Esposo se había prendado en su cabello y llagado en su ojo (en lo cual parece también atribuirse a sí misma gran merecimiento) quiere ahora en la presente canción declarar su intención y deshacer el engaño que en esto se puede entender, con cuidado y temor no se le atribuya a ella algún valor y merecimiento, y por eso se le atribuya a Dios menos de lo que se le debe y ella desea. Atribuyéndolo todo a él y regraciándoselo juntamente, le dice que la causa de prendarse él del cabello de su amor y llagarse del ojo de su fe, fue por haberle hecho la merced de mirarla con amor, en lo cual la hizo graciosa y agradable a sí mismo; y que por esa gracia y valor que de él recibió mereció su amor y tener valor ella en sí para adorar agradablemente a su Amado y hacer obras dignas de su gracia y amor. Síguese el verso: Cuando tú me mirabas,

3 es a saber, con afecto de amor (porque ya dijimos que el mirar de Dios aquí es amar), su gracia en mí tus ojos imprimían.

4 Por los ojos del Esposo entiende aquí su Divinidad misericordiosa, la cual, inclinándose al alma con misericordia, imprime e infunde en ella su amor y gracia, con que la hermosea y levanta tanto, que la hace consorte de la misma Divinidad (2 Pe. 1, 4). Y dice el alma, viendo la dignidad y alteza en que Dios la ha puesto: Por eso me adamabas.

5 Adamar es amar mucho, es más que amar simplemente: es como amar duplicadamente, esto es, por dos títulos o causas. Y así, en este verso da a entender el alma los dos motivos y causas del amor que él tiene a ella; por los cuales no sólo la amaba prendado en su cabello, mas que la adamaba llagado en su ojo. Y la causa por que la adamó de esta manera tan estrecha, dice ella en este verso que era porque él quiso, con mirarla, darle gracia para agradarse de ella, dándole el amor de su cabello, y formándola con su caridad la fe de su ojo. Y así, dice: por eso me adamabas; porque poner Dios en el alma su gracia es hacerla digna y capaz de su amor. Y así, es tanto como decir: porque habías puesto en mí tu gracia, que eran prendas dignas de tu amor, por eso me adamabas, esto es, por eso me dabas más gracia. Esto es lo que dice san Juan (1, 16): Que da gracia por la gracia que ha dado, que es dar más gracia; porque sin su gracia no se puede merecer su gracia.

6 Es de notar, para inteligencia de esto, que Dios, así como no ama cosa fuera de sí, así ninguna cosa ama más bajamente que a sí, porque todo lo ama por sí, y así el amor tiene la razón del fin, de donde no ama las cosas por lo que ellas son en sí. Por tanto, amar Dios al alma es meterla en cierta manera en sí mismo, igualándola consigo, y así, ama al alma en sí consigo con el mismo amor que él se ama. Y por eso en cada obra, por cuanto la hace en Dios, merece el alma el amor de Dios; porque, puesta en esta gracia y alteza, en cada obra merece al mismo Dios. Y, por eso, dice luego: Y en eso merecían.

7 Es a saber, en ese favor y gracia que los ojos de tu misericordia me hicieron cuando tú me mirabas, haciéndome agradable a tus ojos, y digna de ser vista de ti, merecieron los míos adorar lo que en ti vían.

8 Es tanto como decir: las potencias de mi alma, Esposo mío, que son los ojos con que de mi puedes ser visto, merecieron levantarse a mirarte, las cuales antes con la miseria de su baja operación y caudal natural estaban caídas y bajas -porque poder mirar el alma a Dios es hacer obras en gracia de Dios-, y así merecían las potencias del alma en el adorar, porque adoraban en gracia de su Dios, en la cual toda operación es meritoria. Adoraban, pues, alumbrados y levantados con su gracia y favor, lo que en él ya veían, lo cual antes por su ceguera y bajeza no veían. ¿Qué era, pues, lo que ya veían? Veían grandeza de virtudes, abundancia de suavidad, bondad inmensa, amor y misericordia en Dios, beneficios innumerables que de él había recibido, ahora estando tan allegada a Dios, ahora cuando no lo estaba. Todo esto merecían adorar ya con merecimiento los ojos del alma, porque estaban ya graciosos y agradables al Esposo; lo cual antes no sólo no merecían adorar ni ver, pero ni aun considerar de Dios algo de ello; porque es grande la rudeza y ceguera del alma que está sin su gracia.

9 Mucho hay aquí que notar y mucho de qué se doler, ver cuán fuera está de hacer lo que es obligada el alma que no está ilustrada con el amor de Dios; porque estando ella obligada a conocer estas y otras innumerables mercedes, así temporales como espirituales, que de él ha recibido y a cada paso recibe, y a adorar y servir con todas sus potencias a Dios sin cesar por ellas, no sólo no lo hace, más ni aun mirarlo y conocerlo merece, ni caer en la cuenta de tal cosa; que hasta aquí llega la miseria de los que viven o, por mejor decir, están muertos en pecado.


XXXI. ANOTACION PARA LA CANCION SIGUIENTE
1 Para más inteligencia de lo dicho y de lo que se sigue, es de saber que la mirada de Dios cuatro bienes hace en el alma, es a saber: limpiarla, agraciarla. enriquecerla y alumbrarla; así como el sol cuando envía sus rayos, que enjuga y calienta y hermosea y resplandece. Y después que Dios pone en el alma estos tres bienes postreros, por cuanto por ellos le es el alma muy agradable, nunca más se acuerda de la fealdad y pecado que antes tenía, según lo dice por Ezequiel (18, 22). Y así, habiéndole quitado una vez este pecado y fealdad, nunca más le da en cara con ella, ni por eso le deja de hacer más mercedes, pues que él no juzga dos veces una cosa (Noh. 1, 9). Pero aunque Dios se olvide de la maldad y pecado después de perdonado una vez, no por eso le conviene al alma echar en olvido sus pecados primeros, diciendo el Sabio (Ecli. 5, 5): Del pecado perdonado no quieras estar sin miedo. Y esto, por tres cosas: la primera, para tener siempre ocasión de no presumir; la segunda, para tener materia de siempre agradecer; la tercera, para que le sirva de más confiar para más recibir; porque si, estando en pecado, recibió de Dios tanto bien, puesta en amor de Dios y fuera de pecado, ¿cuánto mayores mercedes podrá esperar?

2 Acordándose, pues, el alma aquí de todas estas misericordias recibidas y viéndose puesta junto al Esposo con tanta dignidad, gózase grandemente con deleite de agradecimiento y amor, ayudándole mucho para esto la memoria de aquel primer estado suyo tan bajo y tan feo, que no sólo no merecía ni estaba para que la mirara Dios, mas ni aun para que tomara en la boca su nombre, según él lo dice por el profeta David (Sal. 15, 4). De donde, viendo que de su parte ninguna razón hay ni la puede haber para que Dios la mirase y engrandeciese, sino sólo de parte de Dios, y ésta es su bella gracia y mera voluntad, atribuyéndose a sí su miseria y al Amado todos los bienes que posee, viendo que por ellos ya merece lo que no merecía, toma ánimo y osadía para pedirle la continuación de la divina unión espiritual, en la cual se le vayan mutiplicando las mercedes; todo lo cual da ella a entender en la siguiente canción.
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MensajePublicado: Mie Ene 02, 2008 9:15 pm    Asunto:
Tema: Cántico espiritual, de San Juan de la Cruz
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XXXIII. CANCION 33.



No quieras despreciarme,


que si color moreno en mí hallaste,


ya bien puedes mirarme


después que me miraste,


que gracia y hermosura en mí dejaste.





DECLARACION

3 Animándose ya la Esposa y preciándose a sí misma en las prendas y precio que de su Amado tiene, viendo que por ser cosas de él (aunque ella de suyo sea de bajo precio y no merezca alguna estima), merece ser estimada por ellas, atrévese a su Amado, y dícele que ya no la quiera tener en poco ni despreciarla, porque si antes merecía esto por la fealdad de su culpa y bajeza de su naturaleza, que ya después que él la miró la primera vez, en que la arreó con su gracia y vistió con su hermosura, que bien la puede ya mirar la segunda y más veces, aumentándote la gracia y hermosura, pues hay ya razón y causa bastante para ello en haberla mirado cuando no lo merecía ni tenía partes para ello. No quieras despreciarme.

4 No dice esto por querer la tal alma ser tenida en algo, porque antes los desprecios y vituperios son de grande estima y gozo para el alma que de veras ama a Dios, y porque ve que de su cosecha no merece otra cosa, sino por la gracia y dones que tiene de Dios, según ella va dando a entender, diciendo. Que si color moreno en mí hallaste,

5 es a saber, que, si antes que me miraras graciosamente hallaste en mí fealdad y negrura de culpas e imperfecciones y bajeza de condición natural, ya bien puedes mirarme, después que me miraste.

6 Después que me miraste, quitando de mí ese color moreno y desgraciado de culpa con que no estaba de ver, en que me diste la primera vez gracia, ya bien puedes mirarme, esto es, ya bien puedo yo y merezco ser vista, recibiendo más gracia de tus ojos, pues con ellos no sólo la primera vez me quitaste el color moreno, pero también me hiciste digna de ser vista, pues con tu vista de amor, gracia y hermosura en mí dejaste.

7 Lo que ha dicho el alma en los dos versos antecedentes es para dar a entender lo que dice san Juan en el Evangelio (1, 16), es a saber, que Dios da gracia por gracia, porque, cuando Dios ve al alma graciosa en sus ojos, mucho se mueve a hacerla más gracia, por cuanto en ella mora bien agradado. Lo cual conociendo Moisés (Ex. 33, 12-13), pidió a Dios más gracia, queriéndole obligar por la gracia que ya de él tenía, diciendo a Dios: Tú dices que me conoces de nombre y que he hallado gracia delante de ti: pues luego si he hallado gracia en tu presencia, muéstrame tu cara, para que te conozca y halle gracia delante de tus ojos. Y porque con esta gracia ella está delante de Dios engrandecida, honrada y hermoseada, como habemos dicho, por eso es amada de él inefablemente. De manera que, si antes que estuviese en su gracia por sí sólo la amaba, ahora que ya está en su gracia, no sólo la ama por sí, sino también por ella; y así, enamorado de su hermosura, mediante los efectos y obras de ella, ahora sin ellos, siempre le va él comunicando más amor y gracias, y como la va honrando y engrandeciendo más, siempre se va más prendando y enamorando de ella. Porque así lo da Dios a entender, hablando con su amigo Jacob por Isaías (43, 4), diciendo: Después que en mis ojos eres hecho honrado y glorioso, yo te he amado; lo cual es tanto como decir: después que mis ojos te dieron gracia por su vista, por la cual te hiciste glorioso y digno de honra en mi presencia, has merecido más gracia de mercedes mías. Porque amar Dios más, es hacer más mercedes. Esto mismo da a entender la Esposa en los divinos Cantares (1, 3-4) a las otras almas, diciendo: Morena soy, pero hermosa, hijas de Jerusalén; por tanto, me ha amado el rey, y entrádome en lo interior de su lecho, lo cual es decir: almas, que no sabéis ni conocéis de estas mercedes, no os maravilléis porque el rey celestial me las haya hecho a mí tan grandes que haya llegado a meterme en lo interior de su amor; porque, aunque soy morena de mío, puso en mí él tanto sus ojos después de haberme mirado la primera vez, que no se contentó hasta desposarme consigo y llevarme al interior lecho de su amor.

8 ¿Quién podrá decir hasta dónde llega lo que Dios engrandece un alma cuando da en agradarse de ella? No hay poderlo ni aun imaginar; porque, en fin, lo hace como Dios, para mostrar quién él es. Sólo se puede dar algo a entender por la condición que Dios tiene de ir dando más a quien más tiene, y lo que le va dando es multiplicadamente según la proporción de lo que antes el alma tiene, según en el Evangelio (Mt. 13, 12) lo da a entender, diciendo: A cualquiera que tuviere, se le daré más, hasta que llegue a abundar; y al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado. Y así, el dinero que tenía el siervo no en gracia de su señor, le fue quitado y dado al que tenía más dineros que todos juntos en gracia de su señor. De donde los mejores y principales bienes de su casa, esto es, de su Iglesia, así militante como triunfante, acumula Dios en el que es más amigo suyo, y lo ordena para más honrarle y glorificarle; así como una luz grande absorbe en sí muchas luces pequeñas. Como también lo dio Dios a entender en la sobredicha autoridad de Isaías (43, 3-4), según el sentido espiritual, hablando con Jacob, diciendo: Yo soy tu Señor Dios, Santo de Israel, tu Salvador; a Egipto he dado por tu propiciación, a Etiopía y a Saba por ti; y daré hombres por ti y pueblos por tu alma.

9 Bien puedes, pues, ya, Dios mío, mirar y preciar mucho al alma que miras, pues con tu vista pones en ella precio y prendas de que tú te precias y prendas. Y, por eso, no ya una vez sola, sino muchas merece que la mires después que la miraste. Pues, como se dice en el libro de Ester (6, 11) por el Espíritu Santo: Digno es de tal honra a quien quiere honrar el Rey.


XXXII. ANOTACION PARA LA CANCION SIGUIENTE
1 Los amigables regalos que el Esposo hace al alma en este estado son inestimables, y las alabanzas y requiebros de divino amor que con gran frecuencia pasan entre los dos son inefables. Ella se emplea en alabar y regraciar a él; él, en engrandecer, alabar y regraciar a ella, según es de ver en los Cantares (1, 14-15), donde hablando él con ella, dice: Cata que eres hermosa, amiga mía: cata que eres hermosa y tus ojos son de paloma. Y ella responde y dice: Cata que tú eres hermoso, amado mío, y bello; y otras muchas gracias y alabanzas que el uno al otro a cada paso se dicen en los Cantares. Y así, ella en la canción pasada acaba de despreciarse a sí llamándose morena y fea, y de alabarte a él de hermoso y gracioso, pues con su mirada le dio gracia y hermosura. Y él, porque tiene de costumbre de ensalzar al que se humilla, poniendo en ella los ojos como ella se lo ha pedido, en la canción que se sigue se emplea en alabarla, llamándola, no morena, como ella se llamó, sino blanca paloma, alabándola de las buenas propiedades que tiene como paloma y tórtola. Y así, dice:
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MensajePublicado: Dom Ene 06, 2008 4:09 pm    Asunto:
Tema: Cántico espiritual, de San Juan de la Cruz
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XXXIV. CANCION 34.



ESPOSO:


La blanca palomica


al arca con el remo se ha tornado;


y ya la tortolica


al socio deseado


en las riberas verdes ha hallado.





DECLARACION


2 El Esposo es el que habla en esta canción, cantando la pureza que ella tiene ya en este estado y las riquezas y premio que ha conseguido por haberse dispuesto y trabajado por venir a él. Y también canta la buena dicha que ha tenido en hallar a su Esposo en esta unión, y da a entender el cumplimiento de los deseos suyos y deleite y refrigerio que en él posee, acabados ya los trabajos de esta vida y tiempo pasado. Y así, dice: La blanca palomica.

3 Llama al alma blanca palomica por la blancura y limpieza que ha recibido de la gracia que ha hallado en Dios. Y llámala paloma porque así la llama en los Cantares (2, 10) para denotar la sencillez y mansedumbre de condición y amorosa contemplación que tiene; porque la paloma no sólo es sencilla y mansa, sin hiel, mas también tiene los ojos claros y amorosos; que, por eso, para denotar el Eposo en ella esta propiedad de contemplación amorosa con que mira a Dios, dijo allí también (1, 14) que tenía los ojos de paloma; la cual, dice: Al arca con el ramo se ha tornado.

4 Aquí compara al alma el Esposo a la paloma del arca de Noé, tomando por figura aquel ir y venir de la paloma al arca, de lo que al alma en este caso le ha acaecido. Porque así como la paloma iba y venía al arca porque no hallaba dónde descansase su pie entre las aguas del diluvio, hasta que después se volvió a ella con un ramo de oliva en el pico, en señal de la misericordia de Dios en la cesación de las aguas que tenían anegada la tierra (Gn. 8, 8-11), así esta tal alma que salió del arca de la omnipotencia de Dios, cuando la crió, habiendo andado por las aguas del diluvio de los pecados e imperfecciones, no hallando dónde descansase su apetito, andaba yendo y viniendo por los aires de las ansias de amar al arca del pecho de su Criador, sin que de hecho la acabase de recoger en él, hasta que ya, habiendo Dios hecho cesar las dichas aguas todas de imperfecciones sobre la tierra de su alma, ha vuelto con el ramo de oliva, que es la victoria que por la clemencia y misericordia de Dios tiene de todas las cosas, a este dichoso y acabado recogimiento del pecho de su Amado, no solamente con victoria de todos sus contrarios, sino con premio de sus merecimientos, porque lo uno y lo otro es denotado por el ramo de oliva. Y así, la palomica del alma no sólo vuelve ahora al arca de su Dios blanca y limpia como salió de ella cuando la crió, mas aun con aumento de ramo del premio y paz conseguida en la victoria de sí misma. Y ya la tortolica al socio deseado en las riberas verdes ha hallado.

5 También llama aquí el Esposo al alma tortolica, porque en este caso de buscar al Esposo ha sido como la tórtola cuando no hallaba al consorte que deseaba. Para cuya inteligencia es de saber que de la tórtola se dice que, cuando no halla a su consorte, ni se asienta en ramo verde, ni bebe el agua clara ni fría, ni se pone debajo de la sombra ni se junta con otra compañía; pero en juntándose con él ya goza de todo esto: todas estas propiedades tiene el alma, y es necesario que las tenga para haber de llegar a esta unión y junta del Esposo Hijo de Dios. Porque con tanto amor y solicitud le conviene andar que no asiente el pie del apetito en ramo verde de algún deleite, ni quiera beber el agua clara de alguna honra y gloria del mundo ni la quiera gustar fría de algún refrigerio o consuelo temporal, ni se quiera poner debajo de la sombra de algún favor y amparo de criaturas; no queriendo reposar nada en nada ni acompañarse de otras aficiones gimiendo por la soledad de todas las cosas hasta hallar a su Esposo en cumplida satisfacción.

6 Y porque esta tal alma, antes que llegase a este alto estado, anduvo con grande amor buscando a su Amado, no se satisfaciendo de cosa sin él, canta aquí el mismo Esposo el fin de sus fatigas y el cumplimiento de los deseos de ella, diciendo que ya la tortolica al socio deseado en las riberas verdes ha hallado que es tanto como decir: ya el alma Esposa se sienta en ramo verde, deleitándose en su Amado; y ya bebe el agua clara de muy alta contemplación y sabiduría de Dios y fría de refrigerio y regalo que tiene en Dios; y también se pone debajo de la sombra de su amparo y favor, que tanto ella había deseado donde es consolada apacentada y refeccionada sabrosa y divinamente según ella de ello se alegra en los Cantares (2,3) diciendo: Debajo de la sombra de aquel que había deseado me senté y su fruto es dulce a mi garganta.


XXXIII. ANOTACION PARA LA CANCION SIGUIENTE
1 Va prosiguiendo el Esposo, dando a entender el contento que tiene del bien que ha conseguido la Esposa por medio de la soledad en que antes quiso vivir, que es una estabilidad de paz y bien inmutable. Porque cuando el alma llega a confirmarse en la quietud del único y solitario amor del Esposo, como ha hecho ésta de que hablamos aquí, hace tan sabroso asiento de amor en Dios y Dios en ella, que no tiene necesidad de otros medios ni maestros que la encaminen a Dios, porque es ya Dios su guía y su luz. Porque cumple en ella lo que prometió por Oseas (2,14), diciendo: Yo la guiaré a la soledad y allí hablaré a su corazón. En lo cual da a entender que en la soledad se comunica y une él en el alma. Porque hablarle al corazón es satisfacerle el corazón, el cual no se satisface con menos que Dios. Y así, dice el Esposo:
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MensajePublicado: Sab Ene 12, 2008 4:42 pm    Asunto:
Tema: Cántico espiritual, de San Juan de la Cruz
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Nota

La fuente que estaba utilizando ha dejado de estar accesible por el momento, les ruego paciencia hasta que vuelva a funcionar o encuentre otra fuente de donde recabar los textos.

Gracias

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MensajePublicado: Dom Feb 03, 2008 4:15 pm    Asunto:
Tema: Cántico espiritual, de San Juan de la Cruz
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A partir de este tramo, la fuente es la siguiente click aquí
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MensajePublicado: Dom Feb 03, 2008 4:19 pm    Asunto:
Tema: Cántico espiritual, de San Juan de la Cruz
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XXXV. CANCIÓN 35



En soledad vivía,


y en soledad ha puesto ya su nido,


y en soledad la guía


a solas su querido,


también en soledad de amor herido.



DECLARACIÓN

Dos cosas hace en esta canción el Esposo : la primera, alabar la soledad en que antes el alma quiso vivir, diciendo cómo fue medio para en ella hallar y gozar a su Amado a solas de todas las penas y fatigas que antes tenía.

La segunda es decir que, por cuanto ella se ha querido quedar a solas de todas las cosas criadas por su querido, él mismo, enamorado della por esta su soledad, se ha hecho cuidadoso de ella, recibiéndola en sus brazos, apacentándola en sí de todos los bienes, guiando su espíritu a las cosas altas de Dios.

En soledad vivía,

La dicha tortolilla, que es el alma, vivía en soledad antes que hallase al Amado en este estado de unión ; porque el alma que desea a Dios, la compañia de ninguna cosa le hace consuelo ; antes, hasta hallarle, todo hace y causa más soledad.

y en soledad ha puesto ya su nido,

En esa soledad en que antes vivía, ejercitándose en ella con trabajo y angustia porque no estaba perfecta, en ella ha puesto su descanso ya y refrigerio, por haberla ya adquirido perfectamente en Dios.

y en soledad la guía

En esa soledad que el alma tiene de todas las cosas en que está sola con Dios, El la guía y mueve y levanta a las cosas divinas... Porque luego que el alma desembaraza estas potencias y las vacía de todo lo inferior y de la propriedad de lo superior, dejándolas a solas sin ello, inmediatamente se las emplea Dios en lo invisible y divino, y es Dios el que la guía en esta soledad.

a solas su querido,

Quiere decir, que no sólo la guía en la soledad de ella, mas que él mismo a solas es el que obra en ella sin otro algún medio...

Y, habiéndose el alma ya subido en soledad de todo sobre todo, ya todo no le aprovecha, ni sirve para más subir otra cosa, que el mismo Verbo Esposo.

también en soledad de amor herido.

Es a saber, de la esposa... Herido de ella por la soledad que por él tiene, viendo que no se contenta con otra cosa, él solo la guía a sí mismo, atrayéndola y absorbiéndola en sí.

Este himno a la soledad alaba el "cara a cara" con Dios, en el olvido de todo lo que no es él, concretamente de las ocupaciones y pasatiempos que la sociedad propone. "El amor es en el mundo por el olvido del mundo", decía Eluard.

Pero el espiritual no es un aislado y halla en Dios "el bosque y su donaire", es decir el bosque magnífico de las criaturas arraigado en su criador, como será dicho en la estrofa treinta-y-nueve. Es pues una mirada nueva sobre el mundo que induce la soledad del alma, una mirada en la cual puede ver y saborear toda su belleza.
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MensajePublicado: Sab Feb 09, 2008 12:56 am    Asunto:
Tema: Cántico espiritual, de San Juan de la Cruz
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XXXVI. CANCIÓN 36

ANOTACIÓN


El amor, como es unidad de dos solos, a solas se quieren comunicar ellos. Puesta, pues, el alma en esta cumbre de perfección y libertad de espíritu en Dios, acabadas todas las repugnancias y contrariedades de la sensualidad, ya no tiene otra cosa en qué entender ni otro ejercicio en qué se emplear sino en darse en deleites y gozos de íntimo amor con el Esposo.

En la siguiente canción y en las demás que se siguen se emplea en pedir al Amado este beatífico pasto, en manifiesta visión de Dios. Y así dice :



Gocémonos, Amado,

y vámonos a ver en tu hermosura

al monte y al collado,

do mana el agua pura;

entremos más adentro en la espesura.



DECLARACIÓN

Ella es la que habla en esta canción con el esposo pidiéndole tres cosas que son propias del amor : la primera quiere recibir el gozo y sabor del amor, y ésa le pide cuando dice : Gocémonos, Amado ; la segunda es desear hacerse semejante al Amado, y ésta le pide cuando dice : vámonos a ver en tu hermosura ; y la tercera es escudriñar y saber las cosas y secretos del mismo Amado, y ésta le pide cuando dice : entremos más adentro en la espesura.

Gocémonos, Amado,

Esto tiene el amor donde hace asiento, que siempre se quiere andar saboreando en sus gozos y dulzuras, que son el ejercicio de amar interior y exteriormente ; todo lo cual hace por hacerse mas semejante al Amado.

y vámonos a ver en tu hermosura

Esto es, que de tal manera esté yo transformada en tu hermosura, que, siendo semejante en hermosura, nos veamos entrambos en tu hermosura, teniendo ya tu misma hermosura ; de manera que, mirando el uno al otro, vea cada uno en el otro su hermosura, siendo la una y la del otro tu hermosura sola, absorta yo en tu hermosura... Y así, seré yo tu en tu hermosura, y serás tu yo en tu hermosura, porque tu misma hermosura será mi hermosura.

al monte y al collado,

El monte simboliza el conocimiento matutino o esencial de Dios que se saca en el Verbo divino... la montiña represente el conocimiento vespertino de Dios, en otras palabras la sabiduría de Dios en las criaturas, en sus obras y en su admirable armonía.

Juan de la Cruz da aquí la fuente de su metáfora : "Iré al monte de la mirra y al collado del incienso." (Ct 4,6)

do mana el agua pura;

Aquí llama agua pura el entendimiento limpia y desnuda de accidentes y fantasías y clara sin nieblas de ignorancia.

entremos más adentro en la espesura.

En la espesura de tus maravillosas obras y profundos juicios... Y esta espesura de sabiduría y ciencia de Dios es tan profunda e inmensa, que, aunque más el alma sepa della, siempre puede entrar más adentro.

De donde también por esta espesura en que aquí el alma desea entrar, se entiende harto propiamente la espesura y multitud de los trabajos y tribulaciones en que desea esta alma entrar, por cuanto le es sabrosísimo y provechosísimo el padecer, porque el padecer le es medio para entrar más adentro en la espesura de la deleitable sabiduría de Dios ; porque el más puro padecer trae más íntimo y puro entender y, por consiguiente, más puro y subido gozar, porque es de más adentro saber.

¡Oh, si se acabase ya de entender cómo no se puede llegar a la espesura y sabiduría de las riquezas de Dios - que son de muchas maneras - si no es entrando en la espesura del padecer de muchas maneras.

Para entrar en estas riquezas de su sabiduría, la puerta es la cruz, que es angosta.
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MensajePublicado: Jue Feb 14, 2008 3:38 am    Asunto:
Tema: Cántico espiritual, de San Juan de la Cruz
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XXXVII. CANCIÓN 37

Una de las cosas más principales que desea el alma... es ver a Cristo cara a cara, y entender de raíz las profundas vías y misterios eternos de su Encarnación.




Y luego, a las subidas

cavernas de la piedra nos iremos,

que están bien escondidas,

y allí nos entraremos,

y el mosto de granadas gustaremos.





La esposa dice en esta canción que, después de haber entrado más adentro en la Sabiduría divina, esto es, más adentro del matrimonio espiritual que ahora posee - que será en la gloria viendo a Dios cara a cara - conocerá los subidos misterios de Dios y Hombre... y las virtudes y atributos de Dios, que por los dichos misterios se conocen en Dios, cómo son justicia, misericordia, sabiduría, potencia, caridad...

Y luego, a las subidas
cavernas de la piedra nos iremos,


La piedra que aquí dice, según dice san Pablo, es Cristo (1 Co 10,4). Las subidas cavernas de esta piedra son los subidos y altos y profundos misterios de sabiduría de Dios que hay en Cristo.

que están bien escondidas,

Hay mucho que ahondar en Cristo ; porque es como una abundante mina con muchos senos de tesoros, que, por más que ahonden, nunca les hallan fin ni término, antes van en cada seno hallando nuevas venas de nuevas riquezas acá y allá... Pero, el alma no puede entrar ni puede llegar a ellos si no pasa primero por la estrechura del padecer interior y exterior a la divina Sabiduría.

En estas cavernas, pues, de Cristo desea entrarse bien de hecho el alma para absorberse y transformarse y embriagarse bien en el amor de la sabiduría de ellos, escondiéndose en el pecho de su Amado. Porque a estos agujeros la convida él.

y allí nos entraremos,

Allí, conviene a saber, en aquellas noticias y misterios divinos nos entraremos... entraremos a saber, yo y el Amado, para dar a entender que esta obra no la hace ella, sino el Esposo con ella... Allí nos transformaremos, es a saber, yo en ti por el amor de estos dichos juicios divinos y sabrosos.

y el mosto de granadas gustaremos.

Las granadas significan aquí los misterios de Cristo y los juicios de la sabiduría de Dios y las virtudes y atributos de Dios, que del conocimiento de estos misterios y juicios se conocen en Dios, que son innumerables.

El mosto que dice aquí la esposa que gustarán ella y el Esposo de estas granadas, es la fruición y el deleite de amor de Dios que la noticia y conocimiento de ellas redunda en el alma.

La imagen es tomada en Ct 8,2: "Alli me enseñarás, y darte he yo a ti la bebida el vino adobado y el mosto de mis granadas."

En el corazón de esta estrofa y de la precedente, se evoca el misterio de la pasion-resurrección de Cristo por el cual debe pasar el espiritual para entrar en la felicidad de la gloria eterna
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MensajePublicado: Lun Feb 18, 2008 2:53 pm    Asunto:
Tema: Cántico espiritual, de San Juan de la Cruz
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CANCIÓN 38

ANOTACIÓN

En estas dos canciones pasadas ha ido cantando la esposa los bienes que le ha de dar el Esposo en aquella felicidad eterna, conviene a saber: que la ha de transformar de hecho el Esposo en la hermosura de su sabiduría creada e increada.




Allí me mostrarías

aquello que mi alma pretendía,

y luego me darías

allí tú, ¡ vida mia !,

aquello que me diste el otro día :





DECLARACIÓN

El alma dice en esta canción al Esposo que allí le mostrará él esto que tanto ha siempre pretendido en todos sus actos y ejercicios, que es mostrarla a amar al Esposo con la perfección que él se ama.

Allí me mostrarías
aquello que mi alma pretendía
,

Esta pretensión del alma es la igualdad de amor con Dios que siempre ella natural y sobrenaturalmente apetece, porque el amante no puede estar satisfecho si no siente que ama cuanto es amado ; y como el alma ve que con la transformación que tiene en Dios en esta vida, aunque es inmenso el amor, no puede llegar a igualar con la perfección de amor con que de Dios es amada, desea la clara transformación de gloria en que llegará a igualar con el dicho amor.

y luego me darías
allí tú, ¡ vida mia !,
aquello que me diste el otro día
:

Lo que aquí dice el alma que le daría luego, es la gloria esencial, que consiste en ver el ser de Dios.

Una cuestión sin embargo : porque el alma pide el amor y no la visión en que consiste la gloria esencial ? Respuesta : primero, "el amor es el fin de todas las cosas" y consiste esencialmente en dar, mientras ver consiste en recibir ; después, la primera pedida encierra necesariamente la segunda porque es imposible venir a perfecto amor de Dios sin perfecta visión de Dios.

Por aquel otro día entiende el día de la eternidad de Dios, que es otro que este día temporal. En el cual día de la eternidad predestinó Dios al alma para la gloria, y en eso determinó la gloria que le había de dar.

¿ Y qué será aquello que allí le dió ? Ni ojo le vio, ni oído lo oyó, ni en corazón de hombre cayó, como dice el Apóstol (1 Cor 2,9)... Ello, en fin, es ver a Dios, pero qué le sea al alma ver a Dios, no tiene nombre más que aquello.

Sigue una serie de siete citaciones que Juan de la Cruz comenta brevemente, precisando al fin que estas palabras, con todo, no explican nada. Porque las cosas inmensas esto tienen, que todos los términos excelentes y de calidad y grandeza y bien le cuadran, mas ninguno de ellos le declaran, ni todos juntos.

Para terminar, Juan de la Cruz comenta su ultimo verso : Aquello que me diste, esto es, aquel peso de gloria en que me predestinaste, ! Oh Esposo mío ! en el día de tu eternidad, cuando tuviste por bien de determinar de criarme, me daras luego allí en el mi día de mi desposorio y mis bodas y en el día mío de la alegría de mi corazón, cuando, desatándome de la carne y entrándome en las subidas cavernas de tu tálamo, transformándome en ti gloriosamente, bebamos el mosto de las suaves granadas.

El comentario de esta estrofa mezcla dos puntos de vista sobre el destino del alma : el de una visión eternalista (el punto de vista de Dios, del día de su eternidad) muy diferente del día del tiempo, y el de una visión temporal que Juan de la Cruz exprime en las categorias teologicas de su época, a saber en terminos de predestinación : en un primer tiempo, Dios predestina el alma, después la crea, luego la hace entrar en su felicidad. Pero, por Dios, seguro, no hay ni antes ni después : es con un amor eterno que ama al alma.
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MensajePublicado: Jue Feb 21, 2008 11:58 pm    Asunto:
Tema: Cántico espiritual, de San Juan de la Cruz
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CANCIÓN 39



ANOTACIÓN




En la siguiente canción el alma se emplea en decir algo de aquella fruición que gozará en la beatífica vista.

el aspirar del aire,


el canto de la dulce filomena,


el soto y su donaire


en la noche serena,


con llama que consume y no da pena






DECLARACIÓN

En esta canción dice el alma y declara aquello que dice le ha de dar el Esposo en aquella beatifica transformación :

- la aspiración del Espíritu Santo de Dios a ella y de ella a Dios,

- la jubilación a Dios en la fruición de Dios,

- el conocimiento de las criaturas y de la ordenación de ellas,

- pura y clara contemplación de la esencia divina,

- transformación total en el inmenso amor de Dios.

el aspirar del aire,

Este aspirar de el aire es una habilidad que el alma dice que le dará Dios... para que ella aspire en Dios la misma aspiración de amor que el Padre aspira en el Hijo y el Hijo en el Padre, que es el mismo Espíritu Santo.

En la transformación que el alma tiene en esta vida pasa esta misma aspiración de Dios al alma y del alma a Dios con mucha frecuencia, con subidísimo deleite de amor en el alma, aunque no en revelado y manifiesto grado como en la otra vida, porque esto es lo que entiendo quiso decir san Pablo cuando dijo : por cuanto sois hijos de Dios, envió Dios en vuestros corazones el espíritu de su Hijo, clamando al Padre (Gal 4,6) .

Y no hay que tener por imposible que el alma pueda una cosa tan alta, que el alma aspire en Dios como Dios aspira en ella por modo participado porque, dado que Dios le haga merced de unirla en la Santísima Trinidad, en que el alma se hace deiforme y Dios por participación... Esto es estar transformada en las tres personas en potencia y sabiduría y amor, y en esto es semejante el alma a Dios, y para que pudiese venir a esto la crió a su imagen y semejanza (Gen 1,26) .

Y cómo esto sea no hay más saber ni poder para decirlo, sino dar a entender como el Hijo de Dios nos alcanzó este alto estado y nos mereció este subido puesto de poder ser hijos de Dios, cómo dice san Juan (1,12) .

De donde las almas esos mismos bienes poseen por participación que El por naturaleza ; por lo cual verdaderamente son dioses por participación, iguales y compañeros suyos de Dios.

¡ Oh almas criadas para estas grandezas y para ellas llamadas !, Qué hacéis, en qué os entretenéis ? Vuestras pretensiones son bajezas y vuestras posesiones miserias. ¡ Oh miserable ceguera de los ojos de vuestra alma, pues para tanta luz estáis ciegos y para tan grandes voces sordos, no viendo que, en tanto que buscáis grandezas y glorias, os quedáis miserables y bajos, de tantos bienes hechos ignorantes e indignos !

el canto de la dulce filomena,

Lo que nace en el alma de aquel aspirar del aire es la dulce voz de su Amado a ella, en la cual ella hace a él su sabrosa jubilación ; y lo uno y lo otro llama aquí canto de filomena ; porque, así come el canto de filomena, que es el ruiseñor, se oye en la primavera, pasados ya los fríos, lluvias y variedades de el invierno, y hace melodía al oído y al espíritu recreación, así en esta actual comunicación y transformación de amor que tiene ya la esposa en esta vida, amparada ya y libre de todas las turbaciones y variedades temporales, y desnuda y purgada de las imperfecciones, penalidades y nieblas así del sentido como de el espíritu, siente nueva primavera en libertad y anchura y alegría de espíritu, en la cual siente la dulce voz de el Esposo, que es su dulce filomena.

En esta manera es el canto que pasa en el alma en la transformación que tiene en esta vida, el sabor de la cual es sobre todo encarecimiento. Pero, por cuanto no es tan perfecto como el cantar nuevo de la vida gloriosa, saboreada el alma por esto que aquí siente, rastreando por la alteza de este canto la excelencia del que tendrá en la gloria, cuya ventaja es mayor sin comparación, hace memoria de él, y dice que aquello que le dará será el canto de la dulce filomena.

el soto y su donaire

Por el soto, por cuanto cría en si muchas plantas y animales, entiende aquí a Dios en cuanto cría y da ser a todas las criaturas, las cuales en El tienen su vida y raiz.

Por el donaire de este soto, que también pide al Esposo el alma aquí para entonces, pide la gracia y sabiduría y la belleza que de Dios tiene no sólo cada una de las criaturas así terrestres como celestes, sino también la que hacen entre sí en la respondencia sabia, ordenada, graciosa y amigable de unas a otras, así de las inferiores entre sí como de las superiores también entre sí, y entre las superiores y las inferiores, que es cosa que hace al alma gran donaire y deleite conocerla.

en la noche serena,

Esta noche es la contemplación en que el alma desea ver estas cosas. Llámala noche, porque la contemplación es oscura, que por eso la llama por otro nombre Mística Teología, que quiere decir sabiduría de Dios secreta o escondida, en la cual, sin ruido de palabras y sin ayuda de algún sentido corporal ni espiritual, como en silencio y quietud, a oscuras de todo lo sensitivo y natural, enseña Dios ocultísima y secretísimamente al alma sin ella saber cómo.

Pero, por más alta que sea esta noticia, todavía es noche oscura en comparación de la beatífica que aquí pide, y por eso dice, pidiendo clara contemplación, que este gozar el soto y su donaire y las demás cosas que aquí ha dicho, sea en la noche ya serena, esto es, en la contemplación ya clara y beatífica, de manera que deje ya de ser noche en la contemplación oscura acá, y se vuelva en contemplación de vista clara y serena de Dios allá.

con llama que consume y no da pena

Por la llama entiende aquí el amor del Espíritu Santo. El consumar significa aquí acabar y perfeccionar el alma que todas las cosas que ha dicho en esta canción se las ha de dar el Amado y las ha ella de poseer con consumado y perfecto amor, absortas todas y ella con ellas en amor perfecto y que no dé pena; lo cual dice para dar a entender la perfección entera de este amor, porque, para que lo sea, estas dos propiedades ha de tener, conviene a saber: que consume y transforme el alma en Dios y que no dé pena la inflamación y transformación de esta llama en el alma.

No es como la transformación que tenía en esta vida el alma, que, aunque era muy perfecta le era algo consumidora y detractiva, a manera del fuego en el ascua... Pero en aquella vida beatífica ningun detrimento ni pena sentirá, aunque su entender será profundísimo y su amor muy inmenso, porque para lo uno le dará Dios habilidad y para lo otro fortaleza, consumando Dios su entendimiento con su sabiduría y su voluntad con su amor.
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MensajePublicado: Mie Mar 05, 2008 7:50 pm    Asunto:
Tema: Cántico espiritual, de San Juan de la Cruz
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CANCIÓN 40

DECLARACIÓN Y ANOTACIÓN



Que nadie lo miraba;


Aminadab tampoco parecía,


y el cerco sosegaba,


y la caballería


a vista de las aguas descendía.




La esposa, liberada de todo y reunida a su Dios por un amor muy estrecho, transformada en él, en una abundancia de riquezas y de dones espirituales, tiene todo lo que se necesita para subir hasta su gloria. En el deseo que termina este asunto, ella le representa todo lo que le puede motivar para hacerlo: está ahora destacada de todo lo criado, el demonio ha salido del paisaje, sus pasiones están arregladas, sus apetitos sosegados, su sensibilidad está purificada, ajustada a su espíritu. Luego, dice :

Que nadie lo miraba;

Lo cual es como si dijera : mi alma está ya desnuda, desasida, sola y ajena de todas las cosas criadas de arriba y de abajo, y tan adentro entrada en el interior recogimiento contigo, que ninguna de ellas lo alcanza de vista.

Aminadab tampoco parecía,

El cual Aminadab en la Escritura divina (Ct 6,11) significa el demonio adversario del alma... De tal manera le tiene ya ahuyentado y vencido el alma, que no parece más delante de ella.

y el cerco sosegaba,

Por el cual cerco entiende aquí el alma las pasiones y apetitos del alma... el cual dice que también está ya sosegado, esto es, las pasiones ordenadas en razón y los apetitos mortificados.

y la caballería
a vista de las aguas descendía.


Por las aguas se entienden aquí los bienes y deleites espirituales que en este estado goza el alma en su interior con Dios. Por la caballería entiende aquí los sentidos corporales de la parte sensitiva, así interiores como exteriores, porque ellos traen en sí los fantasmas y figuras de sus objetos; los cuales en este estado dice aquí la esposa que descienden a vista de las aguas espirituales, porque de tal manera está ya en este estado de matrimonio espiritual purificada y en alguna manera espiritualizada la parte sensitiva e inferior del alma, que ella con sus potencias sensitivas y fuerzas naturales se recogen a participar y gozar en su manera de las grandezas espirituales que Dios está comunicando al alma en lo interior del espíritu... bajan de sus operaciones naturales, cesando de ellas, al recogimiento espiritual.

La esposa presenta todas estas disposiciones a su Amado en el deseo de verse trasladada por él del matrimonio espiritual hasta las bodas eternas.

El Cántico de Juan de la Cruz se acaba como había empezado: en el recogimiento interior que es, por él, el primer y el último paso de la aventura espiritual. Con el conocimiento oscuro y amoroso de la contemplación, en la noche serena, la llama que consume y no da pena, el alma encuentra la fuente de su felicidad y el cumplimiento de su vida.
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