ÉTICA PARA JÓVENES

[marina]

¿Hay crisis de valores en los jóvenes?

“Los valores no están en crisis porque nos son superiores, los que estamos en crisis somos nosotros. Por ejemplo, cada sexenio toman un valor como bandera: se va Salinas y pobre del que diga “solidaridad”; ahora es la familia. Como decía Octavio Paz, “somos hijos de la palabra”, es decir, si no las nombramos dejan de existir, cambian de lugar en la jerarquía axiológica. Todas las decisiones son a partir de valores, pero si éstos no son claros no sabremos conforme a qué decidimos.
“Es muy desafortunado que lo cotidiano sea la corrupción, ilegalidad e impunidad. La ética tiene un precio elevado: si quieres una película original cuesta 300 pesos, pero pirata cuesta 10; me hace formar en la fila, seguir las reglas, invertir tiempo y paciencia. En la cultura de la inmediatez se quieren resultados con el menor esfuerzo y preferimos el camino fácil porque suponemos que nos hace la vida más sencilla, aunque esto, en el fondo, debilita el tejido social. En este sentido, hay que tener cuidado con las incongruencias, les pedimos a los jóvenes un comportamiento ético, pero en casa aprenden otra cosa, por ejemplo, cuando la madre le dice al hijo ‘diles que no estoy’ y después le pide ‘no me mientas’. Es decir, la ética está bien cuando me conviene y mal cuando no me conviene. Eso es lo que les enseñamos a los jóvenes”, sostiene Ricardo Rueda, psicólogo especialista en Desarrollo Humano.

- “Existen también los contravalores. Cuando se dice que un valor es la vida, se desmiente cuando vemos la guerra en Irak. Es decir, el problema es que no hay una escala para saber qué tanto nos desviamos, esto una cuestión más hermenéutica y cualitativa. La educación en la familia, la escuela y la sociedad nos muestra un clima violento, una especie de pedagogía del terror que vemos con las personas que asaltan y matan a diario”, comenta Roberto Manero, psicólogo de la Universidad Autónoma Metropolitana, plantel Iztalapa.

“Estas generaciones ya no son como antes...”

- “A los jóvenes, porque están en proceso de formación, es muy cómodo depositarles la responsabilidad de lo que no funciona en la sociedad, son los excelentes chivos expiatorios, aún más si tomamos en cuenta que es el sector que de mejor forma da cuenta de la tensión y el conflicto social en que vivimos”, opina Alfredo Nateras, psicólogo social.

En lo cotidiano

- “Cuando un día te detienes para preguntarte ¿quién soy? y no encuentras respuesta, sobreviene un vacío existencial por carecer de sentido de vida. Cuando tampoco se responde a la pregunta ¿hacia dónde voy? no hay claridad entre lo que realmente vale y lo que no, pues lo que se valora en esta sociedad no es lo que satisface a los seres. Lo anterior puede generar angustia, depresión y la búsqueda de salidas falsas. Dichas problemáticas no surgen del vacío, sino de no saber qué es lo mejor para ellos y para los demás. Aquí la jerarquía axiológica no beneficia, por lo que hay que replantear qué valores necesitamos”, explica Rueda.

Cuando hablamos de valores ¿a cuáles nos referimos?

- “Para que una sociedad funcione necesita reglas para la convivencia y coexistencia; además de valores no impuestos por una persona o grupo, ya que iría en contra de todo ejercicio de pluralidad, tolerancia, libertad y respeto. Lo que ahora sucede es que los valores no son compartidos, la gente los vive de manera individual, hasta que pensamos en los demás, en el efecto de nuestras acciones y comportamientos, entonces lo que generamos son valores sociales y no sólo deseos individuales”, aclara Josué Tinoco, psicólogo social, Universidad Autónoma Metropolitana, plantel Iztapalapa.

- “Se debe replantear cómo se está educando a los hijos. Gran parte de las familias mexicanas son conservadoras y una de sus grandes tareas es educar en valores democráticos, de ciudadanía. El gran valor de lo que estamos discutiendo es la democracia en términos de los derechos del ciudadano; al hijo lo formamos desde la casa, entonces le debemos educar en el respeto, la tolerancia, la equidad, el reconocimiento al otro. Si esto se logra en la familia impactará en los ámbitos personales y sociales. ”, indica Nateras.

- “Siempre se educa en valores, el problema es qué valores y quién educa. Hay que reflexionar acerca de la educación social de los jóvenes, más allá de la familia, los valores que se inculcan de forma subliminal y recalcar los que aseguren mejores posibilidades de supervivencia, de convivencia, de vida. Los adultos y jóvenes debemos analizar los valores que requerimos, y no sólo ver a los muchachos como receptores”, afirma Manero.


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