silindesurion Nuevo
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Publicado:
Mar May 29, 2007 12:11 am Asunto:
Cuento: Aquella Gota
Tema: Cuento: Aquella Gota |
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Hola a todos.
El fin de semana perticipé de un retiro y al revolver mis cosas de otros retiros descubrí unas cuantas reflexiones y cuentos que escribí. Como por ahí se dice que para vivir hay que compartir se los regalo. Espero que los difruten tanto como yo al escribirlos.
Aquella gota
Esta historia nos lleva al océano, a uno de esos grandes espejos celestes, azules y en algunos casos verdosos, que nuestro Padre del Cielo supo poner en nuestro hogar, la tierra.
Allí, en ese universo a veces desconocido por nosotros, dejaba transcurrir su vida una gota, una en particular. Esta no tenía nada en especial, era como todas. Estaba formada por innumerables moléculas de agua, y cada una de estas por dos átomos de hidrógeno y uno de oxígeno, es decir nada en especial.
Como sucede en el desarrollo normal de la vida de una gota, llegó el día en que el mayor de los astros ardió con mas fuerza que nunca, el día en que nuestra gota y algunas mas se sintieron mas livianas y se creyeron capaces de volar. En efecto comenzaron a levitar suavemente en su ascensión majestuosa hacia la bóveda celeste, hasta que al llegar a una parte mas fría se detuvieron, para empezar juntarse hasta formar una sola masa gaseosa.
Luego de viajar un tiempo a merced de los vientos, nuestra gota comenzó a recuperar el peso que había perdido, con lo que dio paso al principio de su irrevocable fin, su caída hacia el suelo que nosotros pisamos.
Al igual que las demás nuestra gota se desprendió del cobijo de su nube, pero a diferencia de las otras ella se descubrió envuelta por un brillo inusitado. Fue así como comenzó a sentir un minúsculo candor que inundaba su pequeño “cuerpecito”. Se percató de que era capaz de producir un fulgor que la llenaba de alegría. Al principio imaginó que era diferente, que había sido formada con una capacidad que las demás no poseían. Pero al ver a su alrededor advirtió que muchas gotas hermanas de nube y océano, brillaban como ella. Algunas resplandecían como estrellas en la noche, otras apenas si emitían una leve claridad. Así, maravillándose de si misma y del espectáculo que la rodeaba, pudo también ver que en realidad el causante de aquella belleza que sus entrañas producían era el sol, ese mismo que días antes la había transformado, elegido y separado de aquel océano, ella de entre millones de gotas.
Nuestro minúsculo prisma también se percató de que el suelo se acercaba cada vez mas rápido por cada segundo que transcurría, que su final cada vez era mas próximo. Pero a pesar que sabía que su muerte se acercaba, ella continuaba brillando, desprendiendo aquella luz que el gran disco dorado le proveía. Tampoco dejo de resplandecer cuando estalló en millones de pequeñas lucecitas, que con el tiempo dejaron de brillar con aquel fulgor que nuestra gota prefirió llevar sin importar lo que sucediera.
FIN
A veces la sociedad nos transforma en gotas, seres sin nada en especial, totalmente iguales y monótonos como el millar que nos rodea. Pero llega un momento en nuestras vidas en las que Dios nos llama, nos hace más livianos y nos ofrece la posibilidad de abandonar la masa, dándonos la total libertad de aceptar y jugarnos por Él o hacernos a un lado y mirar como otros la aprovechan. Si decidimos aceptar su ofrecimiento, Él mismo se encarga de llenarnos con su gracia, para que junto a todos nuestros hermanos iluminemos a aquellos que todavía prefieren la oscura monotonía que nos propone el mundo. _________________ Silinde Súrion
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