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Orden de las Escuelas Pías (Escolapios)

 
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Autor Mensaje
Alan Josué Saldaña García
Asiduo


Registrado: 27 Feb 2007
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Ubicación: En todo el mundo

MensajePublicado: Mar Ene 22, 2008 12:37 am    Asunto: Orden de las Escuelas Pías (Escolapios)
Tema: Orden de las Escuelas Pías (Escolapios)
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Presentación Orden

Presentación S. José de Calasanz (1557-1648) funda esta Orden y la dedica al apostolado de la educación de los niños y jóvenes, preferentemente pobres.

Calasanz, declarado en 1948 por el Papa Pío XII "Patrono Universal de todas las escuelas populares cristianas del mundo", abrió el 1597 "la primera escuela pública popular gratuita en Europa" (Von Pastor). Proclamó el derecho universal a la educación y fue perseguido por este motivo. Al mismo tiempo tuvo un éxito espectacular al responder a los retos y expectativas de su tiempo.

En 1617 se fundó la Congregación Paulina de Clérigos Regulares Pobres de la Madre de Dios de las Escuelas Pías
(el nombre paulina viene del Papa Paolo V que la aprobó), que Gregorio XV elevó a Orden Religiosa en 1621 con el nombre actual. Pronto se extendió por toda Italia y Europa central. Actualmente está extendida en 4 continentes (Europa, Asia, América y Africa) y 32 naciones.

La obra de Calasanz
¿Cuáles fueron las intuiciones más importantes de Calasanz?

Enumeramos algunas de ellas.

:: La escuela del santo es una escuela para todos. José echa en falta que los niños, los más necesitados, tengan escuela. Que no sea una escuela para pocos, que siempre serán “privilegiados”. La escuela ha de ser para todos. He ahí lo propio calasancio.
:: Escuela en la que la educación es lo prioritario.
::Educación, integral, que atienda a lo humano y a lo cristiano, que abarque a la persona entera.
:: Educación que busca el bien de niños y adolescentes; muchos de buena inteligencia se pierden por falta de posibilidades.
:: Escuela preventiva, por eso el ministerio escolapio es un remedio muy eficaz para los niños y jóvenes, al encontrarse en edad difícil.
:: Escuela gratuita, y por eso es para todos.
:: Escuela para los niños desde los más tiernos años.
::Calasanz, además de la escuela elemental, quiso también la enseñanza media con la lengua latina, las humanidades, la retórica y casos de conciencia, porque sólo así veía asegurada la suerte de la clase pobre y efectuada la verdadera ‘reforma de la república cristiana’.



¿Qué es lo propio que creó Calasanz?

“La escuela popular gratuita para los pobres, es decir, una escuela que aceptase a todos los pobres necesitados de instrucción, a diferencia de los maestros rionales, que acogían a poquísimos; una escuela que comenzase a instruir a los niños desde los más tiernos años, y que iniciase esta enseñanza con la lectura y la escritura, a diferencia de los Padres de la Compañía en el Colegio Romano. Faltaba una escuela en la que enseñasen maestros de vida santa y de buena preparación, una escuela que estuviese al ritmo de los tiempos nuevos, que veían surgir y crecer de día en día el número de las clases pobres y trabajadoras, de los pobres obreros, de los jóvenes empleados; una escuela que supiera captar el espíritu de la época nueva creada con la rápida difusión de la imprenta. Faltaba, en suma, una escuela verdaderamente popular, al tanto de las exigencias concretas de los pobres, y que pudiera darles no sólo una ayuda momentánea, sino también un remedio definitivo tanto en el campo espiritual e intelectual como en el social” (Sántha, p. 51-52).

Señalemos algunos aspectos significativos de la intuición calasancia.
:: Pone en marcha una revolución. No menor importancia que cualquier otra revolución fue la operada por Calasanz: que todo hombre tenga derecho a la educación religiosa y cultural; que no existan privilegios en este campo; que nadie pueda ser apartado del derecho a ser educado por ningún motivo. Este proyecto es una una auténtica revolución. La escuela es el laboratorio del futuro de un país. Lo que hoy se haga con los niños eso será mañana un país.
:: La primacía de una intuición. Es justo reconocérselo a Calasanz. Si no fue una personalidad fuera de la común en otros campos, hay que anotarlo entre los hombres extraordinarios en el campo de la pedagogía, aunque no escribiera ningún tratado, y sobre todo en el de la práctica pedagógica.
:: Se constituye en “padre de los pobres” por lo que hizo, por lo que defendió, por las opciones que adoptó, por la defensa de sus ideales, por lo que creó. Defendió a los pobres que encontró en su vida y a los que habrían de seguir. Defendió el derecho que tenían a labrarse un futuro mejor y coloco a su lado el medio que habría de ayudarles. No sólo atendió a las necesidades del momento; previó las futuras y luchó por dotar a los pobres de los medios para salir de la pobreza e iniciar una vida más digna.
:: Trabaja por el bien social. No redujo su actividad al aspecto únicamente espiritual. Pensó en la persona total, en toda ella; más, pensó en la misma sociedad civil y por ella se batió. Defender la educación es defender el bienestar social. Defendió a los pobres, porque tenían mucho que decir en favor del entendimiento y reconciliación social. Defendió a los pobres porque conocía lo mucho que podían contribuir al desarrollo de los pueblos. Sólo la ignorancia, la pobreza, el oscurantismo, la dejadez, la falta de respeto a los derechos de los demás puede engendrar odios, oposiciones y revueltas. El poder no ha de ser el de las armas, sino en todo caso el de la ciencia y el saber.
:: Da sentido cristiano a una actividad humana. Enseñó a vivir cristianamente una actividad simplemente humana como es la enseñanza. Lo humano es ya en sí mismo una realidad del Reino. No existe un bautismo de la actividad humana como si fuera menos digna. Hay un compromiso a fondo con lo humano, porque en su realidad más íntima o en su intimidad más real, construye al hombre, y construir el hombre es adelantar el Reino.
:: Redime la actividad de la enseñanza. En aquel tiempo esta actividad estaba no sólo postergada, sino incluso desprestigiada. Mientras en lo teórico grandes pedagogos escribían y hacían teorías sublimes, la práctica, en particular con los pequeños y pobres, se mostraba de otro modo muy distinto. Calasanz será quien redima la enseñanza: enseñar no es “oficio vil y despreciable”, sino “ministerio de ángeles”.
:: Defiende al hombre. A ello estuvo dedicada la vida de Calasanz. Defendió al hombre, se comprometió con él desde su tierna infancia, salió a favor de todos los pobres, luchó por redimirlos del mal, de la ignorancia y del pecado; se adelantó varios siglos a las realizaciones de los Estados.

Calasanz merece un recuerdo eterno; pero merece mucho más el seguimiento coherente con lo que él hizo y de la manera como él lo hizo.

Obra pedagógica de Calasanz

En la obra pedagógica de José Calasanz hay que destacar varios aspectos importantes. En primer lugar, y así lo reconocen los autores que han estudiado su obra, como Ludovico Von Pastor8, Georgy Santha9 y Severino Ginerl°, Calasanz fue el creador de la primera escuela popular, pública y gratuita de la Edad Moderna en Europa. Un tipo de escuela que, desde su fundación hace cuatro siglos, ha mantenido esas características hasta nuestros días.
Fue una innovación altamente revolucionaria que rompía de forma radical con los privilegios de clase que mantenían en la marginación y la pobreza a grandes masas de población.
En la historia de la educación, José Calasanz es el gran pedagogo de los pobres, el pedagogo de la gratuidad y la generalización de la enseñanza a todas las clases sociales sin discriminación. Su firmeza en estos principios fue total a lo largo de su vida.
Existen múltiples muestras de la vigilancia sin fisuras que ejerció sobre sus escuelas en relación con ese tema: "Respecto a hacer pagar a los alumnos la acomodación de las escuelas, los bancos u otras cosas, no lo hagan en modo alguno". "Advierta que los maestros no pidan nada a los alumnos". "Tengo que avisarle de una falta y descuido grande que se da en esas escuelas, se trata de vender y comprar".
En segundo lugar, por su estricta aplicación de los principios cristianos , fue también el pedagogo de la no discriminación social, racial, o religiosa. No sólo fue la valiente y generosa actitud que, como veremos más adelante, mantuvo con perseguidos por la Inquisición como Galileo y Campanella, fue también el hecho altamente significativo en aquella época de que matriculó en sus escuelas a alumnos judíos, a los que trataba con idéntico respeto. De igual modo, en sus escuelas de Germania también escolarizó a alumnos de religión protestante. Su prestigio y su universalismo fueron tan grandes que incluso del imperio turco le llegaron peticiones para la fundación de Escuelas Pías que no pudo atender, pese a sus deseos, por carecer de los maestros necesarios. Los únicos méritos que Calasanz reconocía en sus escuelas eran los derivados del estudio y la virtud.




En tercer lugar, Calasanz fue el creador, organizador y sistematizador de la graduación escolar por niveles y ciclos en la enseñanza primaria, así como de un nivel de formación profesional y de un sistema de enseñanza secundaria popular. Sus escuelas llegaron a tener hasta 1.500 alumnos en el mismo centro escolar, y por supuesto, eran muy distintas de las escuelas de maestro único que existían en los barrios de Roma y en otros lugares. El tamaño de esos centros obligó a desarrollar una organización escolar muy compleja y minuciosa, donde la graduación por niveles y por ciclos desempeñó un papel muy importante. A este respecto, C. Bau dice lo siguiente:
Las Escuelas Pías, particularmente San Pantaleón de Roma, fueron simultáneamente Colegio de Primera Enseñanza, Escuela Primaria Superior de cuentas y caligrafía que capacitaba para oficinas y despachos a los muchachos que no habían de seguir carrera, e Institutos de Segunda Enseñanza, en su rama de Latín y Humanidades'.

[color=indigo]Calasanz, un gigante de la pedagogía[/color]

En 1997 se cumplió el cuarto centenario de la primera escuela popular, pública y gratuita de la edad moderna en Europa. En efecto, hace cuatro siglos, un gran pedagogo español, José Calasanz, inició con la fundación de la Escuelas Pías la larga y difícil marcha hacia la universalización de la enseñanza gratuita. Su pensamiento y su obra fueron profundamente innovadores no sólo en ese aspecto, sino en otros muchos campos educativos. Su figura en el siglo XVII sólo es comparable a la de Comenio. Los dos pedagogos presentan no pocos paralelismos y simetrías. Ambos vivieron inmersos en campos distintos y antagónicos de aquella Europa convulsa de la guerra de los Treinta Años. Comenio fue el educador de la Europa protestante y Calasanz fue el educador de la Europa católica. Los dos personajes nacieron en el siglo XVII, Calasanz en 1557 y Comenio en 1592. La diferencia de edad entre ellos era considerable, pero la larga vida del pedagogo español- murió a los 91 años le permitió ser contemporáneo del pedagogo checo durante la primera mitad del siglo XVII. En Moravia, la patria de Comenio, y en otros países europeos se solaparon las influencias educadoras de los dos grandes pedagogos.

Ambos fueron grandes innovadores en el campo de la didáctica y de la organización escolar. Aunque situados en posiciones distintas, los dos eran profundamente religiosos. Uno fue el fundador de una congregación católica y el otro fue obispo protestante. Pese a ello, los dos fueron los pedagogos europeos más importantes del siglo XVII y también dos grandes personalidades de la historia de la educación de todas las épocas.

Sin embargo, si la historia ha hecho una merecida justicia a Comenio, tanto en su patria, donde siempre ha gozado de gran prestigio, como en la comunidad internacional, no ha sido tan justa con Calasanz, quien si bien ha tenido en ciertos momentos gran prestigio en España, en Italia o en Europa central, ha sido víctima de un cierto olvido a escala internacional, como demuestra la escasa atención que le. han dedicado muchas historias de la educación.

Esa injusticia histórica obedece a tres razones fundamentales: la primera de ellas es la excesiva exaltación hagiográfica de sus biógrafos y seguidores, que parece haber producido un efecto contrario; la segunda es que se ha resaltado demasiado su dimensión religiosa, en detrimento de su dimensión estrictamente pedagógica; por último, el hecho de que Calasanz dejara muy pocos documentos escritos de carácter sistemático exponiendo su pensamiento educativo ha impedido profundizar en el conocimiento y la comprensión de su gran obra. El pensamiento de Calasanz hay que buscarlo en las más de diez mil cartas que escribió y en los documentos que redactó referidos a la fundación, organización y funcionamiento de sus centros escolares y de su congregación. Esos escritos, todos ellos publicados, permiten una comprensión profunda y clara de su obra educativa.

Por Josep Doménech i Mira. Artículo publicado en la revista Perspectivas de la UNESCO Vol.XXVII, nº2, Junio 1997. Págs. 351-363


Memorial al Cardenal Tonti (1621). Defensa de la escuela

En el Memorial al Cardenal Miguel Ángel Tonti (1566-1622), Calasanz expone un conjunto de razones dirigidas a dicho Cardenal por ser el ponente de la Comisión Pontificia encargada de estudiar la aprobación de las Constituciones y la conveniencia o no de conceder a las Escuelas Pías votos solemnes con categoría de Orden Religiosa. Es este documento define Calasanz con toda claridad la naturaleza, importancia y finalidad de las Escuelas Pías.

Los historiadores de la Orden han calificado siempre a este documento como "obra maestra", "canto original a la tarea educativa", "tesis doctoral" de Calasanz. El entusiasmo de la devoción filial es evidente, pero no puede negarse que nos encontramos ante un escrito excepcional donde el autor se muestra un hombre de gran tesón y extraordinaria personalidad, totalmente identificado con su vocación de educador. El alegato no sólo desarmó al Cardenal Tonti, sino que lo convirtió en un entusiasta de la obra de las escuelas y en amigo personal de Calasanz.

Memorial:
1. Es indudable que, entre las mayores empresas reservadas a los Sumos Pontífices como Vicarios de Cristo en la tierra, después de la canonización de los Santos ocupa quizás el primer lugar la aprobación de las Órdenes Religiosas.
2. Como algo que, si viene de Dios, redunda en gran honor para la Iglesia, ayuda y edificación del prójimo, gracia para los religiosos y gloria de Su Divina Majestad; pues es Su Divina Majestad quien da a los hombres capacidad de vivir como ángeles, en medio del mundo y muertos al mundo, dorados de sensibilidad e insensibles, en la carne y despojados de afecto carnal; hechos, de libres, esclavos; de sabios, locos; de sociables, solitarios, y de terrestres, espirituales y celestiales.
Mientras que, si no es de Dios, en vez de Religión resulta confusión; en vez de concilio y convento, conciliábulo y conventículo; y en vez de obra santa y divina, nefasta y diabólica.
3. Y así con gran celo los Padres del Concilio de Letrán, por decreto específico recogido en el capítulo último sobre las "Casas religiosas", prohibieron la creación de nuevas Órdenes, pareciéndoles esto remedio suficiente -según afirman expresamente en el decreto- para evitar la confusión y superflua multiplicidad de los Institutos religiosos: ya que tanto los que buscaran su conversión personal como los nuevos Fundadores podrían militar en las filas de los Institutos ya aprobados.
4. Estas razones han dado motivo a los Sumos Pontífices para ser mucho más circunspectos en semejante materia; pero les han llevado también a dispensar, o mejor, a declarar tácitamente que el Concilio aludía sólo a las Órdenes superfluas y similares por el hecho de haber aprobado ellos mismos otras muchas, principalmente de ministerio diferente, necesario y específico en la Iglesia de Dios.
5. Y entre estas últimas se encuentra la Obra de los Pobres de la Madre de dios de las Escuelas Pías, con un ministerio insustituible -en opinión común a todos, eclesiásticos y seglares, príncipes y ciudadanos y acaso el principal para la reforma de las corrompidas costumbres; ministerio que consiste en la buena educación de los muchachos en cuanto que de ella depende todo el resto del buen o mal vivir del hombre futuro, según juzgaron acertadamente, iluminados por Dios, los Concilios Calcedoniense y Tridentino y los Santos Basilio y Jerónimo, Benito e Ignacio.
6. Por tanto no se puede dudar de que será favorecida y agraciada con el nombre -teniendo ya la realidad- de verdadera y observante Orden religiosa, título que han recibido hasta este momento tantas otras, tal vez no tan útiles y necesarias, tal vez no tan aplaudidas por todos, tal vez no tan deseadas, y sin tal vez menos solicitadas durante mucho tiempo en comparación de la insistencia con que viene siendo pedido nuestro ministerio en este breve período.
Ministerio en verdad muy digno, muy noble, muy meritorio, muy beneficioso, muy útil, muy necesario, muy enraizado en nuestra naturaleza, muy conforme a razón, muy de agradecer, muy agradable y muy glorioso.
7. Muy digno, por girar en torno a la salvación, conjuntamente, del alma y del cuerpo.
8. Muy noble, por ser menester angélico y divino, realizado por los ángeles custodios, de los cuales los hombres se constituyen en esto cooperadores.
9. Muy meritorio, por establecer y poner en práctica, con plenitud de caridad en la Iglesia, un remedio eficaz, preventivo y curativo del mal, inductor e iluminador para el bien, destinado a todos los muchachos de cualquier condición -y, por tanto, a todos los hombres, que pasan primero por esa edad- mediante las letras y el espíritu, las buenas costumbres y maneras, la luz de Dios y del mundo...
10. Muy beneficioso, por ayudar a todos en todo: sin ninguna acepción de personas y, por tanto, suministrando lo necesario y haciendo pedagogos de todos los niños, incluso acompañándolos hasta sus propias casas.
11. Muy útil, por los numerosos cambios de vida efectuados, como puede comprobarse con frecuencia entre los muchachos, tanto que no se reconocen según eran anteriormente.
12. Muy necesario para esa corrupción de costumbres y ese predominio del vicio que reinan en los de educación mala y para las necesidades de la Iglesia, a las que se atiende con la oración continua de los niños en el oratorio, por turnos.
13. Muy enraizado en la naturaleza de todos los hombres, que por instinto quieren la buena educación de sus hijos.
14. Muy conforme a razón, para príncipes y ciudades, a quienes trae mucha cuenta tener vasallos y ciudadanos morigerados, obedientes, bien disciplinados, fieles, sosegados y aptos para santificarse y ser grandes en el cielo, pero también para promocionarse y ennoblecerse a sí mismos y a su patria obteniendo puestos de gobierno y dignidades aquí en la tierra. Lo cual se ve más claro por los efectos contrarios de las personas educadas mal, que con sus acciones vituperables perturban la paz del estado e inquietan a los ciudadanos.
15. Muy de agradecer por parte de los hombres, que lo aplauden unánimes y lo desean en su patria, presagiando acaso el bien de la reforma universal de las corrompidas costumbres, que es en consecuencia del diligente cultivo de lesas plantas tiernas y fáciles de enderezar que son los muchachos, antes de que se endurezcan y se hagan difíciles, por no decir imposibles, de orientar; como lo vemos en los hombres ya hechos: pese a toda la ayuda de oraciones, platicas y sacramentos, cambia de vida y realmente se convierte en una exigua minoría. Muy de agradecer también por parte de Dios, mucho más que la conversión de un pecador, aunque ésta da alegría al cielo; porque en la escuela no sólo se arrepienten muchos de muchas ofensas contra Dios, sino que diariamente se conservan otros muchos en la inocencia bautismal, y en consecuencia se libra de manifiesta condenación la mayoría de aquellos que, de morir en su mocedad, se condenarías por las culpas tal vez cometidas sin escrúpulo y con ligereza, y confesadas son contrición, si es que no calladas.
16. Muy agradable para quien sea llamado a laborear en esta viña y a trabajar en esta mies tan abundante.
17. Muy glorioso para los religiosos y para aquellos que lo favorezcan y promuevan con su autoridad y mercedes; para el Sumo Pontífice que lo establezca y apruebe como Orden, no menos que la aprobación de las otras Familias Religiosas para sus predecesores; glorioso también para el mismo Dios, porque al ponerse remedio a tantas ofensas dirigidas contra Él, al preservar de tantas penas incluso corporales, al salvar y santificar tantas almas, éstas darán gracias eternas a la nueva Orden y gloria perenne a Dios.
18. Tampoco debe ser obstáculo a deseo tan santo el elevado número de Órdenes existentes no la prohibición del mencionado Concilio, porque, además de embellecerse admirablemente la Iglesia con tal variedad -como dijo David: "de pie a tu derecha está la reina, enjoyada con oro, ataviada con variedad", y poco más adelante: "vestida de tisú de oro variadamente labrado"-, la abundancia o escasez de las cosas no se mide por su número: siendo útil y necesario, aunque abundante, no es superfluo; y siendo dañino y huero, aunque escaso, es excesivo. Por lo tanto, aunque por hipótesis hubiera o se temiera un excesivo número de Órdenes, no debe referirse esto a los Institutos útiles y necesarios, sino a los superfluos; es decir, a los que no tienen ministerios específicos, sino que se quedan en los generales y comunes a los demás. De ésos toda escasez es abundancia, así como de los peculiares y específicos toda abundancia es necesidad.
Porque es Dios quien, para ayuda de su Iglesia, en diversos momentos inspira esta multiplicidad a sus verdaderos siervos, principalmente en las grandes necesidades, cuando cesa el fervor de las antiguas Órdenes y les sucede el de las nuevas; y después, en su día, es introducida y aprobada la multiplicidad por los Sumos Pontífices, sin hacerse escrúpulo de contravenir el canon del referido Concilio.
19. Este hecho habría de bastar para comprender la correcta interpretación de la mente del Concilio, el cual no sólo no es contrario a dicha multiplicidad, sino que la estimula y, por el hecho de censurar explícitamente la abundancia de las Órdenes superfluas, acaba por alabar tácitamente la abundancia de las que son útiles y específicas.
20. Mucho menos obsta el peligro de una posible confusión. Porque, si se trata de las otras Órdenes, la confusión puede nacer o del hábito, y el nuestro es ya diferente; o del ministerio, y el nuestro es diferentísimo. De modo que este peligro está tan remoto que la mayor parte de dichas Órdenes, como los capuchinos, franciscanos, dominicos y agustinos -y aun de ellas, los Padres más calificados- ensalzan y desean nuestra Obra, envían a ella candidatos y le procuran fundaciones.
21. Si se trata de los obispos, mucho menos, ya que gran parte de ellos hacen particular hincapié para introducirla en sus diócesis; motivo éste digno de madura consideración.
22. La mendicidad no perjudica a las otras Órdenes: porque, si son de religiosos mendicantes, les da más ocasión de apoyarse en la Divina Providencia y de mantenerse en la observancia y buen ejemplo para encontrar limosnas suficientes; y si son seculares, nadie se empeña en quitarles, y mucho menos en darles limosna, aunque sería violencia santa hacerles entrar e la fuerza en el banquete de aquel padre de familia del Evangelio.
Tampoco les perjudica a ellos mismos: porque, además de la confianza en Dios, poseen tantas garantías de poder atender a sus necesidades cuantos niños hay en sus escuelas; de manera que, más que ninguna otra Orden, se equivocarían al dejarse arrebatar de las manos la alegría de la santa pobreza.
23. Y si alguien todavía insistiera alegando que ya se ha provisto a la falta de este ministerio con los seminarios, con los Padres Jesuitas y con los maestros seglares, no haría más que confirmar el consentimiento universal respecto a la necesidad de la educación como medio acaso único para la reforma de costumbres.
En efecto, entre las cosas, aun en el supuesto de que los maestros seglares no se encontraran privados de la necesaria caridad, no rehuyeran la fatiga, y al cesar la necesidad no hicieran lo que dice el Evangelio: "el asalariado echa a correr, porque a un asalariado no le importan las ovejas"; por lo que los muchachos más aprenden el vicio que la virtud. Y aun en el supuesto de que los seminarios en las diócesis, según el Concilio, no estuvieran tanto para formar buenos pastores cuanto obedientes ovejuelas, aparte de tener capacidad sólo para un reducido número. Y aún en el supuesto de que los padres Jesuitas poseyeran licencia, a tenor de su ministerio, para emplearse en poblaciones y personas pequeñas y pobres -que son las que más abundan en el mundo- y fueran admitidos en muchos estados y repúblicas que, al no aceptarlos, se privan del mayor bien: pese a todo, la tierra es aún grande y "la mies abundante y los braceros pocos".
24. Demostrada, pues, la utilidad y necesidad de esta obra, que comprende todas las personas y condiciones y lugares, toda la instrucción básica y todos los medios para vivir, se deduce con rigurosa consecuencia la necesidad de constituirla establemente como Orden religiosa a fin de que en ningún momento desaparezca; lo cual podría suceder si quien comienza en ella, la abandona por algún engaño encubierto del demonio o del mundo, y aun de la naturaleza misma que, persuadida por el amor propio a favorecer lo sensible, fácilmente vuelve la vista atrás y se quita del yugo trabajoso y repulsivo, a no ser que lo tenga bien apretado con fuerte ligadura, como son los votos solemnes.
Se deduce asimismo la necesidad de ampliarla y propagarla según las necesidades, deseos e instancias de tantos. Lo cual no puede hacerse sin muchos obreros, y no es posible conseguirlos si no tienen gran espíritu y no son llamados con vocación particular; ya que los llamados en general a abandonar el mundo, al no tener espíritu sino de incipientes, necesitan todavía destetarse de las comodidades del siglo y preferirán siempre, como lo muestra la experiencia, alguna Orden ya aprobada, en la que después del noviciado estén seguros de tener la vida asegurada y puedan llegar al sacerdocio, más que ingresar en una Congregación donde, en lugar de estas ventajas, se van a encontrar con otras dificultades que derivan de una vida mortificada por el trato obligado con muchachos, trabajosa por el continuo esfuerzo de su profesión y despreciable a los ojos de la carne, que considera vil la educación de los niños pobres; añádase a esto el no poder recibir a quien ha hecho sus votos en otra Orden, lo que acrece los impedimentos.
25. Y si la Santa Iglesia acostumbra a conceder esta gracia a tantos otros ministerios, ¿por qué no a éste, que puede considerarse compendio de todos ellos, no sólo por ayudar al prójimo en caso de necesidad en todo lo que los otros le ayudan, sino por preparar y disponer las almas mediante una buena educación a ser capaces de recibir el servicio de todos los demás ministerios?
Por la amanecida se conoce el día y por el buen comienzo el buen final, y el transcurso de la vida depende de la educación recibida en la infancia -jamás se pierde su buen olor, como tampoco en el recipiente el del buen licor-: ¿quién no ve, pues, que tanto mayor provecho y menor dificultad, que no confusión, experimentarán las otras Instituciones religiosas en el ejercicio de su ministerio cuanto mayor haya sido la preparación de unas personas bien educadas?
26. Si la Santa Iglesia ha concedido esta gracia a tantos Institutos de ministerio general y común, ¿por qué no a uno específico y peculiar? Si la ha otorgado a muchos específicos, tal vez no tan necesarios y al menos no tan solicitados, ¿por qué no a éste, necesarísimo y solicitadísimo? Si de semejante gracia han sido hallados dignos los que ayudan a curar enfermos y a rescatar a los cautivos, ¿por qué no los que curan, preservan y rescatan las almas? Si se ha dado a los de ministerio general o específico de sólo vida activa o sólo contemplativa, ¿por qué se ha de negar a quienes con uno y otro ministerio viven vida mixta, que es más perfecta? Si ha sido concedida a los padres Jesuitas, con tal variedad de votos, para provecho principalmente de las ciudades grandes y personas nobles, ¿por qué no a Pobres de la Madre de Dios, con sólo tres votos solemnes, después de una larga prueba de dos años de noviciado, para ciudades y personas preferentemente pequeñas y pobres y muy necesitadas de asistencia? Si no se ha denegado a quien ayuda a bien morir, ¿por qué, y con mayor razón, no se concederá a quien desde los primeros años ayuda a bien vivir, de donde depende el buen morir, la paz y sosiego de los pueblos, el buen gobierno de las ciudades y de los príncipes, la obediencia y fidelidad de los súbditos, la propagación de la fe, la conversión y preservación de las herejías -de modo especial en los muchachos, a quienes los herejes procuran infeccionar desde la infancia con sus falsas doctrinas, casi seguros del resto de su vida-, y, finalmente, la reforma de toda la cristiandad, empleándose en ello hombres de vida apostólica, muy pobres y muy sencillos, profetizados por San Vicente Ferrer, profecía interpretada y referida a estos religiosos por un varón de santa y portentosa vida en los comienzos de este Instituto?

[b]Novedades de S.José de Calasanz[/b]

De vez en cuando se escucha, entre nosotros, que Calasanz no es de esos grandes santos que realiza aportaciones espectaculares a la iglesia y a la sociedad. Algo de eso puede ser verdad, pero quizá no tanto.
Es cierto que la mayor preocupación de José de Calasanz era lo práctico: cómo sacar adelante sus escuelas, cómo mejorar el aprendizaje de sus alumnos, cómo ampliar su acción para poder atender a más niños. Y esto, el día a día, le imposibilitaba reflexiones más de fondo, escritos elaborados para exponer grandes teorías o tratados de espiritualidad.
Pero escribió muchísimo e hizo importantes innovaciones de las que, al menos nosotros, debiéramos ser conscientes.
Prácticamente todos sus escritos son cartas, más de diez mil. Era el intento de estar presente y acompañar a los escolapios que se esforzaban en otros lugares para poner en marcha las escuelas. En ellas es preciso ir entresacando las mayores intuiciones y realidades de Calasanz.
Y, sobre todo, desde su actuación concreta, desde las opciones que fue tomando, podemos descubrir la riqueza y las novedades que nos aporta Calasanz. Citaremos unas cuantas:
1. Prefiere ser maestro de los pobres antes que canónigo o cualquiera sabe qué otro puesto eclesial. ¿Será porque es más valioso?
2. No quiso substituir a nadie ni fundar nada, sino que se vio obligado cuando nadie daba respuesta a la urgencia que él descubría como imperiosa: los niños sin futuro por falta de educación. ¿No se estarán dando también ahora situaciones parecidas?
3. Fundó solo, a pesar de los muchos ataques, ¡y en 1597!, la primera escuela popular y gratuita. Eso era la Escuela pía, es decir, gratis. Descubrió un derecho que era básico para todos y le dio una respuesta. Habrá que esperar 350 años para que se reconozca como un Derecho Humano.
4. No sólo era gratuita la enseñanza, sino también los comedores y el material escolar. Hoy todavía ningún estado ha implantado esto.
5. Quiso maestros formados por los mejores científicos, como Galileo por ejemplo, y esto le ocasionó problemas. Pero él veía clara la importancia de la formación de los profesores y no le echaban para atrás las complicaciones.
6. Graduó a los alumnos por edades y conocimientos, inició el método simultáneo y preventivo. ¡No son malas innovaciones! Lo de agrupar a los alumnos por edades hoy nos parece normal, pero lo normal era entonces, ¡y hasta hace bien poco!, la escuela unitaria con todas las edades mezcladas. La agrupación por conocimientos todavía hoy resulta novedoso. El método simultáneo parece un descubrimiento de la actual reforma educativa con la llamada educación comprensiva: pero la inicia Calasanz. Y el método preventivo hoy le llamaríamos de educación en valores, pero comenzó hace más de cuatrocientos años.
7. Inició la enseñanza de la mejor caligrafía para que los niños pobres encontraran pronta colocación. A lo mejor habría que cambiarlo hoy por la informática.
8. Lo mismo hizo con la enseñanza musical para que pudieran así ganarse la vida. ¿Cuándo se introdujo después la música un poco en serio? Habrá que buscar hoy también la respuesta a las necesidades concretas de los niños pobres de hoy.
9. Admitió en sus escuelas a judíos y protestantes sin forzarles en lo religioso. Se tomó en serio la no discriminación y la libertad religiosa.
10. Dejó al morir 36 colegios gratis, 500 maestros, 11.000 alumnos. Cuando inició su primera escuela en 1597 Roma contaba con 14 escuelas y 15 maestros que conseguían malamente atender a 560 niños.
¿Será poca novedad la que aporta Calasanz? A lo mejor no está del todo mal.


Biografía de Calasanz


José Calasanz nació el año 1557 en Peralta de la Sal, una población española de habla catalana situada en la región de Aragón, en las proximidades de Cataluña. Fue el séptimo y último hijo de una familia de infanzones, es decir, de miembros de la baja nobleza aragonesa. Su padre tenía una herrería y llegó a ser alcalde de Peralta. Hasta los once años, estudió la primera enseñanza en su pueblo y luego se trasladó a Estadilla, donde prosiguió estudios de humanidades. En 1571 se traslada a la próxima dudad de Lleida, donde se encontraba la universidad más prestigiosa de la antigua corona de Aragón. A ella acudían alumnos procedentes de Cataluña, Aragón y Valencia, las tres grandes comunidades que se integraban en la corona aragonesa. Esos alumnos, siguiendo las costumbres medievales, se agrupaban por "naciones". Calasanz fue elegido prior de los aragoneses. Era una primera manifestación del prestigio y de la ascendencia moral que dimanaba de su personalidad.




En Lleida, José Calasanz estudió filosofía y derecho. Después, siguió cursos de teología en las universidades de Valencia, Alcalá de Henares y nuevamente en Lleida, donde obtuvo el título de doctor. En 1583 fue ordenado sacerdote, iniciando así una carrera eclesiástica que le llevó a ejercer diversos cargos en tierras catalanas. Durante esa etapa de su vida, pasó algunos años en La Seu d'Urgell, población muy próxima a la frontera francesa, que entonces resultaba muy insegura y peligrosa. En efecto, Cataluña padecía en aquel tiempo graves problemas de bandolerismo que se veían agravados en las zonas fronterizas por la constante penetración de bandas de gascones y de hugonotes que surgían de los desórdenes que imperaban en el país vecino, produciendo en territorio catalán toda clase de atropellos y extorsiones.
A José Calasanz le tocó vivir la inseguridad y los peligros de aquellos tiempos acrecentados en La Seu d'Urgell por la falta de obispo, ya que la diócesis permaneció vacante durante algún tiempo. La falta de una autoridad fuerte, como la que ejercían entonces los obispos, alentaba toda clase de desmanes. El cargo de secretario del Capítulo catedralicio otorgaba a Calasanz grandes responsabilidades de gobierno que quedaron reflejadas en diez cartas escritas al Virrey de Cataluña, en las que le pedía ayuda urgente para resolver la angustiosa situación que se vivía en aquella comarca, donde los bandoleros robaban, extorsionaban y asesinaban sin límites.
Su vinculación con las tierras de Lleida se reforzó con el ejercicio de otros cargos, como el de visitador de Tremp, población en la que había un convento de dominicos que enseñaban la lectura y la escritura. Calasanz era entonces un hombre joven de gran estatura y de gran fortaleza física. Esas condiciones naturales iban emparejadas con la gran fuerza moral, intelectual y espiritual de que daría prueba durante toda su vida. En la tenacidad con que Calasanz realizó su gran obra pedagógica hay efectivamente algo de hercúleo, gigantesco, que sólo un hombre de sus extraordinarias condiciones podía soportar.
La preocupación por los pobres y los desfavorecidos ya se manifestó en sus años de juventud en España, cuando creó una fundación en Claverol que todos los años distribuía alimentos a los pobres de aquella localidad. Esa fundación benéfica funcionó hasta 1883, es decir, casi dos siglos y medio. La gran preocupación social que Calasanz demostraría después en su obra pedagógica tiene ese antecedente revelador en plena juventud.
En 1592, cuando el futuro pedagogo tenía 35 años de edad, se traslada a Roma con el afán de hacer carrera eclesiástica. Allí residiría la mayor parte de los 56 años que aún le quedaban de vida. Durante esa larga estancia, sin perder sus raíces hispánicas , se convertirá en un auténtico romano, plenamente identificado con la ciudad y con el país.
En 1597, conmovido por la pobreza y la degradación moral en la que vivían numerosos niños romanos, funda en la iglesia de Santa Dorotea del Trastévere la primera escuela pública, popular y gratuita de la edad moderna de Europa, la primera Escuela Pía.
En 1600 introduce la Escuela Pía en el interior de Roma, y poco después tiene que hacer ampliaciones para poder acoger a los numerosos alumnos que llegaban de todas partes. En 1610 escribe el Documentum Princeps, en el que expone los fundamentos de su obra pedagógica. Este documento va acompañado de un reglamento para maestros y de otro para alumnos. En 1612 traslada la escuela a San Pantaleón, que se convertirá en la casa matriz de las Escuelas Pías.
Ese mismo año, debido a la crisis interna que vive la obra y a las intrigas y tensiones externas, Calasanz es apresado brevemente e interrogado por la Inquisición. El año siguiente, el anciano pedagogo se ve inmerso en una lucha de intereses políticos y de intrigas de personajes ambiciosos que termina con la destitución del cargo de General de la Orden que él había fundado, cayendo en desgracia y siendo sustituido por uno de sus detractores. Durante los años siguientes continúa la desgracia de Calasanz y la Congregación pierde categoría, hasta el punto de que su obra de tantos años se ve en peligro de hundimiento. En 1648, todavía en desgracia, muere Calasanz casi a los 91años de edad, siendo enterrado en San Pantaleón. Ocho años después de su muerte, el papa Alejandro VII rehabilita las Escuelas Pías. En 1748, la Iglesia católica beatifica a José Calasanz, que sería canonizado 19 años más tarde. Finalmente, el 13 de agosto de 1948 el papa Pío XII lo proclama patrono de las Escuelas Populares Cristianas del mundo. Actualmente, las Escuelas Pías están extendidas por numerosos países de Europa, África, América y Asia.

JOSÉ CALASANZ (1557 - 1648)
Por Josep Doménech i Mira
Artículo publicado en la revista Perspectivas de la UNESCO Vol.XXVII, nº2, Junio 1997. Págs. 351-363



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Pablo Jose
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MensajePublicado: Mar Ene 22, 2008 12:51 am    Asunto:
Tema: Orden de las Escuelas Pías (Escolapios)
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Gracias por este aporte estas buenisimo. Wink
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johnb
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MensajePublicado: Mar Ene 22, 2008 4:01 pm    Asunto:
Tema: Orden de las Escuelas Pías (Escolapios)
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Te quedo bien la presentacion de la Orden. Very Happy. Bendiciones amigo adelante.
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John Castro M.
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Alan Josué Saldaña García
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MensajePublicado: Lun Feb 25, 2008 10:11 pm    Asunto:
Tema: Orden de las Escuelas Pías (Escolapios)
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gracias a ustedes, es importante creo yo y debemos conocer más de cerca las Ordenes y Congregaciones que grandes santos con inspiración de Dios han fundado en especial como ésta, la Orden de las Escuelas Pías, quienes fueron los primeros en educar, acercarse y amar a los niños y jóvenes más desafortunados, los pobres en la Piedad y las Letras.
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