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LIBRO COMBATE ESPIRITUAL

 
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Pablo Jose
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MensajePublicado: Mar Abr 29, 2008 1:30 am    Asunto: LIBRO COMBATE ESPIRITUAL
Tema: LIBRO COMBATE ESPIRITUAL
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LIBRO COMBATE ESPIRITUAL
P. Lorenzo Scúpoli






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Pablo Jose
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MensajePublicado: Mar Abr 29, 2008 1:35 am    Asunto:
Tema: LIBRO COMBATE ESPIRITUAL
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PRÓLOGO



Monseñor Pedro Camus en su hermoso libro titulado: “El espíritu de San Francisco de Sales”. Cuenta lo siguiente:

“Yo le pregunte a San Francisco quien era su director o maestro de espíritu, y me respondió sacando del bolsillo el librito”EL COMBATE ESPIRITUAL”. “Este es el que con la ayuda divina me ha gobernado y guiado desde mi juventud; este es mi maestro y director de las cosas de espíritu y de la vida interior. Desde que, siendo un estudiante en la universidad de Papua Teatino me lo recomendó y me aconsejo que lo leyera frecuentemente, he seguido su consejo y me ha resultado sumamente provechoso. Fue compuesto por un sacerdote muy santo de esa comunidad.

El mismo monseñor Camus cuenta que aunque San Francisco estimaba y aconsejaba mucho el bellísimo libro “Imitación de Cristo”, sin embargo aconsejaba todavía más la lectura de “El combate Espiritual”.

Y añade: “Entre los libros de lectura espiritual que recomendaba nuestro santo, por el que mas alta estimación sentía era por El Combate Espiritual. No se cansaba de recomendar su lectura, y declaraba que el lo había llevado consigo por más de diecisiete años continuos, leyendo cada día un capitulo, y recibiendo luces celestiales cada vez que hacia allí alguna lectura.

Muchas de las enseñanzas que San Francisco de Sales trae en su famoso libro “Filotea, o Introducción a la Vida devota”, están tomadas del El Combate Espiritual.

Entre los libros que allí recomienda para progresar en la vida de perfección, está en primera línea El combate Espiritual.

EN SUS CARTAS. Han sido recogidas en varios volúmenes, más de mil cartas del gran doctor de la Iglesia, San Francisco de Sales, y en varias de ellas elogia a mucho a su querido librito “El Combate Espiritual”, veamos algunos ejemplos:

En la carta 32 dice: “Este otro libro que está leyendo es bueno, pero es algo confuso y difícil. En cambio El Combate Espiritual es mucho mas ordenado, mas claro, y le hará mas provecho leerlo”.

En su carta 55 afirma: “El Combate Espiritual” es un libro sumamente provechoso. Yo hace 15 años que lo llevo siempre conmigo y nunca lo he leído sin sacar provecho.

En la carta 16 a una señora casada le recomienda: “Entre los ejercicios de devoción lo que mas le aconsejo es que lea frecuentemente El Combate Espiritual yo recomiendo mucho este libro porque su lectura hace un gran bien”

En su carta 94 a la Viuda le escribe: “Para vencer las tentaciones lea el COMBATE ESPIRITUAL. Este es mi libro favorito. Y el que más prefiero siempre. Desde hace dieciocho años lo llevo siempre conmigo, y no lo leo jamás sin conseguir provecho para el alma”. Julio 24 de 1607 (Esta carta esta en los documentos de la causa de canonización).

A una persona que había sufrido una gran pena le escribió su Carta 75 en la cual dice: “Para conseguir la gracia de aceptar en paz las penas que nos llegan, ayuda mucho leer El Combate Espiritual, que tantas veces le he recomendado. Este librito trae doctrinas provechosísimas que le dan al alma mucha paz”.

Hagámosle caso a este gran Santo y empecemos la lectura de este gran libro.

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Pablo Jose
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MensajePublicado: Lun May 05, 2008 6:27 pm    Asunto:
Tema: LIBRO COMBATE ESPIRITUAL
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CAPITULO I



EN QUÉ CONSISTE LA PERFECCIÓN CRISTIANA, Y QUE PARA CONSEGUIRLA ES NECESARIO LUCHAR Y ESFORZARSE, Y DE CUATRO COSAS QUE SON NECESARIAS PARA ESTE COMBATE.

Si deseas, oh alma muy amada de Jesucristo, llegar al más alto grado de santidad y perfección cristiana, vivir perpetua amistad con Dios Nuestro Señor, la cual es la más alta y gloriosa empresa que puede emprenderse e imaginarse, lo que primero debes saber es: en qué consiste la perfección cristiana, la verdadera vida espiritual.



Muchas personas se han equivocado y han creído que la perfección cristiana y la santidad consisten en otras cosas que en realidad no lo son. Así por ejemplo hay quienes se imagina que para llegar a la perfección o santidad basta con dedicarse a muchos ayunos y grandes penitencias. Otras personas especialmente mujeres, creen que lo importante es dedicarse a muchas oraciones, a oír misas, a visitar templos y a leer devocionales.

No faltan personas pertenecientes a las comunidad religiosas que se imaginan que para llegar a la santidad basta con cumplir exactamente los reglamentos de su comunidad y asistir a todas las reuniones y actos religiosos de su congregación.

No hay duda que todos estos son medios poderosos para adquirir la verdadera perfección y una gran santidad, si se emplean con prudencia y ayudan mucho a adquirir fortaleza contra las propias pasiones y la fragilidad de nuestra naturaleza, sirven para defenderse de los asaltos y tentaciones de los enemigos de nuestra salvación; además son muy eficaces para obtener de la misericordia divina los auxilios celestiales que necesitamos para progresar en la virtud. Son útiles y necesarios, y más para los principiantes.

MEDIOS PARA SANTIFICARSE

El Espíritu Santo va iluminando a las persona espirituales los medios para llegar a la santidad. Les enseña a cumplir aquello que decía San Pablo: “Castigo mi cuerpo y lo reduzco a servidumbre, no sea que enseñando a otros el camino de la santidad, yo me quede sin llegar a conseguirla” (1Cor. 9,27). Esto sirve para castigarle el cuerpo las rebeldías que en lo pasado ha tenido contra el espíritu y para dominarlo y tenerlo obediente a las leyes del Creador.

El Divino Espíritu inspira también a muchas almas el dedicarse a vivir como deseaba San Pablo: “Como ciudadanos del Cielo” (Flp. 3,20) y por eso les invita a dedicarse a la oración, a la meditación, y a pensar en la Pasión y Muerte de Nuestro Señor, y no por curiosidad, ni por conseguir gozos sensibles, sino para lograr apreciar mejor cuan grande es la bondad y la misericordia de Nuestro Señor, y cuan espantosa es nuestra ingratitud y nuestra maldad.

A las almas que desean llegar a la santidad, el Divino Espíritu les recuerda frecuentemente aquellas palabras. “Si alguien quiere venir conmigo, niéguese a sí mismo, acepte su cruz de sufrimientos de cada día, y sígame” (Mt. 16, 24). Y les invita a seguir a Jesucristo imitando sus santos ejemplos, venciéndose así mismo, y aceptando con paciencia las adversidades. Para esto les será de enorme utilidad el frecuentar los sacramentes, especialmente el de la penitencia y la Eucaristía. Estos les permitirán conseguir nuevo vigor y adquirir fuerzas y energías para luchar contra los enemigos de la santidad.



EL PELIGRO DE LAS ALMAS IMPERFECTAS

Existen almas imprudentes que consideran como lo más importante para adquirir la perfección y la santidad, el dedicarse a obras exteriores.

Algo dañoso y perjudicial. Para muchas almas el dedicarse totalmente a obras exteriores les hace más daño que bien para su espíritu, no porque esas obras no sean buenas ni recomendables, sino porque se dedican de manera tan total a ellas que se olvidan de lo esencial y más necesario que es reformar sus pensamientos, sus sentimientos y actitudes, no dejar que sus malas inclinaciones se desborden libremente; éstas les exponen a muchos trampas y tentaciones de los enemigos del alma ( En este caso si que se podría repetir la frase que San Bernardo le escribió a su antiguo discípulo Eugenio, que era Sumo Pontífice en ese entonces:“Malditas Ocupaciones” las que te pueden apartar de la vida espiritual y la santificación de tu alma).

Una trampa. Los enemigos de nuestra salvación, viendo que la cantidad de ocupaciones que nos atraen y nos apartan del verdadero camino que lleva a la santidad, no sólo nos animan a seguirla practicando, sino que nos llenan la imaginación de fantásticas y falsas ideas, tratando de convencernos que por dedicarnos a muchas acciones exteriores ya con eso nos estamos ganando un maravilloso paraíso eterno (olvidando lo que decía un santo: “ Ojalá se convencieran los que andan tan ocupados y preocupados por tantas obras exteriores, que mucho mas ganarían para su propia santidad y para el bien de los demás, si se dedicaran un poco más a lo que es espiritual y sobrenatural; de lo contrario todo será lograr poco, o nada, o menos que nada, pues sin vida espiritual se puede hasta llegar a hacer más daño que bien”).

Otro engaño.
Existe otra trampa contra nuestra vida espiritual, es que durante la oración se nos llene la cabeza de pensamientos grandiosos y hasta curioso, agradables acerca de futuros apostolados y trabajos por las almas, y en vez de dedicar ese tiempo precioso a amar a Dios, a adorarlo, a pensar en sus perfecciones, a darle gracias y a pedirle perdón por nuestro pecados, nos dediquemos a volar como varias mariposas por un montón de temas que no son oración, y aun como moscardones a volar con la imaginación, por los basureros de este mundo.


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Pablo Jose
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MensajePublicado: Lun May 05, 2008 6:42 pm    Asunto:
Tema: LIBRO COMBATE ESPIRITUAL
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SEÑAL QUE DEMUESTRA EL GRADO DE PERFECCIÓN

Aunque la persona se dedique a muchas obras externas y pase tiempos en fantasías e imaginaciones, la señal para saber a que grado de perfección ha llegado su espiritualidad es averiguar que cambio y que transformación han tenido su vida, su conducta, y sus costumbres. Porque si a pesar tantas obras y proyectos siguen deseando siempre que les prefieran a los demás, se muestran llenas de caprichos y rebeldes, obstinados en su propio parecer sin querer aceptar el parecer de los otros, y sin preocuparse por observar sus propias miserias y debilidades se dedica a observar con ojos muy abiertos las faltas y miserias ajenas (repitiendo lo que tanto criticaba Jesús: “se fijan en la basurita que hay en los ojos de los demás y no en la viga que llevan en sus propios ojos”). Esto es señal de que grado de su santidad es muy bajo todavía. Y si cuando alguien se atreve a herirles algo en su propia estimación con críticas u observaciones o negaciones de especiales demostraciones de aprecio, estallan en ira e indignación. Y cuando se les dice que lo importante no es tanto el número de oraciones y devociones que tienen sino la calidad y el amor a Dios y al prójimo que hay en esas practicas de piedad, se enojan; se turban y se llenan de inquietud y no aceptan esto de ninguna persona. Con ello están demostrando que su santidad es demasiado pequeña todavía. Y más cuando Nuestro Señor, para llevarles a mayor perfección permiten que les lleguen enfermedades, contrariedades, pruebas y persecuciones, entonces si que manifiestan que su santidad es falsa porque estallan en quejas, protestas y no aceptan conformar su voluntad con la Santísima Voluntad de Dios.



UN PECADOR MUY DIFICIL DE CONVERTIR

La experiencia de cada día enseña que con más facilidad se convierte un pecador manifiesto, que otro que se oculta y se cubre con el manto de muchas obras externas de virtud. Porque estas almas las deslumbra y las ciega de tal manera su orgullo que es necesaria una gracia extraordinaria del cielo para convertirlas y sacarlas de su engaño. Están siempre en un dañoso peligro de permanecer en su estado de tibieza y de postración espiritual porque tienen oscurecidos los ojos de su espíritu con un enorme amor propio y un deseo insaciable de que la gente les estime y les aprecie, al hacer sus obras exteriores, que de por si son buenas, buscan es satisfacer su vanidad y se atribuyen muchos grados de perfección, en su presunción y orgullo, viven censurando y condenando a los demás.

No consiste la perfección, pues en dedicarse a muchas obras exteriores. Pues como dice San Pablo: “Aunque yo haga las obras más maravillosas del mundo, si no tengo amor a Dios y al prójimo, nada soy” (1 Cor. 13)

¿CUAL ES LA BASE ENTONCES PARA OBTENER LA PERFECCIÓN?

La base de la perfección y santidad consiste en cinco cosas:

1. En conocer y meditar la grandeza y bondad infinita de Dios, nuestra debilidad e inclinación tan fuerte hacia el mal. Es la gracia que durante noches enteras pedía San Francisco de Asís en sus oración, hasta que logro conseguirla: “Señor: Conózcate a Ti, conózcame a mí”.
2. Aceptar ser humillados, y sujetar nuestra voluntad no solo la Divina Majestad, sino a las persona que Dios ha puesto para que nos dirijan, aconsejen y gobiernen.
3. En hacerlo y sufrirlo todo únicamente por amor a Dios y por la salvación de las almas; por conseguir la gloria de Dios y lograr agradarle siempre a El. Así cumplimos el primer mandamiento que dice: “Amarás al Señor tu Dios con todo el corazón, con toda el alma, y sobre todas la cosas”.
4. Cumplir lo que exige Jesús: Negarse a si mismo, aceptar la Cruz de sufrimientos que Dios permite que nos lleguen, a seguir a Jesús imitando sus ejemplos: aceptar su yugo que es suave y ligero, y aprender de El que es manso y humilde de corazón. (Mt. 11, 22)
5. Obedecer lo que aconseja San Pablo: Imitar el ejemplo de Jesús que no aprovecho su dignidad de Dios, sino que se humillo y se hizo obediente hasta la muerte y muerte en Cruz. (Flp. 2)

CUOTA INICIAL GRANDE PARA UNA ADQUISICION INMENSA


Alguien dirá: “Es que son demasiadas las condiciones las que se piden”, la razón esta: lo que se va obtener no es una perfección cualquiera, o de segunda clase sino la verdadera santidad. Por eso, porque lo que se aspira conseguir es de inmenso valor, las cuotas que se exigen son también altas. Pero no son imposibles. Hay que repetir lo que decía Moisés en el Deuteronomio “Los Mandatos que se dan no están por encima de tus fuerzas, ni son algo extraño que tú puedas no practicar”. (Dt. 30)

COMBATE DURO PERO PREMIO GRANDE


Estamos escribiendo para quienes no se contentan con llevar una vida mediocre, sino que aspiran a obtener la perfección espiritual y la santidad. Para esto es necesario combatir continuamente contra las inclinaciones malas que cada cual siente hacia el vicio y el pecado; dominar y mortificar los sentidos, tratar de arrancar de nuestra vida las malas costumbres que hemos adquirido, lo cual no es posible sin una decisión infatigable y continua a la tarea de conseguir la perfección y la santidad, tener siempre un animo pronto, entusiasta y valiente para no dejar de luchar por tratar de ser mejores. Pero el premio que nos espera es muy grande. San Pablo dice: “Pero nadie recibirá la corona sino ha combatido según el reglamento” (2 Tm. 2,5)



ALGO QUE ES MUY AGRADABLE A DIOS

La guerra que tenemos que soportar para llegar a la santidad es la más difícil de todas las guerras, porque tenemos que luchar contra nosotros mismo, o como dice San Pedro: “Tenemos que luchar contra las malas inclinaciones de nuestro cuerpo que combaten contra el alma” (1P. 2,11). Pero precisamente porque el combate es mas difícil y prolongado, por eso mismo la victoria que se alcanza es mucho más agradable a Dios y más gloriosa para quien logra vencer; porque aquí se cumple lo que dice el Libro Santo: “Quien se domina a si mismo, vale más que quien domina una ciudad” (Pr. 16,32). Lograr dominar las propias pasiones, refrenar las malas inclinaciones, reprimir los malos deseos y malos movimientos que nos asaltan, es una obra que puede resultar ante Dios más agradable que si ejecutáramos obras brillantes que nos dieran fama y popularidad. Y por el contrario, pudiera suceder que aunque hiciéremos muchas obras externas admirables ante la gente, en cambio ante Dios no seamos agradables porque aceptamos en nuestro corazón seguir con las malas inclinaciones de nuestra naturaleza y nos dejamos llevar y dominar por las pasiones desordenadas.

Por eso debemos tener cuidado no sea que nos contentemos con dedicarnos a hacer obras que ante los demás nos consiguen fama y prestigio, mientras tanto dejemos que los sentidos se vayan hacía el mal, la sensualidad nos domine y las malas costumbres se apoderen de nuestro modo de obrar. Seria una equivocación fatal.

Cuatro condiciones.
Hemos visto en que cosiste la perfección espiritual o santidad y que ventajas tiene. Ahora vamos a tratar de las cuatro condiciones que son necesarias para lograr adquirir dicha perfección, conseguir la palma de la victoria y quedar vencedores en la batalla por salvar el alma y conseguir alto puesto en el cielo. Estas cuatro condiciones son:

1. Desconfianza de nosotros mismos.
2. Confianza en Dios.
3. Ejercitar las cualidades que se tiene.
4. Dedicarse a la Oración.

Las vamos a explicar en los capítulos siguientes.




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Pablo Jose
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MensajePublicado: Sab May 10, 2008 5:28 pm    Asunto:
Tema: LIBRO COMBATE ESPIRITUAL
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CAPITULO II



La desconfianza en si mismo es sumamente necesaria en el combate espiritual, que sin esta cualidad o condición, no solamente no podremos triunfar contra los enemigos de nuestra santidad, si no que ni siquiera lograremos vencer las más débiles de nuestras pasiones. Siempre se cumplirá lo que dijo la profetiza Ana en la Biblia: “No triunfa el ser humano por su propia fuerza” (1 S. 2,9) y lo que anuncio el profeta: “mi pueblo dijo: Soy fuerte. Puedo resistir solo al enemigo. Y fue entregado en poder de sus opresores.

Es necesario grabar profundamente en nuestra mente esta verdad, porque sucede desafortunadamente que aunque en verdad no somos sino nada y miseria, sin embargo tenemos una falsa estimación de nosotros mismos, creyendo sin ningún fundamento, que somos algo, que podemos algo, que vamos a ser capaces de vencer por nuestra cuenta y con las propias fuerzas.

Este error es funesto
y trae fatales consecuencias y es efecto de un dañoso orgullo que desagrada mucho a los ojos de Dios. Y si lo aceptamos se cumplirá en cada uno lo que cuenta el salmista: “Yo creía muy tranquilo; no fracasaré jamás. Pero alejaste oh Dios tu ayuda de mi lado, y caí en derrota y opresión” (Sal. 30)

Tenemos que convencernos que no hay virtud, ni cualidad, ni buen preceder en nosotros que no proceda de la bondad y misericordia de Dios, porque nosotros mismos como dice San Pablo, ni siquiera podemos decir por nuestra propia cuenta que Jesús es Dios. “Toda capacidad viene de Dios. Pues es Dios es el que obra en nosotros al querer el obrar.” (Flp 2, 13). Por nuestras solas fuerzas lo que somos capaces de producir es: maldad, imperfección y pecado.

La desconfianza en si mismo es un regalo del cielo y Dios la concede en mayor grado a las almas que tiene destinadas a más alta dignidad, hasta que puedan repetir lo que decía aquella famosa mujer de la antigüedad, Santa Ildegarda: “De lo único que puedo tener absoluta seguridad a cuanto a mi misma, es de mi pavorosa debilidad para pecar y de mi terrible inclinación hacia el mal.”

Un camino: Dios lleva al alma hacia la desconfianza en sí misma permitiendo que le lleguen tentaciones casi insuperables, caídas humillantes, reacciones inesperadas, que aparezcan en su naturaleza unas inclinaciones inconfesables y dejándola por ciertos tiempos en una tan oscura noche del alma que hasta para decir un Padrenuestro siente fatiga y desgano. De manera que se llegue a adquirir la convicción de la total impotencia e incapacidad para caminar hacía la perfección y la santidad, si el poder de Dios no viene ayudar.




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Pablo Jose
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MensajePublicado: Sab May 10, 2008 5:38 pm    Asunto:
Tema: LIBRO COMBATE ESPIRITUAL
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LOS REMEDIOS

El Primer Remedio:
Es pensar y meditar hasta convencerse de por las propias y solas fuerzas naturales no somos capaces de dedicarnos a obrar el bien y a evitar el mal, ni de comportarnos de tal manera que merezcamos entrar al Reino de los Cielos. En nuestra memoria deben de estar siempre aquellas palabras de Jesús. “Sin mí, nada podéis hacer”.

El Segundo Remedio: Es pedir con fervor y humildad, muy frecuentemente a Dios la gracia de confiar en El y desconfiar en nosotros mismo. Porque esto es un regalo del cielo y para poder conseguirlo es necesario ante todo reconocer de que no poseemos la desconfianza necesaria, luego convencernos de que la desconfianza e nosotros mismo no la vamos a conseguir por nuestra propia cuenta sino que es necesario postrarse humildemente en la presencia del Señor y suplicarle por infinita bondad que se digne concedérnosla. Y podemos estar seguros que si perseveramos pidiéndosela, al fin nos la concederá.

El Tercer Remedio: Para adquirir la desconfianza en si mismo (respecto a lograr conseguir por nuestra propia cuenta la santidad) y consiste en acostumbrarse poco a poco a no fiarse de las propias fuerzas para lograr mantener el alma sin pecado, y a sentir verdadero temor acerca de la trampas que nos van a presentar nuestras malas inclinaciones que tienden siempre hacia el pecado; recordar que son innumerables los enemigos que se oponen a que consigamos la perfección, los cuales son incomparablemente astutos y fuertes que nosotros y aun logran hacer lo que ya temía San Pablo: “Se transforman en ángeles de luz, para engañarnos” (1 Co 11,14) y con apariencia que nos están guiando hacia el cielo nos ponen trampas contra nuestra salvación. Como el salmista podemos repetir: “¡Cuantos son los enemigos de mi alma, Señor! Y la odian con odio cruel”. Y no nos queda que repetirle la súplica del Salmo 12: “Señor: ¿Hasta cuando van a triunfar los enemigos de mi alma? Que no pueda decir mi enemigo: le he vencido: Que no se alegre mis adversarios de mi fracaso”.

El Cuarto Remedio: Consiste en que cuando caemos en alguna falta, reflexionemos acerca de cuán grande es nuestra debilidad e inclinación al mal, y pensemos que probablemente Dios permite las culpas y caídas para iluminarnos mejor acerca de la impresionante incapacidad que tenemos para conseguir por la propia cuenta la santificación y aprendamos así a ser humildes y reconocer las limitaciones y aceptar ser menospreciados por los demás.

CONDICIÓN SIN LA CUAL NO


Sino aceptamos que nos desprecien y nos humillen, no conseguiremos jamás la desconfianza en nosotros mismos, porque esta se basa en la verdadera humildad la cual nunca se consigue sin recibir humillaciones y se basa también en un reconocimiento sincero de que por nosotros mismos no merecemos sino desprecio y humillación.

No aguardar cuando sea demasiado tarde. Es mejor ir aceptando las pequeñas humillaciones que nos van llegando a causa de las debilidades y miserias cada día, y que no nos suceda como a las personas muy orgullosas y creídas que solamente abren los ojos para reconocer su debilidad y malas inclinaciones cuando les suceden grandes y vergonzosas caídas. Les sucede lo que decía San Agustín: “Temo que vas a caer en faltas que te humillarán mucho porque noto que tienes demasiado orgullo”.

Cuando Dios ve que los remedios más fáciles y suaves no producen efecto para hacer que una persona reconozca su incapacidad para resistir con sus solas fuerzas contra los ataque del mal y conseguir su santificación, permite entonces que le sucedan caídas en pecado, las cuales serán mas o menos frecuentes y más o menos graves, según sea el grado de orgullo y presunción que esa alma tenga. Y si hubiera una persona tan exenta y libre de esa vana confianza en sus propias fuerzas. Como por ejemplo la Santísima Virgen María, lo más seguro es que no caería jamás en falta alguna.

Buena consecuencia. De todo esto debes sacar la siguiente conclusión: que cada vez que caigas en una falta reconozcas humildemente que por tu propia cuenta sin la ayuda de Dios, no eres capaz ni siquiera de fabricar un buen pensamiento o de resistir a una sola tentación y le pidas al Señor que te conceda su luz e iluminación para convencerte de tu propia nada y de la necesidad absoluta e indispensable que tienes de la ayuda divina; y te propongas no presumir ni pensar vanamente que por tu propia cuenta vas a conseguir la santidad o la virtud. Por que si te crees lo que no eres y te imaginas que podrás lo que no puedes, seguramente seguirás cayendo en las mismas faltas antes y quizás hasta las cometas aun peores.






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MensajePublicado: Sab May 17, 2008 7:20 pm    Asunto:
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CAPITULO III



Aunque la desconfianza en nosotros mismos es tan importante y tan necesaria en este combate, sin embargo si lo único que tenemos es esa desconfianza, seguramente vamos a ser desarmados y derrotados por los enemigos espirituales.

Es absolutamente necesario que tengamos una gran confianza en Dios, que es el autor de todo lo bueno que nos sucede y el único del cual podemos esperar las victorias en el campo espiritual. Porque así como por nosotros mismos lo que vamos a conseguir será frecuentes faltas y peligrosas caídas – lo cual nos debe llevar a vivir siempre desconfiando en nuestras solas fuerzas – así también podemos estar seguros que de la ayuda de Dios y su gran bondad podemos esperar victoria contra los enemigos de nuestra salvación, progreso en la virtud y crecimiento en perfección, si desconfiando de la propia debilidad y de las malas inclinaciones que tenemos y confiando grandemente en el poder divino y en el deseo que Nuestro Señor tiene de ayudarnos, le rogamos con todo el corazón que venga a socorrernos.





LOS MEDIOS PARA CONSEGUIR LA CONFIANZA EN DIOS

El Primero: Pedirla muchas veces y con humildad, en nuestra oración. Jesús prometió: “Todo el que pide recibe. Mi Padre dará el buen espíritu a quien se lo pida” (Lc. 11,11)

El Segundo: Es pensar en el gran poder de Dios y su infinita bondad, que lo mueve a conceder siempre mucho más de lo que se le suplica. Recordar lo que el ángel le dijo a la Virgen María: “Ninguna cosa es imposible para Dios” (Lc. 1, 3Cool

Es muy provechoso pensar de vez en cuando que Dios por su inmensa bondad y por el exceso amor con que nos ama, esta siempre dispuesto y pronto a darnos cada hora y cada día todo lo que necesitemos para la vida espiritual y para conseguir la victoria contra el egoísmo y las malas inclinaciones, si le pedimos con filial confianza. El Salmo 145 dice: “Dios satisface los buenos deseos de sus fieles”

Para aumentar la confianza en Nuestro Señor, pensemos que por 33 años ha vivido en esta tierra en medio de sacrificios y sufrimientos, para lograr salvar nuestra alma. Recordemos que cada uno de nosotros somos la oveja extraviada que por sus imprudencias se alejo del rebaño del Señor, y Él nos ha venido llamando noche y día para que volvamos a ser del grupo de los que lo van a acompañar en el cielo para siempre. Sudo, sangre y lágrimas ha tenido que derramar para obtener para que volvamos a ser del número de sus ovejas fieles. Sí por una oveja que se extravió se arriesgó a ir tan lejos a buscarla, ¿Cuánto mas nos ayudara a quienes lo buscamos y clamamos e imploramos su ayuda? Cuando escucha que la oveja brama desde el precipicio donde ha caído, temerosa de los aullidos de los lobos que ya se escuchan a lo lejos, el buen Pastor corre a protegerla y defenderla. Y no la humilla ni la golpea, ni le echa en cara su imprudencia, sino que cariñosamente la lleva en sus hombres hasta donde esta el grupo de las ovejas que han permanecido fieles. Consideremos que nuestra alma esta representada en esa pobre oveja, a la cual Jesús se interesa inmensamente por salvarla de los peligros del mundo, del demonio y de la carne, trata cada día de llevarla a la santidad.

La moneda perdida. Narraba Jesús el caso de aquella mujer a la cual se le perdió una moneda de plata, lo que equivalía al mercado de un día para la familia y ella se dedica a barrer la casa y a sacudir esteras y muebles hasta que logra encontrarla, muy contenta invita a las vecinas a que la feliciten por la gran alegría que siente al haber recuperado la moneda perdida. Y Jesús en ese hermoso capitulo 15 del evangelio de San Lucas en el cual el narra estas parábolas, nos habla de que en el cielo, Dios y sus ángeles sienten una gran alegría por alma que estaba ya perdida y que vuelve a recuperarse para el Reino de Dios. También Dios siente la alegría de encontrar lo que se ha perdido. Y cada uno de nosotros puede proporcionarle esa alegría al retornar otra vez en nuestra vida de pecado a la vida de gracia y santidad. Y el más interesado en esto suceda en nuestro Divino Salvador.

Estoy a la puerta y llamo. En el Libro de Apocalipsis dice Jesús. “He aquí que estoy a la puerta y llamo. Si alguien me abre la puerta de su alma, entraré y cenaremos juntos”. (Ap. 3, 21) Con esto demuestra nuestro Señor el gran deseo que tiene de vivir en nuestra lama, dialogar con nosotros y regalarnos sus dones y gracias. Y si viene con tan buena voluntad. ¿Acaso no nos concederá los favores que deseamos?
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MensajePublicado: Sab May 17, 2008 7:30 pm    Asunto:
Tema: LIBRO COMBATE ESPIRITUAL
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El Tercero: para conseguir una gran confianza en Dios hay que repasar de vez en cuando lo que dice la Sagrada Escritura acerca de los importante que es confiar en Nuestro Señor. Por ejemplo el Salmo 2 dice: “Dichosos serán los que confían en Dios”. Y el salmo 19 afirma: “Unos confían en sus bienes de fortunas. Otros en sus armas defensivas. Nosotros en cambia confiamos en Dios e imploramos su ayuda, mientras los otros caen derribados, nosotros logramos permanecer de pie”. Y el salmista añade después: “Señor: porque confía en Ti, por eso no seré confundido eternamente.” (Sal 24) Los que confían en Dios no serán rechazados por Él. (Sal. 33). Quien confía en Dios verá que Él actuará en su favor. Soy viejo y nunca he visto que alguien haya confiando en Dios y haya fracasado. (Sal. 36) Quienes confían en el Señor son como el Monte Sión, no serán conmovidos ni derribados por los ataques ni las contrariedades. (Sal. 124) Quien confía en Dios será bendecido, prosperará y será feliz. (Pr. 2Cool

77 veces dice la Sagrada Escritura que para quien pone su confianza en Dios vendrá bendiciones, felicidad, paz, progreso y bendición. Si lo dice 77 veces es que esto es demasiado importante para que se nos vaya a olvidar.

Por eso el profeta exclamo: ¿Sabes a quienes prefiere el Señor? A los que confían en su misericordia. Jamás alguna persona ha confiando en Dios y ha sido abandonada por Él. (Ecl. 2, 11)

El cuarto:
para que logremos al mismo tiempo adquirir desconfianza en nuestra solas fuerzas y gran confianza en Dios, es que cuando nos proponemos hacer alguna obra buena o conseguir alguna virtud o calidad fijemos nuestra atención primero en la propia miseria, debilidad y luego en el enorme poder de dios y en el deseo infinito que tiene ayudarnos y así equilibraremos el temor que nos viene de nuestra incapacidad y de las inclinación hacía el mal, con la seguridad que nos inspira la ayuda poderosísima que el buen Dios nos quiere enviar, y nos determinaremos a obrar y combatir valientemente. “Yo, más mis fuerzas y capacidades, igual: nada. Pero o, mis fuerzas, mis capacidades, más ayuda de Dios, igual: Éxitos incontables. “No es que nosotros mismo no podamos nada, dice San Pablo: Toda nuestra suficiencia viene de Dios”. La autosuficiencia orgullosa lleva al fracaso. La humilde confianza en Nuestro Señor consigue éxitos formidables.

Las tres fuerzas: con la desconfianza en nosotros mismos y la confianza en Dios, unidas a una constante oración seremos capaces de hacer obras grandes y de conseguir victorias maravillosas. Hagamos el ensayo y veremos efectos inesperados.

Pero si no desconfiamos de nuestra miseria y no ponemos toda la confianza en la ayuda de Dios y si descuidamos la oración, terminaremos en tristes derrotas espirituales. Cuanto más confiemos en Dios, más favores suyos recibiéremos. Recordemos siempre lo que el Señor le dijo a una gran santa: “No te olvides que Yo tengo poder y bondad para darte mucho más de lo que tú puedes atreverte a pedir o desear”. Es lo que san Pablo ha enseñado (Ef. 3,20)






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Pablo Jose
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MensajePublicado: Sab May 17, 2008 7:36 pm    Asunto:
Tema: LIBRO COMBATE ESPIRITUAL
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CAPITULO IV



Muchas veces las almas creen ser lo que no son, se imaginan que ya consiguieron la desconfianza de sí mismas y la suficiente confianza en Dios, pero es un error y un engaño que no se conoce bien sino cuando se cae en algún pecado, pues entonces el alma se inquieta, se desanima, se aflige y pierde la esperanza de poder progresar en la virtud; y todo esto es señal de que no puso su confianza en Dios sino en sí misma, si su desesperación y su tristeza son muy grandes, esto es un argumento claro de que confiaba mucho en sí y poco en Dios.

Diferencia:
quien desconfía mucho de sí mismo, de su debilidad e inclinación al mal y pone toda su confianza en Dios, cuando comete alguna falta no se desanima, ni se inquieta demasiado, ni se desespera, porque conoce que sus faltas son un efecto natural de su debilidad y del poco cuidado que ha tenido en aumentar su confianza en Dios; antes bien, con esta amarga experiencia aprende a desconfiar más de sus propias fuerzas y a confiar con mayor humildad en la bondad del Nuestro Señor, aborreciendo con toda su alma las faltas cometidas y las pasiones desordenadas que lleva a cometer esos errores pero su dolor y arrepentimiento son suaves, pacíficos, humildes, llenos de confianza en que la misericordia divina le tendrá compasión y le perdonará; vuelve otra vez a sus practicas de piedad y se propone enfrentarse a los enemigos de su salvación con mayor animo, más fuerza y sacrifico que antes.

Una causa engañosa: en esto es importante que piensen y consideren algunas personas espirituales que cuando caen en alguna falta se afligen y se desaniman con exceso, muchas veces, quieren más librarse de la inquietud, pena y culpa que produce su pecado, que por recuperar la amistad con Dios. Y si buscan al confesor no es tanto por tener contento a Nuestro Señor, sino por recuperar la paz y tranquilidad de su espíritu (por eso cierto confesor a una religiosa que le decía que había gritado esa tarde a su superiora, le dijo: “Por hoy no se confiese todavía. Aguarde a que pase tres días y cuando le haya pedido excusas a su superiora venga a pedir perdón a Dios por medio de la confesión”. Así evita aquel sacerdote que esa alma buscará solo obtener su propia paz y tranquilidad, en vez de buscar primero hacer la paz y amistad con Dios y con la persona ofendida.)




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Pablo Jose
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MensajePublicado: Sab May 31, 2008 6:56 pm    Asunto:
Tema: LIBRO COMBATE ESPIRITUAL
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CAPITULO V



Hay un error muy común que consiste en creer que es virtud, buena calidad es desanimarse, desalentarse, dejarse vencer por la tristeza y el pesimismo cuando se comete alguna falta. Pues en estos casos casi siempre sucede que la amargura que se siente por haber pecado no proviene mayormente del dolor de haber ofendido y disgustado a Dios, sino que el orgullo ha quedado herido al constatarse la propia miseria y debilidad, la confianza que se tenía en las propias fuerzas y capacidades para resistir al mal, falló totalmente.

Peligro propio de gente orgullosa. Ordinariamente las almas presuntuosas que se creen más capaces de ser buenas de los que en realidad son, no les dan la debida importancia a los peligros que les van a llegar a las tentaciones que les pueden venir, luego al caer en alguna y reconocer por amarga experiencia cuán grande son su miseria y su debilidad, se maravillan y se afanan por su caída como si se tratara de cosas nuevas y raras, porque ven derrumbado por el suelo el ídolo del amor propio y de la falsa confianza en sí mismas en lo cual imprudentemente habían puesto su esperanza, y demostrando que son almas que más ponían la confianza en su propia fuerzas que en la ayuda de Dios se dejan llevar por la tristeza, el desánimo y hasta pueden llegar a la desesperación.

ALGO QUE NO SUCEDE A LOS HUMILDES


Esto no sucede a las almas verdaderamente humildes que no ponen su confianza en las propias fuerzas o capacidades para resistir el mal, sino únicamente en la ayuda y bondad de Dios , porque cuando caen en alguna falta, aunque sienten gran dolor de haber ofendido al buen Dios, haber manchado su alma y haber hecho daño a los demás no se maravillan, ni se inquietan, ni se desaniman, pues muy bien conocen que su caída es un efecto natural de su espantosa debilidad y de la impresionante inclinación que su naturaleza siente hacia el mal.

Estas almas repiten lo que decían aquella santa antigua: “Todo lo que temo de mi malicia, de mi debilidad y de mi inclinación al mal. Todo lo espero de la bondad y de la misericordia de Dios.” Cada día constatamos el combate entre la debilidad humana y la omnipotencia de Dios.

En verdad que se cumple lo que dicen los santos: “La humildad produce tranquilidad”. De lo único propio de lo cual el humilde está seguro es de su debilidad. Pero se conserva alegre si al mismo tiempo vive seguro de que la bondad de Dios nunca lo abandonará. “Yo nunca te abandonaré”, dice el Señor varias veces en la Sagrada Escritura.

Con razón un director espiritual le dijo a alguien que le pedía un consejo: “No eres más santo porque no eres más humilde”

Como los tres jóvenes en horno (de los cuales nos habla el profeta Daniel) tenemos que decir: “Señor: hemos pecado. Por eso con toda justicia nos han llegada tantas humillaciones”.

San Agustín cuando recordaba los terribles y tan numerosos pecados de su vida no se dedicaban al lamentarse o desanimarse sino a proclamar la maravillosa bondad de Dios que lo supo perdonar.




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Pablo Jose
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MensajePublicado: Sab Jun 21, 2008 7:29 pm    Asunto:
Tema: LIBRO COMBATE ESPIRITUAL
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CAPITULO VI



Como gran para de la fuerza que necesitamos para salir vencedores de los ataques de los enemigos de nuestra salvación depende de la desconfianza de nosotros mismos y de la confianza en Dios, vamos a recordar algunos avisos que son muy útiles para conseguir estas dos cualidades.

UNA CONDICIÓN SIN LA CUAL NADA SE OBTIENE


Primeramente hemos de tener en cuenta como verdad que no admite discusión ni duda, que aunque tengamos todos los talentos y cualidades, ya sean naturales, ya sea que se han adquirido por propio esfuerzo, aunque contemos con inteligencia prodigiosas, aunque nos sepamos de memoria las Sagradas Escrituras, hayamos servido al Señor por muchos años, estemos acostumbrados a servirles y a portarnos bien, siempre seremos absolutamente incapaces de obedecer debidamente al Creador y de cumplir a cabalidad nuestras obligaciones, si la fuerza poderosas de Dios con especial protección no fortifica nuestro corazón en cada ocasión que se nos presente de hacer el bien y evitar el mal, de hacer de algunas buenas obras o de vencer alguna tentación, de salir de un peligro o de poder soportar la cruz de la tribulación.

Es necesario grabar profundamente esta verdad en nuestra memoria, no dejar pasar día sin meditarla, considerarla y por este medio iremos evitando el defecto que se llama presunción que consiste en creernos más capaces de ser buenos y dejar de ser malos, de lo que en verdad somos, y así evitaremos andar confiando temeraria e imprudentemente en nuestras propias fuerzas.

Algo fácil para Dios. En cuento a la confianza en Dios recordemos lo que dice el Libro Santo: “A Dios le queda muy fácil darnos la victoria contra los enemigos de nuestra alma, ya sean pocos o ya sean muchos, ya sean fuertes o sean débiles, ya sean viejos y experimentados o jóvenes y exaltados.” (1 S. 14, 6)

De este principio fundamental sacaremos la conclusión que aunque el alma se halle atacada por todos los pecados y vicios, llena de imperfecciones, malas costumbres y horrendas inclinaciones, aunque después de haber hecho todo los esfuerzos por reformar la costumbres no se nota ningún progreso en la virtud, se siente y reconoce en sí mismo una mayor inclinación hacia el mal y más facilidad para pecar, no por eso hay que perder el ánimo y la confianza en Dios, ni dejar de luchar, ni abandonar las prácticas de piedad, sino más bien dedicarse con mayor entusiasmo a tratar de hacer el bien y evitar el mal, porque en este combate espiritual no se declara vencido a quien no cesa de combatir y de confiar en Dios, el cual nunca deja de ayudar con sus auxilios y socorros a quien quiere salir vencedores, aunque muchas veces permite que sean vencidos. Si se tiene la ayuda de Dios se puede perder batallas, pero jamás se perderá la guerra.




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Gabriela de Jesús
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MensajePublicado: Jue Jun 26, 2008 2:48 pm    Asunto:
Tema: LIBRO COMBATE ESPIRITUAL
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Hey Very Happy Gracias por haber puesto parte del libro aqui... ya he leido todo lo que pusiste, pero me he quedado sedienta de mas Sad

Por casualidad seguiras anexando Capitulos??? Rolling Eyes jeje...

Gracias!
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Pablo Jose
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MensajePublicado: Jue Jun 26, 2008 10:54 pm    Asunto:
Tema: LIBRO COMBATE ESPIRITUAL
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CAPITULO VII



Si en el combate espiritual no tuviéramos sino dos armas: la confianza en Dios y la desconfianza en nosotros mismos, lo más probable es que no podríamos vencer nuestras propias pasiones y caeríamos en muchísimas graves faltas. Por eso es necesario añadir a estas dos cualidades otras dos muy importantes: hacer buen empleo de nuestro entendimiento y fortificar la voluntad.

LOS DOS VICIOS QUE ATACAN EL ENTENDIMIENTO

Hay dos grandes vicios que pervierten, hacen mucho daño al entendimiento y son la ignorancia y la vana curiosidad. (Entendimiento es la facultad o aptitud o capacidad que tenemos de comparar, juzgar, razonar o sacar conclusiones)

El primer defecto: la ignorancia. Ésta consiste en no saber lo que deberíamos saber, lo que nos convendría saber. La ignorancia impide al entendimiento poseer y conocer la verdad, la cual es el objeto para el cual fue hecha la inteligencia. Es de primerísima necesidad que el alma que desea llegar a la perfección se esfuerce por ir adquiriendo cada día más y más conocimientos espirituales y tratar de conocer cada vez mejor lo que debe hacer para llegar a la perfección y para adquirir las virtudes, y lo que se debe evitar para lograr vencer las pasiones.

¿Cómo se adquieren las luces que ahuyentan tal ignorancia?

Las tinieblas de la ignorancia se alejan con dos luces muy especiales. La primera de estas luces la oración, el pedir frecuentemente el Espíritu Santo que nos ilumine lo que debemos hacer, decir y evitar. Jesús decía: “Mi Padre Celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo piden” (Lc. 11,15) Y después añade: “El Espíritu Santo los guiará hacía la verdad plena y les recordará todo lo que Yo les he dicho” (Jn. 16,13). El Espíritu Santo nos hablará muchas veces por medio de la Sagrada Escritura (si la leemos), especialmente en los Santos Evangelios. Nos hablará también en la lectura de los libros piadosos (si queremos apartar algunos ratos para dedicarnos a leer) y muchísimas veces por medio de los predicadores y de los superiores religioso que dios ha puesto para que nos guíen. Jesús dijo acerca de ellos “El que los escucha, me escucha a mí” (Lc. 10,16). Por eso es tan importante sujetar nuestro juicio y parecer al de los superiores y guías espirituales.

De la intervención del Espíritu Santo depende mucho el que se aleja de nuestra ignorancia. Es necesario que nos dejemos programar por el Espíritu Santo. Hay que investigar qué será lo que el Divino Espíritu quiere de nosotros. No se puede hablar bien o pensar debidamente u obrar como en verdad lo desea Dios, sin la iluminación del Espíritu Santo. Por eso es necesario decirle muchas veces y todos los días “Ven Espíritu Santo”. Él es la fuente inagotable de imaginación y de buenas ideas. Él nos da un modo nuevo de mirar y apreciar a las personas, al mundo, la historia y a nosotros mismo. Él es el gran pedagogo y maestro que nos enseña como amar, como emplear bien nuestra libertad, el tiempo, los dones, y cualidades que Dios nos dio y cómo conocer en cada paso qué será lo que más le agrada a Dios y qué es lo que a Nuestro Señor le desagrada.
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Pablo Jose
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MensajePublicado: Jue Jun 26, 2008 11:05 pm    Asunto:
Tema: LIBRO COMBATE ESPIRITUAL
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La segunda luz para alejar la ignorancia es dedicarse continuamente a considerar, analizar las situaciones que se presentan y las cosas que queremos decir o hacer, para examinar si son buenas y nos convienen o son malas y nos pueden perjudicar, calificando lo que valen y no por las apariencias ni según la opinión del mundo, pues la Escritura dice: “Dios no se fija en lo que aparece al exterior sino en la santidad del corazón y en el valor interior”. (1S 16,7) y valorarlas según la idea que nos inspira el Espíritu Santo. Este modo de analizar y valorar las cosas y las situaciones nos hará conocer con evidencia que lo que el mundo ama y busca con tanto ardor es ilusión y mentiras; que los honores y placeres de la tierra no son más que aflicción y humo que se lleva el viento, como dice Eclesiastés: “Vanidad de vanidades, todo vaciedad y aflicción al Espíritu” (Ecl 1)

Las luz del Espíritu Santo nos hará ver que las humillaciones, ofensas y desprecios que nos hacen son para nosotros ocasiones de conseguir verdadera gloria para el cielo; que es perdonar y hacer bien a los que nos han ofendido es señal que nosotros también seremos perdonados por Dios y que nos seremos castigado con todo rigor que merecen nuestros pecados; que el ser buenos con todos, aun con los malos y desagradecidos es hacernos semejantes al buen Dios que hace llover sobre buenos y malos y hace brillar el sol hasta sobre los más ingratos.

El Espíritu Santo, si lo invocamos con fe nos ira convenciendo de que vale más renunciar a los placeres del mundo que vivir gozando de todo lo que se nos antoja. Que mucho más premio se gana obedeciendo humildemente que dando órdenes a muchos. Que al conocer y reconocer humildemente lo que somos es una ciencia que nos hace mayor provecho que todas la demás ciencias que nos pueden inflar de orgullo. Que al vencer, dominar los malos deseos y las malas inclinaciones y el llevarse la contaría en muchos pequeños deseos que no eran tan necesarios, nos puede conseguir una gran personalidad, y se cumplirá en nosotros lo que dice el Libro Santo: “Quien se domina a si mismo, vale más que quien domina una ciudad” (Pr. 16, 32)






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Kurisusu
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MensajePublicado: Jue Jun 26, 2008 11:08 pm    Asunto:
Tema: LIBRO COMBATE ESPIRITUAL
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Me encanta! Realmente quiero ese libro completo!! Mil gracias por ponerlo, te aseguro que nos será tan útil como lo fue para San Francisco de Sales X333.
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Gabriela de Jesús
Esporádico


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MensajePublicado: Sab Jun 28, 2008 5:16 pm    Asunto:
Tema: LIBRO COMBATE ESPIRITUAL
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GRACIAS, MIL GRACIAS!! Very Happy HABRA MAS??? Rolling Eyes Embarassed Laughing
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Pablo Jose
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MensajePublicado: Sab Jun 28, 2008 7:27 pm    Asunto:
Tema: LIBRO COMBATE ESPIRITUAL
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Claro que hay mas huyyy falta muchisimo, este libro es uno de mis favoritos sino diria mi favorito pero les pido un poquitito de paciencia ya que lo estoy transcribiendo exactamente del libro a la computadora.. entonces es lo que retarda un poco pero prometo apresurarme un poquito mas..

Dios los bendiga. Wink
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Gabriela de Jesús
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MensajePublicado: Mie Jul 02, 2008 4:47 pm    Asunto:
Tema: LIBRO COMBATE ESPIRITUAL
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Pablo Jose Very Happy uffff... lo estas escribiendo todo??? Shocked pero Dios mio! No habra algun lugar en internet donde se pueda bajar??? asi no tendrias que copiarlo todo... Embarassed

Besos!
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tessi
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MensajePublicado: Jue Jul 03, 2008 4:49 pm    Asunto:
Tema: LIBRO COMBATE ESPIRITUAL
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Cita:
Un camino: Dios lleva al alma hacia la desconfianza en sí misma permitiendo que le lleguen tentaciones casi insuperables, caídas humillantes, reacciones inesperadas, que aparezcan en su naturaleza unas inclinaciones inconfesables y dejándola por ciertos tiempos en una tan oscura noche del alma que hasta para decir un Padrenuestro siente fatiga y desgano. De manera que se llegue a adquirir la convicción de la total impotencia e incapacidad para caminar hacía la perfección y la santidad, si el poder de Dios no viene ayudar.


Dios me golpea así una y otra vez y aún así, creo que todavía queda en mí un montón de mí. Soy tan terca que ni a la fuerza aprendo.
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Gabriela de Jesús
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MensajePublicado: Vie Jul 04, 2008 2:38 pm    Asunto:
Tema: LIBRO COMBATE ESPIRITUAL
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Tessi...

Te comprendo... Que no te sorprenda, asi es el camino del Cristiano... vas subiendo la escalera, de pronto pasa un ascensor y te trae abajo; y otra vez hacia arriba... y asi... Quizas caes tanto para seguir viendote pequena, sin poder de nada; y asi, siendo nada, podra todo un Dios morar en ti, viendo que tu eres miseria y El la Misericordia.
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Gabriela de Jesús
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Registrado: 02 Ene 2008
Mensajes: 34

MensajePublicado: Vie Jul 04, 2008 2:43 pm    Asunto:
Tema: LIBRO COMBATE ESPIRITUAL
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pero si... hay que hacer guerra continuamente, guerra contra las inclinaciones desordenadas, guerra a toda hora... un dia vences, otro dia no, varios dias vences, varios dias no... quizas un dia venzas algo para siempre, pero siempre pensando que podrias caer, pues somos debiles y solo avanzamos con la gracia y con nuestra voluntad. Aun si vences, todo viene de Dios... aun si fallas, todo lo permite para no vanagloriarse uno, (quizas?)...

No te desanimes, hay que ser perseverante... Very Happy
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Pablo Jose
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MensajePublicado: Mie Jul 16, 2008 5:23 pm    Asunto:
Tema: LIBRO COMBATE ESPIRITUAL
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CAPITULO VIII



Una causa importante por la cual no juzgamos ni calificamos debidamente las situaciones y las cosas, es porque tan pronto se nos presentan a nuestra imaginación inmediatamente nos dejamos llevar por la simpatía o la antipatía hacia ellas, la simpatía y la antipatía vuelven siega la razón y desfiguran de tal suerte las personas, las situaciones y las cosas que nos parecen diferentes de los que realmente son.

Un remedio. Si queremos vernos libres de este grave peligro es necesario estar alerta para no opinar sin más ni más, precipitadamente, dejándonos llevar simplemente porque aquello nos agrada o nos desagrada.

Cuando a la mente se le presenta una situación, una persona, un objeto, una acción, es necesario darse tiempo para juzgar y examinar despacio, sin apasionamiento, sin demasiada simpatía ni antipatía, antes que la voluntad se determine a amarle o aborrecerle, a aceptarle o rechazarle, a declarar que es agradable o desagradable. Si la voluntad, antes de analizar y conocer bien el objeto, se inclina a marlo o aborrecerlo entonces ya el entendimiento no es libre para conocerlo como es verdaderamente en sí, porque la pasión se lo desfigura de tal manera que lo obliga a formarse de una falsa idea y entonces se inclina a amarle o aborrecerle con vehemencia y no logra guardar reglas ni medidas ni escucha lo que aconseja la razón.

Y dejándose llevar de la inclinación natural el entendimiento se oscurece cada vez más y representa a la voluntad el objeto o más odioso o más amable que antes, de tal modo que si la persona no se esfuerza por no dejarse llevar por prejuicios e inclinaciones, su entendimiento y su voluntad la van a hacer moverse en un circulo vicioso yendo de error en error, de abismo en abismo y de tinieblas en tinieblas. Por eso mientras estamos apasionados por algo es mejor abstenerse de dar juicio al respecto hasta que se calme la pasión.

Prudencia. Hay que cuidarse con gran cuidado para no tener afecto desordenado a las cosas antes de examinar o conocer lo que son realmente en si mismas, con la luz de la razón, especialmente con la luz sobrenatural que envía el Espíritu Santo a quien le reza con fe, y tratar de obtener la luz de la prudencia que se consigue consultando a personas que sepan de ese asunto.

También en lo que es bueno. Notemos que esta prudencia para no dejarse llevar por la sola inclinación antes de juzgar, es necesario no sólo en lo que puede ser peligroso, sino también en lo que de por sí es bueno, porque en estas obras, como son dignas de admiración y aprecio, puede haber peligro de dejarse llevar más por el propio gusto que por la conveniencia. Pues basta que haya una circunstancia de tiempo, o de lugar que no sea conveniente para esas obras para que en ese momento no convenga hacerlas.

Por eso hay que saber consultar siempre a los que saben. No todos se puede decir en todas partes ni todos se puede hacer siempre, aunque sean cosas muy buenas. Porque todo tiene su tiempo y su lugar, si no se sigue las reglas de la prudencia aun por dedicarse a obras muy buenas se puede cometer muchos disparates. Por eso es tan necesario pedir al Espíritu Santo el Don de Consejo por medio del cual sabemos cuándo, dónde y como debemos hacer y decir lo que tenemos que hacer y decir.

Petición Diaria. Un santo decía que cada día debemos pedir al Espíritu Santo que nos conceda la virtud de la prudencia, que es la que nos enseña, cuándo, cómo, y dónde debemos decir y hacer cada cosa.




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Pablo Jose
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MensajePublicado: Sab Ago 02, 2008 5:59 pm    Asunto:
Tema: LIBRO COMBATE ESPIRITUAL
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CAPITULO IX



El segundo vicio o defecto que puede hacer mucho daño a nuestro entendimiento es la vana curiosidad, el llenar nuestra mente de una cantidad de pensamientos y conocimientos inútiles que nos hacen más mal que bien.

Existen muchas cosas y muchos acontecimientos que por no saberlos no perdemos nada, pero que el estar averiguándolos nos llena de inútiles distracciones la mente. Deberíamos estar como muertos a los conocimientos que no son útiles para nuestra santidad y perfección espiritual. El antiguo refrán decía: “Por noticias curiosas y nuevas no te afanarás, que se volverán angustias, y ya las conocerás”.

Es necesario recoger nuestro entendimiento para no dejarlo desparramarse vanamente por un montón de noticias y conocimientos profanos y mundanos que sólo nos van a servir para dispersar la mente y no permitirnos tener recogimientos ni meditar con calma. En lo que no me sirve para mi santificación, ¿para qué vivir pensando?

LA MEJOR CIENCIA

Cada uno de nosotros deberá repetir como San Pablo: “No deseo sino conocer a Jesucristo, y a Jesucristo Crucificado” (1Cor. 2, 2). Conocer su vida, su muerte, resurrección, ascensión y glorificación, entender sus mensajes, imitar sus buenos ejemplos, recordar lo mucho que ha hecho y sigue haciendo por sus seguidores, lo que pide y desea de cada uno de nosotros.

NUBES SIN AGUA

De las otras cosas, especialmente de las que no son necesarias para conseguir nuestra santificación y salvación que no nos va n a servir para ser útiles a los demás y crecer en virtud. ¿Para qué vivir queriendo saberlas y conocerlas? ¿Cuántas cosas hay que con ignorarlas no se pierde nada y en cambio con saberlas llena de inquietud el corazón? En esto si se cumple lo que el sabio Séneca decía: “Cuánto más curiosamente me dediqué a conocer los detalles de la vida de los seres humanos, tanto menos buen ser humano me volví”. A estos conocimientos llama San Judas Tadeo: “Nubes sin agua, árboles sin fruto, olas que sólo traen espumas” (Judas 12)

Cuando queremos saber algo preguntémonos: ¿esto sí será de provecho para mi santificación o para el bien que yo les puedo hacer a los demás? Si no lo es, el dedicarme a indagarlo y a querer saberlo puede ser dañosa curiosidad, o hasta trampa de los enemigos de la salvación, que quieren llenar mi cerebro de cucarachas que no dejan conservarse bien allí el maná de la sabiduría celestial.

Si seguimos esta regla nos vamos a librar de muchas preocupaciones inútiles, porque el enemigo del alma cuando ve que no logra que cometamos faltas graves de propone al menos llenarnos de inquietudes para quitarnos la paz, y así no logra que dejemos de rezar, por lo menos se propone llenarnos de pensamientos e imaginaciones durante la oración, para que la atención no la pongamos en Dios, en su gloria, su poder y su bondad en las gracias y bendiciones que deseamos conseguir, sino en la multitud de proyectos fantásticos y en recuerdos de hechos que hemos llegado a saber. Y así logra que en vez de arrepentirnos de nuestras maldades y de odiar el pecado y formar propósitos firmes de enmendar la propia vida, en vez de llenarnos de actos de amor a Dios y de deseos de perseverara en su santa amistad hasta la muerte, nos dediquemos a distraernos en pensamientos vaporosos que hasta nos pueden llenar de orgullo y presunción creyendo que ya somos lo que hemos planeado ser y que ya no necesitamos director espiritual ni correcciones. Y nos trae la gran equivocación de convencernos de que ya somos buenos, solamente porque hemos planeado serlo. (Y de pensar serlo a llegar a serlo hay un abismo inmenso)

Mal incurable. Este mal es muy peligroso y casi incurable, porque cuando el pensamiento se llena de teorías nuevas, de ideas fantásticas y de planes descabellados, la persona llega a convencerse de que es mejor que los demás (solamente porque ha planeado serlo, sin que lo sea todavía ni remotamente). ¿Quién logrará desengañarle? ¿Cómo podrá reconocer su error? ¿Cómo dejará dejarse guiar por un prudente director espiritual si ya se imagina ser una autoridad en cuanto al espíritu? Es un ciego guiando a otro ciego; el orgullo ciego guiando al entendimiento enceguecido por la vanidad. Nosotros en cambio deberíamos repetir con el sabio antiguo: “En cuestiones de espíritu solo se que nada sé” aunque el orgullo nos quiera convencer de que somos más sabios que Salomón.






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MensajePublicado: Lun Nov 10, 2008 3:25 pm    Asunto: Doblemente interesante
Tema: LIBRO COMBATE ESPIRITUAL
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Veo doblemente interesante.Por una parte el compartir esto lo cual casi deberia ser de obligado conocimiento cristiano y tambien poner las enseñanzas en practica pues hacerlo es muy gozoso.Realmente quien confia en Dios tiene mucho es poderoso pues es Dios quien actua. y clarisimo esta quien se humilla Dios le ensalza.
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OH TU MI DIOS SANTIFICADO SEAS.LE SEA DADO A DIOS Y A TODA LA CREACION EL MAXIMO BIEN POR SIEMPRE
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Pablo Jose
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MensajePublicado: Sab Ene 03, 2009 8:09 pm    Asunto:
Tema: LIBRO COMBATE ESPIRITUAL
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CAPITULO X



Ya hemos visto cómo evitar los defectos que pueden perjudicar el entendimiento, y ahora vamos a estudiar cómo evitar cómo evitar aquello que pueda hacer daño a la voluntad, para que así logremos llegar a tal grado de perfección que renunciando a las propias inclinaciones, lo que busquemos sea cumplir siempre la santa Voluntad de Dios.

Una condición. Hay qué advertir que no basta con querer buscar hacer siempre lo que Dios manda y desea, sino que también es necesario querer y hacer estas obras con el fin de agradar a Nuestro Señor.

Una trampa. Es necesario dominar las propias inclinaciones. Porque la naturaleza desde el pecado original es tan inclinada a darse gusto, que en todas las cosas, aún en las más espirituales y santas lo primero que busca es su propia satisfacción y deleite. Y de ahí un peligro, y es que cuando se nos presenta la ocasión de hacer alguna buena obra, pude ser que nos dediquemos a hacerla y la amemos pero no porque es voluntad de Dios ni por agradarle a Él, sino por darle gusto a nuestras inclinaciones y por conseguir las satisfacciones que se encuentran al hacer lo que Dios manda.

Y hasta en lo más santo, por ejemplo en el deseo de vivir en continúa comunicación con Dios, puede ser que busquemos más nuestro propio interés que conseguir su gloria y cumplir sus santa voluntad, y esto último debería ser el único objeto que se deben proponer quienes lo aman, lo buscan y quieren cumplir su divina Ley.

Remedio. Para evitar este peligro que es muy dañoso para quienes desean conseguir la perfección y santidad, hay qué proponerse, con la ayuda del Espíritu Santo, no querer ni emprender acción alguna sino con el único fin de agradar a Dios y de cumplir con su santísima Voluntada, de manera que Él será el principio y el fin de toda nuestras acciones. Hay qué imitar lo que hacía el Papa Gregorio Magno el cual mientras estaba escribiendo sus obras admirables, de vez en cuando suspendía el trabajo y decía: “Señor, es por Ti, es por tu gloria. Es para la salvación de las almas. Que nada de lo que yo haga sea para darles gusto a mis inclinaciones y afectos, sino para que se cumpla siempre en mi tu santa Voluntad”.

Técnica. Conviene mucho que cuando se nos presente la ocasión de hacer alguna buena obra, primero elevemos una oración a Dios para pedirle que nos ilumine si es voluntad suya que hagamos esto, y que luego nos examinemos para ver si lo que vamos a hacer lo hacemos para agradar a Nuestro Señor. De esta manera la voluntad se va acostumbrando a querer lo que Dios quiere, y a obrar con el único motivo de agradarle a Él y de conseguir su mayoría gloria. De la misma manera conviene proceder cuando queremos rechazar y dejar de hacer algo. Elevar primero el espíritu a Dios para pedirle que los ilumine si en realidad Él quiere que no hagamos esto, y si al dejar de hacerlo, le estamos agradando a Él. Conviene decir de vez en cuando “Señor: ilumínanos lo que debes decir, hacer, evitar y haz que lo hagamos, digamos y evitemos”.

Engaños encubiertos. Es importante recordar que son grandes y muy pocos conocidos los engaños que nos hace la naturaleza corrompida, la cual con hipócritas pretextos nos hace creer que lo que estamos buscando con nuestras obras que nos entusiasmamos por unas cosas y sentimos repulsión por otras sólo por contentarnos y satisfacernos a nosotros mismos, pero mientras tanto seguimos convencidos de que ese entusiasmo o repulsión se debe solamente a nuestro deseo de agradar a Dios o al temor de ofenderle. Para esto hay un remedio; rectificar continuamente la intención y proponernos seriamente dominar nuestra antigua condición inclinada al pecado y reemplazarla por una nueva condición dedicada solamente agradar a Dios; o como dijo San Pablo: “Renunciar al hombre viejo con sus vicios concupiscencias y revestirnos del hombre nuevo conforme en todo a Jesucristo” (Col. 3, 9)

Un método. San Bernardo decía de vez en cuando a su orgullos, a su sensualidad, a su vanidad y amor propio: “No fue por vosotros que empecé esta obra ni es por vosotros que la voy a seguir haciendo”. Y otro santo repetía: “En el día del premio eterno solamente me van a servir para recibir felicitaciones de Dios las obras que haya hecho por Él y por el bien de los demás. Lo que haya por darle gusto a mi vanidad o a mi sensualidad, lo habré perdido para siempre. Sería muy triste mi final si el Señor tuviera que decirme como a lo fariseos: “Todo lo hizo para ser felicitado y estimado por la gente, ¿o por dar gusto a sus gustos? Pues ya recibió su premio en la tierra. Que no espere nada para el cielo”.


El timón. Quien dirige un barco necesita estar continuamente denrumbándolo hacia la dirección a donde se ha propuesto llegar, porque el primer descuido que tenga, las olas y el viento echarán el barco hacia otra dirección totalmente distinta. Así sucede con nuestras acciones. Necesitamos reavivar y reafirmar continuamente la intención de hacerlo todo por Dios y sólo por Él, porque el amor propio es tan traicionero, que al menor descuido nos hace cambiar de intención, y lo que empezamos haciendo por Dios lo podemos fácilmente terminar haciéndolo sólo por darnos gusto a nosotros mismo. Y sería una gran pérdida.

Un síntoma o señal de alarma. Sucede frecuentemente que cuando la persona se dedica a hacer una buena obra no por tener contengo a Dios únicamente, sino sobre todo por satisfacer sus gustos e inclinaciones, cuando Dios le impide el progreso de su obra con alguna enfermedad, accidente o falta económica, por la oposición de superiores o vecinos, se enoja, se irrita, se inquieta, empieza a murmurar, a quejarse y hasta dice que Nuestro Señor debería mostrase, más compasivo y generoso con su obra. Y de aquí se deduce que lo que le movía no era solamente agradar al Creador, sino satisfacer sus propios gustos. Pues is fuera sólo por Dios dejaría tranquilamente que Él cuando mejor le parezca lleva a feliz término su obra si es para su mayor gloria, y si no lo es, que la deje desaparecer, porque entonces no merece seguir existiendo.
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Pablo Jose
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Registrado: 13 May 2007
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Ubicación: Ciudad de Guatemala

MensajePublicado: Sab Ene 03, 2009 8:27 pm    Asunto:
Tema: LIBRO COMBATE ESPIRITUAL
Responder citando

Algo que aumenta mucho el valor. Algo que aumenta mucho el valor. La intención de hacerlo todo por amor de Dios y para su mayor gloria aumenta tanto el valor de nuestras obras que aunque ellas sean de poquísimo valor en sí mismas, si se hacen puramente por Dios, se vuelven de mayor precio y premio, que otras obras aunque ellas san de mayor valor en sí mismas, si se hacen por otros fines. Así por ejemplo, una pequeña limosna dada a un pobre (pequeña, pero que nos cuesta a nosotros, porque lo que no cuesta es basura y no tiene premio) si esa pequeña limosna se da por amor a Dios, porque el prójimo representa a Jesucristo, puede ser de mayor precio y obtener un premio más grande, que unos enormes gastos que se hacen en obras brillantes, pero por aparecer y por ganarse la admiración de los demás.

Algo que no es fácil. No nos engañemos ni nos ilusionemos. Esto de hacerlo todo siempre por puro amor a Dios no será fácil al principio, sino que más bien nos parecerá bien difícil. Pero con el tiempo se nos irá haciendo no solamente fácil sino hasta agradable, e iremos adquiriendo la costumbre de hacerlo todo por amor al buen Dios de quien todo lo bueno que tenemos lo hemos recibido.

Como la piedra filosofal. Los antiguos creían en la leyenda de que existía una piedra que todo lo que tocaba lo convertía en oro. La llamaban “la piedra filosofal”, y la buscaban por todas partes, y como bien puede suponerse nunca la encontraron porque la tal piedra no existe. Pero en lo espiritual si lo hay, y consiste en esto que hemos venido recomendando: en ofrecer todo lo que hacemos únicamente por amor a Dios y por agradarlo a Él. Acción que ofrecemos por Dios, automáticamente queda convertida en oro para la vida eterna. En algo de altísimo precio para la eternidad. Por eso conviene de desde hoy mismo comencemos a tratar de adquirir la buenísima costumbre de dirigir todas las anteriores a un solo fin: El amor y la gloria de Dios.

ALGO QUE SE CONSIGUE PIDIÉNDOLO

Es necesario recordar que esta formidable costumbre de hacerlo todo por Dios y sólo por Él, no es algo que la criatura humana va a lograr conseguir únicamente por sus esfuerzos y propósitos. Esto es algo importado del cielo, y si Nuestro Señor no nos lo concede por una gracia especial suya, no lo vamos a obtener. Por eso hay que pedirlo mucho en nuestras oraciones. Y para animarnos a cumplirlo debemos meditar frecuentemente en los innumerables beneficios y favores que Dios nos ha hecho y nos sigue haciendo continuamente, considerar que todo ello lo hace por puro amor y sin ningún interés de parte tuya.







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Pablo Jose
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Ubicación: Ciudad de Guatemala

MensajePublicado: Lun Ene 19, 2009 5:54 pm    Asunto:
Tema: LIBRO COMBATE ESPIRITUAL
Responder citando

CAPITULO XI



Existen unas verdades las cuales si las meditamos y recordamos, van a mover la voluntad a querer en todas nuestras acciones y en todos nuestros comportamientos, buscar que Dios quede agradado en que hacemos, que decimos y pensamos. Ellas son las siguientes:

1. Considerar cuanto ha hecho el amor de Dios por nosotros. Por ejemplo: nos creó de la nada. Nos dio un alma hecha a Imagen y Semejanza de Él. Nos dio domino sobre las creaturas irracionales para que nos sirvan. Cuando estábamos en peligro de perdernos para siempre, envió a salvarnos no a un ángel, sino a su propio Hijo en persona. Y no nos rescató ni pagó el precio de nuestra liberación con oro y plata, sino con la preciosa sangre de su Santísimo Hijo. Y para que pudiéramos luchar con éxito en la vida nos dejó como alimento el Cuerpo y la Sangre de Cristo.

2. Pensar que Dios vive defendiéndonos a toda hora. Dice el Salmo: “Tú guardián no duerme”. No duerme ni deja un momento de vigilar el que cuida al pueblo elegido. “El Señor te protege a su sombra, está a tu derecha protegiéndote, dispuesto a defenderte de todo mal”. (Sal. 120) Y otro salmista exclama: “Aunque mi padre y mi madre me abandonen, el Señor Dios nunca me abandonará. (Sal. 27) ¿Qué mejor prueba o demostración de amor nos podía dar el buen Dios? Por eso debemos amarlo intensamente.

3. Recordar cuanto nos estima nuestro Creador. Él nos puede repetir lo que dijo por el Profeta: ¿Qué más podía hacer por ti que no lo haya hecho? Es tanta su estimación hacia cada uno de nosotros y tan grande su deseo de salvarnos y hacernos santos que nos envió desde el cielo el mejor tesoro que tenía: su propio Hijo. Y permitió que muriera en la cruz con la más ignominiosa de las muertes ara que así pagara nuestras deudas la Justicia Divina y nos consiguiera un puesto en la gloria eterna. Y este Jesús se hizo en todo semejante a nosotros, menos en el pecado. Y aprendió con el sufrimiento a comprender a los que sufrimos.

Hay que honrar a los que nos honran. Esto es lo que tratan de hacer los grandes de la tierra. ¿Y quien nos ha honrado más en toda la existencia que Nuestro Señor? Nos hizo hijos suyos, hermanos de su Hijo Jesucristo, templos de Espíritu Santo y herederos del cielo. Ojalá recordemos de vez en cuando estas muestras de aprecio y cariño que Él nos ha dado para que en cambio le brindemos también amor y agradecimiento.




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Lorca
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Mensajes: 128
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MensajePublicado: Mie May 06, 2009 7:48 am    Asunto:
Tema: LIBRO COMBATE ESPIRITUAL
Responder citando

Gabriela de Jesús escribió:
Pablo Jose Very Happy uffff... lo estas escribiendo todo??? Shocked pero Dios mio! No habra algun lugar en internet donde se pueda bajar??? asi no tendrias que copiarlo todo... Embarassed

Besos!


se puede descargar desde Google Libros si buscás:
Don Lorenzo Scupoli combate espiritual

Lo podés descargar en pdf, pero esta transcripción del foro está muy linda de leer!!!

Que el Señor te bendiga!
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