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SE PUEDE CREER LO QUE DICEN LOS EVANGELIOS

 
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Autor Mensaje
de la mancha
Esporádico


Registrado: 06 Mar 2008
Mensajes: 59

MensajePublicado: Mar Ene 20, 2009 7:53 pm    Asunto: SE PUEDE CREER LO QUE DICEN LOS EVANGELIOS
Tema: SE PUEDE CREER LO QUE DICEN LOS EVANGELIOS
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De vez en cuando, recibo mensajes de amigos, que leen mis modestas colaboraciones en los foros y revistas cristianas a los que me dirijo frecuentemente.
Hace unos días, uno de estos amigos me planteaba la duda que le venía atormentando desde hacía algún tiempo. Por supuesto había intentado disiparla en lo posible y con sinceridad, me confesaba, éste era el momento en el cual, tristemente no lo había conseguido.
Su pregunta, así de clara, se refería a la falta de fe que podría tener a la hora de preguntarse, si realmente podríamos creer todo lo que nos dice la Biblia en relación a los evangelios.

Sinceramente, a veces estos mensajes que por supuesto agradezco profundamente, me ayudan muchísimo a la hora de profundizar en estos temas y por supuesto buscar a quienes me puedan enriquecer en una mejor comprensión teológica de los libros sagrados. Yo, humildemente no podría transmitir a mi amigo emisor, respuestas con un contenido teológico, lejos de una fe que para mí llena mi vida humana y espiritual,
Aprovechando la situación de jubilado que disfruto desde hace unos años, con frecuencia mi esposa y yo, solemos trasladarnos a una bella ciudad costera, para pasar unos días de descanso, contemplando el mar.
Y mientras mi esposa dedica un tiempo a determinadas faenas domésticas, yo suelo realizar una visita, para mí muy especial.

Cerca de nuestro domicilio, existe un complejo muy conocido, regentado por padres salesianos, con aulas de enseñanza, residencia y comedores para alumnos. Zonas deportivas y de recreo, para uso y disfrute de cualquier persona que se dirija a aquel lugar, enclavado en un paraje frente al mar.
En este maravilloso lugar donde se percibe el ruido del mar y de las olas al chocar con la playa, está destinado el octogenario padre Joaquín Rodríguez.

Este venerable salesiano, buen conocedor de la Biblia, daba clases en el Instituto donde yo estudiaba alrededor del año 1.955. Fue mi profesor y consejero, en esos años en los que la juventud, tantos y tan buenos consejos, necesita.
Me gusta hablar con mi viejo profesor. Le visito con mucha frecuencia y juntos recordamos aquel tiempo pasado. Un tiempo que yo casi siempre revivo, no sé si porque fue mejor o peor, pero sobre todo por que existió formando parte de mi vida.
Y en esta ocasión, dialogo con mi viejo amigo, para que me descubra a través de sus grandes conocimientos sobre el Nuevo Testamento, aquellos conceptos que para mí resultan casi inalcanzables, para de este modo poder dar una mejor contestación a la duda que en su mensaje me exponía mi amable comunicante, sobre la veracidad de los evangelios.
Es cierto, me comenta, que no se puede tomar literalmente, los hechos relatados en los evangelios, pues cada evangelista los relata adaptándolos para mejor su mejor comprensión. No podemos, pues, encontrar en esos escritos una “fotografía” de Jesús ni una “grabación exacta” de sus palabras. Sin embargo, esto no significa de ninguna manera que no podamos creer el testimonio de los evangelistas

Hay que tener muy en cuenta, que los historiadores que con más profundidad los han estudiado, no han podido encontrar falsedad alguna a pesar de haberlos sometido a un sinfín de exámenes, como no se ha hecho con ningún otro libro.
No obstante, existen quienes ponen en duda su testimonio. A veces, porque ven en algunos evangelistas pequeñas contradicciones a la hora de relatar los acontecimientos, o simplemente porque son incapaces de aceptar los milagros relatados.
Ante esto, pienso yo, quienes dudan de la autenticidad de los evangelios, es posible que vivan manejando en su ambiente una cultura que cuenta solamente con los recursos humanos para solucionar todos sus problemas, sin la necesidad de recurrir a menudo a Dios y a su Providencia.

Quizás, añade el padre Rodríguez, estas personas no han experimentado la intervención de Dios en su propia vida, y por tanto entienden que si ahora no pueden ver cosas parecidas a las relatadas en los evangelios, ¿Cómo van a creer que sucedieron entonces?
Es evidente, que hemos de aceptar el testimonio de los apóstoles, escrito por los evangelistas, que vivieron en un mundo muy distinto al nuestro, teniendo en cuenta el gran trabajo que les costó transmitir su fe a los demás, pero paralizados por sus defectos de hombres como nosotros, en una época en que el amor cristiano y la virginidad eran vicios del mundo pagano. Un mundo en el que los hombres libres, vírgenes o mártires eran perseguidos por la ley y condenados al martirio.
No hay duda de que existe un fondo básico de verdad a pesar de no coincidir o de existir algunas incógnitas entre los evangelistas, debido principalmente a que ellos no presenciaron los hechos y los escribieron muchos años después de la muerte de Jesús.
Pero en lo que sí coincidieron, fue en que todos relatan hechos, palabras y milagros de la vida de Jesús, para que sepamos entender que la fe en Dios es la perfección del amor; si estos hechos no hubieran sucedido, tampoco ninguno de ellos habrían creído.
La tarde va cayendo haciéndonos disfrutar de la preciosa imagen que nos ofrecen los rayos del sol proyectándose sobre el mar, a la vez que nuestra animada y edificante conversación va llegando a su final.
El abrazo es fuerte en la despedida; antes, naturalmente, me regala un último consejo, aún cuando su persistente afonía fruto de su larga vida de predicador no me impide escuchar: La Biblia hay que leerla con un corazón totalmente abierto, para encontrar en ella paz y guía que nos conduzca a seguir el camino de la luz y de la salvación.
_________________
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