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LA PROVIDENCIA DE DIOS Y EL PROBLEMA DEL MAL (CONCLUSION)

 
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Autor Mensaje
Joseph M
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MensajePublicado: Dom Oct 05, 2008 11:10 am    Asunto: LA PROVIDENCIA DE DIOS Y EL PROBLEMA DEL MAL (CONCLUSION)
Tema: LA PROVIDENCIA DE DIOS Y EL PROBLEMA DEL MAL (CONCLUSION)
Responder citando

Después de vivir en mi familia dos enfermedades graves y dos muertes, reanudo, a modo de conclusión, el tema a debate que puse hace unos meses, no con ánimo de discutir sino de aportar entre todos lo mejor que hemos vivido y sabemos...
Y lo hago, como siempre, a prisa y corriendo, POR TANTO PERDONAD REPETICIONES Y DEMÁS.
Inicié el tema anterior con esto:

Mi pregunta es sobre la Providencia de Dios.

Las enfermedades físicas o psíquicas que llegan al hombre; ¿son simple producto o consecuencia de las leyes físiológicas-genéticas-ambientales, ante las cuales Dios no interviene para nada, o sí hay una intervención de Dios en ese proceso -aunque misteriosa-?

¿Solamente interviene Dios "a posteriori" en forma de consuelo e inspiración para que las aprovechemos para nuestra conversión? Enconces NO INTERVIENE EN LOS SUCESOS SINO DESPUÉS DE LOS SUCESOS.

En la actualidad hay una corriente de pensamiento, incluso en el seno de la Iglesia, que parece limitar la intervención de Dios -de facto-, aunque no lo digan explícitamente, a una acción "a posteriori" de consuelo y conversión... El razonamiento, más o menos, sería el siguiente: la providencia de Dios, ante las enfermedades que nos surjen o pueden surgir; se limita a permitirlas (prácticamente siempre (fatalismo)-excepto en los milagros-) dejando actuar las leyes naturales asociadas al azar, pero no interviene en ellas (a veces permitiendo que ocurran y a veces actuando para que no ocurran). Entonces; ¿cuál es su intervención en ellas, concretamente?? Según muchas opiniones (incluso de gente de Iglesia) Dios, en ese plano, simplemente se LIMITA a dejar actuar la naturaleza y, una vez te pasa la desgracia, te consuela y ayuda a que sirva para tu conversión. El problema surge que, desde esta visión, la actuación del Señor en estos acontecimientos parece limitarse enormemente, por no decir, que no existe. Sólo actúa "a posteriori". Es como si dijera; mira te ha ocurrido esta desgracia (por motivos naturales en los que yo no intervengo para nada -es la naturaleza y sus leyes-), pero yo miraré de ayudarte. Una especie de SEMI-DEÍSMO-fatalismo.

No obstante eso refleja una ignorancia absoluta del funcionamiento de la genética, de la física y, en general ,de las ciencias en el nivel actual de conocimiento: EL DESARROLLO DEL MUNDO, SEGÚN LOS CONOCIMIENTOS ACTUALES DE LA CIENCIA, TANTO EN FISIOLOGÍA, BIOLOGÍA, SOCIOLOGÍA, MEDICINA... TRANSCURRE A TRAVÉS DE DOS COMPONENTES: UNO ENDÓGENO (LAS PROPIAS LEYES BIOLÓGICAS NATURALES) Y OTRO EXÓGENO (LAS MUTACIONES AZAROSAS Y EL DEVENIR CONTINGENTE DE LAS ACTUACIONES DEL HOMBRE - LAS CUALES INTERVIENEN Y MODIFICAN EL DEVENIR DE ESAS LEYES NATURALES-). Me explico; por genética, y según las leyes naturales, una persona puede tener propensión a padecer un cáncer de colon, no obstante, como se ha investigado, esa propensión genética para devenir en cáncer, necesitará de unos condicionantes contingentes sobrevenidos. Puede o no desarrollarse. Si fuma, si lleva una dieta insana, si se produce la mutación por agentes cancerígenos a los que se expone la persona... Eso ocurre en la mayoría de cánceres y, en muchas de las enfermedades (diabetes, ictus...). El cáncer se produce debido a alteraciones de los genes responsables del crecimiento y la reparación celulares. Esas alteraciones son el resultado de interacciones entre factores genéticos y agentes externos que se pueden agrupar en categorías.

Por tanto, y en conclusión, cualquier suceso (hasta los más biológicos -véase Darwin, los neodarwinistas) vienen influenciados, según las teorías evolucionistas actuales por el comportamiento. Y; ¿habremos de decir que tampoco interviene en el comportamiento de las personas (inspiraciones, mociones...)?

En ese caso; ¿dónde quedarían las palabras de San Pablo en el sentido de que Dios interviene en todas las cosas en bien de los que ama? Y, "no permitirá que la prueba supere vuestras fuerzas, antes bien con la tentación...". La postura, atribuida a Dios, del laissez faire - laissez passer, por definición, es contraria a la postura intervencionista. Una cosa es permitir (dejar que ocurra) un acontecimiento y otra es intervenir en ese acontecimiento (algunas veces permitiendo que ocurra, otras moviendo circunstancias para que no ocurra).

1. Desde hace más de un siglo se proclamó, como usted sabe, la herejía denominada deísmo, la cual considera que Dios ha creado el mundo con sus propias leyes naturales, pero que después se limita a que evolucione y transcurra mediante ellas mismas. Como el relojero que programa el reloj y se desentiende (ahí entraría la afirmación antes mencionada de: "limita a dejar actuar a las leyes de desarrollo tumorales" ).

No obstante creo que hoy se da, con mucha fuerza y extensión, una especie (como yo lo denominaría) de semideísmo.

DEÍSMO: "DIOS HA CREADO EL MUNDO CON SUS LEYES NATURALES, Y ÉSTE EVOLUCIONA INDEFECTIBLEMENTE (EXCEPTO EN CASO DE MILAGRO) SEGÚN ELLAS. DIOS NO ACTÚA EN LA HISTORIA (SE LIMITARÍA, EN TODO CASO, AL PAPEL DE OBSERVADOR).

SEMIDEÍSMO: (palabra que me acabo de inventar, no sé si existe): "DIOS HA CREADO EL MUNDO CON SUS LEYES NATURALES Y ÉSTE EVOLUCIONA INDEFECTIBLEMENTE (EXCEPTO EN CASO DE MILAGRO) SEGÚN ELLAS. PERO DIOS ACTÚA EN LA HISTORIA AUNQUE SU ACTUACIÓN SE LIMITA A APROVECHAR ESE DESARROLLO (EN EL QUE NO INTERVIENE EX NUOVO) PARA NUESTRA CONVERSIÓN EN FORMA DE CONSUELO, INSPIRACIONES...

Ah! Otra cosa: si Dios deja que los sucesos (lo cual desmiente la ciencia actual) transcurran según sus propias leyes (con la intervención en algún grado del azar y la casualidad -según los postulados científicos-), cuando ocurre una enfermedad terminal o una desgracia; cómo se puede decir que es la voluntad de Dios para mi y que debo aceptar lo que Dios quiere para mi?? Si todo obedece a las simples leyes naturales, no es la voluntad de Dios lo que me sucede, sino el simple devenir de esas leyes (en el caso -y yo no lo creo así- que Dios no intervenga para nada).


Ahora, aporto esto nuevo:


“Dios no quiere el mal como tal- en sí mismo-“ dice Juan Pablo II.
EXACTAMENTE, aquí está el quid de la cuestión. Efectivamente, no lo quiere en sí mismo (como tal, sic.) pero, sí en cuanto reporta un bien mayor. Veámoslo todo amparados bajo el magisterio de Santo Tomás de Aquino y los Padres de la Iglesia (San Agustín, San Jerónimo, San Basilio…), especialmente seguiremos a Santo Tomás de Aquino.

Cuando nos referimos al mal físico (en el cual no hay culpabilidad moral ni pecado, se trata del “mal de pena”), el mismo Santo Tomás de Aquino en la Suma Teológica, parte 1. Cuestión 19, texto que junto con otros constituyen el hilo argumentativo del Papa Juan Pablo II – en la catequesis que dió en la audiencia general del miércoles 9 de junio de 1986- y que es la base de la argumentación, afirma que “el mal físico sí es querido por Dios en aras de conseguir un mayor bien; “la armonía en la creación”:
... Respondo: Como resulta claro de lo dicho (a.1), el mal que consiste en el defecto de la acción, siempre es causado por el defecto del agente. Pero en Dios no hay ningún defecto, sino que es la perfección suma, como quedó demostrado anteriormente (q.4 a.1). Por eso, el mal que consiste en el defecto de la acción, o que es causado por defecto del agente, no se reduce a Dios como a su causa.
Pero el mal que consiste en la corrupción de algunas cosas, sí se reduce a Dios como a su causa. Y esto es así tanto en las cosas naturales como en las voluntarias. Pues ya se ha dicho (a.1) que algún agente, en cuanto que con su capacidad produce alguna forma a la que se sigue corrupción y defecto, con su poder causa tal corrupción y tal defecto. Es evidente que la forma que de modo primordial Dios pretende en las cosas creadas es el bien de la armonía del universo. La armonía del universo requiere, como dijimos anteriormente (q.22 a.2 ad 2; q.48 a.2), que algunas cosas puedan fallar y que, de hecho, fallan. DE ESTE MODO, DIOS, AL CAUSAR EN LAS COSAS EL BIEN DE LA ARMONÍA DEL UNIVERSO, COMO CONSECUENCIA Y DE FORMA ACCIDENTAL, TAMBIÉN CAUSA LA CORRUPCIÓN DE LAS COSAS, SEGÚN AQUELLO QUE SE DICE EN 1 RE 2,6: EL SEÑOR DA LA MUERTE Y LA VIDA. PERO AQUELLO QUE SE DICE EN SAB 1,13, DIOS NO HIZO LA MUERTE, HAY QUE ENTENDERLO EN EL SENTIDO DE QUE NO QUERÍA LA MUERTE EN SÍ MISMA. AL ORDEN DEL UNIVERSO PERTENECE TAMBIÉN EL ORDEN DE LA JUSTICIA, QUE EXIGE QUE LOS DELINCUENTES SEAN CASTIGADOS. SEGÚN ESTO, DIOS ES AUTOR DEL MAL QUE ES LA PENA. PERO NO DEL MAL QUE ES LA CULPA POR EL MOTIVO QUE ANTES HEMOS ADUCIDO (SOL.) . El sumo bien, Dios, ¿es o no es causa del mal?, art. 2 CUESTIÓN 49
Sobre la causa del mal , Suma Teológica parte 1ª


... Por eso, en las cosas naturales se dice que las corrupciones y los defectos van contra la naturaleza particular; y, sin embargo, entran dentro del plan de la naturaleza universal en cuanto que un defecto en uno es un bien en otro o en el todo; pues la corrupción de uno conlleva la generación de otro, y así se conserva la especie.
Así, pues, como Dios es el previsor universal de todo ser, a su providencia pertenece el que permita la existencia de algunos defectos en cosas concretas para que no se pierda el bien del universo entero. Pues si se impidieran muchos males, muchos bienes desaparecerían del universo. Ejemplo: No existiría la vida del león si no existiera la muerte de animales; no existiría la paciencia de los mártires si no existiera la persecución de los tiranos. Por eso dice Agustín en el Enchirid. : De ningún modo hubiera permitido Dios omnipotente la presencia del mal en sus obras, de no ser tan bueno y poderoso que del mal pudiera sacar un bien.
Los dos argumentos que ahora rechazamos parece que constituían el motivo por el que algunos excluyeron a los seres corruptibles de la divina providencia incluyéndolos en la casualidad y en el mal.

El mal que va unido a un bien, conlleva privación de otro bien. Así pues, nunca será apetecido el mal, ni siquiera por accidente, a no ser que el bien que conlleva el mal sea más apetecido que el bien del que se ve privado por el mal. Dios no quiere ningún bien más que su bondad; sin embargo, quiere algún bien más que algún otro bien. Por eso, Dios no quiere, de ninguna manera, el mal de culpa, que conlleva la privación de orden al bien divino. Pero quiere el mal como defecto natural, o el mal de pena, puesto que quiere algún bien que conlleva dicho mal. Ejemplo: Queriendo justicia, quiere el castigo; queriendo conservar el orden de la naturaleza, quiere la destrucción de algo de la naturaleza.
Suma Teológica, parte 1. Cuestión 19.

Objeciones por las que parece que el sumo bien, Dios, es causa del mal:
1. Se dice en Is 45,6-7: Yo, el Señor, y no otro Dios, hago la luz y creo las tinieblas, hago la paz y creo el mal. Y Am 3,6: ¿Habrá algún mal en la ciudad que no haya hecho el Señor?

2. Se dice en Gén 1,31: Vio Dios todo lo que había hecho; y era bueno. Pero las criaturas corporales son malas. Pues comprobamos que muchas son dañinas, como muchas clases de serpientes, o la sequía provocada por el sol, y otras. También algo que produce daño es llamado malo. Por lo tanto, las criaturas corporales no han sido hechas por Dios.

SOLUCIÓN
a las objeciones:

1. Aquellas autoridades están hablando del mal de pena, no del mal de culpa.

2. La criatura corporal, por naturaleza es buena; pero no se trata de un bien universal, sino particular y reducido, por lo que se origina en ella cierta contrariedad por la que una se opone a otra aunque en sí mismas ambas sean buenas.
Algunos, considerando las cosas no en sí mismas, sino por lo que les reportan, las que les resultan nocivas las llaman, sin más, malas. Y no se detienen a pensar que lo nocivo en algo para unos es beneficioso para otros o también para ellos mismos en algo. Esto no sería así si las cosas corporales en sí mismas fueran malas y nocivas.,

o lo que dice el mismo beato Juan Pablo II en la audiencia general del miércoles (4.VI.1986) que ya hemos mencionado: “En este texto captamos la conciencia del límite y de la caducidad de las cosas creadas, por la cual algunas formas del 'mal' físico (debidas a falta o limitación de bien) pertenecen a la propia estructura de los seres creados, que, por su misma naturaleza, son contingentes y pasajeros, y por tanto corruptibles. Sabemos además que los seres materiales están en estrecha relación de interdependencia, según lo expresa el antiguo axioma: 'La muerte de uno es la vida del otro' ('corruptio unius est generatio alterius'). Así pues, en cierta medida, también la muerte sirve a la vida. Esta ley concierne también al hombre como ser animal al mismo tiempo que espiritual, mortal e inmortal”. “A este propósito, las palabras de San Pablo descubren, sin embargo, horizontes muy amplios: ' mientras nuestro hombre exterior se corrompe, nuestro hombre interior se renueva de día en día' (2 Cor 4, 16). Y también: 'Pues por la momentánea y ligera tribulación nos prepara un peso eterno de gloria incalculable' (Ib. 17).”

Resumiendo:

Dios no quiere el mal físico “como tal”, “en sí mismo”, pero sí lo quiere en orden a un bien mayor: la redención y la salvación pasan inexorablemente por la cruz y el sufrimiento. Como dice San Juan de la Cruz y con él todos los santos (“todos”), si hubiera otro camino para alcanzar la salvación Cristo nos lo habría enseñado.

Dios sí quiere el mal físico (el sufrimiento, la enfermedad, las persecuciones –en definitiva la cruz-…) en cuanto que es el instrumento para salvar al hombre, el cual le produce todos los bienes y nos permite pasar del egoísmo y de la esclavitud a la libertad.

Santo Tomás al mal físico lo llama “el mal de pena” (que comporta pena o sufrimiento) y al mal moral lo llama “el mal de culpa”.
Sobre ellos dice:

. Por eso, Dios no quiere, de ninguna manera, el mal de culpa, que conlleva la privación de orden al bien divino. Pero quiere el mal como defecto natural, o el mal de pena, puesto que quiere algún bien que conlleva dicho mal. Ejemplo: Queriendo justicia, quiere el castigo; queriendo conservar el orden de la naturaleza, quiere la destrucción de algo de la naturaleza.
Suma Teológica, parte 1. Cuestión 19.

Creo que queda claro el tema y se podría dar por concluído.

No obstante, querría hacer una serie de observaciones de otro tipo:

1. Si tu hijo padece una apendicitis (cae en pecado grave), tú QUERRÁS que le operen. No simplemente PERMITIRÁS que le operen, NO. LO QUERRÁS Y EXIGIRÁS POSITIVAMENTE. Dios, cuando el hombre pecó (gravemente), según nos cuenta el Génesis, fue castigado por Dios a sufrir la muerte y a padecer males físicos. Ahí empezó la “OPERACIÓN” que Dios hizo con la humanidad la pedagogía de nuestro Padre del Cielo, que culminó con la encarnación, muerte y resurrección de Jesucristo.
2. El que las células se deterioren, el que haya enfermedades, virus, bacterias, mutaciones genéticas…, todo eso ha sido creado por Dios. Forma parte de la creación como dice Juan Pablo II. La enfermedad natural no es un invento del hombre, no forma parte de su acción. La enfermedad es creación de Dios el cual, ha creado lo más perfecto con lo menos perfecto, la muerte de unos para la subsistencia de otros, etc, tal y como hemos visto en los pasajes de Juan Pablo II y Santo Tomás de Aquino…Ha creado un mundo en vías de perfección…No hay que buscar otro creador ni autor para el mundo y su constitución (las células con su envejecimiento, la materia orgánica con su descomposición…).


Pero sobre todo lo dicho, hay una especie de deísmo y de quitar a Dios de los acontecimientos diarios en la vida de una persona, poniendo a Dios como un simple observador de lo que nos ocurre y que solamente lo PERMITE (dejando actuar las leyes naturales, lo cual ya demostré que, científicamente, no es así –hay muchos factores exógenos y de comportamiento que inciden y modifican el comportamiento endógeno (genético)). Y, sobre todo, los modos misteriosos en que Dios interviene (sostiene y gobierna) cada acontecimiento del mundo, no nos serán manifiestos en esta vida, pero no por ello debemos negarlos.

Si mañana tu o yo tenemos una enfermedad, te aseguro que, para poder aceptarla como de la mano de Dios, como su VOLUNTAD, AMAR SU VOLUNTAD EN ELLA, no es posible si lo ves como un simple suceder de las leyes y del azar, como algo que te ha tocado por genética o condicionantes y en lo cual Dios no interviene para nada; como si Dios dijera: “HIJO es una putada, pero, paciencia yo te ayudaré…” Yo no lo quiero, no es mi voluntad, solamente lo aguanto o lo permito…” Pensando así, a lo sumo podría aguantar o permitir mi enfermedad, no amarla, amando la voluntad de Dios en ella. Lo que hace que tú o yo, querido hermano, podamos amar la voluntad de Dios en las tribulaciones es sólo lo que dice el eminente doctor de la Iglesia, SAN FRANCISCO DE SALES EN SU TRATADO DEL AMOR DE DIOS:
“Las penas consideradas en sí mismas no pueden ser amadas, pero consideradas en su origen, es decir, en la providencia y en la voluntad divina, son infinitamente amables” Y EN OTRO SITIO:
Mira las tribulaciones en sí mismas, y te parecerán horribles; míralas en la voluntad de Dios, y son amores y delicias. ¡Cuántas veces nos acontece que recibimos a regañadientes las medicinas de manos del médico o del farmacéutico, y, al sernos ofrecidas por una mano querida, el amor se sobrepone a la repugnancia, y las tomamos con gozo!
Y MÁS ADELANTE:
"Considera que has recibido los bienes de la mano de Dios y da una prueba de que no había estimado tanto estos bienes por ser bienes, cuanto porque venían de la mano del Señor. De lo cual concluye que es me-nester soportar amorosamente las adversidades, pues proceden de la misma mano del Señor, igualmente amable cuando reparte aflicciones que cuando da consolaciones. Todos reciben gustosamente los bienes; pero recibir los males, es tan sólo propio del amor perfecto, que los ama tanto más, cuanto que no son amables sino por la mano que los envía".

"De la unión de nuestra voluntad con la voluntad divina, que se llama voluntad de beneplácito
Fuera del pecado, nada se hace sino por la voluntad de Dios llamada absoluta y de beneplácito, voluntad que nadie puede impedir y que sólo se conoce por sus efectos, los cuales, una vez se han producido, nos manifiestan que Dios los ha querido y dispuesto

Mira lo que dicen todos los santos y padres de la Iglesia en este punto, su actitud en la enfermedad, sus palabras ante la que ven como la VOLUTAD DE DIOS.


3. Mira lo que dice San José Maria Escrivá de Balaguer en su obra “Camino” sobre eso que, A VECES, llamamos males:

“194. Yo te voy a decir cuáles son los tesoros del hombre en la tierra para que no los desperdicies: hambre, sed, calor, frío, dolor, deshonra, pobreza, soledad, traición, calumnia, cárcel...”
Forja:
1034. Cómo amaba la Voluntad de Dios aquella enferma a la que atendí espiritualmente!: veía en la enfermedad, larga, penosa y múltiple (no tenía nada sano), la bendición y las predilecciones de Jesús: y, aunque afirmaba en su humildad que merecía castigo, el terrible dolor que en todo su organismo sentía no era un castigo, era una misericordia.

Une el dolor —la Cruz exterior o interior— con la Voluntad de Dios, por medio de un “fiat!” generoso, y te llenarás de gozo y de paz.
Forja, 771

Bendito sea el dolor. —Amado sea el dolor. —Santificado sea el dolor... ¡Glorificado sea el dolor!
Camino, 208

En julio de 1932 falleció Somoano, posiblemente envenenado por los enemigos de la fe. Pocos meses después, en noviembre, falleció Luis Gordon, tras una rápida enfermedad. San Josemaría comprendió: “Cristo Jesús ha querido llevarse a los dos mejor preparados, para que no confiemos en nada terreno, ni siquiera en las virtudes personales de nadie, sino sólo y exclusivamente en su Providencia amorosísima”.


MENSAJE DEL SANTO PADRE
CON MOTIVO DE LA
X JORNADA MUNDIAL DEL ENFERMO
Vailankanny (La Índia), 11 de febrero de 2002

En esta unión entre lo humano y lo divino, el sufrimiento produce el bien y vence el mal. A la vez que expreso mi profunda solidaridad con todos los que sufren, oro fervientemente a Dios para que la celebración de la Jornada mundial del enfermo sea para ellos un momento providencial que les abra un nuevo horizonte de sentido en su vida.

La fe nos enseña a buscar el sentido último del sufrimiento en la pasión, muerte y resurrección de Cristo
A la luz de la muerte y resurrección de Cristo la enfermedad no aparece ya como hecho exclusivamente negativo: más bien, se contempla como una "visita de Dios", como una ocasión "para provocar amor, para hacer nacer obras de amor al prójimo, para transformar toda la civilización humana en la civilización del amor" (Carta apostólicaSalvifici doloris, 30; cf. L'Osservatore Romano, edición en lengua española, 19 de febrero de 1984, p. 16).
“Nada sucede en nuestra vida por movimientos al acaso, sabedlo bien, todo cuanto acontece contra nuestra voluntad no sucede sino en conformidad. Con la voluntad de Dios, según su Providencia y el orden que Él tenía determinado, el consentimiento que Él da y las leyes que ha establecido. Hay algunos casos fortuitos, accidentes inesperados; mas son fortuitos e inesperados solamente para nosotros… en realidad son un designio de la Providencia soberana, que ordena y reduce todas las cosas a su servicio (…) Dios, al guiar a sus criaturas, no les manifiesta sus designios; ellas van y vienen cada cual en su camino. La fatalidad quiere que unos encuentren en su camino la ocasión de hacer fortuna y otros causas de pérdidas y de ruinas; fatalidad es ciertamente para el hombre que no ha visto todas las combinaciones, mas para Dios, que ha determinado hasta ese punto las circunstancias, todo ha sido providencial” (San Agustín).

Suma Teológica - Ia (Prima) q. 116
CUESTIÓN 116
Sobre el hado
Ahora hay que tratar lo referente al hado. Esta cuestión plantea y exige respuesta a cuatro problemas:
1. ¿Hay o no hay hado?
2. ¿En qué está?
3. ¿Es o no es inmóvil?
4. ¿Está o no está todo sometido al hado?

ARTíCULO 1
El hado, ¿es o no es algo?
Objeciones por las que parece que el hado es nada:
1. Dice Gregorio en la homilía sobre la Epifanía : Lejos de los corazones de los fieles decir que el hado es algo real.
2. Más aún. Lo que sucede casualmente, no es imprevisto, porque, como dice Agustín en V De Civ. Dei, entendemos que hado viene de fando, es decir hablar; de tal modo que las cosas que se atribuyen al hado han sido habladas previamente por alguien que las determina. Lo que ha sido previsto no es fortuito ni casual. Así, pues, si las cosas se realizan por el hado, se excluye de ellas la casualidad y la fortuna.
Contra esto: lo que no existe no se define. Pero Boecio, en IV De Consol., define el hado diciendo: Es una disposición inherente a las cosas mutables, por la que la Providencia las coordina en un determinado orden. Por lo tanto, el hado es algo.
Respondo: Vemos que en las cosas de este mundo algunas suceden fortuitamente o por casualidad. Y a veces sucede que un acontecimiento que por orden a las causas inferiores es fortuito o casual, referido a otra causa superior se ve que es intencionado. Ejemplo: Si dos siervos de un señor son enviados por él a un mismo lugar sin saberlo uno del otro, encontrarse allí los dos es puramente casual para ellos, puesto que sucede sin intentarlo ninguno de los dos. Pero para el señor que los mandó, no es casual, sino conocido e intencionado.
Así pues, hubo algunos que rechazaron reducir a una causa superior estas cosas casuales y fortuitas que suceden en los seres de aquí abajo. Estos negaron el hado y la Providencia, como Tulio, tal como nos cuenta Agustín en V De Civ. Dei. Esto va contra lo que dijimos anteriormente sobre la Providencia (q.22 a.2).
Otros, intentaron reducir a una causa superior, los cuerpos celestes, todas las cosas fortuitas y casuales que acontecen aquí abajo, sea en el orden natural o en el orden humano. Según esta opinión, el hado no sería más que la disposición de los astros bajo la cual cada uno fue concebido o nació. Pero esto no es aceptable por dos razones. En primer lugar, en cuanto a las realidades humanas. Ya quedó demostrado (q.115 a.4) que los actos humanos no están sometidos a la acción de los cuerpos celestes a no ser de forma accidental e indirecta, pero, como la causa de la fatalidad debe tener una ordenación sobre lo que se efectúa por hado, tal causa necesariamente ha de ser esencial y directa de lo que se hace. En segundo lugar, en cuanto a lo que se hace accidentalmente. Se dijo (q.115 a.6) que lo que es ser accidentalmente propiamente no es ser ni uno. Pero toda acción de la naturaleza tiene por objetivo algo que es determinadamente uno. Por lo tanto, es imposible que lo que es accidentalmente, en sí mismo sea efecto de algún principio que sea agente natural. Por lo tanto, ninguna causa natural puede hacer en cuanto tal, por ejemplo, que el que intenta cavar un sepulcro encuentre un tesoro. Es evidente que los cuerpos celestes obran a modo de principio natural. De lo que se sigue que igualmente son naturales sus efectos terrestres. Por lo tanto, es imposible que virtud alguna activa de los cuerpos celestes sea la causa de las cosas que aquí abajo suceden accidentalmente, bien por casualidad, bien fortuitamente.
Por todo lo cual hay que decir: Las cosas que aquí suceden accidentalmente, sea en el orden natural o en el orden humano, se reducen a alguna causa que de antemano las ordena, y que es la Providencia divina. No hay inconveniente para que aquello que es ser accidentalmente, sea concebido por algún entendimiento como un solo ser. En caso contrario, sería imposible que el entendimiento formara la siguiente proposición: cavando un sepulcro encontró un tesoro. Del mismo modo que el entendimiento puede hacer tal concepción, se puede también realizar. Ejemplo: Si alguien, conocedor del lugar en el que está escondido el tesoro, anima a un labriego, que lo ignora, a que cave allí un sepulcro. Así, no hay inconveniente en que las cosas que suceden accidentalmente, como fortuitas o casuales, se reduzcan a alguna causa ordenadora que obre por el entendimiento, y más si se trata del entendimiento divino, ya que sólo Dios puede mover la voluntad, como se dijo (q.105 a.4; q.106 a.2, q.111 a.2). Por lo tanto, la ordenación de los actos humanos cuyo principio es la voluntad, sólo puede atribuirse a Dios.
Así, pues, podemos admitir el hado en el sentido de que todas las cosas que suceden en este mundo están sujetas a la divina Providencia, como ordenadas por ella y, si se puede decir, prehabladas. Sin embargo, los santos doctores rechazaron el uso de esta palabra para no favorecer a aquellos que abusaban de ella creyendo dar a entender cierta capacidad de los astros. A este propósito dice Agustín en V De Civ. Dei : Si alguien atribuye al hado las cosas humanas, queriendo significar con la palabra hado la voluntad misma o el poder de Dios, quédese con el modo de pensar y corrija el de hablar. En este sentido Gregorio rechaza que haya hado.
A las objeciones:
1. La respuesta está incluida en lo expuesto.
2. Nada impide que algo sea fortuito o casual en relación con las causas próximas sin serlo en relación con la Providencia divina. Así queda a salvo que nada acontece en el mundo impensadamente, como dice Agustín en el libro Octoginta trium quaest. .
ARTíCULO 2
El hado, ¿está o no está en las cosas creadas?
Objeciones por las que parece que el hado no está en las cosas creadas:
1. Dice Agustín en V De Civ. Dei : Lo que se indica con el nombre de hado es la voluntad misma o poder de Dios. Pero la voluntad y el poder de Dios no está en las criaturas, sino en Dios. Por lo tanto, el hado no está en las cosas creadas, sino en Dios.
2. La relación entre el hado y lo hecho por el hado es una relación causal, como lo manifiesta el mismo modo de hablar. Pero la causa universal que, en cuanto tal, causa lo que aquí sucede accidentalmente, es sólo Dios, como dijimos (a.l). Por lo tanto, el hado está en Dios y no en las cosas creadas.
3. Si el hado está en las criaturas, será una sustancia o un accidente. En cualquiera de estos casos es necesario que sea tan múltiple como lo son las criaturas. Por lo tanto, como parece que el hado es uno, parece que el hado no está en las criaturas, sino en Dios.
Contra esto: está lo que dice Boecio en IV De Consol. : El hado es una disposición inherente a las cosas mudables.
Respondo: Como resulta claro por lo dicho (q.22 a.3; q.103 a.6), la Providencia divina ejecuta sus acciones por medio de causas intermedias. La ordenación de estos efectos puede ser vista en un doble aspecto. 1) Uno, según está en Dios, y, bajo este aspecto, la ordenación de los efectos es llamada Providencia. 2) La otra. Pero si se considera esta ordenación de los efectos en cuanto está en las causas intermedias ordenadas por Dios a producir tales efectos, así es como se entiende el hado. Esto es lo que dice Boecio en IV De Consol. : Que el hado se ejerza por ciertos ministros espirituales de la divina Providencia, o por el alma, o por la cooperación de la naturajeza entera, o por los movimientos celestes de los astros, o por virtud angélica, o por las artimañas de los demonios, o por algunas de estas cosas, o por todas ellas, así es como queda tejida la serie fatal. De todo lo cual ya se ha tratado antes (a.1, q.104 a.2; q.110 a.1; q.103.114). Por lo tanto, es evidente que el hado está en las mismas causas creadas en cuanto que están ordenadas por Dios a producir sus efectos.
A las objeciones:
1. La ordenación de las causas segundas, que Agustín llama serie de causas, no tiene razón de hado sino en cuanto que depende de Dios. Por eso, el poder o la voluntad de Dios pueden llamarse causalmente hado, pero esencialmente el hado es la misma disposición o serie, es decir, el orden de las causas segundas.
2. El hado tiene razón de causa en cuanto la tienen las mismas causas segundas, cuya disposición es llamada hado.
3. La disposición llamada hado no es tal que pertenezca al género de la cualidad, sino la disposición entendida como un orden, que no es sustancia, sino relación. Este orden, tomado en relación con su principio, es uno solo, y, en tal sentido, el hado es también uno. Pero si es tomado en relación con sus efectos o con las mismas causas intermedias, es múltiple. Así lo entendió el poeta al decir: Tus destinos te arrastran .
ARTíCULO 3
El hado, ¿es o no es inmutable?
Objeciones por las que parece que el hado no es inmóvil:
1. Dice Boecio en IV De Consol. : Lo que el raciocinio es al entendimiento, lo engendrado a lo existente, el tiempo a la eternidad, y al punto central el círculo, eso mismo es la serie mutable del hado a la permanente simplicidad de la Providencia.
2. Más aún. Como dice el Filósofo en II Topic. : A.I cambiarnos nosotros, también se cambia lo que hay en nosotros. Pero el hado es una disposición inherente a lo mutable, como dice Boecio en el mismo lugar. Por lo tanto, el hado es mutable.
3. Si el hado es inalterable, lo que está sujeto a él sucederá de manera inmutable y necesaria. Pero lo sometido al hado parece ser precisamente lo mayormente contingente. Por lo tanto, no habrá nada contingente en las cosas, sino que todo sucederá necesariamente.
Contra esto: está lo que dice Boecio : El hado es una disposición inmutable.
Respondo: La disposición de las causas segundas, que llamamos hado, puede considerarse bajo dos aspectos. 1) Uno, atendiendo a las mismas causas segundas que están así dispuestas y ordenadas. 2) Otro, relacionando tal disposición con el primer principio por el que son ordenadas, esto es, Dios. Algunos sostuvieron que la serie misma o disposición de las causas en cuanto tal es necesaria, de modo que todo sucede por necesidad, debiéndose esto a que todo efecto tiene su causa, y, puesta ésta, es necesario que se siga el efecto. Pero esto es evidentemente falso por todo lo que ya dijimos anteriormente (q.115 a.6).
Otros dijeron lo contrario, afirmando que el hado era mutable, incluso en cuanto relacionado con la Providencia divina. Por eso, los egipcios decían que podía cambiarse el destino mediante ciertos sacrificios, tal como nos cuenta Gregorio de Nisa. Pero esto ha sido rechazado ya (q.23 a.Cool por ser contrario a la inmutabilidad de la Providencia divina.
Hay que decir: El hado, respecto a las causas segundas es mutable. Pero referido a la Providencia divina es inalterable, no por absoluta necesidad, sino condicionalmente, es decir, en el sentido en el que afirmamos que esta condicional es verdadera o necesaria: Si Dios ha previsto tul cosa, sucederá. Por eso, Boecio, después de haber dicho que la serie del hado es alterable, poco después añade: La cual, por proceder de los orígenes de la Providencia inmóvil, es necesario que ella misma sea inmutable.
A las objeciones: Está incluida en lo dicho.
ARTíCULO 4
¿Está o no está todo sometido al hado?
Objeciones por las que parece que todo está sometido al hado:
1. Dice Boecio en IV De Consol. : La serie del hado mueve el cielo y las estrellas, atempera entre sí los elementos y, por un cambio alternado, los transforma. Todo lo que nace y muere lo reproduce y renueva por la sucesión de gérmenes y fetos. Enlaza, en una conexión indisoluble de causas, actos y fortunas de los hombres. Por lo tanto, no parece exceptuarse cosa alguna de estar contenida bajo la serie del hado.
2. Agustín en V De Civ. Dei dice que el hado es algo en cuanto se refiere a la voluntad y poder de Dios. Pero la voluntad de Dios es causa de todo lo hecho, como dice Agustín en III De Trin. Por lo tanto, todo está sometido al hado.
3. Según Boecio, el hado es la disposición inherente a todo lo mutable. Pero todas las criaturas son mutables, y sólo Dios es verdaderamente inmutable, como dijimos (q.9 a.2). Por lo tanto, el hado está en todas las criaturas.
Contra esto: está lo que dice Boecio en IV De Consol. : Algunas cosas que están bajo la Providencia, están por encima del hado.
Respondo: Como ya dijimos (a.2), el hado es la ordenación de las causas segundas a los efectos previstos por Dios. Por lo tanto, todo lo sometido a las causas segundas está sometido también al hado. Pero si hay algo que es hecho directamente por Dios, al no estar sujeto a las causas segundas, tampoco lo está al hado. Así, la creación de las cosas, la glorificación de las sustancias espirituales. Por eso, dice Boecio : Los seres que están próximos a la primera divinidad, establemente fijos, están sobre el orden de la mutabilidad fatal. De aquí resulta también que, cuanto más alejada está una cosa de la Inteligencia, tanto más ligada está al hado, ya que está más sometida a la necesidad de las causas segundas.
A las objeciones:
1. Todo lo que se menciona en aquel texto, es hecho por Dios mediante las causas segundas. Por lo tanto, está sometido al hado. Pero no puede decirse lo mismo de todo lo demás, como acabamos de decir.
2. El hado se refiere al poder y la voluntad de Dios como a su primer principio. Por lo tanto, no es necesario que todo lo que está sometido a la voluntad o al poder de Dios, esté también sometido al hado, como acabamos de decir .
3. Aun cuando todas las criaturas de alguna manera sean mutables, sin embargo, algunas de ellas no proceden de causas creadas variables. Por eso no están sometidas al hado, como acabamos de decir.
Suma Teológica - Ia (Prima) q. 116




Libro de la Sabiduría
9 Los designios del impío serán examinados:
el eco de sus palabras llegará hasta el Señor,
como prueba acusadora de sus iniquidades.

10 Un oído celoso lo escucha todo,
no se le escapa ni el más leve murmullo.

11 Cuídense, entonces, de las murmuraciones inútiles
y preserven su lengua de la maledicencia;
porque la palabra más secreta no se pronuncia en vano,
y una boca mentirosa da muerte al alma.

12 No busquen la muerte viviendo extraviadamente,
ni se atraigan la ruina con las obras de sus manos.

13 Porque Dios no ha hecho la muerte
ni se complace en la perdición de los vivientes.

14 Él ha creado todas las cosas para que subsistan;
las criaturas del mundo son saludables,
no hay en ellas ningún veneno mortal
y la muerte no ejerce su dominio sobre la tierra.

15 Porque la justicia es inmortal.
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Que el Señor y la Virgen María, nos concedan la gracia y el don de la humildad. - S. Francisco de Sales-
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