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Martirio de san Pedro y san Pablo

 
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javi27
Veterano


Registrado: 03 Feb 2007
Mensajes: 9170
Ubicación: en el Sagrado Corazón de Jesús

MensajePublicado: Mie Nov 19, 2008 4:09 pm    Asunto: Martirio de san Pedro y san Pablo
Tema: Martirio de san Pedro y san Pablo
Responder citando

Hermanos, la Paz este con ustedes.

Tal vez un poco tarde, ya que fue ayer la celebracion de san Pedro y san Pablo como martires, les traigo un articulo de catholic.net que estaba leyendo en relacion a como fue la muerte de los apostoles. Les recomiendo que lo lean, pues verán como valientemente estos apostoles dieron su vida por Cristo. Todo el hecho encierra un misticismo a mi entender atrapante. El enlace es el siguiente:

http://es.catholic.net/temacontrovertido/161/337/articulo.php?id=7540

Los dos apóstoles se enfrentaron a Simón el Mago por los engaños que este último hacia a la gente, y tras un milagro que no da ahora lugar para relatar, quedó Simón tan avergonzado que tuvo que esconderse por un año antes de animarse a comparecer ante el público otra vez.

A pesar de lo que había pasado, posteriormente Simón volvió a Roma y reanudó la amistad que desde antes tenía con Nerón. Dice san León que el mago, después de su regreso, convocó al pueblo y dijo:

- Los galileos me han ultrajado gravemente. He decidido abandonar definitivamente esta ciudad en la que tantos favores os he hecho. No quiero seguir viviendo en la tierra. Oportunamente os comunicaré la fecha de mi ascensión al cielo.

Algunos días después convocó nuevamente al público para que cuantos lo deseasen fuesen testigos de su viaje a la gloria, y coronado de laurel subió, según algunos, a una torre muy alta, y según la versión de San Lino, al Capitolio, y desde la altura se lanzó al espacio y empezó a volar. Al ver aquello, Pablo dijo a Pedro:

- A mi me corresponde orar, y a ti dar las órdenes debidas.

Nerón, que se hallaba presente, dirigiéndose a los apóstoles, hizo este comentario:

- Este hombre es sincero; vosotros sois los embaucadores.

Entonces Pedro dijo a Pablo, que estaba orando:

- Pablo, levanta la cabeza y fíjate.

Levantó Pablo la cabeza y al ver que Simón seguía volando, dijo a Pedro:

- Pedro ¿qué esperas? Acaba la obra que comenzaste, que ya nos llama el Señor.

Pedro inmediatamente exclamó:

- ¡Espíritus de Satanás que lleváis a este hombre por el aire! ¡Yo os mando que no lo sostengáis más y que lo dejéis solo para que caiga y se estrelle!

En aquel preciso momento los demonios que lo sostenían, y llevaban volando por el aire, retiráronle su apoyo y Simón desde lo alto cayó al suelo, y al chocar contra él se rompió la cabeza y quedó muerto.

Entonces Nerón, lleno de dolor por el final trágico de aquel hombre, se encaró con los apóstoles y les dijo:

- No puedo fiarme de vosotros. Os daré un castigo conveniente para que os sirva de escarmiento.

Nerón cumplió su amenaza. Detuvo a Pedro y a Pablo y encargó su vigilancia a un ilustre romano llamado Paulino, el cual, a su vez, mandó a Mamertino que los llevara a la cárcel. Mamertino encerró a los dos apóstoles en un calabozo y confió la custodia de los dos presos a dos solados cuyos nombres eran Proceso y Martiniano, que, convertidos en seguida a la fe por San Pedro, abrieron las puertas de la prisión y dejaron en libertad a ambos prisioneros. Este hecho costó la vida a Proceso y Martiniano, pues Paulino, cuando Pedro y Pablo fueron martirizados, juzgó a ambos soldados y, al descubrir que eran cristianos, dio cuenta de ello a Nerón y mandó que fuesen inmediatamente decapitados.

Cuando Pedro salió de la cárcel, sus hermanos en la fe rogaron que huyera de la ciudad, y, aunque él al principio se resistió a hacerlo, finalmente convencido por ellos se dispuso a salir de Roma, y al llegar a una de las puertas de la muralla situada en el lugar que actualmente lleva el nombre de Santa María "ad passus", según San Lino y San León, vio a Cristo que venía hacia él. Pedro, al verlo, le dijo:

- Domine, quo vadis? O sea, Señor, ¿adónde vas?

- A Roma, para que me crucifiquen de nuevo.

- ¿Para que te crucifiquen de nuevo? – preguntó Pedro.

- Sí – contestó el Señor.

Entonces Pedro exclamó:

- En ese caso me vuelvo para que me crucifiquen también a mí contigo.

En aquel preciso momento el Señor subió al cielo ante la mirada atónita de san pedro que comenzó a llorar de emoción, porque repentinamente se dio cuenta de que la crucifixión de que Cristo había hablado era la que a él le aguardaba, es decir, la que el Señor iba nuevamente a padecer a través de su propia crucifixión. Inmediatamente volvió sobre sus pasos, se internó en la ciudad y refirió a los hermanos la visión que había tenido. Poco después, los soldados de Nerón lo detuvieron, y en calidad de prisionero lo condujeron a la presencia del prefecto Agripa. Según el relato de san Lino, la cara del apóstol, al comparecer ante el juez, brillaba como el sol.

Agripa al verle, le dijo:

- ¡De manera que tú eres ese sujeto que en determinadas reuniones con la plebe se da tanta importancia...! Tengo entendido que aprovechas tu influencia sobre las mujeres que te siguen para inculcarles que no se acuesten con sus maridos.

Pedro, encarándose con el prefecto, le respondió:

- Yo no me doy importancia ni presumo de nada ni de nada me glorío; pero sí te hago saber que lo único que de verdad me importa es ser fiel discípulo de mi Señor Jesucristo, el Crucificado.

Agripa condenó a Pedro a morir en una cruz; podía legalmente aplicársele este tormento, porque era forastero; en cambio, a Pablo, como era ciudadano romano y no podía según las leyes ser castigado con este procedimiento, lo condenó a muerte por el sistema de decapitación.

Dionisio, en carta escrita a Timoteo con motivo de la muerte de Pablo, habla de la condena recaída sobre uno y otro apóstol, y se expresa de esta manera: "¡Oh, hermano mío Timoteo! Si hubieses sido testigo de los últimos momentos de estos mártires, hubieras desfallecido de tristeza y de dolor. ¿Cómo oír sin llorar la publicación de aquellas sentencias en las que se decretaba la muerte de Pedro por crucifixión y la de Pablo por degollación? ¡Si hubieses visto como los gentiles y los judíos los maltrataban y lanzaban salivazos sobre sus rostros! Cuando llegó el momento en que deberían separarse para ser conducidos al lugar en que cada uno de ellos había de ser ejecutado, ¡momento verdaderamente terrible!, aquellas dos columnas del mundo fueron maniatadas entre los gemidos y sollozos de los hermanos que estábamos presentes. Entonces dijo Pablo a Pedro: "La paz sea contigo, ¡oh fundamento de todas las Iglesias y pastor universal de las ovejas y corderos de Cristo!". Pedro por su parte respondió a Pablo: "¡Que la paz te acompañe también a ti, predicador de las buenas costumbres, mediador de los justos y conductor de sus almas por los caminos de la salvación!". Una vez que separaron al uno del otro, pues no los mataron en el mismo sitio, yo seguí a mi maestro". Hasta aquí el relato de Dionisio.

León y Marcelo refieren que en el momento en que Pedro iba a ser crucificado, el apóstol dijo: "Cuando crucificaron a mi Señor, pusieron su cuerpo sobre la cruz en posición natural, con los pies abajo y la cabeza en lo alto, en esto sus verdugos procedieron acertadamente, porque mi Señor descendió desde el cielo a la tierra; a mí, en cambio, debéis ponerme de manera distinta: con la cabeza abajo y los pies arriba; porque además de que no soy digno de ser crucificado del mismo modo que Él lo fue, yo, que he recibido la gracia de su llamada, voy a subir desde la tierra hasta el cielo; os ruego por tanto que, clavar mis miembros a la cruz, lo hagáis de tal forma que mis pies queden en lo alto y mi cabeza en la parte inferior del madero. Los verdugos tuvieron a bien acceder a este deseo y, en consecuencia, colocaron el cuerpo del santo sobre la cruz de manera que sus pies pudiesen ser clavados separadamente en los extremos del travesaño horizontal superior, y las manos en la parte baja del fuste, cerca del suelo".

El público que asistió a este espectáculo, en un momento dado comenzó a amotinarse, a proferir gritos contra Nerón y contra el prefecto, a pedir la muerte de ambos y a intentar la liberación de Pedro; pero éste les suplicó que no impidiesen la consumación de su martirio. Según los relatos de Hegesipo y de Lino, el Señor premió a cuantos llorando de compasión presenciaron la escena terrible, abriendo sus ojos y permitiendo que vieran a Pedro, ya crucificado, rodado de ángeles que tenían en sus manos coronas de rosas y de lirios y a Cristo colocado a la vera del mártir mostrando al apóstol un libro abierto. Hegesipo dice que Pedro al ver junto a sí el libro que Cristo le mostraba, comenzó a leer en voz alta, para que todos lo oyeran, lo que estaba escrito en él, y que lo que leyó fue lo siguiente: "Señor, yo he deseado imitarte; pero no me he considerado digno de ser crucificado en la posición en que a ti te crucificaron; porque tú siempre fuiste recto, excelso, elevado; nosotros, en cambio, somos hijos de aquel primer hombre que hundió su cabeza en la tierra; por eso, ya en nuestra manera de nacer representamos la caída de nuestro primer padre, puesto que nacemos inclinados hacia el suelo, tendiendo a derramarnos sobre él y con una naturaleza de condiciones tan cambiadas y tan propensa a incurrir en errores, que frecuentemente lo que juzgamos correcto en realidad no lo es. Tú, Señor, para mí significas todas las cosas; lo eres todo para mí; fuera de ti, no quiero nada. Mientras viva y sea capaz de razonar y pueda hablar, te diré siempre y con toda mi alma: ¡Gracias, mi Dios!".

De la oración que acabamos de transcribir se deduce que fueron dos los motivos por los que este santo apóstol no quiso ser crucificado en la posición normal, en que lo fue Cristo.

Tras la visión que hemos referido, considerando san Pedro que los fieles que asistían a su martirio habían sido testigos de aquella glorificadora escena, dio gracias a Dios, encomendó a su misericordia a los creyentes y expiró. Sus discípulos Marcelo y Apuleyo desenclavaron su cuerpo, lo ungieron con variados aromas, y lo sepultaron.



San Pablo por su parte empezó a caminar con sus verdugos cuando se encontró con Plantila, que era una de sus discípulas. Dionisio dice que esta cristiana se llamaba Lemobia. Lemobia o Plantila – probablemente esta mujer tenía dos nombres – comenzó entre sollozos a encomendarse a las oraciones del apóstol, quien tratando de tranquilizarla le dijo:

- Plantila, hija de la salvación eterna: dame el velo con que cubres tu cabeza; con él quiero vendarme los ojos; más adelante te lo devolveré.

Mientras se lo daba, los verdugos, riéndose, dijeron a Plantila:

- ¡Qué tonta eres! ¿Cómo te fías de este mago impostor y le das esa tela tan preciosa que vale sin duda su buena cantidad de dinero? ¿Crees que la vas a recuperar? Ya puedes darla por perdida.

Llegados al sitio en que Pablo iba a ser decapitado, el santo apóstol se volvió hacia oriente, elevó sus manos al cielo y llorando de emoción oró en su propio idioma y dio gracias a Dios durante un largo rato; luego se despidió de los cristianos que estaban presentes, se arrodilló con ambas rodillas en el suelo, se vendó los ojos con el velo que Plantila le había dado, colocó su cuello sobre el tajo, e inmediatamente, en esta postura, fue decapitado; mas, en el mismo instante en que su cabeza salía despedida del tronco, su boca, con voz enteramente clara, pronunció esta invocación tantas veces repetida dulcemente por él a lo largo de su vida: "¡Jesucristo!". En cuanto el hacha cayó sobre el cuello del mártir, de la herida brotó primeramente un abundante chorro de leche que fue a estrellarse contra las ropas del verdugo; luego comenzó a fluir sangre y a impregnarse el ambiente de un olor muy agradable que emanaba del cuerpo del mártir y, mientras tanto, en el aire brilló una luz intensísima.

Sobre la muerte de San Pablo, Dionisio, en la carta a que nos hemos referido anteriormente, escribió a Timoteo lo siguiente: "En aquella tristísima hora, oh mi querido hermano, dijo el verdugo a Pablo: "Prepara tu cuello". Entonces el santo apóstol miró al cielo, hizo la señal de la cruz sobre su frente y sobre su pecho, y exclamó: "¡Oh Señor mío Jesucristo, en tus manos encomiendo mi espíritu!". Dicho esto, serenamente, con naturalidad, estiró su cuello y, al descargar el verdugo el hachazo con que le amputó la cabeza, recibió la corona del martirio; pero, en el mismo instante en que recibió el golpe mortal, el santísimo mártir desplegó un velo, recogió en él parte de la sangre que brotó de su herida, plegó de nuevo la tela, la anudó y se la entregó a Lemobia".


Sé que es un poco extenso, pero creo que valió la pena.

Espero que lo hayan podido leer y meditar.

Dios los bendiga.-
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Berriotxoa
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Registrado: 26 Nov 2007
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Ubicación: A los pies de la amatxu de Begoña

MensajePublicado: Mie Nov 19, 2008 4:29 pm    Asunto:
Tema: Martirio de san Pedro y san Pablo
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Vale muchisimo la pena, que gran testimonio de estos grandes Santos.


Gracia Javi


Que Dios os Bendiga a Todos.
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javi27
Veterano


Registrado: 03 Feb 2007
Mensajes: 9170
Ubicación: en el Sagrado Corazón de Jesús

MensajePublicado: Jue Nov 20, 2008 12:18 am    Asunto:
Tema: Martirio de san Pedro y san Pablo
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Gracias Berri, la Paz este contigo

Estaba pensando que este tema iria mejor en "vida y escritos de los santos". Si fuera posible mover este tema allá se los agradecería.

Dios te colme de bendiciones.-
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juan_pablo1
Constante


Registrado: 26 Jun 2006
Mensajes: 546
Ubicación: Argentina capital

MensajePublicado: Mar Dic 23, 2008 5:37 pm    Asunto:
Tema: Martirio de san Pedro y san Pablo
Responder citando

Quien lo escribio??
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EXURGE DOMINE ET JUDICA CAUSAM TUAM

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javi27
Veterano


Registrado: 03 Feb 2007
Mensajes: 9170
Ubicación: en el Sagrado Corazón de Jesús

MensajePublicado: Mar Dic 23, 2008 6:51 pm    Asunto:
Tema: Martirio de san Pedro y san Pablo
Responder citando

Hola Juan Pablo, la Paz este contigo.

Creo que está en alguno de los Evangelios Apócrifos. Pero la verdad es que NO estoy seguro.

Como ves, lo traje de un artículo que publicó catholic.net, incluso puse un link, casi al principio del tema. Junto con la muerte de san Pedro y san Pablo se narran las muertes que tuvieron los demás apostoles. Muchas de ellas no las conocia.

Dios te bendiga hermano.-
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juan_pablo1
Constante


Registrado: 26 Jun 2006
Mensajes: 546
Ubicación: Argentina capital

MensajePublicado: Mie Dic 24, 2008 2:58 pm    Asunto:
Tema: Martirio de san Pedro y san Pablo
Responder citando

Claro,pero pertenece a los Padres Apostolicos seguro...como la didaje...no se la verdad,nunca lo habia oido nombrar...muchas gracias.Saludos en Cristo.
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luxose
Constante


Registrado: 27 Nov 2008
Mensajes: 510
Ubicación: Valdivia, Chile

MensajePublicado: Mie Dic 24, 2008 4:09 pm    Asunto:
Tema: Martirio de san Pedro y san Pablo
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Si es un evangelio apócrifo, merece dudas su historicidad.

Lamentablemente Catholic no da datos de su autoría, por lo que es mejor tomarlo con pinzas y evitar darle demasiado crédito.
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Sitibundo (2)
Asiduo


Registrado: 22 May 2007
Mensajes: 465
Ubicación: Puerto España

MensajePublicado: Sab Dic 27, 2008 6:12 pm    Asunto:
Tema: Martirio de san Pedro y san Pablo
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A falta de noticias ciertas la imaginación crea este tipo de leyendas piadosas, casi siempre edificantes.
Un saludo.
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Quieren abnegar su Gracia
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