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Imitación de Cristo - Tomás de Kempis
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clauabru
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MensajePublicado: Mar Mar 17, 2009 4:09 pm    Asunto:
Tema: Imitación de Cristo - Tomás de Kempis
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Capítulo: XXIII


CUATRO COSAS QUE PRODUCEN PAZ





Jesucristo:

1. Hijo, ahora te enseñaré el camino de la paz y de la verdadera libertad.

Discípulo:

Haz, Señor, lo que dices

porque escucharlo es muy agradable para mí.

Jesucristo:

Procura, hijo, hacer antes la voluntad ajena que la propia.

Elige siempre tener menos y no más.

Busca siempre el último lugar, y estar sometido a otros.

Escoge y siempre reza

para que la voluntad de Dios se cumpla íntegramente en Ti.

Así se ingresa en los términos de la paz y la quietud.

Discípulo:

2. Señor, tu sermón es corto

pero contiene mucha perfección.

Lacónico en las palabras

pero lleno de sentido y abundante fruto.

Si yo pudiera cumplirlo fielmente

no debería brotar en mí con tanta facilidad el desconcierto.

Porque cada vez que me siento inquieto y deprimido descubro

que me he apartado de ésta enseñanza.

Pero Tú que todo lo puedes y siempre buscas mi provecho

otórgame mayores gracias

para que pueda cumplir tu doctrina y conseguir mi salvación.

3. Oración contra los malos pensamientos:

Señor Dios mío, no te retires de mí,

Dios mío, ven a auxiliarme (Sal 71,12)

porque se han levantado dentro de mí diversos

pensamientos y grandes temores me afligen.

¿Cómo los atravesaré ileso? ¿Cómo los destruiré?

Tú dices que irás delante de mí

y humillarás a los arrogantes de la Tierra (Is 45,2).

Abrirás la puerta de la cárcel y me revelarás los secretos.

Haz, Señor, como dices

para que huyan ante Mí todos mis inicuos pensamientos.

Mi esperanza y único alivio es correr a Ti en toda dificultad

confiar en Ti, invocarte desde lo más íntimo,

y esperar con paciencia tu consuelo.

4. Oración para pedir que la inteligencia se ilumine:

Alúmbrame, Buen Jesús, con la claridad de la luz interior

y quita de la habitación de mi corazón toda tiniebla.

Cohibe las muchas divagaciones

y destroza las tentaciones que me encadenan.

Lucha con fuerza por mí y ahuyenta las malas bestias

como llamo a los seductores deseos deshonestos;

para que se haga la paz gracias a Ti

y resuenen con abundancia las alabanzas en el santo palacio es decir, en la conciencia pura.

Manda al viento y a las tempestades,

y dile al mar: ¡Calla! y al ventarrón: ¡No soples! y se producirá una gran calma. (Mc 4,39).

Emite tu luz y tu verdad (Sal 43,3) para que brillen sobre la tierra

porque está árida y vacía hasta que Tú la ilumines.

Derrama tu gracia desde arriba, empapa mi corazón con el rocío del Cielo, distribuye el agua de la devoción para irrigar toda la tierra y que produzca frutos buenos y óptimos.

Levanta el ánimo oprimido por la mole de los pecados

orienta todo mi deseo hacia el Cielo

para que saboreando la suavidad de la superior felicidad me cause fastidio pensar en lo terreno.

Quítame y arráncame del transitorio consuelo de las criaturas

porque ninguna cosa creada

puede calmar y consolar mi deseo plenamente.

Úneme a Ti con el vínculo inseparable del amor

porque sólo Tú bastas al que te ama,

y fuera de Tí todo carece de importancia.
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clauabru
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MensajePublicado: Mie Mar 18, 2009 9:57 pm    Asunto:
Tema: Imitación de Cristo - Tomás de Kempis
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Capítulo: XXIV


EVITAR LA CURIOSIDAD SOBRE LAS VIDAS AJENAS





Jesucristo:

1. Hijo, no seas curioso

ni te preocupes de cosas impertinentes.

¿Qué te importa esto o aquello? (Jn 21,22) Tú sígueme.

¿Qué te importa que alguien sea de ésta o de otra manera

o que viva o hable de uno u otro modo?

No necesitas responder por otro sino dar razón de ti mismo.

¿Por qué, pues, te entrometes?

Yo a todos conozco y veo al mismo tiempo todo lo que sucede,

y sé de qué manera es cada uno, qué piensa, qué quiere y a qué objetivo se dirige su intención [sic]

por eso, se me deben encomendar todas las cosas.

Tú más bien consérvate en buena paz

y deja agitarse el agitador cuanto quiera;

sobre él vendrá todo lo que haga o diga

porque no puede engañarme.

2. No te preocupes del prestigio de un gran hombre ni de las recomendaciones de muchos, ni del afecto especial de una persona.

Todas estas cosas producen distracciones

y grandes oscuridades en el corazón.

Con gusto te dirigiré mis palabras y te revelaré lo oculto

si esperas atentamente mi venida y me abres tu corazón.

Estáte preparado, permanece en oración y humíllate en todo.
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MensajePublicado: Jue Mar 19, 2009 3:17 pm    Asunto:
Tema: Imitación de Cristo - Tomás de Kempis
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Capítulo: XXV


FIRME PAZ DEL CORAZÓN Y VERDADERO PROGRESO





Jesucristo:

1. Hijo, yo he dicho:

Mi paz les dejo, mi paz les doy;

se la doy, no como la da el mundo (Jn 14,27).

Todos desean la paz

pero no todos se preocupan de lo que concierne a la verdadera paz.

Mi paz está con los humildes y sosegados de corazón.

Tú paz estará en la mucha paciencia.

Si me escuchas, y sigues mi voz

podrás disfrutar de mucha paz.

Discípulo:

2. ¿Qué haré pues?

Jesucristo:

Atiende en todo a ti mismo, qué haces, qué dices y dirige toda tu intención a mi exclusivo beneplácito, y nada desees o busques fuera de Mí,

no juzgues temerariamente los dichos o hechos ajenos ni te impliques en asuntos que no te hayan encomendado,

con esto podrá ser poco o rara vez te desconciertes.

Porque jamás sentir alguna confusión,

o no sufrir molestia interna o externamente

corresponde al estado de eterna quietud , no a esta vida.

No vayas a considerar que encontraste la verdadera paz

si no sientes alguna pesadumbre

ni que todo está bien

cuando tus adversarios no te causan molestias

ni que todo es perfecto

si todo se realiza conforme con tu voluntad.

Ni te creas más grande que otro o estimes que eres especialmente elegido si sientes una gran devoción o dulzura,

porque en estas cosas no se reconoce al verdadero amante del bien ni consiste en ellas el provecho y la perfección de las personas.

Discípulo:

3. ¿Entonces en qué, Señor?

Jesucristo:

En ofrecerte de todo corazón a la voluntad de Dios,

no buscando tu interés, ni poco ni mucho,

ni en el tiempo ni en la eternidad

de manera que con la misma actitud

permanezcas agradecido en lo próspero

y en lo adverso pesándolo todo con la misma balanza.

Si fueras tan firme y constante en la esperanza

que incluso al quitársete la consolación interior,

prepares tu corazón a soportar más todavía

y no te justifiques como si no debieras padecer tanto

sino que consideres mi acierto y me alabes por Santo en todo lo que disponga

entonces caminarás por la auténtica y recta vía de la paz y podrás tener esperanza cierta de ver con alegría nuevamente mi rostro.

Si llegas al total rechazo de tu egoísmo

sabrás entonces que gozarás de paz abundante

según las posibilidades de tu destierro.
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MensajePublicado: Vie Mar 20, 2009 3:17 pm    Asunto:
Tema: Imitación de Cristo - Tomás de Kempis
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Capítulo: XXVI


LA MENTE SE SUPERA MÁS CON LA ORACIÓN QUE CON LECTURAS





Discípulo:

1. Señor, es actitud propia de la persona perfecta no relajar nunca el ánimo en su dirección al Cielo y entre muchas preocupaciones pasar sin preocupación

no como un tonto sino por el privilegio de una mente liberada que no se adhiere malamente a nada creado.

2. Te ruego, piadosísimo Dios mío, que me preserves de la preocupaciones de esta vida,

para que no me comprometa demasiado en ellas;

para que no dominen mi voluntad las diversas necesidades naturales

para que no quede dividido por todos los obstáculos y molestias en mi espíritu.

No me refiero a las cosas que con tanto afecto ambiciona la vanidad

sino a todas esas miserias propias de la condición humana

que penosamente oprimen y retardan a tu servidor

para impedir que obtenga, cuantas veces quiere,

la libertad de espíritu.

3. Dios mío, bondad inefable,

conviérteme en amargura

todo placer inconveniente que me separa del eterno amor engañándome con la vista de algún bien inmediato.

No me vaya vencer, Dios mío, la naturaleza;

no me engañe el mundo y su gloria breve;

no me derribe el [sic]demonio y su astucia.

Dame fuerza para resistir,

paciencia para tolerar,

constancia para perseverar.

Dame, en vez de todas las satisfacciones del mundo,

la suavísima unción de tu Espíritu

y en vez del amor deshonesto

infúndeme el amor de tu Nombre.

Porque las preocupaciones por el alimento, la bebida,

la ropa y lo demás que se requiere para el sustento del cuerpo

resultan pesadas para el Espíritu fervoroso.

Concédeme que use con moderación de todo lo necesario

y que no me ocupe de eso con exagerado interés.

No es lícito abandonarlo todo

porque las necesidades naturales deben ser satisfechas.

Pero la ley santa prohibe buscar lo superfluo

o lo excesivamente agradable,

porque de otro modo la naturaleza se rebelaría contra el espíritu.

En medio de estas cosas,

ruego que tu mano me gobierne y enseñe

para que en nada exceda.
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MensajePublicado: Sab Mar 21, 2009 8:08 pm    Asunto:
Tema: Imitación de Cristo - Tomás de Kempis
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Capítulo: XXVII


EL AMOR PROPIO NOS APARTA DEL SUMO BIEN





Jesucristo:

1. Hijo, conviene que lo des todo por el Todo

y no seas nada de ti mismo.

Debes saber que el amor propio te hace más daño

que cualquier otra cosa en el mundo.

Según sea el amor y el apego que tienes a las cosas

estarás más o menos adherido a ellas.

Si tu amor fuese puro, simple y ordenado

no estarás cautivo de las cosas.

No se debe desear lo que es ilícito tener.

No se debe tener

lo que te puede impedir y privar de la libertad interior.

Es de sorprender

que no te entregues tú mismo a Mí

desde el fondo del corazón,

con todo lo que puedes tener o desear.

2. ¿Por qué te desgastas con inútil tristeza?

¿Por qué te fatigas con cuidados superfluos?

Compórtate según mi voluntad

y no sufrirás menoscabo.

Si buscas esto o aquello, si deseas estar aquí o allí

por tu conveniencia o propia voluntad,

nunca estarás tranquilo ni libre de preocupaciones

porque en todas las cosas hay alguna falla

y en todo lugar hay adversarios.

3. No hace provecho cualquier cosa alcanzada o multiplicada exteriormente

sino más bien la deshechada y arrancada de raíz del corazón.

No sólo entiendas lo anterior de las propiedades y riquezas

sino también de la ambición de ser famoso o el deseo de vacías adulaciones que transcurren como el mundo.

Poco importa el lugar si falta el fervor del espíritu,

ni durará mucho la paz buscada sólo externamente

si falta su verdadero fundamento en la disposición del corazón.

Es decir, si no estás en Mí, puedes cambiar pero no mejorar.

Porque manifestada la ocasión, y aceptada

encontrarás lo que evitabas, y hasta más.

4. Oración para pedir la purificación del corazón y la sabiduría divina:

Confírmame, Señor, en la gracia del Espíritu Santo.

Dame energía para fortalecerme interiormente

y para vaciar mi corazón de toda preocupación inútil y angustiosa, para que no me arrastre el deseo de cualquier cosa vulgar o valiosa;

sino que mire todo como pasajero, y a mí mismo igual

porque nada permanece bajo el sol,

todo es vacío y aflicción para el espíritu (Ecl 2,17).

Qué sabio es el que piensa así:

Concédeme Señor la sabiduría celestial

para que aprenda a buscarte y encontrarte sobre todas las cosas,

sobre todo, apreciarte y amarte y entender lo demás como es,

de acuerdo con tu Sabiduría.

Dame prudencia para apartarme del adulador

y paciencia para soportar al adversario.

Porque la verdadera sabiduría consiste en no moverse

por el ruido de las palabras, ni prestar atención a

los cantos de sirena de los aduladores, porque así

se transita con seguridad la vía comenzada.
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MensajePublicado: Dom Mar 22, 2009 3:52 pm    Asunto:
Tema: Imitación de Cristo - Tomás de Kempis
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Capítulo: XXVIII


CONTRA LOS MURMURADORES





Jesucristo:

1. Hijo, no te enojes si alguien tiene mala opinión de ti

y dice lo que no quieres oir.

Tú debes tener peor opinión de ti mismo

y creer que nadie es tan débil como tú.

No es poca sensatez, permanecer callado en tiempos difíciles

y regresar a Mí sin perturbarse por las opiniones humanas.

2. No debe estar tu paz en la boca de las personas;

porque te interpreten bien o mal,

no serás por eso distinto de lo que eres.

¿Dónde está la verdadera paz y la verdadera gloria?

¿Acaso no está en Mí?

Y quien no desea agradar a los demás ni teme desagradarlos,

disfrutará de mucha paz.

Brota toda inquietud del corazón y distracción de los sentidos,

del amor desordenado y del temor sin motivo.
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MensajePublicado: Lun Mar 23, 2009 3:22 pm    Asunto:
Tema: Imitación de Cristo - Tomás de Kempis
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Capítulo: XXIX


LLAMAR A DIOS Y BENDECIRLO CUANDO HAY DIFICULTADES




Discípulo:

1. Bendito para siempre sea tu Nombre, Señor,

que quisiste que venga sobre mí esta tentación y aflicción.

No puedo huir de ella

sino que tengo necesidad de refugiarme en Ti

para que me ayudes y la conviertas en bien para mí.

Señor, ahora estoy perturbado y no le va bien a mi corazón

sino que me atormenta mucho esta pasión.

Y ahora, Padre querido, ¿qué voy a decir?:

Me siento atrapado por la angustia.

Sálvame de éste momento (Jn 12,27).

Pero he llegado a esta situación para que Tú seas reconocido

cuando yo esté más humillado y sea liberado por Ti.

Complácete, Señor, en liberarme

porque, pobre de mí, ¿qué podré hacer?

¿a dónde iré sin Ti?

Dame paciencia, Señor, también esta vez.

Y en medio de todo esto ¿qué diré?

Señor, hágase tu voluntad (Mt 6,10).

Yo bien merezco sufrir y padecer.

Conviene que lo soporte ¡Ojalá, con paciencia!

Porque tu mano omnipotente es capaz de quitar de mí esta tentación y mitigar su ímpetu,

tal como frecuentemente lo has hecho antes conmigo, no vaya a ser que sucumba, [sic]

Dios mío, Misericordia mía,

mientras más dificultoso es para mí

tanto es fácil para Ti este cambio por el poder de tu mano.
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MensajePublicado: Mar Mar 24, 2009 2:59 pm    Asunto:
Tema: Imitación de Cristo - Tomás de Kempis
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Capítulo: XXX


PETICIÓN DE AYUDA A DIOS Y CONFIANZA EN RECUPERAR SU GRACIA





Jesucristo:

1. Hijo, Yo soy el Señor, que conforto en los momentos difíciles.

Ven a Mí cuando no te encuentres bien.

Lo que principalmente impide mi visita

es tu tardanza en volver a la oración.

Porque antes de rogar con atención

buscas satisfacciones ajenas y te recreas en lo exterior.

De ahí viene que todo te aproveche poco

hasta que adviertas que Yo soy quien libro a los que esperan por Mí;

fuera de Mí no hay auxilio que valga, ni consejo útil, ni remedio duradero.

Pero ahora, con el espíritu recobrado después de la tempestad

debes rehacerte a la luz de mi misericordia

porque Yo estoy cerca para restaurar todas las cosas no sólo íntegramente sino abundante y sobradamente.

2. ¿Acaso hay algo difícil para Mí

o voy a ser como los que dicen y no hacen?

¿Dónde está tu fe?

Manténte firme y perseverante.

Sé animoso y valiente

que llegará a su tiempo la consolación.

Espérame, espera que venga y te curaré (Mt 8,7).

Es una prueba la que te atormenta

y un miedo sin base el que te aterroriza.

¿Qué importa la preocupación sobre situaciones futuras

sino para tener tristeza sobre tristeza?

Bástale a cada día su propia molestia (Mt 6,34).

Es vano e inútil desconcertarse o alegrarse por el futuro que quizás nunca llegue.

3. Pero es propio del ser humano

dejarse engañar por la imaginación

y es signo de pusilanimidad

dejarse llevar tan fácilmente por las sugestiones del enemigo.

El no se cuida de que sea verdadero o falso

lo que utiliza para engañarnos o distraernos

y si nos derriba con el amor a lo inmediato o el temor al futuro.

No vaya a confundirse tu corazón, ni se atemorice,

cree en Mí y confía en mi misericordia.

Cuando piensas que estás lejos de mí,

con frecuencia estoy más cercano.

Cuando consideras que casi todo está perdido

entonces, muchas veces, se hace más presente la ganancia.

No todo está perdido

cuanto te sucede alguna cosa contraria.

No debes juzgar según la impresión del momento

ni dejarte molestar o angustiar con cualquier contrariedad que te venga

como si se hubiera eliminado toda esperanza de surgir.

4. No pienses que has sido abandonado del todo

aunque a veces te envíe una aflicción

o también te sustraiga el consuelo deseado;

así se camina al Reino de Dios.

Y sin duda te conviene más a ti y a todos mis servidores

ejercitarse en las adversidades que si todo sucediera a su gusto.

Yo conozco el secreto,

y sé que conviene mucho para tu aprovechamiento que a veces te quedes desconsolado para que no te envanezcas en la prosperidad

ni quieras complacerte en ti mismo por lo que no eres.

Lo que te di, te lo puedo quitar

y restituírtelo cuando me agrade.

5. Cuando te lo dé, es mío:

cuando te lo quite, no te quito lo tuyo

porque es mío todo bien que se otorga y todo don perfecto (Stgo 1,17).

Si te envío pesadumbre o cualquier contrariedad,

no te indignes ni decaiga tu corazón.

Yo pronto puedo levantarlo

y convertir cualquier carga en gozo.

Sin embargo, siempre soy justo y digno de reconocimiento cuando actúo así contigo.

6. Si entiendes bien y lo miras a la luz de la verdad

nunca te debes entristecer ni decaer tanto por las adversidades sino más bien alegrarte y agradecer considerando como único motivo de gozo que afligiéndote con dolores, no te perdono(***).

Como me amó mi Padre, así los amo a ustedes (Jn 15,9)

dije a mis queridos discípulos:

a los que, por supuesto, no los envié a gozar del mundo sino a grandes combates;

no a ser reconocidos sino despreciados;

no a la ociosidad sino al trabajo;

no al descanso sino a cosechar mucho fruto de paciencia.

Acuérdate, hijo mío, de estas palabras.
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MensajePublicado: Mie Mar 25, 2009 4:45 pm    Asunto:
Tema: Imitación de Cristo - Tomás de Kempis
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Capítulo: XXXI


EVITAR EL IMPEDIMENTO DE LO CREADO PARA ENCONTRAR AL CREADOR




Discípulo:

1. Señor, de veras necesito todavía mayor gracia

si debo llegar a donde nada ni nadie me pueda detener.

Porque, mientras alguna cosa me retenga

no puedo libremente volar a Ti.

Quería libremente volar el que decía:

¿Quién me dará alas como de paloma para que vuele y repose? (Sal 55,7)

¿Qué hay más quieto que la recta intención?

¿Quién más libre que el que nada desea en el mundo?

Conviene, pues, transitar a través de lo creado

y olvidarse completamente de sí mismo,

y elevarse mentalmente por encima de todo

para verte a Ti, Creador de todo, que eres diferente de las criaturas.

Y si alguien no se despega de todas las criaturas,

no podrá libremente dirigirse a lo divino.

Por eso se encuentran pocas personas contemplativas

porque son raros los que saben separarse plenamente de lo perecedero y de las criaturas.

2. Para esto se requiere mucha gracia

que levante el espíritu y lo eleve sobre sí mismo.

Pero si no eleva espiritualmente a la persona

y la libera de todo lo creado, uniéndola íntegramente a Dios,

es de poca estima todo lo que sabe o tiene.

Mucho tiempo será insignificante y caído

quien mucho estima algo distinto al Único inmenso y eterno Bien.

Y lo que no es Dios, nada es, y así debe considerarse.

Existe una gran diferencia

entre la sabiduría de una persona inspirada y devota

y los conocimientos librescos de los estudiosos.

Mucho más noble es la doctrina que viene de lo alto por influencia divina

que la adquirida trabajosamente con el ingenio humano.

3. Se encuentra a muchos que desean la contemplación

pero no se esfuerzan por practicar lo que conduce a ella.

Es gran impedimento fijarse en señales y cosas sensibles

y descuidar la perfecta mortificación.

No sé qué será, qué espíritu nos conduce y qué pretendemos

quienes somos considerados como personas espirituales

que tanto trabajo y tan amplia dedicación ponemos en obtener cosas transitorias y rastreras

y apenas rara vez nos recogemos en nosotros mismos para pensar en nuestro interior.

4. ¡Qué lástima!

Inmediatamente después de un módico recogimiento salimos fuera

de nosotros

sin haber examinado nuestras acciones rigurosamente.

No miramos dónde tenemos puestos nuestros afectos

ni deploramos lo contaminados que están.

Todo ser viviente había corrompido su camino (Gn 6,12)

y por eso sobrevino el gran diluvio.

Como nuestros afectos están muy corrompidos

es lógico que las actividades, carentes de vigor interior, también se corrompan.

Del corazón puro procede el fruto de la vida santa.

5. Se examina cuánto hace cada uno

pero no se piensa cuidadosamente de cuánta virtud procede.

Se investiga si alguno es vigoroso, rico, hermoso, hábil, o buen escritor, buen cantor, buen investigador

pero no se habla de muchos que son pobres de espíritu, pacientes y buenos, devotos y atentos a la vida interior.

La naturaleza mira el exterior de las personas

la gracia se ocupa del interior;

la naturaleza con frecuencia se equivoca;

la gracia espera en Dios, para no ser engañada.
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MensajePublicado: Jue Mar 26, 2009 6:57 pm    Asunto:
Tema: Imitación de Cristo - Tomás de Kempis
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Capítulo: XXXII


ABNEGACIÓN DE SÍ MISMO Y RECHAZO DE TODO MAL DESEO





Jesucristo:

1. Hijo no puedes poseer perfecta libertad

si no tienes total abnegación.

Encarcelado están todos los poseedores y amantes

de sí mismos, codiciosos, noveleros e inestables

que siempre buscan su comodidad y no a Jesucristo, sino que siempre fingen y organizan lo que no durará.

Se perderá, pues todo lo que no proviene de Dios.

Retén esta frase breve y exacta:

Déjalo todo y lo encontrarás todo

abandona los malos deseos y encontrarás la calma.

Reflexiona en esto

y cuando lo practiques entenderás todas las cosas.

Discípulo:

Señor, éste no es trabajo de un solo día ni juego de niños

antes en esto tan breve se encuentra incluida

toda la perfección religiosa.

Jesucristo:

2. Hijo, no debes apartarte ni decaer tan pronto

al conocer el camino de los perfectos

sino más bien animarte a lo más alto

o al menos, aspirar a ello en tus deseos.

Ojalá te suceda así

y llegues a no ser más amante de ti mismo.

Si estuvieras dispuesto siempre a cumplir mi voluntad

y la del superior que te he dado

entonces me agradarías mucho

y toda tu vida transcurriría con alegría y paz.

Todavía te queda mucho por dejar

que si no abandonas íntegramente por Mí

no obtendrás lo que pides.

Te persuado a que me compres oro puro

para que seas rico (Ap 3,18).

Apártate de la sabiduría meramente humana

y de toda natural y propia complacencia.

Yo te he dicho que es necesario adquirir

las cosas más despreciables según el parecer humano,

con las que se consideran valiosas y excelentes porque muy despreciable y pequeña

parece la verdadera sabiduría celestial;

no se cree gran cosa ni busca que la alaben los demás;

está en los labios de muchos pero apartada de sus vidas siendo una perla preciosa escondida para muchos.
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MensajePublicado: Vie Mar 27, 2009 3:07 pm    Asunto:
Tema: Imitación de Cristo - Tomás de Kempis
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Capítulo: XXXIII


LA INESTABILIDAD DEL CORAZÓN Y LA NECESIDAD DE DIRIGIR LA INTENCIÓN FINALMENTE A DIOS





Jesucristo:

1. Hijo; no le creas al deseo que ahora tienes,

muy pronto se cambiará en otro.

Mientras vivas

estarás sujeto al cambio aunque no quieras;

porque a veces te encontrarás alegre, a veces triste,

unas veces tranquilo, otras perturbado,

unas veces devoto, otras sin devoción,

a veces atento, a veces descuidado,

a veces pesado, a veces liviano.

Pero la persona sabia y bien instruida en el espíritu

se mantiene firme por encima de todo lo cambiante.

No atiende a lo que siente dentro de sí

o de qué parte sopla el viento de la inestabilidad

sino a dirigir toda la intención de su mente

hacia el debido y deseado fin.

Porque así puede uno permanecer siempre el mismo

e ileso en medio de tan diversos sucesos

dirigiendo a Mí sin cesar,

la mirada de su incontaminada intención.

2. Mientras más pura sea su intención

más constante irá entre tantas tempestades.

En muchas cosas se oscurece la mirada de la pura intención

porque se observa fácilmente lo que se presenta como agradable

y así es raro quien se encuentra libre de la mancha de su propio interés.

Así los judíos en otro tiempo, fueron a Betania

donde Marta y María

no solamente por Jesús

sino más bien para ver a Lázaro (Jn 12,9).
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MensajePublicado: Sab Mar 28, 2009 4:30 pm    Asunto:
Tema: Imitación de Cristo - Tomás de Kempis
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Estimados hermanos,

por problemas técnicos hago un cambio de fuente de donde tomo los posteos, desde ahora la nueva fuente de los textos es la siguiente http://www.es.catholic.net/laicos/466/1147/articulo.php?id=28394

Saludos
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MensajePublicado: Sab Mar 28, 2009 4:33 pm    Asunto:
Tema: Imitación de Cristo - Tomás de Kempis
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Capítulo 34:


QUE DIOS ES PARA QUIEN LO AMA, MÁS DELICIOSO QUE TODO, Y EN TODO.



El Alma:
1. ¡Oh mi Dios y mi todo! ¿Qué más quiero yo y qué mayor dicha puedo apetecer? ¡Oh sabrosa y dulce palabra! Pero para quien ama a Dios, y no al mundo ni a lo que en él está. Mi Dios y mi todo. Al que entiende, basta lo dicho: y repetirlo muchas veces, es deleitable al que ama. Porque estando Tú presente, todo es agradable; mas estando ausente, todo fastidioso. Tú haces el corazón tranquilo y das gran paz y alegría festiva.
Tú haces sentir bien de todo y que te alaben todas las cosas. No puede cosa alguna deleitar mucho tiempo sin Ti; pero si ha de agradar y gustarse de veras, conviene que tu gracia la presencie y tu sabiduría la sazone.

2. A quien Tú eres sabroso, ¿qué no le sabrá bien? Y a quien de Ti no gusta, ¿qué le podrá agradar? Mas los sabios del mundo, y los que lo son según la carne, no tienen idea de tu sabiduría; en aquéllos se encuentra mucha vanidad, y en éstos la muerte. Pero los que te siguen, despreciando al mundo y mortificando su carne, estos son verdaderos sabios, porque pasan de la vanidad a la verdad, y de la carne al espíritu. A estos es Dios sabroso, y cuanto bien hallan en las criaturas, todo lo refieren a gloria de su Criador.
Pero diferente y muy diferente es el sabor del Criador y de la criatura, de la eternidad y del tiempo, de la luz increada y de la luz creada.

3. ¡Oh luz perpetua, que estás sobre toda luz creada! Envía desde lo alto tal resplandor, que penetre todo lo secreto de mi corazón. Purifica, alegra, clarifica y vivifica mi espíritu y sus potencias, para que se una contigo con exceso de júbilo. ¡Oh, cuándo vendrá esta dichosa y deseada hora, para que Tú me hartes con tu presencia y me seas todo en todas las cosas! Entretanto que esto no se me concediere no tendré gozo cumplido. Mas ¡ay dolor! que vive aún el hombre viejo en mí; no está del todo crucificado, ni perfectamente muerto. Aún codicia vivamente contra el espíritu; mueve guerras interiores y no consiente que esté quieto el dominio del alma.

4. Mas Tú, que señoreas el poderío del mar y amansas el movimiento de sus ondas, levántate y ayúdame. Destruye las gentes que buscan guerras; quebrántalas con tu virtud. Ruégote que muestres tus maravillas, y que sea glorificada tu diestra, porque no tengo otra esperanza ni otro refugio sino a Ti, Señor Dios mío.
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MensajePublicado: Dom Mar 29, 2009 4:28 pm    Asunto:
Tema: Imitación de Cristo - Tomás de Kempis
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Capítulo 35:


EN ESTE VIDA NO HAY SEGURIDAD DE CARECER DE TENTACIONES.





Jesucristo:
1. Hijo, nunca estás seguro en esta vida; porque mientras vivieres, tienes necesidad de armas espirituales. Entre enemigos andas; a diestra y a siniestra te combaten. Si pues no te vales del escudo de la paciencia a cada instante, no estarás mucho tiempo sin herida.
Demás de esto, si no pones tu corazón fijo en Mí, con pura voluntad de sufrir por Mí todo cuanto viniere, no podrás pasar esta recia batalla, ni alcanzar la palma de los
bienaventurados. Conviénete, pues, romper varonilmente con todo, y pelear con mucho esfuerzo contra lo que viniere. Porque al vencedor se da el maná, y al perezoso le aguarda mucha miseria.

2. Si buscas descanso en esta vida, ¿cómo hallarás entonces la eterna bienaventuranza?
No procures mucho descanso, sino mucha paciencia. Busca la verdadera paz, no en la tierra, sino en el cielo: no en los hombres ni en las demás criaturas, sino en Dios solo.
Por amor de Dios debes padecer de buena gana todas las cosas adversas; como son trabajos, dolores, tentaciones, vejaciones, congojas, necesidades, dolencias, injurias, murmuraciones, reprensiones, humillaciones, confusiones, correcciones y menosprecios. Estas cosas aprovechan para la virtud; estas prueban al nuevo soldado de Cristo; estas fabrican la corona celestial. Yo daré eterno galardón por breve trabajo, y gloria infinita por la confusión pasajera.

3. ¿Piensas tener siempre consolaciones espirituales al sabor de tu paladar? Mis Santos no siempre las tuvieron, sino muchas pesadumbres, diversas tentaciones y grandes desconsolaciones. Pero las sufrieron todas con paciencia y confiaron más en Dios que en sí; porque sabían que no son equivalentes todas las penas de esta vida, para merecer la gloria venidera. ¿Quieres hallar de pronto lo que muchos, después de copiosas lágrimas y trabajos, con dificultad alcanzaron? Espera en el Señor, trabaja y esfuérzate varonilmente; no desconfíes, no huyas; mas ofrece el cuerpo y el alma por la gloria de Dios con gran constancia.
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MensajePublicado: Lun Mar 30, 2009 4:59 pm    Asunto:
Tema: Imitación de Cristo - Tomás de Kempis
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Capítulo 36:


CONTRA LOS VANOS JUICIOS DE LOS HOMBRES.




Jesucristo:
1. Hijo, pon tu corazón fijamente en Dios, y no temas los juicios humanos cuando la conciencia no te acusa. Bueno es, y dichoso también padecer de esta suerte; y esto no es duro al corazón humilde que confía más en Dios que en sí mismo. Los más hablan demasiadamente, y por eso se les debe poco crédito. Y también satisfacer a todos no es posible. Aunque San Pablo trabajó en contentar a todos en el Señor, y fue para todos; sin embargo, en nada tuvo el ser juzgado del mundo.

2. Mucho hizo por la salud y edificación de los otros trabajando cuanto pudo y estaba de su parte; pero no se pudo librar de que le juzgasen y despreciasen alguna veces. Por eso lo encomendó todo a Dios, que le conoce todo, y con paciencia y humildad se defendía de las malas lenguas y de los que piensan vanidades y mentiras, y las dicen como se les antoja. Y también respondió algunas veces, porque no se escandalizasen algunas almas débiles en verle callar.

3. ¿Quién eres tú para que temas al hombre mortal? Hoy es, y mañana no parece. Teme a Dios, y no te espantes de los hombres. ¿Qué te puede hacer el hombre con palabras o injurias? Más bien se daña a sí mismo que a ti; y cualquiera que sea, no podrá huir el juicio de Dios. Ten presente a Dios, y no contiendas con palabras de queja. Y si ahora quedas debajo, al parecer, y sufres la humillación que no mereciste, no te indignes por eso, ni por la impaciencia disminuyas tu victoria. Sino mírame a Mí en el cielo, que puedo librar de toda confusión e injuria, y dar a cada uno según sus obras.
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MensajePublicado: Mar Mar 31, 2009 11:58 pm    Asunto:
Tema: Imitación de Cristo - Tomás de Kempis
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Capítulo 37:


DE LA PURA Y ENTERA RENUNCIA DE SÍ MISMO PARA ALCANZAR LA LIBERTAD DEL CORAZÓN.





Jesucristo:
1. Hijo, déjate a ti y me hallarás a Mí. Vive sin voluntad ni amor propio, y ganarás siempre. Porque al punto que te renunciares sin reserva, se te dará mayor gracia.

El Alma:
2. Señor, ¿cuántas veces me renunciaré, y en qué cosas me dejaré?

Jesucristo:
3. Siempre, y a cada hora, así en lo poco como en lo mucho. Nada exceptúo, sino que en todo te quiero hallar desnudo. De otro modo, ¿cómo podrás ser mío y yo tuyo, si no te despojas de toda voluntad interior y exteriormente? Cuando más presto hicieres esto, tanto mejor te irá; y cuanto más pura y cumplidamente, tanto más me agradarás y mucho más ganarás.

4. Algunos se renuncian, pero con alguna excepción no confían en Dios del todo, y por eso trabajan en mirar por sí. También algunos al principio lo ofrecen todo; pero después, combatidos de alguna tentación, se vuelven a sus comodidades, y por eso no aprovechan en la virtud. Estos nunca llegarán a la verdadera libertad del corazón puro ni a la gracia de mi suave familiaridad, si no se renuncian antes haciendo del todo cada día sacrificios de sí mismos, sin lo cual no están ni estarán en la unión con que se goza de mí.

5. Muchas veces te dije, y ahora te lo vuelvo a decir: Déjate a ti, renúnciate y gozarás de grande paz interior. Dalo todo por el todo: nada busques, nada exijas; está puramente y sin dudar en Mí, y me poseerás. Serás libre de corazón y no te ofuscarán las tinieblas.
Encamina todos tus esfuerzos, deseos y oraciones al fin de despojarte de todo apego, para seguir así desnudo a Jesús desnudo, morir para ti, y vivir para Mí eternamente.
Entonces se desvanecerán todas las vanas imaginaciones, las perturbaciones malas, y los cuidados superfluos. Entonces también desaparecerá el temor excesivo y morirá el amor desordenado.
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MensajePublicado: Mie Abr 01, 2009 4:54 pm    Asunto:
Tema: Imitación de Cristo - Tomás de Kempis
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Capítulo 38:


DEL BUEN RÉGIMEN EN LAS COSAS EXTERIORES Y DEL RECURSO A DIOS EN LOS PELIGROS.




Jesucristo:
1. Hijo, con diligencia debes mirar que en cualquier lugar y en toda ocupación exterior, estés muy dentro de ti, libre y señor de ti mismo; y que todas las cosas estén debajo de ti; y no tú debajo de ellas. Para que seas señor y director de tus obras, no siervo ni esclavo venal; sino más bien libre y verdadero israelita, que pasa a la suerte y libertad de los hijos de Dios. Los cuales desprecian las cosas presentes y atienden a las eternas.
Miran lo transitorio con el ojo izquierdo, y con el derecho lo celestial. Y no los atraen las cosas temporales para estar asidos a ellas; antes ellos los atraen más para servirse bien de ellas según están ordenadas por Dios, e instituidas por el supremo Artífice, que no hizo cosa en lo criado sin orden.

2. Si en cualquier acontecimiento estás firme, y no juzgas de él según la apariencia exterior, ni miras con la vista del sentido lo que oyes y ver; antes luego por cualquier causa entras a lo interior, como Moisés en el tabernáculo a pedir consejo al Señor, oirás algunas veces la respuesta divina y volverás instruido de muchas cosas presentes y venideras. Pues siempre recurrió Moisés al tabernáculo, para determinar las dudas y dificultades, y tomó el auxilio de la oración para librar de los peligros y maldades a los hombres. A este modo debes tú entrar en el secreto de tu corazón, pidiendo con eficacia el socorro divino. Por eso se lee, que Josué y los hijos de Israel fueron engañados por los Gabaonitas, porque no consultaron primero con el Señor, sino que creyendo fácilmente en las blandas palabras, fueron con falsa piedad engañados.
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MensajePublicado: Jue Abr 02, 2009 3:27 pm    Asunto:
Tema: Imitación de Cristo - Tomás de Kempis
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Capítulo 39:


QUE EL HOMBRE NO SEA IMPORTUNO EN LOS NEGOCIOS.




Jesucristo:
1. Hijo, encomiéndame siempre tus negocios, y yo los dispondré bien y oportunamente.
Espera mi voluntad, y sentirás provecho.

El Alma:
2. Señor, de muy buena gana te encomiendo todas las cosas, porque poco puede aprovechar mi cuidado. ¡Ojalá que no me ocupasen mucho los acontecimientos que me pueden venir, sino que me ofreciese sin tardanza a tu voluntad!

Jesucristo:
3. Hijo, muchas veces el hombre negocia con ahínco lo que desea; mas cuando ya lo alcanza, comienza a pensar de otro modo, porque las aflicciones no duran mucho cerca de una misma cosa; sino que nos llevan de una cosa a otra. Por lo cual no es poco dejarse a sí mismo, aun en las cosas pequeñas.

4. El verdadero aprovechar es negarse a sí mismo; y el hombre negado a sí es muy libre y está seguro. Mas el enemigo antiguo y adversario de todos los buenos, no cesa de tentar; sino que de día y de noche pone graves asechanzas para precipitar, si pudiere, al incauto en el lazo del engaño. Velad y orad, dice el Señor, para que no entréis en tentación.
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MensajePublicado: Vie Abr 03, 2009 11:37 pm    Asunto:
Tema: Imitación de Cristo - Tomás de Kempis
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Capítulo 40:

QUE NINGÚN BIEN TIENE EL HOMBRE SUYO NI COSA ALGUNA DE QUÉ ALABARSE.




El Alma:
1. Señor, ¿qué es el hombre para que te acuerdes de él, o el hijo del hombre para que le visites? ¿Qué ha merecido el hombre para que le dieses tu gracia? Señor, ¿de qué me puedo quejar si me desamparas? ¿cómo justamente podré contender contigo, si no hicieres lo que pido? Por cierto, una cosa puedo yo pensar y decir con verdad: Nada soy, Señor, nada puedo, nada bueno tengo de mí; mas en todo me hallo vacío, y camino siempre a la nada. Y si ni soy ayudado e instruido interiormente por Ti, me vuelvo enteramente tibio y disipado.

2. Mas Tú, Señor, eres siempre el mismo, y permaneces eternamente, siempre bueno, justo y santo, haciendo todas las cosas bien, justa y santamente, y ordenándolas con sabiduría. Pero yo, que soy más inclinado a caer que aprovechar, no persevero siempre en un estado, y me mudo siete veces al día. Mas luego me va mejor cuando te dignas alargarme tu mano auxiliadora; porque Tú solo, sin humano favor, me puedes socorrer y fortalecer, de manera que a Ti solo se convierta y en Ti descanse mi corazón.

3. Por lo cual, si yo supiese bien desechar toda consolación humana, ya sea por alcanzar devoción o por la necesidad que tengo de buscarte, porque no hay hombre que me consuele, entonces con razón podría yo esperar en tu gracia, y alegrarme con el don de la nueva consolación.

4. Gracias sean dadas a Ti, de quien viene todo siempre que me sucede algún bien.
Porque delante de Ti yo soy vanidad y nada, hombre mudable y flaco. ¿De dónde, pues, me puedo gloriar, o por qué deseo ser estimado? ¿Por ventura de la nada? Esto es vanísimo. Verdaderamente la gloria frívola es una verdadera peste y grandísima vanidad; porque nos aparta de la verdadera gloria, y nos despoja de la gracia celestial.
Porque contentándose un hombre a sí mismo, te descontenta a Ti: cuando desea las alabanzas humanas, es privado de las virtudes verdaderas.

5. La verdadera gloria y alegría santa consiste en gloriarse en Ti y no en sí; gozarse en tu nombre, y no en su propia virtud, ni deleitarse en criatura alguna sino por Ti. Sea alabado tu nombre, y no el mío: engrandecidas sean tus obras, y no las mías: bendito sea tu santo nombre, y no me sea a mí atribuida parte alguna de las alabanzas de los hombres. Tú eres mi gloria; Tú la alegría de mi corazón. En Ti me gloriaré y ensalzaré todos los días: mas de mi parte no hay qué, sino de mis flaquezas.

6. Busquen los hombres la gloria que se dan recíprocamente: yo buscaré la gloria que viene solamente de Dios. Porque toda la gloria humana, toda honra temporal, toda la alteza del mundo, comparada con tu eterna gloria es vanidad y necedad. ¡Oh verdad mía y misericordia mía, Dios mío, Trinidad bienaventurada: a Ti sola sea alabanza, honra, virtud y gloria para siempre jamás!
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MensajePublicado: Sab Abr 04, 2009 4:42 pm    Asunto:
Tema: Imitación de Cristo - Tomás de Kempis
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Capítulo 41:


DEL DESPRECIO DE TODA HONRA TEMPORAL.





Jesucristo:
1. Hijo, no te pese si vieres honrar y ensalzar a otros, y tú ser despreciado y abatido.
Levanta tu corazón a Mí en el cielo, y no te entristecerá el desprecio humano en la tierra.

El Alma:
2. Señor, en gran ceguedad estamos, y la vanidad presto nos engaña. Si bien me miro, nunca se me ha hecho injuria por criatura alguna; por lo cual no tengo de qué quejarme justamente de Ti. Mas porque yo muchas veces pequé gravemente contra Ti, con razón se arman contra mí todas las criaturas. Justamente, pues, se me debe confusión y desprecio; y a Ti alabanza, honor y gloria. Y si no me dispusiere de modo que huelgue mucho ser de cualquiera criatura despreciado y abandonado, y ser tenido por nada, no podré estar interiormente pacificado y asegurado, ni recibir la luz espiritual, ni unirme a Ti perfectamente.
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MensajePublicado: Dom Abr 05, 2009 4:39 pm    Asunto:
Tema: Imitación de Cristo - Tomás de Kempis
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Capítulo 42:

QUE NUESTRA PAZ NO DEBE DEPENDER DE LOS HOMBRES.




Jesucristo:
1. Hijo, si buscas la paz en el trato con alguno para tu entretenimiento y compañía, siempre te hallarás inconstante y embarazado. Pero si vas a buscar la verdad que siempre vive y permanece, no te entristecerás por el amigo que se fuere o se muriere. En Mí ha de estar el amor del amigo, y por Mí se debe amar cualquiera que en esta vida te parece bueno y muy amable. Sin Mí no vale ni durará la amistad, ni es verdadero ni limpio el amor en que yo no intervengo. Tan muerto debes estar a las aficiones de los amigos, que habías de desear (por lo que a ti te toca) vivir lejos de todo trato humano.
Tanto más se acerca el hombre a Dios, cuanto se desvía de todo gusto terreno. Y tanto más alto sube a Dios, cuánto más bajo desciende en sí, y se tiene por más vil.

2. El que se atribuye a sí mismo algo bueno, impide que la gracia de Dios venga sobre él; porque la gracia del Espíritu Santo siempre busca el corazón humilde. Si te supieses perfectamente anonadar y desviar de todo amor criado, yo entonces te llenaría de abundantes gracias. Cuando tú miras a las criaturas, apartas la vista del Criador.
Aprende a vencerte en todo por el Criador, y entonces podrás llegar al conocimiento divino. Cualquier cosa, por pequeña que sea, si se ama o mira desordenadamente, nos estorba gozar del sumo bien, y nos daña.
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MensajePublicado: Lun Abr 06, 2009 4:23 pm    Asunto:
Tema: Imitación de Cristo - Tomás de Kempis
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Capítulo 43:

CONTRA LA CIENCIA VANA DEL MUNDO.




Jesucristo:
1. Hijo, no te muevan los dichos agudos y limados de los hombres; porque no consiste el reino de Dios en palabras, sino en virtud. Mira mis palabras, que encienden los corazones, y alumbran los entendimientos, provocan a compunción y traen muchas consolaciones. Nunca leas cosas para mostrarte más letrado o sabio. Estudia en mortificar los vicios; porque más te aprovechará esto que saber muchas cuestiones dificultosas.

2. Cuando hubieres acabado de leer y saber muchas cosas, te conviene venir a un solo principio. Yo soy el que enseño al hombre la ciencia, y doy más claro entendimiento a los pequeños que ningún hombre puede enseñar. Aquel a quien yo hablo, luego sera sabio y aprovechará mucho en el espíritu. ¡Ay de aquellos que quieren aprender de los hombres curiosidades, y cuidan muy poco del camino de servirme a Mí! Tiempo vendrá cuando aparecerá el Maestro de los maestros, Cristo, Señor de los ángeles, a oír las lecciones de todos, esto es, a examinar la ciencia de cada uno. Y entonces escudriñará a Jerusalén con candelas, y serán descubiertos los secretos de las tinieblas, y callarán los argumentos de las lenguas.

3. Yo soy el que levanto en un instante al humilde entendimiento, para que entienda más razones de la verdad eterna, que si hubiese estudiado diez años en las Escuelas. Yo enseño sin ruido de palabras, sin confusión de pareceres, sin fausto de honra, sin alteración de argumentos. Yo soy el que enseño a despreciar lo terreno y a aborrecer lo presente, buscar lo eterno; huir de las honras, sufrir los estorbos, poner toda la esperanza en Mí, y fuera de Mí no desear nada, y amarme ardientemente sobre todas las cosas.

4. Y así uno, amándome entrañablemente aprendió cosas divinas, y hablaba maravillas.
Más aprovechó con dejar todas las cosas que con estudiar sutilezas. Pero a unos hablo cosas comunes, a otros especiales. A unos me muestro dulcemente con señales y figuras, y a otros revelo misterios con mucha luz. Una cosa dicen los libros; mas no enseñan igualmente a todos: porque Yo soy doctor interior de la verdad, escudriñador del corazón, conocedor de los pensamientos, promovedor de las acciones, repartiendo a cada uno según juzgo ser digno.
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MensajePublicado: Mar Abr 07, 2009 9:37 pm    Asunto:
Tema: Imitación de Cristo - Tomás de Kempis
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Capítulo 44:

NO SE DEBEN BUSCAR LAS COSAS EXTERIORES.





Jesucristo:
1. Hijo, en muchas cosas te conviene ser ignorante, y estimarte como muerto sobre la tierra, y a quien todo el mundo este crucificado. A muchas cosas te conviene también hacerte sordo, y pensar más lo que conviene para tu paz. Más útil es apartar los ojos de lo que no te agrada, y dejar a cada uno en su parecer, que ocuparte en porfías. Si estás bien con Dios y miras su juicio, fácilmente te darás por vencido.

El Alma:
2. ¡Oh Señor, a qué hemos llegado! Lloramos los daños temporales, por una pequeña ganancia trabajamos y corremos; y el daño espiritual se pasa en olvido, y apenas tarde vuelve a la memoria. Por lo que poco o nada vale, se mira mucho; y por lo que es muy necesario, se pasa con descuido, porque todo hombre se va a lo exterior, y se presto no vuelve en sí, con gusto se está envuelto en ello.
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MensajePublicado: Jue Abr 09, 2009 12:01 am    Asunto:
Tema: Imitación de Cristo - Tomás de Kempis
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Capítulo 45:

QUE NO SE DEBE CREER A TODOS; Y CÓMO FÁCILMENTE SE RESBALA EN LAS PALABRAS.




El Alma:
1. Señor, ayúdame en la tribulación, porque es vana la seguridad del hombre. ¿Cuántas veces no hallé fidelidad donde pensé que la había? ¿Cuántas veces también la hallé donde menos lo esperaba? Por eso es vana la esperanza en los hombres; mas la salud de los justos está en Ti, mi Dios. Bendito seas, Señor, Dios mío, en todas las cosas que nos sucedan. Flacos somos y mudables: presto somos engañados, y nos mudamos.

2. ¿Qué hombre hay que se pueda guardar con tanta cautela y discreción en todo, que alguna vez no caiga el algún engaño o perplejidad? Mas el que te busca a Ti, Señor, y te busca con sencillo corazón, no resbala tan fácilmente. Y si cayere en alguna tribulación, de cualquier manera que estuviere en ella enlazado, presto será librado por Ti, o consolado; porque no desamparas para siempre al que en Ti espera. Raro es el fiel amigo que persevera en todos los trabajos de su amigo. Tú, Señor, Tú solo eres fidelísimo en todo, y fuera de Ti no hay otro semejante.

3. ¡Oh, cuán bien lo entendía aquella alma santa que dijo: ¡Mi alma está asegurada y fundada en Jesucristo! Si yo estuviese así, no me acongojaría tan presto el temor humano, ni me moverían las palabras injuriosas. ¿Quién puede preverlo todo? ¿Quién es capaz de precaver los males venideros? Si lo que hemos previsto con tiempo nos daña muchas veces, ¿qué hará lo no prevenido sino perjudicarnos gravemente? Pues ¿por qué, miserable de mí, no me previne mejor? ¿Por qué creí de ligero a otros? Pero somos hombres, y hombres flacos y frágiles, aunque por muchos seamos estimados y llamados ángeles. Señor, ¿a quién creeré, a quién sino a Ti? Eres la verdad, que no puede engañar ni ser engañada. El hombre, al contrario, es falaz, flaco y resbaladizo, especialmente en palabras; de modo que con muy gran dificultad se debe creer lo que parece recto a la primera vista.

4. Cuán prudentemente nos avisaste que nos guardásemos de los hombres: que los amigos del hombre son los de su casa, y que no diésemos crédito al que nos dijese: A Cristo míralo aquí o míralo allí. He escarmentado en mí mismo: ¡ojalá sea para mi mayor cautela, y no para continuar con mi imprudencia! Cuidado, me dice uno, cuidado, reserva lo que te digo. Y mientras yo lo callo, y creo que está oculto, él no pudo callar el secreto que me confió, sino que me descubrió a mí y a sí mismo, y se marchó.
Defiéndeme, Señor, de aquestas ficciones, y de hombres tan indiscretos, para que nunca caiga en sus manos ni yo incurra en semejantes cosas. Pon en mi boca las palabras verdaderas y fieles, y desvía lejos de mí las lenguas astutas. De lo que no puedo sufrir, me debo guardar mucho.

5. ¡Oh, cuán bueno y de cuánta paz es callar de otros, y no creerlo todo fácilmente, ni hablarlo después con ligereza: descubrirse a pocos, buscarte siempre a Ti, que miras al corazón, y no moverse por cualquier viento de palabras, sino desear que todas las cosas interiores y exteriores se acaben y perfecciones según el beneplácito de tu voluntad!
¡Cuán seguro es para conservar la gracia celestial huir la vana apariencia, y no codiciar las cosas visibles que causen admiración, sino seguir con toda diligencia las cosas que dan fervor y enmienda de vida! ¡A cuántos ha dañado la virtud descubierta y alabada antes de tiempo! ¡Cuán provechosa fue siempre la gracia guardada en silencio en esta vida frágil, que toda es malicia y tentación!
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MensajePublicado: Jue Abr 09, 2009 4:03 pm    Asunto:
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Capítulo 46:

DE LA CONFIANZA QUE DEBEMOS TENER EN DIOS CUANDO NOS DICEN INJURIAS.




Jesucristo:
1. Hijo, está firme y espera en Mí. ¿Qué son las palabras sino palabras? Vuelan por el aire, mas no mellan una piedra. Si estás culpado, determina enmendarte. Si no hallas en ti culpa, llévalo con gusto por Dios. Muy poco es el que sufras alguna vez siquiera malas palabras, ya que aún no puedes tolerar grandes golpes. Y ¿por qué tan pequeñas cosas te llegan al corazón, sino porque aún eres carnal, y miras mucho más a los hombres de lo que conviene? Porque temes ser despreciado, por esto no quieres ser reprendido de tus faltas, y buscas la sombra de las excusas.

2. Considérate mejor, y conocerás que aún vive en ti, el amor del mundo, y el deseo vano de agradar a los hombres. Porque en huir de ser abatido y confundido por tus defectos, se muestra hoy claro que no eres humilde verdadero, ni estás del todo muerto al mundo, ni el mundo está a ti crucificado. Mas oye mis palabras y no cuidarás de cuantas te dijeren los hombres. Dime: si se diere contra ti todo cuanto maliciosamente se pudiera fingir, ¿qué te dañaría, si lo dejases pasar y lo despreciases enteramente? Por ventura, ¿te podrías arrancar un cabello?

3. Mas el que no está dentro de su corazón, ni me tiene a Mí delante de sus ojos, presto se mueve por una palabra de menosprecio; pero el que confía en Mí, y no desea su propio parecer, vivirá sin temer a los hombres. Porque Yo soy el Juez y conozco todos los secretos; Yo sé cómo pasan las cosas; Yo conozco muy bien al que hace la injuria, y también al que la sufre. De Mí sale esta palabra; permitiéndolo Yo acaece esto, para que se descubran los pensamientos de muchos corazones. Yo juzgo al culpable y al inocente; pero quise probar primero al uno y al otro con juicio secreto.

4. El testimonio de los hombres muchas veces engaña: mi juicio es verdadero, firme, y no se revoca. Muchas veces está escondido, y pocos lo penetran en todo: pero nunca yerra, ni puede errar, aunque a los ojos de los necios no parezca recto. A Mí, pues, habéis de recurrir en cualquier juicio y no confiar en el propio saber. Porque el justo no se turbará por cosas que Dios envíe sobre él; y si algún juicio fuere dicho contra él injustamente, no se inquietará por ello. Ni se ensalzará vanamente, si otros le defendieren sin razón. Porque sabe que Yo soy quien escudriño los corazones y los pensamientos, y que no juzgo según el exterior y apariencia humana. Antes muchas veces se halla a mis ojos culpable el que al juicio humano parece digno de alabanza.

El Alma:
5. Señor Dios, justo juez, fuerte y paciente, que conoces la flaqueza y maldad de los hombres, sé Tú mi fortaleza y toda mi confianza, pues no me basta mi conciencia. Tú sabes lo que yo no sé: por eso me debo humillar en cualquier reprensión y llevarla con mansedumbre. Perdóname también, Señor piadoso, todas las veces que no lo hice así, y dame gracia de mayor sufrimiento para otra vez. Porque mejor me está tu misericordia copiosa para alcanzar perdón, que mi presumida justificación para defender lo oculto de mi conciencia. Y aunque ella nada me acuse, no por esto me puedo tener por justo; porque quitada tu misericordia, no será justificado en tu acatamiento ningún viviente.
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MensajePublicado: Vie Abr 10, 2009 4:09 pm    Asunto:
Tema: Imitación de Cristo - Tomás de Kempis
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Capítulo 47:

TODAS LAS COSAS PASADAS SE DEBEN PADECER POR LA VIDA ETERNA.




Jesucristo:
1. Hijo, no te quebranten los trabajos que has tomado por Mí, ni te abatan del todo las tribulaciones; mas mi promesa te esfuerce y consuele en todo lo que viniere. Yo basto para galardonarte sobre toda manera y medida. No trabajarás aquí mucho tiempo, ni serás agravado siempre de dolores. Espera un poquito y verás cuán presto se pasan los males. Vendrá una hora cuando cesará todo trabajo e inquietud. Poco y breve es todo lo que pasa con el tiempo.

2. Atiende a tu negocio, trabaja fielmente en mi viña, que yo seré tu galardón. Escribe, lee, canta, suspira, calla, ora, sufre varonilmente lo adverso; la vida eterna digna es de esta y de otras mayores peleas. Vendrá la paz un día que el Señor sabe, el cual no se compondrá de día y noche como en esta vida temporal, sino de luz perpetua, claridad infinita, paz firme y descanso seguro. No dirás entonces: ¿Quién me librará de este cuerpo mortal? Ni clamarás: ¡Ay de mí que se ha dilatado mi destierro! Porque la muerte estará destruida, y la salud vendrá sin defecto; ninguna congoja habrá ya, sino bienaventurada alegría, compañía dulce y hermosa.

3. ¡Oh! ¡Si vieses las coronas eternas de los Santos en el cielo, y de cuánta gloria gozan ahora los que eran en este mundo despreciados, y tenidos por indignos de vivir! Por cierto luego te humillarías hasta la tierra, y desearías más estar sujeto a todos, que mandar a uno solo. Y no codiciarías los días placenteros de esta vida: sino antes te alegrarías de ser atribulado por Dios, y tendrías por grandísima ganancia ser tenido por nada entre los hombres.

4. ¡Oh! Si gustases aquestas cosas, y las rumiases profundamente en tu corazón, ¿cómo te atreverías a quejarte ni una sola vez? ¿No te parece que son de sufrir todas las cosas trabajosas por la vida eterna? No es cosa de poco momento ganar o perder el reino de Dios. Levanta, pues, tu rostro al cielo: mírame a Mí, y conmigo a todos los Santos, los cuales tuvieron graves combates en este siglo; ahora se regocijan, y están consolados y seguros; ahora descansan en paz, y permanecerán conmigo sin fin en el reino de mi Padre.
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MensajePublicado: Sab Abr 11, 2009 10:23 pm    Asunto:
Tema: Imitación de Cristo - Tomás de Kempis
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Capítulo 48:

DEL DÍA DE LA ETERNIDAD Y DE LAS ANGUSTIAS DE ESTA VIDA.




El Alma:
1. ¡Oh bienaventurada mansión de la ciudad soberana! ¡Oh día clarísimo de la eternidad, que no obscurece la noche, sino que siempre le alumbra la pura verdad, día siempre alegre, siempre seguro, y siempre sin mudanza! ¡Oh, si ya amaneciese este día, y desapareciesen todas estas cosas temporales! Alumbra por cierto a los Santos con una perpetua claridad, mas no así a los que están en esta peregrinación sino de lejos, y como en figura.

2. Los ciudadanos del cielo saben cuán alegre sea aquel día; los desterrados hijos de Eva gimen de ver que éste sea tan amargo y lleno de tedio. Los días de este mundo son pocos y malos, llenos de dolores y angustias, donde el hombre se ve manchado con muchos pecados; enredado en muchas pasiones, angustiado de muchos temores,ocupado con muchos cuidados, distraído con muchas curiosidades, complicado en muchas vanidades, envuelto en muchos errores, quebrantado con muchos trabajos; las tentaciones lo acosan, los placeres lo afeminan, la pobreza le atormenta.

3. ¡Oh, cuándo se acabarán todos estos males! ¡Cuándo me veré libre de la servidumbre de los vicios! ¡Cuándo me acordaré, Señor, de Ti solo! ¡Cuándo me alegraré cumplidamente en Ti! ¡Cuándo estaré sin ningún impedimento en verdadera libertad, y sin ninguna molestia de alma y cuerpo! ¡Cuándo tendré firme paz, paz imperturbable y segura; paz por dentro y por fuera; paz del todo permanente! ¡Oh buen Jesús! ¡Cuándo estaré para verte! ¡Cuándo contemplaré la gloria de tu reino! ¡Cuándo me serás todo en todas las cosas! ¡Cuándo estaré contigo en tu reino, el cual preparaste desde la eternidad para tus escogidos! Me han dejado acá, pobre y desterrado en tierra de enemigos, donde hay continuas peleas y grandes calamidades.

4. Consuela mi destierro, mitiga mi dolor, porque a Ti suspira todo mi deseo. Todo el placer del mundo es para mí pesada carga. Deseo gozarte íntimamente; mas no puedo conseguirlo. Deseo estar unido con las cosas celestiales; pero me abaten las temporales y las pasiones no mortificadas. Con el espíritu quiero elevarme sobre todas las cosas; pero la carne me violenta a estar debajo de ellas. Así yo, hombre infeliz, peleo conmigo, y me soy enfadoso a mí mismo, viendo que el espíritu busca lo de arriba, y la carne lo de abajo.

5. ¡Oh Señor, cuanto padezco cuando revuelvo en mi pensamiento las cosas celestiales, y luego se me ofrece un tropel de cosas del mundo! Dios mío, no te alejes de mí, ni te desvíes con ira de tu siervo. Resplandezca un rayo de tu claridad, y destruya estas tinieblas; envía tus saetas, y contúrbense todas las asechanzas del enemigo. Recoge todos mis sentidos en Ti; hazme olvidar todas las cosas mundanas, otórgame desechar y apartar de mí aun las sombras de los vicios. Socórreme, Verdad eterna, para que no me mueva vanidad alguna. Ven, suavidad celestial, y huya de tu presencia toda torpeza.

6. Perdóname también y mírame con misericordia todas cuantas veces pienso en la oración alguna cosa fuera de Ti. Pues confieso ingenuamente que acostumbro a estar muy distraído. De modo que muchas veces no estoy allí donde se halla mi cuerpo en pie o sentado, sino más bien allá donde me lleva mi pensamiento. Allí estoy donde está mi pensamiento; allí está mi pensamiento a menudo donde está lo que amo. Al punto me ocurre lo que naturalmente deleita o agrada por la costumbre.

7. Por lo cual, Tú, Verdad eterna, dijiste: Donde está tu tesoro, allí está tu corazón. Si amo al cielo, con gusto pienso en las cosas celestiales. Si amo el mundo, alégrome con sus prosperidades, y me entristezco con sus adversidades. Si amo la carne, muchas veces pienso en las cosas carnales. Si amo el espíritu, recréome en pensar cosas espirituales. Porque de todas las cosas que amo, hablo y oigo con gusto, y lleno conmigo a mi casa las ideas de ellas. Pero bienaventurado aquel por tu amor da repudio a todo lo criado; que hace fuerza a su natural, y crucifica los apetitos carnales con el fervor del espíritu, para que, serena su conciencia, te ofrezca oración pura, y sea digno de estar entre los coros angélicos, desechadas dentro y fuera de sí todas las cosas terrenas.
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MensajePublicado: Dom Abr 12, 2009 6:20 pm    Asunto:
Tema: Imitación de Cristo - Tomás de Kempis
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Capítulo 49:

DEL DESEO DE LA VIDA ETERNA, Y CUÁNTOS BIENES ESTÁN PROMETIDOS A LOS QUE PELEAN.




Jesucristo:
1. Hijo, cuando sientes en ti algún deseo de la eterna bienaventuranza, y deseas salir de la cárcel del cuerpo, para poder contemplar mi claridad sin sombra de mudanzas, dilata tu corazón y recibe con todo amor esta santa inspiración. Da muchas gracias a la soberana bondad que así se digna favorecerte, visitarte con clemencia, moverte con eficacia, sostenerte con vigor, para que no te deslices por tu propio peso a las cosas terrenas. Porque esto no lo recibes por tu diligencia o fuerzas, sino por sólo el querer de la gracia soberana y del agrado divino, para que aproveches en virtudes y en mayor humildad, y te prepares para los combates que te han de venir, y trabajes por llegarte a Mí de todo corazón, y servirme con ardiente voluntad.

2. Hijo, muchas veces arde el fuego, pero no sube la llama sin humo. Así los deseos de algunos se encienden a las cosas celestiales; mas aún no están libres del amor carnal. Y por eso no obran sólo por la honra de Dios puramente, aun en lo que con tan gran deseo me piden. Tal suele ser algunas veces tu deseo, el cual mostraste con tanta importunidad. Pues no es puro ni perfecto lo que va inficionado de propio interés.

3. Pide, no lo que es para ti deleitable y provechoso, sino lo que es para Mí aceptable y honroso; por que, si rectamente juzgas, debes seguir y anteponer mi voluntad a tu deseo y a cualquiera cosa deseada. Conozco tu deseo, y he oído tus continuos gemido. Ya quisieras estar en la libertad de la gloria de los hijos de Dios; ya te deleita la casa eterna, y la patria celestial te llena de gozo; pero aún no es venida esa hora, aún resta otro tiempo, tiempo de guerra, tiempo de trabajo y de prueba. Deseas gozar del sumo bien; mas no lo puedes alcanzar ahora. Yo soy: espérame, dice el Señor, hasta que venga el reino de Dios.

4. Has de ser probado aún en la tierra, y ejercitado en muchas cosas. Algunas veces serás consolado, pero no te será dada satisfacción cumplida. Esfuérzate, pues, y aliéntate así a hacer como a padecer cosas repugnantes a la naturaleza. Conviene que te vistas de un hombre nuevo, y te vuelvas un varón constante. Es preciso hacer muchas veces lo que no quieres, y dejar lo que quieres. Lo que agrada a otros, progresará; lo que a ti te contenta, no se hará. Lo que dicen otros, será oído; lo que dices tú, será reputado por nada. Pedirán otros, y recibirán; tú pedirás, y no alcanzarás.

5. Otros serán grandes en boca de los hombres; de ti no se hará cuenta. A otros se encargará este o aquel negocio; tú serás tenido por inútil. Por esto se contristará alguna vez la naturaleza; y no harás poco si lo sufrieres callando. En estas y otras cosas semejantes es probado el siervo fiel del Señor, para ver cómo sabe negarse y mortificarse en todo. Apenas se hallará cosa en que más necesites morir a ti mismo, que en ver y sufrir cosas repugnantes a tu voluntad, principalmente cuando parece conforme y menos útil lo que te mandan hacer. Y porque tú, siendo inferior, no osas resistir a la voluntad de tu superior, por eso te parece cosa dura andar pendiente de la voluntad de otro y dejar tu propio parecer.

6. Mas considera, hijo, el fin cercano de estos trabajos, el fruto de ellos y su grandísimo premio; y no te serán pesados, sino un gran consuelo de tu paciencia. Pues por esta poca voluntad que ahora dejas de grado, poseerás para siempre tu voluntad en el cielo. Allí, pues, hallarás todo lo que quisieres, y cuanto pudieres desear. Allí tendrás en tu poder todo el bien, sin miedo de perderlo. Allí, tu voluntad, unida con la mía para siempre, no apetecerá cosa alguna contraria o propicia. Allí ninguno te resistirá, ninguno se quejará de ti, nadie te embarazará, nada se te opondrá; sino que todas las cosas que deseares las disfrutarás juntas, y llenarán y colmarán tus deseos. Allí te daré honor por la afrenta padecida, vestidura de gloria por la aflicción, y por el ínfimo lugar la silla del reino eterno. Allí se verá el fruto de la obediencia, aparecerá muy alegre el trabajo de la penitencia, y la humilde sumisión será gloriosamente coronada.

7. Inclínate, pues, humildemente bajo la mano de todos, y no cuides de mirar quién lo dijo, o quién lo mandó. Sino procura con gran cuidado que, ya sea superior, inferior, o igual, el que algo te exigiere o insinuare, todo lo tengas por bueno, y cuides de cumplirlo con sincera voluntad. Busque cada uno lo que quisiere; gloríese este en esto, y aquel en lo otro, y sea alabado mil millares de veces; mas tú no te alegre ni en esto ni en aquello, sino en el desprecio de ti mismo, y en sola mí voluntad y honra. Una cosa debes desear, y es que, en vida o en muerte, sea Dios siempre glorificado en ti.
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MensajePublicado: Lun Abr 13, 2009 8:01 pm    Asunto:
Tema: Imitación de Cristo - Tomás de Kempis
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Capítulo 50:

CÓMO SE DEBE OFRECER EN LAS MANOS DE DIOS EL HOMBRE DESCONSOLADO.




El Alma:
1. Señor, Dios, Padre santo: ahora y para siempre seas bendito, que como Tú quieres así se ha hecho, y lo que haces es bueno. Alégrese tu siervo en Ti, no en sí, ni en otro alguno: porque Tú sólo eres alegría verdadera: Tú esperanza mía y corona mía: Tú, Señor, eres mi gozo y mi premio. ¿Qué tiene tu siervo sino lo que recibió de Ti, aun sin merecerlo? Tuyo es todo lo que me has dado y has hecho conmigo. Pobres soy y lleno de trabajos, desde mi juventud; y mi alma se entristece algunas veces hasta llorar; y otras veces se turba contigo por las pasiones que la acosas.

2. Deseo el gozo de la paz; la paz de tus hijos pido, que son recreados por Ti en la luz de la consolación. Si me das paz, si derramas en mí un santo gozo, estará el alma de tu siervo llena de alegría, y devota para alabarte. Pero si te apartares, como muchas veces lo haces, no podrá correr por el camino de tus mandamientos, sino que hincará las rodillas para herir su pecho; porque no le va como los días anteriores cuando resplandecía tu luz sobre su cabeza, y era defendida de las tentaciones impetuosas debajo de la sombra de tus alas.

3. Padre justo y siempre laudable, llegó la hora en que tu siervo debe ser probado. Padre amable, justo es que tu siervo padezca algo por Ti en esta hora. Padre para siempre adorable, ya ha llegado la hora que habías previsto desde la eternidad, en la cual tu siervo este abatido en lo exterior un corto tiempo, mas para que viva siempre interiormente contigo. Despreciado sea y humillado un poco, y decaiga delante de los hombres; sea consumido de pasiones y enfermedades, para que vuelva nuevamente a verse contigo en la aurora de una nueva luz, y sea ilustrado en las cosas celestiales. ¡Padre santo! Así lo ordenaste Tú, así lo quisiste; y lo que mandaste se ha hecho.

4. Esta es, pues, la gracia que haces a tu amigo, que padezca, y sea atribulado por tu amor en este mundo por cualquiera, y cuantas veces lo permitieres. Sin tu consejo y providencia y sin causa, nada se hace en la tierra. Bueno es para mí, Señor, que me hayas humillado, para que aprenda tus justificaciones, y destierre de mi corazón toda soberbia y presunción. Provechoso es para mí que la confusión haya cubierto mi rostro, para que así te busque a Ti para consolarme, y no a los hombres. También aprendí en esto a temblar de tu inescrutable juicio, que afliges así al justo como al impío, aunque no sin equidad y justicia.

5. Gracias te doy porque no me escaseaste los males; sino que me afligiste con amargos azotes, enviándome dolores y angustias interiores y exteriores. No hay quien me consuele debajo del cielo sino Tú, Señor Dios mío, médico celestial de las almas, que hieres y sanas, pones en grandes tormentos y libras de ellos. Sea tu corrección sobre mí, y tu mismo castigo me enseñará.

6. Padre amado, vesme aquí en tus manos; yo me inclino bajo la vara de tu corrección.
Hiere mis espaldas y mi cerviz para que enderece mis torcidas inclinaciones a tu voluntad. Hazme piadoso y humilde discípulo como sueles hacerlo, para que ande siempre pendiente de tu voluntad. Me entrego enteramente a Ti con todas mis cosas para que las corrijas. Más vale ser corregido aquí que en la otra vida. Tú sabes todas y cada una de las cosas, y no se te esconde nada en la humana conciencia. Antes que suceda, sabes lo venidera, y no hay necesidad que alguno te enseñe o avise de las cosas que se hacen en la tierra. Tú sabes lo que conviene para mi adelantamiento, y cuánto me aprovecha la tribulación para limpiar el orín de los vicios. Haz conmigo tu voluntad y gusto, y no deseches mi vida pecaminosa, a ninguno mejor ni más claramente conocida que a Ti solo.

7. Concédeme, Señor, saber lo que se debe saber; amar lo que se debe amar; alabar lo que a Ti es agradable; estimar lo que te parece precioso; aborrecer lo que a tus ojos es feo. No permitas que juzgue según la vista de los ojos exteriores, ni que sentencie según el oído de los hombres ignorantes; sino dame gracia para que pueda discernir con verdadero juicio entre lo visible y lo espiritual, y sobre todo, buscar siempre la voluntad de tu divino beneplácito.

8. Muchas veces se engañan los hombres en sus opiniones y juicios, y los mundanos se engañan también en amar solamente lo visible. ¿Qué tiene de mejor el hombre porque otro le alabe? El falaz engaña al falaz, el vano al vano, el ciego al ciego, el enfermo al enfermo, cuando lo ensalza; y verdaderamente más le confunde cuando vanamente le alaba. Porque cuanto es cada uno en tus ojos, tanto es y no más, dice el humilde San Francisco.
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MensajePublicado: Mar Abr 14, 2009 4:20 pm    Asunto:
Tema: Imitación de Cristo - Tomás de Kempis
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Capítulo 51:

QUE DEBEMOS EMPLEARNOS EN EJERCICIOS HUMILDES CUANDO NO PODEMOS EN LOS SUBLIMES.




Jesucristo:
1. Hijo, no puedes permanecer siempre en el deseo fervoroso de las virtudes, ni perseverar en el más alto grado de la contemplación; sino que es necesario por el vicio original, que desciendas alguna vez a cosas bajas, y también a llevar la carga de esta vida corruptible, aunque te pese y fastidie. Mientras lleves el cuerpo mortal, sentirás tedio e inquietud de corazón. Es preciso, pues, mientras vives en carne, gemir muchas veces por el peso de la carne, porque no puedes ocuparte perfectamente en los ejercicios espirituales en la divina contemplación.

2. Entonces conviene que te emplees en ejercicios humildes y exteriores, consolándote con hacer buenas obras; y espera mi venida y la visita del cielo con firme confianza; sufre con paciencia tu destierro, y la sequedad del espíritu, hasta que otra vez yo te visite, y seas libre de toda congoja. Porque te haré olvidar las penas, y que goces de gran serenidad interior. Yo extenderé delante de ti los prados de las Escrituras, para que, dilatado tu corazón, corras la carrera de mis mandamientos. Entonces dirás: No son comparables las penas de este tiempo con la gloria que se nos descubrirá.
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