Foros de discusión de Catholic.net :: Ver tema - 15. Cristo al centro de la vida sacerdotal
Foros de discusión
El lugar de encuentro de los católicos en la red
Ir a Catholic.net


Importante: Estos foros fueron cerrados en julio de 2009, y se conservan únicamente como banco de datos de todas las participaciones, si usted quiere participar en los nuevos foros solo de click aquí.


15. Cristo al centro de la vida sacerdotal
Ir a página 1, 2  Siguiente
 
Publicar nuevo tema   Responder al tema    Foros de discusión -> Curso: La Formación Integral del Sacerdote
Ver tema anterior :: Ver tema siguiente  
Autor Mensaje
Hini
Staff de Catholic.net


Registrado: 26 Sep 2005
Mensajes: 255

MensajePublicado: Jue Ene 29, 2009 10:47 am    Asunto: 15. Cristo al centro de la vida sacerdotal
Tema: 15. Cristo al centro de la vida sacerdotal
Responder citando

PREGUNTAS PARA ORIENTAR LA DISCUSIÓN EN EL FORO

Nota:
no es necesario responder a todas las preguntas, cada uno es libre en eso. Se sugiere responder sobre todo a aquellas en las que uno tenga alguna idea o experiencia interesante que pueda enriquecer a los demás, que es de lo que se trata. Incluso puede comentar una pregunta que corresponda a otro grupo, u otro asunto relacionado con el tema que estemos viendo.

Formadores
- ¿Cómo ayudar a los seminaristas esta posible dificultad: “para algunos el amor a Cristo parece algo ilusorio, etéreo; algo que no llena su deseo de amar, de ser amado, de sentir afecto, de sentirse acompañado y consolado”?

Otros sacerdotes y seminaristas
- ¿Le parece adecuado decir que el amor a Cristo debe ser “apasionado”? ¿en qué sentido? ¿no es una exageración?

Otros participantes
- ¿Cómo presentar hoy un “Cristo atractivo” a los hombres?



15. Cristo al centro de la vida sacerdotal

La santidad cristiana consiste sobre todo en la unión con Cristo, ya que el Padre «nos ha elegido en él antes de la creación del mundo, para ser santos e inmaculados en su presencia, en el amor, eligiéndonos de antemano para ser sus hijos adoptivos por medio de Jesucristo» (Ef 1,4-5). En el sacerdote, esta verdad adquiere una fuerza del todo especial. Al inicio del curso recordamos que la esencia del sacerdocio es, en efecto, la identificación con Cristo sacerdote. Pero no basta una asimilación meramente "sacramental" o funcional. El sacerdote ha sido escogido para que sea otro Cristo también en su vida personal y hasta en su modo de ser. El joven llamado al sacerdocio debe esforzarse con entusiasmo por lograr que Cristo sea el modelo y el centro de su vida personal y de su futuro servicio pastoral. Por eso, su ocupación primordial en sus años de formación ha de ser su propia transformación en Cristo.

Hablando de la "formación como transformación" constatábamos que se trata de un proceso dinámico, en el que se pasa del conocimiento de una realidad a la interiorización de su valor y, finalmente, a la vivencia personal de ese valor. La transformación en Cristo sigue el mismo dinamismo: es un proceso que va del conocimiento al amor y del amor a la imitación. Finalmente, quien ha conocido y ama a Cristo, experimenta el deseo ardiente de comunicarlo a los demás; y su mejor medio de comunicación es el testimonio que ofrece su imitación del Maestro.


Conocimiento experiencial de Jesucristo

En primer lugar, conocer a Jesucristo. No solamente al Cristo de la teología. También eso, claro. Pero un seminarista que se conformara con estudiar a fondo el objeto de la cristología, se quedaría en la pura teoría. Y nadie ama ni da la vida por una teoría. Con ella podemos obtener un erudito, nunca un buen sacerdote (y ni siquiera un buen teólogo). Se trata aquí, sobre todo, del conocimiento que se da entre dos personas vivas. Hay que ayudar a cada seminarista a encontrarse personal y experiencialmente, desde la experiencia de la fe, con el Cristo vivo y real, que se le acerca a través del Evangelio, se le hace presente en la Eucaristía, y se quiere comunicar con él en la oración personal (OT 8). Que conozca sus criterios, su modo de pensar, de valorar a las personas, las circunstancias, los acontecimientos. Que conozca su corazón, la profundidad de su amor, su fina sensibilidad. Que conozca su modo de actuar, sus reacciones y actitudes. Pero sobre todo, que conozca su modo de tratarle a él personalmente, cuando se encuentran en la intimidad de la oración, y en el abrazo de la Eucaristía, o cuando se reencuentran en el sacramento del perdón.

Pero para que Cristo llegue a entusiasmar al joven, es preciso que los formadores sepan presentarle un Cristo atrayente, es decir, el auténtico Cristo del Evangelio, que es capaz de conquistar a cualquier persona que no oponga resistencia a la belleza, a la verdad y al amor. Hay quienes temen presentar algunas facetas menos "agradables" del Cristo del Evangelio, como su adhesión consciente y amorosa a la cruz y a la abnegación para cumplir la voluntad del Padre (cf. Jn 10,17-18). Creen que un Cristo suavizado será más aceptado por los jóvenes, más atractivo, más a medida humana. Sin embargo, sabemos bien que sólo cuando el hombre conoce y ama al Cristo real, en su naturaleza humana y divina, en el misterio de su muerte y de su resurrección, encuentra en él un reto que responde a sus más profundos anhelos de trascendencia y donación.


Amor personal, real, apasionado y totalizante

El conocimiento personal es la puerta del amor. Hay que tratar de que en el corazón del formando vaya fraguando el amor de Cristo, su Señor. Frecuentemente, la primera experiencia profunda de conocimiento y contacto íntimo con Cristo hace brotar en el recién llegado un torrente de afectos, incluso sensibles. Cuidado. Son genuinos y nobles, pero no podemos dar por alcanzado el amor, el amor maduro que lleva a la entrega real. Los formadores han de explicarles siempre que el amor es mucho más que una emoción o el aprecio vago de una persona. Si tuviéramos que concretar en unos cuantos epítetos las principales características del amor a Cristo podríamos decir que se trata de un amor personal, real, apasionado, y totalizante.

Personal, porque afecta a la persona misma, a su núcleo más sagrado, y porque se dirige a Cristo en cuanto persona viva, no en cuanto mero objeto de veneración. Es un amor que se dirige, está claro, hacia una persona que es Dios-hombre, y su dinamismo brota y se nutre de la gracia divina. Pero no puede ser un amor etéreo, puramente "espiritual", desencarnado. Cuando Cristo ha escogido a un joven para que se entregue a su amor no lo ha querido menos hombre en el amor. Al contrario, desea que realice plenamente su capacidad de amar, y quiere de él un amor cordial.

Amor real es lo contrario de un amor teórico o sentimental o simplemente falso, de fachada, de frases bellas. El amor real es el que se "realiza", el que impregna y conduce la vida real de cada jornada, el que lleva a imitar y entregarse al amado y se traduce en realizaciones efectivas.

El verdadero amor a Cristo es también apasionado. No cabe duda de que hay grados en el amor, y de que no todos amamos del mismo modo y con la misma intensidad. Entran en juego el temperamento de la persona, su formación, y el don libérrimo del Señor, que es la fuente del amor. Pero si pensamos bien que estamos hablando del amor a la persona de Cristo, nuestro creador y redentor, el amigo que dio su vida por los amigos (cf. Jn 15,13), no podremos pensar ese amor sino como una verdadera pasión de amor. Un amor que penetra hasta lo más profundo del ser y que es fuerte y entusiasta, fuerte como la muerte (cf. Ct 8,6); ese amor que es capaz de la entrega también en los momentos difíciles, y que puede llevar incluso hasta el heroísmo.

Por último, el amor a Cristo es totalizante. No significa esto que no se ame a nadie más. Al contrario, el amor a Cristo impulsa toda la capacidad de amar de la persona. De él surge la fuerza del amor a María, a la Iglesia, al papa, a todos los hombres. Amor totalizante en cuanto que él ha de ser el centro del corazón y de la vida del sacerdote. El amor a los demás (familia, amistades, y todas las personas confiadas a su ministerio) encuentra su fulcro y su criterio en el amor de su Señor. Es el sentido claro de la exigencia de Cristo que pedía estar dispuesto a dejar padre, madre... a quien quisiera ser su discípulo.

Es preciso, pues, que todo seminarista, ya desde sus primeros pasos hacia el sacerdocio, viva su vida diaria en un clima de amistad íntima y profunda con Jesucristo, descubriendo cada día más el amor de predilección que él le ofrece; un amor del que nada ni nadie podrá separarle (cf. Rm 8,39). ¡Pobre del candidato que llegara a su consagración sacerdotal alejado vivencialmente de Cristo y al margen de su amistad! Porque sólo por Cristo es posible vivir y dar sentido a una vida de exigencia y de renuncia propia de todo sacerdote auténtico; sólo por Cristo y por su Reino es posible vivir con gozo la consagración del corazón que entraña la promesa de castidad; sólo por él es posible amar el espíritu de pobreza que le debe caracterizar y encontrar en él una seguridad incomparablemente mayor que la que proporciona el dinero o el poder; sólo por él es posible vivir con delicadeza la promesa de obediencia; y sólo por Cristo y por su Reino es posible la fidelidad hasta la muerte; esa fidelidad hecha de coherencia, de esfuerzo y de perseverancia.

Para adquirir y desarrollar esta amistad íntima con Jesucristo, el aspirante al sacerdocio debe, ante todo, ser consciente de que se trata de un don de Dios, y de que por tanto, todo esfuerzo será vano e inútil si Dios no lo acompaña y fecunda. Hay que invitarle a orar con insistencia y a colaborar con la acción de la gracia, en la firme convicción de que Dios es el primer interesado en concederle este don.


Imitación de Cristo, modelo perfecto

Quien ama piensa en el amado, busca estar con él, desea asemejarse a él. Así quien ama a Cristo se deja llevar por este dinamismo del amor para pasar a su imitación.

Jesucristo llamó a sus apóstoles para que estuvieran con él y le acompañaran en sus tareas apostólicas, y para enviarlos después a predicar (cf. Mc 3,14). Durante ese tiempo de permanencia con el Señor, ellos conocieron dónde moraba (cf. Jn 1,39), cuáles eran sus actividades a lo largo del día, y sobre todo, llegaron a conocerlo íntimamente: su modo de pensar, de sentir, de querer, de reaccionar, de actuar... En diversas ocasiones escucharon de sus labios la invitación a imitarlo en la práctica de las virtudes (cf. Mt 11,29; Jn 13,15) o el encargo de comportarse de modo muy concreto en diversas circunstancias...(cf. Mt 10,5-10) y así se fueron percatando de que la invitación a seguirlo entrañaba no sólo un seguimiento físico sino también espiritual: ser como él. La "sequela Christi" era también "imitatio Christi".

La imitación de Cristo no se reduce a un mero parecido externo y accidental. Comporta más bien, como para los apóstoles, una verdadera transformación interior. El candidato al sacerdocio ha de aspirar, con humildad pero con tenacidad, a pensar como Cristo, a sentir, amar y actuar como Él.

Por tanto, la figura de Jesucristo, tal y como se nos presenta en los Evangelios, con cada uno de los rasgos y detalles de su personalidad, con cada una de sus actitudes, constituye para el sacerdote el punto de referencia que ilumina y orienta su trabajo espiritual. Al abrir el Evangelio el seminarista descubrirá mil facetas y rasgos de Cristo que le servirán de modelo para su futura vida y ministerio sacerdotal. Pero descubrirá sobre todo su actitud radical de entrega al Padre, a su misión, a los demás; una actitud que define la disposición fundamental del verdadero sacerdote. Cristo vino al mundo para glorificar al Padre (cf. Jn 17,4) y para salvar a los hombres por su sacrificio libre y amoroso en la cruz; se sabe enviado por Dios a los hombres (cf. Jn 16,28) y encuentra el sentido único de su vida y su polarización definitiva en la realización de esa misión; vive en continuo contacto con su Padre (cf. Jn 14,10); sabe de dónde viene y a dónde va (cf. Jn 8,42), y esa convicción íntima determina en cada momento su conducta en sus relaciones con su Padre y con los hombres. Es el hombre de Dios. El Hombre-Dios.

No es difícil enseñar al seminarista a mirar siempre a Cristo como modelo. Basta hacer referencia a él, tal como se nos presenta en el Evangelio, cuando queremos ilustrar una virtud, cuando deseamos invitarle a corregir algún modo de pensar o comportarse, etc. En público y en privado, decirles siempre a nuestros seminaristas: "miradlo a él", y recordarles las palabras de su Padre: «escuchadle» (Mt 17,5).


Comunicar el amor de Cristo a los demás

Amor est diffusivus sui. No hay amor verdadero que sea narcisista, puramente privado. El deseo ardiente de dar a conocer a Cristo es el fruto más genuino y la mejor prueba de que el seminarista ha madurado en su amor al Maestro. Quien ha descubierto la anchura, la longitud, la altura y la profundidad del amor de Cristo a los hombres (cf. Ef 3,17), y se ha dejado cautivar por él, correspondiendo con generosidad, no puede sino querer dar a conocer ese amor al mayor número posible de hombres. Del amor nace el celo apostólico.

Pero, por otra parte, es también cierto que cuando hacemos algo por una causa o por una persona, crece nuestro aprecio interior por ella. Todas las actividades que saquen al seminarista de sí mismo y le lleven a darse a los demás, a transmitirles el conocimiento y el amor de Cristo, fortalecerán su amor a él.


Algunas dificultades

Aunque sea brevemente, veamos dos de entre las muchas dificultades que pueden surgir en el camino del amor a Cristo. La primera deriva de que a Cristo sólo lo vemos a través de la fe. No está físicamente presente. Resulta entonces que para algunos el amor a Cristo parece algo ilusorio, etéreo; algo que no llena su deseo de amar, de ser amado, de sentir afecto, de sentirse acompañado y consolado. Es una dificultad muy real. En un primer momento debe ser la fe la que principalmente apoye el amor naciente. Ya después la experiencia misma de la amistad de Cristo ayudará también a superar esta dificultad.

Conocer y amar a Cristo significa conformar la vida a sus mandatos: «si me amáis, guardaréis mis mandamientos» (Jn 14,15); «en esto sabemos que le conocemos: en que guardamos sus mandamientos» (1 Jn 2,3) «quien dice que permanece en él, debe vivir como vivió él» (1 Jn 2,6). De aquí la segunda dificultad que describe magistralmente san Juan: «todo el que obra el mal aborrece la luz y no va a la luz, para que no sean censuradas sus obras» (Jn 3,20). Así el amor, el crecimiento en el amor, se hará cuesta arriba cuando en nosotros haya apego al pecado, a sus consecuencias, a sus raíces. Por eso cuando a un formando le parezca difícil amar a Cristo, tal vez imposible, habrá que preguntarse si no le falta generosidad para dejar la oscuridad y sus obras, para pasar a la luz y dejarse iluminar. Y quizás habrá que comenzar por ahí.


LECTURAS RECOMENDADAS

Directorio para el ministerio y vida de los presbíteros, 38-42
http://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cclergy/documents/rc_con_cclergy_doc_31011994_directory_sp.html


Para publicar sus respuestas en los foros del curso
http://foros.catholic.net/viewforum.php?f=68

Preguntas y comentarios a los moderadores:

P. Ramón Guardamino, L.C.
http://www.es.catholic.net/consultas/consultorio.php?id=6

P. Mario Sabino González, LC
http://www.es.catholic.net/consultas/consulta.php?id=79&com=1


Consultar sesiones anteriores
http://es.catholic.net/sacerdotes/841/3078/
Volver arriba
Ver perfil de usuario Enviar mensaje privado Visitar sitio web del autor
Pbro. Francisco Rodríguez
Esporádico


Registrado: 22 Nov 2008
Mensajes: 30

MensajePublicado: Jue Ene 29, 2009 3:04 pm    Asunto: Re: 15. Cristo al centro de la vida sacerdotal.
Tema: 15. Cristo al centro de la vida sacerdotal
Responder citando

Me es grato una vez más saludar a todos lo hermanos y hermanas que participan en este interesante y enriquecedor curso y foro.

¿Le parece adecuado decir que el amor a Cristo debe ser "apasionado"? ¿en qué sentido? ¿no es una exageración?

Después de una lectura atenta y detenida del contenido de este capítulo descubro con alegría una serie de reflexiones que me permiten una profundización en lo que es el amor a Cristo. Que como sacerdotes tengamos a Cristo en el centro de nuestra vida conlleva el amarle de modo personal, real, apasionado y totalizante; sin olvidar las frecuentes dificultades que se presentan. Esto me anima a seguir cultivando un amor sincero a Jescristo que me ama y me sigue concediendo su gracia.

La "pasión" en una persona no debe concebirse con una carga negativa, al contrario, la persona que es apasionada, que se desempeña en su vida con pasión o que ama con pasión, nos hace ver la intensidad con la que es capaz de entregarse. Así que amar a Cristo con pasión, no es algo exagerado sino que nos indica que lo amamos con especial intensidad.

El sentido de amar a Cristo con pasión es el de nuestra total entrega a él, emplear todas nuestras fuerzas y capacidades para amarle y transformarnos en él. Tenerlo de modo real y realista al centro de nuestra vida.

Considero que este apartado es una especial invitación a considerar lo que debe ser nuestro amor al Señor.

Nuestra vida espiritual como sacerdotes debe tener como característica un amor personal, real, apasionado y totalizante a Cristo y cultivarlo día con día para llegar a esa anhelada tranformación en él.

P. Paco R.
Volver arriba
Ver perfil de usuario Enviar mensaje privado Enviar email
José Mauricio Altamirano
Constante


Registrado: 30 Nov 2005
Mensajes: 740

MensajePublicado: Jue Ene 29, 2009 3:19 pm    Asunto: 15. Cristo al centro de la vida sacerdotal
Tema: 15. Cristo al centro de la vida sacerdotal
Responder citando

”Que la paz de Nuestro Señor Jesucristo este con todos ustedes”
Otros participantes
- ¿Cómo presentar hoy un “Cristo atractivo” a los hombres?

Disculpen que insista con el testimonio que deben de presentar no solo los formadores de futuros sacerdotes, sino también todos los sacerdotes.

Actualmente hay algunos y gracias a Dios cada vez son menos los sacerdotes que en sus homilías cuando comentan la palabra de Dios, lo hacen en sentido figurado o remontándose al pasado, lo cual hace que el feligrés pierda cierto grado de interés y es muy frecuente escuchar a algunos decir: “es que las palabras del sacerdote tal no me satisface y por eso me voy a otra parroquia, lo cual no es tan negativo, pero si lo es cuando buscan en dos o tres parroquias y deciden buscar mejor un “pastor” protestante, pues ese si me llena y me satisface.

Alguien podrá decir: bueno, es que son muchos los llamados y pocos los escogidos. O , no en todos hace obra El Espiritu Santo.

Pero no por casualidad dice el evangelio de ese día:
Les decía también: «Atended a lo que escucháis. Con la medida con que midáis, se os medirá y aun con creces. Porque al que tiene se le dará, y al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará».

Y es que la palabra de Dios, Jesucristo mismo es tan actual como hace mas de 2000 años y es así como, en mi opinión, se debe presentar hoy un “Cristo atractivo” a los hombres.
Con mucha misericordia, pero actual.
Firme y en algunas oportunidades duro, aparentemente, pero con mucha misericordia y actual.

Hay necesidad de presentarlo en nuestro diario vivir, en la actualidad y no por que se nos ocurra a algunos, sino porque así es.
Por ejemplo: Pablo habla a los de Corinto o a los Éfeso o a los Hebreos y hoy este día nos habla a nosotros, no ayer ni hace 2000 años, sino este día nos dice a los que estamos en esa Eucaristía.
Lo mismo con las lecturas del antiguo testamento o las lecturas de los evangelios.

Pues con eso lo único que se logra en la mayoría de los casos, es que la gente diga: que bárbaros estos o aquellos. Mas de lo que no se les logra enviar el mensaje es que somos nosotros mismos los que cometemos esas atrocidades contra el prójimo o Jesucristo mismo cuando faltamos a sus mandamientos.

Y si a ese Jesucristo actual se le agrega un testimonio de vida propio del formador o sacerdote, pues mejor aún.

Insisto: las palabras convencen, pero el testimonio arrastra.

Un abrazo fraterno a todos
Mauricio
“Cuando sientas que ya no sirves para nada, todavía puedes ser Santo”(San Agustín)
Volver arriba
Ver perfil de usuario Enviar mensaje privado Enviar email
jguerras100
Esporádico


Registrado: 13 Jun 2008
Mensajes: 61

MensajePublicado: Jue Ene 29, 2009 4:56 pm    Asunto: Re: 15. Cristo al centro de la vida sacerdotal
Tema: 15. Cristo al centro de la vida sacerdotal
Responder citando

- ¿Le parece adecuado decir que el amor a Cristo debe ser “apasionado”? ¿en qué sentido? ¿no es una exageración?

Si es adecuado en la manera de entregarse por completo, de darse porque el amor es entrega sin reservas, sin excusas, sin excepciones, sin acepciones, sin límites, así que el término pasión si es de acuerdo a dar la vida por los demás en el servicio y en el amor, pues no solo no es exagerado sino que es algo debemos alcanzar como propósito de vida.
De que serviría estar en un confesionario o en la calle en busca de gente con problemas de drogas o de divorcio o de maltrato o de abuso sin la pasión de Cristo por el perdido y por la salvación de las almas. Sería una carga muy pesada y no tendría sentido, sin embargo, recordando y conociendo personalmente a quien dio su vida por mi y por todos, para todas las épocas, en todos lugares y para todas las gentes, pero sabiendo que somos pecadores, y que podemos ser infieles y equivocarnos, pues ese amor es pasión por los demás, no por los resultados, las recompensas, o quizá por ser alguien o tener la fama, el poder o la fortuna, sino por el hecho solo de hacer lo que Jesús haría.
Pasión en el amor con los 4 TODOS del Amor.
1Co 13:7 Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.

- ¿Cómo presentar hoy un “Cristo atractivo” a los hombres?

Para que sea atractivo Cristo tiene que ser real y sobre todo no ilusionar o prometer lo que Jesús e ningún lugar de los Evangelios lo dice.
Además mostrando lo que Él ha hecho e nuestras vidas llenándolas de Paz, Amor, Armonía y dándonos el fruto del Espíritu. Gal 5,22. Debido a que en mi experiencia la gente no quiere rollos religiosos, o sermones que parecen MALAS NUEVAS en lugar de BUENAS NUEVAS, así como tampoco pareciera interesar la problemática real de la persona, y si logramos que llene su corazón el Espíritu Santo que Jesús nos envió para enseñarnos, consolarnos, podrá decir Señor a Jesús y podrá conocerle de una manera auténtica y decidida.
Gal 5:22-24 Pero el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.
Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos.
Volver arriba
Ver perfil de usuario Enviar mensaje privado
Ma Socorro A. Reyes López
Asiduo


Registrado: 16 Jun 2008
Mensajes: 120

MensajePublicado: Jue Ene 29, 2009 5:49 pm    Asunto: 15. Cristo al centro de la vida sacerdotal
Tema: 15. Cristo al centro de la vida sacerdotal
Responder citando

¿Cómo presentar hoy un “Cristo atractivo” a los hombres?
Tomo algunos fragmentos del P. Pedro García, Misionero Claretiano, reflexiones que hace con amor personal, real, apasionado y totalizante. Reflexiones acerca de la vida de San Pablo, su doctrina cristiana en sus cartas y su pensamiento paulino, con motivo del Año del Apóstol San Pablo para conmemorar el bilimilenario de su nacimiento y hombre providencial de Dios.
Cuando aparece San Pablo predicando a Jesús, y diciendo: basta para salvarse creer en Jesús, darse completamente a Él, bautizarse y vivir conforme a las enseñanzas de Jesús, guiados por el Espíritu Santo, dentro de la Iglesia dirigida por los apóstoles y los pastores por ellos designados. En todo lo demás, reina la libertad. Quien quiera aprender vida cristiana, encuentra en Pablo al Maestro consumado.
Especialmente, quien aspire a encenderse en amor a Jesucristo, que vaya a Pablo, el cual tiene acentos sublimes e inimitables:
- ¡Mi vivir es Cristo!…
- Vivo yo, pero ya no soy yo el que vive, sino que es Cristo quien vive en mí.
- Me glorío de no conocer más que a Jesucristo, y Jesucristo crucificado.
- Juzgo que todo es pérdida ante la sublimidad del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por quien perdí todas las cosas, y las tengo por pura basura para ganar a Cristo.
- ¡Que nadie me moleste más! Porque yo llevo impresas en mi carne las llagas del Señor Jesús.
- Deseo la muerte para estar con el Señor, que es con mucho lo mejor.
- Saldremos arrebatados al encuentro del Señor…, y así estaremos siempre con el Señor.
- ¿Quién nos separará del amor a Cristo? ¿La tribulación, la angustia, la persecución, el hambre, la desnudez, el peligro, la espada?… ¡No, nada ni nadie nos podrá separar del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús, Señor nuestro!…

En la carta magna a los Romanos es lo más sublime, ardiente y triunfal salido de la pluma de Pablo:
“Somos hijos de Dios, y clamamos siempre: Abbá! ¡Padre! ¡Papá!”...
“El Espíritu Santo ora dentro de nosotros con gemidos inenarrables”…
“A nosotros, a los que Dios predestinó, los llamó, los justificó, los glorificó”…
“¿Y quién nos separará del amor de Cristo? ¡Nada ni nadie podrá arrancarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús Señor nuestro!”…

Todo lo que sigue después en la carta y hasta el final es una calurosa exhortación, facilísima de leer y entender, sobre la vida cristiana:
-¡Ofrézcanse al Señor como hostias agradables de sacrificio espiritual!
-¡Sean humildes!
-¡Sean constantes en la oración!
-¡Ámense cordialmente los unos a los otros!
-¡No te dejes vencer por el mal, sino vence al mal con el bien!
-¡Acójanse unos a otros, como Cristo los acogió para gloria de Dios!
-¡Sométanse con gusto a las autoridades!
-¡Luchen conmigo en sus oraciones, rogando a Dios por mí!
-Y no olviden esto: que ninguno de nosotros vive para sí mismo, ni tampoco nadie muere para sí mismo. Porque si vivimos, vivimos para el Señor; y si morimos, morimos para el Señor. Porque Cristo murió y resucitó para esto: para ser el Señor de los vivos y de los muertos.

Pase lo que pase, “quien tiene fe está plenamente convencido de lo que espera”, sin dudar jamás, porque Dios lo ha dicho y con esto es bastante, aunque no se vea nada (Hb 11,1)
- Fe en el Dios que nos ama.
- Fe en Dios que nos perdona.
- Fe en el Dios que nos salva.

Para San Pablo, todo el misterio de la fe recae sobre la Persona de Jesucristo, el cual encierra toda nuestra esperanza, la gloria que nos aguarda en herencia, la grandeza inconmensurable de su gloria.
¿Y cómo se va a conocer todo esto, que supera todo el poder del entendimiento humano?

San Pablo lo dice muy bellamente a los de Éfeso: “Porque Dios ilumina los ojos de sus corazones” (Ef 1,1Cool
La Biblia de Jerusalén lo comenta con mucho acierto:
- Dios conoce el corazón, y el cristiano ama a Dios con todo el corazón;
- Dios ha depositado en el corazón del cristiano el don del Espíritu Santo;
- Cristo por la fe habita en nuestro corazón;
- los limpios de corazón, los sencillos, los humildes, conforme a la palabra de Jesús, verán a Dios, porque están abiertos sin limitaciones a la presencia y a la acción de Dios.

La fe tiene y tendrá siempre misterios, pero esos ojos del corazón de que habla Pablo, sencillos y puros, escrutan mucho en las profundidades de Dios. Alma limpia y corazón que ama tiene unos ojos mucho más avizores que el cerebro…

San Pablo pide un esfuerzo para llegar a la firmeza de la fe, “hasta que lleguemos todos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios” (Ef 4,13)

Desde niños hemos aprendido a hablar de la gracia de Dios como de la Vida de Dios que llevamos dentro:
- Es Dios brillando como un sol en el cielo azul y límpido de nuestra alma.
- Es el Padre, que nos ha hecho hijos suyos en Jesucristo su Hijo.
- Es Jesucristo que por la fe y el amor vive en nuestros corazones (Ef 3,17)
- Es el Espíritu Santo, que ha hecho de nosotros su morada, su templo, constituyéndose en el “dulce Huésped del alma” (1Co 6,19)
- La gracia en nosotros es Dios mismo que se nos da, que vive en nosotros, que nos transforma totalmente en Él.

Nuestra esperanza se fundamenta en Cristo Jesús. “Cristo en nosotros es la esperanza de la gloria” (Col 1,27)
- Nuestra esperanza la tenemos sólo en Jesús.
- En el Jesús que murió para salvarnos.
- En el Jesús que resucitó y nos espera en el Cielo.
- En el Jesús que nos ama y piensa en nosotros.
- En el Jesús que está arraigado en nuestros corazones.
- En el Jesús que nos tiene ya sentados con Él en los cielos.
- En el Jesús que tiene nuestra vida escondida con su misma vida en Dios.

Esa esperanza no nace de nosotros, sino que nos viene directamente de Dios y es el gozo de la vida.
Y por eso nos desea Pablo:
“Que el Dios de la esperanza les colme de toda alegría y paz en la fe, hasta rebosar de esperanza por la fuerza del Espíritu Santo” (Ro 15,13)

Para acabar, San Pablo nos lanza gritos de triunfo:
“¡Gloriémonos en la esperanza de la gloria de los hijos de Dios!” (Ro 5,2)
“Vivamos alegres siempre con la esperanza!” (Ro 12,12)
“Mantengamos la confianza y gloriémonos en la esperanza” (Hb 3,6)
La esperanza no nos engaña. Eres Tú mismo quien nos la da.
¡Dale esperanza al mundo, tan necesitado de ella.
- Que el mundo la sienta.
- Que todos tus hijos la vivan.
- Que nadie desespere.
El Espíritu Santo, alma del Cuerpo místico de Cristo, nos hace amarnos a todos unos a otros, y con sus carismas y dones nos tiene en movimiento continuo para el desarrollo y expansión de todo el cuerpo hasta que llegue a su perfección final.
Nosotros, con ese “amor de Cristo que nos urge”, trabajamos de manera incansable por el bien y la salvación de todos.
El amor llena de punta a punta todas las Cartas de San Pablo. Amor de Dios y a Dios en Cristo Jesús por el Espíritu Santo y derramado a todos los hombres.
La palabra “Amor”, la caridad, es la palabra más rica que figura en el diccionario. Como que es la que define todo el actuar de Dios, porque Dios es amor…

José Mauricio Altamirano habla del testimonio que deben de presentar no solo los formadores de futuros sacerdotes, sino también de los sacerdotes: "Actualmente hay algunos y gracias a Dios cada vez son menos los sacerdotes que en sus homilías cuando comentan la palabra de Dios, lo hacen en sentido figurado o remontándose al pasado, lo cual hace que el feligrés pierda cierto grado de interés y es muy frecuente escuchar a algunos decir: “es que las palabras del sacerdote tal no me satisface y por eso me voy a otra parroquia, lo cual no es tan negativo, pero si lo es cuando buscan en dos o tres parroquias y deciden buscar mejor un “pastor” protestante, pues ese si me llena y me satisface".

El Presbítero Francisco Rodríguez comenta:" Después de una lectura atenta y detenida del contenido de este capítulo descubro con alegría una serie de reflexiones que me permiten una profundización en lo que es el amor a Cristo. Que como sacerdotes tengamos a Cristo en el centro de nuestra vida conlleva el amarle de modo personal, real, apasionado y totalizante; sin olvidar las frecuentes dificultades que se presentan. Esto me anima a seguir cultivando un amor sincero a Jescristo que me ama y me sigue concediendo su gracia.

La "pasión" en una persona no debe concebirse con una carga negativa, al contrario, la persona que es apasionada, que se desempeña en su vida con pasión o que ama con pasión, nos hace ver la intensidad con la que es capaz de entregarse. Así que amar a Cristo con pasión, no es algo exagerado sino que nos indica que lo amamos con especial intensidad.

El sentido de amar a Cristo con pasión es el de nuestra total entrega a él, emplear todas nuestras fuerzas y capacidades para amarle y transformarnos en él. Tenerlo de modo real y realista al centro de nuestra vida.

Considero que este apartado es una especial invitación a considerar lo que debe ser nuestro amor al Señor.

Nuestra vida espiritual como sacerdotes debe tener como característica un amor personal, real, apasionado y totalizante a Cristo y cultivarlo día con día para llegar a esa anhelada tranformación en él".

P. Paco R.

El amor a Cristo es totalizante. No significa esto que no se ame a nadie más. Al contrario, el amor a Cristo impulsa toda la capacidad de amar de la persona. De él surge la fuerza del amor a María, a la Iglesia, al papa, a todos los hombres. Amor totalizante en cuanto que él ha de ser el centro del corazón y de la vida del sacerdote. El amor a los demás (familia, amistades, y todas las personas confiadas a su ministerio) encuentra su fulcro y su criterio en el amor de su Señor. Es el sentido claro de la exigencia de Cristo que pedía estar dispuesto a dejar padre, madre... a quien quisiera ser su discípulo.

El P. Antonio Rivero autor del Curso de Historia de la Iglesia siglo a siglo, en su epílogo escribe: No hay conclusión ni punto final en una historia de la Iglesia, como puede haberlo en una historia de las dinastías del antiguo Egipto o de la monarquía francesa. Lo que comenzó el año 30 después de Cristo, continúa todavía hoy. Hemos caminado al lado de una muchedumbre de cristianos. Hemos sido sensibles al entusiasmo de unos y a los compromisos de otros. Hemos vivido el drama de ciertas situaciones. La fidelidad al Evangelio de Jesús, obra del Espíritu de Pentecostés, permite a los cristianos de hoy asumir la tradición viva y transmitir la herencia recibida bajo unas formas renovadas en un mundo que cambia. Los cristianos de antaño se enfrentaron con las dificultades de su época; nos toca hoy a nosotros enfrentarnos con las nuestras y dar solución desde el amor y la verdad del Evangelio. El siglo XXI se nos ha abierto, desde el punto de vista mundial, con conflictos terroristas y bélicos en Afganistán, en Medio Oriente, y en otras partes de la tierra. Todavía nos espantan las escenas del 11 de septiembre de 2002, en Estados Unidos. Y la guerra en Irak.
También nos avasalla, desde el punto de vista político y social, el problema de la globalización, con sus luces y sombras. Desde el punto de vista moral, nos preocupa todo lo relacionado con el campo de la bioética: la clonación, la fecundación artificial y demás experimentos genéticos y manipulación de embriones...¿a dónde llegará el hombre con su ciencia? ¿Todo lo que se puede hacer, se debe hacer? No todo avance técnico significa de por sí avance ético y moral. Nos preocupa enormemente la dictadura del relativismo que niega que haya verdades absolutas. Desde el punto de vista espiritual y religioso nos asusta el pulular de sectas y los movimientos pseudorreligiosos, que nos ofrecen todo tipo de propuestas, como si fueran supermercados religiosos o restaurantes a la carta.
El siglo XXI y el tercer milenio de la era cristiana habrán de afrontar desafíos inéditos, cuyo alcance resulta imposible adivinar. La defensa de la vida humana, la resistencia frente a posibles aberraciones de la ingeniería genética, la lucha contra la corrupción en la vida pública y las clamorosas desigualdades existentes entre los hombres, el esfuerzo por extender el acceso a los bienes de la cultura y un razonable bienestar a todos los pueblos de la tierra, estos y otros muchos campos más serán frentes abiertos a la generosa acción de los cristianos en el mundo.
La Iglesia ha luchado y luchará con denuedo en la defensa de la persona, imagen y semejanza de Dios. Esta misión a favor del hombre la Iglesia la ha venido cumpliendo desde los comienzos mismos del cristianismo. Es cierto que en tan dilatado espacio de tiempo ha habido miembros de la Iglesia que han cometido errores y tuvieron conductas públicas y privadas impropias del nombre de cristianos, y que esa incoherencia entre el Evangelio y su vida se dio incluso en jerarcas y pastores.
Tal fue el caso del impacto del régimen señorial de la Edad Media, investiduras y patronatos incluidos en las estructuras eclesiásticas; o de algunos modos con que la inquisición persiguió la herejía, cuando ésta era considerada el peor de los crímenes y se estimaba la unidad religiosa como el supremo bien de una comunidad política; o, todavía, el error del nepotismo, fruto de un desordenado extravío de los afectos familiares. Y los abusos en las indulgencias por parte de algunos miembros de la Iglesia.
Pero sería obstinación sectaria cerrar los ojos ante la evidencia: es indudable que ninguna institución ha hecho tanto a lo largo de los siglos a favor de la persona humana y de su dignidad, ninguna ha aportado tantos beneficios a las sociedades terrenas, como la Iglesia de Cristo; y eso durante dos milenios y en todos los lugares de la tierra a donde llegó su presencia y su acción apostólica. Y no se olvide por otra parte que el fin primordial de la Iglesia no es mejorar la condición del hombre en el mundo, aunque esto también forme parte de su misión, sino abrirle el camino que ha de conducirle a la eterna bienaventuranza. Nadie como la Iglesia ha sembrado la paz, el bien y la belleza en el curso de la historia, ni está por tanto más cualificado que ella para asumir la defensa de la dignidad humana en el mundo del tercer milenio.
Volver arriba
Ver perfil de usuario Enviar mensaje privado Yahoo Messenger MSN Messenger
René Héctor Martíinez Mez
Esporádico


Registrado: 01 Sep 2008
Mensajes: 67

MensajePublicado: Vie Ene 30, 2009 12:36 am    Asunto: 15. Cristo al centro de la vida sacerdotal
Tema: 15. Cristo al centro de la vida sacerdotal
Responder citando

Otros participantes
- ¿Cómo presentar hoy un “Cristo atractivo” a los hombres?
Un Cristo Real, no un Cristo alejado que de la realidad, un Cristo que amo y lloró por Lázaro, su amigo, por Jerusalén, Jn 11,33; Lc 19, 41. Un Jesús que molesta e indigna ante la dureza de corazón del ser humano. Un Jesús que teme al dolor, Jn 22, 42. Un Jesús que no toma ventaja de su superioridad y que se pone a disposición de los demás, Jn 13, 16; Mt 20, 26. Pero sobre todo y lo mas importante un Jesucristo misericordioso y que como Dios sabe y nos invita a perdonar, Lc 23, 26.
Un Jesús verdaderamente humano que nos invita a caminar con él y junto a él. En la medida que se sepa presentar a ese Cristo cercano a nosotros y en la medida que no se limite a una presentación sino a un conocer y vivirlo en esa misma medida se volverá atractivo y nos apasionara y despertará ese amor esa pasión hacia él, su vivir, su actuar, su entrega y sobre todo la realización del proyecto de su padre.
Volver arriba
Ver perfil de usuario Enviar mensaje privado Yahoo Messenger MSN Messenger
Jesús Alejandro Castaño B
Nuevo


Registrado: 24 Nov 2008
Mensajes: 19
Ubicación: Ibagué, Colombia

MensajePublicado: Vie Ene 30, 2009 3:02 pm    Asunto:
Tema: 15. Cristo al centro de la vida sacerdotal
Responder citando

RESPUESTAS TEMA 15: CRISTO AL CENTRO DE LA VIDA SACERDOTAL

1. De ninguna manera es una exageración decir que el amor a Cristo debe ser "apasionado", pues, considerando que el sacerdote debe ser "otro Cristo", debe configurarse con Él, y eso solo se logra cuando todo el ser, pensamientos, sentimientos, actitudes, etc, están "vibrando" en ese amor, fuente de su vida. El futuro sacerdote debe ir teniendo una relación de amor profundo con Cristo. Desde la formación del seminario se le debe brindar la oportunidad de conocer a Cristo para amarlo, por eso estoy de acuerdo con aquello de que se le debe presentar a Cristo de una manera atrayente, tal como está en el Evangelio, empezando por el testimonio de vida de los formadores. Con Pablo, el seminarista, y más aún el sacerdote, debe decir "no soy yo quien vive, es Cristo quien vive en mí".
Volver arriba
Ver perfil de usuario Enviar mensaje privado Enviar email
Monica L. Moreno y G.
Asiduo


Registrado: 18 Feb 2007
Mensajes: 194
Ubicación: Mexico D.F.

MensajePublicado: Vie Ene 30, 2009 7:48 pm    Asunto: Comentario respuesta
Tema: 15. Cristo al centro de la vida sacerdotal
Responder citando

1.- ¿Cómo presentar hoy un “Cristo atractivo” a los hombres?

Yo creo que debe ser verdadero, sincero y real, no existe cosa mas atractiva que la verdad. Presentar a un Jesús con su verdadera personalidad, puede ser que a muchos no les guste, porque no está en Favor de placeres, riquezas vanas, poder, y todo aquello que te ate al mundo que es efímero. Pero Jesús es el mismo, y a las personas se les presenta como es. Bondadoso, eterno, glorioso ...

Jesús no es una ilusión es real, no es un mago para hacer pociones, pero si hace milagros de dar una vista o cambiar un corazón.

No es un superman de la liga de la justicia, pero si es la verdadera Justicia, y Él si logró la verdadera y Única salvación real del mundo,

No es Santa Claus, para traerte objetos, pero si te trae el regalo de la paz, compasión, caridad, bondad, esperanza, amor... entre hermanos, la verdadera Navidad.

No tiene la lámpara maravillosa, para pagar todas tus deudas que tienes por comprara lo que no te lleva al cielo, pero el puede convertir un corazón de piedra en uno de carne, he inspirar a tus verdaderos hermanos en ayudarte en vivir en comunidad y con fe te enseña el camino hacia El.

Jesús vino no ha cobrarte una deuda, el vino a cancelar tu deuda. Por amor y gratitud es porque cambiamos y lo seguimos, nos enseña que a la gente no se le compra con objetos, sino que podemos compartir el amor.

El es el camino, LA VERDAD y la vida.

El no promete quitarte las penas, sino ayudarte con tus penas y enseñarte el camino, “El que quiera seguirme, niéguese a sí mismo cargue con su cruz y sígame”.

Así que solo se puede decir de Jesús la verdad, y no intentarlo presentar menos “Trágico”, “Mágico”... La verdad es la verdad.

Jesús Resucito, hizo toda la Salvación del hombre, el lava tus pecados con su sangre, dio la vida por ti, y lo hizo por una sola cosa, porque él hijo de Dios, que murió por ti, TE AMA Y QUIERE SER AMADO POR SU CREATURA PREDILECTA”
_________________
¡En la Voluntad de Dios!
Volver arriba
Ver perfil de usuario Enviar mensaje privado MSN Messenger
Luz Reyes
Nuevo


Registrado: 24 Nov 2008
Mensajes: 17

MensajePublicado: Vie Ene 30, 2009 8:53 pm    Asunto: JESUS-CRISTO ATRACTIVO
Tema: 15. Cristo al centro de la vida sacerdotal
Responder citando

Presentar un Jesús-Cristo:

REAL

VIVE, ACOGE Y ATIENDE A CADA SER CON SU SITUACION ESPECIFICA

CERCANO, HUMANO, AMIGO

FIRME EN SU PALABRA QUE SE MANIFIESTA EN ACCION

RESPETANDO EL LIBRE ALBEDRIO VIVE EN QUIEN LE ABRE SU SER

QUE SE HACE PRESENTE EN EL OTRO


Puntos que quien realice la presentación debe sentir y si es un sacerdote, formador, debe ser IMAGEN de ese Jesús-Cristo, por tanto, comparto la idea de José Mauricio e insisto también en EL EJEMPLO.
Volver arriba
Ver perfil de usuario Enviar mensaje privado
Oscar Piñango
Esporádico


Registrado: 26 Feb 2007
Mensajes: 75
Ubicación: Venezuela

MensajePublicado: Vie Ene 30, 2009 10:25 pm    Asunto:
Tema: 15. Cristo al centro de la vida sacerdotal
Responder citando

¿Le parece adecuado decir que el amor a Cristo debe ser “apasionado”? ¿En qué sentido? ¿No es una exageración?

El Amor a Cristo es, tiene y debe ser apasionado. Sólo de esta manera podremos entender el gran significado que tiene en nuestras vidas. Es apasionado porque en todo se revela el Amor de Dios, desde su creación, Palabra, Cruz y Resurrección, es un amor total, que no se guarda nada, sino que por el contrario, se desborda en bendiciones. Es a través de él que podremos mirarlo y contemplarlo para responderle. Tiene que ser apasionado, porque eso nos lleva a la respuesta personal. No podemos quedarnos inertes e insensibles a un amor tan grande que llena, fortifica y restablece, solo teniendo ese amor en nosotros, estaremos dispuestos a amar. Debe ser apasionado, porque sino, estaríamos frente a una imagen de Dios que nos hemos creado como idea, concepto o ilusión, pero si hemos entendido su esencia, nuestro deber es dejarnos transformar por el, y sobre todo aprender a vivirlo cada día.
No es exagerado amar a Cristo, nunca será suficiente para el amor que el nos da, siempre tendremos oportunidades para crecer, perdonar, amar, entender y sobre todo, cambiar nuestro corazón para sentir esa emoción, tranquilidad, paz, fuerza, sabiduría, compromiso y cercanía que se siente al Amar a plenitud a quien se entregó por nosotros, y se hace presente en la Eucaristía, a ese Dios vivo que está en todos, y que nos anima a seguir adelante.
_________________
Oscar
Jesús mi Camino, Verdad y Vida
Volver arriba
Ver perfil de usuario Enviar mensaje privado MSN Messenger
peedson
Esporádico


Registrado: 19 Nov 2008
Mensajes: 34
Ubicación: Brasília - DF - Brasil

MensajePublicado: Sab Ene 31, 2009 1:15 pm    Asunto: Re: 15. Cristo al centro de la vida sacerdotal
Tema: 15. Cristo al centro de la vida sacerdotal
Responder citando

Otros sacerdotes y seminaristas
- ¿Le parece adecuado decir que el amor a Cristo debe ser “apasionado”? ¿en qué sentido? ¿no es una exageración?
----------------------------------------

Si, creio que la expresión es profundamente adecuada, poes solo un amor pasionado por Jesus pode motivar uno a dar la propia vida por El. Una persona apasionada por otra quer esta sempre cerca de ella, pensa siempre en ella, todo hace para agradarla, inclusive cambiar su propio modo de ser, adaptandose al modo de ella ser. Lo mismo debe acontecer con aquelles que son elegidos por Jesus para serem solo de El. Debemos ser pasionados por Jesus, pensar todo el tiempo en El, todo hacer por causa de El, cambiar nuestro modo ser ser hasta que podamos dicir como San Pablo: vivo, mas ya no soy yo quem vive e si Cristo que vive em mi.
Volver arriba
Ver perfil de usuario Enviar mensaje privado Visitar sitio web del autor
Eduardo Espinosa Vasquez
Nuevo


Registrado: 19 Nov 2008
Mensajes: 24
Ubicación: Bogotá-Colombia

MensajePublicado: Sab Ene 31, 2009 2:14 pm    Asunto: 15. Cristo el centro de la vida sacerdotal
Tema: 15. Cristo al centro de la vida sacerdotal
Responder citando

15. Cristo el centro de la vida sacerdotal

Es muy importante acercar a los formandos a la persona de Jesucristo, pues hay que dejarles bien claro que el seguimiento es a Jesucristo y no al promotor vocacional o al padre que me motivó para ingresar al seminario.

La principal fuente para tener conocimiento de la persona de Jesús es por medio del Santo Evangelio. Es a través de la consulta diaria, de la meditación de la Palabra de Dios, como el joven puede ir entrando en el conocimiento de la persona de Jesús y lógicamente ayudado por medio de la oración personal y comunitaria.

La vivencia de los sacramentos, la confesión frecuente, la asesoría espiritual ayuda lógicamente en ese proceso de acercamiento a la persona de Jesús.

Vale la pena recordar que San Agustín buscaba al Señor fuera de sí, pero al cabo de 32 años vino a descubrir que él estaba en su interior y al encontrarse con él descubrió la alegría fascinante del encuentro.

También Santa Teresa nos recuerda que a quien a Dios tiene nada le falta, solo Dios basta.

Jesús no es una utopía, quien se encuentra verdaderamente con él diariamente y de manera especial en la santa eucaristía encuentra la mejor compañía y el motivo para vivir pleno en esta existencia.
_________________
Fray Eduardo Espinosa Vasquez
_________________
Fray Eduardo Espinosa Vasquez
Volver arriba
Ver perfil de usuario Enviar mensaje privado Enviar email MSN Messenger
Alan Josué Saldaña García
Asiduo


Registrado: 27 Feb 2007
Mensajes: 330
Ubicación: En todo el mundo

MensajePublicado: Sab Ene 31, 2009 3:21 pm    Asunto:
Tema: 15. Cristo al centro de la vida sacerdotal
Responder citando

¿Le parece adecuado decir que el amor a Cristo debe ser “apasionado”? ¿en qué sentido? ¿no es una exageración? No, claro que no es una exageración, el amor de Dios debe ser enorme, apasionado, entregado, absoluto. El amor es la base de la vocación, de la vida misma. Sin amor a Cristo, la formación es totalmente absurda, son materias más y una carrera más, es decir, será un sacerdote mediocre, sin santidad ni sabiduría real, porque sus conocimientos serán vanos, serán teóricos y no vivencias propias, la sabiduría sacerdotal es la vivencia personal y entregada totalmente a Dios, tanto al Dios y al hombre, porque ve a Dios en todo lo que está presente, en toda la creación y especialmente en el mismo prójimo, Dios está a un lado nuestro. Si no hay un amor real y entregado, además de ser un sacerdote mediocre será por otros intereses fuera del amor de Dios y del sacerdocio, poder, riqueza, subordinar, mandar, placeres, vanidad, lujuria entre muchas más inmoralidades que un formando puede tener planeadas por dentro y por fuera ser el mejor seminarista en las clases y en los apostolados, dando una doble cara para “quedar bien” pero sin amor real y entregado en su corazón. Por lo que ya consagrado a Dios todas esas características únicas y entregas que tenia quedaran atrás, es muy fácil ver y conocer el entregado por amor a Dios , quien se entrega de verdad y quien está por otros intereses, es muy triste por experiencia personal, ver como los formadores permiten esto, se hacen los ciegos por tener más número de sacerdotes en su diócesis o congregaciones, es de verdad una tristeza, yo me quedaría con lo dijeron dos papas, Juan Pablo I: No hay escases de sacerdotes, porque un sacerdote es un Cristo, cuantos Cristos reales como él pueden haber, estamos los mejores. Benedicto XVI: Prefiero tener una pequeña IGLESIA santa entregada al amor a Dios, que una enorme Iglesia que no viva ni conozca a Dios. Es verdad que somos una Iglesia de pecadores, pero lo que se refiere el Papa es claro, somos una Iglesia un grupo de personas consagradas y laicas que son pecadores pero desean vivir y sentir el amor de Dios, ser mejores, no aprovecharse de ese amor y de los demás. Para mí la escases de vocaciones claras, son esas, por experiencia propia vi irse a buenos jóvenes que amaban de verdad a Dios por culpa de pésimos formadores que protegían a seminaristas que buscaban intereses fuera de lo normal, se la pasaban viendo inmoralidades en los medios del internet y televisión y buscaban lujurias en las universidades, eso es lo que desea la Iglesia de futuros sacerdotes, sacerdotes que buscan otras cosas, que en un futuro serán la crítica y vergüenza. Creo que lo mejor es vivir intensamente a Dios amarlo, y que los formadores sean sinceros y vivan pero de verdad, ya, ellos mismos ese amor profundo viendo quien está por amor y servicio y quien por otro intereses, muchas veces para huir y resguardarse del mundo exterior por sus problemas de identidad sexual, algo que hoy en día está pasando tremendamente en los seminarios y la mayoría de los jóvenes que quieren vivir y viven a Dios al entrar salen asustados. Porque los molestan o ven cada cosa de los formandos y de los mismos formadores que lo permiten se ciegan o participan. Ser sacerdote es exactamente lo que he leído en este curso, en esta sesión, es ser un hombre que ama apasionadamente a Dios, lo vive, lo experimenta, no es solo un acto de fe, que cree y viven lo que no ve ni siente, sino ve el rostro de Cristo, lo vive, y lo siente. Puede hablar, platicar, ver y estar con su Padre y enseñárselo a los demás, cuando ve uno a Cristo reflejado es ahí cuando realmente se está haciendo un sacerdote de Cristo y se está representando bien, es decir, es realmente Cristo mismo.
_________________
DIOS es AMOR y ha creado al Hombre por AMOR y para AMAR. He aquí la formula de la PAZ que el MUNDO busca AMAR A DIOS Y AL PROJIMO

www.EducarEsAmar.tk www.Videos-Katholikos.tk
Volver arriba
Ver perfil de usuario Enviar mensaje privado Enviar email Visitar sitio web del autor
rodrigofcleon
Esporádico


Registrado: 20 Nov 2008
Mensajes: 43

MensajePublicado: Lun Feb 02, 2009 5:16 am    Asunto: 15. Cristo al centro de la vida sacerdotal.
Tema: 15. Cristo al centro de la vida sacerdotal
Responder citando

¡VTR!

Estimados todos:

"Frecuentemente, la primera experiencia profunda de conocimiento y contacto íntimo con Cristo hace brotar en el recién llegado un torrente de afectos, incluso sensibles. Cuidado. Son genuinos y nobles, pero no podemos dar por alcanzado el amor, el amor maduro que lleva a la entrega real".
Comentario: Coincido con esta frase. Hay que ayudarle a nuestros hermanos a que vean esos sentimientos no como un fin, sino como un medio que les permitirá crecer en el amor a Cristo. Muchos, desgraciadamente, se estancan en el sentimiento, mismo que con el tiempo se apaga y entonces vuelve la oscuridad espiritual, por ello debemos esforzarnos por ser hombres que amemos a Dios no por el sentimieno, sino por la voluntad, por ese 'querer amar' aunque a veces los sentimientos no nos ayuden... Si los sentimientos nos ayudan, gracias a Dios y ¡bienvenidos! Si no nos ayudan, no pasa nada, tenemos algo más fuerte que es la voluntad, pero sobre todo, la gracia de Dios, para seguir perseverando en el amor...

¿Cómo presentar hoy un "Cristo atractivo" a los hombres? Yo creo que se necesitan dos cosas. Primero, presentarlo tal y como es: sencillo, humilde, amigo, exigente, caritativo, etc. Segundo, ayudar a que las personas abran su corazón y busquen con sinceridad conocer a Cristo. Pero no olvidemos que más que estas dos cosas, se necesita la gracia de Dios, así que pidamos eso en nuestra oración.

_________________
Afectísimo en Cristo,
Rodrigo Fernández de Castro De León
REGNUM CHRISTI
MÉXICO
Volver arriba
Ver perfil de usuario Enviar mensaje privado MSN Messenger
Galdino Pérez
Esporádico


Registrado: 20 Nov 2008
Mensajes: 26

MensajePublicado: Lun Feb 02, 2009 10:44 pm    Asunto:
Tema: 15. Cristo al centro de la vida sacerdotal
Responder citando

- ¿Le parece adecuado decir que el amor a Cristo debe ser “apasionado”? ¿en qué sentido? ¿no es una exageración?
Cuando escucho hablar del amor apasionado a Cristo me viene a la memoria San Pablo. El Apóstol de los gentiles, después del encuentro con Cristo Resucitado, fue un apóstol apasionado, a tal grado de decir, “ya no soy el vive, es Cristo quien vive en mí”. Todo empezó con el encuentro con Cristo. El seminarista tiene que tener este encuentro para ser un discípulo apasionado al estilo de Pablo. El encuentro es la experiencia de Dios, la convivencia familiar con Dios diariamente. Si existe este encuentro entonces será un sacerdote que dé la vida por sus ovejas al estilo de Cristo, si no, querrá que sus ovejas den la vida por él. No es, por tanto una exageración decir que el seminarista debe ser apasionado, ojalá que todos lo fueran juntamente con todos nosotros los sacerdotes.
Volver arriba
Ver perfil de usuario Enviar mensaje privado
Galdino Pérez
Esporádico


Registrado: 20 Nov 2008
Mensajes: 26

MensajePublicado: Lun Feb 02, 2009 10:45 pm    Asunto:
Tema: 15. Cristo al centro de la vida sacerdotal
Responder citando

- ¿Le parece adecuado decir que el amor a Cristo debe ser “apasionado”? ¿en qué sentido? ¿no es una exageración?
Cuando escucho hablar del amor apasionado a Cristo me viene a la memoria San Pablo. El Apóstol de los gentiles, después del encuentro con Cristo Resucitado, fue un apóstol apasionado, a tal grado de decir, “ya no soy el vive, es Cristo quien vive en mí”. Todo empezó con el encuentro con Cristo. El seminarista tiene que tener este encuentro para ser un discípulo apasionado al estilo de Pablo. El encuentro es la experiencia de Dios, la convivencia familiar con Dios diariamente. Si existe este encuentro entonces será un sacerdote que dé la vida por sus ovejas al estilo de Cristo, si no, querrá que sus ovejas den la vida por él. No es, por tanto una exageración decir que el seminarista debe ser apasionado, ojalá que todos lo fueran juntamente con todos nosotros los sacerdotes.
Volver arriba
Ver perfil de usuario Enviar mensaje privado
rodrigofcleon
Esporádico


Registrado: 20 Nov 2008
Mensajes: 43

MensajePublicado: Lun Feb 02, 2009 11:04 pm    Asunto: Cuando Jesús llama.
Tema: 15. Cristo al centro de la vida sacerdotal
Responder citando

¡VTR!
Estimados todos:

Quisiera compartir con ustedes este artículo del Vicario General de la Diócesis de Aguascalientes (México). Espero que lo disfruten.



TÍTULO: CUANDO JESÚS LLAMA.
AUTOR: RIGOBERTO RUÍZ PALOS - VICARIO GRAL. DIÓCESIS AGUASCALIENTES

Frente a sus apóstoles que querían saber quién era el más importante, Jesús llamó a un niño. El niño miró que lo llamaba. Volvió la vista a todas partes, ¿era otro a quien Jesús llamaba? No había alguien más. La llamada era para él, sólo para él. En los claros ojos del Maestro, había un brillo bañado de paz, de luz y de ternura, era para él, sí, él era el objeto de su sonrisa, de su gesto amable, cuando le decía “Ven” Jesús era respetuoso de la libertad del hombre. En la vocación se conjuga la llamada y la respuesta, el regalo y la aceptación del mismo. Pero debo decirles que en definitiva la llamada lo decide casi todo. “El niño corre hacia ti si le presentas unas nueces”, decía Agustín de Hipona. Cuando el hombre hecho para la belleza, la bondad, la verdad, la vida, la felicidad, se encuentra con el dador de todas ellas, no puede sino decir sí. El niño del que hablo sintió de pronto miedo. ¿Debería huir o asentir a la llamada? Entra siempre en juego la libertad y le tocaba decidir. Jesús será siempre respetuoso de la libertad y dirá un día al muchacho rico: “Si quieres ser perfecto…”. El niño comprendió que debía fiarse.

Toda vocación -sobre todo el sacerdocio- nace así. No es fruto de un raciocinio, no se trata del discernimiento entre qué es lo que más conviene, de manera egoísta, el hombre no se pregunta si puede sacar una buena tajada, si es posible lograr un alto estrato social; al contrario, el muchacho se pregunta si será lo suficientemente generoso. Hace tiempo leí, que el sacerdote es expropiado para el bien común. Creo que es esto lo que Jesús decía: “Si algún no deja sus bienes: su padre, su madre, más aún a sí mismo, no puede ser mi discípulo”. Es preciso cargar la cruz de cada día y seguirlo. Urge seguirlo como Pedro y Andrés, como Santiago y Juan, dejar sus viejas redes, el viejo oficio, quedará como recuerdo de su vida, el pañuelito blanco con que su madre le despidió una mañana cuando partía en el camión de su pueblo.

Para responder a su llamada debe renunciar, sabiéndolo bien, a una esposa y a unos hijos que pudieron ser suyos; esto es renunciar ya a sí mismo, para ser el hombre para todos, porque se le encomiendan los que más sufren, los que más necesitan de consolidación, de ser confortados…

El muchacho que quiere ser sacerdote piensa dolorosamente, si bastará para responder su pequeña capacidad de amar, si es posible decir de veras su sí con esa su manera concreta y humanista de amar, siendo frágil barro al fin, si sabrá responder a la gracia que está seguro nunca faltará.

San Pablo vivía una tristeza, que él llamaba en griego -thlipsis-, sufrimiento pastoral. Para él significaba el sufrimiento de que fuera su conducta, su palabra, su gesto, su temperamento un obstáculo, en lugar de ser un elemento que llevara a los demás a Jesús. Quizá la tristeza más honda de un sacerdote sea, no su trabajo, no su soledad, sino eso precisamente, el saber que algo suyo puede en lugar de llevar a los hombres a Dios, apartarlos de Él. ¿Cuándo las ovejas busquen al pastor, encontrarán en él a un lobo? ¿Quién lo sabe?

El sacerdote tiene la certeza de que Dios puede llenar el corazón más que cualquier otra criatura, se sabe amado porque ha sido elegido para quedarse ahí en la fuente de las aguas. Y sin embargo, sufre. La misma respuesta a la llamada no es fruto de un gusto, de una decisión personal, lo sabe bien, es una gracia, toda la iniciativa nace de Dios. San Juan afirma tajantemente: “Él nos amó primero”, es un regalo, un don que ni siquiera ha podido pedir, menos merecer. Tiene a su mano decidir, embarcarse o no, en la amistad y misión de Jesús.

Muchas vocaciones vienen al hombre en la más tierna infancia. Sólo los limpios de corazón pueden entrar en sincronía con la pureza de Jesús. “Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios”. Y el niño del Evangelio veía a Dios en los ojos de Jesús. Los hombres manchados por el lodo de su orgullo, de su soberbia, de su inflada sabiduría, de su posesiva lujuria, podrán decir que Jesús estaba loco, que estaba endemoniado. Los ojos del niño comprendieron que en él estaba la fuente de la vida, que por él todas las cosas estaban bien hechas, que sólo Él era el refugio de la paz. Ya comprenderán ustedes que no se trata de que el niño haya hecho todos estos razonamientos, sino que miró a Jesús, que le miraba, y comprendió que Él era su gozo, el único que podía colmar su desvalida existencia.

Por este mundo de colores, por esta primavera florecida, por este cielo sin nubes y por ese sol que quita todo frío y que elimina toda vida, es preciso jugárselo todo. “Todo fue creado por él y para él, y sin él nada existiría de cuanto existe”. Como una barrita de meta es atraída por el imán, el niño se percibió volviéndose a Jesús. Lo mismo le pasa al sacerdote. Y comprendió que ya todo puede perderse con tal de no perder el tesoro escondido en el corazón de Jesús, la perla preciosa que enriquece de una vez para siempre nuestra pobreza. El amor de Jesús se inclina a nosotros que nos sentimos y somos realmente muy poca cosa. Y decir sí, parece lo más obvio. “Si no es a ti, a quién podríamos ir”. Sólo tu palabra ilumina nuestra vida, sólo por ti comprendemos quién es Dios y quién es el hombre, de dónde hemos venido y a dónde vamos. Sin ti el hombre es como un pobre viajero perdido en el desierto. Y junto con la decisión de seguirle, siente el aguijón de una tristeza: muchos hombres no han comprendido a Jesús. Muchos hombres caminan a ciegas y es preciso darles una mano que les enderece el camino de la vida. La vocación y la misión del sacerdote, nace al mismo tiempo de la misma fuente.

El sacerdote ha optado por Jesús y acaba entregándole todo, aunque después puede llorar el haberse reservado algunas cosas. Pero Jesús es capaz de hacerle cada día más generoso.

Rueguen al Dueño de la mies, que mande más y mejores obreros a recogerla.

_________________
Afectísimo en Cristo,
Rodrigo Fernández de Castro De León
REGNUM CHRISTI
MÉXICO
Volver arriba
Ver perfil de usuario Enviar mensaje privado MSN Messenger
rodrigofcleon
Esporádico


Registrado: 20 Nov 2008
Mensajes: 43

MensajePublicado: Lun Feb 02, 2009 11:05 pm    Asunto: Cuando Jesús llama.
Tema: 15. Cristo al centro de la vida sacerdotal
Responder citando

¡VTR!
Estimados todos:

Quisiera compartir con ustedes este artículo del Vicario General de la Diócesis de Aguascalientes (México). Espero que lo disfruten.



TÍTULO: CUANDO JESÚS LLAMA.
AUTOR: RIGOBERTO RUÍZ PALOS - VICARIO GRAL. DIÓCESIS AGUASCALIENTES

Frente a sus apóstoles que querían saber quién era el más importante, Jesús llamó a un niño. El niño miró que lo llamaba. Volvió la vista a todas partes, ¿era otro a quien Jesús llamaba? No había alguien más. La llamada era para él, sólo para él. En los claros ojos del Maestro, había un brillo bañado de paz, de luz y de ternura, era para él, sí, él era el objeto de su sonrisa, de su gesto amable, cuando le decía “Ven” Jesús era respetuoso de la libertad del hombre. En la vocación se conjuga la llamada y la respuesta, el regalo y la aceptación del mismo. Pero debo decirles que en definitiva la llamada lo decide casi todo. “El niño corre hacia ti si le presentas unas nueces”, decía Agustín de Hipona. Cuando el hombre hecho para la belleza, la bondad, la verdad, la vida, la felicidad, se encuentra con el dador de todas ellas, no puede sino decir sí. El niño del que hablo sintió de pronto miedo. ¿Debería huir o asentir a la llamada? Entra siempre en juego la libertad y le tocaba decidir. Jesús será siempre respetuoso de la libertad y dirá un día al muchacho rico: “Si quieres ser perfecto…”. El niño comprendió que debía fiarse.

Toda vocación -sobre todo el sacerdocio- nace así. No es fruto de un raciocinio, no se trata del discernimiento entre qué es lo que más conviene, de manera egoísta, el hombre no se pregunta si puede sacar una buena tajada, si es posible lograr un alto estrato social; al contrario, el muchacho se pregunta si será lo suficientemente generoso. Hace tiempo leí, que el sacerdote es expropiado para el bien común. Creo que es esto lo que Jesús decía: “Si algún no deja sus bienes: su padre, su madre, más aún a sí mismo, no puede ser mi discípulo”. Es preciso cargar la cruz de cada día y seguirlo. Urge seguirlo como Pedro y Andrés, como Santiago y Juan, dejar sus viejas redes, el viejo oficio, quedará como recuerdo de su vida, el pañuelito blanco con que su madre le despidió una mañana cuando partía en el camión de su pueblo.

Para responder a su llamada debe renunciar, sabiéndolo bien, a una esposa y a unos hijos que pudieron ser suyos; esto es renunciar ya a sí mismo, para ser el hombre para todos, porque se le encomiendan los que más sufren, los que más necesitan de consolidación, de ser confortados…

El muchacho que quiere ser sacerdote piensa dolorosamente, si bastará para responder su pequeña capacidad de amar, si es posible decir de veras su sí con esa su manera concreta y humanista de amar, siendo frágil barro al fin, si sabrá responder a la gracia que está seguro nunca faltará.

San Pablo vivía una tristeza, que él llamaba en griego -thlipsis-, sufrimiento pastoral. Para él significaba el sufrimiento de que fuera su conducta, su palabra, su gesto, su temperamento un obstáculo, en lugar de ser un elemento que llevara a los demás a Jesús. Quizá la tristeza más honda de un sacerdote sea, no su trabajo, no su soledad, sino eso precisamente, el saber que algo suyo puede en lugar de llevar a los hombres a Dios, apartarlos de Él. ¿Cuándo las ovejas busquen al pastor, encontrarán en él a un lobo? ¿Quién lo sabe?

El sacerdote tiene la certeza de que Dios puede llenar el corazón más que cualquier otra criatura, se sabe amado porque ha sido elegido para quedarse ahí en la fuente de las aguas. Y sin embargo, sufre. La misma respuesta a la llamada no es fruto de un gusto, de una decisión personal, lo sabe bien, es una gracia, toda la iniciativa nace de Dios. San Juan afirma tajantemente: “Él nos amó primero”, es un regalo, un don que ni siquiera ha podido pedir, menos merecer. Tiene a su mano decidir, embarcarse o no, en la amistad y misión de Jesús.

Muchas vocaciones vienen al hombre en la más tierna infancia. Sólo los limpios de corazón pueden entrar en sincronía con la pureza de Jesús. “Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios”. Y el niño del Evangelio veía a Dios en los ojos de Jesús. Los hombres manchados por el lodo de su orgullo, de su soberbia, de su inflada sabiduría, de su posesiva lujuria, podrán decir que Jesús estaba loco, que estaba endemoniado. Los ojos del niño comprendieron que en él estaba la fuente de la vida, que por él todas las cosas estaban bien hechas, que sólo Él era el refugio de la paz. Ya comprenderán ustedes que no se trata de que el niño haya hecho todos estos razonamientos, sino que miró a Jesús, que le miraba, y comprendió que Él era su gozo, el único que podía colmar su desvalida existencia.

Por este mundo de colores, por esta primavera florecida, por este cielo sin nubes y por ese sol que quita todo frío y que elimina toda vida, es preciso jugárselo todo. “Todo fue creado por él y para él, y sin él nada existiría de cuanto existe”. Como una barrita de meta es atraída por el imán, el niño se percibió volviéndose a Jesús. Lo mismo le pasa al sacerdote. Y comprendió que ya todo puede perderse con tal de no perder el tesoro escondido en el corazón de Jesús, la perla preciosa que enriquece de una vez para siempre nuestra pobreza. El amor de Jesús se inclina a nosotros que nos sentimos y somos realmente muy poca cosa. Y decir sí, parece lo más obvio. “Si no es a ti, a quién podríamos ir”. Sólo tu palabra ilumina nuestra vida, sólo por ti comprendemos quién es Dios y quién es el hombre, de dónde hemos venido y a dónde vamos. Sin ti el hombre es como un pobre viajero perdido en el desierto. Y junto con la decisión de seguirle, siente el aguijón de una tristeza: muchos hombres no han comprendido a Jesús. Muchos hombres caminan a ciegas y es preciso darles una mano que les enderece el camino de la vida. La vocación y la misión del sacerdote, nace al mismo tiempo de la misma fuente.

El sacerdote ha optado por Jesús y acaba entregándole todo, aunque después puede llorar el haberse reservado algunas cosas. Pero Jesús es capaz de hacerle cada día más generoso.

Rueguen al Dueño de la mies, que mande más y mejores obreros a recogerla.

_________________
Afectísimo en Cristo,
Rodrigo Fernández de Castro De León
REGNUM CHRISTI
MÉXICO
Volver arriba
Ver perfil de usuario Enviar mensaje privado MSN Messenger
Juan José Rodríguez Mesa
Esporádico


Registrado: 17 Nov 2008
Mensajes: 38
Ubicación: Manizales, Colombia

MensajePublicado: Mie Feb 04, 2009 3:49 am    Asunto:
Tema: 15. Cristo al centro de la vida sacerdotal
Responder citando


Formadores

- ¿Cómo ayudar a los seminaristas esta posible dificultad: “para algunos el amor a Cristo parece algo ilusorio, etéreo; algo que no llena su deseo de amar, de ser amado, de sentir afecto, de sentirse acompañado y consolado”?


Estimados hermanos y hermanas que participan en este foro:

Presento algunos puntos que considero responden a la pregunta y al mensaje de la lectura del presente tema. Además, en la práxis de mi seminario creo que para ayudar a los seminaristas en el amor a Cristo es importante...

1. Invitarlos a conocer a Cristo pero no sólo de modo teórico sino experiencialmente, en su propia cotidianidad o historia personal de vida, en la práctica de los sacramentos y a través del acompañamiento espiritual.

2. Explicarles que el amor es mucho más que una emoción o el aprecio vago de una persona.

3. Motivarlos a orar con frecuencia y ojalá dedicando algún espacio durante la jornada para ir de manera personal a orar ante el Santísimo para ejercitarse en al amor a Dios y al prójimo después; del amor nace el celo apostólico.

(Ahora que comenzamos un nuevo año de actividades con los seminaristas de mi comunidad les he propuesto con absoluta libertad que antes de terminar la jornada de cada día vayamos al santísimo con el fin de hacer un momento de oración personal y de este modo cultivar el amor a Cristo, y me ha llamado la atención positivamente que todas las noches van al oratorio y hacen su momento de oración personal con toda libertad y no por imposición, según el momento que se acomoda a su horario personal y al del seminario).

4. Exhortar a vivir la castidad no como una renuncia sino como una entrega o compromiso para amar a todos con el corazón de Cristo.

5. Enseñarles a enamorarse de Cristo quien se presenta atrayente por un amor tan especial que llena de sentido la vida del ser humano porque llega a ser tan grande que pasa por el sacrificio.
Volver arriba
Ver perfil de usuario Enviar mensaje privado Enviar email MSN Messenger
Juan Carlos Soto Siovil
Esporádico


Registrado: 24 Nov 2008
Mensajes: 39
Ubicación: puno -peru

MensajePublicado: Jue Feb 05, 2009 2:10 pm    Asunto: Cristo centro de la vida sacerdotal
Tema: 15. Cristo al centro de la vida sacerdotal
Responder citando

Si bien es cierto cuando amamos a Cristo lo tenemos que hacer de una manera de total entrega a El y a su mensaje , bueno sobre todo como digo a su persona y en este sentido pienso que debe convertirse en un amor apasionado es decir que haga que yo pueda llegar a decir ya soy yo quien vive es cristo quien vive en mi; no se si puedo utilizar la expresion "esponsal" creo que debe ser un amor esponsan, el cual se entrega totalmente al amado como el esposo a su esposa y visceversa.
No me parece que sea una exageracion pues si alguien me amo y como Cristo que me amo primero yo debo lo minimo que debo hacer es responder a ese amor y responderle desde mi busqueda y mi entrega total en el camino hacia el sacerdocio o en mi camino como sacerdote o religioso. Dios nos amo primero y ya no nos llamo siervos sino amigos y el amigo sabe lo que hace su amigo su amado de tal forma que esa relacion especial con el Señor debe fundarse en el cariño que el pastor da a su rebaño
Hno juan carlos soto siovil
Volver arriba
Ver perfil de usuario Enviar mensaje privado Enviar email Yahoo Messenger MSN Messenger
INESGLZZ
Asiduo


Registrado: 28 Sep 2006
Mensajes: 108

MensajePublicado: Jue Feb 05, 2009 3:07 pm    Asunto:
Tema: 15. Cristo al centro de la vida sacerdotal
Responder citando

¿Cómo presentar hoy un “Cristo atractivo” a los hombres?
Presentando a un Cristo real con un amor apasionado hacia los hombres, un Cristo que no importa la tecnologia ni el avance de la ciencia sigue siendo el mismo, el que ama y obedece al padre, el que dio la vida por nosotros sus hermanos y amigos.
Presentar a un Cristo amoroso pero al mismo tiempo real que existe y que para poder comprender debemos inmiscuirnos en su vida, muerte y resurreccion, tener presente este misterio hara que Cristo sea mas atractivo.
Volver arriba
Ver perfil de usuario Enviar mensaje privado
Jacobo Ventura Pérez
Esporádico


Registrado: 21 Jun 2008
Mensajes: 43
Ubicación: Tampico Tamaulipas

MensajePublicado: Vie Feb 06, 2009 5:00 am    Asunto: Respuestas de lección 15
Tema: 15. Cristo al centro de la vida sacerdotal
Responder citando

15. Cristo al centro de la vida sacerdotal

1.- ¿Cómo presentar hoy un “Cristo atractivo” a los hombres?

R.- En definitiva, es necesario que los formadores:

Sepan mostrar al Cristo que los Evangelios nos muestran. El culmen de su amor; su adhesión conciente y amorosa a la cruz, asimismo su abnegación para cumplir la voluntad de su Padre.

1º Tengan la habilidad de mostrar a Dios en todos los detalles de nuestra vida cotidiana (en nuestro prójimo de la oficina, la fábrica, el supermercado, familiares, en la naturaleza, etc.). Dios es amor, él nos creo a su imagen y semejanza, y como tal debemos verlo en nuestros semejantes así como en todas las obras creadas por él.

2º Enseñen a orar a sus formandos, así como Jesús enseñó a sus discípulos. Somos cuerpo y espíritu, y como tal sentimos la necesidad de expresar nuestros sentimientos, en forma de conversación, exponerle puntos de vista, hacerle preguntas concretas, o gozar de su compañía. Lo cual no es muy diferente a como lo hacemos con las personas que mas amamos, amigos o compañeros de trabajo.

3º Desarrollar conciencia en Dios, esto es dedicándole nuestros (actos), éxitos y penas del día, como un sacrificio personal. De esta forma nos acercaremos más a él, en una relación más íntima y profunda.

4º Redescubrir el sentido de Eternidad. Durante nuestro diario acontecer (ambiente familiar, laboral, espiritual, etc.) nos surgen problemas diversos, en ocasiones tropezamos, pero no nos desanimamos ya que representan pruebas que requerimos para poder crecer espiritualmente.
2 Co 4, 17-18 No se pueden equiparar esas ligeras pruebas que pasan aprisa con el valor formidable de la gloria eterna que se nos está preparando. Nosotros, pues, no nos fijamos en lo que se ve, sino en lo que no se ve; porque las cosas visibles duran un momento, pero las invisibles son para siempre.

Seguir a Cristo significa dolor, sufrimiento y abnegación. Sí, significa todo esto más la salvación eterna. Ejemplo de ello San Felipe de Jesús, mártir.
Lucas 9, 23-26 "Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame. Porque quien quiera salvar su vida, la perderá; pero quien pierda su vida por mí, ése la salvará. Pues, ¿de qué le sirve al hombre haber ganado el mundo entero, si él mismo se pierde o se arruina? Porque quien se avergüence de mí y de mis palabras, de ése se avergonzará el Hijo del hombre, cuando venga en su gloria, en la de su Padre y en la de los santos ángeles.



Me despido


Cordialmente



La Paz de Cristo sea contigo.
_________________
Ventura
Volver arriba
Ver perfil de usuario Enviar mensaje privado MSN Messenger
bonny
Esporádico


Registrado: 13 Nov 2008
Mensajes: 39

MensajePublicado: Lun Feb 09, 2009 5:25 am    Asunto: Resp
Tema: 15. Cristo al centro de la vida sacerdotal
Responder citando

Muchas gracias a rodrigofcleon por el articulo que publica, son palabras llenas de pasion por Jesus Cool
Volver arriba
Ver perfil de usuario Enviar mensaje privado Enviar email
bonny
Esporádico


Registrado: 13 Nov 2008
Mensajes: 39

MensajePublicado: Mar Feb 10, 2009 5:27 am    Asunto: Resp
Tema: 15. Cristo al centro de la vida sacerdotal
Responder citando

¿Cómo presentar hoy un “Cristo atractivo” a los hombres Question


Arrow Imposible hacerlo nosotros, es mas bien trabajo del Espíritu Santo, por medio de El, Dios se presenta así mismo como el Único, te motiva, te forma y te lleva a un estado tal de amor entre dos, que el encanto que emanas se vuelve irresistible a los demás, se sirve de uno como instrumento, se presenta con tus palabras y en tus actos y en todo lo que humanamente podemos ofrecerle a la Gracia para que esta actúe por medio de nosotros.

Podemos decir mil veces lo hermoso que es, lo bondadoso y lo mucho que nos ama, pero no habria nada trascendente si la Gracia no esta en nosotros

Wink
Volver arriba
Ver perfil de usuario Enviar mensaje privado Enviar email
bonny
Esporádico


Registrado: 13 Nov 2008
Mensajes: 39

MensajePublicado: Mar Feb 10, 2009 5:28 am    Asunto: Resp
Tema: 15. Cristo al centro de la vida sacerdotal
Responder citando

¿Cómo presentar hoy un “Cristo atractivo” a los hombres Question


Arrow Imposible hacerlo nosotros, es mas bien trabajo del Espíritu Santo, por medio de El, Dios se presenta así mismo como el Único, te motiva, te forma y te lleva a un estado tal de amor entre dos, que el encanto que emanas se vuelve irresistible a los demás, se sirve de uno como instrumento, se presenta con tus palabras y en tus actos y en todo lo que humanamente podemos ofrecerle a la Gracia para que esta actúe por medio de nosotros.

Podemos decir mil veces lo hermoso que es, lo bondadoso y lo mucho que nos ama, pero no habria nada trascendente si la Gracia no esta en nosotros

Wink
Volver arriba
Ver perfil de usuario Enviar mensaje privado Enviar email
Sergio Héctor Casas Silva
Esporádico


Registrado: 16 Feb 2007
Mensajes: 31

MensajePublicado: Jue Feb 12, 2009 8:58 pm    Asunto: Pienso que...
Tema: 15. Cristo al centro de la vida sacerdotal
Responder citando

- ¿Le parece adecuado decir que el amor a Cristo debe ser “apasionado”? ¿en qué sentido? ¿no es una exageración?

No me parece exagerada la expresión de amar a Cristo con pasión entendiendo ese amor como un amor efectivo, que ponga primero la Voluntad de Dios a la propia.

"Vosotros sóis mis amigos si hacéis lo que yo os mando".

"Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente..."
Volver arriba
Ver perfil de usuario Enviar mensaje privado
marta aguirre
Esporádico


Registrado: 11 Feb 2007
Mensajes: 83

MensajePublicado: Dom Feb 15, 2009 6:03 am    Asunto: 15. Cristo al centro de la vida sacerdotal
Tema: 15. Cristo al centro de la vida sacerdotal
Responder citando

Formadores
- ¿Cómo ayudar a los seminaristas esta posible dificultad: “para algunos el amor a Cristo parece algo ilusorio, etéreo; algo que no llena su deseo de amar, de ser amado, de sentir afecto, de sentirse acompañado y consolado”?

Otros sacerdotes y seminaristas
- ¿Le parece adecuado decir que el amor a Cristo debe ser “apasionado”? ¿en qué sentido? ¿no es una exageración?

Otros participantes
- ¿Cómo presentar hoy un “Cristo atractivo” a los hombres?

Cristo nos vino a enseñar EL AMOR MISERICORDIOSO, un amor sin medidas no especulaciones, un amor que se entrega totalmente por el hermano, amigo, ser humano, un amor que no lleva cuenta del daño y siempre perdona y ama sin condiciones, como la Trinidad Santa nos ama. Nosotros como seres humanos, no podemos amar asi, solo Cristo Jesús que apaleado, despreciado, colgado de la Cruz, tiene el valor de decir: "Padre perdonalos que no saben lo que hacen", sabiendo que en la última cena ya habia dado su cuerpo y sangre, representado por el pan y el vino para que podamos seguir sus pasos.
El sacerdote que confia plenamente en el AMOR MISERICORDIOSO y se entrega a la Eucaristia en cuerpo y alma será bendecido eternamente por la Trinidad Santa....La Misa es la bendicion más grande que pueda tener un ser humano, comprender este sagrado misterio hará del sacerdote un Cristo, vivo y Resucitado capaz de entregarse en cada Eucaristia a sus hermanos/as con infinito amor. Amén
_________________
con verdad no ofendo ni temo
Volver arriba
Ver perfil de usuario Enviar mensaje privado MSN Messenger
marta aguirre
Esporádico


Registrado: 11 Feb 2007
Mensajes: 83

MensajePublicado: Dom Feb 15, 2009 6:03 am    Asunto: 15. Cristo al centro de la vida sacerdotal
Tema: 15. Cristo al centro de la vida sacerdotal
Responder citando

Formadores
- ¿Cómo ayudar a los seminaristas esta posible dificultad: “para algunos el amor a Cristo parece algo ilusorio, etéreo; algo que no llena su deseo de amar, de ser amado, de sentir afecto, de sentirse acompañado y consolado”?

Otros sacerdotes y seminaristas
- ¿Le parece adecuado decir que el amor a Cristo debe ser “apasionado”? ¿en qué sentido? ¿no es una exageración?

Otros participantes
- ¿Cómo presentar hoy un “Cristo atractivo” a los hombres?

Cristo nos vino a enseñar EL AMOR MISERICORDIOSO, un amor sin medidas no especulaciones, un amor que se entrega totalmente por el hermano, amigo, ser humano, un amor que no lleva cuenta del daño y siempre perdona y ama sin condiciones, como la Trinidad Santa nos ama. Nosotros como seres humanos, no podemos amar asi, solo Cristo Jesús que apaleado, despreciado, colgado de la Cruz, tiene el valor de decir: "Padre perdonalos que no saben lo que hacen", sabiendo que en la última cena ya habia dado su cuerpo y sangre, representado por el pan y el vino para que podamos seguir sus pasos.
El sacerdote que confia plenamente en el AMOR MISERICORDIOSO y se entrega a la Eucaristia en cuerpo y alma será bendecido eternamente por la Trinidad Santa....La Misa es la bendicion más grande que pueda tener un ser humano, comprender este sagrado misterio hará del sacerdote un Cristo, vivo y Resucitado capaz de entregarse en cada Eucaristia a sus hermanos/as con infinito amor. Amén
Marta Aguirre
_________________
con verdad no ofendo ni temo
Volver arriba
Ver perfil de usuario Enviar mensaje privado MSN Messenger
vicentearcila
Nuevo


Registrado: 18 Nov 2008
Mensajes: 21
Ubicación: marinilla. colombia

MensajePublicado: Mar Feb 17, 2009 9:56 pm    Asunto: respuesta
Tema: 15. Cristo al centro de la vida sacerdotal
Responder citando

TEMA 15.
- ¿Le parece adecuado decir que el amor a Cristo debe ser “apasionado”? ¿en qué sentido? ¿no es una exageración?
No ya que el centro de la vida de todo cristiano debe ser el amor a Cristo y cuando el amor a Cristo es apasionado, es un amor fuerte, un amor que muestra lo que realmente se ama.
Y no es una exageración ya que si se ama a Cristo de una manera a apasionada la vida del sacerdote tendrá más sentido y será una vida de mas entrega tanto a Dios como al prójimo que es el mismo Cristo encarnado en los otros.
_________________
VICENTE ARCILA.
SEMINARISTA.
SEMINARIO DIOCESANO NUESTRA SEÑORA
MARINILLA. ANT. COL.
Volver arriba
Ver perfil de usuario Enviar mensaje privado Enviar email Visitar sitio web del autor MSN Messenger
vicentearcila
Nuevo


Registrado: 18 Nov 2008
Mensajes: 21
Ubicación: marinilla. colombia

MensajePublicado: Mar Feb 17, 2009 9:57 pm    Asunto: respuesta
Tema: 15. Cristo al centro de la vida sacerdotal
Responder citando

TEMA 15.
- ¿Le parece adecuado decir que el amor a Cristo debe ser “apasionado”? ¿en qué sentido? ¿no es una exageración?
No ya que el centro de la vida de todo cristiano debe ser el amor a Cristo y cuando el amor a Cristo es apasionado, es un amor fuerte, un amor que muestra lo que realmente se ama.
Y no es una exageración ya que si se ama a Cristo de una manera a apasionada la vida del sacerdote tendrá más sentido y será una vida de mas entrega tanto a Dios como al prójimo que es el mismo Cristo encarnado en los otros.
_________________
VICENTE ARCILA.
SEMINARISTA.
SEMINARIO DIOCESANO NUESTRA SEÑORA
MARINILLA. ANT. COL.
Volver arriba
Ver perfil de usuario Enviar mensaje privado Enviar email Visitar sitio web del autor MSN Messenger
Mostrar mensajes de anteriores:   
Publicar nuevo tema   Responder al tema    Foros de discusión -> Curso: La Formación Integral del Sacerdote Todas las horas son GMT
Ir a página 1, 2  Siguiente
Página 1 de 2

 
Cambiar a:  
Puede publicar nuevos temas en este foro
No puede responder a temas en este foro
No puede editar sus mensajes en este foro
No puede borrar sus mensajes en este foro
No puede votar en encuestas en este foro


Powered by phpBB © 2001, 2007 phpBB Group
© 2007 Catholic.net Inc. - Todos los derechos reservados