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Conciencia escrupulosa

 
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jfvizcaino2009
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Registrado: 05 Feb 2009
Mensajes: 1
Ubicación: Bogotà -Usme

MensajePublicado: Jue Feb 05, 2009 4:10 pm    Asunto: Conciencia escrupulosa
Tema: Conciencia escrupulosa
Responder citando

tengo una conciencia escrupulosa y en todo veo pecado que hacer en estos casos , ¿ seguir a mi conciencia o rechazarla?
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JHON ROJAS
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EduaRod
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Mensajes: 3275

MensajePublicado: Jue Feb 05, 2009 5:28 pm    Asunto: Re: Conciencia escrupulosa
Tema: Conciencia escrupulosa
Responder citando

jfvizcaino2009 escribió:
tengo una conciencia escrupulosa y en todo veo pecado que hacer en estos casos , ¿ seguir a mi conciencia o rechazarla?


Estimado en Cristo jfvizcaino2009:

NO tienes ni que seguir a tu conciencia en lo que te dice ahora, pues está equivocada, ni rechazarla; lo que tienes que hacer es FORMARLA para que te aconseje rectamente.

La conciencia escrupulosa es uno de los peores males que puede aquejar al espíritu, y es una forma del pecado de soberbia, es justamente lo que Jesús tanto recriminó a los fariseos: el pretender salvarse por el mero cumplimiento de la ley. Es soberbia porque el hombre antepone su propio criterio de bondad y de los merecimientos que por cumplir con ese criterio pudiese tener, y esto lo contrapone a la bondad de Dios que se entregó en la Cruz por nosotros precisamente porque eramos incapaces de salvarnos por nosotros mismos. La conciencia escrupulosa en el fondo cree que no necesita de esa salvación de Cristo, sino que, en la medida en que identifique y evite todas esas ocasiones de pecado, será capaz de merecer su salvación por sí misma. Lo que evidentemente jamás ocurrirá. Antes bien, en ese mismo pecado de soberbia la conciencia escrupulosa está persiguiendo su propia condenación al menospreciar la salvación de Cristo, la gratuidad de la misma, y al no reconocer la propia incapacidad de merecerla. En otras palabras, el hombre despercia la bondad de Dios y quiere convertir la salvación en una OBLIGACIÓN de Dios con respecto a los propios méritos. En una palabra, la conciencia escrupulosa en el fondo se cree más buena que Dios mismo.

Uno de los principales problemas para vencerla, sin embargo, es que se engaña a sí misma. NO se presenta a sí misma en la forma tan cruda que acabo de exponer, sino se presenta a sí misma en la forma de una falsa piedad. E incluso puede recurrir con frecuencia a los Sacramentos, notoriamente a la Reconciliación. Pero en el fondo ni siquiera ve a los Sacramentos en su recto sentido, como una Gracia de Dios. Sino nuevamente los ve como una especie de jabón para limpiarse por sí misma esas pequeñas manchas que su prevención no pudo evitar. Es decir, nuevamente cree que su deseo y esfuerzo por estar limpia es razón suficiente para que Dios mismo se haya visto OBLIGADO a proporcionarle ese "medio de limpieza" por el cual pueda cumplir plenamente su cometido de mantenerse limpia por sí misma. Algo así como si fuese un niño en un iternado al que se le exige mantenerse completamente aseado y entonces el niño se siente con derecho de EXIGIR el jabón para poder cumplir por su esfuerzo el cometido que se le ha encomendado. Y, sin embargo, una vez más, la conciencia escrupulosa NO se presenta a sí misma con esa su verdadera cara, sino que, por el contrario, cree ver VIRTUD en esa asistencia frecuente a los Sacramentos.

Y es que es fácil que la persona se deje llevar por el engaño de su propia conciencia escrupulosa, pues ¿acaso no es verdadera virtud asistir de manera frecuente a recibir los Sacramentos? Pues si, claro que lo es, pero SÓLO si se hace con la actitud correcta: con humildad, entendiendo que la Gracia que se recibirá en el Sacramento es un Don de Dios completamente inmerecido que se entrega al hombre tan sólo por la Bondad del Señor y no por ninguna otra razón o merecimiento alguno. Y que es únicamente esa conciencia de haber recibido GRATUITAMENTE esa Bondad del Señor, la que capacita al hombre para actuar con bondad de manera igualmente gratuita para con sus semejantes, es decir, la que hace fructificar la Gracia recibida en el Sacramento.
Esa humildad consciente de la Bondad gratuita del Señor es precisamente lo que le falta a la conciencia escrupulosa, que cree haber merecido la Gracia, por lo que los Sacramentos los recibe mayormente sin provecho. De modo que la asistencia frecuente a ellos NO ES en su caso virtud, sino más bien una hipocresía farisaica.

Lo mismo aplica a ese aparentemente pío intento de ver el pecado en todo y tratar de evitarlo. Porque NO se está actuando por Amor o por un sano Temor de Dios, sino la conciencia de la persona está actuando de manera completamente egoista e interesada únicamente en sí misma, en tratar de mantenerse completamente limpia para así poder EXIGIR a Dios su "merecido premio". No se da cuenta que, frente a su pecado, no solamente no está mereciendo un bien, sino más bien está mereciendo una dura reprensión.

E insisto, lo importante es darse cuenta de que ese es EL FONDO que hay detrás de la conciencia escrupulosa y no dejarse engañar por la falsa cortina de piedad con la que se encubre; porque ya dijimos que no se presenta a sí misma como realmente es, sino hace creer a la persona que está haciendo verdaderos actos de virtud y que de verdad quiere evitar el pecado para no ofender más a Dios. Por eso, el primer paso para vencerla, es hacerse consciente del engaño que en realidad representa,y que en realidad es una forma de soberbia.

El segundo paso que va muy de la mano del anterior, es aplicar el tradicional remedio de la sabiduría cristiana: "contra soberbia humildad". Si, hay que fomentar de manera ACTIVA la humildad, lo que en este caso significa fomentar actitudes y acciones que nos hagan ver lo completamente dependientes que somos de Dios; y evitar o desmotivar acciones que puedan fortalecer la soberbia y el engaño haciendonos falsamente creer que nuestras acciones son las que merecen lo que Dios nos da. Esto incluso puede implicar desmotivar la asistencia frecuente a los sacramentos; claro, NO por debajo de lo que la Santa Iglesia nos manda (p.ej. NO se debe dejar de asistir a la misa dominical). Pero si, por ejemplo, se está haciendo confesión semanal o más frecuente, entonces obligarse a espaciar las confesiones cada 15 días, o cada mes.
Esto hará sentir al alma "sucia" y con necesidad de "limpiarse", pero es precisamente entonces cuando hay que abandonarse con plena CONFIANZA al Señor y entender que TODO está en sus manos, y que nuestra salvación NO DEPENDE de "limpiarnos tan pronto como sea posible", sino de Su gratuita Bondad.

Por supuesto que es un problema muy difícil de combatir por el gran auto-engaño bajo el que se encubre, por lo cual resulta mucho más fácil y seguro combatirlo bajo la guía de un director espiritual competente, al cual se le deberá obedecer de manera extremadamente estricta, incluso cuando en un momento dado uno pudiera sentir (dependiendo de la gravedad del caso) que el director espiritual está jugando y/o "comprometiendo" la propia salvación de uno, pues en efecto, eso es lo que el director DEBE lograr: que uno se sienta COMPLETAMENTE PERDIDO por sí mismo, porque DE VERDAD LO ESTÁ. Sólo cuando entendemos que estamos DE VERDAD perdidos por nosotros mismos, es cuando podemos comenzar a entender y a apreciar la BONDAD DE DIOS que nos ha sido dada GRATUITAMENTE en Jesucristo Nuestro Señor. Y entonces sí, podremos recibir con verdadero provecho su Gracia en sus Sacramentos para así SERVIRLE REALMENTE en nuestro prójimo y lograr así hacer efectiva Su Salvación en nosotros.

Espero que esto te haya servido como orientación.

Que Dios te bendiga.
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FelipeII
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MensajePublicado: Jue Feb 05, 2009 10:57 pm    Asunto:
Tema: Conciencia escrupulosa
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Me gustaría aportar mi propia apreciación al respecto, mi modesta opinión.

En primer lugar hay que tener claro que es el escrúpulo para saber enfrentarse con él: "Duda o recelo que punza la conciencia sobre si algo es o no cierto, si es bueno o malo, si obliga o no obliga; lo que trae inquieto y desasosegado el ánimo" (DRAE).

En principio no creo que el escrúpulo se deba siempre a un " pecado de soberbia", así como hay distintos tipos de pecado también hay distintos tipos de conciencia escrupulosa, y su origen varía dependiendo de qué lo motive: tentación, soberbia, enfermedad, ignorancia, formación rigorista de la moral, etc.

Los signos que delatan al escrupuloso suelen ser la repetición de pecados ya confesados o la confesión de actos o pensamientos que no lo son; en la vida ordinaria sus señales suelen ser la inquietud sobre si esto o aquello es pecado o no.

En el caso de que se trate de un pecado de soberbia, más que un precindir de Dios y salvarse por sus propios méritos, creo que en el fondo se trata más bien de un afán desmedido de perfección y/o "gula espiritual". De ahí deriva su falso arrepentimiento en el sacramento de la reconciliación, ya que lo que le motiva al arrepentimiento no es tanto el haber ofendido a Dios como el haberse deslucido, es decir, este arrepentimiento lejos de ser sobrenatural, presenta por el contrario su origen en el amor propio que se siente herido al comprobar la propia imperfección; por lo tanto su motivo ya no es el amor o temor de Dios sino la propia pequeñez que le humilla, el desordenado afán de autoperfección. En este caso no sólo no recibe sin provecho los sacramentos, especialmente el de la confesión, el cual sería inválido y por tanto no solo no recibiría el perdón de sus pecados, sino que podría incluso constituir un verdadero sacrilegio si es plenamente consciente de ello.

Por otro lado, no creo que el remedio esté tanto en aplazar la confesión a 15 días o un mes, lo cual podría ser incluso contraproducente en algunos casos, como en mostrarle el error o el sin sentido de su proceder, enseñarle que la confesión no es un tranquilizador de conciencias sino un encuentro con Cristo que sabemos nos ama. Así pues, creo que el remedio estaría en acudir a un sacerdote experto (dirección espiritual) que sepa discernir qué tipo de escrúpulos (conciencia escrupulosa) padece la persona y seguir su consejo.

No me gustaría acabar sin dejar de comentar otra idea fundamental, y es la importancia de no confundir la conciencia escrupulosa con la conciencia delicada. Aquella es mala, esta última no. La conciencia delicada ve pecado donde realmente lo hay, por pequeño que sea. Es imposible llegar a ser santo sin tener conciencia delicada, el que peca venialmente de forma deliberada paralizada completamente su vida espiritual y nunca llegará a las cumbres de la perfección cristiana o vida mística. La famosa "peccata minuta" es incompatible con la verdadera santidad.

En definitiva, la clave del asunto es la formación de una conciencia recta, lo cual es una obligación moral grave. Dios no nos pide que seamos especialistas, pero sí que estemos en condiciones de responder a los pequeños o grandes problemas morales que se plantean en nuestra vida ordinaria con una conducta personal siempre de acuerdo con la ley divina. Ello puede lograrse mediante la formación intelectual, sincera vida espiritual, confesión frecuente, dirección espiritual, etc. pero el criterio máximo es el amor, ese amor que descubrimos en nosotros mismos y que experimentamos cuando somos fieles a la llamada de Dios que resuena en nuestro corazón.

Saludos
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EduaRod
Veterano


Registrado: 21 Ene 2006
Mensajes: 3275

MensajePublicado: Vie Feb 06, 2009 9:05 am    Asunto:
Tema: Conciencia escrupulosa
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Estimado en Cristo Felipe II:

Tal vez me faltó poner más explícita la advertencia que ponen en los sitios de ayuda médica:

"Esta es información de referencia y por ningún motivo deberá sustituir la consulta con un profesional de la salud". Wink

Claro, aquí habría que "traducir":

"Esta es información de referencia y por ningún motivo deberá sustituir el consejo y seguimiento de su director espiritual".

Aunque, en mi propio descargo ( Wink ) puedo decir que la mayor parte de los consejos están dados en forma condicional (puede ocurrir, por ejemplo, etc.) y que SI puse esta advertencia:

EduaRod escribió:
por lo cual resulta mucho más fácil y seguro combatirlo bajo la guía de un director espiritual competente


En cualquier caso estoy convencido de que la conciencia escrupulosa SIEMPRE obedece a una forma de soberbia, no necesariamente a una soberbia declarada, y en ese sentido malintencionada, de quien abiertamente se quiere sentir perfecto y superior a los demás; no, puede ser otra clase de soberbia, mucho más sutil.
De hecho, creo que en el inicio de una sincera búsqueda de perfección cristiana es bastante común pasar por una etapa de conciencia escrupulosa . Recordemos, por ejemplo, como San Ignacio, al poco tiempo de su decisión de buscar seriamente la santidad, se deja crecer y descuida sus uñas y cabello por más de un año como reacción a lo mucho que antes se esmeraba en cuidar estos detalles, considerando entonces como vanidad ese cuidado personal. Y no es sino hasta que recibe consolaciones de Dios que le hacen entender que todo está en Sus manos, y que el descuido de uñas y cabellos es tan vano como el cuidado que antes tenía, que San Ignacio deja esas exageraciones:
Cita:
En la misma Manresa, a donde estuvo cuasi un año, después que empezó a ser consolado de Dios y vió el fructo que hacía en las almas tratándolas, dejó aquellos extremos que de antes tenía; ya se cortaba las uñas y cabellos.

Igualmente es provechoso para el alma que se inicia en la perfección cristiana leer cómo el mismo San Ignacio fue asaltado por escrúpulos con respecto a la confesion de los pecados, y como igualmente eso no lo logró vencer sino cuando recibió la Gracia de Dios para entender que de ese y de todos los males NO era librado por sus escúpulos y proecupaciones, sino por la Misericordia de Dios:
Cita:
Mas en esto vino a tener muchos trabajos de escrúpulos. Porque, aunque la confesión general, que había hecho en Monserrate, había sido con asaz diligencia, y toda por escrito, como está dicho, todavía le parescía a las veces que algunas cosas no había confesado, y esto le daba mucha aflicción; porque, aunque confesaba aquello, no quedaba satisfecho. Y así empezó a buscar algunos hombres espirituales, que le remediasen destos escrúpulos; mas ninguna cosa le ayudaba. Y en fin un doctor de la Seo, hombre muy espiritual, que allí predicaba, le dijo un día en la confesión, que escribiese todo lo que se podia acordar. Hízolo así; y después de confesado, todavía le tornaban los escrúpulos, adelgazándose cada vez las cosas, de modo que él se hallaba muy atribulado; y aunque casi conocía que aquellos escrúpulos le hacían mucho daño, que sería bueno quitarse dellos, mas no lo podía acabar consigo. Pensaba algunas veces que le sería remedio mandarle su confesor en nombre de Jesu Cristo que no confesase ninguna de las cosas pasadas, y así deseaba que el confesor se lo mandase, mas no tenía osadía para decírselo al confesor.

23. Mas, sin que él se lo dijese, el confesor vino a mandarle que no confesase ninguna cosa de las pasadas, si no fuese alguna cosa tan clara. Mas como él tenía todas aquellas cosas por muy claras, no aprovechaba nada este mandamiento, y así siempre quedaba con trabajo. A este tiempo estaba el dicho en una camarilla, que le habían dado los dominicanos en su monasterio, y perseveraba en sus siete horas de oración de rodillas, levantándose a media noche continuamente, y en todos los más ejercicios ya dichos; mas en todos ellos no hallaba ningún remedio para sus escrúpulos, siendo pasados muchos meses que le atormentaban; y una vez, de muy atribulado dellos, se puso en oración, con el fervor de la cual comenzó a dar gritos a Dios vocalmente, diciendo: «socórreme, Señor, que no hallo ningún remedio en los hombres, ni en ninguna criatura; que si yo pensase de poderlo hallar, ningún trabajo me sería grande. Muéstrame tú, Señor, dónde lo halle; que aunque sea menester ir en pos de un perrillo para que me dé el remedio, yo lo haré».

24. Estando en estos pensamientos, le venían muchas veces tentaciones con grande ímpetu para echarse de un agujero grande que aquella su cámara tenía, y estaba junto del lugar donde hacía oración. Mas conociendo que era pecado matarse, tornaba a gritar: «Señor, no haré cosa que te ofenda»; replicando estas palabras, así como las primeras, muchas veces. Y así le vino al pensamiento la historia de un santo, el cual, para alcanzar de Dios una cosa que mucho deseaba, estuvo sin comer muchos días hasta que la alcanzó. Y estando pensando en esto un buen rato, al fin se determinó de hacello, diciendo consigo mismo que ni comería ni bebería hasta que Dios le proveyese o que se viese ya del todo cercana la muerte; porque si le acaeciese verse in extremis, de modo que, si no comiese, se hubiese de morir luego, entonces determinaba de pedir pan y comer (cuasi vero lo pudiera él en aquel extremo pedir, ni comer).

25. Esto acaeció un domingo después de haberse comulgado; y toda la semana perseveró sin meter en la boca ninguna cosa, no dejando de hacer los sólitos ejercicios, etiam de ir a los oficios divinos, y de hacer su oración de rodillas, etiam a media noche, etc. Mas venido el otro domingo, que era menester ir a confesarse, como a su confesor solía decir lo que hacía muy menudamente, le dijo también cómo en aquella semana no había comido nada. El confesor le mandó que rompiese aquella abstinencia; y aunque él se hallaba con fuerzas todavía obedesció al confesor, y se halló aquel día y el otro libre de los escrúpulos; mas el tercero día, que era el martes, estando en oración, se comenzó acordar de los pecados; y así como una cosa que se iba enhilando, iba pensando de pecado en pecado del tiempo pasado, pareciéndole que era obligado otra vez a confesallos. Mas en la fin destos pensamientos le vinieron unos desgustos de la vida que hacía, con algunos ímpetus de dejalla; y con esto quiso el Señor que despertó como de sueño. Y como ya tenía alguna experiencia de la diversidad de espíritus con las liciones que Dios le había dado, empezó a mirar por los medios con que aquel espíritu era venido, y así se determinó con grande claridad de no confesar más ninguna cosa de las pasadas; y así de aquel día adelante quedó libre de aquellos escrúpulos, teniendo por cierto que nuestro Señor le había querido librar por su misericordia.


Aquí vale la pena destacar varias cosas:
1. Los escrúpulos atormentan al alma de San Ignacio hasta el punto de llegar a pensar en quitarse la vida. Y, por lo mismo, él se quiere deshacer de ellos, pero atrapado como está en los propios escrúpulos, no se logra librar por todos los medios que él mismo intenta.

2. Aquí se revela esa naturaleza de los escrúpulos como una forma de soberbia aún cuando se den con las mejores intenciones de realmente servir al Señor. Y es que ESE es el problema: lo que él mismo intenta. Es así que incluso su oración no logra ser efectiva porque San Ignacio, atrapado como está en los escrúpulos, sigue pensando en que Dios lo librará gracias a algo que él mismo (San Ignacio) hiciera (hasta ir en pos de un perrillo, ayunar duramente, etc.). San Ignacio aún no ha entendido que NO son sus acciones las que pueden merecer que Dios le libre del mal; sino que esto lo obtenemos gratuitamente por la Bondad y Misericordia de Dios. Y es hasta que San Ignacio entiende esto último, cuando deja de poner con su soberbia, sutil y oculta, obstáculos a la Gracia, de modo que permite que Dios le libre de los escrúpulos; y esto sin NINGÚN ESFUERZO por parte de San Ignacio, sino por un acto expreso y puntual de la Misericordia Divina.

3. Es de notar que el confesor se va dando cuenta de que San Ignacio no está obteniendo provecho de la recepción del Sacramento y de sus penitencias, pues entiende que son inútiles en la medida en que San Ignacio las hace en el contexto de auto-suficiencia de la conciencia escrupulosa. Y esto lleva al confesor a expresamente PROHIBIR a San Ignacio realizar estas prácticas que en otras circunstancias pordían ser claramente provechosas. Es por esto que entre los ejemplos hablé de la posibilidad de tener que espaciar la recepción de los Sacramentos.
Entiendo que eso parezca un tanto desaconsejable al punto de que menciones que puede resultar contraproducente. Y al respecto ciertamente es preciso decir que no debería ser uno mismo el que se imponga esas acciones, justo como no es uno mismo el que se receta medicamentos delicados; porque así como el médico receta el medicamento y la dosis de acuerdo a la naturaleza específica y gravedad de la enferemedad; así también debe ser el director espiritual el que determine qué se debe prohibir, que se debe limitar, o que se debe espaciar, de acuerdo a la naturaleza específica y gravedad del escrúpulo.
Pero salvado este punto de "no auto-medicarse", es importante entender porqué, contra el consejo que normal y naturalmente se da ante casi cualquier otro problema espiritual de incrementar la vida sacramental bajo el entendido de que recibirá uno de manera más frecuente la Gracia de Cristo, lo que normalmente hará que uno tenga más fuerza para combatir otros problemas; en el caso de la conciencia escrupulosa las cosas no ocurren asi, pues es preciso recordar que en este caso la mayor parte de estas acciones se hacen con poco o nulo provecho; y mientras más frecuentes, normalmente el provecho será menor, porque mayor será la sensación de autosuficiencia del alma que cree que por esa frecuencia elevada se está limpiando a sí misma.
Para hacer una analogía digamos que es como alimentarse bien ante una enfermedad. Prácticamente cualquier enfermedad requiere que nos alimentemos bien y en cantidad suficiente para incrementar los recursos con los que cuenta el organismo para defenderse. Pero no es así en el caso de las enfermedades gastrointestinales, donde se aconseja lo contrario: alimentarse de manera sencilla y en cantidades reducidas. Y esto es porque alimentarse mucho puede no sólo no servir de nada ante la incapacidad temporal del sistema digestivo de procesar y aprovechar los alimentos; sino incluso puede resultar contraproducente si el exceso de alimento provoca que el cuerpo reaccione, sacando no sólo el exceso, sino también las pequeñas cantidades de alimentos que si se estaban procesando.
Entonces, así como la enfermedad gastrointestinal impide asimilar el alimento por muy nutritivo y abundante que sea, de modo que es necesario limitarlo para obtener un mejor provecho; así también la conciencia escrupulosa impide asimilar el alimento espiritual de la Gracia Sacramental, de modo que muchas veces es necesario también limitar dicha Gracia para asegurar su mejor asimilación y provecho. Por supuesto que, como ya hemos señalado, así como no limitamos seriamente el alimento material sino por prescripción y bajo vigilancia del médico, de modo que no hagamos una tontería que nos acabe enfermando más; así tampoco se debe limitar seriamente el alimento espiritual sino por prescripción y bajo vigilancia del director espiritual de tal suerte que tampoco nos quedemos sin la Gracia indispensable.

4. El caso de San Ignacio también nos ilustra muy bien cómo NO resulta muy aconsejable dejar "rendijas" por las que la conciencia escrupulosa pueda seguirse desarrollando. Tal como esa condición por la cual San Ignacio podía confesar algunos pecados pasados; que en su conciencia escrupulosa acabó siendo el pretexto para seguirlos confesando TODOS. Por eso lo mejor es siempre ser muy claros al denunciar la verdadera naturaleza de este problema como invariablemente una forma de soberbia (aunque con diversas manifestaciones de distinta gravedad, eso es verdad) que nunca se debe minimizar, sino combatir con decisión y claridad. Porque cualquier "titubeo" es una de esas rendijas que la conciencia escrupulosa no dejará de aprovechar para "auto-alimentarse" y fortalecerse en perjuicio de la persona.

Finalmente, quiero resaltar una vez más porqué, aún cuando las intenciones sean un sincero y legítimo deseo de servir a Dios, como suele ocurrir en el inicio de la vida de perfección cristiana, en el fondo la conciencia escrupulosa que surge no deja de ser una forma de soberbia sutil y disfrazada. Porque la persona en un primer momento suele creer que la perfección la alcanzará por su méritos y sus obras (que NO se hacen en este caso para lucirse, claro está, sino se pretende sinceramente que sean gratas a Dios), y eso, EN SÍ MISMO es esa forma de soberbia que antepone el propio mérito a la bondad del Señor.
Si te fijas ese "afán desmedido de perfección" o "gula espiritual" de las que hablas, no son tales sino porque etán indebidamente orientadas de tal suert eque la persona cree poder alcanzar dicha perfección por sí misma.
Porque de una recta perfección NO HAY TAL COSA como un "afán desmedido por obtenerla". NUNCA podremos ser o querer ser "demasiado perfectos" si de verdadera perfección se trata. Lo malo entonces no es ese "afán de perfección", sino el medio que se quiere usar para obtenerla: los propios méritos y acciones en vez de la Gracia de Dios.
Y como el caso de San Ignacio claramente lo muestra, en la conciencia escrupulosa muy rara vez esto ocurre de forma clara y explícita, es decir, que la persona se de cuenta y quiera menospreciar la Gracia en favor de sí misma. No, como con San Ignacio, lo más común es que los escrúpulos se presenten en esa forma que hemos descirto de un sutil auto-engaño por el que la persona que de hecho QUIERE AGRADAR A DIOS; piensa que esto lo puede lograr por sus propios méritos. Insisto, en este caso la soberbia NO ESTÁ en que la persona diga "no necesito a Dios"; San Ignacio no reniega de su necesidd de Dios cuando le pide a Dios que le muestre qué tiene que hacer para librarse de los escrúpulos. La soberbia del escrúpulo consite en pensar que son esos méritos del hombre los que "obligan" o "posibilitan" a Dios concederle la salvación. Entonces, aunque el hombre NO reniega de Dios, con todo, en la práctica sigue poniendo su confianza en sus propios méritos y NO en la Misericordia de Dios.


Por supuesto que cuando hay constancia en ese legítimo deseo de agradar a Dios. Es Dios mismo, como lo hizo con San Ignacio, el que acaba mostrando a la persona que de esa soberbia y de esos pobres méritos humanos aislados NO se obtiene nada; con lo cual la persona acaba entendiendo y apreciando que en realidad TODO nos viene gratuitamente por la Gracia de Dios y es esto lo que naturalmente le hace superar la soberia de sus escrúpulos.

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FelipeII
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Registrado: 13 Sep 2007
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MensajePublicado: Vie Feb 06, 2009 6:20 pm    Asunto:
Tema: Conciencia escrupulosa
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Gracias Eduarod, ahora lo has expuesto más claramente, ya sabes que me gustan las respuestas largas. Wink

Saludos
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