| de la mancha Esporádico
 
 
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            Jue Jul 02, 2009 2:14 pm    Asunto:
            MI REFLEXION ANTE EL EVANGELIO DEL DOMINGO DECIMO CUARTO Tema: MI REFLEXION ANTE EL EVANGELIO DEL DOMINGO DECIMO CUARTO
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				| TIEMPO ORDINARIO 
 Es posible que Jesús durante su peregrinaje por el lago de Galilea,  se acordara de Nazaret y de aquella  infancia que como cualquier otro niño disfrutó  rodeado de sus padres y educándose como un judío de su tiempo gracias a la Biblia y la cultura de su pueblo.
 Y por ello acompañado por sus apóstoles se dirigió a su tierra, tal vez preocupado por quienes antes andaban preocupados por él. Y ejerciendo el uso del derecho que tenía todo israelita adulto, entra el sábado en la sinagoga y se pone a leer y comentar la Escritura. Los habitantes de Nazaret quedan asombrados: “¿De donde le viene a esto todo esto? Y se apresuran demasiado en buscar una respuesta y la encuentran en una dirección equivocada: “¿No es este el hijo del carpintero? Y su asombro termina en incomprensión de quien se niega a reconocer a Dios en lo conocido y cotidiano.
 Me resulta triste admitir que la gente de Nazaret después de vivir años a su lado, se fijaran tan poco en él y fuesen tan ciegos para no ver los valores que tenía y descubrir que en su espíritu había una claridad otorgada por el Espíritu Santo con la debida discreción para no impedir que como humano compartiera nuestras experiencias y nuestros sufrimientos.
 Quisiera creer que esta gente, cuando más tarde Jesús comenzó a ser famoso en su tierra, no les quedara cierto resentimiento al haberse equivocado acerca de él.
 No obstante dice el evangelio “Jesús impuso sus manos sobre los enfermos y los sanó”. Pero no hizo ningún milagro verdadero. Nada que superara las capacidades de un buen curandero, Pues pensaría… ¿para que un milagro si no estaban dispuestos a reconocer que el  Hijo de Dios estaba entre ellos?
 Por otra parte los discípulos que acompañan al Maestro en esos momentos, no podrán por menos que aprender una importante lección; Los hombres prefieren no pocas veces renunciar a Dios, antes que a la imagen que se han forjado de él.
 Es claro que a Jesús no le gustó la acogida hostil y grosera que le han reservado sus paisanos. En la cita del proverbio popular “un profeta solo es despreciado en su tierra, entre sus parientes y en su casa”, se advierte una nota de amargura.
 Sin embargo, estoy convencido, que Jesús no se bloqueó por el rechazo. Su vocación profética es más fuerte;  recorría los pueblos y aldeas del contorno enseñando aunque tropezando con la estrechez, la mezquindad y los prejuicios de los que se niegan a cambiar.
 Ante los hechos de que los suyos, los de su propia familia, le persiguen le excluyen y le marginan, no puede adaptarse a sus condicionamientos de entras en las medidas comunes. No Salirse de ciertos esquemas “canónicos”; Si no reproduce la “tradición” o  si se aparta del orden establecido.
 No obstante el Profeta aun “fuera” se mantiene sereno; no tiene miedo a la soledad y  vive de la palabra silenciosa y ardiente del Padre.
 Ante es punto tendré que hacerme algunas preguntas:
 •	¿Cual es mi tierra y como me ocupo de entrar en ella santificándome?
 •	Cuándo en la iglesia hago la pregunta sobre la “utilidad del profetismo, ¿no me estaré alejando de mi vocación?
 •	¿Cuál es mi tierra concreta? ¿Quiénes son mis parientes? ¿Quién es hoy el profeta de mi tiempo?
 
 Estoy convencido, de que tengo mucho terreno por delante para fortalecer mi fe y aprender como los discípulos que acompañaban al Maestro esa importante lección; “los hombres prefieren no pocas veces renunciar a Dios, antes que a la imagen que se han forjado de Él.
 
 
 
 
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