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Catholic.net
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Registrado: 23 Sep 2005
Mensajes: 1144

MensajePublicado: Dom Jul 05, 2009 9:15 am    Asunto: No nos corresponde
Tema: No nos corresponde
Responder citando

Estimados todos:

Estuve unos días fuera de los foros y me encontré, el día de hoy, con muchos temas abiertos con acusaciones de rebeldía y desobediencia hacia diferentes obispos y sacerdotes alrededor del mundo.

Definitivamente no nos corresponde a nosotros, como laicos, acusar a la jerarquía ni exigir a los obispos que hagan tal o cual cosa.

No vienen al caso, en el foro, expresiones como:
Cita:
¿Sr. obispo, han traducido ya el PRO MULTIS según indica la Santa Sede? ¿Por qué no lo hace a nivel diocesano? ¿No ve que la unidad de la Santa Iglesia peligra con tales posturas?


Nuestra labor como laicos está claramente especificada y hay que actuar de acuerdo con lo que a nosotros nos corresponde:

«Los laicos, como todos los fieles cristianos, tienen el derecho de recibir con abundancia de los sagrados Pastores los auxilios de los bienes espirituales de la Iglesia, en particular la palabra de Dios y los sacramentos. Manifiéstenles [a sus Pastores] sus necesidades y sus deseos con la libertad y confianza que conviene a los hijos de Dios y a los hermanos en Cristo. Conforme a la ciencia, la competencia y el prestigio que poseen, tienen la facultad, más aún, a veces el deber, de exponer su parecer acerca de los asuntos concernientes al bien de la Iglesia. Hágase esto, si las circunstancias lo requieren, a través de instituciones establecidas para ello por la Iglesia, y siempre con veracidad, fortaleza y prudencia, con reverencia y caridad hacia aquellos que, por razón de su sagrado ministerio, personifican a Cristo» (LG 37a).

"A través de las instituciones establecidas para ello" (los foros de Catholic.net NO son una institución establecida para comunicar tus necesidades y deseos a los obispos)
"y siempre con veracidad, fortaleza y prudencia, con reverencia y caridad hacia los señores obispos". (reverencia y caridad es lo que nos manda la Iglesia.) Si queremos que nuestros obispos obedezcan, debemos hacerlo también nosotros. Prediquemos la obediencia al Papa con nuestro ejemplo.

No nos correspone acusar, ni criticar, ni exigir de manera autoritaria a los obispos ni a los sacerdotes. Nos corresponde informar, exponer, manifestar, solicitar, pedir... siempre con respeto y veneración "hacia aquellos que, por razón de su sagrado ministerio, personifican a Cristo".

Si no nos escuchan, debemos recurrir a las autoridades de arriba (no a unos foros públicos). Y si las autoridades no nos escuchan, debemos recurrir al Santo Padre (no a unos foros públicos)

En los foros, lo que debemos hacer es siempre anunciar la verdad, de modo que todos los que nos lean, adquieran los criterios para discernir cuándo, en una diócesis, hay irregularidades y desobediencias y ellos, a su vez, puedan manifestarlo por las vías correctas.

Anunciar la Buena Nueva y propagar las enseñanzas del Santo Padre para que el mundo las conozca. Éso es lo que nos corresponde a nosotros.

Para exigir a los obispos, está el Papa y para juzgarlos, Jesucristo.

Ciertamente habemos muchos que estamos seriamente preocupados por las situaciones irregulares que vemos en nuestras iglesias locales y deseamos manifestarlo.

Por esa razón quise abrir este tema, para que juntos encontremos una manera correcta, si es que existe, (dentro de la obediencia a lo que se nos pide en la LG) de utilizar estos foros, que son leidos por muchas personas alrededor del mundo, como medio eficaz para expresar nuestras preocupaciones y para lograr que las indicaciones que da el Santo Padre se pongan efectivamente en práctica en nuestras diócesis, sin caer en acusaciones y ofensas a nuestros pastores.

Los encomiendo en mis oraciones

Lucrecia Rego de Planas
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AQUITANO
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MensajePublicado: Dom Jul 05, 2009 3:03 pm    Asunto: Re: No nos corresponde
Tema: No nos corresponde
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Tu sabes que muchos apoyamos lo que dices ....... ¿que pasará con los que no lo hagan? Tambien has pegado observaciones semejantes en otras oportunidades ....... sin resultado.

Estas actitudes son de pocos, y no es que esté mal la denuncia, pero ya se ha transformado en maltrato e irrespetuosidad a nuestros pastores, metiendo a todos en la misma bolsa y generando en los foros una verdadera caza de brujas.

Entiendo la crisis y el Papa no en vano ha declarado Año Sacerdotal. Ni siquiera esperamos a ver el resultado de estas directivas tendientes a revertir situaciones ya definidas por Benedicto XVI. Imagina .... si maltratamos a la Jerarquía y tendemos mantos de sospecha sobre el Ppa por presunt inacción o quietismo .... ¿podemos llevarnos medianamente bien entre nosotros?.

Creo que estos foros son hermosos ,,, he conocido gente estupenda y he progresado mucho en la fe. Pero llega un momento en que perdemos gente valiosa por todos estos casos. Y lo que es peor ..... perdemos personas confundidas, débiles en la fe, miserables, canallas ,etc. que podrían hallar en los foros un hilo que los conducta a Cristo.

Tu tienes la palabra. Ya probaste con la corrección fraterna.

Recibe un abrazo en Cristo
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Miles_Dei
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MensajePublicado: Dom Jul 05, 2009 3:23 pm    Asunto:
Tema: No nos corresponde
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Vamos a lo que importa:

Habla un obispo, escuchémosle:



Cita:
La desobediencia está lastimando a la Iglesia


Nuevas y valientes declaraciones del obispo inglés Patrick O’Donoghue, ya conocido por nuestros lectores por su análisis de la realidad actual de la Iglesia y por su coherente decisión en defensa de la vida.

***

"Los obispos que tienen profundas diferencias teológicas con el Papa están socavando la unidad de la Iglesia Católica", ha declarado un prominente obispo inglés.


El obispo Patrick O’Donoghue dijo que tales diferencias provocan que los párrocos ignoren la autoridad de sus obispos.


“La idea de que pueda haber diferencias teológicas entre un obispo y el Papa es simplemente una cosa increíble de admitir, pero es la verdad. Supongo que si los sacerdotes ven a los obispos mostrando infidelidad al Papa, no es nada sorprendente que, a su vez, muestren infidelidad a su obispo. Todos sabemos lo que Jesús dijo acerca de una casa dividida”.


Y agregó: “No es fuera de lo común que entre los sacerdotes surjan camarillas contra el Obispo, que ignoran con desdén sus directivas y consejo. Algunas veces, parece que el párroco y la parroquia declaran UDI [Declaración Unilateral de Independencia] del obispo y de la diócesis. También existe el peligro de que esto pase en la actitud de un grupo de obispos frente al Papa reinante”.


El obispo dijo que esta desunión crea una “conspiración de silencio” en la Iglesia. “Este cocktail de disenso, desobediencia e infidelidad ha resultado en lo que llamo ‘una conspiración de silencio’ entre grupos en la Iglesia. No hay diálogo real ni buena disposición para hablar abierta y honestamente acerca de nuestras diferencias”.


“Por ejemplo, no sé por qué mis documentos ‘¿Listos para la misión?’ se chocaron contra una pared de silencio entre los obispos de este país. Lo único que hice fue reiterar la enseñanza de la Iglesia, pero esto ha sido tratado como algo inaceptable, indecible. ¿Por qué?”.


El Obispo O’Donoghue ofreció su análisis en un retiro para sacerdotes de la diócesis de Northampton en Ars, la parroquia de San Juan María Vianney en Francia, en mayo. Llamó la atención al hecho de que “incontables sacerdotes, laicos e incluso obispos, creen que son libres para decidir por sí mismos qué significa ser católico”. Sugirió que la aceptación de la enseñanza de la Iglesia sobre la moralidad sexual es una “prueba de fuego” para los católicos.


“Por ejemplo, hemos sido testigos de un general rechazo a la perenne enseñanza de la Iglesia contra la contracepción. Esta es la prueba de fuego de la aceptación de la obediencia en la Iglesia. ¿Cuántos sacerdotes respaldan el rechazo claro como el cristal que la Gaudium et Spes hace de la contracepción, rechazo sostenido por los papas sucesivos – Pablo VI, Juan Pablo II, Benedicto XVI? ¡Si rechazamos su enseñanza en este asunto, estamos diciendo, como sacerdotes, que sabemos más que el Sucesor de Pedro! ¿Es esto sostenible en un sacerdote?”.


El obispo O’Donoghue no solo criticó el disenso liberal, sino que también tuvo palabras agudas para los tradicionalistas que, dijo, tienen el peligro de caer en el “liturgismo”.


Dijo: “Con esto me refiero a la tendencia entre el clero y algunos laicos de centrarse solamente en la liturgia y en la vida sacramental, ignorando nuestra misión de salir del edificio de la Iglesia al mundo, donde vive la humanidad sufriente. Durante un siglo la Iglesia ha estado diciendo que la justicia social debería ser tanto una preocupación para los católicos como el atender a la Misa dominical. ¿Cuántos creen esto? ¿Cuántos sacerdotes animan a esto?”.


El obispo O’Donoghue también habló de la vida de San Juan María Vianney, cuyo 150 aniversario se celebra este año y quien es el patrono del Año Sacerdotal, trazando paralelos entre los desafíos enfrentados por el santo párroco y los desafíos que los sacerdotes enfrentan hoy.


Sostuvo que San Juan María Vianney tuvo un “agudo sentido de la necesidad de la salvación”, y que lo expresó en “todo su ser sacerdotal”. El obispo O’Donoghue urgió a los sacerdotes que lo escuchaban a reflexionar sobre un número de cuestiones relativas a sus roles e identidad como sacerdotes en el mundo moderno. Esto incluyó preguntas sobre las tendencias al consumismo y al alcohol; y sobre confrontar el mal y el verdadero arrepentimiento.


También les preguntó: “¿Es posible hablar hoy con los jóvenes acerca de la salvación? ¿Es necesario ir a confesarse regularmente? ¿Qué creen que diría el Cura de Ars?”. El P. Paul Ardí, un sacerdote que participó en el retiro, dijo: “Fue muy bueno. Habló de los desafíos que enfrentamos – si los evadimos, o si los enfrentamos”.


Un saludo en la Paz de Cristo.
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Miles_Dei
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MensajePublicado: Dom Jul 05, 2009 3:26 pm    Asunto:
Tema: No nos corresponde
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Sigamos oyendo a este sucesor de los apóstoles:

Cita:

¿Hemos olvidado lo que significa ser católico?


La Iglesia de Inglaterra y Gales está perdiendo su identidad católica, dijo un obispo esta semana.

El obispo Patrick O'Donoghue de Lancaster hizo esta afirmación en un documento de 92 páginas altamente crítico de la dirección de la Iglesia en los últimos 40 años. El documento, descrito por distintos párrocos como “dinamita”, trata sobre la disminución de vocaciones, la caída en la asistencia a Misa y el futuro de la Iglesia.

*

La pérdida de identidad católica proviene del rechazo de la enseñanza de la Iglesia, unido a una ampliamente difundida mala interpretación de las reformas del Concilio Vaticano II, dice el documento.

El obispo desafía tanto al laicado como al clero a re-examinar lo que significa ser católico y a retornar a las “fuentes de nuestra identidad católica”.


*

El obispo O'Donoghue escribe: “Estoy convencido de que si vamos a despertarnos del desánimo que está haciendo presa de la Iglesia en este país, debemos retornar a las fuentes de nuestra identidad católica y misión, para renovar nuestra fuerza y vitalidad”.

“De esta forma estaremos, por la Gracia del Espíritu Santo, en posición de contrarrestar la influencia negativa y restringente del secularismo y del hedonismo que actualmente domina nuestra sociedad”.

*

El documento, titulado “Iglesia, ¿lista para la Misión?”, fue publicado el miércoles y viene inmediatamente después de “Escuelas, ¿listas para la Misión?” que pedía un ethos católico más fuerte para las escuelas diocesanas y que recibió mucho elogio del Vaticano.

Escrito para la diócesis, pero también para “todos los católicos que aman a la Iglesia y se preocupan profundamente por el futuro del Catolicismo”, marca el fin del examen diocesano de 16 meses por parte del Obispo O'Donoghue.

*

Comenzó con la formulación de preguntas dolorosas acerca de la baja en la asistencia a Misa, la caída en el número de casamientos y bautismos, y la falta de vocaciones y energía en la Iglesia. Concluye que la Iglesia se ha distanciado a sí misma de las verdaderas intenciones del Concilio Vaticano II y de la Tradición.

Mons. O'Donoghue, de 74 años, dice: “Aunque somos fortalecidos y sanados por el Señor por medio de su Palabra y sus Sacramentos, la mayoría de entre nosotros no está respondiendo al llamamiento del Señor de tomar parte en la misión de esperanza. En particular, las misiones en las parroquias con familias y gente joven no están desarrolladas o permanecen en un bajo desarrollo, con unas pocas excepciones. La pasión por servir al Señor está notablemente ausente en muchos casos. Parece haber, a veces, un cansancio y una reticencia para predicar el Evangelio.

*

“Una de las razones por las que nos vemos “reunidos pero no enviados” es la falta de confianza y de conocimiento de la fe católica. Esto es el resultado de una falta de formación y de catequistas preparados y de oración… nuestra Iglesia a menudo parece mirarse a sí misma, ocupada en sí misma y desprendida de la vida cotidiana de nuestras comunidades”.

“Pareciera que muchos de nosotros hemos olvidado la verdad básica sobre la naturaleza de la Iglesia, que hemos sido convocados como Pueblo de Dios, no para ser servidos sino para servir a Dios y a los demás, especialmente a los débiles y a los pobres”.

*

En un análisis paso a paso de los problemas y los logros del Concilio Vaticano II, documento a documento, Mons. O'Donoghue identifica la necesidad de una renovación en la Iglesia principalmente por medio de una re-afirmación de la fe, de la obediencia a los obispos en comunión con el Papa, de una doctrina y liturgia sólidas.

El Obispo escribe: “Al reflexionar sobre los grandes temas que enfrenta esta generación en la vida de la Iglesia, me he convencido más y más de que las respuestas han de ser encontradas en un compromiso orante, fiel y creativo con el Depósito de la Fe presentado en los documentos del Concilio Vaticano II y en su gran resumen, el Catecismo de la Iglesia Católica”.

*

El Obispo critica a los católicos que se han alejado de la enseñanza de la Iglesia en nombre del Concilio Vaticano II.

Dice: “Todos nosotros, con alarma, hemos sido testigos de cómo muchos que profesan ser católicos desautorizan la autoridad de enseñar de la Iglesia, particularmente del Papa y de la Congregación para la Doctrina de la Fe, desestimando las tradiciones apostólicas y las doctrinas de los Padres, y dando el lugar de honor a las opiniones de moda en la sociedad”.

*

Citando al teólogo Henri de Lubac, dice que para implementar verdaderamente el Concilio Vaticano II “es necesario que todos nosotros recuperemos el sentido católico de equilibrio entre el cambio y la continuidad, manteniendo la comprensión católica de la Iglesia que «en la práctica es una tradición continua y una viva autoridad presente»”.

La primera mitad trata sobre asuntos de dirección e identidad, mientras que la segunda trata sobre el Concilio. En la sección titulada: “¿Hemos olvidado lo que significa ser católico?”, Mons. O’Donoghue dice que las personas que deliberadamente no asisten a Misa los domingos, niegan el pecado y no acuden a la Confesión, no son completamente católicas.

*

“Ser «católico» tiene el significado definido de abrazar totalmente a Cristo como Él se expresa a Sí mismo por medio de su Iglesia Católica. Lo opuesto a ser católico sería ponernos como jueces de la fe de la Iglesia, tomar y elegir lo que nos atrae y rechazar lo que no nos gusta”, dice.

Critica el aumento de una fe “privatizada” que se centra demasiado “en la experiencia subjetiva personal de la fe” y hace caso omiso de “la verdad objetiva, revelada, de la Iglesia”.

La justicia y la paz, dice, no son más importantes que la Misa, y la enseñanza de la Iglesia sobre la santidad de vida no es opcional.

*

Mons. O’Donoghue insiste en que la Eucaristía tiene que estar en el centro de la fe, y que debe animarse a la adoración. También reclama una adhesión más fiel al Derecho Canónico, y un renovado enfoque en la salvación y en las vocaciones, así como el uso del Catecismo.

En la segunda parte del documento, el obispo afirma que se ha dado un enfoque indebido a una interpretación del Concilio centrada en el hombre, lo que llevó a interpretaciones populares e incorrectas nunca queridas por los Padres Conciliares.

*

Mons. O’Donoghue dice: “En sus procedimientos, el Concilio buscó dar la primacía a Dios y no al hombre, como muchas interpretaciones populares han pretendido sostener, poniendo el énfasis en la novedad de la Constitución Pastoral sobre el mundo moderno”.

El obispo también deja su parte de culpa a los obispos mismos, por delegar sus responsabilidades a comisiones formadas por laicos.

*

Dice que las agencias y departamentos de la Conferencia Episcopal actúan autónomamente – pero no siempre sostienen la enseñanza de la Iglesia en su totalidad al tratar con las autoridades seculares. Las estructuras de la Conferencia no dejan que los obispos hablen individualmente sobre asuntos de importancia para la Iglesia y la sociedad.

También dice que la falla de los obispos en obtener acuerdo sobre distintos temas, ha resultado, a menudo, en declaraciones o intervenciones inadecuadas en lugar del testimonio que “tan urgentemente” se necesita.

*

Mons. O’Donoghue dice que ha querido registrar particularmente su “desilusión” porque los obispos han fallado en producir una “respuesta colegial a la legislación del gobierno sobre la adopción por parte de parejas del mismo sexo” en la que se amenaza con el cierre a las agencias católicas de adopción a no ser que estén de acuerdo en evaluar a parejas homosexuales como potenciales padres adoptivos.

“El problema de intentar llegar a un consenso entre obispos con visiones divergentes es que las declaraciones y documentos de la Conferencia Episcopal tienen una tendencia a ser a menudo monótonas e inocuas, en un tiempo en que necesitamos declaraciones públicas apasionadas y llenas de coraje, en las que nos atrevamos a decir la completa verdad en caridad”.

***

Fuente: Catholic Herald

Traducción por La Buhardilla de Jerónimo


Un saludo en la Paz de Cristo.
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DrLuna
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MensajePublicado: Dom Jul 05, 2009 3:30 pm    Asunto:
Tema: No nos corresponde
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Y que podemos hacer Miles?
solo aceptar que estamos cruzando por esa realidad, y Orar a Dios para que las cosas mejoren.!

no digo que sea malo tocar este tema, pues esta bien ver la viga en el ojo nuestro ante que todo.

ofrezcamos un rosario por esto te parece.?
Quien mas se une.?


Dios Bendiga
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Miles_Dei
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MensajePublicado: Dom Jul 05, 2009 3:31 pm    Asunto:
Tema: No nos corresponde
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No es obispo, pero es un reputado sacerdote y teólogo cuya obra se ha recomendado vivamente en estos foros. De nuevo, otra cita del P. Iraburu y su obra "Infidelidades en la Iglesia":

Cita:
No turbar la unidad de la Iglesia

La inhibición de la autoridad pastoral, ya lo hemos dicho, no procede necesariamente del miedo a la Cruz o de otras causas claramente culpables. Procede muchas veces de errores, como el semipelagianismo. Y también de una falsa concepción de la unidad de la Iglesia.

La proclamación fuerte de la verdad y la severa refutación del error y de los errantes –se estima–, podrían resquebrajar la unidad de la comunidad eclesial, podrían dar lugar en la Iglesia a guerras internas, tensiones y cismas. Es, pues, conveniente decir la verdad con suavidad, y sobre todo es preciso no condenar el error –y menos aún a los que yerran–, pues la verdad, ella sola, tiene poder para prevalecer pronto o tarde en el pueblo cristiano. Para eso está el Espíritu Santo. Hay que tener esperanza, mucha esperanza.

Esta actitud pastoral, hoy tan frecuente, tiene que ser falsa necesariamente, pues dista años-luz de la mantenida por Cristo, por los Apóstoles, y por todos los santos Pastores de la historia de la Iglesia.

«Yo he venido a echar fuego en la tierra, ¿y qué he de querer sino que se encienda?... ¿Pensáis que he venido a traer paz a la tierra? Os digo que no, sino la división» (Lc 12,49.51).

La unidad de la Iglesia es unidad en la verdad, unidad en una sola fe, en un mismo Espíritu. Otra unidad será puramente sociológica o solo aparente. Aunque si hemos de ser del todo sinceros, ni siquiera es aparente la unidad de la Iglesia allí donde se permite la disidencia doctrinal y la arbitrariedad contra la disciplina. Por el contrario, todo es pura división, lucha sorda continua, convivencia tensa, incapacidad de hablar y de trabajar juntos.

Por otra parte, siempre los defensores de la verdad contra el error han sido descalificados por los transigentes como perturbadores intransigentes de «la paz» de la Iglesia. La trampa es viejísima.

San Atanasio (+373), que es desterrado cinco veces de su sede episcopal de Alejandría, es considerado por aquellos obispos católicos, que eran cómplices activos o pasivos del arrianismo, como un fanático revolvedor de la Iglesia. La firmeza en la fe puede parecer a veces obstinación, orgullo, dureza, inflexibilidad, falta de solidaridad episcopal. Casi solo frente al terrible error cristológico, recibe Atanasio, no obstante, alguna ayuda. Una de las más preciosas es la de San Hilario (+367), «el Atanasio de Occidente», que movilizó a los Obispos galos contra el arrianismo. Refiere su biógrafo, Sulpicio Severo, que éste era llamado por los arrianos «perturbador de la paz en Occidente» (2,45,4).

Hoy también son muchos los Obispos permisivos con los disidentes –o promotores de ellos–, que así actúan por una falsa idea de la unidad y de la paz en la Iglesia de Cristo. Dejan así a las ovejas, que les han sido confiadas, a merced de los lobos que entre ellas se introducen.

El Cardenal Joseph Ratzinger, en una homilía pronunciada cuando era arzobispo de Munich y Freising, hacía notar que al Magisterio eclesiástico «se le confía la tarea de defender la fe de los sencillos contra el poder de los intelectuales» (31-XII-1979).

Cuando los doctores católicos son humildes, guardan ante la fe de la Iglesia una actitud discipular, e iluminan con sus enseñanzas al pueblo de Dios. Pero cuando son soberbios, y se atreven a juzgar la fe de la Iglesia, poniéndose sobre ella, causan entre los cristianos terribles daños –sobre todo cuando se hacen con el poder en las editoriales y en los medios de comunicación–. Destruyen espantosamente la unidad y la paz de la Iglesia. Amonestados una y otra vez, deben ser frenados y rechazados (Tit 3,10). Son «anticristos» (1Jn 2,18ss)


Un saludo en la Paz de Cristo.
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Miles_Dei
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Registrado: 17 Sep 2007
Mensajes: 11717

MensajePublicado: Dom Jul 05, 2009 3:35 pm    Asunto:
Tema: No nos corresponde
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Otra cita más de este sacerdote, por lo que interesa a la pregunta de DrLuna:

Cita:

Infidelidad, conversión y reformas

La nueva evangelización no podrá darse allí donde la Iglesia se ve abrumada por innumerables errores, infidelidades y abusos. Allí donde Ella no reconozca estos pecados, no son posibles ni la conversión, ni las reformas necesarias, ni menos aún la nueva evangelización.

Como fácilmente se comprende, los escándalos peores son los que ya no escandalizan, dada su generalización. Son éstos, sin duda, los más peligrosos. Allí donde la situación escandalosa ya no escandaliza, allí no se capta ni la existencia ni la gravedad de los males; o si se capta, se estiman incurables. «Siempre ha sido así», dirá uno. Y otro comentará: «y muchas veces, peor».

La Iglesia, pues, necesita urgentemente escandalizarse gravemente de sus graves males e infidelidades. No basta para superarlos partir de tibios discernimientos de situación: «hay luces y sombras». Son engañosos. Y no olvidemos que uno de los fines del concilio Vaticano II es la reforma de la Iglesia.

Por eso el Concilio recuerda que «la Iglesia peregrina en este mundo es llamada por Cristo a esta perenne reforma, de la que ella, en cuanto institución terrena y humana, necesita permanentemente» (Unitatis redintegratio 6). Y Pablo VI dice a los padres conciliares: «Deseamos que la Iglesia sea reflejo de Cristo. Si alguna sombra o defecto al compararla con Él apareciese en el rostro de la Iglesia o sobre su veste nupcial, ¿qué debería hacer ella como por instinto, con todo valor? Está claro: reformarse, corregirse y esforzarse por devolverse a sí misma la conformidad con su divino modelo, que constituye su deber fundamental» (29-IX-1963, n.25).



Condiciones para la conversión

La conversión se realiza por obra del Espíritu Santo, y requiere siete convicciones humildes de la fe:

1. Vamos mal. Los falsos profetas aseguran «vamos bien, nada hay que temer; paz, paz». Los profetas verdaderos dicen lo contrario: «vamos mal, es necesario y urgente que nos convirtamos; si no, vendrán sobre nosotros males aún mayores que los que ahora estamos sufriendo» (Isaías 3; Jeremías 7; Oseas 2.8.14; Joel 2; Miqueas en 1Re 22).

2. Estamos sufriendo penalidades justas, consecuencias evidentes de nuestros pecados: apostasías en número creciente, carencia de vocaciones, etc. Nos merecemos todo eso y más: «eres justo, Señor, en cuanto has hecho con nosotros, porque hemos pecado y cometido iniquidad en todo, apartándonos en todo de tus preceptos» (cfr. Dan 3,26-45).

3. Son castigos medicinales los que, como consecuencias de nuestros pecados, la Providencia divina nos inflige. Y en esos mismos castigos la misericordia de Dios suaviza mucho su justicia: «no nos trata como merecen nuestros pecados, ni nos paga según nuestras culpas» (Sal 102,10). Esto hay que tenerlo bien presente.

4. No tenemos remedio humano. No tenemos, por nosotros mismos, ni luz de discernimiento, ni fuerza para la conversión. Para superar los enormes males que nos abruman no nos valen ni métodos, ni estrategias, ni nuevas organizaciones de nuestra acción. Tampoco tenemos guías eficaces de la reforma que necesitamos: «hasta el profeta y el sacerdote vagan desorientados por el país» (Jer 14,18).

5. Pero Dios quiere y puede salvarnos. La Iglesia, después de haber mirado a un lado y a otro, buscando «de dónde me vendrá el auxilio», y, ya desesperada de toda ayuda humana, levanta al Señor su esperanza y la pone sólo en Él: «el auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra» (Sal 120,1-2).

6. Es necesaria la oración de súplica. La Iglesia, en tiempos de aflicción, no encuentra salvación ni a derecha ni a izquierda, sino arriba, por la oración de súplica: «levántate, Señor, extiende tu brazo poderoso, ten piedad de nosotros, por pura gracia, por pura misericordia tuya, no nos desampares, acuérdate de nuestros padres y de tus promesas». Son las súplicas que una y otra vez se hacen en las Escrituras.

7. Para la gloria de Dios. Es la oración bíblica: «no nos abandones, Señor, no permitas la destrucción del Templo de tu gloria, no dejes que se acaben los himnos y cánticos que alaban tu Nombre santo. Restáuranos, Señor, por la gloria de tu Nombre, que se ve humillado por nuestros pecados y miserias. Sálvanos con el poder misericordioso de tu brazo. Seremos fieles a tu Alianza, y te alabaremos por los siglos de los siglos. Amén».

No hay posible conversión o reforma de la Iglesia –sin la cual no hay nueva evangelización– si estas siete actitudes, hoy tan debilitadas, o algunas de ellas, faltan. Pero si se dan, esperamos con absoluta certeza la salvación, la superación de los peores males, la conversión de personas y de pueblos, aunque parezca imposible. Pedir e intentar la conversión: ora et labora.

Pero veamos algunos escándalos que se dan en la Iglesia, que están exigiendo urgentemente conversión y reforma. Y advirtamos en esto, antes de nada, que la renovación de una Iglesia local en la fidelidad doctrinal y disciplinar no tiene por qué esperar a que se dé un movimiento de renovación en la Iglesia universal. El Obispo de cada comunidad eclesial, concretamente, debe hacer ya –y con él, sacerdotes, religiosos y laicos– aquello que toda la Iglesia debería hacer.

Por eso mismo hablaremos aquí especialmente de los deberes y de las posibilidades de los Obispos; y valga lo que digamos de ellos, en forma análoga, para los Superiores religiosos. La tarea hoy más urgente, sin duda, es restaurar la autoridad de la doctrina católica y la vigencia de las leyes de la Iglesia, exigiendo eficazmente la obediencia para una y para las otras.


Un saludo en la Paz de Cristo.
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Miles_Dei
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MensajePublicado: Dom Jul 05, 2009 3:46 pm    Asunto:
Tema: No nos corresponde
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FIDELIDAD. Esa es la palabra. Rezar siempre. Si no lo haces no eres fiel. Es más, mi familia entera está rezando ahora por la situación de la Iglesia, incluida mi pequeñina que ni siquiera tiene el uso de razón completo.

¿Creeis que alguien puede venir aquí a los foros a partirse la cara virtualmente si a la vez no se la está partiendo en la calle y en lo sobrenatural?

¿Cuanto habeis dormido en la última semana? ¿Cuanto habeis velado orando insistentemente por el arreglo de la situación? ¿Cuantas comuniones se han ofrecido y cuantos sacrificios y mortificaciones?

Supongo que muchos, salvo en aquellos que no son fieles.

Y los que no lo son empiezan por no ser fieles al dogma, lo cual es un misterio de nuestra naturaleza creada por Dios y que está tan trillado y experimentado que hasta se pone en chiste ya desde antiguo:



Yo te digo que si crees que sólo puedes rezar, vas aviado. Puedes mucho más que eso, precisamente por eso. Porque si permaneces fiel y santificándote TODA PUERTA SE ABRE A BASE DE LLAMAR INSISTENTEMENTE, aunque sea sólo por no oírte.

Y si los aldabonazos molestan a ciertos oídos, lo sentimos, es que estamos llamando con toda la caridad del mundo para que se abra la puerta al Espíritu Santo y reforme ya la Iglesia, que está muy necesitada de ello.

Seguid leyendo a Iraburu. El sabe lo que se dice y porqué lo dice.

Un saludo en la Paz de Cristo.
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gatosentado76
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Registrado: 18 Feb 2006
Mensajes: 2363

MensajePublicado: Dom Jul 05, 2009 9:10 pm    Asunto:
Tema: No nos corresponde
Responder citando

“Habiendo peligro próximo para la Fe, los prelados deben ser argüidos incluso públicamente por los súbditos”. (Suma Teológica, II-II, 33, 4-2)


No creo que esto sea contra loq ue como Laicos debemos y tenemos derecho a manifestar... la Caridad excenta de JUSTICIA Y RAZON DE LO CORRECTO se queda en sentimentalismo...
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SIR CATCELOT EL PRIMER GATOLLERO.
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SI BUSCAS UNA MANO QUE TE AYUDE... LA ENCONTRARAS AL FINAL DE TU BRAZO!!!
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ignaciomancilla
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MensajePublicado: Lun Jul 06, 2009 1:43 am    Asunto:
Tema: No nos corresponde
Responder citando

voy a emitir mi opinion sobre el tema.

pienso que en muchas de las veces pasa como el dicho: "no es lo mismo ver los toros desde la barrera"

propongo que mejor empecemos a construir en este foro una verdadera comunidad en donde riga la comprension y el amor fraterno en donde en lugar de señalar y apuntar con el dedo a nuestros semejantes al primer error que notemos , prevalezca la enseñanza con caridad.

Porque nos podemos pasar la eternidad denunciando a nuestros hermanos caidos en el error/maldad/pecado/iniquidad pero esto pienso que no son obras que ayuden a construir el reino de nuestro padre aqui con nosotros.

Siento y reconozco que hay entre nosotros hermanos muy preparados y que si con el apoyo de todos los demas y un poco de voluntad podemos todos juntos construir un mejor foro, pero de verdad es que siento que ya es momento de empezar a caminar todos juntos.

Y sera un buen inicio para dejar de "ver los toros desde la barrera" porque si ni esto somos capaces de construir quiere decir que somos indignos de llamarnos hijos de Dios.
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Miles_Dei
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MensajePublicado: Lun Jul 06, 2009 2:41 am    Asunto:
Tema: No nos corresponde
Responder citando

Es más, pienso que algunos están laborando para que el tema no se aborde ni se trate en lo que realmente ha dicho Lucrecia:

Cita:

Ciertamente habemos muchos que estamos seriamente preocupados por las situaciones irregulares que vemos en nuestras iglesias locales y deseamos manifestarlo.

Por esa razón quise abrir este tema, para que juntos encontremos una manera correcta, si es que existe, (dentro de la obediencia a lo que se nos pide en la LG) de utilizar estos foros, que son leidos por muchas personas alrededor del mundo, como medio eficaz para expresar nuestras preocupaciones y para lograr que las indicaciones que da el Santo Padre se pongan efectivamente en práctica en nuestras diócesis, sin caer en acusaciones y ofensas a nuestros pastores.


Y como siempre lo hacen desviando por el tema de la discordia y la cizaña. Esa es la impresión clara que se recibe. Agentes lucíferos que sólo ahcen mirar su ombligo y dar vueltas al mismo con mucha miel en la boca y una intención oscura para con la Iglesia.

Un saludo en la Paz de Cristo.
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Se trabó un gran combate en el cielo: Miguel y sus ángeles luchaban contra el dragón. (Apoc 12, 7)
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Miles_Dei
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MensajePublicado: Lun Jul 06, 2009 2:45 am    Asunto:
Tema: No nos corresponde
Responder citando

Y yo sigo en ese tema, mal que os pese.

De nuevo otra cita del Padre Iraburu:

Cita:
Ese modo de lenguaje deliberadamente impreciso y oscuro, en el que no se dice del todo lo que se quiere decir, pero sí se dice lo suficiente –que tanto ha inficionado a la Iglesia en los últimos decenios–, es un lenguaje extraño a la tradición católica, y desprestigia lo que durante siglos se ha llamado Sacra Theologia. Si es tolerable en periodistas, literatos o políticos, es inadmisible en los teólogos católicos o en los pastores sagrados. Y mirando por la salud del pueblo cristiano, debe ser denunciado y rechazado.

«Sea vuestra palabra: sí, sí; no, no. Todo lo que pasa de esto, de mal procede» (Mt 5,37; cf. Sant 5,12; 2Cor 1,17-19).

La Iglesia Católica, ya que ha de expresar con palabras humanas la plenitud de la Palabra divina, está obligada a usar un lenguaje verdadero y exacto, lo más claro y preciso que sea posible, libre de equívocos y ambigüedades, siempre fiel al esplendor de la verdad.


Un saludo en la Paz de Cristo.
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Se trabó un gran combate en el cielo: Miguel y sus ángeles luchaban contra el dragón. (Apoc 12, 7)
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Miles_Dei
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Registrado: 17 Sep 2007
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MensajePublicado: Lun Jul 06, 2009 2:59 am    Asunto:
Tema: No nos corresponde
Responder citando

Esta vez nos aporta el testimonio de San Juan de Avila exigiendo al Papa que imponga su autoridad:

Cita:
Merece la pena recordar en todo esto a San Juan de Ávila (1500-1569), que vive en plenos años de la plaga luterana. En sus Memoriales al Concilio de Trento atribuye principalmente los males que sufre la Iglesia a la inhibición de los Obispos, que no estuvieron a la altura de las circunstancias. No supieron ver, ni fueron capaces de actuar debidamente en aquellos «tiempos recios», según lo necesitaba el pueblo fiel.

«Juntose con la negligencia de los pastores, el engaño de falsos profetas» (1561: Memorial II, 9), pues «así como, por la bondad divinal, nunca en la Iglesia han faltado prelados que, con mérito propio y mucho provecho de las ovejas, hayan ejercitado su oficio, así también, permitiéndolo su justicia por nuestros pecados, ha habido, y en mayor número, pastores negligentes, y hase seguido la perdición de las ovejas...

«Y la suma verdad, que es Dios, cuyo testimonio es irrefragable, afirma haber venido todo este mal por no haber pastor que hubiese curado y cuidado lo que tocaba a la necesidad y provecho de sus ovejas» (10).

«...los malos prelados quedaron flacos para ejercitar la guerra espiritual, quedaron también estériles para engendrar y criar para Dios hijos espirituales... No se preciaron ni se quisieron poner a ser capitanes en la guerra de Dios y atalayas» (11).

«...hase juntado en la Iglesia, con la culpa de los negligentes pastores, el engaño de los falsos profetas, que son falsos enseñadores... Porque de estos tales escalones se suelen los hombres hacer malamente libres y desacatados a nuestra madre la Iglesia, y de allí vienen a descreerla del todo» (12).

«No nos maravillemos, pues, que tanta gente haya perdido la fe en nuestros tiempos, pues que, faltando diligentes pastores y legítimos ministros de Dios que apacentasen el pueblo con tal doctrina que fuese luz... y fuese mantenimiento de mucha substancia, y le fuese armas para pelear, y en fin, que lo fundase bien en la fe y encendiese con fuego de amor divinal, aun hasta poner la vida por la confesión de la fe y obediencia de la ley de Dios» (17).

¿Cómo tantos errores y males pudieron entonces generalizarse entre los católicos sino a causa de falsos profetas, tolerados por pastores escasos de autoridad apostólica? ¿Cómo no se dió la alarma a su tiempo para prevenir tan grandes pérdidas?

«Cosa es de dolor cómo no hubo en la Iglesia atalayas... que diesen voces y avisasen al pueblo de Dios este terrible castigo... para que se apercibiesen con penitencia y enmienda, y evitasen tan grandísimo mal» (34).

Llegados a este punto, también el Maestro de Ávila pide al Papa –Pío IV, en los años de este escrito– que hable y actúe con más fuerza:

«Y entre todos los que esto deben sentir, es el primero y más principal el supremo pastor de la Iglesia. Pues lo es en el poder, razón es que, como principal atalaya de toda la Iglesia, dé más altas voces para despertar al pueblo cristiano, avisándole del peligro que tiene presente y del que es razón temer que les puede venir» (41).

No deja de señalar tampoco en su Memorial al Concilio la necesidad de elegir obispos capaces de encabezar las guerras de Cristo:

En adelante no sea «elegido a dignidad obispal persona que no sea suficiente para ser capitán del ejército de Dios, meneando la espada de su palabra contra los errores y contra los vicios, y que pueda engendrar hijos espirituales a Dios... Mírese que la guerra que está movida contra la Iglesia está recia y muy trabada y muchos de los nuestros han sido vencidos en ella; y, según parece, todavía la victoria de los enemigos hace su curso» (42).

La corrección es uno de los actos más enérgicos de la autoridad, pues, ya en principio, contraría una voluntad opuesta. Por eso quien no está firme en la fe en la autoridad podrá ejercitar ésta en dirigir, coordinar, organizar, exhortar, etc., ya que éstas son funciones pastorales que no tienen por qué, en principio, enfrentar voluntades contrarias. Pero la corrección sí tiene que enfrentarlas. Por eso decimos que es la más ardua acción del ministerio pastoral.

Ahora bien, si se debilita en los Pastores la auctoritas apostólica que han recibido de Cristo, no ejercitan suficientemente la corrección pastoral, y entonces se multiplican indeciblemente los errores doctrinales, las divisiones y los abusos disciplinares, hasta que el mismo sacrilegio llega a generalizarse en algunas cuestiones. Y el rebaño se dispersa.


Un saludo en la Paz de Cristo.
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ignaciomancilla
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MensajePublicado: Lun Jul 06, 2009 3:22 am    Asunto:
Tema: No nos corresponde
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y yo que entendi que este tema era para:

Lucrecia dijo:
Cita:
para que juntos encontremos una manera correcta, si es que existe, (dentro de la obediencia a lo que se nos pide en la LG) de utilizar estos foros como medio eficaz para expresar nuestras preocupaciones y para lograr que las indicaciones que da el Santo Padre se pongan efectivamente en práctica en nuestras diócesis, sin caer en acusaciones y ofensas a nuestros pastores


Rolling Eyes

pero segun entiendo, veo que se continua con las justificaciones personales
Rolling Eyes
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Miles_Dei
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Mensajes: 11717

MensajePublicado: Lun Jul 06, 2009 3:28 am    Asunto:
Tema: No nos corresponde
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Lucrecia dijo esto:

Cita:
Ciertamente habemos muchos que estamos seriamente preocupados por las situaciones irregulares que vemos en nuestras iglesias locales y deseamos manifestarlo.

Por esa razón quise abrir este tema, para que juntos encontremos una manera correcta, si es que existe, (dentro de la obediencia a lo que se nos pide en la LG) de utilizar estos foros, que son leidos por muchas personas alrededor del mundo, como medio eficaz para expresar nuestras preocupaciones y para lograr que las indicaciones que da el Santo Padre se pongan efectivamente en práctica en nuestras diócesis, sin caer en acusaciones y ofensas a nuestros pastores.


Porque el tema es como hacerlo sin faltar a la caridad debida a Nuestros Pastores y no nada de comernos la cabeza con las taras de algunos ombligos en estos foros.

¿Estamos?

Un saludo en la Paz de Cristo.
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ignaciomancilla
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Registrado: 04 Oct 2006
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MensajePublicado: Lun Jul 06, 2009 3:34 am    Asunto:
Tema: No nos corresponde
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pues mejor que lo diga ella porque si editamos sus posts a nuestras ideas pues ya no son originales de ella...
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jgonzales
Asiduo


Registrado: 08 Ene 2007
Mensajes: 297

MensajePublicado: Lun Jul 06, 2009 11:00 am    Asunto:
Tema: No nos corresponde
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" Hágase esto, si las circunstancias lo requieren"

Obviamente si es algo muy importante recurrire a los niveles establecidos para ello,

Sin embargo si no es algo ta de fondo , interpretaria que las circuntancias solo ameritan discutirlo en un foro.
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AQUITANO
Constante


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MensajePublicado: Lun Jul 06, 2009 4:20 pm    Asunto:
Tema: No nos corresponde
Responder citando

Veo que cada uno ve lo que quiere ver:

Analicemos el texto en cuestión:

Estimados todos:

Estuve unos días fuera de los foros y me encontré, el día de hoy, con muchos temas abiertos con acusaciones de rebeldía y desobediencia hacia diferentes obispos y sacerdotes alrededor del mundo.

Esto fue el diagnostico primario de la situación observada

Definitivamente no nos corresponde a nosotros, como laicos, acusar a la jerarquía ni exigir a los obispos que hagan tal o cual cosa.

Esta es la conclusión del tema

No vienen al caso, en el foro, expresiones como:
Cita:
¿Sr. obispo, han traducido ya el PRO MULTIS según indica la Santa Sede? ¿Por qué no lo hace a nivel diocesano? ¿No ve que la unidad de la Santa Iglesia peligra con tales posturas?

Estos son ejemplos de lo que no viene al caso; repito. NO VIENE AL CASO

Nuestra labor como laicos está claramente especificada y hay que actuar de acuerdo con lo que a nosotros nos corresponde:

«Los laicos, como todos los fieles cristianos, tienen el derecho de recibir con abundancia de los sagrados Pastores los auxilios de los bienes espirituales de la Iglesia, en particular la palabra de Dios y los sacramentos. Manifiéstenles [a sus Pastores] sus necesidades y sus deseos con la libertad y confianza que conviene a los hijos de Dios y a los hermanos en Cristo. Conforme a la ciencia, la competencia y el prestigio que poseen, tienen la facultad, más aún, a veces el deber, de exponer su parecer acerca de los asuntos concernientes al bien de la Iglesia. Hágase esto, si las circunstancias lo requieren, a través de instituciones establecidas para ello por la Iglesia, y siempre con veracidad, fortaleza y prudencia, con reverencia y caridad hacia aquellos que, por razón de su sagrado ministerio, personifican a Cristo» (LG 37a).

Los presento a Lumen Gentium ....... ¿estamos?

"A través de las instituciones establecidas para ello" (los foros de Catholic.net NO son una institución establecida para comunicar tus necesidades y deseos a los obispos)

Esto es la diferenciación entre los foros y las instituciones LEASE DE LA IGLESIA

"y siempre con veracidad, fortaleza y prudencia, con reverencia y caridad hacia los señores obispos". (reverencia y caridad es lo que nos manda la Iglesia.) Si queremos que nuestros obispos obedezcan, debemos hacerlo también nosotros. Prediquemos la obediencia al Papa con nuestro ejemplo.

¿ESTAMOS?

No nos correspone acusar, ni criticar, ni exigir de manera autoritaria a los obispos ni a los sacerdotes. Nos corresponde informar, exponer, manifestar, solicitar, pedir... siempre con respeto y veneración "hacia aquellos que, por razón de su sagrado ministerio, personifican a Cristo".

¿ESTAMOS?

Si no nos escuchan, debemos recurrir a las autoridades de arriba (no a unos foros públicos). Y si las autoridades no nos escuchan, debemos recurrir al Santo Padre (no a unos foros públicos)

¿ESTAMOS?

En los foros, lo que debemos hacer es siempre anunciar la verdad, de modo que todos los que nos lean, adquieran los criterios para discernir cuándo, en una diócesis, hay irregularidades y desobediencias y ellos, a su vez, puedan manifestarlo por las vías correctas.

¿ESTAMOS?

Anunciar la Buena Nueva y propagar las enseñanzas del Santo Padre para que el mundo las conozca. Éso es lo que nos corresponde a nosotros.

¿ESTAMOS?

Para exigir a los obispos, está el Papa y para juzgarlos, Jesucristo.

¿ESTAMOS?

Ciertamente habemos muchos que estamos seriamente preocupados por las situaciones irregulares que vemos en nuestras iglesias locales y deseamos manifestarlo.

¿ESTAMOS?

Por esa razón quise abrir este tema, para que juntos encontremos una manera correcta, si es que existe, (dentro de la obediencia a lo que se nos pide en la LG) de utilizar estos foros, que son leidos por muchas personas alrededor del mundo, como medio eficaz para expresar nuestras preocupaciones y para lograr que las indicaciones que da el Santo Padre se pongan efectivamente en práctica en nuestras diócesis, sin caer en acusaciones y ofensas a nuestros pastores Los encomiendo en mis oraciones

Lucrecia Rego de Planas
Dirección
Catholic.net[/quote]

Ahora bien:

Dice Miles:
Cita:
Porque el tema es como hacerlo sin faltar a la caridad debida a Nuestros Pastores y no nada de comernos la cabeza con las taras de algunos ombligos en estos foros.


Lo cual queda para la papelera de reciclaje luego de releer lo que Lucrecia trata. Agregamos la tergiversación del texto del staff de Catholic.net a la papelera.
En Cristo
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El Espíritu Santo nos otorgue discernimiento
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Miles_Dei
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Mensajes: 11717

MensajePublicado: Lun Jul 06, 2009 4:41 pm    Asunto:
Tema: No nos corresponde
Responder citando

Aquitano, PASO. No voy a entrar más a tu juego.

EL camino ya está echado y ahora toca ponerse del lado de Cristo y de la Iglesia o del de los enemigos de Cristo y de su Iglesia.

¿Algo que poner para aconsejar a las gentes como ir reformando la Iglesia ante la anuencia de algunos pastores sin faltar a la caridad?

¿Nada que decir de los texto del Padre Iraburu?

Un saludo en la Paz de Cristo.
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AQUITANO
Constante


Registrado: 20 Feb 2008
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MensajePublicado: Lun Jul 06, 2009 10:23 pm    Asunto:
Tema: No nos corresponde
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Hermano Miles: tambien PASO. Veamos si se puede construir algo.

Si, hermano Miles. Tengo mucho que decir y he dicho bastante en cada tema.
Pero nada que yo diga o que tu digas servirá de nada si no nos definimos en las opciones fundamentales como cristianos.
Y ser cristianos es haber tenido ese encuentro personal que nos posibilita beber del agua viva del Amor que es Dios mismo.
Nada es, si no encontramos ese camino de verdad, pues todo se vacía de sentido sin la fe, respuesta del hombre a ese encuentro.
Es por eso que el camino es el de la catequesis hacia adentro y la evangelización hacia afuera de nuestras parroquias.
Tanto para una como para la otra, el encuentro con Cristo es sustancial. Nada lograremos sin creer que el nos amó primero.
Todo lo demás nos ha sido dado; la gracia opera para producir en cada uno los cambios que el ES desea.
En todo esto, la voluntad del hombre es otra pata de la mesa.
Si hemos encontrado a Cristo y ese encuentro ha fortalecido nuestra fe, debemos aplicar nuestra voluntad y la razón para el triunfo en el servicio que nos haya sido dado. Recalco: dado

Antes de hablar de la renuencia a hacerlo (te corrijo pues pusiste anuencia ) por parte de algunos sacerdotes, te hago recordar algunos aspectos del tema:
En primer lugar, tu mismo lo dices .... son algunos sacerdotes. Si sabes leer entre líneas recordarás el mensaje de Benedicto XVI al respecto cuando declara 2009-2010 año sacerdotal. Por las dudas te lo pego, y recomiendo seriamente leerlo detenidamente pues parece un discurso sencillo y es una síntesis de lo que ve y espera:

Cita:
Queridos hermanos en el Sacerdocio:

He resuelto convocar oficialmente un 'Año Sacerdotal' con ocasión del 150 aniversario del 'dies natalis' de Juan María Vianney, el Santo Patrón de todos los párrocos del mundo, que comenzará el viernes 19 de junio de 2009, solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús –jornada tradicionalmente dedicada a la oración por la santificación del clero–. Este año desea contribuir a promover el compromiso de renovación interior de todos los sacerdotes, para que su testimonio evangélico en el mundo de hoy sea más intenso e incisivo, y se concluirá en la misma solemnidad de 2010.

El Sacerdocio es el amor del corazón de Jesús", repetía con frecuencia el Santo Cura de Ars. Esta conmovedora expresión nos da pie para reconocer con devoción y admiración el inmenso don que suponen los sacerdotes, no sólo para la Iglesia, sino también para la humanidad misma. Tengo presente a todos los presbíteros que con humildad repiten cada día las palabras y los gestos de Cristo a los fieles cristianos y al mundo entero, identificándose con sus pensamientos, deseos y sentimientos, así como con su estilo de vida. Cómo no destacar sus esfuerzos apostólicos, su servicio infatigable y oculto, su caridad que no excluye a nadie? Y qué decir de la fidelidad entusiasta de tantos sacerdotes que, a pesar de las dificultades e incomprensiones, perseveran en su vocación de "amigos de Cristo", llamados personalmente, elegidos y enviados por Él?

Todavía conservo en el corazón el recuerdo del primer párroco con el que comencé mi ministerio como joven sacerdote: fue para mí un ejemplo de entrega sin reservas al propio ministerio pastoral, llegando a morir cuando llevaba el viático a un enfermo grave. También repaso los innumerables hermanos que he conocido a lo largo de mi vida y últimamente en mis viajes pastorales a diversas naciones, comprometidos generosamente en el ejercicio cotidiano de su ministerio sacerdotal.

Pero la expresión utilizada por el Santo Cura de Ars evoca también la herida abierta en el Corazón de Cristo y la corona de espinas que lo circunda. Y así, pienso en las numerosas situaciones de sufrimiento que aquejan a muchos sacerdotes, porque participan de la experiencia humana del dolor en sus múltiples manifestaciones o por las incomprensiones de los destinatarios mismos de su ministerio: Cómo no recordar tantos sacerdotes ofendidos en su dignidad, obstaculizados en su misión, a veces incluso perseguidos hasta ofrecer el supremo testimonio de la sangre?

Sin embargo, también hay situaciones, nunca bastante deploradas, en las que la Iglesia misma sufre por la infidelidad de algunos de sus ministros. En estos casos, es el mundo el que sufre el escándalo y el abandono. Ante estas situaciones, lo más conveniente para la Iglesia no es tanto resaltar escrupulosamente las debilidades de sus ministros, cuanto renovar el reconocimiento gozoso de la grandeza del don de Dios, plasmado en espléndidas figuras de Pastores generosos, religiosos llenos de amor a Dios y a las almas, directores espirituales clarividentes y pacientes. En este sentido, la enseñanza y el ejemplo de san Juan María Vianney pueden ofrecer un punto de referencia significativo.
El Cura de Ars era muy humilde, pero consciente de ser, como sacerdote, un inmenso don para su gente: "Un buen pastor, un pastor según el Corazón de Dios, es el tesoro más grande que el buen Dios puede conceder a una parroquia, y uno de los dones más preciosos de la misericordia divina". Hablaba del sacerdocio como si no fuera posible llegar a percibir toda la grandeza del don y de la tarea confiados a una criatura humana: "Oh, qué grande es el sacerdote! Si se diese cuenta, moriría... Dios le obedece: pronuncia dos palabras y Nuestro Señor baja del cielo al oír su voz y se encierra en una pequeña ostia...". Explicando a sus fieles la importancia de los sacramentos decía: "Si desapareciese el sacramento del Orden, no tendríamos al Señor. Quién lo ha puesto en el sagrario? El sacerdote. Quién ha recibido vuestra alma apenas nacidos? El sacerdote. Quién la nutre para que pueda terminar su peregrinación? El sacerdote. Quién la preparará para comparecer ante Dios, lavándola por última vez en la sangre de Jesucristo? El sacerdote, siempre el sacerdote. Y si esta alma llegase a morir [a causa del pecado], quién la resucitará y le dará el descanso y la paz? También el sacerdote... Después de Dios, el sacerdote lo es todo!... Èl mismo sólo lo entenderá en el cielo".

Estas afirmaciones, nacidas del corazón sacerdotal del santo párroco, pueden parecer exageradas. Sin embargo, revelan la altísima consideración en que tenía el sacramento del sacerdocio. Parecía sobrecogido por un inmenso sentido de la responsabilidad: "Si comprendiéramos bien lo que representa un sacerdote sobre la tierra, moriríamos: no de pavor, sino de amor... Sin el sacerdote, la muerte y la pasión de Nuestro Señor no servirían de nada. El sacerdote continúa la obra de la redención sobre la tierra... De qué nos serviría una casa llena de oro si no hubiera nadie que nos abriera la puerta? El sacerdote tiene la llave de los tesoros del cielo: él es quien abre la puerta; es el administrador del buen Dios; el administrador de sus bienes... Dejad una parroquia veinte años sin sacerdote y adorarán a las bestias... El sacerdote no es sacerdote para sí mismo, sino para vosotros".

Llegó a Ars, una pequeña aldea de 230 habitantes, advertido por el Obispo sobre la precaria situación religiosa: "No hay mucho amor de Dios en esa parroquia; usted lo pondrá". Bien sabía él que tendría que encarnar la presencia de Cristo dando testimonio de la ternura de la salvación: "Dios mío, concédeme la conversión de mi parroquia; acepto sufrir todo lo que quieras durante toda mi vida". Con esta oración comenzó su misión. El Santo Cura de Ars se dedicó a la conversión de su parroquia con todas sus fuerzas, insistiendo por encima de todo en la formación cristiana del pueblo que le había sido confiado.

Queridos hermanos en el Sacerdocio, pidamos al Señor Jesús la gracia de aprender también nosotros el método pastoral de san Juan María Vianney. En primer lugar, su total identificación con el propio ministerio. En Jesús, Persona y Misión tienden a coincidir: toda su obra salvífica era y es expresión de su "Yo filial", que está ante el Padre, desde toda la eternidad, en actitud de amorosa sumisión a su voluntad. De modo análogo y con toda humildad, también el sacerdote debe aspirar a esta identificación. Aunque no se puede olvidar que la eficacia sustancial del ministerio no depende de la santidad del ministro, tampoco se puede dejar de lado la extraordinaria fecundidad que se deriva de la confluencia de la santidad objetiva del ministerio con la subjetiva del ministro. El Cura de Ars emprendió en seguida esta humilde y paciente tarea de armonizar su vida como ministro con la santidad del ministerio confiado, "viviendo" incluso materialmente en su Iglesia parroquial: "En cuanto llegó, consideró la Iglesia como su casa... Entraba en la Iglesia antes de la aurora y no salía hasta después del Angelus de la tarde. Si alguno tenía necesidad de él, allí lo podía encontrar", se lee en su primera biografía.

La devota exageración del piadoso hagiógrafo no nos debe hacer perder de vista que el Santo Cura de Ars también supo "hacerse presente" en todo el territorio de su parroquia: visitaba sistemáticamente a los enfermos y a las familias; organizaba misiones populares y fiestas patronales; recogía y administraba dinero para sus obras de caridad y para las misiones; adornaba la iglesia y la dotaba de paramentos sacerdotales; se ocupaba de las niñas huérfanas de la "Providence" (un Instituto que fundó) y de sus formadoras; se interesaba por la educación de los niños; fundaba hermandades y llamaba a los laicos a colaborar con él.

Su ejemplo me lleva a poner de relieve los ámbitos de colaboración en los que se debe dar cada vez más cabida a los laicos, con los que los presbíteros forman un único pueblo sacerdotal y entre los cuales, en virtud del sacerdocio ministerial, están puestos "para llevar a todos a la unidad del amor: 'amándose mutuamente con amor fraterno, rivalizando en la estima mutua' (Rm 12, 10)". En este contexto, hay que tener en cuenta la encarecida recomendación del Concilio Vaticano II a los presbíteros de "reconocer sinceramente y promover la dignidad de los laicos y la función que tienen como propia en la misión de la Iglesia... Deben escuchar de buena gana a los laicos, teniendo fraternalmente en cuenta sus deseos y reconociendo su experiencia y competencia en los diversos campos de la actividad humana, para poder junto con ellos reconocer los signos de los tiempos".

El Santo Cura de Ars enseñaba a sus parroquianos sobre todo con el testimonio de su vida. De su ejemplo aprendían los fieles a orar, acudiendo con gusto al sagrario para hacer una visita a Jesús Eucaristía. "No hay necesidad de hablar mucho para orar bien", les enseñaba el Cura de Ars. "Sabemos que Jesús está allí, en el sagrario: abrámosle nuestro corazón, alegrémonos de su presencia. Èsta es la mejor oración". Y les persuadía: "Venid a comulgar, hijos míos, venid donde Jesús. Venid a vivir de Èl para poder vivir con Èl...". "Es verdad que no sois dignos, pero lo necesitáis". Dicha educación de los fieles en la presencia eucarística y en la comunión era particularmente eficaz cuando lo veían celebrar el Santo Sacrificio de la Misa. Los que asistían decían que "no se podía encontrar una figura que expresase mejor la adoración... Contemplaba la ------ con amor". Les decía: "Todas las buenas obras juntas no son comparables al Sacrificio de la Misa, porque son obras de hombres, mientras la Santa Misa es obra de Dios". Estaba convencido de que todo el fervor en la vida de un sacerdote dependía de la Misa: "La causa de la relajación del sacerdote es que descuida la Misa. Dios mío, qué pena el sacerdote que celebra como si estuviese haciendo algo ordinario!". Siempre que celebraba, tenía la costumbre de ofrecer también la propia vida como sacrificio: "Cómo aprovecha a un sacerdote ofrecerse a Dios en sacrificio todas las mañanas!".

Esta identificación personal con el Sacrificio de la Cruz lo llevaba -con una sola moción interior- del altar al confesionario. Los sacerdotes no deberían resignarse nunca a ver vacíos sus confesonarios ni limitarse a constatar la indiferencia de los fieles hacia este sacramento. En Francia, en tiempos del Santo Cura de Ars, la confesión no era ni más fácil ni más frecuente que en nuestros días, pues el vendaval revolucionario había arrasado desde hacía tiempo la práctica religiosa. Pero él intentó por todos los medios, en la predicación y con consejos persuasivos, que sus parroquianos redescubriesen el significado y la belleza de la Penitencia sacramental, mostrándola como una íntima exigencia de la presencia eucarística. Supo iniciar así un "círculo virtuoso". Con su prolongado estar ante el sagrario en la Iglesia, consiguió que los fieles comenzasen a imitarlo, yendo a visitar a Jesús, seguros de que allí encontrarían también a su párroco, disponible para escucharlos y perdonarlos. Al final, una muchedumbre cada vez mayor de penitentes, provenientes de toda Francia, lo retenía en el confesionario hasta 16 horas al día. Se comentaba que Ars se había convertido en "el gran hospital de las almas". Su primer biógrafo afirma: "La gracia que conseguía [para que los pecadores se convirtiesen] era tan abundante que salía en su búsqueda sin dejarles un momento de tregua". En este mismo sentido, el Santo Cura de Ars decía: "No es el pecador el que vuelve a Dios para pedirle perdón, sino Dios mismo quien va tras el pecador y lo hace volver a Èl". "Este buen Salvador está tan lleno de amor que nos busca por todas partes".

Todos los sacerdotes hemos de considerar como dirigidas personalmente a nosotros aquellas palabras que él ponía en boca de Jesús: "Encargaré a mis ministros que anuncien a los pecadores que estoy siempre dispuesto a recibirlos, que mi misericordia es infinita". Los sacerdotes podemos aprender del Santo Cura de Ars no sólo una confianza infinita en el sacramento de la Penitencia, que nos impulse a ponerlo en el centro de nuestras preocupaciones pastorales, sino también el método del "diálogo de salvación" que en él se debe entablar. El Cura de Ars se comportaba de manera diferente con cada penitente. Quien se acercaba a su confesionario con una necesidad profunda y humilde del perdón de Dios, encontraba en él palabras de ánimo para sumergirse en el "torrente de la divina misericordia" que arrastra todo con su fuerza. Y si alguno estaba afligido por su debilidad e inconstancia, con miedo a futuras recaídas, el Cura de Ars le revelaba el secreto de Dios con una expresión de una belleza conmovedora: "El buen Dios lo sabe todo. Antes incluso de que se lo confeséis, sabe ya que pecaréis nuevamente y sin embargo os perdona. Qué grande es el amor de nuestro Dios que le lleva incluso a olvidar voluntariamente el futuro, con tal de perdonarnos!".

A quien, en cambio, se acusaba de manera fría y casi indolente, le mostraba, con sus propias lágrimas, la evidencia seria y dolorosa de lo "abominable" de su actitud: "Lloro porque vosotros no lloráis", decía. "Si el Señor no fuese tan bueno... pero lo es. Hay que ser un bárbaro para comportarse de esta manera ante un Padre tan bueno". Provocaba el arrepentimiento en el corazón de los tibios, obligándoles a ver con sus propios ojos el sufrimiento de Dios por los pecados como "encarnado" en el rostro del sacerdote que los confesaba. Si alguno manifestaba deseos y actitudes de una vida espiritual más profunda, le mostraba abiertamente las profundidades del amor, explicándole la inefable belleza de vivir unidos a Dios y estar en su presencia: "Todo bajo los ojos de Dios, todo con Dios, todo para agradar a Dios... Qué maravilla!". Y les enseñaba a orar: "Dios mío, concédeme la gracia de amarte tanto cuanto yo sea capaz".

El Cura de Ars consiguió en su tiempo cambiar el corazón y la vida de muchas personas, porque fue capaz de hacerles sentir el amor misericordioso del Señor. Urge también en nuestro tiempo un anuncio y un testimonio similar de la verdad del Amor: "Deus caritas est" (1 Jn 4, Cool. Con la Palabra y con los Sacramentos de su Jesús, Juan María Vianney edificaba a su pueblo, aunque a veces se agitaba interiormente porque no se sentía a la altura, hasta el punto de pensar muchas veces en abandonar las responsabilidades del ministerio parroquial para el que se sentía indigno. Sin embargo, con un sentido de la obediencia ejemplar, permaneció siempre en su puesto, porque lo consumía el celo apostólico por la salvación de las almas. Se entregaba totalmente a su propia vocación y misión con una ascesis severa: "La mayor desgracia para nosotros los párrocos -deploraba el Santo- es que el alma se endurezca"; con esto se refería al peligro de que el pastor se acostumbre al estado de pecado o indiferencia en que viven muchas de sus ovejas.
Dominaba su cuerpo con vigilias y ayunos para evitar que opusiera resistencia a su alma sacerdotal. Y se mortificaba voluntariamente en favor de las almas que le habían sido confiadas y para unirse a la expiación de tantos pecados oídos en confesión. A un hermano sacerdote, le explicaba: "Le diré cuál es mi receta: doy a los pecadores una penitencia pequeña y el resto lo hago yo por ellos". Más allá de las penitencias concretas que el Cura de Ars hacía, el núcleo de su enseñanza sigue siendo en cualquier caso válido para todos: las almas cuestan la sangre de Cristo y el sacerdote no puede dedicarse a su salvación sin participar personalmente en el "alto precio" de la redención.

En la actualidad, como en los tiempos difíciles del Cura de Ars, es preciso que los sacerdotes, con su vida y obras, se distingan por un vigoroso testimonio evangélico. Pablo VI ha observado oportunamente: "El hombre contemporáneo escucha más a gusto a los que dan testimonio que a los que enseñan, o si escucha a los que enseñan, es porque dan testimonio". Para que no nos quedemos existencialmente vacíos, comprometiendo con ello la eficacia de nuestro ministerio, debemos preguntarnos constantemente: "Estamos realmente impregnados por la palabra de Dios? Es ella en verdad el alimento del que vivimos, más que lo que pueda ser el pan y las cosas de este mundo? La conocemos verdaderamente? La amamos? Nos ocupamos interiormente de esta palabra hasta el punto de que realmente deja una impronta en nuestra vida y forma nuestro pensamiento?". Así como Jesús llamó a los Doce para que estuvieran con Èl (cf. Mc 3, 14), y sólo después los mandó a predicar, también en nuestros días los sacerdotes están llamados a asimilar el "nuevo estilo de vida" que el Señor Jesús inauguró y que los Apóstoles hicieron suyo.

La identificación sin reservas con este "nuevo estilo de vida" caracterizó la dedicación al ministerio del Cura de Ars. El Papa Juan XXIII en la Carta encíclica "Sacerdotii nostri primordia", publicada en 1959, en el primer centenario de la muerte de san Juan María Vianney, presentaba su fisonomía ascética refiriéndose particularmente a los tres consejos evangélicos, considerados como necesarios también para los presbíteros: "Y, si para alcanzar esta santidad de vida, no se impone al sacerdote, en virtud del estado clerical, la práctica de los consejos evangélicos, ciertamente que a él, y a todos los discípulos del Señor, se le presenta como el camino real de la santificación cristiana".

El Cura de Ars supo vivir los "consejos evangélicos" de acuerdo a su condición de presbítero. En efecto, su pobreza no fue la de un religioso o un monje, sino la que se pide a un sacerdote: a pesar de manejar mucho dinero (ya que los peregrinos más pudientes se interesaban por sus obras de caridad), era consciente de que todo era para su iglesia, sus pobres, sus huérfanos, sus niñas de la "Providence", sus familias más necesitadas. Por eso "era rico para dar a los otros y era muy pobre para sí mismo". Y explicaba: "Mi secreto es simple: dar todo y no conservar nada". Cuando se encontraba con las manos vacías, decía contento a los pobres que le pedían: "Hoy soy pobre como vosotros, soy uno de vosotros". Así, al final de su vida, pudo decir con absoluta serenidad: "No tengo nada... Ahora el buen Dios me puede llamar cuando quiera". También su castidad era la que se pide a un sacerdote para su ministerio. Se puede decir que era la castidad que conviene a quien debe tocar habitualmente con sus manos la Eucaristía y contemplarla con todo su corazón arrebatado y con el mismo entusiasmo la distribuye a sus fieles. Decían de él que "la castidad brillaba en su mirada", y los fieles se daban cuenta cuando clavaba la mirada en el sagrario con los ojos de un enamorado. También la obediencia de san Juan María Vianney quedó plasmada totalmente en la entrega abnegada a las exigencias cotidianas de su ministerio. Se sabe cuánto le atormentaba no sentirse idóneo para el ministerio parroquial y su deseo de retirarse "a llorar su pobre vida, en soledad". Sólo la obediencia y la pasión por las almas conseguían convencerlo para seguir en su puesto. A los fieles y a sí mismo explicaba: "No hay dos maneras buenas de servir a Dios. Hay una sola: servirlo como Èl quiere ser servido". Consideraba que la regla de oro para una vida obediente era: "Hacer sólo aquello que puede ser ofrecido al buen Dios".

En el contexto de la espiritualidad apoyada en la práctica de los consejos evangélicos, me complace invitar particularmente a los sacerdotes, en este Año dedicado a ellos, a percibir la nueva primavera que el Espíritu está suscitando en nuestros días en la Iglesia, a la que los Movimientos eclesiales y las nuevas Comunidades han contribuido positivamente. "El Espíritu es multiforme en sus dones... Èl sopla donde quiere. Lo hace de modo inesperado, en lugares inesperados y en formas nunca antes imaginadas... Èl quiere vuestra multiformidad y os quiere para el único Cuerpo". A este propósito vale la indicación del Decreto Presbyterorum ordinis: "Examinando los espíritus para ver si son de Dios, [los presbíteros] han de descubrir mediante el sentido de la fe los múltiples carismas de los laicos, tanto los humildes como los más altos, reconocerlos con alegría y fomentarlos con empeño". Dichos dones, que llevan a muchos a una vida espiritual más elevada, pueden hacer bien no sólo a los fieles laicos sino también a los ministros mismos. La comunión entre ministros ordenados y carismas "puede impulsar un renovado compromiso de la Iglesia en el anuncio y en el testimonio del Evangelio de la esperanza y de la caridad en todos los rincones del mundo".

Quisiera añadir además, en línea con la Exhortación apostólica "Pastores dabo vobis" del Papa Juan Pablo II, que el ministerio ordenado tiene una radical "forma comunitaria" y sólo puede ser desempeñado en la comunión de los presbíteros con su Obispo. Es necesario que esta comunión entre los sacerdotes y con el propio Obispo, basada en el sacramento del Orden y manifestada en la concelebración eucarística, se traduzca en diversas formas concretas de fraternidad sacerdotal efectiva y afectiva. Sólo así los sacerdotes sabrán vivir en plenitud el don del celibato y serán capaces de hacer florecer comunidades cristianas en las cuales se repitan los prodigios de la primera predicación del Evangelio.

El Año Paulino que está para concluir orienta nuestro pensamiento también hacia el Apóstol de los gentiles, en quien podemos ver un espléndido modelo sacerdotal, totalmente "entregado" a su ministerio. "Nos apremia el amor de Cristo -escribía-, al considerar que, si uno murió por todos, todos murieron" (2 Co 5, 14). Y añadía: "Cristo murió por todos, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para el que murió y resucitó por ellos" (2 Co 5, 15). Qué mejor programa se podría proponer a un sacerdote que quiera avanzar en el camino de la perfección cristiana?

Queridos sacerdotes, la celebración del 150 aniversario de la muerte de San Juan María Vianney (1859) viene inmediatamente después de las celebraciones apenas concluidas del 150 aniversario de las apariciones de Lourdes (1858). Ya en 1959, el Beato Papa Juan XXIII había hecho notar: "Poco antes de que el Cura de Ars terminase su carrera tan llena de méritos, la Virgen Inmaculada se había aparecido en otra región de Francia a una joven humilde y pura, para comunicarle un mensaje de oración y de penitencia, cuya inmensa resonancia espiritual es bien conocida desde hace un siglo. En realidad, la vida de este sacerdote cuya memoria celebramos, era anticipadamente una viva ilustración de las grandes verdades sobrenaturales enseñadas a la vidente de Massabielle. Èl mismo sentía una devoción vivísima hacia la Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen; él, que ya en 1836 había consagrado su parroquia a María concebida sin pecado, y que con tanta fe y alegría había de acoger la definición dogmática de 1854". El Santo Cura de Ars recordaba siempre a sus fieles que "Jesucristo, cuando nos dio todo lo que nos podía dar, quiso hacernos herederos de lo más precioso que tenía, es decir de su Santa Madre".

Confío este Año Sacerdotal a la Santísima Virgen María, pidiéndole que suscite en cada presbítero un generoso y renovado impulso de los ideales de total donación a Cristo y a la Iglesia que inspiraron el pensamiento y la tarea del Santo Cura de Ars. Con su ferviente vida de oración y su apasionado amor a Jesús crucificado, Juan María Vianney alimentó su entrega cotidiana sin reservas a Dios y a la Iglesia. Que su ejemplo fomente en los sacerdotes el testimonio de unidad con el Obispo, entre ellos y con los laicos, tan necesario hoy como siempre. A pesar del mal que hay en el mundo, conservan siempre su actualidad las palabras de Cristo a sus discípulos en el Cenáculo: "En el mundo tendréis luchas; pero tened valor: yo he vencido al mundo" (Jn 16, 33). La fe en el Maestro divino nos da la fuerza para mirar con confianza el futuro. Queridos sacerdotes, Cristo cuenta con vosotros. A ejemplo del Santo Cura de Ars, dejaos conquistar por Èl y seréis también vosotros, en el mundo de hoy, mensajeros de esperanza, reconciliación y paz".


Creo que si leemos entre líneas encontraremos todas las claves a los problemas que se refieren a nuestros sacerdotes .... confundidos. En el discurso están los pecados comunes, las virtudes que espera de los sacerdotes y la total identificación con el cura de Ars. Ya están dadas las indicaciones generales ..... vendrán las particulares .... no tengas dudas.

Creo que el tema está en mejores manos que las mías y de las de todos los foristas, así que debemos insistir en los foros en respetar las normas, actuar prudentemente, y actuar corresponsablemente con la Iglesia. No es lo que la Iglesia puede hacer por nosotros sino lo que nosotros podemos hacer por la Iglesia y eso es ser Laicos. Para mas datos remitirse a lo pegado o a los documentos oficiales de la Iglesia.

Dice Miles:
Cita:
¿Nada que decir de los texto del Padre Iraburu?


Estoy leyendo algunos temas escritos por el; hay muchas cosas en las que coincidimos, pero no sucede así en otras. Tal ve cuando pueda remitirme a las fuentes sobre estos temas pueda emitir una opinión fundada. Sin duda alguna es un sacerdote que sobresale por sus carismas y es un referente de muchos. Cuando termine de analizar lo que escribe, lo expondré para que mis hermanos me corrijan si me equivoco. Por el momento estoy estudiando, aunque difiero en la dispersión de la reforma que propone y que tu pegaste y yo resalto en rojo mi desacuerdo: (pego textualmente)

Cita:
Pero veamos algunos escándalos que se dan en la Iglesia, que están exigiendo urgentemente conversión y reforma. Y advirtamos en esto, antes de nada, que la renovación de una Iglesia local en la fidelidad doctrinal y disciplinar no tiene por qué esperar a que se dé un movimiento de renovación en la Iglesia universal. El Obispo de cada comunidad eclesial, concretamente, debe hacer ya –y con él, sacerdotes, religiosos y laicos– aquello que toda la Iglesia debería hacer.


Una reforma llevada a cabo por cada Obispo en su Diócesis junto con sus sacerdotes y laicos, llevaría supongo mas confusión y mayores abusos, contradiciendo el espíritu de comunión eclesial Universal. Ya este tema me parece que desvirtúa totalmente lo que escribe en otros lados y supone un elemento de "presión" que no considero correcto habidas cuentas de la obediencia debida al Papa. Si imaginamos que cada Obispo inicie una reforma por su cuenta sin el Papa aprobandola, esto es sedevacantismo disfrazado. Imaginemos los que son relativistas iniciando una "reforma".
No, Miles, la Iglesia tiene sínodos, concilios, reuniones, e-mails, etc. etc. para ponerse de acuerdo con el rumbo que el timón de Pedro indique. Toda iniciativa de abajo hacia arriba va contra lo ordenado por nuestro Señor a Pedro: "Apacienta mis ovejas". No les dijo a las ovejas que apacentaran al pastor.
Por lo anterior tengo mis reservas con ese sacerdote .... me reservo mi opinión sobre sus escritos hasta haber llegado a una conclusión.

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MensajePublicado: Lun Jul 06, 2009 10:32 pm    Asunto:
Tema: No nos corresponde
Responder citando

Me olvidaba algo: Como se habla de una reforma, se sobreentiende que estamos hablando de profundizar la iniciada por el CVII, pues si no es así y se habla de una reforma contraria a este Concilio, estaríamos en abierta desobediencia, y pretender reformar de esa manera implicaría el desconocimiento de dicho Concilio, lo que agrava aún mas el razonamiento.
Las reformas en la Iglesia parten del Papa previa ronda de consultas con los obispos, por lo que no me cierra esta propuesta de un sacerdote. Si la eleva al Papa este dispondrá lo mejor para todos. .... ¿no te parece?..... Very Happy

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MensajePublicado: Mar Jul 07, 2009 1:24 am    Asunto:
Tema: No nos corresponde
Responder citando

¿Restauración?


Creo que aquí conviene remitirnos a la diferenciación que hace, el entonces Card Ratzinger, acerca de lo que significa reformar, restaurar, renovar, reconstruir, hablando del CV II, en Informe Sobre la Fe:

http://www.conoze.com/doc.php?doc=7260

Cita:
He aquí la respuesta textual del cardenal: «Si por «restauración» se entiende un volver atrás, entonces no es posible restauración alguna. La Iglesia avanza hacia el cumplimiento de la historia, con la mirada fija en el Señor que viene. No: no se vuelve ni puede volverse atrás. No hay, pues, «restauración» en este sentido.

Pero si por «restauración» entendemos la búsqueda de un nuevo equilibrio (die Suche auf ein neues Gleichgewicht) después de las exageraciones de una apertura indiscriminada al mundo, después de las interpretaciones demasiado positivas de un mundo agnóstico y ateo, pues bien, entonces una «restauración» entendida en este sentido (es decir, un equilibrio renovado de las orientaciones y de los valores en el interior de la totalidad católica) sería del todo deseable, y por lo demás, se encuentra ya en marcha en la Iglesia.

En este sentido puede decirse que se ha cerrado la primera fase del posconcilio»[2].


Es bueno también ver la nota de página que aparece en ese mismo capítulo, pues explica excelentemente bien en qué debe consistir la restauración.
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MensajePublicado: Mar Jul 07, 2009 1:30 am    Asunto:
Tema: No nos corresponde
Responder citando

Pongo la nota, en la cual el Card. Ratzinger explica su respuesta acerca de la restauración:

Cita:
Notas

[2] En muchos comentarios periodísticos a esta respuesta no se ha recogido la palabra «restauración» con todas las precisiones necesarias y que aquí se reseñan. Esta es la razón de que, interpelado por un periódico, el cardenal Ratzinger declarase por escrito lo siguiente:

«Ante todo, quiero simplemente recordar lo que he dicho en realidad: no se da ningún retorno al pasado; una restauración así entendida no sólo es imposible, sino que ni siquiera es deseable. La Iglesia avanza hacia el cumplimiento de la historia, teniendo ante su mirada al Señor que viene.

Pero si el término «restauración» se entiende según su contenido semántico, es decir, como recuperación de valores perdidos en el interior de una nueva totalidad, diría entonces que es precisamente este el cometido que hoy se impone, en el segundo periodo del posconcilio. Sin embargo, la palabra «restauración», para nosotros, hombres de nuestro tiempo, se encuentra determinada lingüísticamente de tal modo que resulta difícil atribuirle este significado.

En realidad, quiere decir literalmente lo mismo que la palabra «reforma», término este último que tiene para nosotros un sentido totalmente distinto.

Tal vez pueda esclarecer la cosa con un ejemplo sacado de la historia. En mi opinión, Carlos Borromeo es la expresión clásica de una verdadera reforma, es decir, de una renovación que conduce hacia adelante, precisamente, porque enseña a vivir de un modo nuevo los valores permanentes, teniendo presente la totalidad del hecho cristiano y la totalidad del hombre. Puede decirse ciertamente que Carlos reconstruyó («restauró») la Iglesia católica, la cual, en el Milán de aquel entonces, se hallaba casi destruida, sin retornar por esto al medievo; al contrario, creó una forma moderna de Iglesia.

Cuán poco «restauradora» fuese una tal «reforma» se comprende, por ejemplo, por el hecho de que Carlos suprimiera una orden religiosa entonces en decadencia y asignase sus bienes a nuevas comunidades vivas.

¿Quién posee hoy el valor de declarar definitivamente superado lo que se halla interiormente muerto (y continúa viviendo sólo exteriormente) y de confiarlo con claridad a la energía de los nuevos tiempos?

Con frecuencia, nuevos fenómenos de despertar cristiano encuentran la hostilidad precisamente de quienes se presentan como reformadores, los cuales, a su vez, defienden espasmódicamente instituciones que continúan existiendo sólo en contradicción consigo mismas.

En Carlos Borromeo podéis ver, por lo tanto, lo que yo he querido decir con «reforma» (o «restauración», en su significado originario): vivir proyectados hacia una totalidad, vivir de un «sí» que reconduce a la unidad las fuerzas recíprocamente encontradas de la existencia humana. Un «sí» que les confiere un sentido positivo en el interior de la totalidad. En Carlos se puede también ver cuál es el presupuesto esencial para una renovación semejante.

Carlos pudo convencer a otros porque él mismo era un hombre convencido. Pudo conservar su certeza en medio de las contradicciones de su tiempo porque él mismo las vivía. Y las podía vivir porque era cristiano en el más profundo sentido de la palabra, es decir: estaba totalmente centrado en Cristo.

Lo que verdaderamente cuenta es restablecer esta integral relación con Cristo. De esta relación integral con Cristo no se puede convencer a nadie sólo con argumentos; pero se la puede vivir y, a través de esta vivencia, hacerla creíble a los otros, invitándoles a compartirla».

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Ultima edición por Catholic.net el Mar Jul 07, 2009 3:54 am, editado 1 vez
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Tomás Bertrán Mercader
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MensajePublicado: Mar Jul 07, 2009 1:32 am    Asunto:
Tema: No nos corresponde
Responder citando

Cita:
Una reforma llevada a cabo por cada Obispo en su Diócesis junto con sus sacerdotes y laicos, llevaría supongo mas confusión y mayores abusos, contradiciendo el espíritu de comunión eclesial Universal. Ya este tema me parece que desvirtúa totalmente lo que escribe en otros lados y supone un elemento de "presión" que no considero correcto habidas cuentas de la obediencia debida al Papa. Si imaginamos que cada Obispo inicie una reforma por su cuenta sin el Papa aprobandola, esto es sedevacantismo disfrazado. Imaginemos los que son relativistas iniciando una "reforma".
No, Miles, la Iglesia tiene sínodos, concilios, reuniones, e-mails, etc. etc. para ponerse de acuerdo con el rumbo que el timón de Pedro indique. Toda iniciativa de abajo hacia arriba va contra lo ordenado por nuestro Señor a Pedro: "Apacienta mis ovejas". No les dijo a las ovejas que apacentaran al pastor.
Por lo anterior tengo mis reservas con ese sacerdote .... me reservo mi opinión sobre sus escritos hasta haber llegado a una conclusión.

Un abrazo en la fidelidad a Cristo


No sé si me educaron mal. Ni soy sacerdote ni teólogo ni ná de ná. Sólo soy un triste laico.
Según se me enseñó en cada diócesis SOLO manda el Obispo asignado a aquella diócesis. Otro Obispo no puede inmiscuirse en la dióceis de otro. El único Obispo que puede inmiscuirse es el Obispo de Roma, o sea el Papa, por mandato expreso de Cristo. Ni la Conferencia Episcopal puede meterse a mandar en ninguna diócesis, ya que tal Conferencia es sólo consultiva. Todo ello, claro está, entendiendo que el Obispo está en comunión con el Papa.Si el Obispo de una diócesis no está en comunión con el Papa, sólo el Papa y nadie más que el Papa puede llamarle la atención, destituirlo, excomulgarlo, etc.i
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Pepa
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MensajePublicado: Mar Jul 07, 2009 2:20 am    Asunto:
Tema: No nos corresponde
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Cita:
ya que tal Conferencia es sólo consultiva

Esto es importante.
Creo que uno de los problemas actuales (y por el mal entendido sentido de la democracia), es convertirlas en ejecutivas.
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Salvax
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MensajePublicado: Mar Jul 07, 2009 3:19 am    Asunto:
Tema: No nos corresponde
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+
M

Este no es un caso de "solo aceptar", y en mi opinion esa actitud para este caso es un pecado de irreligion.

DrLuna escribió:
Y que podemos hacer Miles?
solo aceptar que estamos cruzando por esa realidad, y Orar a Dios para que las cosas mejoren.!


A veces, bajo pretexto de religiosos orantes, terminamos en el gravisimo pecado de tentar a Dios.

Suma teologica.
pues se nos dice en 2 Par 20,12: Cuando no sabemos qué hacer, solamente nos queda volver nuestros ojos hacia ti. Mas, cuando así se obra sin necesidad y utilidad alguna, semejante proceder lo interpretamos como tentación de Dios. De ahí el que las palabras del Dt 6,16: No tentarás al Señor, tu Dios, las comente así la Glosa : Tienta a Dios el que, teniendo otras soluciones, se pone en peligro sin motivo, tratando de conocer por experiencia si Dios puede librarlo de él.

--

Irreligión

La acción de tentar a Dios de palabra o de obra, el sacrilegio y la simonía son pecados de irreligión, prohibidos por el primer mandamiento.

Recordemos también, que es necesario poner de nuestra parte los medios necesarios para conseguir lo que necesitamos.

Quedarnos con los brazos cruzados y dejarlo todo a la Providencia equivale a tentar a Dios, pues es exigirle milagros sin necesidad.

Te olvidas del daño que le causas a tu alma, estás poniendo el Señor a la prueba haz lo que es bueno.


Saludos,
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MensajePublicado: Mar Jul 07, 2009 3:56 am    Asunto:
Tema: No nos corresponde
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Cita:

Este no es un caso de "solo aceptar", y en mi opinion esa actitud para este caso es un pecado de irreligion.


es solo tu opinión, y disculpame.


DrLuna escribió:
Y que podemos hacer Miles?
solo aceptar que estamos cruzando por esa realidad, y Orar a Dios para que las cosas mejoren.!


Cita:
A veces, bajo pretexto de religiosos orantes, terminamos en el gravisimo pecado de tentar a Dios.


No lo hice con esa intencion, y te agradezco la corrección, pero creo plenamente que la oracion ayuda mucho si no puedo ayudar yo mismo como lo harían otros por su facilidad.!


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MensajePublicado: Mar Jul 07, 2009 4:43 am    Asunto:
Tema: No nos corresponde
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El Card. Ratzinger nos enseñó cuál es el camino de la "reforma" en el libro Informe sobre la fe

http://www.conoze.com/doc.php?doc=7261

Messori escribió:
¿Hacia dónde pueden orientarse entonces aquellas «reformas» que estamos siempre obligados a llevar a cabo en nuestra comunidad de creyentes que viven en la historia?


Card. Ratzinger escribió:
«Debemos tener siempre presente que la Iglesia no es nuestra, sino suya. En consecuencia, las «reformas», las «renovaciones» —por apremiantes que sean—, no pueden reducirse a un celoso activismo para erigir nuevas y sofisticadas estructuras. Lo más que puede esperarse de un trabajo semejante es una Iglesia «nuestra», hecha a nuestra medida, que puede incluso ser interesante, pero que, por sí sola, no es la Iglesia verdadera, aquella que nos sostiene con la fe y nos da la vida con el sacramento.

Quiero decir que lo que nosotros podemos hacer es infinitamente inferior a Aquel que hace. Verdadera «reforma», por consiguiente, no significa entregarnos desenfrenadamente a levantar nuevas fachadas, sino (al contrario de lo que piensan ciertas eclesiologías) procurar que desaparezca, en la medida de lo posible, lo que es nuestro, para que aparezca mejor lo que es suyo, lo que es de Cristo.

Es ésta una verdad que conocieron muy bien los santos: éstos, en efecto, reformaron en profundidad a la Iglesia no proyectando planes para nuevas estructuras, sino reformándose a sí mismos. Lo que necesita la Iglesia para responder en todo tiempo a las necesidades del hombre es santidad, no management».

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MensajePublicado: Mar Jul 07, 2009 4:53 am    Asunto:
Tema: No nos corresponde
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Tomás Bertrán Mercader
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MensajePublicado: Mar Jul 07, 2009 6:34 am    Asunto:
Tema: No nos corresponde
Responder citando

Catholic.net escribió:
El Card. Ratzinger nos enseñó cuál es el camino de la "reforma" en el libro Informe sobre la fe

http://www.conoze.com/doc.php?doc=7261

Messori escribió:
¿Hacia dónde pueden orientarse entonces aquellas «reformas» que estamos siempre obligados a llevar a cabo en nuestra comunidad de creyentes que viven en la historia?


Card. Ratzinger escribió:
«Debemos tener siempre presente que la Iglesia no es nuestra, sino suya. En consecuencia, las «reformas», las «renovaciones» —por apremiantes que sean—, no pueden reducirse a un celoso activismo para erigir nuevas y sofisticadas estructuras. Lo más que puede esperarse de un trabajo semejante es una Iglesia «nuestra», hecha a nuestra medida, que puede incluso ser interesante, pero que, por sí sola, no es la Iglesia verdadera, aquella que nos sostiene con la fe y nos da la vida con el sacramento.

Quiero decir que lo que nosotros podemos hacer es infinitamente inferior a Aquel que hace. Verdadera «reforma», por consiguiente, no significa entregarnos desenfrenadamente a levantar nuevas fachadas, sino (al contrario de lo que piensan ciertas eclesiologías) procurar que desaparezca, en la medida de lo posible, lo que es nuestro, para que aparezca mejor lo que es suyo, lo que es de Cristo.

Es ésta una verdad que conocieron muy bien los santos: éstos, en efecto, reformaron en profundidad a la Iglesia no proyectando planes para nuevas estructuras, sino reformándose a sí mismos. Lo que necesita la Iglesia para responder en todo tiempo a las necesidades del hombre es santidad, no management».


En pocas palabras: "A Dos rogando y con el mazo dando".
Dios también se basa en las causas segundas, si no que me lo pregunten a mí, que si mi esposa y yo no ponemos de nuestra parte, ¡de qué moreno tenemos once hijos!. Dios lo da todo pero espera de nuestra participación. Es que a veces da la impresión de que rayamos en el protestantismo.
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