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Esquizofrenia

 
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kattia
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Registrado: 01 Ene 2009
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Ubicación: costa rica

MensajePublicado: Lun Jul 20, 2009 12:56 am    Asunto: Esquizofrenia
Tema: Esquizofrenia
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Soy esquizofrenica y me han tratado sin medicamentos. Necesito ayuda para discernir si el mejor camino para tratarla es sin o con medicación.
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kunkel
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MensajePublicado: Lun Jul 20, 2009 10:08 pm    Asunto:
Tema: Esquizofrenia
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Depende de su estado actual, binestar, evolución, integración social, grado de libertad percibida por usted y sus allegados y respuesta a los tratamientos previos, certeza del diagnostico que se le realizó, etc.

De otro lado es muy raro en la actualidad que las personas diagnosticada de esquizofrenia no reciban medicación; al menos en los paises mas occidentalizados.

De todas formas en estos foros no se suelen responder cuestiones personales particulares y deberá usted contactar con la dirección que le facilite la moderadora.
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kunkel
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Registrado: 08 Ene 2006
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MensajePublicado: Lun Jul 20, 2009 10:15 pm    Asunto:
Tema: Esquizofrenia
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A título general (con excepciones) el tratamiento de los trastornos esquizofrenicos debe contemplar varios niveles; dond ela medicación es un componente importante; pero no exclusivo. El programa d etratamiento debe contemplar al menos 3 niveles:

1-Psicofarmacológico (mas efectivo en los sintomas positivos como las alucinaciones o la actividad delirante y menos en los sintomas negativos como la inhibición psicosocial)

2-Psicológico dirigido a desarrollar habilidades de afrontamiento de problemas, los propios síntomas, conciencia de enfermedad, relaciones familiares disfuncionales, habilidades sociales, etc.

3-Integración social. Red de apoyo social, programa de inserción sociolaboral comunitario, etc.

Lo deseable es contar con un equipo coordinado de psiquiatra-psicólogo-trabajador social.
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Registrado: 29 Ene 2008
Mensajes: 2166

MensajePublicado: Mar Jul 21, 2009 1:57 am    Asunto:
Tema: Esquizofrenia
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Gracias hermano kunkel, precisamente esperaba que tu o cualquier hermano psicólogo le diera una orientación debido a su padecimiento, creo que kattia con tu información debe tener una mejor perspectiva de su tratamiento. Yo creo que kattia también ya debe haber visto el anuncio donde se especifica que el foro de Psicólogos Católicos no es un sitio para consulta psicologica

Gracias

Dios te Bendiga
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Católico sin Oracion?....es como un soldado sin armas.... San Josemaría Escrivá de Balaguer
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kattia
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Registrado: 01 Ene 2009
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Ubicación: costa rica

MensajePublicado: Mie Jul 22, 2009 4:24 pm    Asunto:
Tema: Esquizofrenia
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Sí, tienen razón, yo ví que no era un foro para consulta individual. No participo en ese sentido sino porque hay un enfrentamiento, por lo menos en mi entorno sobre el uso de los medicamentos en mi caso.
Cuando se investiga sobre los medicamentos siempre hay prescripciones de porcentajes de riesgo de muerte, o no son tan seguros, o si se hace el estudio histórico de su evolución han sido antes retirados del mercado por producir muerte en enfermos y después de "depurados" vueltos a lanzar con distinto nombre comercial.
Son estructuras complicadas: No soy especialista pero yo siento los síntomas. Si se ve desde el espíritu hacia el cuerpo pueden haber más problemas a nivel espiritual sicológico y social que químico.
¿Puede ser el desequilibrio químico del cerebro producto de años de utilizar la cabeza de forma diferente? y si lo educo para que ese camino neuronal se borre como un sendero que se deja de usar: el zacate crece no?
Son los efectos secundarios del uso de drogas mejores o peores que lo que intentan curar?
Quitará los positivos?
Disminuirá los positivos pero, los negativos?
El cuerpo aguanta esos químicos? cuanto tiempo de tratamiento el cuerpo aguanta eso?
Han visto a un fisicoculturista cuando deja los químicos?
Ha mi me parece un punto de discución interesante
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kattia
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Registrado: 01 Ene 2009
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Ubicación: costa rica

MensajePublicado: Mie Jul 22, 2009 4:48 pm    Asunto:
Tema: Esquizofrenia
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Otro punto es: mis delirios y alucinaciones son quitables? si son expresión de mi ser o subconsiente son buen punto para conocerme a mi misma?
Siempre existen modelos de tratamiento y eso es bueno pero las bases morales, espirituales de esos tratamientos es lo que hace que yo me oriente hacia una buena decisión
Entonces no es tan simple.
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kunkel
Constante


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MensajePublicado: Mie Jul 22, 2009 9:05 pm    Asunto:
Tema: Esquizofrenia
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Tiene usted una serie de dudas razonables. Es cierto que los psicofarmacos neurolepticos tienen una serie de efectos secundarios (p.e efectos extrapiramidales) que se corrigen parcialmente con otros farmacos. Tambien es cierto que hay que calibrar sus ventajas frente a sus inconvenientes (reales) en cada caso.
Incluso hay una fuerte tendencia en psicología (p.e los nuevos enfoques conductistas de la aceptación y compromiso o la activación conductual) que avoga por priorizar las intervenciones psicológicas sobre las psicofarmacológicas; aún en el caso de las psicosis; y según dicen con buenos resultados. Estos autores son partidarios de comenzar el tratamiento sin psicofarmacos, y si la evolución no es adecuada, entonces valorar el uso de los psicofármacos; en vez de seguir la tendencia generalizada de usarlos como primera medida de elección.
Lo que parece cierto es que, aún para esos autores los psicofarmacos son una elección a tener en cuenta, cuando otras medidas fallan.
Otras corrientes mas radicales (p.e la antipsiquiatria o la new age de inspiración de la cienciología) han rechazado radicalmente el uso de los psicofarmacos por considerarlos "derivados de la industria de la muerte", o sea según ellos de la psiquiatria. Esta última postura me parece muy peligrosa, pues conlleva dejar de lado un sufrimiento considerable sin proponer alternativas mas viables (las nuevas tendencias conductistas no deben confundirse con esas tendencias).
La evidencia actual es que los neurolepticos tiene efectos secundarios, pero que son útiles para reducir estados agudos psicóticos, alucinaciones y actividad delirante; aunque con una necesidad rigurosa de seguimiento de las prescripciones y sus efectos secundarios (cosa dificil en muchos pacientes por su falta de conciencia de enfermedad).
Desde mi punto de vista y mi experiencia las alternativas y las valoraciones de cada una de ellas son:

1º-Postura psiquiátrica domimante: Uso de psicofármacos casi con exclusividad. Peligro se sobremedicación sin complemento de intervenciones psicosociales. Parten del modelo de considerar a las psicosis como resultado exclusivo de un desajuste bioquimico del cerebro. Modelo de fondo: Modelo medico-biológico

2º-Postura psicobiosocial: Uso combinado de psicofarmacos, psicoterapia e intervención social. Problema de coordinar las intervenciones y su secuencia. Parten del modelo de que las psicosis se deben a un conjunto multifactorial de causas psicológicas, biológicas y sociales. Modelo de fondo: Interaccionismo psicobiosocial

3º-Postura cuasi-psicologista: Parte de la idea de que las psicosis son un conjunto de conductas aprendidaas en determinados contextos, con la posible intervención de factores biológicos inespecíficos. Defendida por las nuevas corrientes conductistas. La intervención inicial debe ser psicologica, y solo a posteriori biológica sino resultan las primeras. Peligro de sobrevalorar las intervenciones psicológicas sin reunir aún suficiente evidencia y demorar sufrimiento de las personas afectadas. Filosofia de fondo: Conductismo radical (o modelo sistemico o psicodinámico, según el caso); o sea Psicologogismo radical

4º-Postura cienciológica y antipsiquiatrica: Rechazo total del concepto de psicosis al entender de que es un invento sociocultural a favor de la alienación y de la industria-intereses psicofarmacológica. Peligro: Abandono a su suerte de los afectados y practica de terapias puramente esotericas no basadas en ningún método científico. Filosofia de fondo: New Age

Es decir desde mi punto de vista las opciones mejores son en este orden: 2-->3-->1 y fuera para nada la 4.
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kunkel
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Registrado: 08 Ene 2006
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MensajePublicado: Mie Jul 22, 2009 9:21 pm    Asunto:
Tema: Esquizofrenia
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La nuevas posturas psicologistas radicales sobre a enfermedad mental han sido magistralmente recogidas en obras como la reciente:

"La invención de las enfermedades mentales" de Marino Perez.

No debe confundirse, a pesar del título con la new age o la antispiquiatria; pues lo que viene a criticar es la invención de las enfermedades mentales como enfermedades de base bioquimica, según el modelo medico; y lo que expone es un modelo alternativo contextualista de los trastornos mentales como problemas de la vida y del vivir (lo que por cierto es coherente con el resto de los modelos psicológicos). No niega la participación de los factores biológicos en determinados trastornos; pero niega el reducionsmo neuroquimico de los neurotransmsores de las nuevas tendencias biologicistas de la psiquiatria; por lo que el libro lleva el subtítulo: "Escuchar al paciente o al fármaco".
Aquí resumenes de este asunto:
La invención de los trastornos mentales
La actual tendencia a la psicopatologización tiene mucho que ver con intereses comerciales de la industria psicofarmacéutica

Código:
infocop online

Héctor González Pardo y Marino Pérez Álvarez, autores del libro "La invención de los trastornos mentales", recientemente publicado por Alianza Editorial, alertan de la creciente aparición en las últimas décadas de nuevos tipos de trastornos mentales y de la incidencia de los ya conocidos, y denuncian que esta tendencia a la psicopatologización tiene mucho que ver con intereses comerciales de la industria psicofarmacéutica, considerando a ésta como el mayor sistema de invención de trastornos mentales y de su tratamiento.

En su libro, los autores hacen un planteamiento novedoso de la naturaleza de los trastornos mentales y de su tratamiento, y enfatizan que éstos, lejos de ser supuestas entidades naturales de base biológica que buena parte de la clínica actual (en connivencia con la mayoría de los pacientes) pretende hacer creer, serían entidades construidas de carácter histórico-social, más sujetas a los vaivenes de la vida que a los desequilibrios de la neuroquímica. Los autores aclaran que el hecho de que sean entidades construidas no priva para nada a los trastornos de entidad real. Y añaden que su carácter real sería de otro orden, más del orden de los problemas de la vida que de la biología y de la persona que del cerebro.

A este libro no le han faltado reacciones. En concreto, la Sociedad Asturiana de Psiquiatría, en la figura del psiquiatra Marcos Huertas, ha reprobado públicamente las afirmaciones de los autores de la obra, señalando que hablar de la invención de las enfermedades mentales no sólo es frívolo, sino también inmoral.

Entrevista a Marino Pérez Álvarez, Catedrático de Psicología de la personalidad, evaluación y tratamiento psicológicos en la Facultad de Psicología de la Universidad de Oviedo y uno de los autores del libro:

 ejemplo de getimagesize()
   

Héctor González Pardo y Marino Pérez Álvarez, autores del libro "La invención de los trastornos mentales", recientemente publicado por Alianza Editorial, alertan de la creciente aparición en las últimas décadas de nuevos tipos de trastornos mentales y de la incidencia de los ya conocidos, y denuncian que esta tendencia a la psicopatologización tiene mucho que ver con intereses comerciales de la industria psicofarmacéutica, considerando a ésta como el mayor sistema de invención de trastornos mentales y de su tratamiento.

En su libro, los autores hacen un planteamiento novedoso de la naturaleza de los trastornos mentales y de su tratamiento, y enfatizan que éstos, lejos de ser supuestas entidades naturales de base biológica que buena parte de la clínica actual (en connivencia con la mayoría de los pacientes) pretende hacer creer, serían entidades construidas de carácter histórico-social, más sujetas a los vaivenes de la vida que a los desequilibrios de la neuroquímica. Los autores aclaran que el hecho de que sean entidades construidas no priva para nada a los trastornos de entidad real. Y añaden que su carácter real sería de otro orden, más del orden de los problemas de la vida que de la biología y de la persona que del cerebro.

A este libro no le han faltado reacciones. En concreto, la Sociedad Asturiana de Psiquiatría, en la figura del psiquiatra Marcos Huertas, ha reprobado públicamente las afirmaciones de los autores de la obra, señalando que hablar de la invención de las enfermedades mentales no sólo es frívolo, sino también inmoral.

Dada la gran repercusión que la obra ha tenido en nuestro país, Infocop Online se ha querido poner en contacto y entrevistar para sus lectores a Marino Pérez Álvarez, Catedrático de Psicología de la personalidad, evaluación y tratamiento psicológicos en la Facultad de Psicología de la Universidad de Oviedo y uno de los autores del libro.

ENTREVISTA

Para aquellos lectores que no han tenido oportunidad de leer su libro, ¿podría profundizar un poco más acerca de cuál ha sido su planteamiento de partida?

El planteamiento de partida es la proliferación de trastornos mentales en los últimos tiempos, tanto de nuevas categorías (por ejemplo, trastorno de pánico y fobia social) como de incidencia de otros ya establecidos (por ejemplo, la depresión). Esto en principio debiera sorprender, ya que supuestamente vivimos en la sociedad del bienestar y disponemos de mejores tratamientos que nunca (psicofarmacológicos y psicológicos).

Una dimensión de este fenómeno tiene que ver con la cultura clínica de la gente, cada vez más informada y sensibilizada a ciertos problemas. La industria farmacéutica, con sus campañas de sensibilización a la población ha sido eficaz en informar a la gente de que ciertos problemas de la vida (y a veces ni siquiera) son trastornos o, incluso, enfermedades que, curiosamente, se remedian con medicación.

La Psicología también contribuye con su influencia en alguna forma de psicopatologización de la vida cotidiana. Esta dimensión del fenómeno ha sido puesta de relieve anteriormente en diferentes libros publicados en EEUU, Inglaterra, Alemania y Francia, cuyos títulos son elocuentes: creando la enfermedad mental, industrias farmacéuticas que nos convierten en enfermos, inventores de enfermedades, cómo la depresión ha llegado a ser una epidemia, etcétera.

Lo que tiene de único nuestro libro, más allá de exponer muy documentadamente la dimensión anterior, es plantear la cuestión de fondo acerca de cómo es posible que se inventen enfermedades y que terminen por ser reales. Esta es una cuestión ontológica, no meramente clínica ni empírica, acerca de la naturaleza y modo de ser de los trastornos mentales.

En este libro se defiende un nuevo planteamiento de las enfermedades mentales. A este respecto nos gustaría preguntarle cuáles son las aportaciones más novedosas de la obra.

Una aportación novedosa respecto de libros similares es precisamente la cuestión ontológica de qué es un trastorno mental. La tesis del libro es que los trastornos mentales, lejos de ser tipos o entidades naturales, serían tipos prácticos o entidades interactivas, susceptibles de ser influidas (modeladas y reconstruidas) por el conocimiento que se tenga de ellas, incluyendo la cultura clínica de la gente, la sensibilización de la población y las prácticas clínicas (teorías, diagnósticos, técnicas, etcétera).

Es por ello que los trastornos (y aun simples problemas de la vida) pueden terminar como supuestas enfermedades, pero no porque éstas estuvieran ahí dadas esperando a ser descubiertas (diagnosticadas), sino por la conjunción de una serie de factores y actores implicados en toda una escala cultural, no meramente en la práctica clínica.

El punto aquí es que el problema presentado no es indiferente a las concepciones culturales y clínicas que se tengan de él. Esto no quiere decir que cualquier concepción haga cualquier cosa. Simplemente se está diciendo que los trastornos mentales no son indiferentes al conocimiento que se tenga de ellos, sino que son entidades interactivas, simplemente, pero no tan simple.

Su obra ha sembrado la polémica y no ha dejado indiferente a un sector de la Psiquiatría y la Psicología Clínica. ¿Cuáles son sus aspectos más controvertidos?

Para empezar, el propio título. El término "invención" tiene una ambigüedad sugerente; por un lado, de "cosa inventada", en el sentido de construida y realmente existente (ahí están sin ir más lejos los inventos del coche y del teléfono) y por otro, de "engaño", en este caso cuando los problemas de la vida y aun los trastornos hechos y derechos se hacen pasar como una "enfermedad más cualquiera".
   

  ejemplo de getimagesize()

Otro aspecto controvertido es la cuestión ontológica acerca de si los trastornos mentales son entidades naturales (indiferentes) o interactivas y construidas histórico-socialmente. Se trata de una cuestión filosófica antes que clínica, (pero) con importantes implicaciones clínicas, entre ellas, entender por qué hay tantos tratamientos psicológicos (amén de los psiquiátricos), pensando en los distintos sistemas psicoterapéuticos.

La respuesta que damos tiene su base precisamente en la naturaleza abierta e interactiva de los problemas psicológicos. Los distintos sistemas, por ser sistemas, pueden crear toda una cultura clínica, una red institucional y un contexto de validación. La cuestión aquí no es que los problemas tomen una forma, que alguna han de tomar para que el clínico los pueda tratar, sino qué forma tomen pudiendo ser, en esto, unas más psicopatologizantes y otras menos, etcétera.

Otro aspecto controvertido puede ser que el libro se decanta a favor de un modelo contextual de psicoterapia, frente a un modelo médico o del déficit, aquél que supone una disfunción intrapsíquica como causa del trastorno, quizá hoy mayormente representado por la terapia cognitivo-conductual tradicional (se ha de decir que esta terapia se está moviendo en la dirección que aquí denomino contextual.)

Un modelo contextual sitúa el problema en la relación de uno con el ambiente, con los demás y consigo mismo, incluyendo aquí las propias experiencias y los síntomas, considera a la persona como contexto biográfico (social-verbal) en el que se han de entender los problemas y enfatiza la relación terapéutica como contexto fundamental de la terapia en el que las técnicas tiene su efecto.

En este sentido, el libro defiende sistemas psicoterapéuticos, como el fenomenológico-existencial y el centrado en la persona y experiencial, a pesar de no contar con los apoyos empíricos que abundan en otros sistemas como, por ejemplo, el cognitivo conductual.

El libro se sitúa más allá del movimiento de los tratamientos psicológicos eficaces, hasta ahora interesado en competir con la medicación como criterio de referencia obligado (siquiera para situarse en el mapa). Los tratamientos psicológicos han mostrado ser tan eficaces e incluso más que la medicación, jugando con sus criterios (en este sentido se ha ‘empatado el partido’ que se estaba perdiendo), pero la Psicología puede ofrecer más que meramente tratamientos eficaces al uso. Estas psicoterapias sin apenas apoyo empírico tienen, sin embargo, en mi opinión, mucho que decir en Psicología clínica.

Tal y como reza el título de vuestro libro, ¿se escucha más al paciente o al fármaco?

"Escuchar al fármaco" es una estrategia tanto de la investigación psicofarmacológica como de la práctica psiquiátrica, consistente en definir el problema por los síntomas que son sensibles a la medicación. Es así, por ejemplo, que el trastorno de pánico se diagnostique por unos cuantos síntomas, precisamente los que servían para calibrar un fármaco.
   

ejemplo de getimagesize()

El fármaco funciona a la vez como diagnóstico y tratamiento. En la práctica clínica con base en la medicación no se escucha al paciente o, mejor, a la persona, sino al fármaco (lo que se pregunta al paciente y se escucha de él está en función de la medicación). La expresión fue establecida por P. Kramer en 1993 en su célebre libro "Escuchando al Prozac".

¿Qué repercusiones pueden tener sus conclusiones en la práctica clínica?

No creo que muchas, sí alguna. De todos modos, podría servir para mover al psiquiatra de su mimetismo médico, como si los trastornos mentales fueran una enfermedad más cualquiera, y al psicólogo de su mimetismo psiquiátrico, como si él mismo fuera una especie de sacristán de psiquiatra o un psiquiatra junior.

Yo creo que la Psiquiatría tiene una riquísima tradición, la tradición en particular de la fenomenología clínica, que las nuevas generaciones ignoran a cambio de saber mucho de moléculas, pero poco de pacientes. Como se muestra en el libro, en la parte de la psicofarmacología hay un abismo entre las moléculas y los síntomas que tienen los pacientes. Se conoce cada vez más del cerebro, pero no por ello se sabe más de los trastornos mentales.

Por su parte, la Psicología clínica se ha ofuscado un tanto en medirse con la Psiquiatría, lo que en todo caso era necesario para estar en el mapa, pero ha descuidado su propia tradición y contribución que es la de, creo yo, ofrecer terapias contextuales (más que de modelo internista) con base en la persona más que en el cuadro o en el síntoma.

 ejemplo de getimagesize()
   

Podría servir también para devolver a la persona un papel más activo y responsable en los problemas de su vida, frente al papel de paciente víctima de supuestos desequilibrios neuroquímicos, de loterías genéticas o de traumas cual pecado original concebido algún día.

Ya para finalizar, ¿le gustaría añadir otra cuestión?

Vengo insistiendo mucho en la consideración de los trastornos mentales como si fueran "una enfermedad más cualquiera", que es uno de los principales referentes de "invención". Ciertamente, no son los psicólogos quienes han introducido este eslogan, aunque de alguna manera también contribuyen en su propagación y lo usan cuando es necesario. ¿Cuándo es necesario? Obviamente, cuando el paciente/cliente lo usa dándolo por hecho y el clínico no vea que haya que introducir una disputa pírrica. Pero más allá de este uso prudencial, ni sería necesario ni conveniente.

Tal eslogan se ha introducido bajo el supuesto que evitaba la estigmatización, al no "comprometer" a la persona, pero se ha visto que la estigmatización ha aumentado. La gente ve a los "enfermos mentales" como siendo incontrolados e imprevisibles y hasta los propios clínicos los tratan con distancia, ya que hay poco de qué hablar si sus "síntomas" derivan de la química (escuchando al fármaco, de nuevo). Las personas con trastornos asumen el papel de paciente (y estamos en lo apuntado antes).

Por otro lado, la noción de enfermedad desvía la atención de las verdaderas condiciones de las que dependen los trastornos mentales que, a mi juicio, se encuentran en los problemas de la vida y en las maneras que tienen las personas de tratar con ellos.

Finalmente, no nos engañemos, la concepción de enfermedad está funcionando en realidad como justificación de la medicación masiva a la que hemos llegado.

Si lo anterior tiene algún sentido, surge un gran problema que los psicólogos que estuvieran de acuerdo con lo anterior tendrían que "arreglar", y si tiene arreglo no sería sin un cambio institucional (desde luego, no se arreglaría con mera militancia y voluntarismo en la práctica clínica). Sería el problema de los pacientes, de los familiares, de las asociaciones depacientes y de familiares y de otras instituciones que tienen asumido e integrado que los trastornos que tienen o atienden son enfermedades como cualquier otra (ello a veces por la "cuenta" que les tiene). Este es realmente un problema para mi propuesta.
 

Fuente:
http://www.centrodepsicologia.org/_articulo381_enesp.htm

Código:
La invención de los trastornos mentales": un libro polémico.

"Durante las últimas décadas han aumentado tanto el número de personas aquejadas de trastornos mentales como el número de terapias farmacológicas, psicológicas y de otra índole para su tratamiento. ¿Nos encontramos ante una nueva epidemia debida a nuestro estilo de vida actual o existen otras razones que explican el aparente deterioro de nuestra salud mental?


En este libro, dos investigadores y profesores universitarios, expertos en Psicofarmacología y Psicología Clínica, proponen y justifican con todo rigor una provocativa, y seguramente polémica, teoría acerca de la invención de distintas categorías de trastornos mentales. La creación y propagación de éstas últimas tiene mucho que ver con los intereses comerciales de la industria farmacéutica y con la complacencia de profesionales y pacientes. Los autores han investigado a fondo la evidencia científica acerca de la naturaleza de los trastornos mentales y de sus tratamientos. La conclusión del análisis realizado pone de manifiesto que considerar los trastornos mentales como enfermedades es sencillamente una falacia. Frente al modelo rígido de «enfermedad mental», los autores proponen una visión más abierta de tipo contextual, centrada en las circunstancias personales, en la que se escucha a las personas en vez de a los fármacos."

 

A continuación se reproducen la réplica de la Sociedad Asturiana de Psiquiatría y la contrarréplica de Héctor González Pardo y Marino Pérez Álvarez, autores del libro.

 

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Los psiquiatras cargan contra el libro «La invención de trastornos mentales»

La Sociedad Asturiana de Psiquiatría tilda de inmorales a los dos profesores de Psicología autores de la obra.

Lne.es 2 de diciembre de 2007

Oviedo, A. VILLACORTA
«Hablar de la invención de las enfermedades mentales en un país donde hay más de 400.000 personas que sufren esquizofrenia no sólo es frívolo, es inmoral. Seguramente es una mezcla de ignorancia -se trata de personas que no tienen contacto alguno con los miles de afectados que en Asturias sufren un trastorno mental severo- y de intereses espurios, bien personales o corporativos».
Ésta es una de las cargas de profundidad con las que la Sociedad Asturiana de Psiquiatría, a través del psiquiatra Marcos Huerta, miembro de su junta directiva, se defendió ayer de las críticas vertidas hacia los profesionales de esta disciplina por Marino Pérez y Héctor González Pardo, catedrático y profesor titular, respectivamente, de la Facultad de Psicología de la Universidad de Oviedo, en su libro «La invención de trastornos mentales», que acaba de ser publicado por Alianza Editorial.

En la obra, que ha tenido una gran repercusión en todo el país, estos dos profesores universitarios, expertos en psicofarmacología y Psicología Clínica, denuncian que «la escalada de desórdenes psiquiátricos que vivimos tiene mucho que ver con los intereses comerciales de la industria farmacéutica y con la complacencia de profesionales y pacientes». O lo que es lo mismo: que enfermedades como la depresión que las generaciones precedentes no habrían considerado más que problemas de la vida cotidiana han sido creadas por las multinacionales para vender medicamentos con la connivencia de los psiquiatras.

La Sociedad Asturiana de Psiquiatría remarca la «total coincidencia» de los argumentos desgranados por estos autores en el libro «con la iglesia de la Cienciología» y explica la «situación peculiar en la que se encuentran los médicos». «Por un lado», explican, «todo el mundo quiere ser médico: colegios profesionales de psicología y enfermería reclaman poder prescribir fármacos, los farmacéuticos demandan participar oficialmente en la atención y se multiplican las series televisivas con émulos de Sherlock en hospitales de ensueño». Mientras que, por otro, afirman los psiquiatras, «existe una presión mediática a favor de las "terapias alternativas", de parir en casa o bajo el agua, se insiste desde agrupaciones culturales altamente ideologizadas sobre la "medicalización" de la sociedad, sin que se profundice en la crítica global, ya innecesaria, una vez señalados determinados "cocos" del imaginario propio». En esta encrucijada, argumentan, «cualquiera, sin el menor conocimiento, o que tenga una visión sesgada, por incompleta, de las cosas, se atreve a hacer críticas globales».

Ahora bien, contraataca la Sociedad Asturiana de Psiquiatría, «no puede haber crítica sin autocrítica». Y así, dicen, «sorprende que nadie hable, ya que probablemente es ideológicamente más aceptable, de la psicologización absurda de lo cotidiano. De suerte que, por ejemplo, en la desgracia, en vez de sufrir el dolor íntimo de la pérdida, podemos vernos asaltados por un comando de psicólogos enviado a la sazón por nuestros gestores para curarnos de la pena y "apoyarnos" en nuestros momentos de zozobra». A esta tendencia observada en las administraciones públicas se suma «una presión social formidable para que se den carta de naturaleza a patologías de más que dudoso rigor»: «Son otros los interesados en que se consideren diagnósticos válidos el "mobbing", el "síndrome de alienación parental" o las llamadas "nuevas adicciones"».

«¿Veremos, próximamente, algún otro imprescindible libro sobre estos temas?», se preguntan. Porque la realidad es, según estos facultativos, «que en la misma cultura en la que vale todo, porque todo es opinable, nadie quiere ser responsable de su biografía».

«Ahora bien, mantener que la depresión como patología médica es un invento de médicos y empresas farmacéuticas sólo se puede entender desde la estulticia o la mala fe», concluyen con datos de la Organización Mundial de la Salud, que sostiene que «los trastornos depresivos son la causa principal de años perdidos por discapacidades en todas las edades, por encima de los accidentes de tráfico, las enfermedades cerebrovasculares, la diabetes o el sida». Y apelan a «las víctimas de la ceremonia de confusión que algunos sacerdotes preconciliares, ordenados en los tiempos de la antipsiquiatría, montan desde sus púlpitos»: «Son los enfermos y sus familias, que no sólo a través de esta promoción de la ignorancia ven aumentado el estigma que sufren, sino que, al no cumplir con el tratamiento, pueden tener nuevas recaídas».

 

Sobre la invención de trastornos mentales

 Lne.es 9 de diciembre de 2007

 HÉCTOR GONZÁLEZ PARDO Y MARINO PÉREZ ÁLVAREZ
Ciertamente, nos ha sorprendido la carga que hacen los psiquiatras contra nuestro libro «La invención de trastornos mentales» (La Nueva España, domingo 2 de diciembre). Nos ha sorprendido el tono bruto y agresivo, máxime al venir en nombre de una muy digna sociedad científica y profesional como es la Sociedad Asturiana de Psiquiatría. De todos modos, nuestra respuesta va dirigida en particular a Marcos Huerta, si bien nos mantendremos en un nivel por encima del suelo.

Nos da la impresión de que la suya es una reacción al título del libro, pero no a su argumento. Probablemente, nuestro crítico no ha leído el libro y, en su caso, no lo ha entendido, porque de otra manera no se explica el exabrupto. Para empezar, el libro no va contra los psiquiatras, sino contra la concepción que hace pasar los trastornos mentales como si fueran una «enfermedad más cualquiera», sea ello defendido por psiquiatras o por psicólogos. Por otra parte, no faltan psiquiatras que ven y denuncian esta tendenciosa tendencia. De hecho, libros similares al nuestro han sido escritos por psiquiatras recientemente. Bastaría echar una ojeada al índice de nuestro libro para ver que una de sus tres partes se titula «Desenmascaramiento de la psiquiatría y la Psicología Clínica».
¿Qué quiere decir «invención»? Nosotros llamamos «invención» a esa concepción que hace pasar los trastornos mentales como si fueran una «enfermedad más cualquiera». Está muy claro en el libro que esta invención no la hacen los profesionales, no es una invención de la nada y una vez hecha la invención no deja de ser algo real.

La invención de supuestas «enfermedades mentales» no la hacen los profesionales en la práctica clínica, sino que es un fenómeno a escala cultural que, entre otros factores, incluye la cultura clínica de la gente y la formación facultativa de los propios clínicos, en cuyo proceso sin duda es importante la industria farmacéutica con su marketing dirigido expresamente a la sensibilización de la población y de los profesionales so pretexto de información. En este sentido, los profesionales son a menudo ellos mismos más unos «mandados» y «víctimas» del sistema que propiamente inventores de nada. Como muchos psiquiatras han denunciado, la psiquiatría está hoy en buena medida en manos de la industria farmacéutica.

La invención de supuestas «enfermedades mentales» no se realiza a partir de la nada, de hecho los trastornos mentales existen. La invención como enfermedades se hace a partir de los problemas que tiene la gente, por los que va a consulta. La tesis que nosotros defendemos es que la invención de supuestas enfermedades deriva de los problemas de la vida (conflictos, decepciones, pérdidas, agobios, dificultades, fracasos, etcétera). Es una tesis polémica y discutible, pero clara, decidida y fundada. Esta tesis no excluye posibles factores neurobiológicos, pero tampoco los pone por delante como causas. Por cierto, no hay todavía al día de hoy establecida ninguna causa biológica de ningún trastorno psicológico por muy «enfermedad mental» que se diga. Es más, posibles factores biológicos concomitantes a un trastorno puede que sean más consecuencias del trastorno que supuestas causas del mismo. Por el contrario, lo que sí está establecido es que los factores psicológicos están implicados en el desarrollo de los trastornos mentales. Esta tesis es lo que habría que discutir y no reaccionar sin más al título del libro.

La invención de supuestas «enfermedades mentales», una vez hecha, no deja de dar lugar a productos reales. El paciente que «sale» con un diagnóstico, valga por caso, de «fobia social» y la correspondiente medicación, por citar uno de los últimos inventos, acaso tenga una «enfermedad mental»: así se lo han dicho o dado a entender y así probablemente viva y entienda su problema, de no ser así ¿por qué recibe medicación? Llegados a este punto, nosotros no negaríamos que esa supuesta «enfermedad mental» sea un hecho real, lo que planteamos es cómo se ha hecho real.
Cuestión ontológica. En el libro mostramos cómo ciertos problemas de la vida y a veces ni siquiera problemas, por ejemplo, simples estilos de comportamiento o maneras de ser como la timidez se han convertido en trastornos mentales que a menudo se hacen pasar por enfermedades de supuesta base neurobiológica (los tan socorridos desequilibrios neuroquímicos). Pero nuestro argumento no queda en la mera denuncia de esa patologización (psiquiatrización o psicologización, que nos da igual) de la vida cotidiana, por lo demás conocido. Otros libros ya lo han hecho. Lo que hace a nuestro libro único, permítase decirlo, es que plantea cómo es posible que algo que es un problema de la vida o incluso ni siquiera un problema llega a ser todo un trastorno y aun una «enfermedad mental». Ésta es una cuestión ontológica acerca de cuál es la naturaleza y el modo de ser de los trastornos mentales.

La conclusión a la que llegamos es que ello es posible porque los trastornos mentales, sin dejar de ser reales y algunos suponer un enorme sufrimiento, lejos de ser entidades naturales como, por ejemplo, la diabetes, la hepatitis o el alzheimer (éstas sí son enfermedades) son entidades interactivas (en el sentido de Ian Hacking), susceptibles de ser influidas (modeladas y reconstruidas) por el conocimiento que se tenga de ellas, incluyendo la cultura clínica de la gente, la sensibilización de la población y las prácticas clínicas (teorías, diagnósticos, técnicas, etcétera). Por eso pueden terminar como supuestas enfermedades, pero no porque estuvieran ahí dadas esperando a ser descubiertas (diagnosticadas), sino por una serie de factores y actores implicados en una escala cultural, como se decía. Nuestro psiquiatra crítico reconocerá que la suya es la única especialidad médica que no trata propiamente con enfermedades, sino con síndromes, conjuntos de síntomas que pueden y suelen reorganizarse de una manera práctica, y ahí habrá que preguntarse ahora ¿práctica para qué y para quién? (¿para recetar?, ¿para entender el problema?, ¿para hacer estadísticas?, etcétera).
¿Por qué contra la consideración de «enfermedad»? Pero ¿cuál es el caso contra las supuestas «enfermedades mentales», si es una manera práctica de entenderse y de dar solución a los problemas de la gente? Ésta sería una buena cuestión para el crítico, si entrara en el libro. Por lo que a nosotros respecta, diremos que es una mala y tendenciosa solución, por las siguientes razones, dejando aparte, lo que es mucho dejar, que no serían enfermedades más que por analogía.

En primer lugar, la adopción casi ya convencional de los trastornos mentales como enfermedades no ha reducido el estigma, según se pensaba iba a suceder, supuesto que la noción de «enfermedad» no implica valoraciones personales. Sin embargo, estudios recientes muestran que el estigma ha aumentado tanto en la población como en los propios clínicos, ya que unos y otros ven a los «enfermos mentales» como siendo imprevisibles e incontrolados y los tratan con distancia, sin considerar el significado de sus síntomas al suponer que derivan de algún desequilibrio neuroquímico.

En segundo lugar, los propios pacientes adoptan el papel pasivo de paciente, quedando a expensas de que la medicación solucione su problema. Nuestra concepción es que las personas, en vez de pacientes, pueden y deben ser agentes autosanadores activos. Las intervenciones psicológicas van por este lado. En tercer lugar, la noción de enfermedad desvía la atención de las verdaderas condiciones de las que dependen los trastornos mentales, que a nuestro juicio se encuentran en los problemas de la vida y en las maneras que tienen las personas de tratar con ellos.

En cuarto lugar, pero no menos importante, la concepción de enfermedad está funcionando en realidad como justificación de la medicación masiva a la que hemos llegado. Sin tener nada en contra de la medicación, por principio, lo cierto es que se usa abusivamente. Aparte de sus posibles efectos nocivos (entre ellos efectos secundarios y adicciones), la medicación está suponiendo un enorme gasto sanitario (y por su lado un enorme negocio), sin ser la mejor solución posible, a juzgar por la escalada de consumo, indicativa de que las cosas van a peor, porque, si no, no sería necesario más y más remedio de lo mismo. Es interesante recordar aquí una propuesta inglesa, con base en criterios económicos y de eficacia terapéutica, según la cual no se debería aplicar medicación para la depresión antes de diez sesiones de terapia psicológica, sabido que ésta es la solución por la que se debiera empezar.

En fin, siendo éste el tema de nuestro libro, se comprenderá que nos haya sorprendido la reacción sin duda inapropiada de M. H. Por un momento hemos creído en la medicación como primera línea de actuación, pero aún creemos más en que la explicación adecuada es lo que hace a la gente más juiciosa.


Héctor González Pardo y Marino Pérez Álvarez son psicólogos y autores del libro «La invención de trastornos mentales».

Fuente:
http://www.portalsaludmental.com/Article410.html
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