¿Aceptamos la MIsericordia?

[María Esther]

Apreciados hermanos en Cristo:

Hoy se celebró el Día de la MIsericordia... el sexto que se celebra solemntemente y en toda la Iglesia después de que fuera instituido por s.s. Juan Pablo II, de feliz memoria, el 20 de abril de 2000, mismo día en que fue Canonizada santa Faustina Kowalska, "Apóstol de la Divina Misericordia".

Buscamos tantos signos externos que muchos, tristemente, no aprovechamos el regalo del Cielo: la Misericordia de Dios. Estas gracias no se ven ni se sienten, pero si cumplimos con dos condiciones mínimas - la confesión sacrametal y la recepción de la Sagrada Comunión - nuestros pecados y su consecuencia temporal son ¡borrados! Estas gracias exceden las concedidas incluso por las Indulgencias Planarias: quien se acoge a la Divina Misericordia el primer Domingo después de la Pascua, adquiere la pureza bautismal... su alma se ve libre de la carga temporal que imprime el pecado!

Pero hay una exigencia más que no debemos olcidar: quien se acoje a la Misericordia divina ha de ser misericordioso. Perfecta correspondencia con el mensaje Evangélico: "Sed misericodiosos como vuestro Padre es Misericordioso".

Pero el mundo olvida con frecuencia que Dios está vivo y que actúa, que el mismo Jesucristo que caminó por Galilea está en medio de nosotros y nos perdona, y nos ama... y nos trae la Misericordia por medio de sus Santas Llagas. Olvidamos que Dios se manifiesta de mil formas silenciosas para nuestra salud, para nuestra salvación.