Alejap Asiduo
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Publicado:
Mar Dic 05, 2006 3:40 pm Asunto:
Hora Santa vocacional
Tema: Hora Santa vocacional |
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Queridos amigos les enviamos la Hora Santa Vocacional de Diciembre. Los que deseen guardarla, pueden bajarla de nuestra página: www.pastvocacionalba.com.ar
Que Jesús, Rey de la Paz, nos haga instrumentos de su paz. Un abrazo a todos.
P. Julián y Sebastián.
Les recordamos el mail del Equipo de Pastoral Vocacional: pastoralvocacional@fibertel.com.ar
HORA SANTA VOCACIONAL MES DE DICIEMBRE DE 2006
“María, discípula de Cristo”
SE EXPONE EL SANTISIMO SACRAMENTO
GUÍA: Cantamos (Un canto para la entrada que reúna a la asamblea y la motive a la adoración):
GUÍA: Adoremos juntos al Señor presente en la Eucaristía, Él es la Palabra encarnada, Hijo unigénito e imagen del Padre, nacido de María.
En unión con María te ofrecemos al Padre: contigo, por ti y en ti, sea por siempre la alabanza, la acción de gracias y la súplica por la paz de los hombres.
GUÍA: Cantamos: “Señor, aquí estoy”
GUÍA: Unidos a María glorifiquemos al Señor. El Magnificat (Lc 1,46-55) es el canto de alabanza y de acción de gracias que María eleva a Dios. Es la expresión de gratuidad ante la misericordia de Dios, que enaltece a los humildes y derriba del trono a los poderosos. Celebra el acontecimiento de la salvación.
Antífona: El Señor hizo en mí maravillas, ¡Gloria al Señor!
- Mi alma canta la grandeza del Señor,
mi espíritu se alegra en Dios mi Salvador.
- Porque miró con bondad mi pequeñez,
me proclamarán feliz todos los hombres.
- El Señor hizo en mí grandes cosas,
¡su Nombre es santo!
- Su amor permanece para siempre
en aquellos que le temen.
- Desplegó la fuerza de su brazo
y disperso a los soberbios.
- Derribo a los poderosos de su trono
y elevó a los humildes.
- Colmó de bienes a los hambrientos,
y despidió a los ricos con las manos vacías.
- Socorrió a su pueblo, Israel,
por su gran misericordia.
- Como lo había prometido a nuestros padres,
en favor de Abraham y de sus hijos para siempre.
Breve silencio
GUÍA: El pecado es una ofensa hecha a Dios, que rompe nuestra amistad con él. El pecador, por tanto, movido por la gracia del Dios misericordioso, se pone en camino de conversión, retorna al Padre “que nos amó primero” (1 Jn 4,19) y a Cristo que se entregó por nosotros, y al Espíritu Santo, que ha sido derramado en nosotros. Pidamos perdón a Dios diciendo:
R: Señor, ten misericordia de nosotros.
- Tú, que por tu muerte nos has reconciliado con el Padre y nos has salvado.
- Tú, que has muerto y resucitado y estás sentado a la derecha del Padre para interceder por nosotros.
- Tú, que has lavado, consagrado y perdonado a todos los hombres en el Espíritu de nuestro Dios.
- Tú, que nos has dicho que pecamos contra ti, si pecamos contra los hermanos.
- Tú, que siendo rico, por nosotros te hiciste pobre, para que con tu pobreza nos hagamos ricos.
- Tú, que, resucitado de entre los muertos, nos has liberado de la muerte eterna.
- Tú, que viniste a este mundo para salvar a los pecadores.
- Tú, compasivo y fiel en lo que a Dios se refiere, que expiaste los pecados del pueblo.
- Tú, que te has convertido para todos los que te obedecen, en autor de salvación eterna.
- Tú que has puesto la ley en el amor a Dios y al prójimo.
- Jesús, vida de todos, que has venido a este mundo para que los hombres tengan vida y la tengan abundante.
GUÍA: Cantamos: “Zamba del perdón”.
GUÍA: Ilumínanos, haznos discípulos fieles a tu Iglesia; que vivamos llenos de fe, que comprendamos tu Palabra y seamos auténticos seguidores tuyos. Escuchemos la Palabra de Dios en el Evangelio según San Marcos. (Mc 3, 31-35).
LECTOR 1:
“Entonces llegaron su madre y sus hermanos y, quedándose afuera, lo mandaron llamar. La multitud estaba sentada alrededor de Jesús, y le dijeron: Tu madre y tus hermanos te buscan ahí afuera. Él les respondió: ¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos? Y dirigiendo su mirada sobre los que estaban sentados alrededor de él, dijo: Estos son mi madre y mis hermanos. Porque el que hace la voluntad de Dios, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre.”
Palabra del Señor
Breve silencio
LECTOR 2:
La Palabra de Dios que nos ha hablado puede suscitar en nosotros ciertas dudas, ¿acaso Jesús rechaza a su madre? Pero nuestra mirada se vuelve inmediatamente a aquel momento en que el ángel le anuncia a María que va a ser la Madre de Dios. Y escuchamos su “Sí” total, su entrega generosa y absoluta a la voluntad del Padre.
Jesús le dice a los que lo escuchaban: “el que hace la voluntad de Dios, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre”. Y ahora entendemos: Jesús elogia a su madre, es ella la que más fiel y amorosamente ha hecho la voluntad de Dios. Es ella a la que señala el Señor para que sepamos qué significa ser la familia de Jesús, ser cristianos.
LECTOR 1:
Te pedimos, Señor, la gracia de tener el valor de decir que sí, como tu madre, a la voluntad del Padre. Que aprendamos de su confianza, de su entrega, de su único deseo: hacer la voluntad del Padre siempre y en todo.
Breve silencio
LECTOR 2:
Jesús pregunta a los que estaban sentados alrededor suyo: “¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?”
Nos encontramos ahora frente a Jesús, realmente presente en la Eucaristía. Y nos vuelve a preguntar: ¿quién es mi madre y quiénes son mis hermanos? Esta pregunta la hace a cada uno de nosotros.
¿Me considero hermano de Jesús? Nos dice que sus hermanos, su madre, su familia, son los que hacen la voluntad de Dios... ¿soy de la familia de Jesús?... El Señor nos invita en cada momento de nuestras vidas a hacer su voluntad, en las grandes decisiones y en las pequeñas actitudes cotidianas... ¿soy hermano de Jesús?
LECTOR 1:
Te pedimos, Señor, la gracia de hacer siempre tu voluntad. Y aunque sabemos que muchas veces nos tropezamos, nos distraemos, corremos detrás de otros amores, y nos apartamos del camino que nos invitas a recorrer, te pedimos que enciendas en nosotros el deseo de hacer siempre tu voluntad. Y que ese deseo guíe nuestras acciones, nuestras decisiones, nuestras actitudes, nuestra vida.
Breve silencio
LECTOR 2:
Cuando Jesús va a decir quiénes son sus hermanos y su madre, dirige su mirada sobre los que estaban sentados alrededor de él. Es esa la primera actitud que debemos tener los que deseamos hacer la voluntad de Dios: sentarnos junto a Jesús. Estar a su lado para escuchar su Palabra, para mirar su modo de obrar, su modo de amar. Estar sentados junto a Jesús para escucharlo es leer y meditar su Palabra. Se está junto a Jesús en los sacramentos, y, de un modo especial, junto a Jesús en la Eucaristía, como en cada misa, como hoy, ahora, junto a él en esta adoración. Se está junto a Jesús viendo su modo de obrar, en las actitudes de amor al prójimo, en especial, a los más necesitados.
Sólo estando junto a Jesús aprenderemos lo que significa hacer la voluntad del Padre. Sólo estando junto a Jesús llegaremos a ser su familia.
LECTOR 1:
Te pedimos, Señor, el deseo de estar siempre junto a Vos. Que todo lo que hagamos surja del estar sentados a tu lado. Que aprendamos de Vos lo que significa hacer la voluntad del Padre. Y que todo lo hagamos como Vos lo hubieras hecho en nuestro lugar.
Breve silencio
LECTOR 2:
Una vez más volvemos la mirada sobre María, el ejemplo más perfecto de discípula del Señor. Contemplar a María nos enseña qué es lo que debemos hacer para ser la familia de Jesús, para hacer la voluntad de Dios. Contemplar a María diciendo sí a Dios luego del anuncio del ángel. Contemplar a María con Jesús en sus brazos en el pesebre. Contemplar a María guardando todo lo que Jesús le decía en su corazón. Contemplar a María junto a Jesús y atenta a las necesidades de los demás en las Bodas de Caná. Contemplar a María a los pies de la cruz, firme y dolorosa. Contemplar el encuentro de María con Jesús resucitado. Contemplar a María unida en oración con los apóstoles. Contemplar a María intercediendo por nosotros como Reina en el Cielo. Contemplar a María nos enseña a amar la voluntad del Padre por sobre todas las cosas. Contemplar a María nos enseña a estar siempre junto a Jesús.
LECTOR 1:
Señor, te pedimos que enciendas en nuestros corazones un profundo amor a tu Madre. Que ella nos enseñe a seguirte, a estar a tu lado. Que siguiendo su ejemplo digamos una vez y para siempre “sí” a la voluntad del Padre. Y que cuando nos apartemos del Camino, sea ella quien nos vuelva la mirada hacia Vos.
Breve silencio
GUÍA: Haciendo eco del ejemplo de María, pidamos a Dios Padre una nueva primavera de vocaciones:
R: Señor que seamos fieles discípulos tuyos.
- Bendice Señor a nuestro Papa, obispos y sacerdotes para que sean fieles en el ministerio pastoral al que los has llamado, y sean testigos de tu amor para con los hombres.
- Bendice Señor la vocación propia de los laicos, llamados a buscar tu Reino ocupándose de las realidades temporales y ordenándolas según tu voluntad.
- Bendice Señor a las consagradas y consagrados que por los votos de pobreza, castidad y obediencia vivan entregados al servicio de Dios.
- Llama Señor a los jóvenes, y dales la fortaleza para responder con generosidad a tu llamado.
- Bendice Señor a todos los padres y madres de familia, para que hagan de sus hogares escuelas de humanidad, donde se vida el amor gratuito de la fidelidad, del respeto mutuo y de la defensa de la vida.
- Bendice Señor las vocaciones misioneras.
GUIA: Para concluir este rato de adoración y oración rezamos juntos la oración por las vocaciones:
“Jesús,
que sientes compasión al ver la multitud
que está como oveja sin pastor,
suscita en nuestra Iglesia
una nueva primavera de vocaciones.
Te pedimos que envíes
-Sacerdotes según tu corazón
que nos alimenten con el Pan de tu Palabra
y en la mesa de tu Cuerpo y de tu Sangre;
-Consagrados que, por su santidad,
sean testigos de tu Reino;
-Laicos que, en medio del mundo,
den testimonio de Ti con su vida y su palabra.
Buen pastor,
fortalece a los que elegiste;
y ayúdalos a crecer en amor y santidad
para que respondan plenamente a tu llamado.
María, Madre de las vocaciones,
ruega por nosotros.
Amén.
SACERDOTE: (Bendición con el Santísimo)
GUÍA: Terminamos nuestra adoración al Señor cantando: Alabado sea el Santísimo (U otro canto apropiado). |
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