Maellus haereticorum Veterano
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Publicado:
Lun Feb 25, 2008 2:49 pm Asunto:
Tema: movimientos físicos de los sacerdotes |
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Dice la Sagrada Escritura:
Heb 10, 5: "Por lo cual, entrando en este mundo, dice: “No quisiste sacrificios ni oblaciones, pero me has preparado un cuerpo".
Al entrar al mundo, Cristo adquirió un CUERPO, Cristo asume la dimensión de la corporeidad humana, por lo tanto, en su cuerpo Cristo realizó gestos para adorar al Padre. Nuestra gestualidad litúrgica está modelada y modulada sobre la gestualidad de Cristo.
Los movimientos y gesticulaciones tanto del presbítero como de la congregación, tienen un carácter de oración corporal y de simbolismo.
No solo el presbítero...todos los que estamos en la Misa hacemos determinados movimientos, ninguno de los cuales deben verse como movimientos mágicos similar al de las religiones paganas.
Como te he dicho, nuestras gesticulacione tienen de modelo a Cristo y de parámetro las Sagradas Escrituras.
Éstas son las tres posturas principales que adopta la asamblea (y el presbítero) durante toda celebración litúrgica: El estar de pie (al empezar el canto de entrada, o mientras el sacerdote se acerca al altar, hasta la colecta, incluida; durante la proclamación del Evangelio; durante la profesión de fe y la oración universal; de la oración sobre las ofrendas en adelante); el estar sentados (durante la proclamación de las lecturas que preceden al evangelio y durante el salmo responsorial; en la homilía y durante la preparación de las ofrendas; si se considera oportuno, después de la comunión, durante el silencio sagrado); el estar de rodillas (en la consagración, si no existen motivos válidos para no hacerlo).
Veamos una a una:
Estar de pie -signo por excelencia del Resucitado (Gál 5,1; Ef 6,14; Ap 5,6; 7,9; 15,2)- es por una parte expresión de atención y de respeto hacia la palabra de Dios (Ez 2,1): Jesús mismo de hecho se incorpora para leer a Isaías en la sinagoga de Nazaret (Lc 4,16); y es al mismo tiempo la posición de quien ora a Dios (Mc 11,25; Lc 18,11-13)
El estar de rodillas, que ha sustituido a la postración, tiene la doble connotación penitencial y de oración intensa (Mc 14,35; Mt 36,29; Lc 6,12; 22,41; Mc 1,40; 5,22; 7,25; 10,19).
Estar sentado es signo de enseñanza. Mateo presenta a Jesús sentado durante el discurso de las bienaventuranzas (Mt 5,1), según la costumbre oriental; así lo presenta Lucas en Nazaret (Le 4,20), y Juan en el pozo de Sicar (Jn 4,6; también 8,2.7). Pero es también la postura de quien escucha atentamente al que enseña (como en Mc 3,31.35; Lc 10,39; 1 Cor 14,30; He 20,9).
A estas tres actitudes principales se añaden algunos gestos o acciones.
Encontramos en primer lugar la procesión de entrada acompañada del canto. Los fieles toman conciencia de la acción que está comenzando y son introducidos en el misterio del tiempo litúrgico, invitados a reconocerse asamblea itinerante hacia Cristo simbolizado por el altar, que el sacerdote y el diácono saludan y después veneran con el beso. Recordemos los salmos que nos invitan a "acercarnos" al altar de Dios:
Salmo 132, 7 "¡Vayamos a la Morada de él, ante el estrado de sus pies postrémonos!"
Salmo 122, 1-2 "¡Oh, qué alegría cuando me dijeron: Vamos a la Casa de Yahveh!¡Ya estamos, ya se posan nuestros pies en tus puertas, Jerusalén!"
Luego sigue el signo de la cruz inicial acompañado de las palabras de la fórmula trinitaria bautismal, a las que la asamblea responde con el amén, reconociéndose así cristiana. Luego el sacerdote, vuelto hacia el pueblo y extendiendo los brazos, lo saluda, anunciando a la comunidad reunida la presencia del Señor. Se trata de signos, miradas, gestos bastante sencillos, pero importantísimos, si se piensa que de la atmósfera que ellos crean nace la disponibilidad para el acto penitencial.
Las manos extendidas son un signo de poder y de invocación divina:
Salmo 28, 2 "Oye la voz de mis súplicas cuando clamo a ti y elevo mis manos a tu santo recinto."
En el Yo Confieso , al inicio de la Misa, y más adelante, en el Agnus Dei el sacerdote y los fieles se golpean el pecho en señal de humilde arrepentiminto, recordando:
Luc 18, 13 "El publicano se quedó allá lejos, y ni se atrevía a levantar los ojos al cielo, y golpeaba su pecho diciendo: ¡Oh Dios!, sé propicio a mí, pecador."
Después de la oración universal viene la segunda procesión, la del Ofertorio. Durante esta procesión comienza el canto. Antes de la Oración Eucarística, el sacerdote lleva a cabo una purificación, lavándose las manos: significando el deseo de pureza interior:
Salmo 26, 6 "Yo lavaré mis manos en la inocencia y andaré en derredor de tu altar, ¡oh Yahvé!"
Este gesto se introduce con la oración de Azarías (Dan 3, 39): in spiritu humilitatis el in animo contrito..., pronunciada en profunda inclinación.
Tras el canto del Santo, la asamblea, con los corazones ya totalmente vueltos hacia el Señor, se asocia a la solemne oración que el sacerdote, en nombre de todos, dirige al Padre por medio de Jesucristo. La postura que caracteriza al sacerdote durante la oración eucarística es la de los brazos extendidos, típica de la oración presidencial; los fieles, en cambio, están de rodillas, como exige la intensa participación.
Como dije antes, las manos extendidas son un signo de invocación, de poder y de victoria, que evoca la forma de la Santa Cruz:
Exo 17, 11-12 "Mientras Moisés tenía alzada la mano, llevaba Israel la ventaja, y cuando la bajaba, prevalecía Amalee. Moisés estaba cansado, y sus manos le pesaban; tomando, pues, una piedra, la pusieron debajo de él para que se sentara, y al mismo tiempo Aarón y Jur sostenían sus manos, uno de un lado y otro de otro, y así no se le cansaron las manos hasta la puesta del sol"
Con las manos extendidas sobre las ofrendas, el sacerdote invoca el Espíritu Santo (Epíclesis) para que el Sacrificio de la Cruz se realice sobre el Altar.
Otro gesto significativo, por desgracia víctima de la rutina, es el rito de la paz: con él los fieles imploran la paz y la unidad (Rom 16,16; 1 Cor 16,20; 2 Cor 13,12; 1 Pe 5,14) para la Iglesia y para toda la familia humana, y se expresan un amor recíproco antes de tomar el único pan de vida.
En en el Misal Romano de Pablo VI el rito de la paz tiene una estructura precisa: 1. Oración por la paz: "Señor Jesucristo, que dijiste..."; 2. Anuncio de la paz: "La paz del Señor sea siempre con vosotros"; 3. Invitación: "Daos fraternalmente la paz".
Uno de los nombres de la celebración eucarística deriva del gesto de la fracción del pan. Realizado por el mismo Cristo, significa que nosotros, pese a ser muchos, nos hacemos un solo cuerpo en la comunión de un solo pan de vida, Cristo (1 Cor 10,17).
Con la tercera procesión, los fieles se acercan a recibir el cuerpo de Cristo". También ésta va acompañada del canto, que, en este caso, "debe expresar, por la unión de las voces, la unión espiritual de quienes comulgan".
Como ves, absolutamente todos los movimientos, gesticulaciones y ritos de la Sagrada Misa tienen una base cristocéntrica y escritural...
Nada de "poderes especiales" ni de evocaciones brahamánicas. En la Misa todo va dirigido al Padre en el Nombre de Cristo y bajo la acción del Espíritu Santo. _________________
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