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Hora Santa Vocacional en Argentina (mes de agosto)

 
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Autor Mensaje
Alejap
Asiduo


Registrado: 26 Feb 2006
Mensajes: 109

MensajePublicado: Dom Jul 30, 2006 9:28 pm    Asunto: Hora Santa Vocacional en Argentina (mes de agosto)
Tema: Hora Santa Vocacional en Argentina (mes de agosto)
Responder citando

De: "Hora Santa Vocacional" <hora.santa.vocacional@gmail.com> Añadir a la Libreta de contactos
Yahoo! DomainKeys confirmó que el mensaje fue enviado por gmail.com. Más info.
A: Undisclosed-Recipient@,
Asunto: Hora Santa Vocacional Agosto
Fecha: Fri, 28 Jul 2006 13:25:48 -0300

Queridos amigos les enviamos la Hora Santa Vocacional de Agosto. Queremos comunicarles que la hora santa de Julio no llegó por problemas en nuestra red, les pedimos disculpas. Los que deseen guardarla, pueden bajarla de nuestra página: www.pastvocacionalba.com.ar
Que Jesús, Rey de la Paz, nos haga instrumentos de su paz. Un abrazo a todos.
Sebastián y P. Julián
Les recordamos el mail del Equipo de Pastoral Vocacional: pastoralvocacional@fibertel.com.ar

HORA SANTA VOCACIONAL MES DE AGOSTO DE 2006

“María, modelo de todas las vocaciones”


SE EXPONE EL SANTISIMO SACRAMENTO

GUÍA: Cantamos (Un canto para la entrada que reúna a la asamblea y la motive a la adoración):
GUÍA: En nuestros pueblos, el Evangelio ha sido anunciado presentando a la Virgen María como su realización más alta. Desde los orígenes -en su aparición y advocación de Guadalupe- María constituyó el gran signo, de rostro maternal y misericordioso, de la cercanía del Padre y de Cristo, con quienes ella nos invita a entrar en comunión. María fue también la voz que impulsó a la unión entre los hombres y los pueblos (D.P Nº 282) Ella es también un signo y modelo de todo discípulo de su Hijo, por eso vamos a dejarnos guiar en esta adoración por su poderosa intercesión.
Guía: Hoy queremos encontrarnos con Jesús presente en la Eucaristía de la mano de María. Ella fue elegida por Dios para ser su Madre, y con su “si” nos enseña a responder al Señor que nos invita a ser sus servidores.

GUÍA: Escuchemos y meditemos la Palabra de Dios.


LECTOR 1:

En el sexto mes, el Ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen que estaba comprometida con un hombre perteneciente a la familia de David, llamado José. El nombre de la virgen era María. El Ángel entró en su casa y la saludó, diciendo: "¡Alégrate!, llena de gracia, el Señor está contigo". Al oír estas palabras, ella quedó desconcertada y se preguntaba qué podía significar ese saludo. Pero el Ángel le dijo: "No temas, María, porque Dios te ha favorecido .Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús; él será grande y será llamado hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin. María dijo al ángel: “¿Cómo puede ser eso, si yo no tengo relaciones con ningún hombre?” El Ángel le respondió: “El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso el niño será Santo y será llamado Hijo de Dios. También tu parienta Isabel concibió un hijo a pesar de su vejez, y la que era considerada estéril, ya se encuentra en su sexto mes, porque no hay nada imposible para Dios.”María dijo entonces: "Yo soy la servidora del Señor, que se cumpla en mí lo que has dicho". Y el Ángel se alejó.

Palabra del Señor

Breve silencio


LECTOR 1:

“En el sexto mes, el Ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen que estaba comprometida con un hombre perteneciente a la familia de David, llamado José. El nombre de la virgen era María.”

LECTOR 2:
En toda vocación, en todo llamado del Señor, es Él quien toma la iniciativa. Dios llama a cada persona por su nombre, en la situación concreta en la que vive.
Te pedimos María, Madre nuestra, que nos ayudes a estar siempre atentos y disponibles para escuchar la voz del Señor que nos quiere hablar e invitar a seguirlo. Que sepamos escucharlo en cada momento de nuestra vida cotidiana.

LECTOR 1:

“El Ángel entró en su casa y la saludó, diciendo: "¡Alégrate!, llena de gracia, el Señor está contigo””.


LECTOR 2:

Cuando el Señor nos habla, lo reconocemos por un signo indudable: la alegría. Toda palabra que el Señor nos dirige va acompañada por esa profunda alegría que proviene del Amor de Dios que quiere colmar nuestras vidas con su gracia.

Te pedimos María, que siempre tengamos, como vos, nuestro corazón abierto a la gracia de Dios para que lo llene con su amor y podamos contagiar alegría al mundo entero.

LECTOR 1:

“Al oír estas palabras, ella quedó desconcertada y se preguntaba qué podía significar ese saludo.”

LECTOR 2:
El corazón atento al Señor que habla, siempre se sorprende. Su Amor nos supera en todo sentido. Tanto amor, tanta gratuidad, nos deja sin palabras. ¿Cómo comprender que Dios quiera que seamos instrumentos de su amor en el mundo? ¿Cómo comprender que Dios quiera llenar nuestros corazones de tanta alegría?
Te pedimos María, que nunca perdamos la capacidad de asombro ante el misterio del infinito amor misericordioso de Dios.

LECTOR 1:

“El Ángel le dijo: "No temas, María, porque Dios te ha favorecido .Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús... El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso el niño será Santo y será llamado Hijo de Dios. También tu parienta Isabel concibió un hijo a pesar de su vejez, y la que era considerada estéril, ya se encuentra en su sexto mes, porque no hay nada imposible para Dios.”


LECTOR 2:

¿Cómo no va a surgir en nuestro corazón un poco de temor cuando el Señor nos pide que depositemos toda nuestra confianza sólo en Él? Y Dios lo sabe, conoce nuestro corazón mejor que nosotros mismos. Y por eso muchas veces nos muestra su Amor a través de signos concretos que debemos aprender a verlos y a descubrir en ellos ese Amor.

Maria, te pedimos un corazón atento a Dios que nos habla, que nos invita a confiar sólo en Él. Que llevemos siempre grabado en nuestros corazones el recuerdo de que “nada es imposible para Dios”, y este nos impulse a “saltar a sus brazos” de Padre.

LECTOR 1:

“María dijo entonces: "Yo soy la servidora del Señor, que se cumpla en mí lo que has dicho". Y el Ángel se alejó.”

LECTOR 2:

¡Qué maravillosas palabras las de María! ¡Cuánto debemos aprender de ellas! Esa es nuestra vocación, la de todo hombre y mujer: ser servidores del Señor, dejar que se cumpla en nosotros Su Voluntad. Sólo entonces seremos plenamente hombres y mujeres, plenamente felices.

María, que sepamos decir que “si”. Que sólo deseemos hacer la voluntad de Dios en todo momento, en todo lugar.

GUÍA: Cantamos...

Breve silencio


GUÍA: Tomando las palabras de nuestro Papa Benedicto XVI en su encíclica “Deus Caritas Est” (Nro 41), le pedimos al Jesús, presente en la Eucaristía, presente en medio nuestro que podamos aprender de su Madre en la respuesta de nuestra vocación. Repetimos:

“Que seamos, como María, tus servidores, Señor”


LECTOR 1:

Que podamos, como María, cantar “proclama mi alma la grandeza del Señor”, y con ello expresar todo el programa de nuestra vida: no ponernos a nosotros en el centro sino a Vos, Señor, encontrándote tanto en la oración como en el servicio al prójimo.

R: “Que seamos, como María, tus servidores, Señor”

LECTOR 2:
Que seamos humildes como María, no queriendo más que ser tus servidores, sabiendo que contribuimos a la salvación del mundo no con una obra nuestra sino sólo poniéndonos plenamente a tu disposición.

R: “Que seamos, como María, tus servidores, Señor”

LECTOR 1:
Que seamos, como María, hombres y mujeres de esperanza: sólo si creemos en tus promesas y en la salvación que esperamos de Vos, podrás llamarnos a tu servicio.

R: “Que seamos, como María, tus servidores, Señor”

LECTOR 2:
Que seamos, como María, hombres y mujeres de fe, creyendo en tu Palabra, sostenidos por tu Amor.

R: “Que seamos, como María, tus servidores, Señor”

LECTOR 1:
Que seamos, como María, hombres y mujeres de tu Palabra: que tu Palabra sea nuestra casa, que hablemos y pensemos con tu Palabra, que tu Palabra se convierta en la nuestra, y así, nuestros pensamientos estarán en sintonía con los tuyos, y nuestro querer con tu querer.

R: “Que seamos, como María, tus servidores, Señor”

LECTOR 2:
Que seamos, como María, hombres y mujeres de amor, y que podamos transmitir ese amor en gestos concretos y en nuestra atención para con los más necesitados.

R: “Que seamos, como María, tus servidores, Señor”

GUÍA: cantamos...

Breve silencio

GUÍA: Recemos ahora por todos los laicos, para que de la mano de María sean siempre servidores del Señor en el mundo. Lo hacemos con la oración de Juan pablo II en su exhortación apostólica sobre la vocación y misión de los laicos en la Iglesia y en el mundo (Christifideles Laici)

LECTOR 1:
Oh, Virgen santísima, Madre de Cristo y Madre de la Iglesia, con alegría y admiración nos unimos a tu Magnificat, a tu canto de amor agradecido.

LECTOR 2:
Contigo damos gracias a Dios, «cuya misericordia se extiende de generación en generación», por la espléndida vocación y por la multiforme misión confiada a los fieles laicos, por su nombre llamados por Dios a vivir en comunión de amor y de santidad con Él y a estar fraternalmente unidos en la gran familia de los hijos de Dios, enviados a irradiar la luz de Cristo y a comunicar el fuego del Espíritu por medio de su vida evangélica en todo el mundo.


LECTOR 1:
Virgen del Magnificat, llena sus corazones de reconocimiento y entusiasmo por esta vocación y por esta misión. Tú que has sido, con humildad y magnanimidad, «la esclava del Señor», danos tu misma disponibilidad para el servicio de Dios y para la salvación del mundo. Abre nuestros corazones a las inmensas perspectivas del Reino de Dios y del anuncío del Evangelio a toda criatura.


LECTOR 2:
En tu corazón de madre están siempre presentes los muchos peligros y los muchos males que aplastan a los hombres y mujeres de nuestro tiempo. Pero también están presentes tantas iniciativas de bien, las grandes aspiraciones a los valores, los progresos realizados en el producir frutos abundantes de salvación.


LECTOR1:
Virgen valiente, inspira en nosotros fortaleza de ánimo y confianza en Dios,
para que sepamos superar todos los obstáculos que encontremos en el cumplimiento de nuestra misión. Enséñanos a tratar las realidades del mundo con un vivo sentido de responsabilidad cristiana y en la gozosa esperanza de la venida del Reino de Dios, de los nuevos cielos y de la nueva tierra.


LECTOR 2:
Tú que junto a los Apóstoles has estado en oración en el Cenáculo esperando la venida del Espíritu de Pentecostés, invoca su renovada efusión sobre todos los fieles laicos, hombres y mujeres, para que correspondan plenamente a su vocación y misión, como sarmientos de la verdadera vid, llamados a dar mucho fruto para la vida del mundo.


LECTOR 1:
Virgen Madre, guíanos y sostennos para que vivamos siempre como auténticos hijos e hijas de la Iglesia de tu Hijo y podamos contribuir a establecer sobre la tierra la civilización de la verdad y del amor, según el deseo de Dios y para su gloria. Amén.

GUÍA: Cada aspecto de la formación y vida de cada uno de los sacerdotes puede referirse a María como la persona humana que mejor que nadie ha correspondido a la vocación de Dios; que se ha hecho sierva y discípula de la Palabra hasta concebir en su corazón y en su carne al Verbo hecho hombre para darlo a la humanidad; que ha sido llamada a la educación del único y eterno Sacerdote, dócil y sumiso a su autoridad materna. Con su ejemplo y mediante su intercesión, la Virgen santísima sigue vigilando el desarrollo de las vocaciones y de la vida sacerdotal en la Iglesia. (Pastores dabo Vobis Nº 190).

GUÍA: Rezamos junto a Jesús por todos los sacerdotes llamados a crecer en una sólida y tierna devoción a la Virgen María, testimoniándola con la imitación de sus virtudes y con la oración frecuente.

LECTOR 1:
María, Madre de Jesucristo y Madre de los sacerdotes: aceptá este título con el que hoy te honramos para exaltar tu maternidad y contemplar con Vos el Sacerdocio de tu Hijo unigénito y de tus hijos, oh Santa Madre de Dios.
LECTOR 2:
Madre de Cristo, que al Mesías Sacerdote diste un cuerpo de carne por la unción del Espíritu Santo para salvar a los pobres y contritos de corazón: custodia en tu seno y en la Iglesia a los sacerdotes, oh Madre del Salvador.
LECTOR 1:
Madre de la fe, que acompañaste al templo al Hijo del hombre, en cumplimiento de las promesas hechas a nuestros Padres: presentá a Dios Padre, para su gloria, a los sacerdotes de tu Hijo, oh Arca de la Alianza.
LECTOR 2:
Madre de la Iglesia, que con los discípulos en el Cenáculo implorabas el Espíritu para el nuevo Pueblo y sus Pastores: alcanzá para el orden de los presbíteros la plenitud de los dones, oh Reina de los Apóstoles.
LECTOR 1:
Madre de Jesucristo, que estuviste con Él al comienzo de su vida y de su misión, lo buscaste como Maestro entre la muchedumbre, lo acompañaste en la cruz, exhausto por el sacrificio único y eterno, y tuviste a tu lado a Juan, como hijo tuyo: acoge desde el principio a los llamados al sacerdocio, protégelos en su formación y acompaña a tus hijos en su vida y en su ministerio, oh Madre de los sacerdotes.

GUÍA: Cantamos …

GUÍA: Los consagrados junto a María dicen constantemente su “Sí” en la alegría. Un “sí” que se basa en la Fidelidad de Dios, en el saber responderle a Jesús con un corazón generoso. Acompañados con unas palabras del Cardenal Pironio, vayamos rezando por cada uno de los consagrados.


LECTOR 1:

María fue siempre fiel. Esta fidelidad se construyó sobre su desprendimiento, pobreza, cruz, confianza y disponibilidad. Lo que posibilitó decirle que sí a Aquel para el que “nada es imposible”. La fidelidad de María tiene momentos de prueba y dolor. No entiende plenamente la respuesta del niño en el templo y sufre tremendamente el martirio de la cruz.

LECTOR 2:
Que tu compañía, María, en la vida de los religiosos sea una gran ayuda en todo momento, para que sepan afirmarse sobre la Roca, que es Jesús.


LECTOR 1:
Sólo los pobres pueden confiar plenamente en el Señor y apoyarse en la infalible certeza de su amor para decirle que sí con todo el corazón y la vida. Los temores y los límites de la fidelidad humana están iluminados por la infinita e inquebrantable fidelidad de Dios.

LECTOR 2:
María, mujer pobre, estás muy cercana a cada religioso, que se sabe pobre y necesitado de la gracia del Buen Dios. Que tu presencia maternal continúe en estando presente en los pobres de espíritu.


LECTOR 1:
Vivir la Alegría de la fidelidad es tener seguridad de que Dios nos amó primero, nos eligió y consagró en el Espíritu y nos envía cotidianamente al mundo como signos de su presencia y testigos de su Reino.

LECTOR 2:
María, enséñales a Ellos, que sepan vivir como Vos. En Vos serán realmente fieles. Desde Vos podrán ser testigos creíbles de que Dios nos ama con locura y en ese testimoniar encontrar una alegría que nadie se las podrá quitar.

GUÍA: Le damos Gracias a María por ser nuestra Madre y modelo de todas las vocaciones de la Iglesia, le rezamos:

LECTOR 1:
Te damos gracias, María, por ser una mujer. Gracias por haber sido una mujer como mi madre y por haberlo sido en un tiempo en el que la mujer era como no ser nada. Gracias por haber sido una mujer libre y liberada de la historia, porque fuiste la única no atada al pecado, a la mediocridad. Sos la única verdaderamente llena de gracia y de vida. Gracias por que fuiste valiente, gracias por no tener miedo, gracias por fiarte del Dios que te estaba llenando del Dios que venía, no a quitarte nada, sino a hacerte más mujer. Gracias por que entendiste la maternidad como un servicio a la vida ¡y qué Vida! Gracias por seguir siendo madre y mujer en el cielo, por no cansarte de amamantar a tus hijos de ahora. Amén
(Extracto de José Luís Martín Descalzo)

SACERDOTE: (Bendición con el Santísimo)

GUÍA: Terminamos nuestra adoración al Señor cantando: Alabado sea el Santísimo, (u otro canto apropiado)
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