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LA SANTA HUMILDAD

 
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CarlosR26†
Veterano


Registrado: 01 Oct 2005
Mensajes: 3941
Ubicación: MEXICO, Jal.

MensajePublicado: Vie Nov 25, 2005 11:53 pm    Asunto: LA SANTA HUMILDAD
Tema: LA SANTA HUMILDAD
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- III -
Capítulo de la santa humildad




Nadie puede venir en conocimiento de Dios si no es por la virtud de la santa humildad; porque la derecha vía para subir, es ir por abajo. Todos los peligros y las grandes caídas que han sucedido en este mundo no han venido de otra cosa que de alzar la cabeza, esto es, de poner la mente en la soberbia; y esto pruébase por la caída del demonio, que fue echado de los Cielos, por la caída de nuestro primer padre, esto es, Adán, que fue echado del Paraíso por la elevación de la cabeza, esto es, por la desobediencia; y aun por el fariseo de que habla Cristo en el Evangelio, y por muchos otros ejemplos; y por lo contrario, todos los bienes que han sucedido en este mundo, todos van precedidos de la humillación de la cabeza, esto es, por la humillación del entendimiento; lo que se prueba por la beata humildísima Virgen María, y por el publicano, y por el ladrón de la cruz y por muchísimos otros ejemplos de la Escritura. Y fuera bueno hallar algún peso grande y grave que pudiéramos tener siempre ligado al cuello, para que nos tirase hacia abajo, esto es, que nos humillase. Un fraile preguntó a fray Egidio:

-Dime, padre: ¿Cómo podremos huir de esta soberbia?

Al cual contestó fray Egidio:

-Hermano mío: Atiende bien que no podrás huir de la soberbia si antes no pones la boca donde tienes los pies; pero si consideras bien los beneficios de Dios, entonces conocerás que estás en deuda, y por tal debes inclinar la cabeza. Y más: si piensas bien en tus defectos y en las muchas ofensas que has hecho a Dios, enseguida tendrás ocasión de humillarte. ¡Pero, ay de aquéllos que quieren ser alabados en su malicia! Un grado de humildad tiene aquél que reconoce que busca lo contrario a su verdadero bien. Un grado de humildad, rendir las cosas a quien se debe o de quien son, sin apropiárselas; es decir, que todo bien y toda virtud que el hombre halla en sí no se los debe apropiar, sino solamente a Dios, del cual procede toda gracia y toda virtud y todo bien; mas el pecado y la pasión del alma y cualquier vicio que el hombre halla en sí, se lo debe apropiar, considerando que procede de él mismo y de su propia malicia y no de otros. ¡Bienaventurado el hombre que se conoce y se reputa vil ante Dios, y con esto delante de los hombres! Porque no será juzgado severamente en el último y terrible juicio. ¡Bienaventurado quien camina sutilmente bajo el yugo de la santa obediencia y bajo el juicio de otros, como hicieron los apóstoles antes y después de recibir el Espíritu Santo!

Y aún dijo fray Egidio:

-Quien quiera conquistar y poseer perfecta paz y quietud, conviene que repute a todo hombre como superior a sí, y conviene que siempre se considere inferior y súbdito de los demás. ¡Bienaventurado el hombre que no pretende ser visto en sus costumbres y en su hablar, ni conocido más que en aquella pura composición y simple adorno con que Dios le adornó y compuso! ¡Bienaventurado el que sabe conservar y esconder las revelaciones y las divinas consolaciones! Porque no hay cosa alguna secreta que Dios no revele cuando le place. Si hombre alguno fuese el más perfecto y el más santo del mundo y se reputa como el pecador más miserable y el hombre más vil del mundo, en éste estará la verdadera humildad. La santa humildad no sabe hablar; y el beato temor de Dios tampoco.

Dijo fray Egidio:

-Creo que la humildad es semejante a la saeta del trueno; porque así como el rayo percute terriblemente, rompiendo, hundiendo y quemando cuanto halla a su alcance y después no se halla nada del rayo, en tal guisa, semejantemente la humildad azota y disipa, y quema, y consume toda malicia, todo vicio y pecado; y nada se encuentra después de ella. El hombre que posee la humildad, por la humildad halla gracia en Dios y perfecta paz con el prójimo.
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