zaqueo Esporádico
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Publicado:
Dom Feb 11, 2007 12:44 pm Asunto:
LA ORACIÓN COMO FIDELIDAD A SÍ MISMO
Tema: LA ORACIÓN COMO FIDELIDAD A SÍ MISMO |
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LA ORACIÓN COMO FIDELIDAD A SÍ MISMO.
Orar es entrar con Dios en la apasionante aventura de la fidelidad del hombre a sí mismo. La oración exige pureza y transparencia en el ser del orante. Todo cuanto en mí no soy yo, me estorba para el abrazo con Dios, nadie es puro sin haber recorrido antes un largo camino de desnudamiento.
Desnúdate de todo cuanto al paso
Fui tomado y no es mío,
Que el abrazo final pueda encontrarme
Ágil, sonoro, limpio.
Que mi oración sea, Señor, un exponerme siempre a los rayos de tu pureza, a fin de que acrisolen mi mirada y hagan radiante mi corazón. Hoy siento alegría de ser todavía impuro (¿hasta cuándo, Señor?), a fin de que tu amor me purifique. Soy consciente que no puedo mirarte cara a cara sin que mi alma quede avergonzada por tanta tiniebla y sombra en mí y tanta luz en ti. Pero también constato que de ti salen rayos que atraviesan mi ser y me ilumina. Entonces caigo de rodilla y sale de mí lágrimas que suplica perdón y misericordia. Porque quiero ver las cosas en su pureza y con verdadero amor. Deseo contemplar todo desde el amor de Cristo, en toda su desnudez, es decir, desde su infinito amor.
Mirando a Jesús crucificado aprendemos que no existe mayor pureza en este mundo que la de un corazón acto de amor, jamás serás puro ni sabrás lo que es la pureza divina. Jamás se abrirán en tu costado las alas de la resurrección. La pureza de corazón no se conquista de una vez para siempre: es el rayo de Dios que nos sacude por instantes. Soy puro, mi Dios, cuando al mirarte, me dejo iluminar por ti; acepto de ti el único bien que me hace bueno. No existe pureza en el ser que no sea recibida: mi pureza eres Tú, Dios mío, que me sigues amando en todas mis impurezas.
A Dios nadie lo ha visto jamás, pero la pureza de corazón lo transparenta. La pureza es siempre algo interior que se asoma por los sentidos externos. Y cuando la pureza está en mi corazón, sé distinguir sin auto engaño entre lo puro y lo impuro. Con la parábola del trigo y la cizaña, Jesús nos ha enseñado a amar la ambigüedad en que se inscribe toda la pureza humana. Transparencia en el ser: que a través de lo que somos se ves, sin disimulos, lo que todavía no somos. Nuestro gran reto será acercarnos cada día más a lo que debemos ser a la luz del evangelio y de nuestras conciencias que nos recordará los compromisos contraído, durante nuestra vida, al haber optado por el seguimiento radical a Jesús. _________________ quien jamás se desnuda por temor a la verdad, nada sabrá del amor. |
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