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Autor Mensaje
El_Richard
Esporádico


Registrado: 28 May 2006
Mensajes: 83
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MensajePublicado: Jue Mar 01, 2007 7:12 pm    Asunto: Hice una reflexion. ¿Les gusta?
Tema: Hice una reflexion. ¿Les gusta?
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Acabo de terminar de preparar una reflexion para un encuentro y se las traigo para que la disfruten o para que me digan si les gustaria algun cambio o enfoque distinto ;)

Dios los bengida

Cita:
La experiencia de la Cruz.


En el momento de la cruz, podemos ver a toda una multiplicidad de personajes alrededor de Jesús, y cada una des actitudes y pensamientos en este momento. Por que:

¿Cómo nos vemos nosotros frente al Cristo que muere en la cruz todos los días?
¿Cual es nuestra actitud frente a cada momento en el que Él sufre?
¿Cómo nos sentimos frente a este cristo entregado?
¿Tenemos miedo de también nosotros dar nuestra vida y morir a su lado?


En todos personajes nos podemos encontrar nosotros, en diferentes momentos de nuestra vida.


Los soldados que le maltrataban e infligían dolor


Los soldados, que se burlan de Él y sobre los que dice “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lc. 23, 34). ¿Cuántas personas hay que se burlan de Nuestro Señor por que no le conocen en realidad? Cada año, debemos ver como siguen resurgiendo diferentes formas de atacarle, que buscan destruirle a Él y a su Iglesia.

Incluso, en nosotros podemos encontrar como a veces nos “burlamos” de El de alguna manera, como cuando no cumplimos su palabra o tomamos solo que nos gusta y al resto no le hacemos caso y nos vamos formando un Dios a nuestra medida. Hermanos, burlarnos de su mensaje y de la Santa Iglesia Católica que conformó, es burlarnos de nuestro salvador.


Aquel que le dio vinagre.

“Tengo sed” (Jn. 19, 28) Jesús es torturado por la sed. Pero también tiene sed de que se realice en el mundo el Reino de su Padre. Tiene sed del amor desinteresado de los que trataran de compartir sus sentimientos y ansias intimas y que serán capaces de seguirlo hasta el calvario.

En este soldado que ato una esponja a una lanza luego de empaparla en vinagre, es como algunos se comportan frente a las necesidades de los demás. Dicen ayudarles y les dan lo que les sobra o lo que ya no necesitan sin importarles realmente si fue necesario para esa persona, ya que “se sienten conformes con eso”, Jesús dijo, “... cuando lo hicieron con el mas pequeño de mis hermanos, me lo hicieron a mí.” (Mt. 25, 40) Hoy hay muchas personas que a gritos nos piden agua, y nosotros no sabemos ofrecerle nada mas que vinagre. Porque no nos competemos con el dolor de este Jesús entregado ni de los hermanos que sufren día a día.


El ladrón “bueno” y el ladrón “malo”.


Aquí lo tenemos a nuestro Señor, colgado junto a dos pecadores, y eso es un mensaje también para aquellos que se piensan que los cristianos no tenemos nada que hacer en los lugares que abundan y que tememos a veces abrir el corazón para proclamarles la Buena Nueva a quienes pasan por sus peores momentos, si Jesús fue muerto entre dos ladrones, ¿quien soy para negarme a acercarme a ellos?

Sin embargo, tenemos aquí a dos personas distintas, pecadores y deben de haber sido quizás algo mas que ladrones para terminar en la cruz, uno que prueba a Cristo diciéndole “¿No eres tú el Mesías? ¡Sálvate a ti mismo y también a nosotros.” (Lc. 23, 39) ¿Cuantas veces le exigimos a Jesús que nos oiga y que otorgue alguna gracia? No es que este mal pedirle, porque si uno pide es porque sabe que se le puede ser concedido, y no hay mayor muestra de fe que la de aquél que pide a su Señor. Pero como nos comportamos, ¿cuántas veces nos decimos, “Dios, porque a mí, que fue lo que hice mal”? ¿acaso Jesús no paso por pruebas mayores para salvarnos? Porque por otro lado tenemos a nuestro ladrón “bueno” (robar es malo, pero digamos que este ladrón es bueno porque se “robo” el cielo) que en sus últimos momentos de vida, reconoce a Jesús y su divinidad, y le pide su verdadera salvación, pero no como una exigencia, sino que le pide reconociendo que no era merecedor de ello por sus faltas, que la cruz era su justo castigo.


Aquel que lo atravesó con su lanza.

Tenemos aquí a éste soldado que atraviesa a Jesús con su lanza y “contempló al que traspasaron” (Za. 12, 10), viendo brotar de su costado agua y sangre, agua signo del bautismo y sangre signo de la Eucaristía. Porque de la cruz brota para nosotros el perdón y la vida nueva. Y este soldado, da testimonio de ese corazón entregado y abierto. Porque para los discípulos no hubo palabra, gesto o silencio en Jesús que no fuera expresión del amor de Dios. Debemos, como este soldado, contemplar su amor en este corazón abierto y entregado y dejar que nos transforme, haciéndonos semejantes a él.


Lejos de ese lugar, tenemos a Pedro

Quizás lejos de este lugar, encontraremos a Pedro llorando amargamente, un hombre que como Jesús le dijo, “Antes de que cante hoy el gallo, me habrás negado tres veces.” (Lc. 22, 61) no sólo porque tenía miedo sino porque en realidad ya no sabia quién era Jesús. Seguramente escondido y arrepentido, pidiendo perdón por lo que hizo sabiendo que Jesús le había dicho “...tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi iglesia” (Mt. 16, 18), a pesar de haberle reconocido como salvador, como Hijo de Dios, le niega... ¿Cuantos cristianos hay hoy que niegan al Señor?¿Cuántos Católicos habemos, que nos escondemos o nos quedamos callados mientras es atacado Él o su Iglesia?¿cuántos aquellos que negamos creer o que escondemos el rosario para que no nos molesten o para que no nos arremetan o se burlen de nosotros? Al hacer esto, imitan a ese Pedro que negó a Nuestro Señor en ese momento y que le abandono en el momento de su entrega. Esta caída fue verdadera, caída que le hace dudar de sí mismo hasta el final de su vida.


Judas colgado, que se quito la vida, luego de haber cometido la vil entrega del Señor.

Judas, ¿que decir de él? El hombre que lo entrego con un beso, que lo entrego por dinero, la razón no estamos seguros, pero aun hoy hay personas que lo entregan todos los días. Lo entregan cada vez que en algún lugar se legaliza el aborto o que un juez acepta un aborto terapéutico, cada vez que un atentado ocurre, cada vez que se inicia una guerra, cada vez que estas cosas suceden y no decimos nada... en todos estos momentos, Jesús es entregado, quizás por una tarifa mas alta, pero es entregado y su palabra es vendida por las sectas que poco tienen que ver con su mensaje, así es como aun hoy se sigue vendiendo a Nuestro Señor.


María, que estuvo a su lado en todo momento.


En el momento de la caída del hombre, junto a Adán estaba Eva. Ahora en el momento de la restauración, de la segunda creación, otra mujer esta junto al Hijo del Hombre, el Adán verdadero. Las últimas palabras de María que aparecen en los evangelios son “Hagan lo que Él les diga” (Jn. 2, 5) en las bodas de Caná, invitándonos hay a realizar el mismo gesto que ella hiciera ante el anuncio del ángel “Yo soy la servidora del Señor, hágase en mí, tal como has dicho” (Lc. 1, 38) aunque la encontramos a ella en varios pasajes de la vida de Jesús, ella siempre le acompaña, siempre esta presenta incluso en ese momento en el que entrega su vida, una compañía siempre silenciosa, pero llena de amor, de compasión y de consuelo, aceptando que ello debería de suceder. Aprendamos como ella a acompañar siempre aunque sea en silencio a quien sufre sabiendo ser servidor y hacer lo que nos pida, por mas que duela.


Juan, el discípulo mas amado, aquel que no se fue de su lado en ese momento de dolor.

Juan, el discípulo a quien Él mas amaba, permanece junto a Maria mirando el dolor de su Señor y amigo, que lo tomo consigo junto a los otros 11. A quien Jesús le da como madre (y a todos nosotros también) a la suya, Maria. Este creyente que recibe a Maria en su casa, que lo hace de manera humilde, con paz interior y de devoción sana y sencilla. El supo abrir sus puertas a Maria, sin que eso implique echar fuera a Cristo.



Reflexionemos, buscando, en lugar de quien nos encontramos esa tarde en la que Jesús entrego su vida para nuestra salvación y oremos al Padre, para que nos permita ser como Juan, como María o como el “buen” ladrón esa tarde, para prepararnos para servirle, adorarle y reconocernos pecadores y a la vez perdonados y reconciliados con los hermanos y el Padre por medio de su sacrificio.

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