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Breve Estudio de Libros Bíblicos

 
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pelicano
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MensajePublicado: Mie Ago 13, 2008 6:17 am    Asunto: Breve Estudio de Libros Bíblicos
Tema: Breve Estudio de Libros Bíblicos
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Hola hermanos/as

¡La paz este con vosotros!

Una de las cosas más bonitas antes de empezar a leer la Biblia es saber y conocer cosas historicas, costumbres, leyes etc sobre ese pueblo esa época en definitiva conocer un poco que se va a leer.

Como yo no soy experto en Biblia, tampoco profundizaré demasiado solo dejaré aqui algunas cosas y datos interesantes sobre todos los libros de la Biblia que os pueden ayudar a una mejor lectura de las Sagradas Escrituras.

En el siguiente post hablaré entonces del Génesis, el primer libro de la Biblia.

¡Que Dios les Bendiga!
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pelicano
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MensajePublicado: Mie Ago 13, 2008 6:28 am    Asunto:
Tema: Breve Estudio de Libros Bíblicos
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GÉNESIS

GÉNESIS es una palabra griega, que significa "origen". El primer libro de la Biblia lleva ese nombre, porque trata de los orígenes del universo, del hombre y del Pueblo de Dios.Contiene 50 capítulos y dos secciones de distinta longitud y de genero literario.


El Génesis se nos presenta como un libro escrito por numerosos autores, y cuya composición se prolonga por siete siglos, desde la salida de Egipto, con Moisés, hacia 1250 A.C., hasta la vuelta del cautiverio de Babilonia 538 A.C. Como los redactores son anónimos para nosotros, lo único que podemos hacer es indagar los grandes periodos de renovación, en los que estos diversos textos fueron reunidos.

I. Los orígenes del mundo y de la Humanidad (1-11).

1. La creación y el pecado original (1, 6-4).

2. El relato del Diluvio (6, 5-9; 17).

3. Del Diluvio a Abraham (9, 18; 11).

II. Los orígenes del pueblo de Israel (12-50).

Comprende la historia de los antepasados, conocidos con el nombre de "Patriarcas":

1. La historia de Abraham (12 - 25, 1Cool.

2. La historia de Isaac y de Jacob (25,19 - 36).

3. La historia de José (37 - 50).

Antes de profundizar un poco más resumiremos el libro en lo siguiente:

El libro del Génesis se divide en dos grandes partes. La primera es denominada habitualmente "Historia primitiva", porque presenta un amplio panorama de la historia humana, desde la creación del mundo hasta Abraham (caps. 1-11).

La segunda narra los orígenes más remotos del pueblo de Israel: es la historia de Abraham, Isaac y Jacob, los grandes antepasados de las tribus hebreas. Al final de esta segunda parte, adquiere particular relieve la figura de José, uno de los hijos de Jacob, ya que gracias a él su padre y sus hermanos pudieron establecerse en Egipto. La historia de los Patriarcas se cierra con el anuncio del retorno de los israelitas a la Tierra prometida, cuyo cumplimiento comienza a relatarse en el libro del Éxodo.

Estas dos partes presentan notables diferencias en cuanto a la forma literaria y al contenido, pero están íntimamente relacionadas. El Génesis se remonta primero a los orígenes del mundo y de la humanidad. Luego, mediante una serie de genealogías cada vez más restringidas, establece una sucesión ininterrumpida entre Adán, el padre de la humanidad pecadora, y Abraham, el padre del Pueblo elegido. Este vínculo genealógico pone bien de relieve que la elección de Abraham no fue un simple hecho al margen de la historia humana. La elección divina no era un privilegio reservado para siempre a una sola persona o a una sola nación. Si Dios manifestó su predilección por Abraham y por la descendencia nacida de él, fue para realizar un designio de salvación que abarca a todos los pueblos de la tierra.

En la redacción final del libro del Génesis, se emplearon elementos de las tradiciones "yahvista", "elohísta" y "sacerdotal". Esta última fuente tiene una importancia especial en el conjunto de la obra, debido a que constituye la base literaria en la que se insertaron las otras tradiciones.

Los primeros capítulos del Génesis ofrecen una dificultad muy particular para el hombre de hoy.

En ellos se afirma, por ejemplo, que Dios creó el universo en el transcurso de una semana, que modeló al hombre con barro y que de una de sus costillas formó a la mujer. ¿Cómo conciliar estas afirmaciones con la visión del universo que nos da la ciencia? La dificultad se aclara si tenemos en cuenta que el libro del Génesis no pretende explicar "científicamente" el origen del universo ni la aparición del hombre sobre la tierra. Con las expresiones literarias y los símbolos propios de la época en que fueron escritos, esos textos bíblicos nos invitan a reconocer a Dios como el único Creador y Señor de todas las cosas. Este reconocimiento nos hace ver el mundo, no como el resultado de una ciega fatalidad, sino como el ámbito creado por Dios para realizar en él su Alianza de amor con los hombres. La consumación de esa Alianza serán el "cielo nuevo" y la "tierra nueva" (Is. 65. 17; Apoc. 21. 1) inaugurados por la Resurrección de Cristo, que es el principio de una nueva creación.

El idioma original el que fue escrito este libro como la mayoria de los del A.T es en hebreo.


ALIANZA CON NOE.

Abarca a todo el genero humano (Gen 6, 18; 9, 9). Dios impone a los hombres una ley moral muy simple: se les concede ser los dueños de la tierra, multiplicarse en ella, alimentarse de sus productos y se les prohibe matarse mutuamente (Gen 9, 1-17), a cambio, Dios se compromete por una "Alianza", a conservar la naturaleza en buen orden (Gen 8, 22) y evitar que vuelva a producirse el diluvio.

Esto quiere decir, en definitiva, que las catástrofes más graves no tienen su causa en la naturaleza, sino en los hombres, y que si estos pusieran en su trabajo la energía que ponen en sus luchas mutuas, las cosas no irían tan mal.

ALIANZA CON ABRAHAM.


Su señal es la circuncisión y afecta a los descendientes del profeta (Gen 17).

ALIANZA CON MOISES.

Sellada con Moisés en el Sinaí. Es la que más se parece a los tratados de vasallaje que eran las alianzas de los antiguos reyes de Oriente. Quebrantada muchas veces por los pecados de Israel, esta alianza fue renovada en diversas ocasiones por los jefes de este pueblo. (2 Re. 11,17; 23, 3; 2Cro 15, 12; 23, 16; 29, 10; Neh 8-9).

1. Con Moisés las tribus que descienden de Abraham viven por vez primera una epopeya común: la larga marcha a través del desierto de Sinaí.

Nos quedarán de esto narraciones, en las que se dan los rasgos comunes a todas las civilizaciones nómadas. Pero en el Génesis es difícil encontrar en estado puro tradiciones que se remonten a esta época: reelaboradas más tarde, forman el fondo de relatos escritos más recientemente. Sin embargo, la gran figura de Moisés domina toda esta historia del nacimiento de un pueblo, y en la memoria de los hombres quedará Moisés como el autor principal de los primeros libros de la Biblia.

2. Con David y con Salomón, 1000-900 A.C., el pueblo elige un rey. Y al organizarse la monarquía, esta quiere apoyarse en la tradición religiosa de los antepasados. Se buscan para coleccionarlos los diferentes relatos que circulan por el sur de Palestina, el país de Judá que es el lugar donde ha sido implantada la realeza. De ahí que el conjunto de los textos de esta colección reflejen la lengua, el ceremonial, las costumbres y los pensamientos religiosos de la corte de Jerusalén. En estos textos se nombra a Dios de ordinario con el nombre de "Yavé", por esto se les da a estas tradiciones el nombre de "Yavistas".

3. Un siglo o dos más tarde se divide el reino. En Samaria, capital del reino del Norte, el poder favorece el resurgir de los antiguos cultos paganos de Canaán, anteriores a la llegada de los hebreos. Frente a esta tradición reaccionarán los profetas, y junto con ellos un partido religioso que se esfuerza en despertar la fe de los antepasados, volviendo una vez más a las fuentes. Los textos que se

reúnen en esta época y que se refunden están teñidos de antimonarquismo y cercanos a las ideas proféticas. Se les da el nombre de tradiciones "elohistas", porque en estos escritos a Dios se le llama "Elohim".

4. En 586 es conquistada Jerusalén; la flor y nata de la población es deportada a Babilonia. Para mantener entre los exilados un espíritu común, proponiéndoles la meditación de su lejano pasado, los sacerdotes de Jerusalén reúnen las tradiciones yavistas y elohistas y las unen con pasajes nuevamente redactados, que son los que formarán el cuadro de la obra de conjunto. A las partes que datan de esta época se les llama "sacerdotales".

LOS PUEBLOS DE LA TIERRA.

Al terminar el relato de la Torre de Babel, la dispersión de los pueblos sobre la tierra se presenta como un castigo. No hay que separar esta explicación de la que ha sido dada en el capítulo anterior, aunque sea totalmente diferente.

TRES ETAPAS DE LA CIVILIZACION.

Los Hijos de Cam ( v.6-20), el autor evoca pueblos de civilizaciones muy antiguas (Egipto, Babilonia, Asiria, Fenicia, Asia Menor, Creta). Estos pueblos vivían en el segundo milenio antes de nuestra era.

Los Hijos de Sem, el autor piensa naturalmente, en los hebreos (llamados "Los Hijos de Heber"). Pero sabe que hay también otros pueblos hermanos; los arameos, los árabes. Estos pueblos representaron un papel muy importante en la época de Moisés, hacia el final del segundo milenio. Los hijos de Sem corresponden, pues, a la segunda ola de pueblos del Oriente Medio.

Los Hijos de Jafet, se puede identificar a los medos y a los griegos (llamados en la antigüedad "Javán"). Se trata de pueblos que habitaban en unas regiones a las que los israelitas raras veces iban. Para ellos eran "los pueblos lejanos". Su entrada en la Historia tiene lugar hacia el siglo VI.

Así, algunos de estos nombres que no nos parecen interesantes hacen alusión a toda la historia de la civilización del Oriente Medio.

Los pueblos enumerados son en total setenta. En la Biblia el número setenta indica siempre universalidad. Por encima de la enumeración expresa (que se limita a las dimensiones del Oriente Medio), se pretende, por tanto, incluir o evocar a todos los pueblos del mundo.

En el texto bíblico todos estos pueblos descienden de un solo tronco, lo que manifiesta que son todos hermanos, cualquiera que sea su lengua, sus costumbres o el color de su piel. Pues la multiplicación de los hombres y de los pueblos es una bendición de Dios. El capítulo 10 responde a lo que se había dicho en el relato de la creación; "Creced y multiplicaos, y llenad la tierra" (1,2Cool. Esta bendición se repite a continuación del Diluvio (9,1). En este capítulo 10 se muestra su realización, lo mismo que la proclamación de la bendición de Dios en los capítulos 1 y 9, forma parte del Código Sacerdotal. Por el contrario, el relato de la Torre de Babel es obra

del Yavista. Las dos tradiciones, la optimista y la pesimista, se complementan, el bien y el mal coexisten. La cizaña y el trigo están mezclados; finalmente, sin embargo, los errores y los pecados de los hombres no desvirtúan la bendición de Dios.



ABRAHAM, NUESTRO PADRE.


"El Señor dijo a Abram: sal de tu tierra, de tu parentela. Yo haré de ti un gran pueblo...Por ti serán benditas todas las naciones de la tierra...Primera intervención de la Palabra de Dios. Primer anuncio de la salvación. Primer anuncio de Cristo, del linaje de Abraham". (Gen.12)

¿Quien era Abraham?

El padre del pueblo hebreo, de Ur, de Caldea, en el Golfo Pérsico; era un arameo errante, se ha establecido en Jarán, no lejos del Eúfrates (Gen 11,31).

De ahí hace salir Dios a Abraham para enviarle a una tierra nueva, al país de Canán, lo que ahora llamamos Palestina, en donde se desarrollará toda la historia sagrada. Es el antepasado de las tres religiones más importantes que hay en la tierra: la judía, la cristiana y la musulmana.

Abraham se fía de la promesa de Dios y parte. ¿Que promesa es esta?. Promesa de carácter temporal (una tierra, una posteridad) que llegará a convertirse en promesa de salvación universal. En lontananza lo que se promete es Cristo, es la Iglesia.

Y al aceptar lo que Dios le dice, Abraham aparece como nuestro padre en la fe. La fe es algo más que una adhesión mental a los dogmas: es la aceptación de una Palabra que transforma la vida.

Estamos en el principio de nuestra historia religiosa: las costumbres de los creyentes se irán afinando poco a poco. Lo primordial es la fe.

El papel eminente que desempeña Abraham en el plan de Dios se comprenderá mejor escuchando lo que Jesús dice de el y meditando la página de la Carta a los Hebreos.

La historia de Abraham comienza con una promesa de Dios (Gen 12, 1-3).

Desde este primer anuncio se pueden percibir tres perspectivas abiertas por la promesa: Una tierra, "ve al país que yo te indicare", una descendencia numerosa, "Yo haré de ti un gran pueblo", una bendición sin precedente en la Historia, "Yo engrandeceré tu nombre, que será una bendición...Por ti serán benditas todas las naciones de la tierra".

A lo largo de los relatos siguientes Dios renueva esta promesa a Abraham en seis diferentes ocasiones: Gen 12,7; 13, 14-17; 15, 4-6; 18; 17, 4-8 y 15-19: 18, 9-15; 22, 16-18.

Hay que añadir aún que la promesa será hecha de nuevo a Isaac (Gen 26,24) y a Jacob (28, 13-15) y que a lo largo de los relatos que se refieren a los Patriarcas la promesa de Dios y la fe de los hombres que responden a ella, es el alma de la Historia y le da un sentido.

Desde el principio de su historia, vemos que Abraham obedece a una orden de Dios, que es, al tiempo, una promesa (Gen 12, 1-4). Tener por verdadera la promesa y obedecer a la orden es un acto único de sumisión confiada, es creer en Dios.

Sin embargo, la misma Biblia desarrolla, analizándola, esta idea en un capítulo nos invita a meditar sobre la fe de Abraham (Gen 15), y en otro sobre su obediencia (Gen 22). Este orden sugiere que la fe es más fundamental que la obediencia, en la cual, no obstante, encuentra su perfección.

En el capítulo 15 Dios abre la conversación renovando su promesa (v.1) y Abraham responde con una queja (v.3). No se le hace por ello reproche alguno, Dios no le pide que renuncie a la esperanza legítima de tener un hijo. ¿Y sería realmente esperar, el esperar sin prisas?

La promesa por tanto se repite. Y es ahora cuando el autor bíblico hace notar: "Creyó Abraham al Señor y le fue reputado por justicia" (v. 6).

Una "justicia" es una acción de un mérito excepcional (Dt. 24, 13).

Creer en Dios no es cosa indiferente ni fácil.

Sin embargo, Abraham parece dudar aún (v Cool. De hecho, si leemos las historias de los hombres inspirados de Israel vemos que con mucha frecuencia piden a Dios o reciben u ofrecen por su parte una "señal" visible que pruebe que es verdaderamente Dios el que habla (Jue 6, 17; 1 Sam 10, 1 y ss; Is 7, 10; 38, 7-Cool. esto es exactamente lo que se le da también a Abraham le va a comprometer enteramente. Si la fe hace vivir en "presencia de Dios", ¿cómo no ha de ir acompañada de un deseo, de un esfuerzo hacia la perfección"? (Gen 17,1). Más tarde vendrá la orden del sacrificio (Gen 22). Fue la prueba de la fe para Abraham y del amor y fidelidad a Dios.

ISAAC, FIGURA DE CRISTO

El Génesis es muy parco al hablar de Isaac. Sin embargo, Isaac es el único de los tres Patriarcas en quien los Padres de la Iglesia ven una figura de Cristo. Dos acontecimientos bíblicos han llevado a relacionar a Isaac con su lejano descendiente Jesús:

1. El Hijo de la Promesa. Todo el Génesis tiende hacia el cumplimiento de la promesa hecha a Abraham: la de una numerosa descendencia.

El nacimiento de Isaac, como desafío a las leyes de la naturaleza, es la señal de la intervención de Dios; Isaac es el hijo de la Promesa.

El nombre que se le da, "Que Dios sonría, que sea favorable", evoca la risa, la alegría, la gracia de Dios. Los relatos que anuncian el nacimiento de Isaac están jalonados por la risa de Abraham, la risa de Sara, la risa de sus vecinos. Es también probable que Jesús haga alusión a esta risa y a esta alegría cuando dice:

"Abraham saltó de gozo por ver mi día; lo ha visto y se ha regocijado" (Jn. 8, 56). Abraham no vio más que el nacimiento de Isaac, pero esta primera realización de la promesa preparaba y anunciaba otro nacimiento, más milagroso aún, que traería la alegría al mundo.

2. El hijo sacrificado. Las palabras del relato del Génesis y la situación que describen evocan otro drama: "Toma a tu hijo, a tu único hijo, al que amas..., y ofrécele en holocausto en un monte."

Isaac lleva la leña del sacrificio, y pregunta: ¿"Dónde está el

cordero para el holocausto?" (Gen. 22, 2, 7).

En el último segundo, el hijo, Isaac, es librado de la muerte; en cambio, Jesús, el Hijo único, el Cordero de Dios, después de llevar el madero de la cruz, será inmolado. Ya en el mismo monte adonde Abraham ha llevado a Isaac para el sacrificio, se proclama de nuevo la Promesa; la muerte en la cruz, lejos de ser el fin, es el punto de partida de la resurrección y la fuente de la vida. No es extraño que los Padres de la Iglesia hayan visto en Isaac una figura de Cristo.

En la Anáfora primera, dentro del Canon de la Misa, se habla del "sacrificio de nuestro padre Abraham"; a Isaac no se le nombra; sin embargo, es de el de quien se trata. El es el hijo único ofrecido en sacrificio y quien recobra la vida para transmitirla a una larga posteridad.

ESAU Y JACOB

Isaac y Rebeca después de muchos años de casados tuvieron dos hijos, unos mellizos. El primero en nacer fue Esaú, Jacob fue el segundo. Un día, siendo ya mayores, Esaú llegó de cazar en el momento que Jacob se disponía a comer un plato de lentejas. Hambriento, cambió el derecho de primogenitura por el plato de lentejas. Isaac, engañado por Jacob y su madre, bendijo a Jacob y le legó su herencia. Temiendo la cólera de Esaú, Rebeca envió a Jacob a casa de su tío Labán en Aram.

Jacob se casó primero con Lía y luego con Raquel, hijas de Labán, y tuvo doce hijos:

Hijos con Lía: Rubén, Simeón, Leví, Judá, Isacar y Zabulón.

Hijos con la esclava de Lía: Gad y Aser.

Hijos con la esclava de Raquel: Dan y Neftalí.

Hijos con Raquel, su adorada esposa: José y Benjamín.

Después de haber servido a Labán durante veinte años, Jacob volvió a Canaán con su familia y sus hijos. A medida que iban acercándose a la tierra de Canaán, Jacob empezó a tener miedo de encontrarse con Esaú. Le mandó muchos presentes por mediación de sus servidores. Con gran sorpresa y gozo de Jacob fueron aceptados los dones. Esaú se apresuró a salir a su encuentro; la enemistad había desaparecido.

LOS DOCE HIJOS DE JACOB

Las "historias de familia" del Génesis son el único medio que tenía aquel grupo de gentes para hundir sus raíces en la "historia", porque la vida nómada o seminómada tiene sus leyes e impone sus estructuras sociales, como se puede ver no sólo en la Biblia, sino también y todavía en los nómadas actuales. La primera ley es esta: imposible vivir solo en el desierto; imposible igualmente vivir en masa; se requiere una unidad social bastante limitada para facilitar los movimientos, pero bastante fuerte también para asegurar su propia seguridad: esta unidad es la tribu. El vínculo que une a la tribu es el vínculo familiar, el vínculo de sangre real o supuesto. La tribu es un grupo de "hermanos", de familias que se creen descendientes de un antepasado único. En consecuencia, la historia de la tribu, y más que su historia, su carta de naturaleza, su ley, es la "historia".

LAS DOCE TRIBUS DE ISRAEL.

Todo esto nos ayuda a comprender la significación histórica de las "historias de familia", de las genealogías del Génesis, y de la querencia de Israel hacia estas tradiciones de familia: en ellas encontraba las fuentes de su fe, así como las bases de su unidad. Las tribus que, después de salir de Egipto se van a instalar en Canán, haciéndose sedentarias y convirtiéndose en nación, quedarán profundamente marcadas por su pasado seminómada. Su vínculo más fuerte será, con la fe de Yavé, el vínculo tribal e intertribal. Todo esto procede de los antepasados: "los hijos de Israel" que han recibido la misma sangre y la misma fe. Por eso "las doce tribus" confederadas tenían que hallar su origen en los "doce hijos de Jacob".

Tal como están, los relatos nos hacen tocar una realidad profunda: la unidad conscientemente querida de los "hijos de Israel" que se expresa por la afirmación de una comunidad de origen, y, de modo muy especial, por la afirmación de la intervención de Dios, que llamó a Abraham para hacerle "padre de una multitud". Las tradiciones del Génesis reivindican esta doble herencia: los "hijos" de Abraham son también - y San Pablo sacará todas las consecuencias - los "hijos de la fe de Abraham".

HISTORICIDAD DE LOS CAPITULOS 12-50 DEL GENESIS.

La historia patriarcal es una "historia de familia": reúne los relatos de: Abraham, Isaac, Jacob y José.

Es una historia popular: se detiene en anécdotas personales y en rasgos pintorescos sin ninguna preocupación por relacionar estas narraciones con la historia general.

Es una historia religiosa: los hechos se introducen, se explican y se agrupan en orden a demostrar una tesis religiosa: hay un Dios que ha formado a un pueblo " Israel" y le ha dado un país "Tierra Santa"; este Dios es Yahvé.

Pero estos relatos son históricos en el sentido de que, a su manera, narran acontecimientos reales, que dan una imagen fiel del origen y migraciones de los antepasados de Israel y de sus vínculos geográficos y étnicos, de su conducta moral y religiosa.

Lo que dice la Biblia concuerda en líneas generales con lo que los textos y la arqueología nos enseñan.

SEA PARA GLORIA DE DIOS
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MensajePublicado: Jue Ago 14, 2008 5:37 am    Asunto:
Tema: Breve Estudio de Libros Bíblicos
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ÉXODO

Los relatos del ÉXODO se mueven entre dos puntos geográficos precisos: Egipto y el Sinaí. Allí se desarrollaron los acontecimientos que hicieron de Israel el Pueblo de Dios: la salida de Egipto, el paso del Mar Rojo y la Alianza del Sinaí. El recuerdo de estos acontecimientos se grabó para siempre en la memoria de Israel, y se convirtió en el fundamento mismo de su fe. Por eso, el libro del Éxodo ocupa un lugar prominente entre todos los libros de la Biblia, y ha sido llamado con razón el "Evangelio" del Antiguo Testamento.

El Éxodo puede dividirse en dos partes principales. La primera relata la gesta del Señor, que oyó el clamor de los israelitas esclavizados en Egipto y los hizo pasar de la esclavitud a la libertad en medio de grandes portentos. El punto culminante de esta primera parte es el canto triunfal de Moisés que celebra la liberación de Israel y la victoria del Señor sobre los enemigos de su Pueblo (15. 1-21). El relato de esta acción divina es la que da su nombre a todo el libro, ya que "éxodo" significa "salida".

La segunda parte describe el encuentro del Señor con Israel en el monte Sinaí. Después de haber manifestado su amor y su poder, Dios establece su Alianza con los israelitas y promulga su Ley por medio de Moisés. En virtud de esta Alianza, Israel pasa a ser la "propiedad exclusiva" del Señor y a constituir una nación santa, es decir, totalmente consagrada a él (19. 6).

Las narraciones del Éxodo son la epopeya nacional de Israel. En la formación de la misma, desempeñaron un papel decisivo las fiestas y celebraciones cultuales. La liturgia pascual, sobre todo, rememoraba y actualizaba aquellos grandes acontecimientos del pasado, para que todas las generaciones de israelitas pudieran revivir la salida de Egipto y renovar el compromiso asumido por el Pueblo de Dios en el Sinaí.

Por eso, el libro del Éxodo no es una "historia" en el sentido moderno de la palabra: es un testimonio nacido de la fe, el reconocimiento de que la existencia de Israel como nación no es obra de los hombres, sino una creación de Dios.

En la redacción definitiva del Libro se emplearon elementos provenientes de la tradición "yahvista", "elohísta" y "sacerdotal", además de otros textos de origen diverso.

Los grandes temas del Éxodo están presentes en toda la Biblia. A ellos se refieren los Profetas para anunciar un nuevo Éxodo (Is. 43. 18-21) y una nueva Alianza (Jer. 31. 31-34) más admirables que los primeros. Y el Nuevo Testamento presenta al antiguo Éxodo como una prefiguración de la obra redentora de Cristo, la verdadera "Pascua" (1 Cor. 5. 7), que selló con su sangre "una Alianza más excelente" (Heb. 8. 6).

El Éxodo es el prototipo de todos los actos salvíficos de Dios, en especial, del Bautismo (1 Cor. 10. 1-4).

Algunas citas interesantes:

Moisés nace en la opresión; es salvado; su vocación. Ex 1-4
Se presenta con Aarón ante el Faraón; las diez plagas. Ex 5-11

Primera Pascua, paso del Mar Rojo, Cántico del Triunfo. Ex 12-15

Viaje por el desierto; maná y codornices; agua de la Roca. Sinaí. Ex 16-19

Los diez mandamientos; el primer libro de la Ley. La Alianza. Ex 20-1 ss

Prescripciones para el tabernáculo y el culto, sacrificios. Ex 25-31

Las tablas de piedra; el becerro de oro; renovación de la Alianza. Ex 32-34

Detalladas prescripciones sobre el tabernáculo y pertenencias. Ex 35-40.

Ex. 1,6: Estos son los nombres de los hijos de Israel que vinieron a Egipto con Jacob, cada uno con su casa: Rubén, Simeón, Leví y Judá; Isacar, Zabulón y Benjamín; Dan y Neftalí; Gad y Aser. Setenta eran todas las almas salidas de el, muslo de Jacob; José estaba entonces en Egipto. Murió José y murieron sus hermanos y toda aquella generación.

EXODO quiere decir "camino de salida".

El Exodo y la Alianza del Sinaí, señalan el nacimiento del pueblo de Israel.

Los descendientes de los Patriarcas han ido a radicar al país de Egipto. Los encontramos allí inmersos en una situación muy poco favorable.

Bajo la guía de Moisés aquel grupo de esclavos consiguen liberarse de la esclavitud y huir, lanzándose por los caminos del desierto, en busca de una Nueva Tierra Prometida. Esto se suele situar alrededor del año 1250 A.C.

MISION DE MOISES.

Sacar de la esclavitud al pueblo elegido de Dios y llevarlo hacia la Tierra Prometida.

Ex.3,7-12: Y Yavé le dijo: "He visto la aflicción de mi pueblo en Egipto y he oído los clamores a causa de sus capataces, pues conozco sus angustias. Y he bajado para librarle de las manos de los egipcios y subirle de esa tierra a una tierra fértil y espaciosa, una tierra que mana leche y miel, la tierra que habitan cananeos, jeteos, amorreos, fereceos, jeveos y jebuceos. El clamor de los hijos de Israel ha llegado hasta mí, y he visto la opresión que sobre ellos hacen pesar los egipcios. Ve, pues; yo te envío al faraón para que saques a mi pueblo, a los hijos de Israel, de Egipto". Moisés dijo a Dios: "¿Y quien soy yo para ir al faraón y sacar de Egipto a los hijos de Israel?" Dios le dijo: "Yo estaré contigo, y esta será la señal de que soy Yo quien te envía. Cuando hayas sacado de Egipto al pueblo, daréis culto a Dios sobre este monte".

Ex 3,16-20: Ve, reúne a los ancianos de Israel y diles: Yavé, el Dios de vuestros padres, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, se me ha aparecido y me ha encomendado que os diga: Os he visitado y he visto los que os hace Egipto, y he dicho: Yo os sacare de la opresión de los egipcios, y os subiré a la tierra de los cananeos, de los jeteos, de los amorreos, de los fereceos, de los jeveos y de los jebuseos, a una tierra que mana leche y miel. Ellos te escucharán, y tú, con los ancianos de Israel, irás al rey de Egipto y le dirás: Yavé, el Dios de los hebreos, ha salido a nuestro encuentro. Deja pues que vayamos camino de tres días por el desierto, para sacrificar a Yavé, nuestro Dios. Bien se yo que el rey de Egipto no os permitirá ir sino en mano poderosa. Pero yo tenderé la mía, y castigare a Egipto con toda suerte de prodigios, que obrare en medio de ellos; y después os dejará salir".

INSTITUCION DE LA PASCUA.

Leer Ex 12,1-51 (comparar Ex. 12,46 con Jn. 19,36).

LA PASCUA es el nombre de la principal fiesta judía, que ha pasado a ser la principal fiesta cristiana. La misma fiesta cuyo origen se halla en el acontecimiento que relata el libro del Exodo. El sacrificio de la Pascua es el más antiguo de la tradición bíblica. Se trata, en su origen, de un rito de nómadas o de seminómadas, que no se realiza en un santuario y no exige sacerdote ni altar. En cada familia se inmola, por la tarde, un animal de un año, ovino o cabrío, y con su sangre se marcan los postes de la tienda (o más tarde las jambas y el dintel de la puerta). La víctima entera, sin quebrar los huesos, es asado al fuego, y luego se la come con hierbas amargas, aderezo normal de la comida en el desierto.

Dios libra a su pueblo de la esclavitud de Egipto; la Pascua se convierte entonces en celebración de este acontecimiento salvador, a la vez es invocación de nuevas liberaciones. El pueblo de Israel sale de la cautividad que sufría desde hacia siglos en Egipto.

Pascua quiere decir "paso". El ángel del Señor "pasa" una noche para sembrar el terror entre los egipcios, a fin de que los hebreos puedan salir (Ex 12). El pueblo, perseguido, "pasa" el mar Rojo y se libra de sus perseguidores (Ex 14; 15; 16). "Pasa" también, durante 40 anos, a través de la prueba del desierto, (Dt 8,106). Finalmente, "pasa" el Jordán, y este paso le abre la entrada en la Tierra Prometida (Jos 3 y 4). Para celebrar esta fiesta, los judíos inmolaban y comían un cordero, el cordero "Pascual", en memoria de lo que habían hecho sus antepasados en el momento de su salida. (Ex 12,1-4).

San Pablo escribe a los Corintios: "Nuestro Cordero Pascual, Cristo, ha sido inmolado" (1Cor 5,7). "Pasando" por nuestra tierra, "pasando" por la prueba del sufrimiento y de la muerte, "pasando de este mundo al Padre" (Jn 13, 1), por su resurrección y Ascensión, Jesús nos libra de la esclavitud del mal y nos abre la entrada a nuestra Tierra Prometida: El Cielo. El es verdadero "Cordero Pascual", cuya inmolación hace posible nuestro "paso" hacia el Padre. Al celebrar la Pascua del Señor, al comer "al Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo" (Jn 1,29), celebramos y recibimos nuestra liberación y nuestra salvación.

PASCUA JUDIA Y PASCUA CRISTIANA.

Ex. 24,1-8 y Lc 22,19-20.

Las dos fiestas se celebran en la misma época del año: con ocasión de la nueva luna que sigue al equinoccio de primavera. ¿Se trata entonces de la misma fiesta?

La Pasión del Señor y los sucesos que la prepararon inmediatamente se desarrollaron durante la semana, en la que los judíos celebraban la Pascua, pues esta fiesta duraba siete días. Ex 12,15; 34,18; Lev. 23,5-8; Núm. 28,16-25; Dt 16,1-8.

Jesús llega a Betania "seis días antes de la Pascua" (Jn. 12,1). Al día siguiente entra en Jerusalén acompañado de un gentío considerable "que venia a la fiesta" (Jn. 12,12). El mismo evangelista Juan, subraya que cuando condujeron a Jesús ante Pilato, sus acusadores no entraron en el pretorio "para no contaminarse y poder comer la Pascua" (Jn 18,1Cool. En la tarde de la Resurrección, los peregrinos de Emmaús salen de Jerusalén: la semana de la Pascua judía ha terminado.

Hay por lo tanto, coincidencia entre la fiesta judía y los acontecimientos que fundan el cristianismo: la muerte y resurrección de Jesús.

Pero hay mucho más que una simple identidad de fecha. El Evangelio da a Jesús el nombre de "Cordero de Dios". En el relato de la Pasión, Juan apunta que los soldados no rompieron las piernas de Jesús y lo comenta haciendo notar que la Ley judía mandaba que no se rompieran los huesos del cordero pascual (Jn 19,33-36). Por su parte, Pablo dirá a los Corintios: "Nuestro Cordero Pascual, Cristo, ha sido inmolado" (1Cor 5,7). Está claro, por tanto, que para los Apóstoles Jesús es el verdadero Cordero Pascual, su muerte y su resurrección son la plena realización de la Pascua.

La Pascua Judía celebra una liberación milagrosa: Dios salvó a su pueblo, que estaba a punto de ser aniquilado. La primera Pascua creó un pueblo: el Pueblo Judío; salvó a los hebreos de la muerte y les abrió el camino de la Tierra Prometida.

La Pascua Cristiana es una liberación mucho más amplia todavía: todos los hombres de todos los tiempos son salvados de la muerte, es el camino de la resurrección general. La Pascua nueva da origen a un pueblo mucho más numeroso, que congrega una unión fraternal a los hombres y mujeres de toda lengua, nación y raza: el Pueblo Cristiano.

El que salva a Israel y luego al mundo entero es el mismo Dios, es Dios que da la vida y la derrama cada vez más generosamente en el momento en que todo parece perdido.



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LEVÍTICO

Los judíos de habla griega llamaron LEVÍTICO al tercer libro del Pentateuco. Este nombre da una idea bastante adecuada de su contenido, porque el mismo consta casi exclusivamente de las prescripciones rituales que debían poner en práctica los sacerdotes de la tribu de Leví.

La primera parte del Levítico está dedicada al ritual de los sacrificios (caps. 1-7). Luego vienen el ceremonial para la investidura de los sacerdotes (caps. 8-10), y la ley sobre lo puro y lo impuro (caps. 11-15), que concluye con el ritual para el gran Día de la Expiación (cap. 16). Los caps. 17-26 contienen la así llamada "Ley de Santidad", que se cierra con una serie de bendiciones y maldiciones. A modo de Apéndice, el cap. 27 determina las condiciones para el rescate de las personas, los animales y los bienes consagrados al Señor.

El Levítico pertenece en su totalidad a la tradición "sacerdotal". De allí su estilo minucioso y preciso, sobrecargado de términos técnicos y de repeticiones. Esta es una característica de todas las legislaciones cultuales, que se extienden hasta los más mínimos detalles para asegurar la eficacia de los ritos.

Aunque el Libro recibió su forma definitiva en la comunidad postexílica, algunos de los elementos que lo integran tienen un origen muy antiguo. Las prohibiciones alimenticias (cap. 11) y las reglas relativas a la pureza (caps. 13-15) conservan vestigios de una edad primitiva, cargada de tabúes y concepciones mágicas. El ceremonial del gran Día de la Expiación (cap. 16) yuxtapone a un rito arcaico un concepto muy elevado del pecado.

Como en el resto del Pentateuco, las leyes están encuadradas en un marco narrativo. Pero en el Levítico ese marco es muy simple, y se reduce casi siempre a una fórmula convencional, que hace depender todo el culto israelita de una orden dada por Dios a Moisés en el Sinaí. Así se pone de relieve la relación del culto con la Alianza.

La lectura del Levítico deja casi inevitablemente la impresión de que su contenido pertenece a una cultura lejana y extraña al hombre moderno. Esto es verdad, pero visto en su contexto histórico, el Libro atestigua un sentido muy profundo de la trascendencia divina y de la preocupación por formar un Pueblo santo, consagrado al culto del verdadero Dios en medio de las naciones paganas.

La antigua Ley no era más que "la sombra de los bienes futuros" (Heb. 10. 1), y el único Sacrificio de Cristo hizo caducar todo el ceremonial del antiguo Templo. Pero las exigencias de santidad y de pureza en el servicio de Dios siguen siendo siempre válidas, y la referencia al Levítico es indispensable para entender muchos pasajes del Nuevo Testamento, que nos hablan de Cristo y de su Sacrificio redentor.

EL RITUAL DE LOS SACRIFICIOS

Para Israel –como para toda religión– el acto de culto por excelencia, la expresión más natural y espontánea del reconocimiento debido a la absoluta soberanía de Dios, es el "sacrificio". Al ofrecer un sacrificio, el hombre se despoja de algo valioso, de un alimento necesario para su vida, y lo consagra al Señor sobre el fuego del altar. El humo que sube de la ofrenda es como un lazo de unión entre el cielo y la tierra.

El sacrificio puede ofrecerse en acción de gracias, o para implorar del Señor algún beneficio. También hay sacrificios de expiación por el pecado, donde la sangre cumple una función purificadora. Otras veces, sólo una parte de la víctima se quema sobre el altar; la otra porción es compartida en un banquete sagrado, estableciéndose así un vínculo de comunión con la divinidad, de quien proceden la fuerza y la vida.

El ritual israelita despoja a los sacrificios de todo elemento mágico y hace resaltar el aspecto personal. Pero estos ritos, como toda acción litúrgica, están expuestos a convertirse en prácticas puramente exteriores, desprovistos de espíritu. Israel incurrió muchas veces en este pecado, y los profetas tuvieron que alzar su voz para recordar que Dios detesta el humo de los sacrificios, cuando faltan la justicia y la fidelidad a sus mandamientos (Is. 1. 10-20; Os. 6.6; Am. 5. 21-25; Sal. 50. 7-15). Por eso, el Sacrificio por excelencia es el de Cristo, que aceptó "por obediencia la muerte y muerte de cruz" (Flp. 2. Cool.

Algunos versiculos importantes sobre sacrificios:

Ante todo se ofrece el holocausto, que es un sacrificio antiquísimo, como una acción de gracias cuando Dios ha manifestado su presencia:

"Quien de vosotros ofreciere a Yahvé una ofrenda de reses
ofrecerá ganado mayor o ganado menor.
Si su ofrenda es de holocausto de ganado mayor,
será de un macho inmaculado;
lo traerá a la puerta del tabernáculo del testimonio,
para que sea grato a Yahvé" (Lev 1, 2-3).

La oblación es una ofrenda de productos de la tierra:

"Será de flor de harina, sobre la cual habrá derramado
aceite y pondrá incienso" (Lev 2,1).

El sacrificio de comunión llamado "sacrificio pacífico" es un banquete sagrado realizado por los fieles en la mansión de la divinidad.

"Esta es una ley perpetua para vuestros descendientes dondequiera que habitéis.
Vosotros no comeréis ni cebo ni sangre" (Lev 3, 17).

El sacrificio de reparación se ofrece en caso de pecado involuntario a Dios.

"Si el que por ignorancia pecó en uno del pueblo,
haciendo algo que Yahvé ha prohibido hacer...
llevará una cordero sin defecto, y la degollará
en sacrificio de expiación...
Así le expiará el sacerdote de su pecado y le será perdonado" (Lev 4).

El sacrificio del que ha pecado es parecido a este. A estas faltas rituales se asimilan las faltas contra el prójimo, según los principios del Decálogo.

La ofrenda de incienso conserva el sentido de adoración alegre que tenía al principio.

Después de la enumeración de los sacrificios, se nos presenta el rito de la consagración de los sacerdotes:

"He aquí lo que Yahvé ha mandado hacer.
Después hizo que se acercaran Aarón y sus hijos
y los lavó con agua.
Vistió Aarón la túnica, se la ciñó,
le vistió la sobreveste y el efod,
que le ciñó con el cinturón del efod, atándoselo...
Derramó el óleo de unción sobre la cabeza de Aarón,
y le ungió, consagrándole" (Lev Cool.

Después de esto se da a conocer las leyes sobre el matrimonio, las leyes morales, penales, sacerdotales, las fiestas religiosas, las leyes particulares, el año sabático y el jubileo.

Todos estos fragmentos están extraídos de antiguos textos. En realidad, la obra tiene su origen en el espíritu mosaico.

Prescripciones para toda clase de sacrificios. Lev 1-7

Consagración de Aarón; sacrificios por los sacerdotes; Nadab y Abihu. Lev 8-10

Leyes sobre la impureza contraída por animales, cadáveres, partos, etc. Lev 11-16

Ley sobre el gran día de la expiación y la santificación de la vida. Lev 17-26

Sobre la pureza litúrgica y las festividades; las sanciones. Lev 27


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MensajePublicado: Vie Ago 15, 2008 10:07 am    Asunto:
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NÚMEROS

título NÚMEROS refleja bastante imperfectamente el contenido del cuarto libro del Pentateuco, pero destaca, al menos, una de sus características: la preocupación por las precisiones numéricas. Esta preocupación se manifiesta, entre otras cosas, en los dos censos registrados en el Libro (caps. 1-4; 26), en la reglamentación sobre los sacrificios (caps. 28-29), y en las instrucciones para el reparto del botín (cap. 31) y para la división del territorio alrededor de las ciudades levíticas (35. 1-Cool.

Los judíos de lengua hebrea llamaban a este libro "EN EL DESIERTO", porque estas son las palabras más importantes del versículo inicial. Dicho titulo evoca otro de sus temas característicos: la marcha de los israelitas a través del desierto, desde el Sinaí hasta las fronteras de la Tierra prometida.

El libro de los Números da la impresión de ser un conjunto de elementos heterogéneos, sin ninguna conexión lógica. A pesar de todo, es posible establecer un cierto orden, si se tiene en cuenta el marco geográfico de los acontecimientos relatados.

1.º La partida desde el Sinaí se prepara con un censo del pueblo y con las ofrendas presentadas con motivo de la dedicación del Santuario (1. 1 – 10. 10).

2.º Después de celebrar la segunda Pascua, los israelitas salen del Sinaí y llegan a Cades, donde realizan un intento desafortunado de entrar en Canaán por el sur (10. 11 - 21. 35).

3.º Tras una larga permanencia en Cades, vuelven a ponerse en camino y llegan a las estepas de Moab, frente a Jericó (caps. 22-36).

En torno a estos relatos, se mezclan numerosas disposiciones legales y litúrgicas, que completan la legislación del Sinaí o preparan el establecimiento de Israel en Canaán.

En el libro de los Números vuelven a aparecer las tradiciones "yahvista", "elohísta" y "sacerdotal". Esta última es la que dio una forma acabada a toda la obra y le imprimió su espíritu peculiar.

Es inútil buscar en esta compilación de antiguas tradiciones, un relato exacto y ordenado de los hechos. La tradición sobre el itinerario del desierto es fragmentaria y se limita a unos pocos episodios. Además, la historia es vista desde una perspectiva religiosa. Su intención es mostrar la solícita providencia de Dios en favor de su Pueblo, a pesar de las murmuraciones y rebeldías del mismo.

Durante su marcha por el desierto, Israel vivió sus primeras experiencias como Pueblo de Dios. Allí la masa heterogénea de fugitivos que habían salido de Egipto bajo la guía de Moisés (Éx. 12. 3Cool comenzó a tomar conciencia de su destino común. Al llegar la plenitud de los tiempos, también el nacimiento del nuevo Pueblo de Dios estuvo vinculado con el desierto. Allí predicó y bautizó Juan el Bautista, para preparar "el camino del Señor" (Mt. 3. 3). Y allí Jesús "fue llevado por el Espíritu" (Mt. 4. 1) para prepararse a cumplir su misión de "iniciador y consumador de nuestra fe" (Heb. 12. 2).

ORGANIZACIÓN DE LOS ISRAELITAS EN EL SINAÍ ANTES DE SU PARTIDA

Israel ya se dispone a abandonar el Sinaí, la Montaña santa de su encuentro con Dios. Pero antes de ponerse en camino, se realiza el censo de las tribus, y Moisés complementa la legislación con algunas disposiciones relativas al Santuario, al culto y a los levitas. Así el libro de los Números retoma la trama narrativa que había quedado en suspenso al final del libro del Éxodo.

El Pueblo de Dios aparece aquí como un ejército bien organizado, reunido alrededor de sus jefes y sus estandartes. Pero, sobre todo, es la Asamblea del Señor, una comunidad litúrgica agrupada en círculos concéntricos alrededor del Santuario. El Señor está presente en medio de ella y manifiesta su presencia a través de la "nube". La marcha de Israel por el desierto tiene todas las características de una solemne procesión: la "nube" da la orden de partida y el Arca de la Alianza, el trono visible del Señor, avanza al frente de la caravana.


Esta presentación nos da una visión muy idealizada del número y la organización de los israelitas en el tiempo del desierto. En realidad, el grupo que salió de Egipto bajo la guía de Moisés, estaba lejos de formar una corporación tan numerosa y compacta como a veces se piensa. Pero esta presentación idealizada, que la tradición sacerdotal propone como norma y modelo a Israel, encierra un profundo sentido: el Pueblo de Dios es y debe ser siempre una comunidad en marcha, sin morada permanente; su organización y el camino que debe recorrer no los fija él mismo, sino el Dios que lo liberó de la servidumbre y lo consagró a su servicio. Esto vale igualmente para la Iglesia, el Pueblo de la Nueva Alianza.

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MensajePublicado: Mar Ago 19, 2008 6:21 am    Asunto:
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Y el deuteronomio? jiji voy a aprovechar para hacer un resumen de los del pentateuco XD

Que desesperada yo Rolling Eyes ?
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MensajePublicado: Mar Ago 19, 2008 9:59 am    Asunto:
Tema: Breve Estudio de Libros Bíblicos
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kity escribió:
Y el deuteronomio? jiji voy a aprovechar para hacer un resumen de los del pentateuco XD

Que desesperada yo Rolling Eyes ?


Ok vamos con él

DEUTERONOMIO

Introducción:

Este libro corona el conjunto con los últimos discursos y el testamento de Moisés, adiós al pueblo, que constituye a la vez el Código religioso y civil que ha de reglamentar las relaciones de los hebreos reagrupados.
Moisés recuerda la marcha por el desierto. Los mandamientos (repetición), llamamiento a la gratitud y fidelidad. Deut 1-11.

Código Deuteronomico: da nuevas leyes sobre el lugar del culto, la idolatría, manjares, el diezmo, esclavos, festividades, jueces, el rey, sacerdotes, profetas, ciudades de asilo, la guerra, el matrimonio, primicias. Deut 12-26.

Promulgación, sanciones, bendición o maldición, nuevas exhortaciones. Deut 27-30.

Designación de Josué, himno, bendición, muerte de Moisés. Deut 31-34


Contenido:

DEUTERONOMIO es una palabra de origen griego, que significa "segunda ley". Tal designación expresa sólo en parte el contenido del quinto libro del Pentateuco, ya que este, más que un código de leyes en sentido estricto, es una larga y vibrante exhortación destinada a "recordar" a Israel el sentido y las exigencias de la Alianza. De allí que las prescripciones concretas estén siempre acompañadas de advertencias y reproches, de promesas y amenazas.

El Deuteronomio está estructurado como una serie de discursos dirigidos por Moisés a los israelitas antes de su entrada en Canaán. Esta forma literaria se explica por las circunstancias que dieron origen a la composición del Libro.

Desde tiempos muy antiguos, los sacerdotes levíticos prolongaron la actividad de Moisés, proclamando solemnemente en las celebraciones litúrgicas la Alianza del Señor con su Pueblo elegido. En estas celebraciones, ellos no se limitaban a repetir una Ley fijada para siempre, sino que la completaban y actualizaban, a fin de responder a nuevas situaciones y necesidades. Así las leyes contenidas en los códigos tradicionales de Israel se vieron enriquecidas con elementos originales de importancia, que luego quedaron consignados en la legislación deuteronómica. Entre estos aportes merecen especial atención la ley sobre la unidad del Santuario, los criterios para discernir a los auténticos profetas y las severas prescripciones contra la idolatría. Todo esto estaba destinado a contrarrestar el pernicioso influjo que la religión de Baal y los cultos cananeos ejercían sobre la fe de Israel.

La composición del Deuteronomio atravesó por diversas etapas. Su redacción primitiva puede situarse en el siglo VIII a.C., en los ambientes levíticos del reino del Norte. Después de la destrucción de Samaría, estos grupos se refugiaron en Judá y el Libro quedó depositado en los archivos del Templo de Jerusalén. En el año 622 a.C., el rey Josías mandó reparar el Templo, y allí se encontró un "libro de la Alianza" (2 Rey. 23.2), que fue leído en presencia del rey y dio un nuevo impulso a la reforma religiosa iniciada por él. Este "libro de la Alianza" era sin duda el Deuteronomio, aunque en una forma más breve que la actual. A partir de ese momento, la legislación deuteronómica se convirtió en objeto de asidua meditación y proporcionó un criterio de primer orden para interpretar toda la historia de Israel. Posteriormente, la obra original fue completada y enriquecida con nuevos aportes, hasta que pasó a formar parte del Pentateuco.

Entre todos los escritos del Antiguo Testamento, el Deuteronomio se destaca por su estilo peculiar. Su lenguaje es solemne, pero al mismo tiempo directo, cálido y preocupado por suscitar una incondicional fidelidad al Señor. Es un estilo que quiere hablar sobre todo al corazón. La repetición incansable de ciertas palabras y giros confiere a toda la obra una notable fuerza persuasiva.

El paso frecuente del "tú" al "ustedes" es otra característica del estilo deuteronómico. Esta alternancia es un procedimiento oratorio para interpelar a los oyentes: el "tú" apunta menos a los individuos en particular que a la conciencia de la comunidad, en la que cada uno debe verse representado y medir su propia responsabilidad.

El Deuteronomio traza para Israel un programa de vida, inspirado en la predicación de los Profetas, en los escritos sapienciales y en las tradiciones históricas del Pentateuco, desde los tiempos patriarcales hasta la entrada en la Tierra prometida. El Dios que aquí se manifiesta no es una divinidad fría y distante, sino el Dios misericordioso que está cerca de su Pueblo y le revela su Ley, porque lo ama y espera ser amado con la misma intensidad. De esa manera, el Deuteronomio marca un jalón decisivo en el camino hacia la revelación definitiva de Dios en el Nuevo Testamento, donde el Apóstol san Juan afirma: "Dios es amor, y el que permanece en el amor permanece en Dios, y Dios permanece en él" (1 Jn. 4. 16).

PRIMER DISCURSO DE MOISÉS
El Deuteronomio se presenta como el testamento espiritual de Moisés. Poco antes de su muerte, él reúne por última vez al pueblo y pronuncia sus palabras de despedida. En su primer discurso, Moisés evoca la experiencia común vivida en el desierto. Esta experiencia está llena de enseñanzas. En los acontecimientos de su propia historia, Israel debe ver el signo más elocuente del amor del Señor, que lo eligió gratuitamente. Y también debe reconocer el poder de su Dios, que lo liberó de todos los peligros. Así, antes de proclamar la voluntad divina expresada en la Ley, el legislador expone los hechos que fundamentan la autoridad del Señor y su derecho a reclamar una absoluta fidelidad.

En esta evocación histórica, se destaca la suerte corrida por la primera generación de israelitas en el desierto. Por su pecado de incredulidad, ellos fueron condenados a morir sin entrar en la Tierra prometida. También este hecho debe servir de advertencia. El amor del Señor es exigente. La fidelidad a él abre el camino de la felicidad; la infidelidad separa al Pueblo de su Dios, única fuente de vida, y lo lleva necesariamente a la ruina.

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MensajePublicado: Mie Ago 20, 2008 6:53 am    Asunto:
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pelicano escribió:

Ok vamos con él


Gracias!
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MensajePublicado: Sab Ago 23, 2008 9:57 am    Asunto:
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JOSUÉ:

El libro de Josué es el de las memorias del conductor de un pueblo, del jefe de los hebreos, del sucesor de Moisés, un relato maravillosos de la entrada de Israel en la Tierra prometida.
En la Biblia sigue al Pentateuco y se divide en tres partes:

La primera empieza, como un film épico, con la narración del paso del Jordán. Sigue el relato de la conquista del país de Canaán y de las expediciones que marcan las etapas de la llegada del pueblo elegido a la Tierra prometida.

La segunda parte relata como se distribuyeron las tribus en el país, y la fundación de ciudades de refugio y de poblaciones levíticas.

En la tercera parte se exponen las relaciones mutuas entre las distintas tribus, cuya unión está garantizada por la adhesión solemne al culto de Yahvé. El libro termina con el relato de la erección de un altar junto al Jordán y el texto del último discurso de Josué en Siquen.

"Yo soy ya viejo, de edad avanzada.

Vosotros habéis visto todo cuanto Yahvé, vuestro Dios,

ha hecho con todas las naciones que teníais ante vosotros;

porque es Yahvé, nuestro Dios,

el que es por vosotros ha combatido" (Jos 23, 2-3).

Se ha dicho que Josué era una representación de Jesús, y más de un pasaje del libro afianza esta mística, Yahvé dice a Josué:

"Nadie podrá resistir ante ti,

por todos los días de tu vida;

Yo seré contigo como fui con Moisés;

no te dejare ni te abandonare" (Jos 1,5).

Del mismo modo que había secado el mar Rojo, Yahvé detiene el curso de las aguas del río Jordán para que Josué, a la cabeza de su pueblo, pueda pasarlo.

"Cuando veáis el arca de la Alianza de Yahvé,

vuestro Dios, llevada por los sacerdotes, hijos de Leví,

partiréis de este lugar donde estáis acampados

y os pondréis en marcha tras ella" (Jos 3, 3-4).

Los sacerdotes anunciaban a Juan Bautista. Ellos fueron los primeros en entrar en el Jordán, seguidos de Josué, el jefe y profeta. Así, cuando Juan ha empezado ya a bautizar y santificar las aguas, el pueblo entra mediante el santo bautismo en el Reino de los Cielos.

"Cuando toda la gente hubo acabado de pasar el Jordán,

Yahvé dijo a Josué: "Tomad de entre el pueblo

doce hombres, uno por cada tribu,

y dadles esta orden: De ahí, del lecho del Jordán,

donde los sacerdotes han estado a pie firme,

coged doce piedras, traedlas y depositadlas

en el lugar donde acampéis esta noche" (Jos 4,2-3).

Doce apóstoles, doce piedras. La profecía salta a la vista: se refiere a los doce apóstoles que han de construir la Iglesia.

El fue el primero en entrar a la tierra prometida.

El libro de Josué es una construcción bastante heterogénea; más de una vez, en efecto, el tono cambia, lo cual hace entrever la mano de varios autores, con preocupaciones diversas. Se pueden reconocer en este libro tres bloques de tradiciones redactadas en épocas diferentes Este conjunto va precedido y seguido de discursos. La composición final data, en su mayor parte, de la época de los Reyes.

El libro comienza y termina con discursos edificantes (1 y 22-24) en los que con mucha frecuencia, se citan textualmente frases del Deuteronomio. Encontramos en estos discursos grandes lecciones espirituales sobre la fe y la fidelidad al Dios único (22,5; 23,4-5, 8-10; 24,14-24), la obediencia a su ley (1,6-9; 23.6), la solidaridad fraterna (1,10-1Cool, el valor (1,6-9); etc. Dios promete estar con Josué, como había estado con Moisés (1,5).

En el cuerpo del libro se destacan tres conjuntos muy diferentes: - El primero recibe el nombre de "Ciclo de Gálgala" (3,1 - 10,15).

- El segundo concluye el relato de las conquistas (10,16 - 12,24).

- El tercero recoge datos sobre la geografía de las tribus, listas de ciudades y trazados de frontera (13-21).

EL CICLO DE GUILGAL O GALGALA.

Debe su nombre a la mención repetida de un viejo santuario que se encontraba muy cerca de Jericó, a la entrada de Palestina (4,19; 5,10) Según todos los indicios este libro nos da el relato de su fundación (5,13-15); después Gálgala queda como campamento de Israel (9,6; 10,6) Este santuario conservó toda su importancia hasta los tiempos de Samuel (1Sam 7,16), para degenerar después lentamente (Miq 6,5)

EL RELATO DE LAS CONQUISTAS.

Los relatos de guerra que vienen a continuación (10,16-21 y 23) tienen otro estilo. Por un lado, no aparece ya el elemento maravilloso por otro un cotejo con el libro de los Jueces permite comprobar que el autor de estos relatos ha reunido y recogido bajo el nombre de Josué acciones pertenecientes más bien a las tribus del Sur o del Norte, actuando ya por su propia cuenta. Compárese Josué 10, 36-39 con la tradición de un clan de Judá conservada en Josué 15, 13-19 y en Jueces 1, 10-15. Compárese también Josué 11, con Jueces 4,2, que menciona al mismo rey cananeo Yabin.

El hecho de que nuestro autor haya agrupado estos relatos bajo el mismo libro y el mismo nombre se debe, sin duda, al deseo de afirmar la unidad del pueblo y de prolongar la época de las maravillas con la de una acción humanamente más eficaz.

LA GEOGRAFIA DE LAS TRIBUS.

Esta unidad queda finalmente establecida con el reparto del territorio, confiado a los sacerdotes de Silo (Jos 18,1ss), y con una conciliación religiosa con las tribus de Transjordania (Jos 22).

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MensajePublicado: Vie Ago 29, 2008 11:21 am    Asunto:
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JUECES:

El libro de los (segundo de los libros históricos del Antiguo Testamento) es un resumen del periodo que media entre la muerte de Josué y el nacimiento de Samuel, esto es, entre el año 1200 A.C. y el 1060. En realidad, Samuel fue el último Juez de Israel, pero su importancia es tal, que se le han dedicado dos libros enteros. En el se encuentran agrupadas con más o menos brevedad las vidas de los doce jueces y sus relaciones con Dios. El plan de este libro es muy sencillo.
La existencia de los jueces se explica de este modo: el pueblo de Israel es infiel al Señor y se entrega al culto de los falsos dioses. El Señor pone al pueblo en manos de un opresor; luego, cuando Israel invoca de nuevo al Dios verdadero, Dios hace surgir un libertador. En toda esta obra se encuentra un tema moral que consta de cuatro partes: pecado, castigo, penitencia y liberación.

El libro de los Jueces se presentó como una serie de relatos yuxtapuestos. Tiene sin embargo una introducción, pero esta tampoco fue escrita como encabezamiento único de todo el conjunto. Así se ha llegado a distinguir dos introducciones diferentes.

Las primeras palabras del libro actual son una continuación natural de las últimas del libro de Josué, pero es probable que haya existido una versión más corta en la que faltarán el último capitulo de Josué y el primer capitulo del libro de los Jueces. En efecto, las palabras "Josué despidió al pueblo" (Jue 2,6) deben ser la continuación de Jos 24,28. Y esto es tanto más verosímil cuanto que la continuación (Jue 2, 8-9) reproduce palabra por palabra el texto de Jos 24, 29-30.

En el texto actual (o versión larga) una primera introducción (Jue 1,1 - 2,5) completa los relatos de la conquista (que figuran en el libro de Josué) con tradiciones particulares pertenecientes a las tribus de Judá y de Simeón (Jue 1,1-21), y luego a la de José (Jue 1,22-26). Esta introducción explica a continuación porque la conquista quedó incompleta y cuales fueron los peligros que de ello se siguieron para la pureza de la religión (Jue 1,27-36).

La segunda introducción (comienzo de la versión corta), atribuye la responsabilidad de los reveses a los israelitas, fue su infidelidad permanente lo que les impidió vencer a los cananeos, de suerte que, a causa de ella, quedaron sometidos más de una vez a su tiranía (Jue 2,11 - 3,6).

Los grandes relatos. (Otoniel, Ehúd, Samgar, Debora y Baraq, Gedeón y Abimelek, Thola, Yair, Jefte, Ibsan, Elon, Abdón, Sansón).

Vienen a continuación los relatos de extensión muy desigual consagrados a los diferentes Jueces. Parece que el autor ha vacilado entre seguir el orden cronológico o el orden de dignidad de las tribus. Es probablemente éste el que ha hecho situar en cabeza a los personajes de Judá y de Benjamín, las dos tribus que rodeaban a Jerusalén (Jue 3,7-30).

LOS JUECES MENORES.

Entre estos grandes relatos se insertan las noticias de los "Jueces Menores", de los que apenas se conoce otra cosa que el nombre (Jue 3,31; 10,1-5; 12,8-15). En total se mencionan doce personajes, que no se hallan repartidos siguiendo la lista clásica de las doce tribus, señal quizá de un estado de cosas bastante arcaico.

Dos apéndices.

El libro concluye con dos relatos bastante diferentes de los demás, y que no están centrados en torno a un individuo. El primero desarrolla una antigua tradición sacerdotal sobre la fundación de un santuario irregular en Dan, al extremo norte de Palestina (17-1Cool. El segundo da cuenta de una guerra civil entre las tribus, guerra llevada a cabo con energía, y hasta con crueldad, pero no llegó hasta el exterminio completo (Jue 21,6 ss).

La última palabra del autor bíblico expresa su juicio personal sobre los acontecimientos (Jue 21,25).

CARACTERISTICAS DE LA EPOCA DE LOS JUECES.

Se caracteriza:

- Por falta de unidad entre las tribus israelitas.

- Por las incesantes guerrillas contra cananeos y filisteos principalmente.

- Por la toma de posesión de Canaán.

- Por el peligro de perder o contaminar el valor absoluto de su fe

- Por un deseo de unidad, de un hombre fuerte que los unifique, de

un Rey. Ofrecen a Gedeón esta dignidad pero no la acepta. (Jue 8,23).


RUT:

Este relato encantador recoge en forma novelada una antigua tradición referente a una extranjera del tiempo de los Jueces, que llegó a ser la bisabuela de David. Nada sabemos de su autor y seguramente fue escrito después del exilio en Babilonia, entre el 520 y el 450 a. C.

RUT es una mujer moabita, viuda de un hombre judío, que por seguir incondicionalmente a su suegra (1. 16) se traslada a Israel y abraza la fe de su esposo difunto. Allí se encuentra con Booz, y este la toma por esposa en cumplimiento de la ley del "levirato" (Lev. 25. 25; Deut. 25. 5-10). De esa manera, Rut entró en la comunidad de Israel y de ella surgió el linaje de David.

Este breve relato contiene un admirable ejemplo de piedad filial, a la vez que de obediencia a la Ley y de solidaridad familiar. En él encontramos también ese espíritu de simplicidad y de confianza que es característico de los "pobres del Señor". Pero el libro de Rut, a la par que el de Jonás, es sobre todo un testimonio en favor de la corriente universalista que comenzaba a abrirse paso en aquella época. Dicha corriente trataba de contrarrestar la actitud rigorista con que Esdras y Nehemías, lo mismo que el profeta Malaquías, insistían en asegurar la fe tradicional, mediante la estricta separación de las otras naciones y la absoluta prohibición de los matrimonios mixtos (Mal. 2. 11-12; Esd. 9. 1-2; Neh. 13. 23-27).

Rut, perteneciente a un pueblo extranjero y enemigo del Pueblo elegido (Deut. 23. 4-7), se convierte en el prototipo del "prosélito" que abandona los cultos paganos para adorar al Dios de Israel y llega a ser un modelo de todas las virtudes. Por ella, la judía Noemí recibe la bendición de una descendencia. Así Rut mereció figurar en el Evangelio entre las cuatro mujeres del Antiguo Testamento mencionadas en la genealogía de Jesús (Mt. 1. 5). Y es en el Nuevo Testamento donde el universalismo latente en este Libro iba a manifestarse con todas sus consecuencias.

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MensajePublicado: Vie Ago 29, 2008 11:23 am    Asunto:
Tema: Breve Estudio de Libros Bíblicos
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SAMUEL

Samuel fue el último juez y desempeña un papel esencial en la historia de la institución de la realeza.
A pesar de que el gobierno de los jueces era considerado como la forma de régimen más adecuada para Israel, pues, Yahvé era el rey, y el juez era solamente el príncipe de Israel, al final del periodo de los jueces durante Elí, sacerdote de Yahveh, en Silo, se ensombreció el panorama de Israel.

Fue un final como casi todos los finales, de decadencia religiosa y política, en que la fe en Yahvé se enturbió a causa de los abusos de los hijos del Sumo Sacerdote Elí, y de las victorias de los filisteos, que apresaron el Arca.

La figura de Baal aparecía cada vez con más frecuencia en los montes de Israel, como señal de veneración.

Dios eligió a Samuel que fue el último Juez de Israel. El Arca estaba en Silo, en tierras de Efraín, al centro de Israel.

La madre de Samuel, Ana, lo tuvo como gracia especial de Yahvé y agradecida, lo consagró al servicio del Templo de Dios. Una noche, el Señor lo llamó repetidas veces y lo hizo mensajero de desgracias para la casa de Elí, el Sumo Sacerdote en turno, el cual aceptó humildemente diciendo: "Haga el Señor lo que parezca bien a sus ojos".

Después de la desgracia de Elí, Samuel apareció ante Israel como elegido de Dios para gobernarlos. Samuel representa el regreso a la pureza primitiva de la fe de Israel y aparece como mediador y vínculo de unión entre todas las tribus de Yahvé.

Aparece como el defensor del gobierno de Dios. Sólo Yahvé es rey y jefe del pueblo de la alianza y esto antes y durante la monarquía.

La Escritura nos dice que Yahvé estaba con el; y que "Samuel no dejó caer en tierra ni una sola de sus palabras". Fue Juez de Israel durante toda su vida.

ASPECTOS LITERARIOS DE LOS LIBROS DE SAMUEL.

Hay dos libros de Samuel: pero en realidad se trata de una sola obra en dos tomos. Tres personajes principales aparecen en ellos, Samuel, Saúl y David. Si el conjunto de la obra lleva el nombre de Samuel, no es solamente porque Samuel es el más antiguo y, por tanto, el primero que aparece en escena, sino sobre todo porque este profeta consagra sucesivamente a los dos primeros reyes de Israel: Saúl y David. En ello reside la unidad de la obra, que describe los comienzos de la monarquía.

En estos libros tenemos una profecía más que una historia. Al referir recuerdos y sucesos sobre los orígenes de la monarquía, los libros de Samuel exaltan la providencia de Dios sobre su pueblo, pero nos vienen a decir también que en Israel la realeza no puede ser una institución simplemente humana y política. El verdadero rey de Israel es Dios mismo.

ASPECTOS HISTORICOS. LA INSTITUCION DE LA MONARQUIA.

Israel es un pueblo teocrático, es decir, un pueblo cuyo único jefe es Yahvé; el rey no es ni puede ser otra cosa, que el lugarteniente de Yahvé. La realeza israelita no podía constituir una realidad política autónoma, como sucede entre las demás naciones. Israel no es en primer lugar un Estado, sino una comunidad de fe, el pueblo de Dios.

SAUL.

1Sam 9-31. Saúl entra en escena en el capítulo 9 del libro primero de Samuel. El relato está lleno de detalles tomados al vivo, que nos ayudan a reconstruir la vida cotidiana en Palestina en el siglo XI A.C.

Primera escena: "Preámbulo de la Gloria".

Samauel lo consagra con el óleo de la unción y le encomienda la misión de liberar a Israel de sus enemigos. Saúl no debe temer nada; Dios está con el.

ULTIMA ESCENA. "LA NOCHE DE LAS BRUJAS".

Capítulo 28 del libro de Samuel. El viejo rey ha perdido confianza; su envidia enfermiza ha abierto el vacío en torno a él, Yahvé guarda silencio. Cena con una adivina. Se entabla la batalla contra los filisteos, las tropas huyen, sus hijos caen muertos, y Saúl pone fin a su vida arrojándose sobre su espada.

CONCLUSION: "UN DESTINO TRAGICO".

Veinte años separan estas escenas, prólogo y epílogo del drama de Saúl. Que distancia desde el banquete de comunión bendecido por Samuel a la cena sin alegría ofrecida por la adivina. Que distancia desde la bendición que inaugura el reinado: "Dios está contigo", 1Sam 10,7, a la maldición final: "El Señor se ha apartado de ti". 1Sam 15,26 y 1Sam 28,15-19.

DAVID. 1Sam 16-31; 2Sam 1-14; 1Rey 1,1 - 2,12.

David es un rey muy humano, su gran personalidad conciliará el aspecto religioso y el aspecto profano de la monarquía en Israel, y en el, el jefe político no desatenderá los deberes del ungido de Yahvé.

Fiel con los amigos y noble con los enemigos, quiere a sus súbditos y sabe hacerse querer por ellos. Sabe reconocer su pequeñez delante de Dios y sabe evitar las poses estiradas tan propias de su cargo. Sabe, también, reconocer sus errores y llorar sus pecados, no es más que un instrumento que cumple un servicio, y si Yahvé quiere sustituirle por otro, "que haga según su voluntad" 2Sam 15,26.

En el futuro llegará a ser ejemplo de lo que ha de ser un buen rey. Es el nacimiento de las esperanzas mesiánicas, el futuro Mesías se describirá como un hijo de David, que se sentará al trono e instaurará un reino de paz y justicia.

Los últimos años de su vida estarán marcados por el sufrimiento que le ocasionen las luchas dinásticas.

El punto culminante de la historia de David, es la continuidad de Alianza de Yahvé con Israel, por la cual se le promete sucesión eterna a David, la cual se cumple, primero con el nacimiento de su hijo Salomón y en el futuro lejano con Cristo, el "Hijo de David", el "Rey de los Judíos".

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MensajePublicado: Lun Sep 15, 2008 7:38 pm    Asunto:
Tema: Breve Estudio de Libros Bíblicos
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REYES I Y II

Los libros de los Reyes son dos. Este periodo empieza con la vejez de David, abarca la historia de Salomón y acaba con un relato de las vidas de los sucesivos reyes de Judá y de Israel, después del cisma que dividió en dos el reino. La fecha aproximada es del 980 al 587 A.C.
Alrededor del año 980 se consagró rey a Salomón después de la muerte de David. Toda su historia está centrada en la construcción del Templo de Jerusalén. Su sabiduría y esplendor adquieren tal fama, que esta llega a oídos de la reina de Saba. Desgraciadamente, hay grandes sombras en este cuadro: las mujeres de Salomón que le apartan del Señor y le hacen construir otros templos en honor de falsos dioses. El castigo fue la división política que tomó el nombre de "cisma".

Las diez tribus del norte se unieron y formaron el reino de Israel, mientras que las dos tribus del sur constituyeron el reino de Judá. Desde entonces, el libro de los Reyes no es más que una larga historia de dos reinos cuya vida religiosa se centra en el Templo de Jerusalén. Sucesivos pillajes; luego, durante el reinado de Josías, el descubrimiento del libro de la Ley. Inmediatamente se produce una reforma: nueva observación de la Pascua, condenación de toda forma de paganismo, un solo Dios un solo Templo.

Todos los reyes de Israel y de Judá son condenados, excepto Josías y Ezequías.

En el 721, Samaria cae, y con ella todo el reino del norte en manos extrañas.

El reino de Judá resiste hasta el 587, fecha en que Jerusalén queda destruida. Comienza la deportación a Babilonia y el cautiverio.

El autor, que se supone era sacerdote, cita como fuentes principales: una historia de Salomón, los Anales de los reyes de Judá y los Anales de los reyes de Israel.

A esto ha añadido el autor el importante concepto de la centralización del servicio divino en un solo santuario, de la constituye buena prueba la dedicación del Templo de Salomón. (1Re 8, 54-61).

Durante el reinado de los primeros reyes aparecen los primeros profetas, al principio Elías y Eliseo, después los profetas escritores como Jeremías e Isaías, cuyos textos son los más ricos en sentido religioso.

Todos anuncian la caída de Jerusalén a causa de los pecados del pueblo y de los reyes. Además Isaías anuncia la llegada de Cristo, a quien llama el Siervo.

SALOMON. 2Sam 12,24-25; 1Rey 1,11 - 11,43.

Sin lugar a dudas Salomón fue el "Rey-Sol" de Israel, consolidó las conquistas de su padre, desarrolló la economía del país y continuo el gran proyecto de su padre David: lograr la unidad política del reino, con base en la unidad religiosa. Para lograr esto la construcción del Templo era clave, y esta fue su obra principal; edificó esta obra con un esplendor hasta entonces desconocido en Israel, y a su lado, construyó un palacio de un lujo inaudito para la época, que venía a realzar el prestigio del Rey.

La ceremonia y la oración de la Dedicación manifiestan, una profunda religiosidad, pura e interior.

La liturgia de esta dedicación da al Rey como un papel sacerdotal, y la oración que pronuncia es una de las más bellas páginas del Antiguo Testamento (1Re 11).

En el pasaje 1Re 9,1-9 pese ya toda la amenaza de las deportaciones y calamidades que van a caer sobre Israel si el pueblo no es fiel. Pero por desgracia es Salomón mismo el que empezará a dar mal ejemplo.

Primero: Por su desvío de la fe, cuando lo vemos voluble y decrépito participar en los sacrificios a Camos y Moloc, lo que lo enemistó con los profetas y fieles, como consta por el profeta Ajias.

Segundo: Por su centralismo que destruía la federación de las tribus, habituadas a la autonomía.

Tercero: Por las cargas tributarias, para sostener todo su aparato administrativo y guerrero, sin contar con que Israel era un pueblo pobre. Cuando se reunieron las tribus del norte suplicando a Roboam mejoras y justas rebajas en los impuestos, Roboam aconsejado por los jóvenes, respondió a los delegados con altanería. Estos, con dignidad, acordaron separarse y formaron la confederación del norte, establecieron la sede en la antigua capital Siquem, y llamaron a un desterrado por Salomón, Jeroboam, para que los gobernara. El reino del norte adoptó el nombre de Israel, Judá permaneció fiel a la dinastía de David y así se consumó la división del reino.

Fue un mal inmenso para Israel y Judá, que siendo hermanos vivieron en continuas luchas, hasta desaparecer ambos en manos de Asiria y Babilonia. Bien lo expresó Jesús en su referencia: "Todo reino dividido será destruido".

CRÓNICAS I y II:

Las Crónicas son un resumen de historia desde los principios del mundo hasta la vuelta de la cautividad en Babilonia. Principalmente tratan de los reinados de los reyes de Israel y Judá, desde David hasta la vuelta del destierro.
A primera vista, se podría creer que las dos partes de las Crónicas I y II, no hacen sino repetir los hechos históricos narrados en los dos libros de Samuel y en los dos de los Reyes. Pero en realidad, aunque dentro del mismo marco histórico, las Crónicas nos presentan la historia religiosa de los reyes, del pueblo y de la descendencia de David.

El autor, un levita, según se cree, ha centrado todo el interés de su obra en el santuario; ama al templo con amor religioso. Es, por lo tanto, una obra teológica, una visión más profunda del futuro reino de Dios, que será definitivo gracias a la alianza que el Señor quiere establecer con David y su casa.

La primera parte que es una introducción, consiste en una lista genealógica que se extiende desde Adán hasta David, y comprende, además, los descendientes de las doce tribus procedentes de Jacob, así como una relación de los héroes de David.

La segunda parte está totalmente dedicada a David y su tema principal es la construcción del Templo. Dios prohibió que se llevara a cabo esta obra, pero David la planeó y expuso estos planes a su hijo Salomón, con el encargo de hacer lo que a el se le había prohibido.

Se narran también los combates y las victorias de David, así como el traslado del Arca de la Alianza a Jerusalén y las instituciones que el estableció para su custodia (1Cro 15,16).

Los levitas se encargan del servicio del Arca. El Templo se convierte en un santuario definitivo.

La tercera parte es el cumplimiento, por parte de Salomón, de la obra ideada por David. El Templo se consagra, y Dios recuerda al rey las condiciones de su alianza.

La cuarta parte muestra los desordenes de Israel y de Judá después del cisma: los reyes, según sean o no fieles a Dios, provocan desordenes.

La quinta parte describe las grandes reformas de los reyes Ezequías y Josías. Este encuentra de nuevo el libro de la Ley y renueva la alianza con Dios. Los sucesores no siguieron el ejemplo de Josías, y Dios abandona primero a Israel y luego a Judá. Es la invasión, la destrucción de Jerusalén, el destierro a Babilonia, y, por último, el decreto de Ciro autorizando la vuelta a Jerusalén de los judíos.

Así, el cronista que ha tomado largos relatos de Samuel y de los Reyes, expone, a continuación de la comunidad mosaica, la comunidad davídica. Insiste principalmente en la distinción de lo sagrado y lo profano: los reyes justos son los que respetan los derechos sagrados de los sacerdotes. El acto esencial de la comunidad es el acto religioso. La sanción está condicionada por una vida religiosa y moral, y se obtiene mediante una serie de ritos: la purificación por el agua, la comida de manjares sagrados.

Pero la mirada del cronista se extiende más allá de la comunidad de los levitas del Templo. "Óyele tú desde los cielos, desde el lugar de tu morada, y haz lo que con clamores te pida el extranjero, para que todos los pueblos de la tierra conozcan tu nombre y te teman, como tu pueblo, Israel" (IICro 6,33).

Es, pues, la visión de un reino universal lo que se desprende de esta obra. Los textos, aunque sólo unos cuantos, sirven para la liturgia cristiana, principalmente para las antífonas de vísperas.


ESDRAS Y NEHEMIAS


Escritos mitad en hebreo y mitad en arameo, estos libros refieren el esfuerzo de restauración y reconstrucción realizado por los judíos al regreso de la cautividad. Estos libros consignan los nombres de cuantos participaron en tal esfuerzo, así como los de aquellos que se distinguieron en la alianza del pueblo con Dios.

Dichas obras presentan un problema: problema literario, pues todo hace suponer que los dos libros no estuvieron separados al principio, y problema histórico también, porque, al parecer, están escritos por la misma pluma que escribió las Crónicas, a fines del siglo IV, utilizando, documentos anteriores.

No se sabe que parte de la obra debe atribuirse a cada uno de los dos autores. Según la tradición judía, Esdras fue el redactor definitivo.

Se trata de un relato religioso, de una historia del Templo, cuya reconstrucción es la condición indispensable para la unidad nacional y espiritual de Israel.

Esta unidad debe conservarse. Hay que evitar las uniones con mujeres extranjeras. (Esd 10, 18-19).

Estos libros iluminan una encrucijada de la historia de Israel: el principio del judaísmo, la influencia de las religiones de Persia y Babilonia en la religión de Yahvé.

Esdras era también un jurista. Estableció y promulgó solemnemente un código. Esdras es en verdad el padre del judaísmo con sus tres ideas esenciales: la Raza elegida, el Templo y la Ley. Su ardiente fe y la necesidad de proteger a la comunidad renaciente explican la intransigencia de sus reformas y el particularismo que impuso a los suyos. Es el modelo de los escribas y su figura ha venido guardándose en la tradición judía.

Al interés del documento se añade el valor de una enseñanza doctrinal orientada al omnipotente poder de Dios: "El gran Dios, el Dios del Cielo". "Es un Dios justo, pero no menos misericordioso y clemente". "Su misericordia para con Israel perdurará siempre". "Es tardo para la ira y rico en bondad".

Nehemías está al servicio de las mismas ideas, pero actúa en otro plano: en la Jerusalén restaurada y repoblada por el, ofrece a su pueblo la posibilidad y el placer de una vida nacional. En su memoria, más personal que el informe de Esdras, se nos muestra sensible y humano, arriesgándose personalmente, pero prudente y reflexivo, confiado en Dios a quien ora con frecuencia. Dejó un gran recuerdo y Ben Sirá canta el elogio del "que nos levantó las murallas en ruinas" (Si 49-13).


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