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Alma y conciencia
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Miles_Dei
Veterano


Registrado: 17 Sep 2007
Mensajes: 11717

MensajePublicado: Sab Ago 30, 2008 3:17 pm    Asunto:
Tema: Alma y conciencia
Responder citando

¿Pero porqué no pones las fuentes que usas en esa concepción Sitibundo?

Un saludo en la Paz de Cristo.
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Se trabó un gran combate en el cielo: Miguel y sus ángeles luchaban contra el dragón. (Apoc 12, 7)
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Ludovico
Asiduo


Registrado: 24 Mar 2007
Mensajes: 304
Ubicación: El Salvador y Guatemala

MensajePublicado: Sab Ago 30, 2008 3:32 pm    Asunto:
Tema: Alma y conciencia
Responder citando

Sitibundo, creo comprender tus inquietudes. Te comparto ahora lo que creo haber aprendido sobre este asunto.

1. El alma es la 'forma' del cuerpo, y aquí 'forma' se dice con apego estricto al esquema hilemorfista. Por lo tanto, el alma, dicha por la fe cristiana, no es una substancia en sí misma que a su vez esté compuesta de forma y matieria . Si se admite que el alma es una substancia, entonces se cae en un dualismo rechazado por la teología católica y por el Magisterio. El cuerpo no sería, entonces, como una prisión del alma o cosas de este tipo.

2. El espíritu no es la forma del cuerpo, sino que un aspecto o característica antropológica, detectable mediante obsevación empírica. Cuando el alma muere por el pecado, no muere la persona natural. Pero si muriera el espíritu la persona natural quedaría o muerta o completamente inútil, viviendo como vegetal.

3. Dios crea el alma inmortal en el momento de la concepción, pero el espíritu aparece del mismo modo que el corazón y los pulmones.

3. El alma no es detectable, ni medible ni observable por instrumentos méidcos o científicos como sí lo es el espíritu.

4. Cuando hablamos de cuerpo, alma y espíritu, nos referimos a: a) cuerpo: nuestra dimensión material, b) alma: nuestra dimensión eterna que adquiere vida por la gracia, y c) espíritu: nuestra dimensión inmaterial en donde se dan nuestras facultades superiores de intelecto y voluntad. La gracia tampoco es detectable por instrumentos. Los cristianos en comunión con la Iglesia contamos con el alma viva, o sea, dimensionados también por la inmortalidad.

5. Ciertamente hay dos acepciones de la palabra espíritu. Cuando decimos "el espíritu de los tiempos" no es lo mismo que decir que el hombre es la unión entre alma y espíritu. Esta diferencia la recoge el idioma alemán en el uso de la palabra 'espiritual'. De una misma raíz, Geist, que significa espíritu, deriva dos adjetivos/adverbios: geistig significa espiritual en sentido empírico, mientras que gesitlich, en sentido religioso más cercano a la noción de alma. Las Escrituras usan ambas acepciones.

6. El discurso dualista o de contrarios según mi mejor entender no forma parte del pensamiento teológico de la Iglesia, aunque sea mencionado metafóricamente o líricamente en alguna literatura periferal piadosa o poética.

7. Cuando decimos, por ejemplo, "el espíritu es fuerte pero la carne es débil" nos referimos al espíritu como nuestra dimensión antropológica empírica inmaterial, y no al principio de eternidad que es el alma cuando está vivificada por la gracia.

Tal vez el esquema se ve mejor así:
Alma (viva) : participación real, concreta y anticipada de la vida de Dios
Espíritu: operaciones inmateriales de la persona humana
Cuerpo: conjunto de componentes fisiiológicos

Por tal razón, tal vez cuando decimos, "con toda el alma y con todo el espíritu", decimos "con toda la fuerza de nuestra correspondencia a la gracia y con todo nuestro entendimiento y voluntad".
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Sitibundo (2)
Asiduo


Registrado: 22 May 2007
Mensajes: 465
Ubicación: Puerto España

MensajePublicado: Sab Ago 30, 2008 9:36 pm    Asunto:
Tema: Alma y conciencia
Responder citando

Estimados Beatriz, Ludovico y Miles Dei.
Hay días que uno se levanta menos lúcido que otros, éste es para mí uno de ellos entonces voy a tener que recurrir a un viejo escrito mío donde está mi pensamiento al respecto de lo que he venido defendiendo a lo largo de este hilo, ojalá me hicieran el favor de criticarlo y poner en evidencia mis errores.

Espíritu.
Es la realidad del hombre que lo asemeja a Dios. Es el regalo magnífico de la realidad divina que Dios le otorga al hombre. Es un misterio profundo que nos hace ser como Dios, sus hijos reales y herederos de su gloria y de su eternidad. Es distinto al alma, realidades diferentes.
El espíritu, es el sitio donde radica la persona.
Las características esenciales de toda persona, humana o divina, consisten en:
1) La libertad, por la cual la persona, divina o humana, es responsable de sus actos y por consiguiente dueña de sí misma.
2) El amor, con sus dos cualidades substanciales a) La de entrega de sí misma, por propia voluntad, a un otro distinto a ella y b) La de unidad, que mantiene a la persona humana individida con sus otras naturalezas: Alma, cuerpo y circunstancias. O, el amor en el caso de la Trinidad Divina es lo que la mantiene indivisa en y con sus personas.
3) La verdad o sea la capacidad de ser verdadero y veraz, poder verificar sus actos y su existencia.

El alma humana está conformada de acuerdo a su espíritu y de alguna manera se pueden homologar sus potencias con las características espirituales:
La posesión o búsqueda de la verdad encuentra en la inteligencia su primero y principal interlocutor.
La libertad, a su vez lo encuentra en la voluntad y el amor en la emoción.

El espíritu para relacionarse con el alma cuenta, además, con tres virtudes o poderes que emanan de su ser, son:
a) La fe por la cual reconoce su procedencia.
b) La esperanza por la cual vislumbra su destino.
c) La caridad por la cual aquilata los espíritus de sus semejantes y tiende a la unión con ellos.
Por el espíritu, el ser humano es persona. Por su procedencia y por el reconocimiento de ella (fe) el hombre es hijo de Dios. (1 Jn 3, 1) (Jn 1, 12-13)
El espíritu humano pertenece a la realidad divina por lo tanto no es afectado ni por el tiempo, ni por la materia, ni por las circunstancias, ni por la muerte, ergo es eterno (esperanza).
Tiene una tremenda fuerza unificadora consigo mismo, con sus semejantes y con su creador (caridad).

El espíritu es la realidad proveniente directamente de Dios (Gen 2, 7); es distinta del alma (1 Tes 5, 23) es la que lo hace imagen y semejanza de Dios (Gen 1, 26) (Jn 4, 24).

Por la fe sabe quien es su padre, (1 Jn 3, 1) y (Jn 1, 12-13) por la caridad sabe quienes son sus hermanos (1 Jn 3, 1-21) y por la esperanza sabe a donde va. (Lc 17, 20-21) (Mt 13, 51-52)
Esta sapiencia es imperativo transmitirla al alma y para poderlo hacer necesita que su alma se encuentre abierta y en un estado propicio para percibir primero y entender después las "ondas espirituales".
Esos estados intelectuales son: a) La humildad para tratar con la fe. b) La sinceridad para tratar con la esperanza y c) la benevolencia para hacerlo con la caridad.
El espíritu pertenece a la realidad divina, a lo sin tiempo, por lo que no es afectado por éste. La persona humana gracias al espíritu es la misma independientemente de la edad; el paso del tiempo no modifica el yo personal. Ni la materia lo altera, la condición del cuerpo sano o enfermo, grande o chiquito, completo o no, tampoco modifica el yo personal.
Esto nos lleva a aceptar que la muerte tampoco podrá modificar el espíritu, ésta es la esperanza (Lc 23, 43).
El espíritu posee una tremenda fuerza unificadora que lo hace uno con su alma, su cuerpo y sus circunstancias y lo conduce a ser uno con sus congéneres y con su creador (Jn 17, 23).
El espíritu humano es semejante pero distinto al Espíritu de Dios la diferencia principal está en que es limitado. Jesucristo tuvo alma, cuerpo y circunstancias humanas (Magisterio de la Iglesia) que lo hicieron un hombre auténtico pero retuvo el Espíritu ilimitado de Dios (Jn 3, 34).
El espíritu humano puede unirse al Espíritu de Dios (Rom 8, 16) y ser uno con Él (Jn 17, 20-26).

Hasta aquí el espíritu ahora voy con el alma

Es la realidad psicológica por la cual el hombre se relaciona con su medio conociéndolo, entendiéndolo, sintiéndolo, experimentándolo, moviéndose y gobernándose en él de manera distinta a las demás criaturas.

Así como a través de los sentidos corporales el cuerpo se relaciona con su circunstancia y por medio del sistema nervioso el alma se relaciona con su cuerpo, es por conducto y con el ejercicio de las virtudes teologales como el espíritu y el alma se relacionan.

El alma cuenta con tres grandes potencias para acordar con el espíritu:
a) La inteligencia cuya actividad analítica tiene por finalidad principal el entender, de manera certera, el propio ser y las circunstancias que lo rodean.
b) La voluntad cuya finalidad consiste en realizar aquello que se ha propuesto la inteligencia.
c) La emoción que juzga, con el patrón de la belleza, sucesos, acciones y cosas de manera sintética e inmediata.

En el pensamiento cristiano más antiguo alma equivalía a vida, (Mc 8, 36) a vida individual y particular, a la vida de cada quien. Es el principio vital de la realidad humana, ya que la vitalidad del espíritu corresponde a otra realidad.
Si en el espíritu radica la soberanía del ser, en el alma radica su gobierno. De allí parten los pensamientos que quieren alcanzar lo verdadero y manda a la voluntad a ejecutar las acciones necesarias para lograrlo con eficacia y que se juzgan a través de la síntesis emocional en la percepción de lo bello.
La inteligencia analítica y la emoción sintética se complementan admirablemente y en ciertos casos de forma asombrosa con la aparición de la intuición.

El resto del trabajo trata de abundar sobre lo dicho y hace algunas precisiones que por ahora me parece superfluo asentar.

Saludos cordiales.
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Sitibundo (2)
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MensajePublicado: Mie Sep 03, 2008 12:34 am    Asunto:
Tema: Alma y conciencia
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Estimada Beatriz en vista de que al parecer el tema se agotó he de concluir de la siguiente manera, alma y espíritu son una misma realidad ontológica pero en el uso se prefiere llamar alma en cuanto informa al cuerpo y es principio de actividad animal, (de alma) o inferior. Y en cambio se prefiere espíritu en cuanto rebasa las condiciones de la materia y es principio de actividades superiores. Esta distinción entre alma y espíritu es universalmente reconocida, a lo menos entre los interpretes católicos, hasta aquí estoy de acuerdo contigo, con Miles y con los textos que ustedes citaron.
Pero para mí intelección personal sin restar un ápice a la mismitud ontológica, llamo alma a la parte psicológica del individuo en todas las facetas que se puedan determinar, basándome en un texto para mí clásico del catecismo del Padre Jerónimo Ripalda que dice que las potencias del alma son entendimiento, memoria y voluntad yo agrego sentimiento o emoción.
Todo lo que se refiera a esto y a la relación con el cuerpo y con sus circunstancias o “mundo” continuaré diciéndole alma.
Y me sigo reservando llamarle espíritu a aquello misterioso que hay en las profundidades del hombre y que me permiten mi relación personal con Dios,

Saludos cordiales,
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Beatriz
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MensajePublicado: Jue Sep 04, 2008 1:39 am    Asunto:
Tema: Alma y conciencia
Responder citando

Hola Sitibundo, perdona la ausencia.

Cita:
alma y espíritu son una misma realidad ontológica pero en el uso se prefiere llamar alma en cuanto informa al cuerpo y es principio de actividad animal, (de alma) o inferior. Y en cambio se prefiere espíritu en cuanto rebasa las condiciones de la materia y es principio de actividades superiores.


Me parece que es correcto, hermano. Pero yo diria "alma o espiritu" Wink
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Beatriz
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MensajePublicado: Jue Sep 04, 2008 1:59 am    Asunto: ui
Tema: Alma y conciencia
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Y ahora lo prometido a Heini.

Voy a citar al filosofo judio Henri Bergson haciendo la aclaracion que al final de sus dias estaba convencido que Jesus es el Salvador y tenia un fuerte deseo de pertenecer a la Iglesia Catolica, como consta en su testamento que voy a publicar, pero lamentablemente se nego a recibir el bautismo por un motivo personal y quizas un defecto en su filosofia.

"Mis reflexiones me han llevado cada vez mas cerca del catolicismo, en el que veo la plenitud del judaismo. Me hubiera convertido, si durante anos no hubiera visto en preparacion, desgraciadamente, en gran parte, por culpa de cierto numero de judios desprovistos por completo de sentido moral, la ola formidable de antisemitismo que se va a desencadenar sobre el mundo. Quise permanecer entre los que manana seran perseguidos. Pero confio en que un sacerdote catolico tendra la bondad de venir -si el cardenal arzobispo de Paris lo autoriza- para rezar en mi funeral. Si esta autorizacion no fuera concedida, seria necesaria dirigirse a un rabino, pero sin ocultarle, ni a el ni a nadie, mi adhesion moral al catolicismo, asi como mi expreso y primer deseo de recibir las oraciones de un sacerdote catolico" Henri Bergson, 8 de Febrero de 1937.
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Beatriz
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MensajePublicado: Jue Sep 04, 2008 3:14 am    Asunto:
Tema: Alma y conciencia
Responder citando

"
LA MEMORIA, SUGESTION DE INMORTALIDAD

El determinismo habia intentado aprisionar el espiritu; en Los datos inmediatos de la conciencia, Bergson rompe estas cadenas. En Materia y memoria, publicada en 1897, el ano en que fue nombrado profesor de la Ecole Normale Superieure, puso de manifiesto la vaciedad de la psicologia, que confiere a los tejidos del cerebro la magica propiedad de hacer nacer el pensamiento, y da a la materia cierto poder oculto, "capacidad mental". Es un absurdo pensar que, si pudieramos contemplar en un momento dado la danza de los atomos que constituyen la corteza cerebral, y si tuvieramos, ademas, la "clave de la psico-fisiologia", conoceriamos todos los detalles de la conciencia correspondiente. Hay una estrecha conexion, en realidad, entre un estado de conciencia y el cerebro, "pero hay tambien una estrecha conexion entre un abrigo y la percha de que cuelga, porque si la percha se quita, el abrigo cae al suelo. Diremos entonces que la forma de la percha nos da la forma del abrigo, o corresponde con el de alguna manera?". No hay paralelismo entre la vida consciente y el trabajo cerebral; "en la mayor parte de los casos, el estado psiquico parece inmensamente mas amplio que el estado cerebral", y el cerebro es, dice Bergson, usando una metafora de la que otros han abusado, "nada mas que una especie de central telefonica: su mision es establecer conexiones, o diferirlas. No anade nada a lo que recibe". El oficio del cerebro se refiere solo a movimientos -los del mundo exterior que actuan sobre el cuerpo, y los del cuerpo que, a su vez, actuan sobre el cuerpo, y los del cuerpo que, a su vez, actuan sobre el mundo exterior-. El cerebro puede afectar y ser afectado solo por cuerpos fisicamente presentes -un cuerpo ausente, incapaz de ser percibido, no puede afectarle-. De aqui la memoria humana, por la cual lo fisicamente ausente se hace mentalmente presente, por la cual el pasado viene ante nosotros< la memoria, con su dominio sobre lo ido, sobre todos los mundos que hemos conocido, no es una funcion cerebral; "no es una manifestacion de la materia; es espiritu"

La conclusion de Bergson se basa en hechos cientificos, en observaciones clinicas< fue su genio el que hallo paso por entre la jungla de material tecnico y teorias distorsionadas a menudo. Antes que Materia y memoria se publicara, indica Jacques Chevalier, la teoria de la localizacion detallada de las funciones del cerebro, la cual sostiene que hay compartimentos, por decirlo asi, en los que se almacenan todas nuestras imagenes con sus interrelaciones, era indiscutida, y aun es muy defendida. El estudio exacto de las lesiones del cerebro ensena que en el caso de una lesion distintamente localizada y acompanada de perdida de memoria, no son los recuerdos de cierto periodo de nuestras vidas, ni un grupo de ellos logicamente encadenados, los que desaparecen, sino los relativos a uno de los sentidos o a movimientos corporales. Los recuerdos desvanecidos son todos auditivos, o todos visuales, o todos motores.

En verdad, los recuerdos no desaparecen -por lo menos la patologia cerebral no da indicacion alguna de que se alteren de alguna manera; lo que se lesiona son los conductos nerviosos, los nexos cerebrales, que permiten a los recuerdos manifestarse. Obstaculizado asi el uso del cerebro por desordenes cerebrales, la memoria se torna impotente. Hay que reconocer que existen formas de amnesia en las que todo un periodo de la vida parece borrarse, pero precisamente en tales ejemplos no se halla una lesion determinada.

Estos hallazgos y otros semejantes le indican a Bergson que los recuerdos no se almacenan en el cerebro, que no estan depositados en sus celulas. El cerebro no hace sino imitar al pensamiento, ponerle en accion, ligarle al mundo exterior. Para el presente, el cuerpo es el lugar de reunion del espiritu y las cosas; es al alma lo que la brujula al marino, le orienta sobre sus alrededores y le permite fijar la atencion en ellos. En resumen, el alma necesita del cuerpo como instrumento de manifestacion, pero no como condicion para su existencia; usa del cuerpo para trabajar y actuar, pero puede vivir sin el. Asi la supervivencia se hace si no cierta, al menos tan probable que el peso de la prueba se apoya en el que duda.

Puede ser fructifero recordar aqui el pensamiento de san Agustin sobre el caracter trascendente de la memoria. Esta presente a la conciencia del hombre, segun las Confesiones, lo que esta dentro, fuera y por encima del hombre. En la oscuridad puedo si quiero, dice, representarme los colores en mi memoria, y el sonido en el silencio. "Grande es el poder de la memoria, extraordinariamente grande, oh Dios mio, un amplio e ilimitado santuario. Quien puede sondear sus profundidades?....Grande es el poder de la memoria, algo Dios mio, ante lo que tiemblar, una profunda e infinita multiplicidad, y esto es el espiritu, y esto soy yo. Mediante todo lo que es conservado en la memoria "ando y corro, y, aunque sondee tan profundamente como me sea posible, no hay fin. Tal es el poder de la memoria, tal el poder de la vida en el hombre mortal".

Inquiriendo en que lugar de su memoria podia habitar Dios, contesta San Agustin: " Por que busco en que lugar de mi memoria habitas Tu, como si hubiera lugares en mi memoria?. Esta doctrina alcanza toda su altura en el tratado Sobre la Trinidad, donde memoria, entendimiento y voluntad -"no tres vidas, sino una sola; no tres mentes, sino una; no tres sustancias, sino una" - son consideradas como una trinidad que refleja el Dios triplemente uno. Para Bergson, la memoria prueba la realidad del espiritu y sugiere su supervivencia; para Agustin, la memoria conduce, mas alla de ella misma, a Dios.

En La Evolucion creadora (1907) Bergson reafirma esto entre el hombre y el animal. El hombre puede aprender cualquier ejercicio; puede construir cualquier objeto; en resumen, puede adquirir cualquier habito motor. Pero incluso el animal mejor dotado, el simio, tiene limitada estrictamente esta facultad de combinar nuevos movimientos. "En el animal, la invencion nunca es mas que una variacion sobre el tema de la rutina. Si se evade del automatismo, solo es por un instante, el tiempo preciso para crear un nuevo automatismo. Las puertas de su prision se cierran tan pronto se abren; al tirar de su cadena, solo consigue apretarla mas" Mientras en el animal la energia vial se consume en la operacion de permanecer vivo, continua Bergson, no ocurre asi con el hombre. En el hombre, la vida no esta cautiva de los mecanismo que ha construido; incesantemente, el puede oponer a los habitos antiguos otros nuevos, haciendo que el cuerpo que se le ha dado y los utiles que el le ha anadido le sirvan segun su gusto. Hay un abismo entre el animal y el hombre, el que media entre lo cerrado y lo abierto, lo limitado y lo ilimitado; la diferencia, concluye Bergson, no es de grado sino de naturaleza.

El hombre es "memoria en la materia", "libertad encarnada"; conquista lo inerte, domina el mundo en torno, se mueve libremente en medio de lo forzado. Sin duda, debe su posicion unica en el universo a su cerebro superior, que le capacita para construir un numero ilimitado de mecanismos motores; al lenguaje, que al ofrecer a la conciencia un cuerpo inmaterial, la libra de habitar exclusivamente en cuerpos materiales; y a la vida social, que almacena y conserva esfuerzos, como el lenguaje almacena pensamiento. Pero cerebro, lenguaje y sociedad son solo los "signos externos y varios de una y la misma superioridad interna".

Siendo esto asi, es descorazonador leer que las almas son "nada mas que los pequenos arroyuelos en los que el gran rio de la vida se divide, fluyendo por el cuerpo de la Humanidad". El distinguido servicio de Bergson esta en haber redescubierto el espiritu, en haber acentuado su grandeza cuando estaba de moda empequenecerlo; es un merito suyo el haber sostenido la realidad de la persona y el lugar privilegiado del hombre en la Naturaleza."

Tomado de: Siete Filosofos judios encuentran a Cristo
de John M. Oesterreicher, quien movido por los escritos del cardenal Newman se convirtio al catolicismo y se ordeno sacerdote.
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MensajePublicado: Jue Sep 04, 2008 4:42 am    Asunto:
Tema: Alma y conciencia
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Perdon pero este teclado no tiene tilde ni "enie"
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MensajePublicado: Lun Nov 10, 2008 3:19 pm    Asunto:
Tema: Alma y conciencia
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Rubicon escribió:
Hola, Heini, con permiso de todos y por sugerencia de la propia Heini


Heini es varon Wink
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MensajePublicado: Lun Nov 10, 2008 3:21 pm    Asunto:
Tema: Alma y conciencia
Responder citando

Rubicon escribió:
¿significa, acaso, que el alma es el aliento de vida que sopló Dios en la nariz del hominido en cuestion? Quisiera oir mas sobre ese punto, de Heini o de otra persona interesada en este tema.


Si, alma espiritual y racional.
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Miles_Dei
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MensajePublicado: Lun Nov 10, 2008 3:25 pm    Asunto:
Tema: Alma y conciencia
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Dios sopla en tu oído hoy... no lo desprecies, te da un alma nueva y recreada en Cristo en cada confesión bien hecha.

Un saludo en la Paz de Cristo.
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MensajePublicado: Lun Nov 10, 2008 3:33 pm    Asunto:
Tema: Alma y conciencia
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Rubicon, este articulo es una joya....


Gentileza de http://www.humanitas.cl/biblioteca/articulos/d0011/
para la BIBLIOTECA CATÓLICA DIGITAL


EVOLUCIONISMO Y
ANTROPOLOGÍA TEOLÓGICA
POR PAUL HAFFNER


El Papa Juan Pablo II manifestó recientemente que “en la actualidad, casi medio siglo después de la publicación de la Encíclica Humani Generis, los nuevos conocimientos nos han llevado a reconocer que la teoría de la evolución es algo más que una hipótesis”[1]. El objetivo de este artículo es examinar los efectos de la teoría de la evolución en la interpretación filosófico-teológica del origen y la naturaleza del hombre. La evolución puede definirse sobre la base de una serie de teorías mediante las cuales los hombres de ciencia procuran explicar cómo los organismos vivos de nuestros días se han desarrollado sucesivamente a partir de formas de vida más simples en un proceso de centenares de millones de años. El proceso evolutivo, como veremos, plantea dos tipos de problemas hasta ahora no resueltos completamente: el nivel probatorio de sus demostraciones y los mecanismos que han dado origen a la evolución.

Ciencia versus ideología

En primer lugar, es significativo el hecho de que muchos diarios y revistas hayan interpretado equivocadamente el Mensaje del Santo Padre, especialmente el pasaje anteriormente citado. A pesar de que Darwin jamás se menciona en el Mensaje del Papa, en la prensa internacional aparecieron titulares en primera página tales como “El Papa recluta a Darwin” o “Darwin rehabilitado”. Esto nos muestra la profunda raigambre de la ideología darwinista de la evolución en la sociedad de nuestros días. Una breve historia del enfoque darwinista nos muestra de qué manera se ha llegado a esta situación.

Desde el punto de vista científico, la teoría de la evolución fue divulgada por J.B. de Monet, caballero de Lamarck (1744-1829), quien planteó la existencia de un mecanismo hereditario de nuevas características adquiridas. En sus obras El origen de las especies (1859) y La descendencia humana (1871), Darwin propuso un mecanismo evolutivo diferente, cual es la selección natural. Esta última teoría incluía las nociones de las variaciones al azar, la lucha por la supervivencia y la supervivencia de los más aptos. Inicialmente, Darwin era anglicano, pero fue perdiendo gradualmente la fe en un Dios Creador personal y procuró eliminar del todo el rol divino en la evolución, sustituyendo la Divina Providencia con su teoría de la selección natural como fuerza rectora. Darwin heredó la corriente de pensamiento iniciada por Rousseau. Por paradojal que parezca, aun cuando era contrario a las ciencias, Rousseau estableció un nuevo rumbo para la ciencia del hombre. Este filósofo legó la negación romántica de la lógica y las distinciones, a lo cual Darwin agregó el materialismo al señalar lo siguiente: “¿Por qué el pensamiento, secreción del cerebro, ha de ser más maravilloso que la gravedad, propiedad de la materia?[2]. Al despojar al hombre del aspecto espiritual de su naturaleza, la norma de Darwin afirmó la ausencia de toda norma. Este sistema “nos llevaba hacia torbellinos insondables donde sólo íbamos a la deriva precipitados una y otra vez por el más ciego de los destinos”[3].

Los discípulos de Darwin, especialmente E. Haeckel (1834-1919) y T.H. Huxley, plantearon la teoría de la evolución como una ideología materialista y atea y como instrumento de propaganda antirreligiosa. La biología molecular reveló que los mecanismos hereditarios se dan a nivel genético microscópico y el neodarwinismo procuró ampliar el enfoque de Darwin considerando la evolución como una combinación de los cambios genéticos casuales y la selección natural. Richard Dawkins ejemplifica la ideología neodarwinista, en la cual el azar está dotado de las propiedades metafísicas de una fuerza creativa.

La esencia de la vida es de una improbabilidad estadística en escala colosal. Por consiguiente, la explicación de la vida en ningún caso puede ser el azar. La verdadera explicación de la existencia de la vida constituye necesariamente la antítesis misma del azar. La antítesis del azar es la supervivencia no azarosa, debidamente comprendida... Hemos buscado una forma de domar el azar... El “azar no domado”, puro, en su desnudez, implica un diseño ordenado que surge en la existencia a partir de la nada, en un solo salto... “Domar” el azar significa descomponer lo muy improbable en pequeños componentes menos improbables dispuestos en una serie... Y en la medida que postulemos una serie suficientemente amplia de grados intermedios suficientemente finos, estaremos en condiciones de derivar algo de otra cosa[4].

Esto constituye una negación de la idea de cualquier casualidad extracósmica, que se pierde en una red de cantidades infinitesimales. El azar no puede explicar la presencia de la belleza en el universo ni la capacidad humana de apreciar esa belleza cósmica. Como dice Stanley Jaki, “de todas las grandes teorías científicas, el darwinismo es aquella que más afirma a partir de una base relativamente menor”[5].

Por consiguiente, es necesario hacer una distinción entre el evolucionismo y el darwinismo, de tal manera que el cristiano no arroje al bebé evolutivo en el baño materialista.

El cristiano debe distinguir “entre el oro y la paja en la teoría de la evolución”[6].

El tiempo tiene una dignidad especial en el marco de la fe cristiana porque Cristo vino en el tiempo. Por lo tanto, la tentativa de comprensión del reino biológico considerando su desarrollo en el tiempo no debería en sí misma constituir un problema. No obstante, con frecuencia los pensadores cristianos no han advertido los “enormes montones de paja” de la teoría de la evolución. Esta omisión reside en el hecho de no percatarse de que la ideología darwiniana en realidad convierte el tiempo en un tráfago sin esperanza. Por su parte, Darwin tampoco advirtió que la fe cristiana libera al hombre de la prisión pesimista de una imagen del mundo basada en ciclos inexorables de tiempo. Es bastante trágico que habiéndose liberado de la servidumbre de antiguas visiones paganas, el hombre caiga nuevamente en otra imagen cíclica del mundo, moderna esta vez[7].

Huxley evocó “la visión de una evolución carente de sentido, en la cual era imposible distinguir lo superior de lo inferior, precisamente porque en la perspectiva darwiniana no había diferencia entre moverse hacia el futuro y retroceder al pasado”[8]. La confrontación con el darwinismo llevó a enfocar nuevamente la relación entre la naturaleza humana y el tiempo en la teología cristiana, como ocurriera al producirse el gran choque entre “la cristiandad naciente y la cultura helenística en torno a la interrogante sobre la vida, incluyendo la vida redentora de Cristo, vista como propuesta única y definitiva o puramente como un ir a la deriva en las insondables corrientes cíclicas de una fuerza cósmica ciega”[9].

No existe oposición entre la creación y la evolución.

El choque con el darwinismo se produce por cuanto éste constituye una posición materialista que excluye la creación. Además, el problema básico de la perspectiva darwiniana sobre la evolución es la ceguera ante los objetivos y la mente en una filosofía “en definitiva carente de sentido, en la cual únicamente los aspectos parciales se consideran dotados de significado, pero nunca la totalidad”[10]. Jaki observa que el darwinismo encuentra su más fértil crecimiento en suelo anglosajón, donde “las enciclopedias contienen artículos sobre la evolución, la antropología, la familia, la procreación, la educación, la sicología, el lenguaje e incluso la inteligencia, mientras el Hombre como tal es ignorado”[11].

La ciencia de la evolución

Del mismo modo que el estudio del desarrollo del cosmos material, la teoría de la evolución procura descubrir los secretos del mundo de las criaturas vivas desde sus etapas iniciales en el pasado más remoto. Las teorías científicas sobre la evolución se basan en diversos tipos de datos empíricos. La paleontología, que estudia los fósiles y otros restos de antiguos organismos que yacen en la tierra y el hielo, entrega las únicas pruebas directas de la evolución. Con todo, muchas teorías sobre el paso de un animal a otro procuran explicar la forma en que se dieron las diversas transiciones[12].

La anatomía y la fisiología comparadas han indicado relaciones entre seres vivos y además han descubierto pruebas de adaptación evolutiva. Las comparaciones de la estructura genética de distintas especies de organismos vivos han mostrado un vínculo entre diversos seres vivos, incluso entre plantas y animales. La distribución geográfica de una serie de especies entrega pruebas vinculadas con la evolución si se considera el desplazamiento continental. Con toda esta información ha sido posible diseñar árboles evolutivos y mostrar cómo algunos organismos vivos se han desarrollado a partir de especies más primitivas. Los distintos tipos de evidencia se corroboran entre sí y convergen en una visión de acuerdo a la cual la evolución tuvo un rol en el desarrollo de la vida en el planeta. Con todo, en el campo de la ciencia se carece de una serie de relaciones empíricas en las diversas cadenas de evidencia requeridas para comprobar la evolución en cada etapa del proceso de desarrollo biológico.

Tanto en el ámbito legal como científico, matemático, filosófico o teológico existe una relación analógica entre varios tipos de pruebas. En un caso legal, evidentemente es más difícil perseguir a un criminal por un delito cometido en una época muy anterior porque no se cuenta con algunos de los testigos claves. Además, con los años pueden producirse distorsiones en los hechos e incluso alteraciones en las pruebas. Se requieren criterios precisos para reconocer un elemento de prueba proveniente del pasado remoto. En las pruebas científicas, que difieren de las pruebas legales, existen no obstante ciertas extrapolaciones en el debate sobre el desarrollo del cosmos primitivo y la evolución de las formas iniciales de vida. Además, si bien en algunos casos es posible documentar claramente la microevolución (el estudio de transiciones entre organismos muy similares), es mucho más difícil plantear la macroevolución (que estudia un cuadro más amplio de relaciones entre diversos organismos vivos).

Los datos empíricos no permiten justificar el planteamiento de algunos evolucionistas en el sentido de que las mutaciones genéticas se produjeron por azar. Es preciso distinguir cuidadosamente entre un hecho rigurosamente científico (obtenido a posteriori) en la teoría de la evolución y una extrapolación injustificada a priori de esta teoría para constituir una ideología atea. Una interpretación completa de la evolución de los seres vivos debe considerar no sólo los efectos del medio ambiente o las modificaciones genéticas, sino también estar abierta por encima de todo a considerar el poder de la Providencia guiando a los seres creados mediante leyes inscritas en ellos.

El azar no puede ser responsable de desarrollos dirigidos y coordinados que han dado origen a estructuras biológicas complejas tales como el oído o los ojos. La evolución no puede visualizarse como un medio para excluir al Creador y es más bien un supuesto previo de la creación. En realidad, es posible visualizar la creación a la luz de la evolución como un hecho que se extiende en el tiempo -como una creación continua- en el cual Dios es claramente visto como el Creador del cielo y la tierra[13]. La teoría de la evolución natural, entendida en un sentido que no excluye la causalidad divina, no está necesariamente en contradicción con la verdad presentada en el Libro del Génesis sobre la creación del mundo visible[14]. La evolución puede enfocarse como una especie de creación programada, en la cual Dios ha inscrito las leyes de su evolución. De este modo, es posible observar un claro vínculo entre la acción divina en el comienzo del cosmos y Su permanente Providencia, que guía el desarrollo constante del mismo.

Desde la antigüedad hasta el siglo XVIII, se suponía que podía surgir vida subhumana a partir de la materia orgánica sin intervención de otro ser vivo. Esta teoría, conocida como la generación espontánea, se descartó a raíz de la investigación de L. Pasteur y otros hombres de ciencia en el siglo pasado. Hasta ahora la ciencia y la tecnología no han podido producir vida in vitro a partir de materia inanimada. Pareciera subsistir el principio omne vivum ex vivo, es decir que los seres vivos sólo pueden evolucionar a partir de otros seres vivos. Aun cuando se considerase posible la generación espontánea de seres vivos, esto no sería un argumento contra la existencia de Dios, puesto que Él sería responsable de la vida al encaminar causas secundarias hacia este fin en particular. Con todo, aun cuando se consideren causas evolutivas, no es posible excluir cierta intervención divina especial en el paso de la materia inanimada al ser vivo. Marcozzi diría que hay por lo menos tres etapas en las cuales es necesaria y evidente la intervención de Dios: “la aparición de la vida, es decir, de los primeros organismos vivos; las posibilidades evolutivas con que Dios dota a estos organismos; y por último la llegada del hombre, cuyas cualidades espirituales implican una intervención especial de Dios”[15].

Es posible observar empíricamente en el mundo subhumano la existencia de una jerarquía en los reinos vegetal y animal, aun cuando la distinción entre planta y animal no es tan marcada puesto que existen ciertos organismos primitivos con características de ambos reinos. Las especies superiores del reino animal son las de mayor desarrollo y por eso mismo más cercanas al hombre. La persona humana, por tener un alma espiritual, es la cúspide de la creación visible, y por lo tanto está dotada de intelecto y libre albedrío, pudiendo elegir para bien o para mal, y no está determinada ni programada por su entorno, lo cual la diferencia esencialmente de los animales.

La evolución y la creación del hombre

El posible rol de la evolución en la formación del cuerpo humano es un tema considerado ya por el Papa Pío XII en 1950:
La enseñanza de la Iglesia no prohíbe abordar la doctrina de la evolución en la investigación y el debate de los expertos del ámbito de las disciplinas humanas y la teología sacra, de acuerdo al estado actual de estas disciplinas, en cuanto esta doctrina se pregunta por el origen del cuerpo humano a partir de la materia viva existente. En cuanto a las almas, la fe católica nos exige sostener que son creación inmediata de Dios[16].

En general, las tentativas de concebir el alma espiritual como producto de la evolución y por consiguiente proveniente de la materia implican en mayor o menor medida un grado de materialismo, el uso de una ideología evolucionista para negar la naturaleza espiritual del hombre y la obra de Dios Creador. En todo caso, si se sostiene que la evolución sólo ha incidido en el cuerpo de la persona humana, preparándolo hasta cierto grado para recibir el alma, creada luego por Dios, esto no sería necesariamente contrario a la fe cristiana.

Una cosa es considerar el efecto de las leyes de la evolución en el reino animal y otra muy distinta es aplicarlas arbitrariamente a la creación del hombre.

Así, un debate sobre el origen del hombre en una perspectiva evolucionista no implica que Adán haya sido en realidad hijo de un animal. Sería teológicamente más acorde con la tradición cristiana sostener que la creación programada que puede llamarse evolución dio origen a una especie utilizada luego por Dios para crear al hombre. El ser inferior (que podría llamarse protohumano) llegó a un punto en que estaba preparado para recibir el alma humana, de tal manera que en el momento indicado Dios introdujo el alma en un embrión o en un miembro adulto de la especie.

Al mismo tiempo, Dios modificó y reconfiguró la estructura genética de ese protohumano para que pudiera recibir efectivamente el alma convirtiéndose así en un ser humano. De este modo, el nuevo ser heredó en parte su estructura genética del ser inferior y en parte la recibió por obra de la intervención divina directa. Ciertamente, no es posible verificar esta hipótesis mediante la investigación científica. Sin duda, algunos pensadores cristianos preferirían sostener que el cuerpo del primer ser humano fue producto de una intervención divina directa al margen de la evolución. Sin embargo, no es fácil decir que la creación del primer cuerpo humano simplemente haya brotado de la nada, puesto que las Escrituras dicen que se formó a partir del polvo de la tierra (Gn 2:7). Aun cuando sigue siendo un misterio la relación precisa entre el aporte de los procesos evolutivos y la intervención divina directa en la creación del cuerpo humano, en definitiva Dios es el responsable de la creación de la totalidad de Adán y la totalidad de Eva.

En el documento en el cual alude a la evolución, el Papa Juan Pablo II ha reafirmado con especial énfasis la acción directa de Dios Creador en el origen del alma humana. El Santo Padre subraya el hecho de que la introducción del alma en el cuerpo constituye un salto en el orden del ser, “un salto ontológico”[17]. Ha sido una gran preocupación del Papa rechazar aquellas teorías sobre la evolución “que de acuerdo con las filosofías en las cuales se inspiran, consideran la mente como un producto de las fuerzas de la materia viva o mero epifenómeno de la materia”[18], por cuanto estas teorías son incompatibles con la verdad sobre el hombre. Estas filosofías obstinadas e inadecuadas constituyen más que nada variantes del materialismo ateo. Como ha señalado muy claramente el Sumo Pontífice, es necesario defender la verdadera naturaleza del hombre para proteger su dignidad. Ciertamente, la experiencia humana nos muestra que al alzar la cabeza el darwinismo y otras ideologías similares, la dignidad del hombre se ha visto en gran peligro.

Hay una perspectiva darwinista detrás de la política totalitaria más represiva de este siglo: “Es muy comprensible el entusiasmo por el darwinismo de los partidarios de la dictadura del proletariado y de quienes han sostenido la existencia de una raza superior. Marx percibió de inmediato que la teoría darwinista era útil para promover la lucha de clases, y Hitler repetía con facundia los puntos de vista darwinistas, muy populares entre los líderes militares alemanes anteriores a la Primera Guerra Mundial, que como él los utilizaron para justificar sus planes”. El peligro real para el hombre y la sociedad reside en las filosofías que niegan la verdadera naturaleza del hombre y por lo tanto despojan a la sociedad de sus bases. Así, afirmaba Stanley Jaki: “Los verdaderos enemigos de una sociedad abierta no son las sociedades basadas en verdades absolutas o verdades sobrenaturales reveladas, sino las ideas de los círculos intelectuales que han optado por el azar considerándolo esencial... Las ideas son más peligrosas que las armas”. La sociedad occidental ha prosperado sobre la base de un cuerpo heredado de creencias absolutas implícitas. Por el hecho de no reconocerse la Revelación Cristiana, razón y trasfondo de estas creencias, la sociedad secular se enriquece como un “parásito” con estas verdades implícitamente cristianas.

La actual tendencia reduccionista en relación con el hombre, con sus orígenes darwinistas, también debe observarse en el problema de la “inteligencia artificial” o de las computadoras pensantes, otra cara de la misma moneda. Exaltar la materia hasta el punto de ubicarla en el reino del pensamiento equivale a reducir al hombre a un ser puramente material. La doctrina darwiniana en toda su amplitud, con sus dos principios centrales, a saber “el origen espontáneo de la vida y la aparición espontánea de la mente”, también implica la existencia al azar de la vida y seres racionales en otros planetas. Sin embargo, siendo la gran mayoría de las estrellas más antiguas que el sol, sus planetas deberían haber desarrollado supercivilizaciones cuyos representantes ya podrían haber establecido contacto con nosotros. Los darwinistas eluden este argumento apoyándose en el tamaño gigantesco del universo; pero en ese caso “nuestra propia búsqueda de inteligencia extraterrestre también debe considerarse una empresa mucho menos promisoria que la búsqueda de una aguja en un pajar”.

El tema de la inteligencia extraterrestre es “una interrogante realmente abierta, que no puede prejuzgarse de forma científica. Evidentemente, nadie puede ordenar a Dios la creación de intelectos en todas partes ni limitar su facultad de hacerlo”. Si existe vida inteligente en otro lugar del cosmos, surge una interrogante sobre nuestra comunicación con esa inteligencia extraterrestre. El darwinismo no sería útil en este aspecto porque no ve elemento alguno de carácter universal o fijo en la naturaleza humana ni vería una naturaleza o esencia en otros seres. La posibilidad de un discurso racional entre una inteligencia extraterrestre y los seres humanos depende del realismo metafísico, pero se debilitaría “en un discurso filosófico basado directa o indirectamente en el nominalismo”. Los darwinistas que sostienen la existencia de una inteligencia extraterrestre con frecuencia se ven obligados a dar saltos mortales en el dominio intelectual debido a su enfoque a priori de la cosmología. En todo rechazo de las visiones reduccionistas del hombre antes señaladas, la existencia del alma humana es la clave en la defensa de la dignidad humana. Es necesario sostener la noción cristiana de la creación en contraste con el enfoque de la evolución al azar de la inteligencia o de su aparición como epifenómeno de la materia[19]. Desde el momento que se pone en duda la verdadera naturaleza del hombre, se cierra un camino hacia la fe en Dios Creador.

Al negar la distinción entre el espíritu y la materia, todo pasa a ser materia existente por sí misma sin necesidad de un Creador o todo se convierte en una mente cerrada en sus presuposiciones a priori. Si es producto de semejante mente, el mundo material deja de ser un reino privilegiado que revela su propia existencia como obra del Creador. La solución del dualismo cristiano es la unidad en la dualidad y esta posición sobre la naturaleza del hombre tiene consecuencias en su vida social y política.

Por otra parte, la construcción de la ética depende de una interpretación de la naturaleza humana. La palabra clave fue “hombre” en “los debates filosóficos que llevaron al nominalismo de Ockham, y más allá del mismo, al empirismo y al racionalismo”. El debate se centró en los universales, especialmente en determinar si existía una naturaleza humana común en todos los hombres. El punto de vista que ganó terreno con el nominalismo fue la idea de que sólo existen individuos. Partiendo de esta base, se cierra el camino hacia valores éticos de carácter universal. El nominalismo permite entrar fácilmente a visiones del mundo impregnadas del azar, con lo cual la visión darwiniana del mundo y la ética darwiniana son consecuencias inevitables. Así, las consecuencias prácticas de la ética darwiniana se recogen en una sociedad en la cual la vida humana tiene poco valor, donde se rechaza la familia y se adopta la cultura de la muerte en forma de anticoncepción artificial, aborto y eutanasia.

Monogenismo y poligenismo

El libro del Génesis señala que toda la raza humana tiene su origen a partir de una pareja. En otro pasaje del Antiguo Testamento se señala que de Adán y Eva “nació todo el linaje humano” (Tb 8,6). En su discurso al Consejo del Areópago, San Pablo menciona el hecho de que toda la raza humana desciende de una sola pareja: “Él hizo de uno todo el linaje humano” (Act 17, 26). El Apóstol hace además un paralelo entre la Caída, que se produjo a través de un solo hombre, Adán, y la Redención, que llegó a través de Cristo, el Nuevo Adán: “Como por un hombre vino la muerte, también por un hombre vino la resurrección de los muertos. Y como en Adán hemos muerto todos, así también en Cristo somos todos vivificados” (1 Co 15:21-22; cfr. Rm 5:12-21). San Atanasio desarrolló en mayor medida la base cristológica de la doctrina conocida como el monogenismo, es decir que toda la raza humana desciende de Adán y Eva: “Lo nacido de María, de acuerdo a las Escrituras, fue por naturaleza humano; el Cuerpo del Señor era real, real porque era igual al nuestro. Esto fue así porque María era hermana nuestra, puesto que todos descendemos de Adán”. El hecho de no mencionarse explícitamente la esposa de Caín (Gn 4:17) entre los hijos de Adán y Eva no demuestra que no descendiera de ellos. Nuestros primeros padres tuvieron muchos hijos hombres y mujeres (Gn 5:4). Tampoco es válida la objeción según la cual el monogenismo no es posible porque exigía el matrimonio de los hijos de Adán con sus hermanas. En las circunstancias especiales del comienzo del linaje humano, la generación entre parientes cercanos estaba permitida, como puede observarse al menos en una ocasión más en el Antiguo Testamento (Gn 19:31-3, con el fin de perpetuar la raza humana. El monogenismo está necesariamente vinculado con la enseñanza cristiana sobre el pecado original.

Por otra parte, el poligenismo es la teoría que plantea la existencia de numerosas parejas en el origen de la raza humana. El apoyo a las teorías poligenistas sobre el origen del hombre suele estar marcado por matices ideológicos de fondo, entre ellos la noción del azar de la teoría de la evolución. Al prevalecer semejante idea, es más fácil concebir el desarrollo espontáneo al azar de diversos seres humanos “originales” en distintos lugares, de acuerdo únicamente con el criterio de la selección natural. El poligenismo conduce a una o más de por lo menos tres hipótesis inaceptables: en primer lugar, que el pecado original no se transmitió a todos los miembros de la raza humana; segundo, que aun cuando el pecado original se haya transmitido a todos los miembros de la raza humana, esto ocurre mediante un proceso que no es la generación; y la tercera hipótesis errónea es que el pecado original se trasmite por generación a todos los hombres, pero Adán no es un individuo en particular, sino un conjunto de personas[20].

Hay una diferencia entre poligenismo monofilético y polifilético. De acuerdo con el primero, el linaje humano desciende de varios seres humanos y no sólo de Adán y Eva, pero todos los seres humanos originales pertenecen a la misma estirpe o fílum. En este caso, es mucho más fácil decir que todos esos primeros seres humanos cometieron juntos el pecado original y éste se transmitió luego a sus descendientes.

Con todo, el poligenismo monofilético no bastaría para explicar satisfactoriamente las epístolas paulinas y la afirmación de que todos los hombres mueren con Adán. De acuerdo con el poligenismo polifilético, la raza humana desciende de numerosas estirpes o fílumes, con lo cual sería imposible garantizar la enseñanza de la Iglesia en el sentido que el pecado original se hereda a través de la generación. En todo caso, el Papa Pablo VI reafirmó las reservas de la Iglesia con respecto al poligenismo en el contexto de explicaciones inadecuadas sobre el pecado original dadas por algunos teólogos modernos. Estos autores, cuyo punto de partida es un poligenismo “que no ha sido demostrado”, prácticamente niegan la doctrina del pecado original. El Papa además señaló con énfasis la condición de primer padre universal de Adán[21].

El hecho de descender todo el linaje humano de una sola pareja pone en relieve la unidad esencial de toda la humanidad y la igualdad de todas las personas en una naturaleza única y constituye por lo tanto una poderosa defensa contra las diversas formas de racismo.

Hay una tendencia entre los nuevos teólogos a negar el monogenismo o poner en tela de juicio esta doctrina por cuanto ven que últimamente no se ha reafirmado en forma explícita. Con todo, el hecho de que el Magisterio no se haya pronunciado últimamente sobre el tema no implica una abrogación de la doctrina. Se presume que una enseñanza de la Iglesia (aún no declarada irreformable) subsiste mientras no se modifique explícitamente. Podríamos preguntarnos por qué estos teólogos tienden a apoyar el poligenismo. Tal vez no quieren estar rezagados en relación con los descubrimientos científicos.

Sin embargo, hasta ahora la ciencia no ha podido demostrar el poligenismo ni el monogenismo. Algunos hombres de ciencia han planteado el origen monogenético del cuerpo humano basándose en conocimientos genéticos. Las diferencias de color y forma del cuerpo humano podrían explicarse en términos de adaptación evolutiva de acuerdo con las condiciones de los distintos lugares del planeta.

Suponiendo que la evolución tuvo un rol en la preparación del protohumano antes de la introducción del alma, y suponiendo incluso que la ciencia pudiera detectar un poligenismo en estos seres inferiores, la revelación parece indicar que Dios introdujo el alma únicamente en una pareja elegida entre esos diversos protohumanos hipotéticos. La introducción del alma directamente por Dios otorga al ser humano una condición esencialmente distinta de los animales. Esta acción está fuera de la competencia de la investigación científica, como afirmó recientemente el Papa Juan Pablo II: “Las ciencias de la observación describen y miden las múltiples manifestaciones de la vida con precisión cada vez mayor y establecen una correlación entre ellas y la línea temporal. El momento de la transición a lo espiritual no puede ser objeto de este tipo de observación, que no obstante puede descubrir a nivel experimental una serie de señales muy valiosas indicadoras del carácter específico del ser humano”.

En otras palabras, las ciencias empíricas no tienen competencia para medir el acto de introducción por Dios de la primera alma humana y luego de todas las almas posteriores, y se ocupan únicamente de mediciones de los estados sucesivos de carácter material[22].

Por consiguiente, siendo los orígenes monogenéticos de la humanidad una elección divina, no son puramente producto del proceso evolutivo, de tal manera que es discutible la posibilidad de obtener una prueba científica definitiva en favor del monogenismo o el poligenismo. Si bien la ciencia de la paleontología ciertamente puede indicar qué fósiles son humanos y cuáles no lo son, la determinación de fechas de dichos materiales con el fin de ubicar a los primeros seres humanos no es siempre muy precisa. Este problema subsiste aun cuando exista la posibilidad de distinguir científicamente entre restos humanos y prehumanos.

La dificultad reside en establecer el vínculo entre lo prehumano y lo humano, sobre todo porque en la actualidad ya no es posible encontrar una gran cantidad de restos. Es sumamente dudoso que la ciencia alguna vez realmente esté en condiciones de refutar el origen monogenético de la persona humana. Por otra parte, es posible que sobre la base de consideraciones genéticas se determine efectivamente el origen de los seres humanos a partir de una sola pareja.

Conclusión

La afirmación más fundamental que debe hacerse contra el reduccionismo de los enfoques darwinianos de la antropología es que el dogma de la Encarnación garantiza la verdadera naturaleza del hombre. El propósito dentro del universo es reforzado por Cristo, cuya venida despliega en forma total y definitiva la economía de la salvación. Al margen de esta visión cristiana, el concepto de propósito está en peligro, y además de visualizarse con frecuencia el universo como producto del azar o el caos, también se expresa en estos términos la vida humana en el interior del mismo. El Concilio Vaticano II nos enseñó claramente que el misterio del hombre puede interpretarse a la luz del misterio de Cristo:
En realidad, únicamente en el misterio de la Palabra encarnada se aclara el misterio del hombre, porque Adán, el primer hombre, era uno como Aquel que vendría, Cristo el Señor. Cristo, el Nuevo Adán, en la revelación misma del misterio del Padre y Su amor, revela plenamente el hombre a sí mismo e ilumina su más alto llamado[23].

La doctrina del alma humana inmortal de Cristo es fundamental al respecto, por cuanto “sobre esa alma, inseparablemente unida con su naturaleza divina y su persona divina, la Escritura y los Credos predican el descenso de Cristo a los infiernos”. La creencia en el alma humana de Cristo refuerza el hecho de que el hombre es “radicalmente diferente del resto de la creación e incluso del resto del proceso evolutivo”[24].



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[1] PAPA JUAN PABLO II, Mensaje a la Pontificia Academia de Ciencias, 22 de octubre de 1996.
[2] Cuadernos iniciales no publicados de Darwin, transcritos y comentados por P.H. Barret, con un prefacio de J. Piaget, Cuaderno C, E.P. Dutton, Nueva York, 1974, 451.
[3] S.L. JAKI, Angels, Apes and Men (Los ángeles, los monos, y los hombres), Sherwood Sugden and Company, La Salle, Illinois, 1983, 55.
[4] R. DAWKINS, The Blind Watchmaker (El relojero ciego), Longmans, Harlow, 1986, 317.
[5] S.L. JAKI, The Purpose of It All (El propósito de todo eso), Scottish Academic Press, Edimburgo, 1990, 32.
[6] ID., Angels, Apes and Men, 67.
[7] Para una relación sobre la forma en que la visión cristiana lineal del cosmos liberó al hombre de las nociones paganas cíclicas, panteístas y eternalistas, ver S.L. JAKI, Science and Creation (La ciencia y la creación), Scottish Academic Press, Edimburgo, 1986.
[8] S.L.JAKI, Apes and Men, 67.
[9] Ibid.
[10] Ibid.
[11] Ibid.
[12] Ver PAPA JUAN PABLO II, Mensaje a la Pontificia Academia de Ciencias, 22 de octubre de 1996, donde afirma: “en vez de la teoría de la evolución, deberíamos hablar de varias teorías de la evolución”.
[13] Ver PAPA JUAN PABLO II, “Discurso a los participantes en un simposio internacional sobre la fe cristiana y la teoría de la evolución” (26 de abril de 1985).
[14] Ver ID., “Discurso en el Plenario”.
[15] Ver entrevista con V. MARCOZZI en Inside the Vatican, 5/1, 27.
[16] PAPA PÍO XII, Encíclica Humani Generis, N.36.
[17] PAPA JUAN PABLO II, Mensaje a la Pontificia Academia de las Ciencias, 22 de octubre de 1996.
[18] Ibid.
[19] Ver PAPA JUAN PABLO II, Mensaje a la Pontificia Academia de las Ciencias.
[20] Ver PAPA PIO XII, Humani generis, N.37.
[21] Ver PABLO VI, “Discruso en el Simposio sobre el pecado original”, 11 de junio de 1966.
[22] HAFFNER, Mystery of Creation, 75.
[23] Concilio Vaticano II, Gaudium et spes, N.22.1.
[24] S.L.JAKI, Chesterton, A Seer of Science (Chesterton, Un vidente de la ciencia), University of Illinois Press, Urbana, 1986, 79-80.
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Beatriz
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MensajePublicado: Lun Nov 10, 2008 3:34 pm    Asunto:
Tema: Alma y conciencia
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Rubicon, este articulo es una joya....


Gentileza de http://www.humanitas.cl/biblioteca/articulos/d0011/
para la BIBLIOTECA CATÓLICA DIGITAL


EVOLUCIONISMO Y
ANTROPOLOGÍA TEOLÓGICA
POR PAUL HAFFNER


El Papa Juan Pablo II manifestó recientemente que “en la actualidad, casi medio siglo después de la publicación de la Encíclica Humani Generis, los nuevos conocimientos nos han llevado a reconocer que la teoría de la evolución es algo más que una hipótesis”[1]. El objetivo de este artículo es examinar los efectos de la teoría de la evolución en la interpretación filosófico-teológica del origen y la naturaleza del hombre. La evolución puede definirse sobre la base de una serie de teorías mediante las cuales los hombres de ciencia procuran explicar cómo los organismos vivos de nuestros días se han desarrollado sucesivamente a partir de formas de vida más simples en un proceso de centenares de millones de años. El proceso evolutivo, como veremos, plantea dos tipos de problemas hasta ahora no resueltos completamente: el nivel probatorio de sus demostraciones y los mecanismos que han dado origen a la evolución.

Ciencia versus ideología

En primer lugar, es significativo el hecho de que muchos diarios y revistas hayan interpretado equivocadamente el Mensaje del Santo Padre, especialmente el pasaje anteriormente citado. A pesar de que Darwin jamás se menciona en el Mensaje del Papa, en la prensa internacional aparecieron titulares en primera página tales como “El Papa recluta a Darwin” o “Darwin rehabilitado”. Esto nos muestra la profunda raigambre de la ideología darwinista de la evolución en la sociedad de nuestros días. Una breve historia del enfoque darwinista nos muestra de qué manera se ha llegado a esta situación.

Desde el punto de vista científico, la teoría de la evolución fue divulgada por J.B. de Monet, caballero de Lamarck (1744-1829), quien planteó la existencia de un mecanismo hereditario de nuevas características adquiridas. En sus obras El origen de las especies (1859) y La descendencia humana (1871), Darwin propuso un mecanismo evolutivo diferente, cual es la selección natural. Esta última teoría incluía las nociones de las variaciones al azar, la lucha por la supervivencia y la supervivencia de los más aptos. Inicialmente, Darwin era anglicano, pero fue perdiendo gradualmente la fe en un Dios Creador personal y procuró eliminar del todo el rol divino en la evolución, sustituyendo la Divina Providencia con su teoría de la selección natural como fuerza rectora. Darwin heredó la corriente de pensamiento iniciada por Rousseau. Por paradojal que parezca, aun cuando era contrario a las ciencias, Rousseau estableció un nuevo rumbo para la ciencia del hombre. Este filósofo legó la negación romántica de la lógica y las distinciones, a lo cual Darwin agregó el materialismo al señalar lo siguiente: “¿Por qué el pensamiento, secreción del cerebro, ha de ser más maravilloso que la gravedad, propiedad de la materia?[2]. Al despojar al hombre del aspecto espiritual de su naturaleza, la norma de Darwin afirmó la ausencia de toda norma. Este sistema “nos llevaba hacia torbellinos insondables donde sólo íbamos a la deriva precipitados una y otra vez por el más ciego de los destinos”[3].

Los discípulos de Darwin, especialmente E. Haeckel (1834-1919) y T.H. Huxley, plantearon la teoría de la evolución como una ideología materialista y atea y como instrumento de propaganda antirreligiosa. La biología molecular reveló que los mecanismos hereditarios se dan a nivel genético microscópico y el neodarwinismo procuró ampliar el enfoque de Darwin considerando la evolución como una combinación de los cambios genéticos casuales y la selección natural. Richard Dawkins ejemplifica la ideología neodarwinista, en la cual el azar está dotado de las propiedades metafísicas de una fuerza creativa.

La esencia de la vida es de una improbabilidad estadística en escala colosal. Por consiguiente, la explicación de la vida en ningún caso puede ser el azar. La verdadera explicación de la existencia de la vida constituye necesariamente la antítesis misma del azar. La antítesis del azar es la supervivencia no azarosa, debidamente comprendida... Hemos buscado una forma de domar el azar... El “azar no domado”, puro, en su desnudez, implica un diseño ordenado que surge en la existencia a partir de la nada, en un solo salto... “Domar” el azar significa descomponer lo muy improbable en pequeños componentes menos improbables dispuestos en una serie... Y en la medida que postulemos una serie suficientemente amplia de grados intermedios suficientemente finos, estaremos en condiciones de derivar algo de otra cosa[4].

Esto constituye una negación de la idea de cualquier casualidad extracósmica, que se pierde en una red de cantidades infinitesimales. El azar no puede explicar la presencia de la belleza en el universo ni la capacidad humana de apreciar esa belleza cósmica. Como dice Stanley Jaki, “de todas las grandes teorías científicas, el darwinismo es aquella que más afirma a partir de una base relativamente menor”[5].

Por consiguiente, es necesario hacer una distinción entre el evolucionismo y el darwinismo, de tal manera que el cristiano no arroje al bebé evolutivo en el baño materialista.

El cristiano debe distinguir “entre el oro y la paja en la teoría de la evolución”[6].

El tiempo tiene una dignidad especial en el marco de la fe cristiana porque Cristo vino en el tiempo. Por lo tanto, la tentativa de comprensión del reino biológico considerando su desarrollo en el tiempo no debería en sí misma constituir un problema. No obstante, con frecuencia los pensadores cristianos no han advertido los “enormes montones de paja” de la teoría de la evolución. Esta omisión reside en el hecho de no percatarse de que la ideología darwiniana en realidad convierte el tiempo en un tráfago sin esperanza. Por su parte, Darwin tampoco advirtió que la fe cristiana libera al hombre de la prisión pesimista de una imagen del mundo basada en ciclos inexorables de tiempo. Es bastante trágico que habiéndose liberado de la servidumbre de antiguas visiones paganas, el hombre caiga nuevamente en otra imagen cíclica del mundo, moderna esta vez[7].

Huxley evocó “la visión de una evolución carente de sentido, en la cual era imposible distinguir lo superior de lo inferior, precisamente porque en la perspectiva darwiniana no había diferencia entre moverse hacia el futuro y retroceder al pasado”[8]. La confrontación con el darwinismo llevó a enfocar nuevamente la relación entre la naturaleza humana y el tiempo en la teología cristiana, como ocurriera al producirse el gran choque entre “la cristiandad naciente y la cultura helenística en torno a la interrogante sobre la vida, incluyendo la vida redentora de Cristo, vista como propuesta única y definitiva o puramente como un ir a la deriva en las insondables corrientes cíclicas de una fuerza cósmica ciega”[9].

No existe oposición entre la creación y la evolución.

El choque con el darwinismo se produce por cuanto éste constituye una posición materialista que excluye la creación. Además, el problema básico de la perspectiva darwiniana sobre la evolución es la ceguera ante los objetivos y la mente en una filosofía “en definitiva carente de sentido, en la cual únicamente los aspectos parciales se consideran dotados de significado, pero nunca la totalidad”[10]. Jaki observa que el darwinismo encuentra su más fértil crecimiento en suelo anglosajón, donde “las enciclopedias contienen artículos sobre la evolución, la antropología, la familia, la procreación, la educación, la sicología, el lenguaje e incluso la inteligencia, mientras el Hombre como tal es ignorado”[11].

La ciencia de la evolución

Del mismo modo que el estudio del desarrollo del cosmos material, la teoría de la evolución procura descubrir los secretos del mundo de las criaturas vivas desde sus etapas iniciales en el pasado más remoto. Las teorías científicas sobre la evolución se basan en diversos tipos de datos empíricos. La paleontología, que estudia los fósiles y otros restos de antiguos organismos que yacen en la tierra y el hielo, entrega las únicas pruebas directas de la evolución. Con todo, muchas teorías sobre el paso de un animal a otro procuran explicar la forma en que se dieron las diversas transiciones[12].

La anatomía y la fisiología comparadas han indicado relaciones entre seres vivos y además han descubierto pruebas de adaptación evolutiva. Las comparaciones de la estructura genética de distintas especies de organismos vivos han mostrado un vínculo entre diversos seres vivos, incluso entre plantas y animales. La distribución geográfica de una serie de especies entrega pruebas vinculadas con la evolución si se considera el desplazamiento continental. Con toda esta información ha sido posible diseñar árboles evolutivos y mostrar cómo algunos organismos vivos se han desarrollado a partir de especies más primitivas. Los distintos tipos de evidencia se corroboran entre sí y convergen en una visión de acuerdo a la cual la evolución tuvo un rol en el desarrollo de la vida en el planeta. Con todo, en el campo de la ciencia se carece de una serie de relaciones empíricas en las diversas cadenas de evidencia requeridas para comprobar la evolución en cada etapa del proceso de desarrollo biológico.

Tanto en el ámbito legal como científico, matemático, filosófico o teológico existe una relación analógica entre varios tipos de pruebas. En un caso legal, evidentemente es más difícil perseguir a un criminal por un delito cometido en una época muy anterior porque no se cuenta con algunos de los testigos claves. Además, con los años pueden producirse distorsiones en los hechos e incluso alteraciones en las pruebas. Se requieren criterios precisos para reconocer un elemento de prueba proveniente del pasado remoto. En las pruebas científicas, que difieren de las pruebas legales, existen no obstante ciertas extrapolaciones en el debate sobre el desarrollo del cosmos primitivo y la evolución de las formas iniciales de vida. Además, si bien en algunos casos es posible documentar claramente la microevolución (el estudio de transiciones entre organismos muy similares), es mucho más difícil plantear la macroevolución (que estudia un cuadro más amplio de relaciones entre diversos organismos vivos).

Los datos empíricos no permiten justificar el planteamiento de algunos evolucionistas en el sentido de que las mutaciones genéticas se produjeron por azar. Es preciso distinguir cuidadosamente entre un hecho rigurosamente científico (obtenido a posteriori) en la teoría de la evolución y una extrapolación injustificada a priori de esta teoría para constituir una ideología atea. Una interpretación completa de la evolución de los seres vivos debe considerar no sólo los efectos del medio ambiente o las modificaciones genéticas, sino también estar abierta por encima de todo a considerar el poder de la Providencia guiando a los seres creados mediante leyes inscritas en ellos.

El azar no puede ser responsable de desarrollos dirigidos y coordinados que han dado origen a estructuras biológicas complejas tales como el oído o los ojos. La evolución no puede visualizarse como un medio para excluir al Creador y es más bien un supuesto previo de la creación. En realidad, es posible visualizar la creación a la luz de la evolución como un hecho que se extiende en el tiempo -como una creación continua- en el cual Dios es claramente visto como el Creador del cielo y la tierra[13]. La teoría de la evolución natural, entendida en un sentido que no excluye la causalidad divina, no está necesariamente en contradicción con la verdad presentada en el Libro del Génesis sobre la creación del mundo visible[14]. La evolución puede enfocarse como una especie de creación programada, en la cual Dios ha inscrito las leyes de su evolución. De este modo, es posible observar un claro vínculo entre la acción divina en el comienzo del cosmos y Su permanente Providencia, que guía el desarrollo constante del mismo.

Desde la antigüedad hasta el siglo XVIII, se suponía que podía surgir vida subhumana a partir de la materia orgánica sin intervención de otro ser vivo. Esta teoría, conocida como la generación espontánea, se descartó a raíz de la investigación de L. Pasteur y otros hombres de ciencia en el siglo pasado. Hasta ahora la ciencia y la tecnología no han podido producir vida in vitro a partir de materia inanimada. Pareciera subsistir el principio omne vivum ex vivo, es decir que los seres vivos sólo pueden evolucionar a partir de otros seres vivos. Aun cuando se considerase posible la generación espontánea de seres vivos, esto no sería un argumento contra la existencia de Dios, puesto que Él sería responsable de la vida al encaminar causas secundarias hacia este fin en particular. Con todo, aun cuando se consideren causas evolutivas, no es posible excluir cierta intervención divina especial en el paso de la materia inanimada al ser vivo. Marcozzi diría que hay por lo menos tres etapas en las cuales es necesaria y evidente la intervención de Dios: “la aparición de la vida, es decir, de los primeros organismos vivos; las posibilidades evolutivas con que Dios dota a estos organismos; y por último la llegada del hombre, cuyas cualidades espirituales implican una intervención especial de Dios”[15].

Es posible observar empíricamente en el mundo subhumano la existencia de una jerarquía en los reinos vegetal y animal, aun cuando la distinción entre planta y animal no es tan marcada puesto que existen ciertos organismos primitivos con características de ambos reinos. Las especies superiores del reino animal son las de mayor desarrollo y por eso mismo más cercanas al hombre. La persona humana, por tener un alma espiritual, es la cúspide de la creación visible, y por lo tanto está dotada de intelecto y libre albedrío, pudiendo elegir para bien o para mal, y no está determinada ni programada por su entorno, lo cual la diferencia esencialmente de los animales.

La evolución y la creación del hombre

El posible rol de la evolución en la formación del cuerpo humano es un tema considerado ya por el Papa Pío XII en 1950:
La enseñanza de la Iglesia no prohíbe abordar la doctrina de la evolución en la investigación y el debate de los expertos del ámbito de las disciplinas humanas y la teología sacra, de acuerdo al estado actual de estas disciplinas, en cuanto esta doctrina se pregunta por el origen del cuerpo humano a partir de la materia viva existente. En cuanto a las almas, la fe católica nos exige sostener que son creación inmediata de Dios[16].

En general, las tentativas de concebir el alma espiritual como producto de la evolución y por consiguiente proveniente de la materia implican en mayor o menor medida un grado de materialismo, el uso de una ideología evolucionista para negar la naturaleza espiritual del hombre y la obra de Dios Creador. En todo caso, si se sostiene que la evolución sólo ha incidido en el cuerpo de la persona humana, preparándolo hasta cierto grado para recibir el alma, creada luego por Dios, esto no sería necesariamente contrario a la fe cristiana.

Una cosa es considerar el efecto de las leyes de la evolución en el reino animal y otra muy distinta es aplicarlas arbitrariamente a la creación del hombre.

Así, un debate sobre el origen del hombre en una perspectiva evolucionista no implica que Adán haya sido en realidad hijo de un animal. Sería teológicamente más acorde con la tradición cristiana sostener que la creación programada que puede llamarse evolución dio origen a una especie utilizada luego por Dios para crear al hombre. El ser inferior (que podría llamarse protohumano) llegó a un punto en que estaba preparado para recibir el alma humana, de tal manera que en el momento indicado Dios introdujo el alma en un embrión o en un miembro adulto de la especie.

Al mismo tiempo, Dios modificó y reconfiguró la estructura genética de ese protohumano para que pudiera recibir efectivamente el alma convirtiéndose así en un ser humano. De este modo, el nuevo ser heredó en parte su estructura genética del ser inferior y en parte la recibió por obra de la intervención divina directa. Ciertamente, no es posible verificar esta hipótesis mediante la investigación científica. Sin duda, algunos pensadores cristianos preferirían sostener que el cuerpo del primer ser humano fue producto de una intervención divina directa al margen de la evolución. Sin embargo, no es fácil decir que la creación del primer cuerpo humano simplemente haya brotado de la nada, puesto que las Escrituras dicen que se formó a partir del polvo de la tierra (Gn 2:7). Aun cuando sigue siendo un misterio la relación precisa entre el aporte de los procesos evolutivos y la intervención divina directa en la creación del cuerpo humano, en definitiva Dios es el responsable de la creación de la totalidad de Adán y la totalidad de Eva.

En el documento en el cual alude a la evolución, el Papa Juan Pablo II ha reafirmado con especial énfasis la acción directa de Dios Creador en el origen del alma humana. El Santo Padre subraya el hecho de que la introducción del alma en el cuerpo constituye un salto en el orden del ser, “un salto ontológico”[17]. Ha sido una gran preocupación del Papa rechazar aquellas teorías sobre la evolución “que de acuerdo con las filosofías en las cuales se inspiran, consideran la mente como un producto de las fuerzas de la materia viva o mero epifenómeno de la materia”[18], por cuanto estas teorías son incompatibles con la verdad sobre el hombre. Estas filosofías obstinadas e inadecuadas constituyen más que nada variantes del materialismo ateo. Como ha señalado muy claramente el Sumo Pontífice, es necesario defender la verdadera naturaleza del hombre para proteger su dignidad. Ciertamente, la experiencia humana nos muestra que al alzar la cabeza el darwinismo y otras ideologías similares, la dignidad del hombre se ha visto en gran peligro.

Hay una perspectiva darwinista detrás de la política totalitaria más represiva de este siglo: “Es muy comprensible el entusiasmo por el darwinismo de los partidarios de la dictadura del proletariado y de quienes han sostenido la existencia de una raza superior. Marx percibió de inmediato que la teoría darwinista era útil para promover la lucha de clases, y Hitler repetía con facundia los puntos de vista darwinistas, muy populares entre los líderes militares alemanes anteriores a la Primera Guerra Mundial, que como él los utilizaron para justificar sus planes”. El peligro real para el hombre y la sociedad reside en las filosofías que niegan la verdadera naturaleza del hombre y por lo tanto despojan a la sociedad de sus bases. Así, afirmaba Stanley Jaki: “Los verdaderos enemigos de una sociedad abierta no son las sociedades basadas en verdades absolutas o verdades sobrenaturales reveladas, sino las ideas de los círculos intelectuales que han optado por el azar considerándolo esencial... Las ideas son más peligrosas que las armas”. La sociedad occidental ha prosperado sobre la base de un cuerpo heredado de creencias absolutas implícitas. Por el hecho de no reconocerse la Revelación Cristiana, razón y trasfondo de estas creencias, la sociedad secular se enriquece como un “parásito” con estas verdades implícitamente cristianas.

La actual tendencia reduccionista en relación con el hombre, con sus orígenes darwinistas, también debe observarse en el problema de la “inteligencia artificial” o de las computadoras pensantes, otra cara de la misma moneda. Exaltar la materia hasta el punto de ubicarla en el reino del pensamiento equivale a reducir al hombre a un ser puramente material. La doctrina darwiniana en toda su amplitud, con sus dos principios centrales, a saber “el origen espontáneo de la vida y la aparición espontánea de la mente”, también implica la existencia al azar de la vida y seres racionales en otros planetas. Sin embargo, siendo la gran mayoría de las estrellas más antiguas que el sol, sus planetas deberían haber desarrollado supercivilizaciones cuyos representantes ya podrían haber establecido contacto con nosotros. Los darwinistas eluden este argumento apoyándose en el tamaño gigantesco del universo; pero en ese caso “nuestra propia búsqueda de inteligencia extraterrestre también debe considerarse una empresa mucho menos promisoria que la búsqueda de una aguja en un pajar”.

El tema de la inteligencia extraterrestre es “una interrogante realmente abierta, que no puede prejuzgarse de forma científica. Evidentemente, nadie puede ordenar a Dios la creación de intelectos en todas partes ni limitar su facultad de hacerlo”. Si existe vida inteligente en otro lugar del cosmos, surge una interrogante sobre nuestra comunicación con esa inteligencia extraterrestre. El darwinismo no sería útil en este aspecto porque no ve elemento alguno de carácter universal o fijo en la naturaleza humana ni vería una naturaleza o esencia en otros seres. La posibilidad de un discurso racional entre una inteligencia extraterrestre y los seres humanos depende del realismo metafísico, pero se debilitaría “en un discurso filosófico basado directa o indirectamente en el nominalismo”. Los darwinistas que sostienen la existencia de una inteligencia extraterrestre con frecuencia se ven obligados a dar saltos mortales en el dominio intelectual debido a su enfoque a priori de la cosmología. En todo rechazo de las visiones reduccionistas del hombre antes señaladas, la existencia del alma humana es la clave en la defensa de la dignidad humana. Es necesario sostener la noción cristiana de la creación en contraste con el enfoque de la evolución al azar de la inteligencia o de su aparición como epifenómeno de la materia[19]. Desde el momento que se pone en duda la verdadera naturaleza del hombre, se cierra un camino hacia la fe en Dios Creador.

Al negar la distinción entre el espíritu y la materia, todo pasa a ser materia existente por sí misma sin necesidad de un Creador o todo se convierte en una mente cerrada en sus presuposiciones a priori. Si es producto de semejante mente, el mundo material deja de ser un reino privilegiado que revela su propia existencia como obra del Creador. La solución del dualismo cristiano es la unidad en la dualidad y esta posición sobre la naturaleza del hombre tiene consecuencias en su vida social y política.

Por otra parte, la construcción de la ética depende de una interpretación de la naturaleza humana. La palabra clave fue “hombre” en “los debates filosóficos que llevaron al nominalismo de Ockham, y más allá del mismo, al empirismo y al racionalismo”. El debate se centró en los universales, especialmente en determinar si existía una naturaleza humana común en todos los hombres. El punto de vista que ganó terreno con el nominalismo fue la idea de que sólo existen individuos. Partiendo de esta base, se cierra el camino hacia valores éticos de carácter universal. El nominalismo permite entrar fácilmente a visiones del mundo impregnadas del azar, con lo cual la visión darwiniana del mundo y la ética darwiniana son consecuencias inevitables. Así, las consecuencias prácticas de la ética darwiniana se recogen en una sociedad en la cual la vida humana tiene poco valor, donde se rechaza la familia y se adopta la cultura de la muerte en forma de anticoncepción artificial, aborto y eutanasia.

Monogenismo y poligenismo

El libro del Génesis señala que toda la raza humana tiene su origen a partir de una pareja. En otro pasaje del Antiguo Testamento se señala que de Adán y Eva “nació todo el linaje humano” (Tb 8,6). En su discurso al Consejo del Areópago, San Pablo menciona el hecho de que toda la raza humana desciende de una sola pareja: “Él hizo de uno todo el linaje humano” (Act 17, 26). El Apóstol hace además un paralelo entre la Caída, que se produjo a través de un solo hombre, Adán, y la Redención, que llegó a través de Cristo, el Nuevo Adán: “Como por un hombre vino la muerte, también por un hombre vino la resurrección de los muertos. Y como en Adán hemos muerto todos, así también en Cristo somos todos vivificados” (1 Co 15:21-22; cfr. Rm 5:12-21). San Atanasio desarrolló en mayor medida la base cristológica de la doctrina conocida como el monogenismo, es decir que toda la raza humana desciende de Adán y Eva: “Lo nacido de María, de acuerdo a las Escrituras, fue por naturaleza humano; el Cuerpo del Señor era real, real porque era igual al nuestro. Esto fue así porque María era hermana nuestra, puesto que todos descendemos de Adán”. El hecho de no mencionarse explícitamente la esposa de Caín (Gn 4:17) entre los hijos de Adán y Eva no demuestra que no descendiera de ellos. Nuestros primeros padres tuvieron muchos hijos hombres y mujeres (Gn 5:4). Tampoco es válida la objeción según la cual el monogenismo no es posible porque exigía el matrimonio de los hijos de Adán con sus hermanas. En las circunstancias especiales del comienzo del linaje humano, la generación entre parientes cercanos estaba permitida, como puede observarse al menos en una ocasión más en el Antiguo Testamento (Gn 19:31-3, con el fin de perpetuar la raza humana. El monogenismo está necesariamente vinculado con la enseñanza cristiana sobre el pecado original.

Por otra parte, el poligenismo es la teoría que plantea la existencia de numerosas parejas en el origen de la raza humana. El apoyo a las teorías poligenistas sobre el origen del hombre suele estar marcado por matices ideológicos de fondo, entre ellos la noción del azar de la teoría de la evolución. Al prevalecer semejante idea, es más fácil concebir el desarrollo espontáneo al azar de diversos seres humanos “originales” en distintos lugares, de acuerdo únicamente con el criterio de la selección natural. El poligenismo conduce a una o más de por lo menos tres hipótesis inaceptables: en primer lugar, que el pecado original no se transmitió a todos los miembros de la raza humana; segundo, que aun cuando el pecado original se haya transmitido a todos los miembros de la raza humana, esto ocurre mediante un proceso que no es la generación; y la tercera hipótesis errónea es que el pecado original se trasmite por generación a todos los hombres, pero Adán no es un individuo en particular, sino un conjunto de personas[20].

Hay una diferencia entre poligenismo monofilético y polifilético. De acuerdo con el primero, el linaje humano desciende de varios seres humanos y no sólo de Adán y Eva, pero todos los seres humanos originales pertenecen a la misma estirpe o fílum. En este caso, es mucho más fácil decir que todos esos primeros seres humanos cometieron juntos el pecado original y éste se transmitió luego a sus descendientes.

Con todo, el poligenismo monofilético no bastaría para explicar satisfactoriamente las epístolas paulinas y la afirmación de que todos los hombres mueren con Adán. De acuerdo con el poligenismo polifilético, la raza humana desciende de numerosas estirpes o fílumes, con lo cual sería imposible garantizar la enseñanza de la Iglesia en el sentido que el pecado original se hereda a través de la generación. En todo caso, el Papa Pablo VI reafirmó las reservas de la Iglesia con respecto al poligenismo en el contexto de explicaciones inadecuadas sobre el pecado original dadas por algunos teólogos modernos. Estos autores, cuyo punto de partida es un poligenismo “que no ha sido demostrado”, prácticamente niegan la doctrina del pecado original. El Papa además señaló con énfasis la condición de primer padre universal de Adán[21].

El hecho de descender todo el linaje humano de una sola pareja pone en relieve la unidad esencial de toda la humanidad y la igualdad de todas las personas en una naturaleza única y constituye por lo tanto una poderosa defensa contra las diversas formas de racismo.

Hay una tendencia entre los nuevos teólogos a negar el monogenismo o poner en tela de juicio esta doctrina por cuanto ven que últimamente no se ha reafirmado en forma explícita. Con todo, el hecho de que el Magisterio no se haya pronunciado últimamente sobre el tema no implica una abrogación de la doctrina. Se presume que una enseñanza de la Iglesia (aún no declarada irreformable) subsiste mientras no se modifique explícitamente. Podríamos preguntarnos por qué estos teólogos tienden a apoyar el poligenismo. Tal vez no quieren estar rezagados en relación con los descubrimientos científicos.

Sin embargo, hasta ahora la ciencia no ha podido demostrar el poligenismo ni el monogenismo. Algunos hombres de ciencia han planteado el origen monogenético del cuerpo humano basándose en conocimientos genéticos. Las diferencias de color y forma del cuerpo humano podrían explicarse en términos de adaptación evolutiva de acuerdo con las condiciones de los distintos lugares del planeta.

Suponiendo que la evolución tuvo un rol en la preparación del protohumano antes de la introducción del alma, y suponiendo incluso que la ciencia pudiera detectar un poligenismo en estos seres inferiores, la revelación parece indicar que Dios introdujo el alma únicamente en una pareja elegida entre esos diversos protohumanos hipotéticos. La introducción del alma directamente por Dios otorga al ser humano una condición esencialmente distinta de los animales. Esta acción está fuera de la competencia de la investigación científica, como afirmó recientemente el Papa Juan Pablo II: “Las ciencias de la observación describen y miden las múltiples manifestaciones de la vida con precisión cada vez mayor y establecen una correlación entre ellas y la línea temporal. El momento de la transición a lo espiritual no puede ser objeto de este tipo de observación, que no obstante puede descubrir a nivel experimental una serie de señales muy valiosas indicadoras del carácter específico del ser humano”.

En otras palabras, las ciencias empíricas no tienen competencia para medir el acto de introducción por Dios de la primera alma humana y luego de todas las almas posteriores, y se ocupan únicamente de mediciones de los estados sucesivos de carácter material[22].

Por consiguiente, siendo los orígenes monogenéticos de la humanidad una elección divina, no son puramente producto del proceso evolutivo, de tal manera que es discutible la posibilidad de obtener una prueba científica definitiva en favor del monogenismo o el poligenismo. Si bien la ciencia de la paleontología ciertamente puede indicar qué fósiles son humanos y cuáles no lo son, la determinación de fechas de dichos materiales con el fin de ubicar a los primeros seres humanos no es siempre muy precisa. Este problema subsiste aun cuando exista la posibilidad de distinguir científicamente entre restos humanos y prehumanos.

La dificultad reside en establecer el vínculo entre lo prehumano y lo humano, sobre todo porque en la actualidad ya no es posible encontrar una gran cantidad de restos. Es sumamente dudoso que la ciencia alguna vez realmente esté en condiciones de refutar el origen monogenético de la persona humana. Por otra parte, es posible que sobre la base de consideraciones genéticas se determine efectivamente el origen de los seres humanos a partir de una sola pareja.

Conclusión

La afirmación más fundamental que debe hacerse contra el reduccionismo de los enfoques darwinianos de la antropología es que el dogma de la Encarnación garantiza la verdadera naturaleza del hombre. El propósito dentro del universo es reforzado por Cristo, cuya venida despliega en forma total y definitiva la economía de la salvación. Al margen de esta visión cristiana, el concepto de propósito está en peligro, y además de visualizarse con frecuencia el universo como producto del azar o el caos, también se expresa en estos términos la vida humana en el interior del mismo. El Concilio Vaticano II nos enseñó claramente que el misterio del hombre puede interpretarse a la luz del misterio de Cristo:
En realidad, únicamente en el misterio de la Palabra encarnada se aclara el misterio del hombre, porque Adán, el primer hombre, era uno como Aquel que vendría, Cristo el Señor. Cristo, el Nuevo Adán, en la revelación misma del misterio del Padre y Su amor, revela plenamente el hombre a sí mismo e ilumina su más alto llamado[23].

La doctrina del alma humana inmortal de Cristo es fundamental al respecto, por cuanto “sobre esa alma, inseparablemente unida con su naturaleza divina y su persona divina, la Escritura y los Credos predican el descenso de Cristo a los infiernos”. La creencia en el alma humana de Cristo refuerza el hecho de que el hombre es “radicalmente diferente del resto de la creación e incluso del resto del proceso evolutivo”[24].



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[1] PAPA JUAN PABLO II, Mensaje a la Pontificia Academia de Ciencias, 22 de octubre de 1996.
[2] Cuadernos iniciales no publicados de Darwin, transcritos y comentados por P.H. Barret, con un prefacio de J. Piaget, Cuaderno C, E.P. Dutton, Nueva York, 1974, 451.
[3] S.L. JAKI, Angels, Apes and Men (Los ángeles, los monos, y los hombres), Sherwood Sugden and Company, La Salle, Illinois, 1983, 55.
[4] R. DAWKINS, The Blind Watchmaker (El relojero ciego), Longmans, Harlow, 1986, 317.
[5] S.L. JAKI, The Purpose of It All (El propósito de todo eso), Scottish Academic Press, Edimburgo, 1990, 32.
[6] ID., Angels, Apes and Men, 67.
[7] Para una relación sobre la forma en que la visión cristiana lineal del cosmos liberó al hombre de las nociones paganas cíclicas, panteístas y eternalistas, ver S.L. JAKI, Science and Creation (La ciencia y la creación), Scottish Academic Press, Edimburgo, 1986.
[8] S.L.JAKI, Apes and Men, 67.
[9] Ibid.
[10] Ibid.
[11] Ibid.
[12] Ver PAPA JUAN PABLO II, Mensaje a la Pontificia Academia de Ciencias, 22 de octubre de 1996, donde afirma: “en vez de la teoría de la evolución, deberíamos hablar de varias teorías de la evolución”.
[13] Ver PAPA JUAN PABLO II, “Discurso a los participantes en un simposio internacional sobre la fe cristiana y la teoría de la evolución” (26 de abril de 1985).
[14] Ver ID., “Discurso en el Plenario”.
[15] Ver entrevista con V. MARCOZZI en Inside the Vatican, 5/1, 27.
[16] PAPA PÍO XII, Encíclica Humani Generis, N.36.
[17] PAPA JUAN PABLO II, Mensaje a la Pontificia Academia de las Ciencias, 22 de octubre de 1996.
[18] Ibid.
[19] Ver PAPA JUAN PABLO II, Mensaje a la Pontificia Academia de las Ciencias.
[20] Ver PAPA PIO XII, Humani generis, N.37.
[21] Ver PABLO VI, “Discruso en el Simposio sobre el pecado original”, 11 de junio de 1966.
[22] HAFFNER, Mystery of Creation, 75.
[23] Concilio Vaticano II, Gaudium et spes, N.22.1.
[24] S.L.JAKI, Chesterton, A Seer of Science (Chesterton, Un vidente de la ciencia), University of Illinois Press, Urbana, 1986, 79-80.
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HEINI
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MensajePublicado: Vie Nov 14, 2008 7:52 am    Asunto: Alma y conciencia
Tema: Alma y conciencia
Responder citando

Lo que para nosotros es azar, para Dios es determinismo puro y duro, de otra forma no existirían los milagros. Dios, para hacer un milagro tiene que, en primer lugar, respetar las leyes creadas por El mismo y, en segundo lugar, haber dispuesto el momento y posición de todas las partículas que componen la realidad material desde su aparición, hace miles de millones de años hasta la consumación de los tiempos.
Sin azar no seríamos libres, no habría libre albedrío
El azar, lo aleatorio, como esencia del mundo cuántico, es obra de Dios. El azar es precisamente el toque maestro de Dios, es el azar lo que garantiza nuestra libertad de albedrío. Sin azar tendríamos que aceptar el determinismo. El azar no excluye el diseño divino.
Un suceso aleatorio es aquel que puede ocurrir con unas características variables que no tenemos forma de determinar de antemano con absoluta seguridad. Lo único que sabemos son las distintas características con que puede ocurrir y la frecuencia estimada con que puede aparecer cada una de ellas.
Un dado tiene seis caras, sabemos, por tanto, que la probabilidad de que al lanzar el dado aparezca una concreta entre las seis es de 1/6, pero eso no quiere decir que si lanzamos el dado seis veces aparezca cada una de las caras una vez. Se trata de una frecuencia de ocurrencia estimada, el suceso resultado del lanzamiento del dado no está determinado. Para nosotros el futuro es algo potencial que puede ocurrir en seis versiones distintas, ahora bien tiremos el dado un millón de veces y veremos como el número de veces que aparece cada cara se aproxima a 1/6 de un millón, incluso puede que, alguna o algunas de las caras del dado aparezca con una frecuencia exacta de 1/6, pero en la tirada un millón más una puede desaparecer esa exactitud porque la aparición de los distintos sucesos no tiene un orden conocido para nosotros, pero Dios si lo conoce porque El ha ordenado los sucesos desde el Principio. Por eso para Dios si existe el determinismo, pero para nosotros , no. Por eso el azar, que solo existe para las criaturas de Dios, no excluye la existencia de Dios y además es el mejor regalo que Dios nos hizo porque con él nos hizo libres.

Paul Haffner dice, en el artículo aportado por Beatriz:
“La esencia de la vida es de una improbabilidad estadística en escala colosal… Por consiguiente, la explicación de la vida en ningún caso puede ser el azar.” No, si los sucesos han sido ordenados por Dios. La aparición de la vida, en el momento que Dios consideró oprtuno, es un estupendo milagro, pero, para nosotros, siempre será un suceso aleatorio.
“En la medida en que postulemos una serie suficientemente amplia de grados intermedios suficientemente finos, estaremos en condiciones de derivar algo de otra cosa” Pero eso sigue siendo azar.
“Esto constituye una negación de la idea de cualquier causalidad extracósmica…” ¿Por qué? El azar es obra de Dios como todo lo que existe.
“…la tentativa de comprensión del reino biológico considerando su desarrollo en el tiempo no debería en sí misma constituir un problema…” Claro que no, él mismo ha dicho poco antes “El tiempo tiene una dignidad especial en el marco de la fe cristiana…” El tiempo tiene un papel fundamental en la Creación, gracias al tiempo caminamos hacia la perfección, el tiempo es un camino de esperanza.

Haffner cae en un error muy frecuente, cuando los científicos hablan de azar, hablan del mundo físico, los científicos nunca hablan de Dios. Y el mundo físico es aleatorio para nosotros aunque Dios lo haya ordenado todo desde el Principio.

Lo que para nosotros es azar para Dios es diseño, ley, orden.
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Miles_Dei
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MensajePublicado: Vie Nov 14, 2008 12:24 pm    Asunto:
Tema: Alma y conciencia
Responder citando

Cita:
Lo que para nosotros es azar, para Dios es determinismo puro y duro, de otra forma no existirían los milagros.


El deismo racionalista no anda muy lejos de lo que planteas.

La libertad es algo que no se puede entender desde la física, aunque haya un vestigio en el mundo físico.

Y es la libertad de Dios, una persona, la que ha creado y mantiene al mundo en la creación.

Tras la creación del hombre, le ha dado potestad para participar en la obra creadora en cuanto ser libre.

Cuando Dios hace un milagro, no suspende las leyes físicas, sino que las usa en una forma que no conocemos. Esa es la definición clásica agustiniana de milagro, que deja muy atrás el determinismo o la ecuación reversible del universo.

Un saludo en la Paz de Cristo.
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HEINI
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MensajePublicado: Vie Nov 14, 2008 4:54 pm    Asunto: Alma y conciencia
Tema: Alma y conciencia
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Miles dice: “El deísmo racionalista no está muy lejos de lo que planteas…”
El deísmo solo se preocupa por la existencia de Dios sin querer entrar en su “comprensión” como ser personal, como creador de todo lo que existe y, sobre todo, como providente. Para los deístas Dios creó y se apartó de su Creación abandonándola a su suerte, niega por tanto el carácter providente de Dios para con su creación.
Incurres en el mismo error que Haffner, creyendo que cuando los físicos definen la realidad cuántica como aleatoria están diciendo que Dios ha dejado las cosas al azar. He advertido que “los físicos nunca hablan de Dios”.
He dicho que Dios ha “…dispuesto el momento y posición de todas las partículas que componen la realidad material desde su aparición, hace miles de millones de años hasta la consumación de los tiempos.” Pero lo que Dios conoce, nosotros no lo conocemos, de forma que lo que para Dios está determinado, y determinado por El, para nosotros es aleatorio. ¿Hay algo más distante del deísmo racionalista y de la falta de providencia y de proximidad a Su obra que atribuyen a Dios, que un Dios que se ocupa de marcar la “línea de Universo” para cada partícula de las que lo componen?
Dios tiene que ser lógico aunque su lógica sea ininteligible para nosotros, pues tiene lugar en una Realidad de la que solo tenemos vagos atisbos, sombras en la caverna de Platón, pero Dios tiene que ser lógico aunque no lo entendamos.
Recuerda que Dios es Acto Unico y existe en la Eternidad, en el no-tiempo y en un solo y Unico Acto estableció todo lo necesario y suficiente para la "economía" de Su creación. Jesucristo nos enseñó que si pedimos con fe, con verdadera fe, siempre seremos atendidos. Así cuando alguien, con fe suficiente, ha pedido un milagro a Dios, esta petición ha sido conocida por Dios en el no-tiempo, antes del Principio, y Dios ordenó los sucesos, el momento y posición de las partículas, para que el milagro fuera posible sin infringir ninguna ley natural. Chesterton decía que una de las cosas que le convencían del catolicismo era que al primero que se pedía lógica era a Dios.

Miles dice: “…la libertad no se puede entender desde la Física…”
Precisamente desde la Física se han proporcionado los argumentos y pruebas experimentales de que el determinismo, la no-libertad, no existe. El determinismo que, en principio, fue apoyado por la ciencia, ha sido destronado por la misma ciencia. Siempre lo he dicho, no hay más que darles tiempo suficiente, la Iglesia y la ciencia siempre acabarán encontrándose.

Comprendo, y agradezco sinceramente, la preocupación de Miles por la excesiva abundancia de argumentos científicos en mi apologética religiosa personal, pero me obsesiona demostrar que la Religión no tiene que ver en la ciencia un enemigo y que los argumentos científicos pueden usarse a favor de la fe, digamos que esta es una especie de cruzada personal.
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Miles_Dei
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MensajePublicado: Sab Nov 15, 2008 8:56 am    Asunto:
Tema: Alma y conciencia
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Creo que no entiendes lo que te digo: el espíritu libre no puede ser medido desde la física. No existe lo que llamas determinismo ni en Dios ni en el mundo. Dios es libre y por eso se dan las cosas tan curiosas como el colapso de onda cuando un espíritu trata de inferir en el mundo cuántico.

Esto es ni más ni menos que la necesidad de la presencia de la forma en la materia "non signata" para que sea cognoscible de la que ya nos hablaba la metafísica clásica. Sólo el acto de ser es capaz de sustentar a la materia no especificada (non signata). Esto es metafísica y la base del ser del mundo. Donde un Dios libre decide las formas que sobrevienen a la materia, o dicho sea de paso, su organización. Pero esto no se hace bajo ninguna ecuación conocida sólo para Dios o para la mente divina. Eso es el racionalismo deista. Eso se hace por un DESIGNIO de Dios donde su voluntad es su mismo entendimiento. Y ese designio sabemos por la razón, que es providente y además por revelación sabemos que es amoroso y ordenado a la criatura libre que es el centro de la creación visible e invisible.

La ciencia y la fe se tocan, pero no de la manera que pareces presentar, con un Deus ex machina que sabe todo lo que está más allá de la ciencia, sino que Dios es el fundamento del mismo saber cientifico en cuanto esta es una percepción visible de su creación.

Un saludo en la Paz de Cristo.
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Se trabó un gran combate en el cielo: Miguel y sus ángeles luchaban contra el dragón. (Apoc 12, 7)
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Beatriz
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Registrado: 01 Oct 2005
Mensajes: 6434

MensajePublicado: Sab Nov 15, 2008 4:08 pm    Asunto:
Tema: Alma y conciencia
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Yo creo que Dios ha querido ambas cosas: libertad y determinismo, libertad suficiente para rechazar cualquier determinismo, por eso se dan cosas como el colapso de onda.

Es una opinion personal.
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"Quien no ama, no conoce"
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Miles_Dei
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Registrado: 17 Sep 2007
Mensajes: 11717

MensajePublicado: Sab Nov 15, 2008 5:08 pm    Asunto:
Tema: Alma y conciencia
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Beatriz escribió:
Yo creo que Dios ha querido ambas cosas: libertad y determinismo, libertad suficiente para rechazar cualquier determinismo, por eso se dan cosas como el colapso de onda.

Es una opinion personal.


Muy cierto, pero eso en realidad niega el determinismo ¿no?

¿Que otra cosa es lo que presenta Cristo frente a ese pecado original que lastra al hombre? Si el pecado original de un ser libre alteró el plan del universo entero para mal, la libertad de Cristo hecho hombre redimió al mundo y lo hace cada día en cada persona a la que mira a los ojos esperando su conversión.

Un saludo en la Paz de Cristo.
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Beatriz
Veterano


Registrado: 01 Oct 2005
Mensajes: 6434

MensajePublicado: Sab Nov 15, 2008 5:36 pm    Asunto:
Tema: Alma y conciencia
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Miles_Dei escribió:
Beatriz escribió:
Yo creo que Dios ha querido ambas cosas: libertad y determinismo, libertad suficiente para rechazar cualquier determinismo, por eso se dan cosas como el colapso de onda.

Es una opinion personal.


Muy cierto, pero eso en realidad niega el determinismo ¿no?

¿Que otra cosa es lo que presenta Cristo frente a ese pecado original que lastra al hombre? Si el pecado original de un ser libre alteró el plan del universo entero para mal, la libertad de Cristo hecho hombre redimió al mundo y lo hace cada día en cada persona a la que mira a los ojos esperando su conversión.

Un saludo en la Paz de Cristo.


Totalmente de acuerdo.

Algunos lo llaman "determinismo moderado" pero yo no estoy de acuerdo. Creo que existen ambas cosas: determinismo y libertad y son perfectamente compatibles. A veces ciertas disposiciones geneticas, culturales, psicologicas, neurologicas, etc., pueden determinar nuestras acciones pero tenemos esa bendita libertad que Dios nos ha dado para rechazar cualquier forma de determinismo....

Hay una union entre el hombre y toda la creacion de Dios. No se dice que cuando Jesus regrese el hombre y la creacion entera se beneficiaran con la redencion?....por eso creo que esas cosas tan curiosas que se dan como el colapso de onda son un reflejo de esa union de destino que comparte el hombre con toda la creacion de Dios y demuestra que la libertad es un hecho que el racionalista no puede negar tan facilmente.

Saludos
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