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Un libro sobre Santa Teresita

 
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Lisieux
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Registrado: 12 Feb 2009
Mensajes: 16

MensajePublicado: Jue Feb 12, 2009 10:31 pm    Asunto: Un libro sobre Santa Teresita
Tema: Un libro sobre Santa Teresita
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Hola, quisiera recomendar a todos los amigos de Santa Teresita el libro “Procesos de Beatificación y Canonización”, una selección de la editorial Montecarmelo:



http://www.montecarmelo.com/catalogo/product_info.php?products_id=188

El libro recoge las deposiciones de algunos testigos del proceso, personas que conocieron directamente a Teresita o bien fueron contemporáneos de su “huracán de gloria”.

Voy a extractar una pequeña parte de la deposición de Sor María de la Trinidad, novicia muy querida por nuestra santita normanda:

“El recuerdo de las virtudes que vi practicar a la Sierva de Dios es siempre para mí un verdadero estímulo. Cuando deseo animarme a obrar bien, no tengo que hacer otra cosa más que preguntarme qué haría ella en mi lugar; inmediatamente conozco la línea de conducta que he de seguir para obrar con la mayor perfección.

Mi confianza en ella es tal, que todos los días hago la siguiente oración al Niño Jesús: “Imprime en mí tu gracia y tus virtudes infantiles, a fin de que en el día de mi nacimiento para el cielo, los ángeles y los santos reconozcan en tu pequeña esposa la fiel imagen de mi Teresita del Niño Jesús”. En todas las circunstancias recurro a su intercesión, y observo con gratitud que nunca lo he hecho en vano, no sólo para mí, sino para todos aquellos que le he encomendado. Si su poder no siempre se manifiesta con favores temporales, se hace presente con gracias espirituales mucho más preciosas.

He aquí algunos favores que me son personales. Para mayor comodidad, había hecho en mi hábito un grueso pliegue, sólidamente cosido a pespunte, con el fin de no verme precisada cada mañana a formar el pliegue al ponerme la correa. Algunos días antes de la muerte de la Sierva de Dios, le hablé sobre ello; inmediatamente me dijo que descosiera dicho pliegue, pues iba contra las costumbres. Sin embargo, lo dejé todavía, demorando para más adelante el descoserlo. Al día siguiente de la muerte de sor Teresa, este desgraciado pliegue no se me quitaba de la cabeza, y me decía a mí misma: “¡Ella ve que todavía lo tengo, y tal vez le cause pena!”. Por fin, le hice esta oración: “¡Querida hermanita, si este pliegue os desagrada, deshacedlo vos misma, y os prometo no volver a hacerlo”. ¡Cosa maravillosa! A partir del día siguiente, me di cuenta de que el pliegue había desaparecido. Probé algo así como un sentimiento de espanto y al mismo tiempo de gran consuelo. Este hecho fue para mí una advertencia para poner en práctica todos sus consejos y recomendaciones.

El 28 de febrero de 1909, sor Teresa me curó súbitamente de una dilatación de estómago, que ningún remedio lograba vencer. Sufría desde hacía más de dos años, y el mal iba en aumento. Preveía ya llegado el momento en que me vería obligada a abandonar la austeridad de la Regla. En mi angustia, y llena de fe, me apliqué al estómago una unción con el aceite que arde ante la imagen de la Virgen que sonrió a la Sierva de Dios en su infancia, suplicando a mi hermanita sor Teresa que tuviese piedad de mí y me curas de momo que pudiese seguir la Regla. Inmediatamente desapareció toda molestia, y esta gracia ha continuado concediéndoseme hasta el día de hoy, 15 de marzo de 1911.

Sor Teresa del Niño Jesús me ha favorecido también con sus perfumes en diversas ocasiones: con perfume de violetas, especialmente un día en que acababa de practicar un acto de humildad; con perfume de rosas, que emanaba una vez de las vitrinas donde se guardan sus libros y estampas; con perfume de incienso, en circunstancias en que iba a prestar un servicio en relación con ella.

El 15 de septiembre de 1910, me dirigí al torno para recoger un paquete llegado de Bar-le-Duc. Sobre la mesa encontré una tabla húmeda y carcomida. Cuando me acercaba a coger el paquete, se desprendió de aquel trozo de madera, que yo consideraba una tabla de desecho, un fortísimo y delicioso olor a incienso. Rápidamente pensé que se trataba de un fragmento del ataúd exhumado nueve días antes. Fui a avisar a nuestra Madre priora para hacerla gozar de aquel prodigio, pero ella no experimentó sensación alguna. Viendo esto, nuestra Madre fue a buscar a otra hermana, pero sin prevenirla de lo que se trataba; dicha religiosa, al acercarse al torno, se vio afectada por el mismo olor a incienso. Nuestra Madre llevó aquella preciosa reliquia a la recreación para enseñársela a la comunidad, pero nuestras hermanas sólo comprobaron en la tabla la humedad y el moho, a pesar de que se les advirtió que se trataba de una tabla de lataúd de la Sierva de Dios. Aquella tabla era, en efecto, la de la cabecera del ataúd, que se había desprendido y que no se había podido encontrar. El doctor La Néele, que había hecho de testigo pericial en la exhumación, y a quien se la mostramos, reconoció perfectamente dicho fragmento.

Es de notar que estos perfumes no se percibieron en momentos en que se los hubiera esperado previamente. Por ejemplo, el día mismo de la exhumación, se le llevó a la comunidad la tapa entera del ataúd y algunos fragmentos del vestido, y ninguna de nosotras percibió entonces perfume alguno que proviniera de tales objetos.

Sentí también visible la ayuda de la Sierva de Dios en las grandes tribulaciones que se abatieron sobre mi familia. No ahorró ningún sufrimiento, ninguna humillación a mis parientes, pero les obtuvo la gracia de soportar cristianamente las pruebas, y todos sacaron de ellas gran provecho para sus almas.

Atribuyo también a la protección de la Sierva de Dios la conversión completa y muy necesaria de la más joven de mis hermanas, así como su vocación al Carmelo. Ella me escribía el año pasado: “No salgo de mi asombro ante el cambio que se ha obrado en mí; intentaría vivir como antaño en la indiferencia, y no podría. ¡Y pensar que todo esto ha acaecido tras una novena a Sor Teresa del Niño Jesús! Poco a poco, he ido amando a Dios, y me he sentido amada; éste es todo el misterio de mi conversión, etc…”.

Las cartas que recibimos en el Carmelo, y que leo cada día, como arriba he dicho, están llenas no sólo de testimonios de admiración hacia la santidad de la Sierva de Dios, sino que un gran número de las mismas contienen el relato de gracias temporales y espirituales obtenidas por su intercesión. A lo largo del año 1909, llegué a contar 1.830 acciones de gracias de este género, provenientes de todos los países. En 1910 y 1911, renuncié a contarlas, a causa del intenso trabajo que me imponía el cargo de la correspondencia epistolar.”


Roguemos como sor María de la Trinidad para que Dios haga de nosotros imagen fiel de la "santa más grande de los tiempos modernos".
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Alberto Osvaldo Caram
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Registrado: 21 Feb 2009
Mensajes: 5

MensajePublicado: Sab Feb 21, 2009 3:36 am    Asunto:
Tema: Un libro sobre Santa Teresita
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Gracias por la recomendación!
_________________
Beto de la Cruz
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Lisieux
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Registrado: 12 Feb 2009
Mensajes: 16

MensajePublicado: Mar Feb 24, 2009 10:43 pm    Asunto:
Tema: Un libro sobre Santa Teresita
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Alberto Osvaldo Caram escribió:
Gracias por la recomendación!


Verdaderamente el libro merece la pena. Quienes aman a Teresita y su familia lo disfrutaran especialmente. Voy a transcribir algunas palabritas más:

Testimonia su hermana Celina, (Sor Genoveva de la Santa Faz) en el proceso ordinario:

“Su caridad no se desmentía respecto a aquellas personas de quienes podría haber quejado. Por lo demás, no se quejaba nunca de nadie. Durante su permanencia en el internado, cuando algunas alumnas mayores que ella, llevadas por la envidia, le hacían pagar sus éxitos con chistes de mal gusto, ella se limitaba a llorar en silencio, sin decirme nada. En el Carmelo, su caridad revistió de las mismas formas. Si alguna preferencia sentía, era hacia las hermanas más desamparadas, y en las recreaciones la vi siempre colocarse junto a aquellas cuyo carácter le era menos simpático. Pidió a la Madre Priora que la nombrase auxiliar en una oficina en la que nadie podía para a causa del desagradable carácter de la titular, y lo hizo con la intención de hacerle algún bien a aquella religiosa.

Un día, para animarme a vencer antipatías personales, me confió las violencias que ella misma se imponía desde muy atrás en este punto. Esta confidencia fue para mí una revelación, pues se dominaba tanto, que nada se traslucía de sus esfuerzos, y quedé todavía más estupefacta cuando me manifestó el nombre de la hermana que de tal modo protagonizaba sus luchas cotidianas. En realidad, veía a la Sierva de Dios tan amable, tan obsequiosa con aquella hermana, que la hubiera tomado por su mejor amiga. Parecía que cuanto más una religiosa se mantenía en su sinrazón, tanto más amable, comedida y dulce se mostraba ella, a fin de cicatrizar el corazón irritado al que veía sufrir.

Deseaba hacerme practicar estas maneras, pero yo le decía “¡Es demasiado difícil, nunca lo conseguiré! Tomo buenas resoluciones, veo claramente lo que debo hacer; luego, al primer choque, me dejo vencer”. –“Si os desconcertáis tan fácilmente – me respondió -, es porque no endulzáis de antemano vuestro corazón. Cuando os halláis irritada contra alguno, el medio para recuperar la paz consiste en rogar por esa persona y pedirle a Dios que la recompense por haberos dado la ocasión de sufrir”-

Durante su enfermedad me hizo notar también cómo la primera enfermera le ponía siempre ropa muy suave, que escogía con el más delicado esmero, a fin de aliviarla un poco. “Pues mirad – me dijo – se han de usar los mismos cuidados con las almas; muchas veces no se piensa en ello y se las lastima…Algunas están enfermas, muchas son débiles, todas sufren. ¡De qué ternura deberíamos usar con ellas!”

Me decía “que se ha de tratar siempre a las otras con caridad, porque con frecuencia lo que a nuestros ojos parece negligencia, es heroico a los ojos de Dios. Una hermana que tiene jaqueca, o sufre en su alma, hace más cumpliendo la mitad de su labor, que otra, sana de cuerpo y espíritu, que la realiza entera”.


Y su otra hermana Paulina, Sor Inés de Jesús, nos testimonia en el proceso apostólico:

Un día en que la vi arrojando flores al Calvario, le dije: “¿Es para obtener alguna gracia?”. Ella me respondió: “No, es para complacerle, no quiero dar para recibir. No soy egoísta, es a Dios a quien amo, no a mí misma”.

[…]

Basaba su caridad hacia el prójimo en estas palabras de nuestro Señor: “Os doy un mandamiento nuevo: que os améis los unos a los otros. Que, como yo os he amado, así también os améis los unos a los otros”. “Si ya era difícil amar al prójimo como a sí mismo – decía a este propósito - , ahora resulta casi imposible amarlo como el mismo Dios lo ama, a menos que nuestra unión con Él se haga tan fuerte, que sea Él mismo quien ame en nosotros a todos aquellos a quienes nos manda amar. Cuanto más unida estoy a Dios, tanto más amo a todas mis hermanas”.

[…]

Al final de su vida, cuando ya muy enferma, escribía su manuscrito en el jardín, me apercibí, un día en que a cada instante era importunada por las hermanas, de que en lugar de impacientarse o de rogar humildemente que la dejasen tranquila, deponía su pluma, en cada caso, y cerraba su cuaderno con una dulce sonrisa. Le pregunté cómo, en tales circunstancias, podía conjugar sus ideas. Ella me respondió: “Escribo sobre la caridad fraterna, es, pues, el momento de practicarla…¡Oh Madre mía, la caridad fraterna lo es todo en la tierra: se ama a Dios en la medida en que se practica”.
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Maria_Ines
Asiduo


Registrado: 21 Abr 2006
Mensajes: 365
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MensajePublicado: Mie Feb 25, 2009 4:49 am    Asunto:
Tema: Un libro sobre Santa Teresita
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¡No sabes cuanto te agradezco esta recomendación!... quiero muchísimo a Teresita y todo lo que tenga que ver con ella me gusta conocer.

Que el Señor nos conceda a todos aunque sea una pisca del amor, la confianza y el abandono que sentía la "pequeña normanda" por el Amor de los Amores.

Bendiciones a todos.
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Lisieux
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Registrado: 12 Feb 2009
Mensajes: 16

MensajePublicado: Vie Feb 27, 2009 5:29 pm    Asunto:
Tema: Un libro sobre Santa Teresita
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Maria_Ines escribió:
¡No sabes cuanto te agradezco esta recomendación!... quiero muchísimo a Teresita y todo lo que tenga que ver con ella me gusta conocer.

Que el Señor nos conceda a todos aunque sea una pisca del amor, la confianza y el abandono que sentía la "pequeña normanda" por el Amor de los Amores.

Bendiciones a todos.


Pues no dejes de comprarlo, es emocionante leer testimonios inéditos de quienes tan bien la conocieron.

Te dejo con una pintura de su "querida Celinita"... Dios te bendiga.


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Alberto Osvaldo Caram
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Registrado: 21 Feb 2009
Mensajes: 5

MensajePublicado: Vie Feb 27, 2009 5:43 pm    Asunto:
Tema: Un libro sobre Santa Teresita
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Esta Celina era una Gran artista!
A mí me encanta la anécdota de "yo lo escojo todo". Una de las hermanas les dona a Celina y a Teresita su canasto con sus juguetes de la infancia, Celina elige uno entre todos, Teresita escoge todo.

Pienso que para seguir a Cristo también hay que lanzarse al desafío de escogerlo todo: todos los hombres, para querer a cada uno; todos lo rincones de la tierra, para cuidar a cada uno como nuestro hogar; todas las palabras, para corregir el camino de las que están desviadas y bendecir el camino de las verdaderas; todas las obras para vapulear las que son hijas de las tinieblas, y alentar a las del alba...
_________________
Beto de la Cruz
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Lisieux
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Registrado: 12 Feb 2009
Mensajes: 16

MensajePublicado: Vie Feb 27, 2009 6:21 pm    Asunto:
Tema: Un libro sobre Santa Teresita
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Alberto Osvaldo Caram escribió:
Esta Celina era una Gran artista!


Y una artista de éxito, además:

http://www.lluviaderosas.com/santa_teresita/index.php?Itemid=33&id=74&option=com_content&task=view


Alberto Osvaldo Caram escribió:
A mí me encanta la anécdota de "yo lo escojo todo". Una de las hermanas les dona a Celina y a Teresita su canasto con sus juguetes de la infancia, Celina elige uno entre todos, Teresita escoge todo.

Pienso que para seguir a Cristo también hay que lanzarse al desafío de escogerlo todo: todos los hombres, para querer a cada uno; todos lo rincones de la tierra, para cuidar a cada uno como nuestro hogar; todas las palabras, para corregir el camino de las que están desviadas y bendecir el camino de las verdaderas; todas las obras para vapulear las que son hijas de las tinieblas, y alentar a las del alba...


Así es, y como sabes ella misma comenta esa anécdota en su Vida, para añadir:

"Sí, Dios mío, yo lo elijo todo, no quiero ser una santa a medias".

Y ese todo, que incluye el sufrimiento, se lo ofrecerá a su Jesús:

“Hoy aun más que ayer, si es que esto es posible, he estado privada de todo consuelo. Le doy gracias a Jesús, que piensa que eso es bueno para mi alma; además, si me consolase, quizás yo me detendría en esas dulzuras, y Él quiere que todo sea para Él…Pues bien, será todo para Él, todo. Aun cuando sienta que no tengo nada para ofrecerle, le daría esa nada, como esta tarde...” (Carta a Inés de Jesús, 7-1-1889)

En coherencia con lo que ella siente que Dios le pide:

“Jesús te pide TODO, TODO, TODO, como se lo puede pedir a los más grandes santos”. (Carta a Celina, 23-7-1888).

Cuanto más se la conoce, más se comprende y participa de testimonios como este:

"Querida Teresita:

Tenía yo diecisiete años cuando leí tu autobiografía.

Fue como si me hubiera caído un rayo. "Historia de una florecilla de mayo", la definiste tú, pero a mí me pareció la historia de una "barra de acero" por la fuerza de voluntad, la valentía y decisión que se desprende de ella. Una vez elegido el camino de entrega total a Dios, nada pudo cortarte el paso: ni la enfermedad, ni las contradicciones externas, ni las tinieblas interiores".
(Albino Luciani, Juan Pablo I).
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