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Domingo 31/05 SOLEMNIDAD DE PENTECOSTÉS

 
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Luciana Belén
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Registrado: 21 Nov 2005
Mensajes: 4928
Ubicación: La Plata, Argentina

MensajePublicado: Dom May 31, 2009 1:36 pm    Asunto: Domingo 31/05 SOLEMNIDAD DE PENTECOSTÉS
Tema: Domingo 31/05 SOLEMNIDAD DE PENTECOSTÉS
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Textos Sagrados


Primera Lectura - (Hechos 2,1-11).

Salmo 103,1ab y 24ac.29bc-30.31 y 34.

Segunda lectura: (1Cor 12, 3b-7.12-13).

Evangelio (Jn 20,19-23).

Al atardecer de aquel día, el primero de la semana, estando cerradas, por miedo a los judíos, las puertas del lugar donde se encontraban los discípulos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: « La paz con vosotros. » Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Los discípulos se alegraron de ver al Señor. Jesús les dijo otra vez: « La paz con vosotros. Como el Padre me envió, también yo os envío. » Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: « Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos. »

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Luciana Belén
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Registrado: 21 Nov 2005
Mensajes: 4928
Ubicación: La Plata, Argentina

MensajePublicado: Dom May 31, 2009 1:46 pm    Asunto:
Tema: Domingo 31/05 SOLEMNIDAD DE PENTECOSTÉS
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San Cirilo de Jerusalén

Sobre el Espíritu Santo

Subió, pues, Jesús a los cielos y cumplió la promesa, pues les había dicho: Yo rogaré al Padre y os dará otro Paráclito. Aguardaban expectantes la venida del Espíritu Santo. Y al cumplirse el día de Pentecostés, aquí en esta ciudad de Jerusalén, pues ésta es otra prerrogativa nuestra, que no hablamos de las cosas buenas que sucedieron en otra parte, sino de los dones que se nos han concedido a nosotros. Siendo, pues, Pentecostés, aguardaban, y el Paráclito vino del cielo: el guardián y santificador de la Iglesia, el
director de las almas, el piloto de los azotados por las olas, el faro de los errantes, árbitro de los que luchan y coronador de los vencedores.

Descendió para revestir de fuerza y bautizar a los apóstoles. En efecto, dice el Señor: Vosotros seréis bautizados en Espíritu Santo no después de muchos días. No era parcial la gracia, sino que la fuerza era perfecta. Porque así como el que se sumerge en el agua y es bautizado está rodeado de agua por todas partes, así también fueron completamente bautizados por el Espíritu. Con todo, el agua rodea por defuera, pero el Espíritu bautiza integramente incluso el interior del alma. ¿Te extrañas? Escucha un ejemplo material, sin duda pobre y vulgar, pero útil para la gente sencilla. Si cuando el fuego penetra la masa del hierro, se transforma todo entero en fuego y lo frío se pone hirviendo y lo negro resplandeciente; si el fuego, siendo un cuerpo, penetra en el hierro y realiza esto tan sin trabas, ¿por qué te extrañas si el Espíritu Santo penetra en las interioridades del alma?

Para que no se ignorase la magnitud de la gracia tan grande que descendía, resonó algo así como una trompeta celestial. Se hizo de pronto un ruido que venía del cielo, como el de un viento fuerte que pasa, que indicaba la venida del que se concedía a los hombres para arrebatar con violencia el reino de Dios, para que también los ojos vieran las lenguas de fuego y los oídos oyeran el sonido. Y llenó toda la casa en la que estaban aguardando. La casa se convirtió en recipiente del agua Espíritual. Los discípulos aguardaban dentro, y toda la casa quedó llena. Fueron, pues, bautizados completamente según la promesa. Quedaron revestidos en alma y cuerpo de una vestidura divina y salvadora. Y se les aparecieron repartidas lenguas como de fuego, y se posaron sobre cada uno de ellos, y todos quedaron llenos del Espíritu Santo. Recibieron un fuego que no quema, sino un fuego que es salvador, que consume las espinas de los pecados y que da luminosidad al alma. Este va a venir ahora también sobre vosotros, y va a quitar y consumir las espinas de vuestros pecados, hará mucho más brillante el precioso tesoro de vuestras almas y os dará la gracia, que entonces dio a los apóstoles.

Se posó sobre ellos en forma de lenguas de fuego, para que, con las lenguas de fuego, nuevas y Espírituales diademas coronaran sus cabezas. Una espada de fuego había cerrado antes la entrada del paraíso, una salvadora lengua de fuego restauró la gracia.

Comenzaron a hablar en varias lenguas, según el Espíritu Santo le concedía hablar a cada uno. Pedro y Andrés eran galileos y hablaban en la lengua de los persas y los medos. Juan y los demás apóstoles hablaban en cada lengua de las distintas naciones. Porque no es en nuestros días cuando una multitud de extranjeros comenzaron a reunirse aquí de todas partes, sino ya en aquellos tiempos. ¿Podrá encontrarse algún maestro que enseñe de una vez lo que él no aprendió? Se necesitan años de gramática y otras artes para aprender solo a hablar correctamente, y ni aún así hablan todos de la misma manera. El retórico, tal vez, consigue hablar bien; el gramático, no siempre bien, y si sabe la Gramática, ignora la Filosofía. En cambio, el Espíritu Santo enseñó a la vez muchas lenguas que aquellos no hubieran aprendido en largo tiempo. ¡Ésta sí que es sabiduría grande y poder divino! ¿Qué comparación puede establecerse entre la ignorancia de aquellos durante tanto tiempo y este repentino, múltiple y extraño use de las lenguas?

En la multitud de los oyentes se formó una confusión. Era la segunda confusión, contraria a la primera y mala de Babilonia. En efecto, en la confusión de lenguas hubo división de voluntades, porque la intención era impía; aquí por lo contrario, hubo una restauración y unión de pareceres, porque lo que se pretendía era religioso. Por donde vino la caída, vino también la restauración. De aquí que admirados decían: ¿Cómo es que los oímos hablar? No es extraño que no lo sepáis, cuando incluso Nicodemo ignoró la venida del Espíritu, pues le fue dicho: El Espíritu sopla donde quiere y oyes su voz, pero no sabes de dónde viene y a dónde va. Si, pues, cuando oigo su voz, no sé de dónde viene ¿cómo podré explicar su sustancia?

Pero otros burlándose decían: Están llenos de mosto. Decían la verdad, pero en son de burla: Porque el vino era realmente nuevo: la gracia del Nuevo Testamento. Pero este vino nuevo procedía de la viva Espíritual que ya había dado muchas veces fruto en los profetas y que había rebrotado en el Nuevo Testamento. Porque así como de manera visible la viva permanece siempre la misma, pero a sus tiempos da frutos nuevos, de igual modo el mismo Espíritu, permaneciendo lo que es, actuó también muchas veces en los profetas y ahora se ha mostrado en modo nuevo y admirable. En efecto, la gracia vino también sobre los Padres, pero ahora ha venido sobreabundantemente. Cierto que allí participaban del Espíritu Santo, pero aquí han sido plenamente bautizados.

Pero Pedro, que tenía el Espíritu Santo y era consciente de ello, dice: Israelitas, que predicáis a Joel sin conocer las Escrituras, éstos no están borrachos como vosotros suponéis. Están ebrios, pero no como vosotros pensáis, sino como está escrito: Se embriagarán de la abundancia de tu casa y les darás a beber de los torrentes de tus delicias. Están con sobria embriaguez que da muerte al pecado y vivifica el corazón, con una embriaguez contraria a la del cuerpo. Pues ésta produce el olvido incluso de lo conocido, y aquella proporciona el conocimiento incluso de lo desconocido. Están ebrios porque han bebido el vino de la vid Espíritual, que dice: Yo soy la vid y vosotros los sarmientos. Y si no me creéis, deducid lo que digo de la hora. Es la hora de tercia. El que fue crucificado a la hora tercia, como dice Marcos, ha enviado ahora a la hora de tercia la gracia. No es una la gracia de aquél, y otra, la gracia de éste, sino que el que entonces fue crucificado y había hecho la promesa cumplió lo que había prometido. Y si queréis oír el testimonio, escuchad. Dice así: Esto es lo que fue dicho por el profeta Joel: Y sucederá después de esto, dice Dios, que derramaré de mi Espíritu Lo de derramaré designaba una donación abundante. Porque Dios no da el Espíritu con medida. El Padre ama al Hijo y lo puso todo en sus manos. Le concedió el poder de conferir la gracia del Espíritu santísimo a los que quiere. Derramaré de mi Espíritu sobre toda carne y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas, y a continuación: Y también sobre mis siervos y mis siervas derramaré de mi Espíritu y profetizarán. El Espíritu Santo no tiene acepción de personas. No busca dignidades, sino la piedad del alma. Que ni los ricos se enorgullezcan ni los pobres se abatan, sino que cada uno atienda solo a recibir la gracia celestial.

Mucho es lo que ya hemos dicho hoy y quizás estéis cansados de escuchar, aunque todavía nos quedan muchas cosas por decir. En realidad, necesitaríamos una tercera catequesis e incluso varias para exponer la doctrina sobre el Espíritu Santo. Pero dispénsenme por ambas cosas. Como la fiesta santa de la Pascua está próxima, hemos alargado hoy nuestro discurso, y no hemos podido aducir del Nuevo Testamento todos los testimonios que hubieran sido necesarios. En efecto, aún nos quedan muchas cosas de los Hechos de los Apóstoles, donde la gracia del Espíritu Santo actuó en Pedro y en todos los demás apóstoles. También nos quedan muchas cosas de las Epístolas Católicas y de las catorce Epístolas de Pablo, de las cuales y solo por recordarlas intentaremos ahora recoger como de un vasto prado unas cuantas.

Por la fuerza del Espíritu Santo, y por voluntad del Padre y del Hijo, Pedro con los once se puso de pie y levantó su voz, aquello de: Eleva fuertemente la voz, tu que evangelizas a Jerusalén y con la red Espiritual de sus palabras capture cerca de tres mil almas. Era tal la gracia que actuaba en todos los apóstoles, que muchos de aquellos judíos que habían crucificado a Cristo creyeron, se bautizaron en el nombre de Cristo y permanecieron en la doctrina de los apóstoles y en las oraciones.

También con la misma virtud del Espíritu Santo, Pedro y Juan, cuando subieron al templo a la hora de nona, la hora de la oración y curaron en el nombre de Jesús al que era cojo desde el vientre de su madre, hacía ya cuarenta años, y que se ponía junto a la Puerta Hermosa , —para que se cumpliese lo dicho: Entonces el cojo saltará como el gamo, con la red Espiritual de la doctrina pescaron de una vez a cinco mil creyentes y convencieron de su error a los jefes del pueblo y a los sumos sacerdotes; y esto no por propia sabiduría, pues eran iletrados e ignorantes, sino por el poder del Espíritu, pues está escrito: Entonces Pedro, lleno del Espíritu Santo, les dijo. Y de tal modo actuaba por medio de los doce apóstoles la gracia del Espíritu Santo en los creyentes, que entre ellos no había más que un solo corazón y una sola alma y el use de los bienes era común, pues los propietarios ofrecían piadosamente el precio de sus posesiones, y no había entre ellos ningún necesitado. Y cuando Ananías y Safira pretendieron engañar al Espíritu Santo, recibieron su justo castigo.

Por mano de los apóstoles se realizaban muchas señales y prodigios en el pueblo. Y era tan grande la gracia Espiritual que rodeaba a los apóstoles, que, aunque eran gente sencilla, causaban temor —pues nadie de los otros se atrevía a juntarse a ellos, aunque el pueblo hablaba de ellos con elogio—, Pero aumentaba la multitud de hombres y de mujeres que creían en el Señor y las plazas se llenaban de enfermos en sus lechos y camillas, para que, al pasar Pedro, siquiera su sombra cubriese a alguno de ellos. También acudía la multitud de las ciudades vecinas a esta santa Jerusalén trayendo enfermos y atormentados por espíritus inmundos y todos eran curados.

Con esta fuerza del Espíritu Santo, de nuevo los doce apóstoles, por predicar a Cristo, fueron arrojados a la cárcel por los príncipes de los sacerdotes y de noche fueron sacados de ella de forma maravillosa por un ángel, y fueron conducidos del templo al Tribunal, y usaron intrépidamente de argumentos en las cosas que decían referentes a Cristo, añadiendo solo que Dios había dado el Espíritu Santo a los que le obedecen; y después de ser azotados, se marcharon gozosos y no cesaban de enseñar y evangelizar a Cristo Jesús.
(San Cirilo de Jerusalén, El Espíritu Santo, Ed. Ciudad Nueva, Madrid, 1992, pg. 79-87)

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