EduaRod Veterano
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Publicado:
Sab Jul 18, 2009 9:29 am Asunto:
Tema: Amor entre primos |
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Estimada en Cristo mara_rp:
Las personas que comentas cometen un mal mucho mayor por vivir juntas sin estar casadas, que por el hecho de ser primos.
En efecto, la ley canónica, como nos lo ha indicado el hermano paulcr en su enlace, en principio impide el matrimonio entre primos HERMANOS, esto de entrada significa que si la relación es más lejana (p.ej. primos segundos) ni siquiera existiría un impedimento pese al parentesco.
Pero, aún en el caso de primos hermanos, es posible obtener una dispensa que permita a la pareja contraer matrimonio eclesiástico. Y así, aunque por supuesto no es lo más común, si existen muchos matrimonios católicos entre primos hermanos.
En donde SI se equivocan, como te lo dije antes, es en vivir juntos sin estar casados. Eso en sí mismo si es un mal muy grave; por lo cual deberían buscar obtener la dispensa por parte de su obispo para poder contraer matrimonio lo más pronto posible.
Supongo entiendes porqué esto es un mal grave (que no estén casados), pero si no lo entiendes bien, tan sólo dilo y te lo podemos explicar (bueno, al terminar el texto me explayé tanto, que en buena medida ya expliqué porqué , pero pregunta de todos modos si te quedan dudas).
Ahora bien, volviendo al tema del parentesco, el asunto tiene dos aspectos:
1. el biológico
2. el propiamente moral
En el biológico el problema es que todos tenemos dos copias de nuestros genes, una que recibimos de nuestro padre, y otra de nuestra madre. Las copias no son necesariamente idénticas, sino suelen existir pequeñas diferencias que nos hacen a cada uno biológicamente individuales.
Ahora bien, en estas pequeñas diferencias puede haber defectos: genes de nuestro padre o de nuestra madre que no trabajan como deberían. En estos casos usualmente la otra copia, de las dos que recibimos de nuestros padres, suele salvar la situación al tomar sobre sí toda la responsabilidad de hacer la función correcta que la otra copia no puede realizar.
Sin embargo, si en una familia existe una versión defectuosa, de modo que diferentes personas la tengan, y dos de las personas que la tienen se unen y tienen descendencia, entonces aumenta mucho la probabilidad de que, al pasar una de sus copias al hijo (cada uno de nuestros padres nos da a nosotros tan sólo una de las copias que tiene de cada uno de sus genes), ambos padres acaben pasándole la copia defectuosa al hijo; de modo que el hijo tenga dos copias defectuosas y ninguna de ellas sea capaz de efectuar la función que se necesita, llevando esto a una enfermedad genética que puede ser muy grave.
Mientras más cercano sea el parentesco, pues mayor probabilidad existe de que ambas personas puedan pasarle al hijo las copias defectuosas de sus genes.
Ahora bien, esto no es raro, hay una estadística por ahí que dice que cada uno de nosotros lleva en su genoma en promedio unos 10 genes con defectos que resultarían mortales de no ser porque de esos mismos 10 genes tenemos la otra copia que si funciona bien.
Entonces, en principio, no se necesita partir de una familia "particularmente defectuosa"; sino que si en la familia de cualquiera de nosotros se comenzaran a unir y tener descendencia los parientes cercanos, muy pronto se "purificarían" esos aproximadamente 10 defectos particulares de esa familia, lo que haría que progresivamente fuese casi inevitable que una porción significativa de la descendencia padeciera alguna de esas enfermedades mortales, y muchas otras quizá no mortales, pero si muy problemáticas.
Por eso, para biológicamente evitar eso, es importante restringir la cercanía de los parientes que se pueden unir, y asegurar que de vez en vez lleguen a casarse completos extraños (biológicamente hablando, claro está) capaces de "reabastecer" a la familia de copias funcionales de los genes que esa familia suele tener defectuosos.
Desde este punto de vista biológico, es muy lógico que existan niveles de parentesco demasiado cercanos que "purificarían" demasiado fácil y pronto los defectos, y que de ningún modo entonces deberían permitirse nunca. Es lógico también que existan parentescos lejanos que no requieran dispensa porque ya en ambos lados hubo un "reabastecimiento" de genes "buenos" por parte de cónyuges que son "extraños biológicos" a la familia.
Y, finalmente, también es lógico que exista un nivel de parentesco intermedio que en principio está impedido de unirse pero que puede ser dispensado. Porque es suficientemente cercano como para producir una "purificación" de "genes malos", pero no muy rápidamente, es decir, no en una generación. Entonces, al poner un impedimento, se evita que en una familia se den en automático muchas uniones de este tipo en una generación tras otra, lo que acabaría "purificando" de todas formas los "genes malos". Y, sin embargo, si no ha habido este historial de "purificación de genes malos", entonces una pareja en particular no tendría problemas, por lo que pueden ser dispensados y casarse. Ya después, si algunos de sus descendientes quieren también una dispensa, pues entonces esta si les podría ser negada en virtud de que ya existe ese historial de "purificación de genes malos" que puede poner en graves problemas a las generaciones subsecuentes.
Por supuesto que todas estas explicaciones genéticas las conocemos desde hace muy poco tiempo en la historia; sin embargo, empíricamente (por experiencia) desde hace milenios la gente había observado que si los familiares cercanos tenían descendencia, esta comenzaba a tener problemas diversos, cosa que no ocurría tan fácilmente si los que se casaban no eran tan cercanos.
Por otra parte está el aspecto moral. El artículo que el hermano paulcr no hizo el favor de compartir aborda el asunto más bien desde esta óptica, sin embargo, quizá le falta explicar un poco más el punto. En esencia, como nos lo enseña el Catecismo:
Cita: | 2388 Incesto es la relación carnal entre parientes dentro de los grados en que está prohibido el matrimonio (cf Lv 18, 7-20). San Pablo condena esta falta particularmente grave: ‘Se oye hablar de que hay inmoralidad entre vosotros... hasta el punto de que uno de vosotros vive con la mujer de su padre... en nombre del Señor Jesús... sea entregado ese individuo a Satanás para destrucción de la carne...’ (1 Co 5, 1.4-5). El incesto corrompe las relaciones familiares y representa una regresión a la animalidad. |
El punto es que la familia humana NO es una mero conjunto de individuos que viven juntos. Sino es una estructura querida por Dios para ser imagen del misterio Trinitario mismo, de modo que el hombre en la propia familia por la que viene al mundo, pudiese ver un reflejo del misterio del Amor de Dios mismo, y la manera como dicho Amor está unido al misterio de la creación del hombre; de tal suerte que la persona, por medio de su familia, cuando esta está correctamente constituida, puede conocer el Amor con el que Dios le ama.
Así, no cualquier "estructura social" puede funcionar como una familia, sino la familia tan sólo puede cumplir esta misión de dar a conocer al hombre el Amor con el que Dios le ama, cuando su estructura realmente corresponde a ese modelo o estructura que Dios quiso para la familia.
Y evidentemente, para que ese modelo o estructura exista o se cumpla, pues cada miembro de la familia debe entender cuál es su lugar dentro de ella, y desempeñar correctamente la función que le corresponde.
De lo contrario, la estructura familiar se corrompe y no puede entonces ya ser verdaderamente ese reflejo del Amor de Dios entre las personas.
(Bueno, en líneas generales este es también el fundamento que explica el punto que te decía al principio de porqué es un mal grave que estas personas no estén casadas).
Así pues, por poner el ejemplo más evidente para entenderlo mejor, consideremos el amor de los padres hacia el hijo: la unión de los padres es para el hijo la imagen más directa del Amor de Dios. Precisamente por eso Dios ha escogido la figura del Padre para revelarse a Sí mismo ante nosotros: porque lo primero que evocamos ante esa palabra, si por la gracia de Dios tuvimos una familia constituida según el designio divino, es el amor que de nuestros padres hemos recibido en nuestra vida: un amor puro y desinteresado, que velaba y cuidaba de nosotros de manera completamente gratuita, sin necesidad de que nosotros lo merecieramos de manera específica y sin que tuvieramos que -o siquiera pudiérmos- dar nada a cambio por ello. El hijo no necesita amar a sus padres para que los padres le amen. Es más, podríamos decir que al principio prácticamente ni siquiera puede el hijo amar a sus padres o demostrarles de algún modo su amor. Y, sin embargo, los padres le aman gratuitamente. De modo que el hijo aprende a amar precisamente porque es amado. Si los padres exigieran amor recíproco para dar su amor, el hijo jamás aprendería a amar, por tanto no sería amado tampoco nunca, y entonces no existiría amor entre los hombres.
Claro, en el mundo corrupto en el que vivimos, desafortunadamente hay padres que cumplen muy pobremente esta misión, creando muchos problemas en sus hijos. Pero afortundamente, en contraposición, Dios ha dado a muchas personas la vocación de sustituir ese amor de los padres para que las personas que por sus padres no pudieron aprender a amar, lo aprendan de estas otras personas.
Sin embargo, es muy evidente y se puede entender muy fácilmente que la forma normal, la estructura natural creada por Dios para que la persona aprenda a amar, es el amor de los padres. El cual tan sólo puede ser sustituido de manera excepcional, ante una deficiencia expresa y específica de unos padres que NO cumplieron con su misión. Más NUNCA esa sustitución debe ocurrir de manera intencional o planeada, como si pudiera existir otra estructura que naturalmente estuviera diseñada para cumplir esta misión de manera tan adecuada y perfecta como la pueden cumplir los padres que SI cumplen con lo que Dios les ha encomendado.
Así, si los padres fallan, se puede tratar de sustituir lo que ellos YA NO HICIERON. Pero JAMÁS se puede propone de antemano otra estructura pretendiendo que por su propio diseño pudiera ser mejor que los padres que SI cumplen con su misión.
El caso de los niños adoptados que naturalmente tienden a preguntarse porqué fueron abandonados por sus padres biológicos es una prueba clara de lo anterior: el niño percibe de entrada que NO FUE AMADO por quien se supone que debería haberlo amado más. Eso necesariamente le produce en algún grado la sensación de que, si no fué amado, es porque hay algo malo en él que le hace indigno o inmerecedor de ser amado. Tanto así que sus padres biológicos no le amaron.
Por supuesto que en la realidad puede haber situaciones con explicaciones mucho más complejas que eso y que de ningún modo impliquen que los padres biológicos no amaron al niño, comenzando con la más obvia que es el caso de que los padres biológicos no hayan abandonado al niño, sino hubiesen fallecido.
Pero el hecho es que, a falta de una explicación mejor, la reacción natural del niño es la de suponerse no amado y, por tanto, indigno de ser amado, por sus padres biológicos.
Bueno, ya me estoy desviando un poco, así que retomemos el punto: cuando Dios se llama a sí mismo Padre, lo que nos dice es precisamente que su Amor hacia nosotros es un amor similar al amor completamente gratuito y desinteresado que normalmente recibimos o deberíamos recibir de nuestros padres; pero llevado al extremo: a Dios literalmente no hay NADA que le podamos dar que no lo hayamos recibido de Él primero.
E insisto: la correcta estructura familiar nos enseña en nuestros padres la naturaleza de este amor.
Sin embargo, el amor de los esposos es un amor distinto: es un amor de donación recíproca. El hombre da, pero también recibe, y la misión fundamental en este tipo de relación, NO ES la de buscar recibir, sino la de buscar darse al otro. Es la de entregarse a sí mismo.
Para no alargar más el asunto, juntemos estos dos aspectos, y veremos de inmediato cómo una relación incestuosa entre un padre y un hijo corrompe la imagen del Amor Paternal de Dios que debe dar la familia: si la hija se uniera a su padre (o el hijo a su madre) en esta relación esponsal que se caracteriza por la donación mutua, en ello mismo entraría en contradicción, obscurecería y corrompería la naturaleza de ese amor gratuito, absolutamente desinteresado y en ese sentido "unilateral" que recibe de su padre, que es precisamente el que le enseña que es una persona amada, amada por Dios, y que, por consecuencia, le enseña y posibilita a vencer su egoismo y aprender a amar ella misma. Se ve clara la contradicción: ¿cómo puede la hija (o el hijo) amar entregándose desinteresadamente rompiendo a la vez con la fuente que le enseña a amar de manera desinteresada?
A eso es precisamente a lo que se refiere el Catecismo cuando enseña que el incesto corrompe las relaciones familiares. Y en virtud de ello se convierte en una regresión a la animalidad: porque corrompe las relaciones de amor que se establecen en la estructura familiar, la familia destruye así completamente la estructura que le hace capaz de cumplir esa misión de demostrar al hombre el Amor de Dios y ser entonces escuela de amor, y se convierte meramente en una comunidad de personas que viven juntas y se unen por interés, por instinto y por deseo pasional. Porque no se pueden unir por amor los que no han aprendido a amar al haber destruido su propia escuela de amor.
A la luz de la explicación anterior, entendemos que existen relaciones familiares con una misión específica, la cual, si por cualquier razón no se cumplió en el pasado, se DEBERÍA comenzar a cumplir en cuanto sea posible. Por ejemplo, si una madre tuvo que dar a su hijo en adopción por cualquier motivo, y luego se reencuentra con él. El hecho de que anteriormente (por la razón que sea) no haya podido cumplir su misión como madre; no significa que entonces ahora ella se pueda acercar al hijo como si fuera una extraña. Sino al contrario, a partir del encuento ella puede COMENZAR A CUMPLIR con su misión, asegurándole así al hijo que de ningún modo él ha sido inmerecedor del amor gratuito de su madre. Completando y perefeccionando así la madre la labor de cualquier otra persona que hubiese servido como sustituto de su propia misión en el tiempo intermedio.
Existen, en cambio, otras relaciones de parentesco en las que estos aspectos no se involucran nunca de manera tan esencial, y que, por consiguiente, tal parentesco por sí mismo nunca es un impedimento para que se establezca entre las personas un amor esponsal de donación recíproca. (Podría ocurrir que el pariente haya sustituido la función de un padre faltante, pero entonces lo que obstaculizaría ESA unión NO sería el parentesco, sino la historia particular de esas personas, lo cual NO PUEDE tipificarse como impedimento, sino simplemente hacer desaconsejable esa unión particular).
Finalmente, como ocurre con la biología, existe aquí también un nivel de parentesco que puede o no representar un problema. Y esto depende de la estructura concreta de la familia en cuestión y el tipo de relación que haya existido entre las personas que la componen.
Así, en una familia en que la relación de unos primos hermanos fundamentalmente hayan funcionado como si fuesen hermanos ellos mismos, pues una relación de tipo "romántico" SI podría estar denotando en realidad NO una donación auténticamente esponsal, sino una corrupción lujuriosa de los lazos familiares, es decir, un deseo egoista corruptor del verdadero amor.
En cambio, en una familia en la que los primos hermanos hubiesen tenido encuentros nulos o esporádicos, o encuentros frecuentes, pero no de naturaleza propiamente fraternal, sino más como una amistad. En estos casos, al no haber una misión esencial entre ellos como la que existe entre padre e hija (o madre e hijo), pues no habría lazos familiares esenciales contra los que se pudiera atentar, y tampoco se estaría corrompiendo un amor fraternal que no existe; sino el encuentro de estas personas sería como el de dos personas cualquiera o dos amigos de tiempo atrás que, desarrollando su amistad hasta el punto de la donación recíproca, llegasen a ser capaces de un auténtico amor esponsal entre ellas.
Son estas consideraciones, aunadas a las biológicas antes expuestas, las que pueden determinar que una dispensa sea concedida o no.
Pero bueno, en el caso de las personas que señalas, podría decirse que la realidad ya obvió estas consideraciones, ya que de nada serviría preever un daño a una prole que ya existe; y, por el bien de la misma, lo mejor sería promover un auténtico amor esponsal en la pareja antes que preveer una posible corrupción del amor fraternal. De modo que, personalmente, pienso que no deben tener demasiados obstáculos para obtener la dispensa por parte del obispo para su propio caso; y que, para lograr la estructura querida por Dios para la familia, de modo que esta refleje Su Amor Divino y se convierta en plenitud en la verdadera escuela de amor que está llamada a ser, lo mejor es que obtengan esa dispensa cuanto antes y constituyan realmente esa familia ante Dios según ese Plan Divino que no busca otra cosa sino el bien de las personas.
Que Dios te bendiga. |
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